Crisis. El Visitante, tercera parte

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
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Domper
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Se cita que esas zonas se construyen tiempo después tras la conquista, pueden ser años.

Saludos



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Behelfsschlepper with Kampine A2

Es decir, remolcador de emergencia con barcaza

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https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -895280660

En 1940 la Kriegsmarine carecía casi por completo de unidades anfibias, tuvieron que improvisar con las embarcaciones disponibles. Con esta finalidad se modificaron centenares de barcazas fluviales, instalando una compuerta para poder desembarcar directamente en la playa. Aunque tenían motores. No eran capaces de navegar por aguas abiertas, y fue preciso improvisar remolcadores, instalando motores de todo tipo en pesqueros.

Era dudoso que esos convoyes pudieran cruzar el Canal, pero acabaron incorporándose a la «piccola marina» del almirante Brivonesi, que operó en la más tranquila costa mediterránea, en el Nilo y en el Mar Negro.


Puede verse una "Kampine A2" (el modelo grande) con bordas recrecidas y compuerta. Nótese que el remolcador lleva el aparejo del remolque a mitad de la escora: en palabras del inefable Luis Jar Torre, es conveniente para que el timón siga haciendo su función; si el remolque está en la popa, el timón pasa a ser tan útil como un destornillador de plastilina.

Saludos



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Durante los dos días siguientes llegaron a la Shell Haus noticias cada vez mejores. Como Marschall había imaginado, los otros dos convoyes ingleses se dispersaron y consiguieron volver a Canadá; aunque los submarinos lograron hundir algunos barcos, no sufrieron el suplicio del convoy de Escocia. Mientras Ciliax los perseguía, parte de la flota volvió hacia España escoltando las presas, entre las que estaba lo mejor de la marina mercante británica, es decir, barcos nuevos, grandes y rápidos, que supusieron una bienvenida incorporación a nuestras flotas. Especialmente bien recibidos fueron once que llevaban material bélico destinado al ejército británico de Kenia. Otra captura sorprendente fue la de un submarino inglés, que unos valientes españoles habían abordado consiguiendo evitar su hundimiento. El barco en sí ya tenía valor, pues siempre es bueno echar un vistazo a los equipos enemigos; a principios de la guerra, el apresamiento del sumergible inglés Seal nos había permitido solucionar los problemas de nuestros torpedos. Aun así, más importante fue la captura de los libros de claves, que los británicos no habían conseguido destruir.

Igualmente satisfactorios fueron los informes sobre las bajas propias. Las más importante era la del acorazado italiano Duilio, seriamente dañado por un torpedo. Asimismo, se perdieron un destructor italiano, también torpedeado cerca de Vigo, ocho submarinos, y unas decenas de aviones de reconocimiento, bombardeo y torpedeo de largo alcance. Los demás barcos no habían sufrido apenas daños y, contrariamente a lo ocurrido en Mogador, la flota no necesitaba volver a puerto para reparar. Además, tenía refuerzos: el Bismarck se había reintegrado a la Combinada tras solucionar sus problemas, y estaban en camino dos potentes acorazados italianos. El bloqueo se iba a mantener.



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Algunas improvisaciones fueron especialmente afortunadas. Entre ellas estuvieron los transbordadores Siebel, diseñados por el ingeniero aeronáutico Fritz Siebel. Estaban formados por pontones de puentes de campaña, que eran baratos, fáciles de fabricar, y ya estaban disponibles en gran número. Siebel los unió por parejas mediante vigas de acero para formar catamaranes, y les acopló motores de camiones o sobrantes de aviación. Tenían cualidades marineras aceptables a pesar de lo simple de su diseño, eran muy resistentes, y se podían desmontar para su traslado por ferrocarril. Se revelaron muy útiles no solo en operaciones anfibias sino como plataformas para armas pesadas. No todo eran ventajas, ya que solo podían operar con vientos y oleaje moderados, resultaba difícil controlarlos, y eran muy vulnerables a las minas, pues el fallo de un pontón hacía que el ferry zozobrase bruscamente. Paradójicamente, a pesar de su vulnerabilidad a los artefactos submarinos, también fueron empleados como minadores improvisados. Inicialmente los ferris de Siebel fueron controlados por la Luftwaffe, pero tras la muerte de Goering fueron transferidos a la Kriegsmarine. En la primavera de 1942 se habían organizado doce flotillas con ciento sesenta trasbordadores.

Dado que la producción de pontones era más rápida que la de motores, muchos fueron finalizados como trasbordadores Herbert. Eran similares a los Siebel, salvo por la carencia del motor, y porque estaban diseñados para poderse conectar unos a otros, formando largos trenes arrastrados por un remolcador. En 1942 se disponía de noventa trasbordadores Herbert.

Más ambiciosa fue la conversión de ferris en buques de desembarco. Era un tipo de buque que había atraído la atención de los planificadores desde el primer momento, sobre todo los ferris ferroviarios, que podían llevar tanques pesados. Se pensaba que, gracias a su casco reforzado, a su escaso calado y a las hélices de maniobra, sería sencillo el atraque y el desatraque en las playas. De ahí la desagradable sorpresa que supusieron las pruebas realizadas en el Báltico. Solo los ferris que enlazaban con los países nórdicos eran capaces de operar en alta mar, y se trataba de embarcaciones con un calado apreciable, que embarcaban y desembarcaban por la popa. Aunque se instalase una gran rampa de desembarco (que limitaría su capacidad) necesitaban playas con gran declive que había en muy pocos lugares de la costa. Hubo que desistir de la idea, y en su lugar se transformaron pequeños cargueros. Aun así, los ferris más modernos y capaces fueron convertidos en Sturmfährschiff (ferris de asalto), cuya misión era transportar lanchas anfibias que no pudieran cruzar el canal por sus medios. Se convirtieron seis, tres de la línea del Báltico, y otros tres que estaban en construcción.

También fueron alistados buques de carga y de pasaje, necesarios ya que las lanchas anfibias no podían llevar el gran número de soldados y las enormes cantidades de suministros necesarios para una invasión. Las flotas mercantes del Pacto tenían gran número de barcos de pasaje, pero se consideró demasiado peligroso que transportes de tropas con miles de hombres se acercasen a la costa enemiga. Por tanto, se prefirieron unidades de menor porte, que podían ser barcos de pasajeros pequeños, buques de carga mixta (mercancías y pasaje) o mercantes no muy grandes. La transformación de los Sturmversorgungsschiffe (barcos de suministro de asalto) fue limitada: consistió en retirar los elementos inflamables, mejorar los sistemas de seguridad interior, reforzar los pescantes para poder llevar lanchas de asalto en lugar de botes salvavidas, e instalar armamento antiaéreo. En algunos casos se sustituyeron plumas y pescantes por otros más grandes y capaces.

Las conversiones más radicales fueron los Sturmlandungschiff (barcos de desembarco de asalto). Eran barcos especializados en llevar a la playa vehículos pesados o de grandes dimensiones, realizando el papel que los ferris de asalto no podían hacer. Como los cambios iban a ser muy importantes, se partió de pequeños cargueros que estaban en construcción, la mayoría en astilleros daneses o noruegos. Se escogieron barcos con la isla y las máquinas en la popa, y los cambios consistieron en sustituir la proa por otra reforzada de quilla plana para facilitar las embarrancadas. Tenían compuertas deslizantes y una rampa que se lanzaba tras encallar.

Las treinta unidades convertidas fueron entregadas durante 1942. Su aspecto no era agraciado, y se decía que estaban entre los buques más feos de la marina germana. Su resultado estuvo en consonancia. Tenían poca capacidad (apenas la mitad de la de los posteriores MFS), y a causa de las formas de la proa, el comportamiento con mala mar era abominable. La gran bodega conllevaba el riesgo de zozobrar bruscamente si se inundaba a causa de daños en combate; el riesgo era tal que sus tripulantes procuraban tener siempre a mano sus equipos de supervivencia, y mantenían abiertas las puertas de los compartimentos para que quedar atrapados. Aun así, los Sturmandungsschiff supusieron un valioso refuerzo cuando apenas se habían empezado las entregas de buques especializados. Aunque no fuesen agradables para sus tripulaciones, eran las únicas unidades de la Kriegsmarine capaces de desembarcar equipo pesado en las playas tras navegar por aguas abiertas. Sirvieron durante toda la guerra, incluso cuando se dispuso de tipos más modernos. Al acabar el conflicto se vendieron a operadores civiles.



