Hola a todos:
hay dos cuestiones que me llamaban la atención de los mensajes de Bentexuí. La primera, y obvia era su nick; y la segunda como podreís observar en mis últimos mensajes aquellas relacionadas con el % de herencia genética guanche.
Sobre el nick,Bentexuí, o Bentejuí, hace referencia al último resistente organizado guanche, que finalmente, ante la paz firmada por otros mandos guanches decidió suicidarse.
Sobre el origen de los pueblos guanches, recuerdo que en mi adolescencia, allí por los primeros años 80, estaba muy en boga las teorías de Erich von Däniken, autor de
El Carro de los Dioses, en que abogaba por la relación entre civilizaciones alienígenas y el Antiguo Egipto y las civilizaciones precolombians americanas.
Algunos científicos, al calor de las teorías, y del exito de ventas de las obras de Erich von Däniken, creyeron el momento de asociar la civilización guanche con la egipcia y las preincaicas, con el punto de partida de las prácticas fúnebres, especialmente las de momificación; e incluso vieron similitudes entre algunas construcciones canarias prehispánicas con las piramides más arcaicas. Eran tiempos en que programas como
Más Allá ,de Jimenez del Oso triunfaban en TVE, se daban a conocer fenómenos como las
Caras de Bélmez, o se discutía acerca del comandante de Iberia que había solicitado ayuda al Ala 11 por tener un contacto OVNI, por no hablar de la archiconocida entrevista de José Mª Iñigo a Uri Geller.
Con ese caldo de cultivo, algunos seguidores de Erich von Däniken españoles, iniciaron las especulaciones relativas al origen guanche, e incluso los entroncaban directamente con la Atlántida. Todos estos investigadores parecían olvidar, bien por desconocimiento bien por interés, que griegos y fenicios, incluyendo caratgineses, tenían conocimiento de los canarios.
Pero volvamos a perspectivas más científicas, pero eso sí, menos llamativas, y obviamente sin posibilidades de ofrecer pingües beneficios económicos a los autores de estudios etnicos... dificilmente podría la historia de una migración común de un grupo de humanos ser argumento de un best seller, a excepción del Exodo, claro está.
Buceando por la red, he encontrado diversas explicaciones etnográficas sobre el origen de los guanches, dandome la sensación que a los etnografos les ocurre como a los españoles, detrás de cada uno hay un seleccionador; en el caso de los etnógrafos, detrás de cada uno hay una hipótesis.
Pero como Bentexuí utiliza la herencia genética como argumento de las aspitraciones nacionales de un grupo de canarios, me gustaría invitaros a reflexionar sobre la siguiente:
Teorías sobre el origen germano de los guanches:
Pero Prichard y sus adeptos no dejaron de tener quien les replicara. En el año 1873, Franz von Löer, polígrafo y patriota alemán, visitó las islas Canarias por encargo del rey de Baviera Luis II. Su entusiasmo nacionalista queda atestiguado por su obra más importante, que lleva por título de Des deutschen Volkes Bedeutung in der Weltgeschichte "La importancia del pueblo alemán en la historia universal"), aunque se hizo famoso por otros escritos como Ajuste de cuentas con Francia y Estrangulación de la nacionalidad alemana en Hungría. Este hombre miró a los valientes guanches rubios con ojos muy distintos a como los habían mirado los fríos y rigurosos investigadores Berthelot, Humboldt y Prichard. Löher venía del mundo wagneriano de la corte del rey de Baviera y, naturalmente, no pudo sustraerse a la tentación de establecer comparaciones entre las epopeyas de los guanches y la de los germanos. Así fue como se le ocurrió lanzar la audaz y sensacional teoría de que los aborígenes de las islas Canarias habían sido de origen germano. Según Löer, en tiempo de Cartago vivía en las islas Canarias un pueblo bereber que fue aniquilado en gran parte por los cartagineses. En el año 492 d. J.C., el pueblo gemano de los vándalos inundó los países norteafricanos, conquistó