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El Gobierno busca desesperadamente una salida jurídica al secuestro del Alakrana tras haber descartado "por completo" el uso de la fuerza militar para liberar a la tripulación, una vez evaluados los "altísimos riesgos" de tomar el atunero al abordaje por tropas de élite y después de consultar con varios países aliados que también han sufrido ataques piratas en el Índico, entre ellos Alemania y Estados Unidos, según han asegurado a El Confidencial fuentes próximas al gabinete de crisis que gestiona el secuestro del pesquero vasco.
El asalto del Alakrana, en realidad, no ha estado nunca sobre la mesa de ese gabinete de emergencia, que volvió a reunirse ayer bajo la presidencia de una María Teresa Fernández de la Vega recién llegada de su criticado -por inoportuno- viaje oficial a Argentina. La ministra de Defensa, Carme Chacón -que también participó en la reunión-, ha asegurado en más de una ocasión que el Gobierno "baraja todas las opciones", incluida la intervención militar, para rescatar sanos y salvos a los 36 tripulantes del atunero, pero lo cierto es que el abordaje por la fuerza, según las fuentes consultadas, fue descartado desde el principio.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, tomó esa decisión después de que el general José Julio Rodríguez, jefe del Estado Mayor de la Defensa y número uno de la cúpula militar, presentase al gabinete de crisis un exhaustivo informe de evaluación de riesgos tan aséptico como realista: el abordaje del pesquero causaría "con toda probabilidad", según las fuentes consultadas, bajas entre la tripulación del Alakrana y las fuerzas de asalto. Y nadie en el Ejecutivo duda de que un baño de sangre tendría un altísimo coste para los socialistas.
Hasta 30 piratas a bordo
El informe del Estado Mayor de la Defensa analizaba todas las variables posibles de una hipotética intervención militar, empezando por la más evidente: el número de piratas al que tendrían que enfrentarse las tropas de asalto. Ricardo Blach, el patrón del Alakrana, aseguró la semana pasada en una entrevista radiofónica que a bordo del atunero ha llegado a haber hasta 30 secuestradores, y que nunca hay menos de una veintena. Eso significa que las fuerzas especiales de la Armada embarcadas en las fragatas Canarias y Méndez Núñez, que patrullan la zona, deberían neutralizar a una cifra muy considerable de piratas -que disponen, además, de armas semipesadas, entre ellas lanzacohetes- para rescatar con vida a toda la tripulación.
El número de pescadores retenidos -36- también juega, por razones obvias, en contra del éxito de una intervención militar. Los secuestradores, además, han optado por dispersar a la tripulación y evitan siempre concentrarla en una misma zona del atunero -que tiene casi 105 metros de eslora-, precisamente para dificultar un hipotético asalto, según las fuentes consultadas. Y, por supuesto, los piratas hacen turnos de guardia día y noche, ayudados por las hojas de qat -un potente estimulante que ayuda a combatir la fatiga- que mastican habitualmente.
En la decisión de renunciar a la opción militar también han influido considerablemente, según las mismas fuentes, las consultas del Gobierno, a través del Ministerio de Defensa, a otros países aliados víctimas de la piratería y que, tras barajar la posibilidad de usar la fuerza, la desecharon por ser demasiado arriesgada o la aplicaron en circunstancias muy distintas a la del Alakrana. El caso del buque alemán Hansa Stavenger, liberado cuatro meses después de su secuestro tras el pago de casi dos millones de euros de rescate, ha sido analizado por el gabinete de crisis como ejemplo de las dificultades de una liberación por la fuerza.
Operación abortada a última hora
La canciller Angela Merkel abortó a última hora una operación de rescate del carguero alemán después de haber autorizado, el pasado mes de marzo, que 200 miembros de los GSG-9 -una unidad de élite de la policía federal germana equivalente a los GEO españoles- se desplegaran en Kenia con helicópteros, lanchas rápidas, equipos de buceo y armamento pesado para tratar de neutralizar a los secuestradores y rescatar a los 24 tripulantes. La misión, según el semanario Der Spiegel, se frustró no sólo por las discrepancias internas en el propio Gobierno alemán y la evidencia de que habría bajas no deseadas, sino porque Estados Unidos negó la ayuda militar solicitada por Berlín.
El Ministerio de Defensa y el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), según las fuentes consultadas, también han evaluado la información suministrada por Estados Unidos, que optó por una intervención militar limitada para rescatar al capitán del Maersk Alabama, cuyo secuestro coincidió en el tiempo con el del Hansa Stavenger. El carguero de bandera norteamericana fue asaltado por piratas somalíes, pero la tripulación repelió el ataque y forzó la huida de los secuestradores. Éstos, sin embargo, se llevaron como rehén al capitán del buque. Pocos días más tarde, varios francotiradores de la US Navy Seal -una unidad de élite de la Armada estadounidense- abatieron a los piratas y rescataron con vida al capitán del Maersk Alabama.
Las fuentes consultadas por El Confidencial recordaron que el protocolo de actuación aprobado por el Ministerio de Defensa para hacer frente al secuestro de buques españoles en el océano Índico sólo contempla el uso de la fuerza como último recurso y si la vida de la tripulación corre peligro inminente. Únicamente en ese caso -si los piratas ejecutasen a alguno de los pescadores- el Gobierno autorizaría el abordaje del Alakrana.
«Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve»... y Jenkins con la oreja en la mano.