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Ferris Siebel y Herbert

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Feris Siebel y Herbert en DeviantArt

Entre las embarcaciones de fortuna construidas en 1940 estaban los ferris Siebel, que eran dos pontones (de los empleados por los pontoneros) unidos por vigas, con una plataforma encima, e impulsados por motores variopintos. A pesar de ser una improvisación, tuvieron muy buen rendimiento no solo como transportes, sino en misiones ofensivas.

Los ferris Herbert eran muy parecidos, pero sin motor, y diseñados para ser unidos formados convoyes arrastrados por remolcadores.


En realidad, el ferry Siebel no llegó a emplearse tal cual, sino que fue modificado por Herbert. Respecto a los ferris sin propulsión, los ferris Rhino británicos empleados el "Día D" eran similares a los aquí descritos.

Saludos



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Sturmfahrschiff SFS-1 (AH El Visitante)

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El Sturmfahrschiff SFS-1 en DeviantArt

La necesidad de buques anfibios para la proyectada invasión de Inglaterra hizo que la Kriegsmarine considerase la transformación de ferris ferroviarios, aprovechando la capacidad de llevar cargas pesadas, y su maniobrabilidad, gracias a que tenían hélices auxiliares para los atraques. Sin embargo, pronto se vio que el calado de estos buques los hacía inadecuados para desembarcos en playas, ni siquiera instalando grandes rampas. Finalmente, se prefirió convertir cierto número de pequeños mercantes en barcos de desembarco de tanques.


Aun así, los ferris seguían siendo atractivos por su capacidad de llevar cargas voluminosas. Seis buques en construcción fueron modificados como Sturmfährschiff (ferris de asalto) cuya misión era llevar lanchas de desembarco.


El SFS-1 Nordperd era un transbordador que estaba siendo construido en Bremen, y que estaba destinado al enlace de la red ferroviaria alemana con la sueca. Fue finalizado con un pequeño puente en el lado izquierdo. Las vías de tren fueron sustituidas por raíles, y se colocaron pescantes en la cubierta elevada. El SFS-1 podía llevar seis Pionierlandungsboote (PLB) y doce Pionierstumboote (PSB). El Nordperd fue finalizado en noviembre de 1941, a tiempo para participar en la campaña de las islas Sorlingas, en las operaciones en el Canal de la Mancha y el mar Báltico. Tras el final del conflicto fue devuelto a sus armadores, que lo emplearon en la línea Kiel – Malmö hasta 1971.



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El final de la batalla del Atlántico significó que la Luftwaffe pudo dejar de realizar las costosas operaciones contra los astilleros del norte de Inglaterra. Siguieron siendo atacados, pero habitualmente eran efectuadas por pequeños grupos de aviones rápidos, que llevaban bombas ligeras o bombetas, con la intención no tanto de destruir sino de paralizar las obras. Estaban acompañados por masas de cazas ya que el otro objetivo de esas misiones era atraer a los de la RAF. Sin embargo, apenas se produjeron combates, ya que los británicos se estaban quedando sin combustible, y el poco que tenían lo reservaban, salvo el que estaban malgastando sobre las Sorlingas. Incluso la defensa antiaérea fue menos efectiva, indicio de que empezaban a escasear las municiones.

Donde se seguía combatiendo intensamente era en las Sorlingas. Sobre esas islas se estaban produciendo grandes batallas aeronavales. Al principio nos fueron desventajosas, pero el mariscal Von Richthofen nos estuvo contando sus intenciones.

—Si algo queríamos era atraer a la aviación enemiga al sur de Inglaterra. Refugiada en su santuario escocés estaba fuera de nuestro alcance, y podía dedicarse a recuperarse y a entrenar. Que eso estaban haciendo se ve en cómo nos han copiado lo de trasladar rápidamente sus aviones. Hemos descubierto que por todo el sur de Inglaterra habían preparado aeródromos y refugios camuflados. Al principio han supuesto cierto inconveniente, pero ahora hemos localizado la mayoría, y nuestros bombarderos los están machacando. Lo mejor es que, al combatir sobre el Canal, están al alcance de nuestros cazas de patas más cortas…

—¿Patas cortas? —preguntó Von Lettow— ¿Tienen problemas para despegar?

—Disculpe…

—Sin ceremonias, te lo ruego.

—Lo siento, es que no me acostumbro —el mariscal apenas había cumplido los cuarenta y le costaba la familiaridad con el regente, que si no peinaba canas era por su cercano parentesco con las bolas de billar—. Pido disculpas por si mis palabras llevan a error. En la Luftwaffe decimos que un avión tiene patas cortas cuando su alcance es pequeño. Es un buen problema para los cazas. Si queremos que sean rápidos y ágiles, tienen que ser pequeños, y no pueden llevar demasiado combustible. Además, los Bf 109 y Fw 190 fueron pensados como interceptores de defensa, sin que importase la autonomía. Mi difunto predecesor Goering pensó que de la escolta se podría encargar el Bf 110, pero ese bimotor ha salido rana. Como cazabombardero es eficaz, y ha hecho buen papel protegiendo la flota, pero en el papel de escolta no vale un pimiento. La consecuencia ha sido que carezcamos de un buen avión de escolta. Los aviones franceses aun tienen menos alcance, y los italianos también andan justos. Mal que bien, se ha solucionado en parte modificando los aviones para que lleven grandes depósitos de gasolina bajo las alas, pero durante las operaciones en el norte de Inglaterra hemos gastado muchísimos de esos depósitos. Menos mal que ahora estamos empleando unos de madera…

—¿Madera? ¿Usáis barriles?

—No, ni por asomo. Al principio los depósitos eran metálicos, pero aparte de requerir demasiado aluminio, dieron muchos problemas. Luego se hicieron de chapa de acero, pues Krupp diseñó unos con paredes tan finas que se podían aplastar con las manos. Funcionaban medianamente bien, pero había que tener cuidado cuando estaban medio vacíos, pues las maniobras bruscas podían romperlos. Después los tuvimos de papel prensado, que tenían la ventaja de no requerir metal, pero que también eran frágiles. Ahora los usamos de un material nuevo que se llama Tegoholz, que es una especie de contrachapado embebido de resina. Fabricarlos es sencillo: se hacen con capas muy finas de madera triturada, empapada en resina hasta que queda blanda. Entonces se aplica como si fuese papel maché sobre unos moldes metálicos, se calienta, y el pegamento se solidifica. Con eso se hacen medios depósitos, y basta pulirlos, pegarlos, y ponerles las válvulas y los enganches. Son más caros que los de papel, y pesan más que los de chapa de acero, pero resisten la mar de bien, y pueden fabricarse casi en cualquier sitio. Gracias a esos nuevos depósitos hemos podido mantener las operaciones sobre el norte de Inglaterra. Aun así, pocos aviones llegan tan lejos. Los Focke Wulf o los cazas italianos aguantan, a lo sumo, hasta las Midlands. Pero como los ingleses han cometido la torpeza de pelear por las Sorlingas, se han metido en nuestro terreno. No son batallas fáciles, pues ellos tienen la ventaja de su red de radares, como llaman a los radiotelémetros, pero da igual; somos más fuertes, y a este ritmo, pronto se quedarán sin nada.

—Quieres decir que lo de las islitas esas lo planeaste para buscarles las cosquillas.

—No sé si tengo tanta previsión. Esperaba que se produjesen combates, pero no tan duros. Mis paracaidistas lo están pasando mal, y no creo que les esté gustando su papel de cebo. Aun así, las batallas sobre el Canal son solo una parte de nuestras operaciones, ya que he vuelto a dirigir al resto de la fuerza contra la economía británica. Gracias a nuestros amigos irlandeses hemos podido identificar sus puntos más vulnerables. Aunque seguimos bombardeando sus fábricas, los objetivos en casi la mitad de las misiones han pasado a ser la industria química, las instalaciones eléctricas y las petrolíferas. Según los informes que me ha pasado el general Schellenberg, hemos acabado casi por completo con su capacidad para refinar gasolina de alto octanaje. Como tampoco pueden importarla por el bloqueo naval, la aviación inglesa está pasando dificultades. La verdad es que se ha dejado de ver a sus bombarderos pesados, salvo a un bimotor ligero que llaman Mosquito. Por otra parte, la destrucción de su industria química les deja sin explosivos, y tiene efectos en otros campos. Por ejemplo, el bloqueo está impidiendo que les llegue caucho natural, y como tampoco pueden fabricar el artificial, cada vez tienen menos ruedas, correas de transmisión y demás. La electricidad es otro punto débil inglés, según dicen los irlandeses, ya que es la que proporciona la energía necesaria para la multitud de pequeños talleres en los que fabrican todo tipo de componentes. Por desgracia, la producción eléctrica no es objetivo fácil ya que, en vez de unas pocas grandes instalaciones, tienen muchas de pequeñas dimensiones que no son fáciles de identificar aunque, a cambio, apenas están defendidas. Estoy enviando contra ellas cazabombarderos y bombarderos ligeros. Además de bombas estamos lanzando finos alambres de metal para que produzcan cortocircuitos en las líneas eléctricas y en los transformadores.