Cartago, infligió varias derrotas a los ejércitos y flotas romanas y, finalmente, entre los años 533 y 534 fue vencido por el general romano oriental Belisario y obligado a la asimilación. Pero una gran parte de estos vándalos, declaró Löer, se escaparon del ejército de Belisario y huyeron hacia el sur de Marruecos, donde se transformaron en "bereberes rubios". Y los más valientes se refugiaron en las islas Canarias e impusieron allí su sello a los aborígenes que encontraron. La manera de vivir y de vestir de los guanches, su organización política y legal, son, en opinión de Löer, de origen vándalo, así como su cabello rubio, sus ojos azules, su valor y la lealtad del misterioso pueblo canario. "Hasta la conquista por los españoles -escribió Löer-, los vándalos permanecieron en las islas Canarias completamente aislados; retrocedieron en su nivel de cultura, al perder el uso de los metales, la construcción de embarcaciones y otras cosas por el estilo. Su lengua se anquilosó y su cristianismo se deformó." Löer llegó incluso a explicar el nombre de "guanches" por un transformación de wandches, es decir, "vándalos". Esta teoría está llena de lagunas. En la lengua de los guanches no hay palabras germánicas; en cambio, hay expresiones que recuerdan la lengua de los bereberes. Las construcciones, los sepulcros de momias, los monumentos megalíticos, los cultivos de azadón y los signos de escritura que se han encontrado en las islas Canarias no guardan relación con el centro de Europa, sino con el norte de Africa. Y sobre todo, los restos de edificios, los esqueletos hallados en antiguas capas de tierra y algunos pasajes en las obras de los autores grecorromanos revelan que, ya mucho antes de la invasión de los bárbaros (probablemente ya en el tercer milenio antes de Jesucristo), había guanches en las islas Canarias. No obstante, la tesis del origen germano de los guanches se continúa discutiendo con tal tenacidad incluso en obras que pasan por ser serias, que puede decirse que se trata de un verdadero fanatismo dogmático. Cuando por razones histórico-cronológicas hubo que descartar a los vándalos, los godos y otros pueblos que formaban parte de la invasión de los bárbaros, el prehistoriador germanista Gustav Kossinna lanzó la hipótesis de una "gran ola de pueblos nórdicos" que, según él, había inundado el norte de Africa en el tercer milenio antes de Jesucristo, y que había sembrado de gente rubia las islas Canarias, hipótesis que fue luego recogida por numerosos racistas a pesar de que no existe el menor indicio de esta invasión prehistórica de gentes nórdicas. Y, sin embargo, la solución del misterio es mucho más sencilla y mucho más interesante y sugestiva qu todas las teorías gemanísticas que se han tejido desde Löer hasta Kossinna. En el año 1925, Ernest A. Hooton, uno de los más eminentes antropólogos de América, publicó un estudio bajo el título The ancient inhabitants of the Canary Islands; al mismo tiempo, dedicaron su atención al problema de los guanches el antropólogo alemán Eugen Fischer y otros varios prehistoriadores y etnólogos. Se examinaron momias conservadas y se midieron sus cráneos. "Se trata -escribe Fischer- de rostros de ángulo facial muy abierto, pómulos prominentes y base de la nariz algo hundida, de tipos de huesos bastos y de gran estatura, que se distinguen perfectamente de las razas mediterráneas." Pero los cráneos de los guanches se distinguen también de los dolicocefálicos germanos. Sólo hubo una raza humana que tuviera la misma estructura de cráneo y de huesos de los primitivos habitantes de Canarias y esta raza el la de Crô-Magnon del último período glacial. En realidad los guanches son descendientes del hombre de Crô-Magnon que, desde el punto de vista antropológico, se conservaron casi intactos hasta la época histórica. Gracias a un minucioso trabajo de reconstrucción, los prehistoriadores han podido precisar cómo fueron a parar a las islas