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Guerras y conflictos modernos desde 1945, como las guerras de Corea y Vietnam, hasta las de Afganistán o la Agresión de Rusia a Ucrania. La Guerra Fría.
sergiopl
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Mensaje por sergiopl »

flanker33 escribió:Que le parece que fuera una entrevista del periodista con Westmoreland en el "Pentagono del Este" el mismo día que lo sucedido en el capitulo 8, por la noche, y que amparandose en la oscuridad, un comando del vietcong ¿con ayuda de algún traidor de la fuerza aérea survietnamita de la base aérea adyacente, entre en el complejo a sangre y fuego? Podía estar coordinado con un ataque a la base, con más comandos o de cohetes.
Me gusta. Sería una especie de "primer golpe de efecto" contra un objetivo de gran valor simbólico, el punto de partida de la "campaña de desestabilización" :sisisi:

Podría argumentarse que ese mismo golpe, sin ir acompañado de los demas como en el Tet, provocaría que aumentasen las medidas de seguridad en el Sur... que sirviese de "toque de atención" y dificultara las demás operaciones, vamos. Pero en el fondo esa sería una de las finalidades de esa campaña casi "a la desesperada" para liarla en Vietnam del Sur y retener allí tropas que pudieran reforzar a las desplegadas en Laos "when the shit hits the fan".


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flanker33
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Mensaje por flanker33 »

Capítulo 9. “Breaking News”.

Acercándose al control de acceso de la entrada principal, cerca del anexo del MACV, y en medio de una creciente oscuridad, había tardado algo más de lo esperado en recorrer los casi seis kilómetros que separaban su tienda de la Base Aérea de Tan Son Nhut, a las afueras de Saigón. A los mandos de su camión, Vo Van Thai había debido pasar un control del Ejercito survietnamita antes de llegar siquiera a las inmediaciones del enorme aeropuerto que servía de puerta de entrada aérea al país para los norteamericanos, así como de base aérea y puesto de mando, tanto de todas las fuerzas norteamericanas en Vietnam del Sur (MACV), como de la 7ª Fuerza Aérea de la USAF, además de servir de base también para unidades de la Fuerza Aérea survietnamita y de sus unidades paracaidistas, las mismas que ahora combatían en Laos.

Van Thai era un comerciante que había logrado meses atrás un contrato de la fuerza aérea survietnamita, para suministrar parte de la comida que sus hombres recibían cada día en la base, principalmente de arroz, pero también de algunas otras cosas, como varios tipos de verdura y frutas. El comerciante realizaba frecuentes visitas a zonas rurales alejadas de la capital para comprar los productos que luego revendía por el triple del precio a los militares de su país... y para mantener otro tipo de contactos. Por lo tanto, como suministrador de la base, tenía una tarjeta que le permitía acceder al recinto de la misma y moverse con relativa libertad en su interior, ya que debía repartir sus productos a varias cocinas distribuidas por toda la instalación.

Van Thai era un tipo bajito, de mediana edad pero ya con poco pelo y aspecto un poco andrajoso e incluso maloliente, el tipo de persona que nadie quiere tener demasiado tiempo a su lado. Pero por otro lado, era inteligente, y no solo para timar a los militares, si no para pasearse por delante de sus narices con cara de disimulo, mientras anotaba mentalmente todo lo que pudiera resultar de interés para sus camaradas del Vietcong. Y es que ya lo había dicho días atrás un guardia norteamericano mientras revisaba el camión, “este amarillo es demasiado listo, debe de ser del Vietcong”, lo que había provocado que se le helara la sangre, pero por suerte para él no había pasado de un simple comentario, y siempre había tratado de no levantar la más mínima sospecha respecto a su trabajo…hasta aquella noche.

Cuando el día anterior llegó a una de las aldeas que le suministraba arroz, se puso en contacto con él uno de los oficiales del Vietcong de la zona. Mientras los lugareños cargaban el camión, el oficial lo llevó durante unos minutos al interior de una de las chozas, y le dio las instrucciones para lo que estaba a punto de hacer aquella noche. El objetó que el tiempo de preparación iba a ser mínimo, pero por suerte, era algo que sus camaradas debían llevar preparando desde hacía algún tiempo, así que todo resultaría más fácil. Al final, no le quedó otro remedio que aceptar lo que le estaban ordenando.

