

Todos para uno y uno para todos
En febrero de 2008, un grupo de Comandos elite avistó en el sur del país varias personas que a 200 metros se bañaban en un río. Estaban fuertemente custodiadas por hombres armados que les apuntaban y no los perdían de vista. Sobresalían tres de ellos porque su piel era muy blanca y hablaban inglés entre sí. Se trataba de los tres contratistas norteamericanos secuestrados por las Farc desde hacía más de cinco años y varios militares y policías, compañeros de infortunio. Fue la primera noticia que se tuvo de ellos desde cuando el subintendente Jhon Frank Pinchao se fugó y las Farc extremaron las medidas de seguridad.
Más de seis meses en la manigua llevaba el pequeño grupo de Comandos experimentados que consiguió la buena nueva de que los norteamericanos estaban vivos y, más aun, de su localización. A pesar del riesgo que corrían sus vidas, y de los varios meses que debieron permanecer casi mudos en la selva, persistieron en la Operación hasta lograr el objetivo que se habían fijado: ubicar a los secuestrados. La operación que luego el presidente Uribe presentó a la opinión pública como cerco humanitario. La información suministrada por esta unidad fue clave para iniciar lo que más tarde se conocería como la exitosa Operación ‘Jaque’.
El trabajo de los batallones de Fuerzas Especiales, algunos pertenecientes al Ejército y otros al Comando de las Fuerzas Militares, es casi invisible para los colombianos, por el sigilo de sus operaciones. Sin embargo, son responsables de muchos de los éxitos que se conocen en los últimos años contra grupos al margen de la ley. Como cuando, hace tres meses, entraron en silencio a la Cuchilla del Infierno y un experto tirador dio de baja, a más de 600 metros, al jefe guerrillero ‘Negro Antonio’, de quien se decía en los círculos de las Farc que sería el futuro reemplazo del ‘Mono Jojoy’.
Sólo los mejores
Esos soldados son la elite de la elite y para formar parte de ellos es necesario ser el mejor en lo que se hace, pero también ser el más reservado, paciente y confiable. Así se crea “cohesión de grupo en la que todos son talentosos, dan el 100 por ciento en las misiones y son solidarios entre sí”, manifiesta el coronel David Godoy, comandante del Batallón de Fuerzas Especiales del Ejército, un hombre con más de 25 años de experiencia en la lucha contrainsurgente, a quien sus subalternos miran, evidentemente, con admiración y cercanía.
Los Comandos son como los superhombres de la guerra. A diferencia de los soldados regulares, que deben realizar labores rutinarias y fuera de combate, dedican todo su tiempo a la acción, la mitad en una pista de entrenamiento y la otra en operaciones específicas. Tanta es la intensidad, que “dejan atrás al miedo”. Ostentan distintivos de los cursos más duros de supervivencia, saben leer cartas de ubicación geográfica, aciertan a un blanco a más de 2.500 metros de distancia, saben realizar un asalto aéreo y son capaces de permanecer inmóviles días enteros y no ser descubiertos. “Deben tener la mente clara, antes que emanar adrenalina”, dice el capitán Carlos Pérez*, responsable de uno de los exclusivos grupos Delta de observación. “Avanzan hacia misiones con menor personal más especializado, y mejor tecnología… aprovechan la ventaja operacional y la cohesión de los grupos pequeños con cualidades excepcionales, según lo dice David Spencer, especialista de la Universidad Nacional de la Defensa en Washington.
El compañerismo
Gracias en parte al innegable aporte en recursos del Plan Colombia, los Comandos Especiales usan la última tecnología en equipos y forman parte de la profesionalización de las Fuerzas Militares. Y su extrema valentía tiene apoyo aéreo permanente y evacuación inmediata de heridos, lo que les da confianza para ir a combatir. Cambian de equipos cada cierto número de horas para evitar accidentes por fatiga de material o fallas, como se hace con los aviones. Y cuentan con lo mejor en comunicaciones, pues un comandante puede enlazarse con operaciones en el país, hablar con sus hombres y tomar decisiones inmediatas. Así, como otros grupos de alta escuela, como los Rangers de Estados Unidos y las Forces d’Élite Francia, los grupos de Comandos son un ejemplo del Ejército en desarrollo que evoluciona, se capacita y además logra quitarle miembros y territorios estratégicos al enemigo.
Y tienen un principio fundamental: la confianza absoluta en el desempeño de cada uno de ellos, pues en una operación, la vida de cada uno depende de la de su compañero. Por eso, como en el lema de los mosqueteros, “¡todos para uno y uno para todos!”, los Comandos tienen como un presupuesto fundamental de su éxito la camaradería, el buen humor y una amistad a toda prueba. En una palabra, una confianza absoluta en sus compañeros. Crean fuertes vínculos entre ellos y adquieren una cercanía de hermanos.