Canarias. La raza Crô-Magnon del tercer período glacial, creadora de las pinturas rupestres y de otras obras de arte de la época neolítica del sur de Europa, se trasladó, en las postrimerías del período glacial, a otros ámbitos: al norte de Europa, a Asia y, por el estrecho de Bering a América; se transformó, creó nuevos pueblos y nuevas razas y se constituyó en fuente de la cual arrancan muchos pueblos blancos y atezados. Hubo, en cambio, otros grupos que fluyeron de España a Africa. Y estos cromañonenses africanos conservaron sus primitivas características y, en el paleolítico superior y luego en el neolítico, crearon una cultura muy particular en tierras africanas, la "cultura capsiense". Muelas y piedras de afilar, hachas transversales, anillos de piedra y cepos sepulcrales, puntas de flecha de piedra, huellas de primitiva agricultura e indicios de vida trashumante nos revelan de qué modo vivían en aquella época los hombres capsienses cromañonenses del norte de Africa. Construían monumentos megalíticos, adoraban divinidades femeninas y desarrollaron una sociedad matriarcal. Hijos legítimos de la cultura capsiense fueron los primitivos saharianos, los antiguos libios, los bereberes, los hombres de cabello rubio, ojos azules y rostro casi cuadrado. Los canarios descienden de estos norteafricanos cromañonenses, que llevaron la cultura capsiense a las islas, aunque no le dieron ulterior desarrollo, sino que, a causa de su largo aislamiento, descendieron otra vez al nivel de cultura de los trogloditas, que en otro tiempo habían superado, después de su emigración al terminarse el período glacial europeo. El hecho de que los guanches tengan el cabello rubio y los ojos azules confirma la opinión de los prehistoriadores de que también el hombre de Crô-Magnon del periodo glacial era rubio y tenía los ojos azules. Individuos rubios los hay no sólo entre los europeos y los bereberes, sino también en muchos pueblos asiáticos e incluso entre los polinesios y los indios. Gran parte de los cromañonenses perdieron esta característica en el curso de sus largas migraciones, que dieron lugar a mezclas con otras razas oscuras. En cambio, en la rama nórdica de los indoeuropeos estos rasgos siguieron siendo predominnantes; lo mismo ocurrió entre los guanches incomunicados con el resto del mundo "como si Dios los hubiese olvidado". Si todavía se conservan los aborígenes canarios, la ciencia podría estudiar sobre el terreno el aspecto que tendrían los descendientes de los hombres del período glacial que vivieron el la época del paleolítico superior, observar sus cultos, sus costumbres y las formas de sociedad que desarrollaron. El asesinato racial llevado a cabo contra los guanches sólo tiene un parejo en la historia de la humanidad: la brutal aniquilación de los tasmanos del sur de Australia, pueblo que vivía aún en el grado de cultura del hombre del Neandertal. Y parece una amarga ironía del destino que, al mismo tiempo que Prichard, Humboldt y otros sabios expresaban su profundo sentimiento por la destrucción de los guanches, se cazara todavía a los tasmanos como si fueran animales salvajes y se les deportara a las islas desiertas para que allí murieran de hambre. Todo lo que ha quedado del valiente, misterioso y cien veces discutido pueblo de los guanches, son unos cuantos dibujos descoloridos realizados sobre ardientes rocas, signos misteriosos e indescifrables, unas pocas momias envueltas en piel de cabra y cráneos tipo Crô-Magnon de tosca textura. De vez en vez se descubre todavía un rostro canario, cuadrado y huesudo, que nos mira con los ojos azules bajo una frente coronada de mechones rubios. Y algunos habitantes de las islas Canarias viven hoy como en tiempos remotos, dentro de cavernas y en poblados completamente trogloditas, en forma parecida a como vivían aquellos hombres que el noble normando Bethencourt halló al desembarcar allí.
(Herbert Wendt, Empezó en Babel, 1960)
Saludos.