Aquella misma noche, cuando regresó a Saigón, un grupo de siete hombres se presentaron en la puerta trasera de su negocio con varias bolsas bien cargadas. En ellas llevaban armamento y explosivos para una acción que debía ser de las más importantes llevadas a cabo por las fuerzas del Frente Nacional de Liberación desde el inicio de la guerra con los malditos americanos.
Durante todo el día estuvieron planificando la misión, con los detalles que Van Thai les pudo proporcionar y con los que ellos ya conocían. Trataron de prever cualquier imprevisto que pudiera surgir, cargaron el camión y prepararon el escondite donde los zapadores (comandos) del vietcong y sus armas pasarían inadvertidos ante los puestos de control enemigos. Por último, escribieron a sus familiares una carta de despedida, ya que todos sabían que era una misión de la que no saldrían con vida.
Con serena resignación, pero con nervios por no fallar a sus camaradas, finalmente se pusieron en marcha para intentar asesinar al General Westmoreland, el mando supremo de las fuerzas imperialistas en su país, que a la vez sería el primer paso que marcaría el comienzo de ataques por casi todo el país.


…minutos antes, aquella misma noche en los edificios del MACV en el anexo de la Base Aérea de Tan Son Nhut…



Todo había sucedido muy deprisa, desde que el Ejército norteamericano lanzara la operación “Nathan Halle II” e invadiera Laos, los noticiarios de todo el mundo se habían vuelto locos. Todas las cadenas de televisión estadounidenses querían tener la máxima cobertura posible, sobre lo que desde la Casa Blanca ya se estaba anunciando que sería la batalla que ganaría la guerra. Muchos corresponsales desplazados a Vietnam partieron hacia Laos al día siguiente de la invasión, y los que más tardaron, al tercer día. Todo el mundo en los Estados Unidos deseaba saber que pasaba. Los que estaban a favor de la guerra querían conocer cómo marchaba la batalla que decidiría el curso de la contienda y compartir por televisión la próxima victoria con sus soldados. Los que estaban en contra, querían conocer el alcance de la violación de la neutralidad de Laos así como la cantidad de soldados implicados en aquella operación, y de los muertos que se estaban produciendo. La mayoría, que todavía no tenían una postura claramente definida, aunque comenzaban a temer en el embrollo que se había metido su país, simplemente querían saber más de todo aquello, que se veía como algo novedoso en lo que ya comenzaba a ser un tedioso y largo conflicto en el cul* del mundo. Los directivos de la cadena CBS se dieron cuenta pronto de la avidez de noticias que se había generado desde el inicio de la invasión. Así que no perdieron la oportunidad hacerse con una buena parte de la audiencia, y para ello contaban con una gran baza, nada menos que con el periodista televisivo de más prestigio y confianza del país, Walter Cronkite.

El veterano periodista había comenzado su carrera como reportero de guerra en la Segunda Guerra Mundial, lo que le había llevado a viajar desde los cálidos paisajes del norte de África hasta las frías tierras del noroeste de Europa. Había volado en los bombarderos de la USAAF e incluso había disparado una ametralladora contra los cazas alemanes. También había estado con la 101ª Aerotransportada en la operación Market Garden, y cubierto la batalla de las Ardenas o los juicios de Nuremberg en aquel conflicto.
Desde el año 1962 presentaba las noticias de la tarde en la CBS, y desde aquel mismo verano de 1967, había logrado que fuera uno de los espacios con más audiencia, no solo de la cadena, si no del país entero, logrando por el camino una gran reputación por lo acertado y profundo de sus análisis periodísticos. Así que cuando se sugirió en la CBS la posibilidad de enviar a su presentador estrella para cubrir la invasión de Laos, y el mismo Cronkite comentó que conocía al segundo al Mando del MACV, el General Abrams, desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial, a alguien se le encendió una luz en su cabeza y propuso una entrevista entre Cronkite y Abrams. La cosa tiró hacia delante rápidamente, y al poco, el Ejército, ansioso por vender las bondades de su operación militar, había aceptado una entrevista con el propio General Westmoreland. Así que consecuencia de todo aquello, unas horas más tarde, Cronkite se encontraba ya a bordo de un avión cruzando el Pacífico, con su equipo de redactores, productores y cámaras, rumbo a la noticia.