—Me imagino los apagones que sufrirán los ingleses.

—Según Inteligencia, en las ciudades solo disponen de unas horas de luz cada día, y las interrupciones son constantes. Pero lo importante no es que los ingleses puedan leer el Times a la luz de bombillas, sino esos talleres que decía antes. En ese aspecto la industria militar inglesa es tan vulnerable como la nuestra: las grandes fábricas tienen sus propias plantas de energía, pero ahí solo hacen los elementos más complejos y el montaje final. Muchos componentes se fabrican en pequeños talleres que no pueden trabajar sin luz eléctrica. Parecerá ridículo que podamos afectar la industria aeronáutica paralizando esos negocios de barrio, pero sin bujías, sin cables, sin diales, sin manijas y sin asientos de cuero, los aviones no vuelan. Intentan remediarlo como pueden, que los ingleses no son tontos. Por ejemplo, están cambiando los neumáticos por otros de baja presión de paredes finas, que necesitan menos caucho, y modifican los motores reemplazando las cintas de transmisión por cadenas. Aun así, son apaños con peor rendimiento.

—No lo había pensado, pero es verdad. Cuando estuve en África las botas, las cantimploras y las mosquiteras eran más importantes que los fusiles. Pero me cuesta creer que así vayamos a derrotar a los ingleses.

—Eso que dice no es ninguna tontería —el mariscal había vuelto a un tono ceremonial, y el regente lo dio por imposible—. La campaña contra Inglaterra está enseñándonos lo difícil que es acabar con una nación industrial moderna. Destruyamos lo que destruyamos, siempre acaban fabricándolo en otro sitio, o encuentran algún sucedáneo. Por desgracia, la guerra aérea no está siendo una «blitzkrieg» de golpes rápidos, sino una pelea de desgaste tan dura para nosotros como para ellos ¿recuerda lo que dijo Joffre 1916?

—Sí, desde luego. Todavía me repugnan las palabras de ese carnicero. —A mitad de la anterior guerra, cuando le preguntaron a Joffre, el general en jefe francés, por la razón de sus ofensivas absurdas, contestó «los estoy royendo», sin pensar en que en las alambradas estaba dilapidando la juventud francesa.

—Pues es algo parecido. La guerra aérea es muy costosa, y estamos perdiendo el doble de aviones que los británicos, aunque la mayoría sean por la antiaérea o a causa de accidentes. Pero gracias a ese sacrificio estamos agotando a los ingleses. Ahora voy a lanzar otra operación para demostrarles que están derrotados.

—Cuéntame.

—¿Recuerda cuando destruimos los puentes de Londres? Pues la Luftwaffe va a volver sobre la ciudad en una campaña como la que ellos llamaron el «blitz». Ahora mismo están cayendo octavillas sobre la ciudad. Mañana comenzará el bombardeo continuo. Mi intención es que no pasen más de una o dos horas sin que caigan bombas sobre Londres. De día, si el tiempo lo permite, aplastaremos lo que queda de los puentes, las estaciones ferroviarias y sus edificios oficiales. Si el clima es malo, serán las industrias del East End las atacadas; sé que las bombas se desviarán, pero si no han evacuado ya esos barrios con los avisos que han tenido, es porque son unos irresponsables. Por las noches nos dedicaremos a las zonas industriales y a los ferrocarriles. Además, también les hemos advertido de que deben evacuar sus obras de arte, ya que nuestros aviones van a acabar con los palacios reales.

—¿Lo vais a hacer?

—Claro que sí. Como me imagino que los ingleses pondrán antiaéreos que nos costarán algunos aviones, pienso hacerlo con bombarderos de gran altura, que no cejarán hasta que no quede piedra sobre piedra. Será una pena aplastar esos monumentos, pero así verán que no es una amenaza vana. Además, serán un objetivo alternativo para cuando haya mal tiempo. Pues mi intención es que los londinenses no puedan ni salir de los refugios.



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Siento los retrasos, debidos a causas ajenas a mi voluntad.

Otro barquito.

Landungsschiff LS-1

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En 1940, cuando se empezó a preparar el desembarco en Inglaterra, la Kriegsmarine solicitó varios tipos de buques de desembarco especializados, pero era previsible que su entrega se retrasase. Como alternativa se decidió adaptar varios ferris, pero eran unidades con capacidad marinera limitada.

Como alternativa se decidió transformar pequeños cargueros que estaban en construcción, la mayor parte en los países invadidos. Para adaptarlos a su nuevo papel, las máquinas se situaron en la popa (solo se modificaron barcos en los que aun no se habían instalado), se comunicaron las bodegas y se retiró parte de la cubierta, y se reforzó el casco, que pasó a ser plano en la mitad anterior. Los principales cambios estuvieron en la proa, que tenía una compuerta de hojas deslizantes, y una rampa que se lanzaba tras encallar.

Las treinta unidades convertidas fueron entregadas durante 1942. Su aspecto no era agraciado, estando entre los buques más feos de la marina germana. Su resultado estuvo en consonancia con su aspecto. Su capacidad era pequeña (apenas la mitad de la de los MFS), y su comportamiento con mala mar ha sido descrito como abominable, a causa de las formas de la proa. Al carecer de compartimentación, no solo eran muy vulnerables, sino que se hundían en pocos minutos, tanto que sus tripulantes procuraban tener siempre a mano sus equipos de supervivencia, y atrancaban las puertas de los compartimentos para que no se quedasen cerradas.

Aun así, los Landungsschiff supusieron un valioso refuerzo cuando apenas se habían empezado las entregas de buques especializados, especialmente por ser buques capaces de navegar por aguas abiertas, aunque no resultasen agradables para sus dotaciones. Sirvieron durante toda la guerra, incluso cuando se dispuso de tipos más modernos. Al acabar el conflicto fueron vendidos a operadores civiles.
El LS-1 era de origen danés, y fue comisionado en diciembre de 1941. Participó en la invasión de Inglaterra, y posteriormente fue transferido al Mar Negro, donde apoyó las operaciones en el Cáucaso. En 1945 quedó dañado durante una embarrancada, y no fue reparado.



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Para la creación de la fuerza anfibia, Alemania no se basó exclusivamente en conversiones. Durante el rearme la Wehrmacht había pedido varios modelos de lanchas de desembarco. Aunque otros programas recibieron prioridad, se construyó un pequeño número de embarcaciones de asalto. Lamentablemente, no habían sido pensadas para el tormentoso Canal de la Mancha, sino para operaciones fluviales o, a lo sumo, en la calmada costa báltica. Eso significó, por ejemplo, que varios de los tipos en desarrollo fuesen gabarras con una bodega cerrada donde podía llevarse parte de la carga o el personal, pero en las que no cabían vehículos de grandes dimensiones como tanques medios o camiones. Había que estibarlos en cubierta, con el consiguiente efecto sobre la estabilidad, problema agravado por las bordas, que eran muy bajas. Aun reconociendo los defectos de esas embarcaciones, se inició su producción al no disponerse de alternativas.

Las lanchas de asalto más pequeñas eran los Leichte Sturmboote (lanchas ligeras de asalto, o LSB). Se trataba de barcas que podían transportar una sección de infantes, y que inicialmente estaban destinadas al cruce de ríos. Una interesante característica era su motor fuera borda, es decir, que en lugar de estar dentro del casco, se fijaba externamente en la popa. La hélice se unía directamente al motor mediante un eje. El sistema era ligero, barato, suplía al timón, y resultó ideal para lanchas pequeñas.

