Edito para compartir un artículo de Juan Soto Ivars en el muro de pago de El Confidencial que me parece bastante acertado.
Racistas vs magrebíes: el odio no es como te lo cuentan
Depende de la cadena que la pongas, y de la hora, te asaltan casos de delincuencia perpetrados por magrebíes o sudamericanos, y las alertas por la ola de odio racista que sacude España
La tele da un surtido de sesgos para todos los gustos con el tema de la inmigración y la ultraderecha. Depende de la cadena que la pongas, y de la hora, te asaltan casos de delincuencia perpetrados por magrebíes o sudamericanos, y las alertas por la ola de odio racista que sacude España. Hacer zapping te sumerge en dos países diferentes, ninguno de ellos real.
Se ha visto con Torre Pacheco: el ataque de unos magrebíes a un viejo que paseaba y luego los llamamientos xenófobos en redes sociales, y tipos fornidos a cara tapada que juraban ir a la caza de todo moro viviente. Por un momento pareció que habría linchamientos: la muchedumbre rodeó el coche gris de un magrebí y le rompieron el cristal a porrazos, y un montón de anormales con pantalón corto le dio una paliza en el suelo a un chico que resultó no ser “ese” moro.
Torre Pacheco era la excusa para quinquis con ganas de liarla. Aparecieron los neonazis de Núcleo Nacional, agitadores de redes sociales y hasta una cuadrilla de gitanos cuyo líder, con barba, se hizo viral con sus amenazas y juramentos contra los musulmanes. Al otro lado, entre los jóvenes magrebíes de Torre Pacheco había unos cuantos, veinte o treinta, encantados de responder con violencia. Hubo noches de altercados y carreras. No pasó gran cosa, por fortuna. La guardia civil apaciguó la cosa con la presencia imponente de sus escudos.
Donde no hubo paz fue en los relatos. En los cuentos. Alrededor de esta localidad con una tasa de población inmigrante que supera el 30% y una tasa de delincuencia muy baja, hubo gente que animaba a tomar la justicia por la mano como si la policía no hubiera detenido al agresor del señor mayor y apóstoles del apocalipsis racista, convencidos de que la violencia ultraderechista había tomado las calles. Pero ni Torre Pacheco es Molenbeek, ni los ultras son muchos.
Las manifestaciones contra la islamización de occidente y la delincuencia de origen extranjero que se convocaron en Torre Pacheco pincharon, como las que se habían convocado en El Ejido la misma semana en que se produjo la agresión contra Domingo. Hay como cierta distancia insalvable entre la gente que ve degradarse sus barrios y padece los problemas de convivencia con la inmigración, y esos racistas desalmados que pintan en La Sexta.
Otro problema añadido es la tendencia a ver al inmigrante como un todo: agresivo para los más conservadores, pasivo para los progresistas. En realidad, ser inmigrante o hijo de inmigrantes no significa nada. O tan poco como ser español, o cristiano.
En las noches de disturbios artificiales en Torre Pacheco, la mejor forma de no enterarse de nada era ver la tele. Salían los neonazis "brazoenalto", un kebab reventado y disturbios con lanzamiento de cohetes, pero no te decían que los que tiraban cohetes eran magrebíes del barrio o que el kebab lo había destrozado el grupo de gitanos. Toda la violencia, todo el odio, se atribuía a Vox. Pero el tumulto que se formó esos días desbordó por completo cualquier beneficio político para Vox.
Que hay una relación entre núcleos de inmigración con malas condiciones de vida y la delincuencia es tan cierto como que España ha tenido problemas con la delincuencia mucho más graves que los actuales, antes de que hubiera inmigración masiva. Los quinquis cometían atracos a diario, tirones de bolsos, navajazos. La heroína campaba a sus anchas y este problema lumpen se solucionó sin necesidad de deportar a los Toretes.
Algo no cuadra. De lo complejo, a partir de una situación anómala como la de Torre Pacheco esta última semana, se trasladan imágenes de Barrio Sésamo y discursos categóricos. Hay la misma simplificación a izquierda y a derecha, y de fondo la cantinela de que el odio no para de crecer. Pues bien: acaba de salir un informe del Ministerio del Interior que lo desmiente.
Según los datos del Ministerio del Interior, los delitos de odio han descendido un 13,8% en 2024. Han crecido sólo los de antisemitismo, que curiosamente nunca aparecen en la agenda de la izquierda presuntamente antirracista. Leo el informe del Ministerio, pongo la tele, y constato que el tamaño del problema es inversamente proporcional a su cobertura mediática.
Quizás el problema no es tanto el odio como su amplificación. Y claramente hay más culpables que Vox, y más beneficiados de estas alertas. https://www.elconfidencial.com/cultura/ ... m_4176407/