Otro aspecto que los distingue de otros batallones es que, sin importar los rangos, todo lo hacen juntos: entrenar, capacitarse y tomar decisiones, todos opinan sobre el curso a seguir en una operación y valoran la experiencia. Sin embargo, una vez el comandante tome una decisión, todos la siguen y trabajan por ella. “Analizar los puntos de vista es la gran diferencia de estos grupos”, afirma el comando Andrés Patiño* con seis años de experiencia, y quien antes perteneció a una Brigada móvil.
Ello requiere, por lo demás, una estricta confidencialidad. No revelan detalles a externos y solamente hablan del tema con compañeros durante el planeamiento y al regreso de la operación, revisan lo que salió bien y lo que salió mal, así establecen protocolos que ayudan al éxito de futuras misiones. Si algo está mal, hasta el de menor rango puede participar en el examen de los errores y hacérselos ver a sus superiores, algo impensado en la milicia. Aclaran el asunto inmediatamente, para evitar resquemores que dificulten las relaciones. Los Comandos son pocos, pero cada cual está subespecializado y entrenado en su mejor habilidad. Su labor es determinante en el reconocimiento de zonas, retomas de corredores estratégicos como el que hicieron en el páramo de Sumapaz al sacar a alias ‘Romaña’ (clave para acceder a Bogotá), ubicación de cabecillas y operaciones de impacto internacional como el asalto al campamento de ‘Raúl Reyes’.
Pero, en contraste con su protagonismo en el área de operaciones, no divulgar su participación ni poner en cabeza de nadie sus éxitos hace parte del espíritu de cuerpo y de las normas de la cofradía a la que pertenecen. “A esta hermandad se entra voluntariamente, olvidamos los egos y damos lo mejor de cada uno al grupo para lograr éxitos operativos… dentro y fuera del área yo confío ellos y ellos en mí”, afirma el sargento Diego Álvarez* con 13 años de experiencia.
Al parecer, esta es la clave de su altísima efectividad y bajas tasas de mortalidad en combate: en el caso de Las Fuerzas Especiales del Ejército, en promedio sólo una persona fallecida cada año. Y aunque son menos en número y trabajan a pocos metros del enemigo sin que este se percate, el suyo sigue siendo un tema de confianza en el grupo y en la capacidad de las Fuerzas Armadas de conseguir la anhelada paz.
*Productora general de SEMANA
* Nombres cambiados por seguridad.
Operación Jaque "Nunca me causó temor": Padilla
SIN UN DISPARO ni un herido. El general Fredy Padilla recuerda, un año después, la operación militar que le dio la libertad a 15 secuestrados.
Colprensa - Bogotá | Publicado el 22 de junio de 2009
Cumpliéndose el primer año de la Operación Jaque, que marcó la historia en Colombia porque además de liberar a 15 secuestrados, no se disparó una sola arma, el ministro de Defensa encargado y comandante de las Fuerzas Militares, general Fredy Padilla, habló sobre el tema. Dijo que Jaque fue una operación única y que nunca le causó temor.
¿Qué significó la operación Jaque para usted?
"Es el orgullo de Colombia. Es la primera actividad en la historia del país en donde todos nuestros compatriotas, sin excepciones, sintieron una gran felicidad.
Los colombianos por primera vez tuvimos una noticia única que le dio la vuelta al mundo. Mostramos nuestros valores como sociedad, la capacidad que tenemos de sacrificio, esa fortaleza de los muchachos que por más de 10 años permanecieron secuestrados, y las crueldades de organizaciones como las Farc, que secuestran y extorsionan".
¿Qué dimensión tiene para la historia de las guerras?
"Es la primera vez que se hace una operación de rescate en la que no hay ningún herido, ni un muerto, ni un solo disparo, y no hubo recompensa. Se logró la libertad y se puso a disposición de la justicia a los secuestradores. Por eso esa operación es única".
Después de ella, ¿países que viven el conflicto interno le han pedido asesoría militar a Colombia?
"Colombia es el país que más sufre el flagelo del secuestro. Tenemos enorme experiencia en eso y estamos abiertos, particularmente, a los países de la región que también tienen los mismos problemas nuestros, vinculados al narcotráfico".
¿Cree que Jaque le cambió la imagen de Colombia en el exterior?
"Esta operación ayudó a que los colombianos se sintieran orgullosos, permitió la liberación de algunos secuestrados y es un mensaje dirigido a los secuestradores para que se arrepientan".
¿Qué pudo haber generado para las Farc?
"Para la guerrilla es una demostración de cómo el mundo entero rechaza el secuestro y lo que ellos están haciendo. Esos actos son malvados y debieran generar en su interior un arrepentimiento. Fue una especie de llamado de Dios para que los que aún permanecen en esas organizaciones y tienen más personas secuestradas se arrepientan y los liberen".
Un año después, ¿cómo recuerda el momento en que le confirmaron el éxito de la operación?
"Nos reunimos el grupo que estábamos de mando, hicimos una oración de gracias a Dios y nos tomamos una foto, que está inédita, y entonces dimos aviso a las autoridades correspondientes".
¿Puede volver a haber una Operación Jaque?