Y allí se encontraba él, uno de los más respetados periodistas del país, en el día que cumplía 51 años, el cuarto día de la invasión de Laos, a miles de kilómetros de su casa, listo para hacer su trabajo. Desde que había llegado aquella misma mañana a la Republica de Vietnam, Cronkite se encontraba un tanto desorientado. Estaba a mucha distancia del estudio de emisión de la CBS en Nueva York, y tampoco eran las 7 de la tarde para que diera comienzo su noticiario, pero pese a todo, estaba dispuesto para lo que sentía que sería una de sus entrevistas más importantes de su carrera.

La entrevista debía tener lugar a las nueve de la noche, y se prepararía para que se pudiese emitir lo antes posible en los Estados Unidos. Una hora antes, el periodista y su equipo habían llegado a las instalaciones del MACV, y tras saludar a los oficiales de relaciones con la prensa del Ejército, comenzaron con ayuda de los técnicos del MACV, a prepararlo todo para la entrevista. Esta tendría lugar en un despacho de la segunda planta de uno de los edificios del complejo, que parecía el del propio General Westmoreland, pero para un ojo entrenado como el de Cronkite, aquello le parecía demasiado artificial, seguro que no era donde trabajaba el jefe del MACV. Pese a lo nuevo de las instalaciones, estaba todo demasiado limpio y pulcro, no había allí sensación de “cuarto de mando”, sin mapas, sin tazas de café, sin cientos de hojas de papel con los más variados datos por todos lados, o varios teléfonos y equipos de comunicación sobre las mesas. O a lo mejor si era el despacho del Comandante del MACV, pero el despacho donde se dedicaba a recibir a las visitas institucionales o a los periodistas…quien sabe.
Pasaban los minutos y Cronkite repasaba la lista de preguntas que tenía pensado hacerle, mientras los oficiales del Ejército se interesaban por ellas, o le “sugerían” las que podría plantearle al General.
A pocos minutos de las nueve de la noche, el mismísimo General Westmoreland entraba en el despacho en uniforme de faena.

-Señor Cronkite, es un placer conocerle. Soy un gran seguidor de su programa – dijo Westmoreland a la vez que le tendía la mano y se quitaba la gorra.
-General, el placer es mío, pero llámame Walter, por favor.
-Espero que haya tenido buen viaje y que le estén tratando bien aquí en la Republica de Vietnam.
-De momento todo bien General. Con muchas ganas de realizar mi trabajo e informar al pueblo americano.
-Desde luego, el pueblo americano debe estar informado de lo que hacemos aquí y de nuestros avances, eso es primordial.
-Por supuesto.
-Señor Cronkite…perdón, Walter, si me disculpas unos minutos, he de ir a cambiarme. Debo tener por algún lado un traje más decente que este – dijo señalando las arrugas y algunas manchas en su uniforme de faena.
-Claro, faltaría más. Podemos esperar unos minutos, vaya General, vaya.

El periodista aprovechó para repasar su propio traje, a la vez que se sentaba en la silla que le habían asignado y realizaba las pruebas de sonido con los técnicos. A los pocos minutos regresó el General Westmoreland con otro traje de faena de color verde oliva, pero esta vez, impoluto, perfectamente planchado, y con una cartuchera al cinto de donde colgaba un .45.

“Traje de faena, pistola…quiere dar la impresión de un General combatiente” se dijo a sí mismo el periodista. Westmoreland se sentó enfrente de Cronkite y tras las pruebas de sonido y algo de maquillaje, invitó al periodista a comenzar la entrevista.

-Silencio…grabando – anunció un técnico.

Cronkite comenzó mirando a la cámara de medio lado.