Hubo varios tipos de LSB: la LSB 38 era una pequeña lancha que podía transportarse a mano o en vehículos ligeros, mientras que la LSB 40 tenía borda elevada para protegerlo de las olas, y podía ser empleada como embarcación auxiliar de unidades mayores. Para esta función se desarrolló la LSB 40b, cuyo motor fueraborda tenía el eje modificado para reducir sus dimensiones. Fue revolucionaria la LSB 40c, que combinaba el pequeño casco de las LSB 38 con el nuevo motor fueraborda, y además tenía en la borda un flotador neumático para mejorar su comportamiento. Las LSB 1940c fueron las predecesoras de las modernas lanchas semirrígidas, y fueron ampliamente utilizadas tanto por el ejército como por la marina. En las operaciones anfibias se utilizaron para el reconocimiento, para guiar a las flotillas de lanchas o de blindados anfibios, o para rescate.

De mayor entidad fueron las Pionierlandungsboot (Lanchas de desembarco de ingenieros, o PLB, comúnmente apodadas «Pilabos»). El PLB 39 fue el primer tipo en entrar en producción. Se trataba de lanchas abiertas con capacidad para cuarenta y cinco infantes, dos vehículos ligeros o veinte toneladas de carga. Como muchas otras embarcaciones ligeras alemanas, podían desmontarse para su traslado en ferrocarril. Tenían compuerta delantera y una rampa desplegable, pero extenderla era una tarea engorrosa que no podía hacerse bajo el fuego enemigo. La PLB 40 fue una versión simplificada, construida principalmente con madera, y que estaba diseñada para su producción en serie en factorías sin experiencia en la construcción naval. Muchas PLB 39 y PLB 40 fueron modernizadas a los tipos PLB 39b y PLB 40b, con bordas elevadas y compuerta abatible.

Las embarcaciones de desembarco de mayores dimensiones fueron las Marinefährprahm (trasbordador naval, o MPF). Las hubo de varios tipos (MPF-A, B, C y D) que se diferenciaban en dimensiones y capacidad de carga, pero que sustancialmente eran parecidas: se parecían a las gabarras fluviales, aunque con motor más potente, que estaba situado en popa, bajo el puente. Disponían de una bodega de carga, pero los vehículos debían estibarse sobre la cubierta. Aunque en teoría podían llevar hasta tanques pesados, era peligroso por la combinación de escasa estabilidad y borda baja. Además, también empleaban la misma embarazosa rampa de las PLB de los primeros modelos. A cambio, eran robustas y, al mismo tiempo, baratas. Al ser de construcción modular, para su traslado por ferrocarril se podían montar y desmontar en horas con la ayuda de una grúa. Debido a sus limitaciones, las MPF fueron empleadas sobre todo para el transporte de suministros, tanto en operaciones costeras como en los grandes ríos de Europa y de Mesopotamia. Muchas fueron convertidas en Artilleriefährprahm, cañoneras equipadas con cañones de 8,8 cm u obuses de 10,5 cm. Entre las MPF y las PLB había un tipo intermedio, diseñado para que pudiera emplear la red de canales, el Marinefähr Leichter o trasbordador ligero (MFL), que podía llevar dos tanques o varios camiones.

Como hemos visto, ninguno de los tipos citados era apto para un desembarco. Significaba que la infantería debía desembarcar con Sturmboote, y solo cuando se asegurase la playa podría llegar el resto de las embarcaciones con los suministros. Decir que era un sistema inadecuado es poco, y la Kriegsmarine andaba buscando diseños mejores. Se encontraron en Egipto, donde se capturaron varias lanchas de desembarco británicas que tenían un portón – rampa abatible, que podía bajar en pocos segundos, permitiendo el desembarco rápido de personal y vehículos. Las lanchas británicas capturadas fueron incorporadas a la «Piccola marina» del almirante Brivonesi, con tan buenos resultados que se decidió copiar sus mejores características.

Dada la simplicidad de las embarcaciones de desembarco alemanas, resultó fácil modificarlas: como hemos visto, muchas Pionierlandungsboote fueron reconstruidas elevando la borda y sustituyendo la compuerta de apertura lateral y la rampa, por otra abatible que podía bajarse en pocos segundos. Las PLB 41 fueron unidades nuevas que incorporaban estas características desde su construcción.

Durante el verano de 1941 comenzaron las entregas de una lancha de asalto que era prácticamente una copia de las lanchas inglesas. Las Pioniersturmboote 41 (PSB) eran embarcaciones con forma de cajón, construidas con contrachapado. Estaban propulsadas por dos motores de automóvil con los que alcanzaban los diez nudos, y podían llevar un pelotón reforzado o un vehículo ligero. Habitualmente, las PLB y PSB eran trasladadas en ferris o en la cubierta de otras embarcaciones de asalto; de hecho, las PSB se podían llevar en los pescantes de los buques de pasaje.

También se intentó modificar las MFL para mejorar su comportamiento, en la línea de los PLB, pero el resultado no fue bueno ya que se complicó la descarga de la bodega. Como por entonces se había decidido que era más eficiente trasladar las lanchas en ferrocarril o con camiones pesados que por los canales, desapareció la necesidad de estas embarcaciones. La mayoría fueron convertidas en Marine Artillerie Leichter (MAL), similares a las Artilleriefährprahm, y que llevaban cañones o lanzacohetes. Solo unas pocas lo fueron en MFL-S con bordas elevadas, pero no se corrigieron los problemas de estabilidad. La mala experiencia hizo que no se reconstruyesen los Marinefährprahm, que fueron asignadas a las flotillas de transporte costero.

En su lugar se diseñó un tipo completamente nuevo, que empleaba el casco de las MFP-D, pero con bodega abierta ininterrumpida y un portón – rampa abatible en la proa. Tenían una superestructura central con el timón y parte del armamento defensivo. Como los demás tipos anfibios germanos, las MFP-E estaban construidas en módulos, aunque en este caso no estaban diseñadas para ser desmontadas. No podían ser transportadas en ferrocarril, pero podían realizar largas navegaciones con casi cualquier condición climatológica. El poder desembarcar directamente en la orilla y descargar en pocos minutos las hizo muy útiles, y a medida que estuvieron disponibles fueron sustituyendo a las MFL y MFP de tipos anteriores, que a su vez se convirtieron en embarcaciones de apoyo.

Sturmboote, Pilabos y MFP estaban diseñados para ser construidas en los astilleros fluviales que hasta entonces habían fabricado gabarras. Se produjeron en grandes cantidades en Alemania y por sus aliados, y fueron empleadas para todo tipo de misiones, no solo las anfibias, sino como patrulleras, dragaminas, o cañoneras.

La mayor parte de los tipos citados estaban destinados a ser empleados en el Canal de la Mancha, en el mar Báltico o el Mediterráneo. Sin embargo, la invasión británica de las islas Canarias mostró que podría ser necesario realizar desembarcos a gran distancia. La Kriegsmarine no disponía de medios con tal capacidad, salvo los treinta Sturmlandungsschiff que se habían encargado y, cuando estuvieron disponibles, las MFP-E. Previendo la necesidad de operar en Canarias o en escenarios aun más distantes, la Kriegsmarine encargó un tipo de buque anfibio capaz de realizar travesías oceánicas, el Marinefährschiff (barco trasbordador, o MSF). Los MSF eran pequeños cargueros de fondo plano, que podían llevar veinte tanques en su bodega. Los vehículos embarcaban por la popa, como en un ferry normal, y podían desembarcar gracias a un sistema de compuertas de proa y rampa abatible similar al de las Pionierlandungsboot 39. Los MFS eran capaces de emprender largas navegaciones, estaban pesadamente armados, y podían llevar Sturmbootes o Pilabos en su cubierta.

La Kriegsmarine encargó un centenar de MFS, pero se trataba de unidades complejas y costosas de fabricar. Como alternativa se diseñaron los Leichte Fahreschiff (LFS o barcos trasbordadores ligeros). Venían a ser MFS a menor escala, y resultaba difícil distinguir unos de otros desde lejos; también las MPF-E tenían un perfil muy parecido. No era casual, ya que la Kriegsmarine intentaba que sus unidades tuviesen siluetas parecidas para confundir al enemigo. Tanto los MFS como los LFS eran de construcción modular, de tal manera que diversas industrias podían fabricar bloques que luego se montaban en los astilleros. Este sistema, que resultó un quebradero de cabeza con los primeros MFS, no causó tantos inconvenientes con los más sencillos LFS, y la primera unidad se entregó en enero de 1942, apenas un año tras la solicitud. En abril de 1942 la Kriegsmarine ya disponía de quince LFS, que apoyaron la invasión de las islas Sorlingas.