"Cada operación es diferente, ésta es única. Debe haber más noticias de esta clase para darle la vuelta al mundo y todos los habitantes de los diferentes países disfruten con nosotros".
Los recuerdos
¿Cuál fue la última actividad que realizó antes de que despegara el helicóptero?
"Con el general Mario Montoya nos dirigimos a Tolemaida a despedir a las tripulaciones y a los hombres que iban a la actividad. Me acuerdo que eran las 18 horas (6:00 p.m.) cuando ellos partieron y se estaba oscureciendo; yo tenía prisa de que se fueran, dado que el paso de la cordillera podría generar problemas que impidieran que estuvieran a tiempo al día siguiente en la operación. Después hicimos una reunión en el Comando de Bogotá y le di la orden al general Montoya de que se desplazara hasta el sitio en donde se encontraban los helicópteros, a efectos de hacer un correctivo de último momento. Además no queríamos utilizar las comunicaciones, a pesar de que fueran seguras, y preferí que él lo hiciera a viva voz para que la instrucción se entendiera claramente. Después me acosté a reposar y a encomendarme a Dios para que todo saliera bien".
¿Fue un momento de mucha tensión para usted?
"La realidad es que un general deja de preocuparse el momento antes de la batalla, porque cuando usted planifica y ya viene el momento fulminante de esa acción, usted no puede hacer nada. Entonces, sus preocupaciones debieron haber sido antes para que los detalles estén solucionados y cada instrucción se entienda y no quede nada al azar".
¿A quién le agradece por la Operación Jaque?
"Esta fue una operación que nace de gente con mucha experiencia perteneciente a la organización, algunos civiles, otros militares de baja graduación. Me pareció maravilloso que ellos con su iniciativa y con su creatividad la propusieran. Después de eso ya vino la inyección que le da el mando, una visión de nivel estratégico. Pero, insisto, la parte básica y fundamental fue una creación de la parte de abajo".
¿Cuáles son los episodios que más recuerda de la planeación?
"La firme determinación y el compromiso de todos los que trabajaron y participaron en ella. Ese interés de brindar la posibilidad de libertad a sus compatriotas. Y cuando ya supimos que la operación había sido exitosa en su primera fase y que no hubo necesidad de entrar en una segunda".
¿Cuál fue la señal que les permitió a ustedes decir que todo había sido un éxito?
"El piloto debía darnos una señal cuando despegara y otra cuando estuviera en el aire y se tuviera el dominio de los dos terroristas que estaban abordo. Ese fue el momento en que dijimos que la operación había culminado".
¿Qué reflexión hace un año después de esta operación?
"Que el secuestro tiene que desaparecer de Colombia. No puede seguir habiendo secuestrados y mucho menos secuestradores. La libertad es un don divino, por eso insistiremos por todas las formas hasta que se recuperen la libertad de quienes están privados de ésta".
http://www.elcolombiano.com/BancoConoci ... Seccion=40
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Clarena, primera en volar un DC3
Colprensa - Bogotá | Publicado el 22 de junio de 2009
Dos guerreras del aire, pertenecientes a una misma familia, son el orgullo de la aviación en Colombia. Aunque su objetivo no era volar aeronaves, hoy hacen parte de un grupo selecto de 15 mujeres pilotos de la Policía que combaten los grupos armados ilegales.
Una de ellas es la capitán Clarena Constanza Restrepo Murillo, de 30 años, encargada de pilotear el avión más grande de la Policía Nacional, utilizado en las tareas de apoyo en erradicación de cultivos ilícitos.
La otra guerrera de la aviación es su prima Érika Pedraza Murillo, quien vuela helicópteros Black Hawk, y tiene entre sus funciones transportar a personalidades de la vida nacional.
Clarena Restrepo salió de Armenia después del terremoto de 1999, con la firme intención de ser policía.
"Nunca imaginé que pudiera ser piloto, pero cuando se me dio la oportunidad me presenté y pasé. Después me dije: de aquí no me saca nadie y empecé a estudiar mucho en la escuela", explica la capitán Restrepo.
Erika Pedraza, por su parte, adelantaba la carrera de subteniente. "Siempre quisimos hacer cosas grandes, tener buenas experiencias de vida".
Cuando Restrepo salió de la Escuela de aviación fue designada como copiloto del avión Douglas DC-3 Skytrain, que revolucionó el transporte de pasajeros en los años 1930 y 1940. Después fue comandante del Cesna 206 (bimotor). Posteriormente fue designada como piloto instructor de la Escuela de Aviación.
El director de la Policía Antinarcóticos, general Francisco Patiño, aseguró que la capitán Clarena "fue nombrada como piloto para las misiones de erradicación y es la primera mujer que llega a volar este tipo de aeronaves (DC3)".
El oficial resaltó que "es un orgullo tener damas como pilotos de Black Hawk, de aeronaves bimotor y del DC3, un avión que no tiene piloto automático, no es fácil volarlo ni aterrizarlo, se necesita mucha destreza", como la que tienen estas mujeres.
http://www.elcolombiano.com/BancoConoci ... Seccion=21
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