Esa me parece una situación perversa. Los que tienen «posibles» obtendrán el pasaporte; muchos serán paniaguados del régimen. A los que no quiere nadie, los más violentos, les importará un pimiento llevar pasaporte o no, pues se colarán por cualquier matorral. Serán los venezolanos pobres pero honestos los que queden atrapados en un país que se hunde.j@vier escribió:Antes podian ingresar sin pasaporte, con total libertad. Ahora les requiere pasaporte, visa y certificado de antecedentes, lo que disminuira su llegada, ya que el regimen de Maduro les cobra cifras astronomicas por acceder siquiera al pasaporte.
Lo lógico sería que Colombia solicitase la ayuda internacional para atender a los refugiados; preferentemente la hispanoamericana (atención que he puesto hispana) pero también la de otros países. También sería lógico que se proporcionase. Pero la lógica tiene poco que ver en un asunto que tal como va se solucionaría con un tirador.
Eso sí, que nadie se llame a engaño. Aunque desaparezca Maduro, aunque mañana su régimen se esfume y todos lso chavistas emigren a Cuba, el mal está hecho.
Las causas de la hiperinflación no van a desaparecer porque vaya o venga Maduro. Es una economía que desde hace muchos años depende casi exclusivamente del petróleo y de sus vaivenes; le está pasando como a Argentina, que se acostumbró a vivir de las rentas (de exportaciones de grano y ganado). Mientras llegaba dinero por montañas se podía dilapidar sin ningún control ¿Para qué esforzarse si se tenía acceso a las subvenciones?
Recuérdese que había localidades venezolanas en las que ni siquiera había panificadoras y se importaba el pan de Curaçao (según me contó un conocido que vivió allí bastantes años). Durante muchos años, además, el «estilo venezolano» era que el pobre tiene razón; de ahí que si alguien se encontraba con asaltantes, lo mejor era acelerar, atropellarlos si se podía y no denunciar. Sobre todo si ese alguien era español (de nuevo, relato contado por otro conocido que se vio en el caso). Se ha tolerado que a los adinerados se les considerase explotadores y que viviesen asediados (de nuevo, relato personal; lo que he dicho me lo han relatado tres personas diferentes); así han convertido a Venezuela en el peor lugar del mundo para invertir.
Eso no va a cambiar. Al contrario, una Venezuela democrática se enfrentaría a problemas de solución muy difícil: por ejemplo, costará años que la industria petrolífera vuelva a rendir ¿qué se hará durante se tiempo? Todos esos billetes sin valor están circulando ¿se anulan? ¿se dolariza la sociedad? Los que han perdido sus ahorros no los van a recuperar . Peor aun, como dijo el compañero Reytuerto se recordará los primeros años de Chaves como una edad de oro; no importa que fuese con precios del petróleo por las nubes y que el país viviese de las rentas. Antes o después el chavismo volverá y seguirá contaminando la política venezolana durante decenios. La violencia tampoco se acabará de un día para otro.
En ese escenario ¿quién va a invertir un céntimo en Venezuela? Solo grandes corporaciones con capacidad para defender sus intereses y solo si pueden recuperar su inversión a corto plazo. Empresas «intermedias», con poder económico pero no político, se l opensarán siete veces. No habrá españoles, colombianos o uruguayos (digo nombres al azar, que nadie se ofenda) que arriesguen sus ahorros y hasta su vida en montar un pequeño negocio, un taller, una tahona, lo que sea. El tejido social está deshecho y tardará tiempo en recuperarse.
Pobre Venezuela. Pobre nación hermana que en su día fue la que acogió a los españoles desfavorecidos.