Las operaciones de 1942 mostraron la utilidad de los ferris y de los transportes de asalto, pero también sus defectos, y la Kriegsmarine ordenó la construcción de buques especializados que pudieran reemplazarlos. Los Sturmfähschiffe de la clase Rügen eran transportes de barcazas podían recuperar embarcaciones en mar abierto. En lugar de emplear raíles tenían un dique inundable que podía acoger incluso a las Marinefährprahm tipo E, las lanchas de desembarco de tanques más grandes de Alemania. Como otras unidades auxiliares, estaban diseñados para que pudieran construirse en astilleros civiles. Con todo, los buques de combate tenían prioridad, y de las veinte unidades encargadas solo fueron iniciadas doce, de las que ocho fueron finalizadas con el diseño original. Solo las dos primeras, el Rügen y el Fehmarn, fueron entregadas durante la guerra.

Para complementar a los transportes de asalto se encargó un barco de carga y pasaje especializado. Estaba basado en el Frachtschiff 12.000, uno de los tipos de mercantes encargados para potenciar las marinas del Pacto, y llevaba pescantes y grúas para lanchas de desembarco. Como ocurrió con los Rügen, su construcción se retrasó, y hasta 1945 no se finalizó el Sturmtransportschiff STS-1 Nordspitze. Solo seis buques fueron entregados a tiempo para participar en el conflicto.

Las demoras experimentadas con los Rügen y los Nordspitze fueron un ejemplo de las dificultades que se encontraron al crear la fuerza anfibias. Las embarcaciones más sencillas estuvieron disponibles enseguida: la primera Pilabo fue entregada en septiembre de 1940, y la MPF-1 en noviembre. Sin embargo, hasta 1942 no comenzaron las entregas de las embarcaciones de mayor porte (SLS, MFS y LFS). Además, el ritmo de producción era demasiado lento para las enormes cantidades que se precisaban: el estado mayor de Schniewind calculó que se precisarían al menos dos mil Sturmbootes, mil pilabos, cuatrocientas MF, cien MFS y doscientos LFS. Semejante demanda era inviable para la industria naval alemana, que estaba sobrecargada aun antes de empezar el conflicto y que ahora apenas podía hacer frente a la finalización de las unidades en obras y a la reparación de las dañadas. La Kriegsmarine había emprendido un ambicioso programa de construcción naval que incluía la expansión de los astilleros existentes y la construcción de otros nuevos, pero se tardaría años en obtener los primeros resultados, y los buques de combate (portaaviones, cruceros, destructores y submarinos) tenían prioridad. Aprovechando que las unidades más ligeras no necesitaban requisitos especiales, y que muchas eran de madera, se empezó la producción en pequeños astilleros de ribera de los ríos y canales alemanes, los mismos que en tiempos de paz fabricaban gabarras para la navegación interior. También se contrataron otras unidades a astilleros holandeses, belgas y franceses, y a los de ribera españoles e italianos que hasta entonces habían construido pesqueros. Aun así, durante la primavera de 1942 el grueso de la fuerza anfibia alemana estaba formado por buques transformados, aunque ya se disponía de ochocientas Sturmbootes (incluyendo dos centenares de PSB), doscientas quince Pilabos (la mayoría con compuerta - rampa), ciento cuarenta MPF (veinte del tipo MPF-E), diez SLS, quince LFS y tres MFS.



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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Lanchas de desembarco alemanas

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Lanchas de desembarco alemanas en DeviantArt

Tras la derrota de Francia se decidió acosar a Inglaterra atacándola en su imperio, pero también se creó una fuerza anfibia en parte para obli-gar a los británicos a mantener importantes fuerzas en Gran Bretaña, pero también para operaciones periféricas, y para aprovechar posibles ocasiones.
La Kriegsmarine había ideado varios tipos de embarcaciones de asal-to, pero tenían serias deficiencias, y se modificaron los diseños tras la captura de lanchas inglesas en Egipto, incorporando un portón en lugar del engorroso sistema de portones y rampa empleado hasta entonces. Se elevaron las bordas de las lanchas, para mejorar su comportamiento en el mar, no solo en nuevas construcciones sino también en diseños más anti-guos.
Las lanchas de desembarco estaban formadas por módulos que se podían transportar por ferrocarril y ser montados en la costa. Fueron fabri-cadas en diversas factorías controladas por Alemania, para no interferir con otras construcciones militares. En 1941 se empezaron a entregar en grandes cantidades, y fueron empleadas en las operaciones contra Inglaterra y contra la URSS. El ritmo de producción disminuyó a partir de 1943, ya que se dio prioridad a buques de guerra mayores. Las lanchas anfibias siguieron empleándose, no ya tanto en desembarcos sino transportando suministros por costas o por ríos, o como auxiliares en operaciones costeras.

Tras la guerra, la mayor parte de las lanchas más ligeras, que esta-ban construidas en madera, fueron dadas de baja o vendidas, igual que las de tipos anticuados. Las más modernas, como las Marinefährprahm MFP-E o las Pionierlandungsboote del tipo 42, permanecieron en servicio durante muchos años tanto en la Kriegsmarine como en las marinas aliadas.



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Marinefahrschiff MFS-1

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Marinefahrschiff MFS-1 en DeviantArt

Las campañas de 1939 y de 1940 habían puesto de manifiesto la gran importancia de los carros de combate, y la Wehrmacht los consideraba imprescindibles para una invasión exitosa de Inglaterra. Como medida de emergencia se adaptó cierto número de buques para el transporte y desembarco de tanques, parte ferris ferroviarios a los que se les añadió una gran rampa, parte pequeños buques costeros cuya proa fue modificada para que pudiesen embarrancar y descargar vehículos. Sin embargo, se trataba de medios improvisados con utilidad limitada, y a petición del ejército la Kriegsmarine encargó una serie de barcos especializados en el transporte y desembarco de vehículos.

Los Marinafährschiff tipo 1941 eran buques grosso modo similares a los Boxer británicos, aunque de dimensiones mayores. Fueron construidos en módulos, lo que retrasó la entrada en servicio de las primeras unidades pero luego permitió acelerar su producción; aun así, recibieron baja prioridad y solo cuarenta y tres unidades fueron construidas durante la guerra. Aunque inicialmente se pensó en propulsarlas con maquinaria de triple expansión, finalmente se escogieron motores diésel navales MAN, que se estaban fabricando en cantidad suficiente gracias a la creación de una fábrica en Breslau. Los MFS tenían transmisión eléctrica para mejorar la maniobrabilidad.

La quilla tenía una parte posterior plana, y una delantera con una suave rampa. Interiormente se parecían a los ferris ferroviarios, con una gran bodega de aparcamiento que se extendía de proa a popa. Tenían un gran portón posterior para la carga de vehículos en puerto, y en la proa dos compuertas deslizables; como el calado de estas unidades dificultaba encallar en playas planas, disponían de una gran rampa que se extendía una vez el buque estaba en tierra. Aunque toda la cubierta de la bodega estaba diseñada para resistir grandes pesos, los carros de combate se estacionaban en la parte posterior, y los vehículos menos pesados (como los camiones) en la anterior. La ventilación se aseguraba mediante un sistema forzado, con grandes aperturas en la cubierta superior.

Las dos hélices estaban protegidas y al disponer de transmisión eléctrica, se podía invertir su giro en pocos segundos. Tres anclas posteriores movidas por un cabestrante de grandes dimensiones, facilitaban el desatraque.

El armamento era muy pesado para unidades de su tipo: un montaje doble de 10,5 cm, y doce cañones de 3,7 cm; posteriormente se añadieron ametralladoras de 2 cm. El motivo era que se pretendía que no solo actuasen como transportes sino que pudiesen apoyar el desembarco con sus fuegos. Sin embargo, los cañones de 10,5 cm se revelaron de escasa utilidad y en muchas unidades fueron sustituidos por un montaje cuádruple de 2 cm.

Como otras unidades ligeras de la Kriegsmarine, los Marinefährschiff no recibieron nombre propio sino numeral. El MFS-1, la primera de la serie fue finalizada en noviembre de 1941, pero la construcción en bloques resultó tan problemática que fue preciso reconstruirla y no entró en servicio hasta marzo de 1942. Participó en las operaciones contra Inglaterra, y posteriormente pasó al Mediterráneo, operando en el Mar Negro hasta 1944. Después pasó al Índico, donde se unió a las fuerzas ligeras que apoyaron la defensa de Socotora. En 1946 pasó a la reserva, y fue desguazado en 1960.



