Publicado en Reportajes de La Tercera, 09/05/2010
Dos conclusiones emergen del video que registró las actividades en la Onemi en las horas posteriores al terremoto. La primera es que sería un error que la Comisión Investigadora de la Cámara se limitase al debate sobre la alerta de tsunami, una chambonada que sólo ha puesto de relieve la falta de competencia de la Armada en materias ajenas a su especialidad. La segunda es que el misterio central sigue siendo el extraño comportamiento de las Fuerzas Armadas durante esas primeras horas.
Con sus característicos problemas de comprensión de lectura, algunos diputados llegaron a la conclusión de que en la grabación la Presidenta Bachelet se ve "confundida". Esta es una pobrísima palabra para describir a alguien que está requiriendo información y nadie se la proporciona, excepto la directora de la Onemi, Carmen Fernández, y el general director de Carabineros, Eduardo Gordon, que sólo saben que las comunicaciones están colapsadas.
En la misma grabación, el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general de Ejército Cristián Le Dantec, declara que no tiene información, y parece creer que nadie la tendrá ("no vamos a ganar mucho (llamando a la Armada)". Pero el nuevo comandante en jefe del Ejército, el general Juan Miguel Fuente-Alba, ha dicho que el Ejército nunca perdió sus comunicaciones esa madrugada. ¿Quién es entonces responsable de que ese sistema no haya sido puesto a disposición del gobierno, como lo pide la Presidenta en la grabación?
En la sesión de la Comisión Investigadora, el comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González, reveló que permaneció en su casa en las horas posteriores al terremoto. Eso ocurría mientras la Presidenta requería en la Onemi la presencia de "alguien" de la Armada. ¿Por qué el comandante en jefe no se dirigió a su puesto de mando, o al centro de mando político, en Santiago? ¿Por qué ninguno de sus subalternos llegó a La Moneda o a la Onemi?
A las 6.50 de la mañana, más de tres horas después del terremoto, la Presidenta informa que la Onemi ha despachado a tres unidades para recorrer la zona incomunicada. Nada dicen los mandos militares; ni siquiera sobre el estado de las carreteras. ¿Por qué el Ejército no envió a ninguna patrulla desde las unidades que tiene en esa zona, como sí lo hizo en el Norte Grande, tras el terremoto de Tocopilla el 2005?
A esa hora la Presidenta revela que se ha comunicado con el intendente de la Octava Región, Jaime Tohá, que le ha hablado desde la prefectura de Carabineros. Tohá estuvo pidiendo ayuda desde los primeros minutos. ¿Por qué no la recibió del Comando de Operaciones Terrestres, la mayor unidad operativa del Ejército, con asiento en esa ciudad?
Esta misma semana, en una entrevista en televisión, el ex ministro de Defensa, Francisco Vidal, reveló que aquella madrugada en la Onemi el general Le Dantec recibió una de las llamadas del Shoa, pero que "no le entendió" a su interlocutor y por tanto le pasó el auricular a la Presidenta. ¿Cuál es el significado real de esta anécdota sorprendente?
Hasta ahora, la parálisis de los militares durante las primeras horas después del terremoto sólo ha sido objeto de explicaciones pueriles o inconvincentes. Bomberos, por ejemplo, estuvo con todos sus voluntarios en la calle menos de una hora después; las operadoras de sus centrales no se movieron ni un segundo de sus puestos. Carabineros, la PDI, funcionarios de salud y numerosos periodistas se desplegaron en cosa de minutos por los puntos más golpeados. Pero no las Fuerzas Armadas.
Este vacío de las primeras horas se hace más resonante cuando se lo contrasta con la eficacia que tuvo el despliegue militar -en especial, el del Ejército- a partir de las 40 horas posteriores, primero en la restauración y control del orden público y después en la construcción masiva de mediaguas para enfrentar el invierno.
En vez de ofrecer una explicación verosímil, o una investigación adecuada, hasta ahora los altos oficiales han preferido emplear como chivo expiatorio a la Onemi, un organismo cuya precariedad es visible en el mismo video. Dos días antes del terremoto, la directora de la Onemi había logrado algo que persiguió por mucho tiempo: la firma ministerial del decreto exento 760, que ponía a las Fuerzas Armadas a disposición de su organismo para fines de transporte. Es bien sabido que ese decreto indignó a los altos mandos militares, no sólo porque los subordinaba a una oficina dependiente del Ministerio del Interior, sino también porque les quitaba el control de sus recursos. El decreto fue derogado y nunca tuvo ningún efecto, salvo el de poner a Carmen Fernández en un inesperado candelero.
Y ahora se sabe que Edmundito recibió el llamado, el que como la Armada ha sostenido debe haber incluído las alertas de tsunami, pero optó por seguir roncando. Y mientras...
saludos
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