-Buenas noches queridos compatriotas. Hoy el equipo de “Las noticias de la tarde de la CBS” se ha trasladado a la Republica de Vietnam para ofrecerles una entrevista con el Comandante en Jefe de las fuerzas norteamericanas en este país, el General William C. Westmoreland – y girándose hacia su interlocutor comenzó la entrevista. – General, muy buenas noches aquí en Saigón, y gracias por atender nuestra petición para esta entrevista.
-Gracias a usted señor Cronkite por haberse desplazado hasta aquí, y será un placer poder responder a sus preguntas.
-Bien General, desde hace cuatro días, está en marcha la operación “Nathan Halle II” como ha sido bautizada la invasión de Laos. Me gustaría que explicase a nuestros televidentes, en que consiste esta operación, y como está evolucionando de momento. – El periodista había previsto abrir la entrevista con algunas preguntas que hicieran sentir cómodo al General antes de pasar a otras más incisivas.
-Querría comenzar diciendo que esta operación es la mayor y más compleja de las que las fuerzas de los Estados Unidos de América, sus aliados de la Republica de Vietnam y del Mundo Libre que luchan con nosotros, han lanzado hasta la fecha. Por cuestiones obvias, no puedo entrar a dar detalles de las fuerzas que intervienen, pero sí puedo decirles que son varios miles, apoyadas de manera efectiva por cientos de aviones y helicópteros de combate. La intención es la de cortar la línea de suministros que une Vietnam del Norte con Vietnam del Sur, la conocida como “Ruta Ho Chi Minh”, a través de la cual, los comunistas del norte envían armas, munición, pertrechos y soldados a combatir al sur, contra nuestros hombres. Cortando esta vía de suministros, debilitaremos todavía más al enemigo, aquí en el sur, y propiciaremos la pronta victoria de nuestras fuerzas sobre los comunistas – terminó satisfecho el General.
-¿Y qué tal va la operación hasta ahora?
-He de decir que estoy altamente satisfecho del curso de las operaciones. Cogimos por sorpresa al enemigo y hemos alcanzado todos nuestros objetivos. Esperamos que en los próximos días o semanas, los comunistas lancen algún tipo de contraataque, pero le diré que estamos perfectamente preparados para detenerlos, e incluso para hacerles retroceder. Nada ni nadie nos va a sacar de nuestras posiciones.
-¿Y no ha quedado desguarnecido el resto del país si tantos efectivos militares combaten ahora en Laos?
-En absoluto. De nuevo por motivos de seguridad no puedo explicar nuestro despliegue, pero tenga por seguro que los habitantes de la Republica de Vietnam, están tan seguros como siempre. Hasta hoy no hemos notado ningún movimiento ni ataque fuera de lo normal por parte de las tropas del Vietcong, y trataremos de que siga así.
-¿Qué opina usted General, sobre los agresivos comentarios de los gobiernos de China y la Unión Soviética por nuestra operación en Laos?
-Creo que esa pregunta debería hacérsela al Secretario de Estado. Por lo que a mí respecta, no tengo miedo alguno a Moscú o Pekín. Estamos defendiendo la libertad en esta parte del mundo, como lo hemos hecho antes en otras, y si es necesario, lo haremos en el futuro donde la libertad y la paz se vean amenazadas.
- Y una cuestión que se plantean muchos compatriotas y otros gobiernos del mundo, ¿era necesario invadir un país neutral como es Laos?
-Déjeme que le diga, que tenemos consistente información de inteligencia de la intervención norvietnamita en el norte de Laos desde hace ya un tiempo, ayudando a sus camaradas comunistas del Pathet Lao, contra el legítimo gobierno de Laos. De hecho, en los últimos días hemos notado un incremento de su actividad y todo parece indicar que están a punto de lanzar una ofensiva para tomar la capital del país.
-Pero General ¿nos ha pedido ayuda su gobierno o hemos recibido su autorización?
-Le responderé con otra pregunta ¿tiene el gobierno de Hanoi autorización para estacionar tropas en Laos? Y ya le respondo yo mismo. No. Los acuerdos de Ginebra de 1956 lo prohíben, así que si ellos están saltándose los acuerdos y por ello mueren soldados norteamericanos en Vietnam del Sur, creo que tenemos todo el derecho a defendernos.
-¿Y cómo cree que esta invasión va a afectar a la opinión pública en los Estados Unidos? ¿Hará que la gente esté más a favor de la guerra? o por el contrario ¿creará más rechazo?
-Sinceramente, señor Cronkite, no lo sé. Mi responsabilidad es ganar esta guerra con los recursos que el pueblo americano pone en mis manos, y créame que voy a hacer todo lo posible por que esta guerra termine rápidamente y con el menor número de bajas entre nuestros muchachos. Así que solo pido un poco más de confianza en las Fuerzas Armadas de este gran país. Al final venceremos, no lo duden.

En ese mismo momento, y pese a que las cortinas estaban corridas, una potente luz ilumino el despacho desde fuera. Uno de los asistentes del General miró a través de la ventana, a la vez que el cámara paraba la grabación por el efecto de la luz sobre el escenario de la entrevista.