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Leichte Fahrschiff LFS-1

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La LFS-1 en DeviantArt

Para la proyectada invasión de Inglaterra se encargaron buques anfibios de todo tipo, siendo los mayores los Marinefährschiff (MFS), buques de desembarco de tanques de gran capacidad. La Kriegsmarine encargó cien unidades, pero pronto resultó evidente que su entrega se iba a demorar varios años, ya que los astilleros del Pacto estaban saturados de pedidos militares.


Como alternativa se solicitó un buque de desembarco de tanques más pequeño que pudiese ser construido en astilleros civiles, tanto costeros como de los grandes ríos alemanes. Los Leichte Fährschiff (trasbordadores ligeros, LFS) fueron buques sencillos que desplazaban solo 950 Tn. La bodega era abierta, y en la proa había dos compuertas deslizantes y una rampa extensible. El puente era central, sobre la bodega, con un aspecto muy parecido a los MFS; como en otras construcciones germanas, parece que la semejanza fue buscada. Estaban propulsados por dos motores diésel de 1.500 caballos cada uno, con los que alcanzaban los doce nudos. Como otros tipos alemanes, eran de construcción modular, de tal manera que las industrias podían fabricar los bloques que luego se montaban en los astilleros. Mientras que en los MFS esta técnica resultó un quebradero de cabeza, no se encontraron tantos inconvenientes con los más sencillos LFS, y la primera unidad se entregó en enero de 1942, apenas un año tras la solicitud. En abril de 1942 la Kriegsmarine ya disponía de quince unidades, que apoyaron la invasión de las islas Sorlingas y las operaciones contra Inglaterra.


Tras la guerra muchas unidades fueron vendidas a operadores civiles, o transferidas a marinas aliadas. Otras pasaron a la reserva, pero fueron reactivadas en 1949, durante la guerra civil de la India. La Kriegsmarine dio de baja sus últimas unidades en 1979.



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Entre las visitas del regente estuvo una especialmente agradable: Von Manstein le devolvió el convite para cenar. Cuando el mariscal me llamó para darme la invitación para Von Lettow, me dijo que Herta y yo estábamos incluidos, pero no por mis cualidades, sino por mi chica.

—No vayas a pensar que somos viejos verdes que queremos disfrutar de las vistas. No es que Herta no las merezca, pero lo mejor es esa cosita que lleva encima de los hombros y que tú solo empleas para lucir la gorra. Martha y Jutta se quedaron impresionadas con tu jovencita. No sé si sabes que mi esposa y la de Paul se han hecho inseparables, y se juntan para merendar tarde sí y tarde no. A las dos les apetece hablar con Herta, aunque de cosas más mundanas que la última vez, y Jutta me ha sugerido que os invite. Ahora que vas con pareja ya sabes que un mariscal apenas llega a cabo furriel de su esposa, y no he tenido opción que cuadrarme y obedecer. Sé aquello del Esplanade, y por eso será ahí la cena, para callar a algunos bocazas que van diciendo no sé qué de Herta.

—Mi mariscal, esa comedia fue porque tuvo que disimular haciéndose pasar por lo que no es.

—Ya, y por lo que me ha llegado a los oídos, lo hizo de cine. Jutta me ha contado que cuando el maître supo que iba tu chica arrugó el morro, hasta que mi esposa lo puso en su sitio. Así que ve diciéndole que mañana tiene una cita.

Como el tiempo seguía siendo asqueroso quedé con ella en el Atlantis.

—¿Te acuerdas? Fue aquí donde te conocí —me dijo—. Si no habíamos vuelto es porque quería dejar este rincón especial fuera de las manos de los carteros. Gerard me ha dicho que no puede ir limpiando micrófonos a nuestro paso o alarmará al general, pero el Atlantis debe ser seguro porque no hemos regresado desde aquella vez. Schellenberg sabrá mover muchos hilos, pero no puede vigilar cada tugurio. Eso sí, dile a tus jefes que recomienden a sus contrarias que tengan el pico cerrado, pues Gerard tampoco va a limpiar el Esplanade. Y ahora, acaba esa copa que me apetece divertirme de otra manera —dijo mientras se inclinaba un poco para mostrar su escote. Obedientemente dejé el licor en la mesa, cierta parte de mi organismo se puso en guardia, y tomé a mi chica del brazo para acompañarla hasta el coche.

Apenas me dio tiempo a advertir al mariscal y al regente de que tuvieran cuidado, pero sus esposas no eran tontas y supieron entender sus gestos. La cena no estuvo mal, aunque sin alharacas, que no era cuestión de hacer alardes en tiempos de guerra, aunque solo sea porque luego los camareros largan lo que no deben. La conversación fue de banalidades, y después ellas se retiraron dejando libres a sus esposos —y a mí— para una conversación seria, aunque sin citar temas sensibles como las actividades de cierto servicio de correos.

—Erich, me dijo el almirante que hemos acabado con los ingleses —dijo Von Lettow-Vorbeck, tan directo como siempre.

—Tanto como eso… Es verdad que los hemos herido gravemente, aunque no sé si de muerte. La marina va a seguir con el bloqueo, y la Luftwaffe no les va a dejar descansar ni un momento. Pero yo ya estoy preparándome por si se niegan a rendirse.

—Dime, dime —preguntó curioso Von Lettow.

—he decidido que, si los británicos no capitulan, este verano desembarcaremos en sus islas.

—¿No decías que es una operación muy peligrosa?

—Sí, lo es, pero me parece que no queda otra alternativa. No podemos tener la flota eternamente en el mar. Además, si dejamos pasar el tiempo, seguro que los norteamericanos se apuntan al baile. El almirante Marschall está estudiando diversas opciones. Una es desembarcar en las Hébridas, al norte de Escocia. Sería una excelente base contra el norte de Gran Bretaña, pero no me termina de gustar la idea. Resultará muy difícil mantener en secreto el traslado de nuestros barcos y nuestras tropas a Noruega, y los ingleses nos esperarán con el cuchillo entre los dientes. Demasiado riesgo para una operación que será poco resolutiva. Parece más sensato hacerlo en el sur, aprovechando que con las islas Sorlingas en nuestras manos, a la Royal Navy le va a ser mucho más difícil intervenir. Hay varios lugares apropiados. Uno podría ser en la bahía de Lyme, donde ya hicimos una finta, o tal vez las playas de Brighton. También me gusta la isla de Wight. Por desgracia, los ingleses todavía saben leer mapas, y están convirtiendo el Canal en un enorme campo fortificado. Las últimas fotografías de la isla de Wight dan miedo: han llenado las playas de minas, alambradas y bloques de hormigón. Más atrás hay varias líneas de trincheras, y en el interior han puesto postes y alambres en cualquier campo que permita el salto de paracaidistas o el aterrizaje de planeadores. Además, están construyendo posiciones artilleras en el interior y en la costa cercana. Vamos, que es peor que la línea Maginot. Algo similar han hecho en las playas más accesibles de la costa del Canal.

—Quieres decir que no desembarcaremos ahí.

—No, salvo que queramos repetir la aventura de Gallípoli, pero esta vez nosotros haríamos de ingleses. Paul, supongo que tú en África tampoco te tirabas a lo loco encima de las fortificaciones. No hace falta que me respondas, que sé cómo te escurrías para buscar el punto débil del enemigo. Pues nosotros, lo mismo. Ahora bien, ya que nuestros amigos del otro lado del Canal piensan que Wight corre peligro, les voy a dar el gusto, y los tendré entretenidos tirando en esa isla todas las bombas que pueda. También se está preparando el despliegue de tropas de asalto en la costa de Normandía.

—¿No han puesto inconvenientes los franceses?

—Esta vez no. Tienen tantas ganas de que la guerra acabe como nosotros, y más desde que se han subido al carro de los vencedores. No me engaño, y sé que tras cada árbol francés se esconde un informador que cuenta a los ingleses hasta los horarios de las casas de putas. Pero pienso emplearlos en su contra.

Von Lettow estaba intrigado, y Von Manstein siguió.

—Como comprenderás, ni el almirante Marschall ni yo queremos enviar a nuestros hombres a una trituradora. Tras darle muchas vueltas hemos decidido que el mejor lugar para un asalto será en las zonas menos pobladas del estuario del Támesis.

