Hacia la base Belgrano II
10/02/2018. Tras zarpar de base Orcadas daba inicio la travesía más difícil para cualquier embarcación que deba navegar hacia el sur del mar de Weddell para arribar a la base antártica Belgrano II.
Como es típico en la navegación por esta zona, para ir a la base antártica Belgrano II es ineludible sortear el campo de hielo característico del mar de Weddell que se encuentra, a veces, desplazado hasta la latitud 60° por la deriva de los vientos.
Ese fue justamente el caso del Irízar, por lo que su Comandante, Capitán de Fragata Maximiliano Mangiaterra, decidió efectuar un “arrumbamiento general este por la latitud 60°”. Para evitar el campo de hielo, el buque navegó en línea recta en dirección Este por esa latitud, que marca uno de los límites del Sector Antártico Argentino, llegando muy cerca de las islas Sandwich del Sur.
Una vez que el coloso naranja sorteó ese campo de hielo navegó durante dos días con buenas condiciones climáticas y glaciológicas. A pesar de que el cielo se encontró un poco nublado, el viento fue leve y la temperatura alcanzó 1ºC. A su paso se apreciaban témpanos aislados que adoptaban diversas formas y tamaños, escombros y tortas de hielo, denominados así por las formas que adoptan.

Sin embargo la situación cambiaría: al sur del Mar de Weddell lo esperaba un campo de hielo. Fueron aproximadamente unas 300 millas náuticas las que debió atravesar pacientemente el “Irízar”, rompiendo a su paso el hielo para alcanzar algunas aberturas o lagunas hasta llegar a 12 millas náuticas de Belgrano II; la mínima distancia a la que se pudo llegar quedando al borde del pie de hielo que es fijo en la bahía.
Para el Capitán de Fragata Mangiaterra haber llegado a Belgrano II fue el principal desafío de la Campaña Antártica de Verano 2017/18 debido a que es la base más difícil desde el punto de vista náutico porque se encuentra en la latitud más austral y eso implica también una zona de navegación muy complicada por la presencia del campo de hielo.

“De hecho, que la Argentina tenga un rompehielos fue precisamente para poder llegar a esta base antártica que es la que más dificultad tiene y en la que siempre, sí o sí, en la navegación hay que romper hielo”, manifestó el comandante del buque y agregó: “Así que, luego de diez años que el ‘Irízar’ vuelva a operar en esta zona ha sido una satisfacción enorme tanto para la comunidad antártica como para el Ejército Argentino, que hoy desde la base nos ven que ya estamos aquí en el campo de hielo, con el característico color naranja que sobresale entre el desierto blanco”.
Por último, el Capitán de Fragata Mangiaterra destacó: “Para nosotros también, tener el nunatak Bertrab a la vista donde está la base es volver a rememorar y a recordar esas hazañas del buque cuando operaba en esta zona. Así que es una satisfacción enorme y el orgullo de toda la tripulación haber logrado este objetivo que era el desafío de esta campaña: que el Irízar vuelva al máximo de su capacidad y potencialidad para poder operar en esta base”.
Desde que en 2007 el rompehielos ARA “Almirante Irízar” sufriera el siniestro del incendio, durante las sucesivas Campañas Antárticas de Verano se reabasteció a la base antártica Belgrano II mediante aerolanzamientos. Sólo en dos oportunidades se efectuó contando con la asistencia de un buque ruso rompehielos contratado mediante licitación internacional, siendo la última de ellas en 2014.
Cruce del Círculo Polar Antártico
Dentro de las tradiciones navales existen dos cruces trascendentales: el de la Línea del Ecuador y el del Círculo Polar Antártico.
En la Armada esta costumbre marinera tiene características especiales. Las Campañas Antárticas pusieron en uso, tomando como base las ceremonias de Cruce de la Línea del Ecuador, actos similares para festejar el Cruce del Círculo Polar Antártico demarcado geográficamente por el paralelo 66°33″S.
Al aproximarse al Círculo Polar Antártico, el que tiene más campañas antárticas representa a Neptuno y le anuncia al comandante del buque que se hará cargo del buque para bautizar a los neófitos; es decir, a aquellos que cruzan la línea por primera vez.
De esta forma, se celebra la entrada al casquete polar. Al bautizado se le impone un nombre, generalmente de especie marítima o pez de la zona, lo que consta en un diploma, firmado por Neptuno y el comandante del buque.
A bordo del rompehielos, el domingo 21 de enero, pasadas las 21 se escuchó por el difusor el mensaje de Neptuno: “Continente antártico, reinado austral, comarca del mar de Weddell, 21 de enero de 2018. El rey Neptuno, rey de la Mar Océano se complace en felicitar a todos sus nuevos súbditos y expresa su más sincera alegría por tenerlos una vez más aquí a bordo del rompehielos ARA ‘Almirante Irízar’ visitándolo en sus gélidas aguas y costas del desierto blanco luego de diez años”.
Anunció que este año se cumpliría con la tradición, “entregando el diploma que merecen para que todos los habitantes del mar en cualquier rincón del mundo los reconozcan como leales súbditos de mi reino”.
Remarcando además las obligaciones de aquellos que cruzan el Círculo Polar Antártico: “Este bautismo también exige a los nuevos súbditos a continuar con el esfuerzo, a transformarse en mejores marinos, de cumplir y hacer cumplir todas las costumbres y tradiciones marineras que nos honran y jamás olvidarse que un marino nunca abandona a otro camarada en peligro, sobre todo en la Antártida. Alégrense neófitos y sepan ser merecedores de esta honra solamente reservada para los valientes que navegan, que conocen la dureza del mar y la felicidad de todo lo que nos regala y enseña. Firmado, rey Neptuno, rey de la Mar Océano”.
Mientras, al día siguiente, en virtud de que ningún buque de la Armada en muchos años había llegado hasta esa latitud por el mar de Weddell, fueron muchos los “neófitos” que recibieron sus diplomas con el nombre de bautismo asignado.