-Una bengala…puede que algún avión tenga problemas – dijo el asistente.

Pero a Cronkite aquello no le cuadró, el aeropuerto quedaba hacia el otro lado del edificio. Aquello estaba cerca de la puerta de entrada del edificio principal del MACV.

-No será nada, creo que podemos seguir – dijo el General, y el cámara de la CBS volvió a grabar.

Pero tres segundos después, comenzaron a oír explosiones. Las primeras lejanas. “Fuego de mortero sobre el aeropuerto” dijo alguien. Luego otras mucho más cercanas, y finalmente una que sacudió el propio edificio.

-¿Qué demonios es eso? – preguntó el General. - Alerten a seguridad de inmediato. Condición roja ¡ya!
-A la orden General – dijo un Teniente Coronel que había en el despacho, saliendo a la carrera, acompañado de un par de soldados más.
-Aquí estamos a salvo – dijo Westmoreland a los periodistas. - Hay casi mil hombres defendiendo la base y este complejo, no hay de qué preocuparse, pero por motivos de seguridad, mejor que dejen de grabar.
-Claro, por supuesto General – respondió Cronkite, que trasladó la petición a su cámara, a la vez que hacia un gesto para que ignorase esa orden y siguiera grabando sin que nadie se diera cuenta.

Al poco comenzaron a oírse disparos de armas automáticas muy cerca. Luego otra explosión y esta parecía que ya se había producido en el propio edificio.

-General, creo que deberíamos ir al bunker. Esos morteros o lo que sea, están muy cerca. – dijo uno de sus asesores.

Westmoreland estaba dubitativo. Aquel ataque estaba poniendo en entredicho sus afirmaciones, y seguramente no serían más que un puñado de andrajosos en pijama… “¡al carajo!”, se dijo.

-No, nos quedaremos aquí. Refuercen la guardia y que no entre nadie en este ala del edificio. - Y ya de pie continuó. – Por favor, apártense de las ventanas. En el centro de la habitación estarán a salvo. Esto terminará pronto, no se tratará más que de un ataque propagandístico. El enemigo no tiene fuerza para lanzar un ataque contra esta posición.

Y en parte tenía razón. Tan solo tres batallones del Vietcong participaban en el ataque a la base por dos ejes diferentes, uno contra el anexo del MACV, otro contra la puerta principal de la base y otro justo el lado opuesto de la misma, donde se encontraba el depósito de municiones. A su vez, algunos equipos de morteros bombardeaban la pista y los aparcamientos de los aviones. Pero para haber tenido opciones de éxito, los comunistas deberían haber atacado al menos el doble de fuerzas, ya que para superar a los mil defensores en posiciones protegidas, con cobertura aérea, el número de los atacantes era claramente insuficiente. Aunque lo que no sabía el General Westmoreland, era que todo aquel ataque, además de tratar de destruir algunos aviones e instalaciones vitales, eran una mera distracción para que el objetivo principal tuviera éxito, y aquel objetivo no era otro que acabar con su propia vida.

-Walter, ¿Qué hacemos?
-Lo que nos ha dicho el General, nos quedamos aquí. – respondió Cronkite a su productor, mientras miraba de reojo al cámara que había sacado la cámara del trípode y ahora la mantenía agachada grabando junto a él, tratando de que nadie se diera cuenta de lo que hacía.

Westmoreland abrió un momento la puerta y vio como ahora tres policías militares armados con sus M-16 vigilaban el pasillo que daba acceso al despacho. En el interior, aparte del equipo de la CBS y del propio General, otros dos militares desarmados, asesores del General, aguardaban los acontecimientos, tratando de mantener la compostura.

-¿General? – preguntó Cronkite - ¿no cree que puede ser usted el objetivo de esta incursión?
-…quizás…puede ser…pero no se preocupe, no llegarán hasta aquí. La seguridad de este edificio es fuerte.

De repente, otra explosión, está muy cerca, quizás al final del pasillo. Luego el sonido de las armas de fuego…un M-16…y un ¡AK-47!

-¡Mierda!, ¿qué coñ* está pasando? – se preguntó más retóricamente que otra cosa el General.