—Me dijo Roland que esa zona no sirve porque son todo marismas.

—No del todo. Luego te contaré. Por de pronto, he empezado a mover fuerzas. En estos momentos la 110ª división, una unidad de cazadores de montaña que hemos entrenado como fuerza de desembarco, se está trasladando a Bélgica. La primera división paracaidista está ya en Bruselas, y la tercera llegará la próxima semana. La segunda se les unirá en cuanto sea seguro retirarla de las Sorlingas y se recupere. También está en Bélgica el XIV Ejército al mando de Hermann Hoth, con cinco divisiones pánzer y ocho de infantería.

—¿No te parece muy poco para invadir Inglaterra?

—No creas. Si juntamos la división 110ª, las tres paracaidistas y las de Hoth, será una fuerza más que suficiente para consolidar una cabeza de playa. Tampoco tenemos capacidad de transporte para mucho más, al menos hasta que capturemos algún puerto, algo que no creo fácil. En cualquier caso, siempre se podrán trasladar fuerzas a medida que se necesiten. Hasta entonces, prefiero tener el grueso del ejército en Alemania, que en casa es más fácil mantener la moral de los hombres. Aunque no van a disfrutar de la vida hogareña, ya que no les estoy dejando que se aburran.

—¿Están de maniobras o piensas usar a los soldados como mano de obra barata?

—Más lo primero que lo segundo —dijo el mariscal—. Ya estuviste con Guderian en el campo de Bromberg. El general ha estado creando otros centros de entrenamiento para la infantería y para las nuevas formaciones blindadas. La producción de tanques ha tomado ritmo, y estoy empezando a convertir divisiones de infantería en mecanizadas o acorazadas. Como no es cuestión de empezar desde cero, lo que estamos haciendo es transferir batallones completos de veteranos para que sirvan como núcleo de las nuevas. También tenemos bastantes StuG y Marder, quiero decir, cañones autopropulsados…

—Ya los conozco, Erich, en Bromberg me los estuvieron enseñando.

—Es verdad, no me acordaba. Quería decir que ya tenemos bastantes batallones de artillería de asalto que servirán para darle mordiente a la infantería. Asimismo, disponemos muchos cañones antitanque sin retroceso, y los soldados están empezando a recibir el panzerfaust…

—¿Puño acorazado? ¿Qué es eso?

—Veo que no lo conoces. Es una especie de lanzabombas antitanque que pesa pocos kilos y que se puede manejar como si fuese un fusil. A pesar de ser ligero, dispara una carga explosiva que puede dar buena cuenta de cualquier tanque pesado, incluso de los rusos.

—Sigues desconfiando de los soviéticos.

—Mucho —dijo Von Manstein con cara de preocupación—. Su despliegue es el que yo escogería si fuese a atacar. Von Papen y Schellenberg insisten en que no hay peligro, pero mi papel es ponerme en lo peor. Por eso no me gusta tener el ejército en Francia. Si se necesita enviar más tropas a Inglaterra, pues se llevan, pero no antes. Además, la invasión, si se realiza, no será posible hasta dentro de un par de meses. Entonces, ya veremos.

—Otra cuestión, Erich. Decías antes que estabas preparando todo en Normandía, y lo entiendo si quieres despistarles, pero ahora me cuentas que las tropas de Hoth están en Bélgica ¿No crees que los ingleses se enterarán y se imaginarán nuestras intenciones?

—Claro que sí —repuso Von Manstein—. Sé que será imposible disimular nuestros movimientos. Tampoco estamos haciendo demasiados esfuerzos. Total, si van a vernos, no tiene sentido perder el tiempo en tonterías.

—Entonces fortificarán también la costa a la que vas.

—Algo harán. Pero me parece que hay una manera de tomarles el pelo. Verás, hasta ahora todas nuestras ofensivas han sido precedidas de algún engaño. En Francia fue el golpe de hoz por las Ardenas, en Egipto los oasis del sur, en Mesopotamia el ataque por el Éufrates y en Portugal la ofensiva española. Ahora voy a hacer lo contrario. Aparentaré que voy a embestir ciegamente para que piensen que les quiero engañar.

—Si se lo creen…

—Esa es la cuestión. Por eso he añadido un poco de azúcar para que se traguen el bulo. Nuestros ingenieros militares están mejorando a toda prisa las carreteras del norte de Francia, construyen nuevos puentes sobre el Sena, y amplían los puertos de Cherburgo, el Havre y las islas del Canal. Las tropas están haciendo maniobras de despliegue rápido empleando esas nuevas rutas. Lo hacen con todo el sigilo del mundo, pero dudo que pasen desapercibidas. También están fabricando engaños que esconden por Bélgica y Holanda: tanques de madera y cartón, aviones de cañas, artillería de troncos de madera y contrachapado… Tengo un batallón de tanques pesados que en realidad son camiones con una carcasa encima, y lo estoy paseando por todo Flandes. De nuevo, con las máximas medidas de seguridad, a sabiendas que serán insuficientes. Imagina lo que pensarán en Londres cuando sepan que estamos moviendo tanques de pega.

—Entiendo. Así los ingleses pensarán que queremos engañarles otra vez, creerán que son más listos que nosotros, y seguirán fortificando las costas del Canal.

—De eso se trata.

—Pero sigue quedando el problema de las marismas.

—Un buen problema que tiene solución. La zona que hemos seleccionado es bastante desagradable. Es pantanosa, y entre el mar y los estanques hay una barra arenosa tan baja que los ingleses no han podido construir blocaos enterrados, solo algunos búnkeres sobre la superficie. Piensa que ahí basta con cavar uno o dos metros para llegar al nivel freático, y que ese arenal es cubierto por las olas durante los temporales. Es un problema para el defensor porque las trincheras se inundan y se desmoronan. Han intentado camuflar las fortificaciones como si fuesen dunas o bosquetes, creyendo que somos tontos y que no tenemos fotos de 1940. Comparándolas con las actuales, las fortificaciones inglesas son tan visibles como cuervos en campo nevado, y resultarán excelentes objetivos para artillería o para los Stuka. Por eso no creo que resulte difícil tomar la barra. Lo malo es que está separada del interior por un río pantanoso y por marismas que se inundan con las mareas. Entonces será el momento de la sorpresa.

—Sorpréndeme —dijo el regente.

—La gracia estará en que no nos detendremos en la barra arenosa. Allí solo se instalará la artillería. Para poder cruzar las zonas inundadas estamos construyendo vehículos anfibios, es decir, que puedan ir por tierra con sus ruedas o sus orugas, pero que también sean capaces de navegar. Lanzaremos una alfombra de bombas sobre las marismas para detonar las minas y romper las obstrucciones, y los paracaidistas tomarán las salidas. Entonces los zapadores se adelantarán con botes y con coches flotantes Volkswagen para terminar de limpiar las trampas y los obstáculos que puedan quedar. Tras ellos irán los tanques y los transportes de tropas; donde el agua sea profunda, navegarán, y donde no, rodarán. Aunque las tierras altas del interior estén defendidas, no creo que esperen un ataque acorazado en las primeras horas de la invasión. Una vez tengamos una cabeza de playa, la Luftwaffe trasladará fuerzas adicionales. Entonces, cuando nos consolidemos, estarán perdidos.



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Tan importante como la construcción de nuevas unidades fue el desarrollo de tácticas adecuadas. La experiencia del Pacto se reducía a los desembarcos en el golfo de Riga en 1917, contra un enemigo desmoralizado, y al español en la bahía de Alhucemas (Marruecos), defendida por bandas de guerrilleros. Desde entonces la tecnología había cambiado de tal manera que se encomendó al almirante Otto Schniewind la organización de un estado mayor combinado que incluyera oficiales navales, del ejército y de la aviación, que estudiara las operaciones anfibias y la planificación de las subsiguientes.

Una de las primeras medidas adoptadas fue la creación de una flotilla de instrucción, que fue puesta bajo el mando del contralmirante Otto Schultze. Estaba encabezada por el viejo acorazado Schleswig-Holstein e incluía otros buques obsoletos, como su gemelo Schlesien, y las baterías flotantes Niobe (un viejo crucero holandés capturado), Nymphe y Thetis (antiguos acorazados noruegos de defensa costera). Estos tres buques habían sufrido una revisión que incluyó la revisión de sus máquinas y la sustitución de sus armas por otras de origen germano. La flotilla también incorporó algunas de las unidades construidas o transformadas, con la intención de descubrir sus puntos fuertes y débiles. El componente terrestre estuvo formado por la recién formada 110ª división de cazadores de montaña, que fue convertida para el asalto anfibio, y por la también recién organizada 3ª división paracaidista. Asimismo, participaron dos compañías del regimiento italiano San Marcos y, más adelante, observadores franceses.