Lo que sucedía fuera en el pasillo, es que los dos últimos zapadores del Vietcong que habían logrado infiltrarse en la base y que habían sobrevivido, habían llegado a donde suponían que podía estar el General, en base a una información de uno de los trabajadores que construyó el edificio, y que oyó decir que aquel iba a ser el despacho del General Westmoreland. Volaron la puerta que daba acceso al pasillo con los últimos explosivos que llevaban encima, y la explosión hirió a dos de los policías militares, pese a lo cual, uno de ellos logró seguir disparando. Entre los dos PM que podían seguir luchando abatieron a uno de los atacantes, pero a su vez cayeron bajo el certero fuego del más veterano de los incursores.
El último soldado del Vietcong, apresurado por lo que oía tras de sí, con varios soldados norteamericanos que avanzaban a la carrera hacia donde se encontraba él, no tuvo más remedio que jugárselo el todo por el todo. Puso el último cargador que le quedaba, y tras disparar a la cerradura de la puerta, le dio una patada y entró vociferando y disparando a diestro y siniestro. Pero el despacho estaba desierto, allí no había nadie…pero sin embargo, la luz estaba encendida, y había varios artilugios técnicos que no lograba identificar. De repente, y desde detrás de una gran mesa que estaba a su izquierda, surgió un hombre de pelo canoso armado con una pistola. El guerrillero trató de girar el arma para dispararle, justo cuando reconoció que aquel hombre que tenía enfrente era su objetivo, el mismísimo General Westmoreland. Pero este no le dio opción y le disparó tres disparos, alcanzándole dos en el pecho y uno en el vientre, cayendo de bruces con su arma sin haber podido llegar a disparar.
Pocos segundos después, irrumpieron en el despacho varios policías militares, pero al ver al General con el arma todavía humeante en la mano, y al vietcong abatido, registraron el resto del despacho y protegieron a su General, a la espera de recibir nuevas órdenes.

El resto de los militares y el equipo de periodistas, que habían permanecido ocultos por la gruesa mesa de roble, se incorporaron poco a poco, hasta estar seguros que estaban a salvo y no corrían peligro. Pasaron unos instantes más de estupor y confusión, antes que el General se diera cuenta de lo que había pasado allí, y de lo peligroso que sería si se llegaba a saber. Por lo tanto, y con un gesto, indicó a un Capitán de la PM que le pidiese las cintas de grabación al cámara de la CBS.
A Cronkite, se le hizo un nudo en la garganta. Estaban a punto de descubrirlos, y eso sería un grave contratiempo en su carrera. El cámara, resignado entregó la cinta al Capitán, pero lo que este no sabía, es que esas eran unas cintas vírgenes que había cogido de su bolsa, aprovechando la confusión, para dar el cambiazo con la de la grabación. Lo que había en aquella cinta olía a Pulitzer, y desde luego, no iba a dejar que ningún soldadito se lo quitase.


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Mensaje por flanker33 »

Por si alguien tien curiosidad, aquí les dejo el informe del ataque real a Tan Son Nhut durante el Tet:

http://www.tsna.org/afteraction/jan311968.html

Saludos.


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Mensaje por flanker33 »

Hola de nuevo,

Para seguir avanzando en el relato, ¿qué les parece un capitulo con los Generales Rosson (XXIV CE) y Peers (4ª ID) teniendo una reunión sobre cómo marcha la operación y la situación en el resto del país, y que tuviera lugar, digamos una semana después del inicio de la invasión, en alguna base avanzada como Khe Sanh? También se podría incluir algún pasaje breve del comando survietnamita o del piloto de helicóptero norteamericano. Como siempre se aceptan sugerencias.

Saludos.


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flanker33 escribió:Para seguir avanzando en el relato, ¿qué les parece un capitulo con los Generales Rosson (XXIV CE) y Peers (4ª ID) teniendo una reunión sobre cómo marcha la operación y la situación en el resto del país, y que tuviera lugar, digamos una semana después del inicio de la invasión, en alguna base avanzada como Khe Sanh? También se podría incluir algún pasaje breve del comando survietnamita o del piloto de helicóptero norteamericano. Como siempre se aceptan sugerencias.
Me parece correcto. Tras un tramo de acción viene bien situar un poco el cuadro general, antes de sumergirse nuevamente en los tiroteos en medio de la jungla.

En el capítulo posterior, ya de vuelta a la acción yo apostaría por una nueva vuelta de tuerca (para seguir con el "in crescendo" del que hablaba en mensajes anteriores), por lo que tampoco sería estrictamente necesario incluir lo del comando o lo del piloto de helicóptero... a no ser que se quiera reforzar la visión de que las tropas en Laos siguen bajo presión, algo que se puede reflejar indirectamente en la reunión, pero que unos cuantos tiros subrayarían.


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Mensaje por flanker33 »

OK, podríamos hacer el siguiente capítulo solo con la reunión entre los generales, y luego otro con algo más de acción. ¿Qué le parece el Gunship ayudando a la tripulación de un Huey abatido hasta la llegada de un MEDVAC? ¿O los comandos rescatando a los pilotos de un Phantom derribado hasta la llevada de un helo para llevarlos de vuelta a VdS? ¿O los comandos dando un golpe de mano y encontrando documentos que indican el despliegue aumentado norvietnamita y que dejan ver sus intenciones? O alguna otra acción que le parezca adecuada e interesante. ¿En qué fecha lo situamos? ¿Uno o dos días después de la reunión de los Generales del capítulo anterior (D+9 o +10)?

Saludos.


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flanker33 escribió:OK, podríamos hacer el siguiente capítulo solo con la reunión entre los generales, y luego otro con algo más de acción. ¿Qué le parece el Gunship ayudando a la tripulación de un Huey abatido hasta la llegada de un MEDVAC? ¿O los comandos rescatando a los pilotos de un Phantom derribado hasta la llevada de un helo para llevarlos de vuelta a VdS? ¿O los comandos dando un golpe de mano y encontrando documentos que indican el despliegue aumentado norvietnamita y que dejan ver sus intenciones? O alguna otra acción que le parezca adecuada e interesante. ¿En qué fecha lo situamos? ¿Uno o dos días después de la reunión de los Generales del capítulo anterior (D+9 o +10)?
Vamos por partes :green:

- Si, soy partidario de separar la reunión de la acción, aunque resulte en 2 capítulos algo mas cortos.

- Para la siguiente acción me gusta lo de los pilotos abatidos (ya sean del helicóptero o del Phantom, aunque habría que ver si en ese caso no entrarían en "conflicto jurisdiccional" con los Sandies y los Jolly Greens :green: ). Peeero... hace un tiempo que no tenemos en liza a los survietnamitas y esa trama parece interesante :sisisi:

- En cuanto a la situación temporal de la acción... me gusta el salto de 1-2 días. También depende de cuantos días se vayan a narrar y el objetivo en cuanto a número de capítulos, para ir repartiendo las acciones a lo largo del calendario (aunque siempre se puede recurrir a un salto temporal).


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Mensaje por flanker33 »

OK, vamos con el siguiente capitulo, pero antes unas fotos de los protagonistas para ambientar:

General Rosson al mando del XXIV CE

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General Peers de la 4ª ID

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General Dean de la "TF Dean"

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General Ngo Quang Trong

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Mensaje por flanker33 »

Capítulo 10. Una vuelta por Khe Sanh.

El General Rosson quedó impresionado al sobrevolar la zona fronteriza entre la Republica de Vietnam y Laos, desde donde había partido la invasión del vecino país por parte de sus fuerzas. Una inmensa cantidad de soldados, camiones, cajas, contenedores, tiendas de campaña, alambradas y armas se encontraban desplegadas entre Lao Bao y el Campo de las Fuerzas Especiales del Lang Vay, varios kilómetros hacia el interior de Vietnam. La verdad es que el hasta hacía poco pequeño campo de las fuerzas especiales, se había convertido ahora en una enorme base logística y de retaguardia del XXIV CE, que llegaba hasta la frontera en Lao Bao, e incluso se habían tomado los riscos situados al suroeste, al otro lado del rio Tchepone que hacía de frontera entre los dos países, para evitar su utilización por parte del enemigo contra tan vital área de suministros.

Apremiado con sutileza por el piloto del helicóptero, al mencionar el riesgo de recibir fuego antiaéreo, en General le ordenó que se dirigiera a la base de combate de Khe Sahn. Esta, una importante instalación de los Marines en la ruta colonial 9, que ya había sido prevista por el General Westmoreland para utilizarse en caso de invasión a Laos al autorizar su construcción, había sido utilizada hasta ahora para dificultar el acceso desde Laos y la parte más occidental de la DMZ al Vietnam del Sur. Pero era ahora cuando estaba cumpliendo con su verdadero objetivo, convirtiéndose en una base conjunta entre los Marines y el Ejército. Los chicos del General Cushman protegían la base y sus alrededores y gestionaban el aeropuerto, mientras que los del Ejército se encargaban de la logística, despachando todo lo que llegaba por vía aérea o terrestre hacia el frente, en Laos. Además, Rosson había establecido allí el Cuartel General avanzado del XXIV CE.