La flotilla realizó sus ensayos en la bahía de Heligoland, y los ejercicios con fuego real se hicieron en las danesas islas Halligen. Se escogió el lugar porque sus costas, corrientes y fuertes mareas eran parecidas a las inglesas, por su cercanía a los puertos del estuario del Elba, y también por estar al alcance de los reconocimientos aéreos británicos, pues interesaba que los ingleses creyesen que la amenaza de desembarco era real. Lamentablemente, las maniobras se hacían relativamente cerca de las bases del Coastal Command inglés, que realizó varios ataques contra los viejos barcos. En uno de ellos el Niobe fue alcanzado por una bomba que le causó escasos daños, pero cuatro días después el Nymphe hizo detonar una mina de fondo y se hundió rápidamente.

A pesar de las pérdidas, los desembarcos simulados comenzaron en mayo de 1941, ensayándose tácticas y sistemas de armas que posteriormente fueron empleados en las operaciones anfibias del Mediterráneo. De la misma manera, en las maniobras se aplicaron las lecciones aprendidas en Malta, Creta, Chipre y Bab-el-Mandeb.

Las operaciones italianas en Malta mostraron que la potencia de fuego empleada hasta entonces era insuficiente. El desembarco de Ramla, en la isla de Como, estuvo a punto de fracasar a pesar del apoyo de dos acorazados. Ahí se descubrió que a los grandes cañones les costaba reducir los principales puntos de resistencia, y que la artillería pesada era inútil para el apoyo cercano. En esa misión los cañones de tiro rápido de los destructores resultaron más eficaces. La mejor solución hubiese sido aumentar el número de destructores disponibles, pero los astilleros alemanes estaban sobrecargados a pesar de la colaboración de los holandeses. Para aumentar la potencia de fuego disponible, las MPF de modelos más antiguos fueron convertidas en cañoneras con cañones automáticos de 3,7 cm, obuses de 10,5 cm y lanzacohetes.

Tan importante como la potencia de fuego fueron los métodos de tiro. En Ramla, los acorazados italianos habían desperdigado sus proyectiles por la playa de desembarco con resultados casi nulos, mientras que en Creta habían sido más eficaces al combatir con fuego directo los puntos fuertes enemigos. También se apreció la dificultad de organizar barreras de fuego como las empleadas en operaciones terrestres, y que esas barreras solían pasar sobre trincheras y blocaos sin apenas afectarlos y, más importante, sin reducir su fuego. Sin embargo, en Ramla y en Malta había sido decisivo el fuego de los destructores guiado por las bengalas lanzadas por las tropas que habían conseguido desembarcar. Se establecieron procedimientos de control de tiro que incluían el desembarco de observadores con las primeras oleadas y la mejora de las comunicaciones por radio. También se idearon sistemas alternativos, como el empleo de lanzagranadas para señalar los objetivos. Algunas de las MPF artilladas fueron a su vez dedicadas a la señalización de objetivos para la flota. Asimismo, se apreció la importancia de la observación aérea, primero con hidroaviones o con aviones ligeros y, cuando estuvieron disponibles, con los primeros helicópteros.

También en Malta se aprendió una segunda lección, que fue aplicada con gran éxito en Creta: la importancia de poder desplegar artillería terrestre. El desembarco en Malta había sido mucho más sencillo que en Como gracias a las baterías situadas en las islas de Como y Comino, y en Creta la toma del islote de Dia permitió emplazar cañones que distrajeron la atención del asalto principal.

En el polígono de Halligen se comprobó que, a pesar de su menor calibre, la artillería del ejército era tan eficaz como la naval, gracias a su mayor precisión (al estar emplazada en posiciones fijas, se facilitaba el fuego indirecto), por la menor velocidad de sus proyectiles, que al caer verticalmente eran más efectivos, y por tener más municiones. De ahí la importancia que se dio a tomar posiciones en los que emplazar cañones a la hora de escoger el punto de desembarco: si era factible, debían ser tomados islotes próximos a la costa, bien en días previos (en las operaciones en las que no fuese crucial la sorpresa), bien simultáneamente al desembarco principal. También se modificaron las fases del asalto, dando prioridad al desembarco de la artillería respecto al de otros medios; como la playa aun estaría siendo disputada cuando desembarcase, se solicitó a la industria que se diseñase cañones autopropulsados con capacidad anfibia.



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Mensaje por Domper »


—Ya había oído rumores sobre los Landwasserschlepper y los Tauchpanzer, pero pensaba que querías esos trastos para el Nilo y para Mesopotamia.

—¿Tú también te lo has creído? Pues me alegro. La verdad es que he ordenado que se envíen las primeras series a Oriente. Allí han sido muy útiles en las marismas de Mesopotamia y en las operaciones costeras en el Golfo Pérsico. Así, además de despistar al enemigo, hemos podido probar los vehículos y ver qué funcionaba y qué no. Por ejemplo, Volkswagen ha empezado a fabricar una versión flotante del Kubelwagen, el Schwimmwagen. Ese cochecito ha sido ideal para explorar lagunas y canales, e incluso puede navegar por el mar si no está muy movido. Es capaz de llegar a sitios donde incluso los vehículos de cadenas se quedan atascados, y al ser muy ligero cuesta poco sacarlo del barro. Los primeros han dado algunos problemas que ya se han corregido, y ahora Rommel nos está pidiendo que le enviemos todos los que tengamos. Con el pretexto de formar a las tropas he retenido la mayoría de esos coches en Alemania, y la 110ª ha empezaco a recibirlos. Dispondrá de su dotación completa en los próximos días.

—¿No tendrás alguno para que lo probemos en Tegel?

—No sé si me apetece navegar con este tiempo —para variar en esa primavera tan desagradable, la lluvia azotaba los cristales, y estaba mezclada con aguanieve a pesar de ser ya abril—. Ya veremos cuando haga más calor, aunque te aviso que son coches militares y no falúas para señoras.

—Aun así, me gustará probarlos. Me hubiesen venido la mar de bien en Tanganica. Supongo que no será lo único que tienes.

—Claro. Visto el éxito del Schwimmwagen, he encargado un camión anfibio, el Schwimmlastwagen. Es bastante más capaz y puede cargar varias toneladas, y se puede emplear para llevar suministros directamente desde los barcos de transporte a tierra. Rommel se hace lenguas de los pocos que ha recibido.

—Sé que parezco el abogado del diablo —dijo el regente— pero me acuerdo de los pantanos de Tanganica, que en muchos sitios no eran sino lodazales en los que no se podía ni andar, ni nadar.

—De esos también hay en Inglaterra, pero tenemos la ventaja de que las mareas nos han permitido identificar las zonas más profundas. De todas maneras, a un ingeniero de Volkswagen, al Dr. Komenda, se le ha ocurrido copiar el hidrodeslizador a los yanquis, que es una especie de bote plano que se mueve con una hélice y que puede navegar por un charco. Son trastos muy baratos, que se pueden construir casi en cualquier taller, fáciles de llevar hasta allá, y que servirán no solo para el reconocimiento sino para transportar soldados y suministros.

—Erich, no pienses que te quiero llevar la contraria —interrumpió el regente—, pero me parece que esos Volkswagen, camiones e hidro lo que sea, no bastarán para invadir Inglaterra. Se necesitará algo de más enjundia. Lo malo es que me puedo imaginar un coche ligero chapoteando, pero no un tanque.

—Es ahí donde te equivocas. El ejército ha desarrollado unos pánzer que se pueden echar al agua lejos de la costa, y que luego se mueven por el fondo hasta emerger en la orilla; imagina lo que pensarán los defensores al ver que de las aguas salen monstruos blindados. Han tenido algunos problemas, así que están construyendo otros que llevan flotadores acoplados. Para acompañarlos hay blindados parecidos que pueden llevar a nuestros soldados. Ya te puedes imaginar cual es la idea: que tanques y blindados crucen las lagunas costeras, y así los ingleses se encontrarán lidiando con fuerzas acorazadas en un lugar que parecía imposible.



Tu regere imperio fluctus Hispane memento
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