Al tocar tierra, una pequeña comitiva se acercó al helicóptero de donde descendieron dos hombres, el propio General Rosson y un menudo pero decidido General survietnamita. Los recién llegados fueron guiados hacia un jeep que los condujo hasta la entrada de un bunker subterráneo fuertemente protegido, no muy lejos de la pista del aeropuerto.

Ambos generales entraron y descendieron hasta donde les esperaban otros hombres, en medio de una sala de mando, con gran cantidad de mapas extendidos sobre las mesas, equipos de comunicación, máquinas de escribir y oficiales y soldados que iban de aquí para allá con mucha prisa siempre. Toda la actividad se detuvo durante unos instantes al ver que llegaba su comandante en jefe, pero pronto Rosson ordenó que todo siguiera como si el no estuviera. Él se dirigió hacia dos hombres que lo esperaban en medio de la sala, con la mano extendida. Los Generales Peers, de la 4ª ID y el General Dean, de la Task Force Dean le estrecharon la mano a la vez que se saludaban con cordialidad.

-Bill, John, me alegro de veros.
-Igualmente General, me alegro que hayas venido a vernos por fin, tras una semana de comenzar las operaciones – dijo con tono punzante, pero cordial Peers.
-No me jodas Bill – dijo con una sonrisa en los labios – ya sabes que nada me hubiese gustado más que estar en medio de todo esto, pero si quieres que tus hombres tengan lo necesario para luchar, me tengo que partir la cara con Westmoreland, el gobierno survietnamita y la mitad de todos los putos burócratas del Pentagono, la Embajada y el Departamento de Estado.
-Perdona, no quería molestarte. Siempre es bueno ver al jefazo con los humildes soldados en el frente.
-Desde luego, y me gustaría que me organizaras una visita a tus muchachos en Tchepone, ¿podrá ser?
-Déjame que lo organice, ¿Cuánto piensas quedarte?
-Hasta mañana al medio día.
-Bien, veré que puedo hacer.
-De acuerdo, ahora seguro que este bonito bunker tiene alguna sala más discreta que esta ¿verdad? – le pregunto al mayor que le había acompañado desde el helicóptero.
-Por supuesto General, síganme por favor.

Los cuatro Generales llegaron a una pequeña habitación con una estrecha mesa, varias sillas, una potente lámpara, y un caballete de donde colgaba un mapa, que se sumaba a los que había repartidos por las paredes. Entonces el Mayor se retiró, y cerró la puerta tras de sí. Los cuatro hombres se quitaron la gorra y tomaron asiento. Peers repartió unos vasos y sirvió agua a los presentes.

-Todavía es muy temprano para algo más fuerte, pero si alguien quiere, siempre llevo una pequeña petaca de whisky conmigo. – Nadie acepto la oferta de Peers. – Bien, pues entonces estamos a lo que nos quieras decir Bill – dijo dirigiéndose a Rosson.
-Lo primero, os quiero presentar, por si no lo conocéis ya, al General Ngo Quang Truong, comandante de la 1ª División de infantería survietnamita.

El vietnamita se levantó y saludó con la cabeza y tendió la mano a sus compañeros de habitación. Tras los saludos de rigor, Rosson prosiguió.

-Como ya saben, hace dos días, el comandante de la división paracaidista survietnamita, el General Du Quoc Dong, fue alcanzado por la metralla de un mortero en el curso de un ataque enemigo contra las posiciones de nuestros aliados cerca de Muong Phine. El General fue trasladado a un hospital de campaña en Dong Ha, pero sus heridas eran demasiado graves, y falleció al poco de ingresar. Ha sido una gran pérdida, y un golpe moral para los soldados bajo su mando. – Y tras un momento de silencio, continuo. – Pero así es la guerra, y no podemos detenernos por ello. Hasta ahora ha tomado el mando su segundo, pero he decidido, previa consultas con el General Westmoreland y Lam, que lo mejor para el transcurso de la operación, era que el General Truong se hiciera cargo de la División Paracaidista.
-Me alegro de esa decisión – dijo Dean -. He oído hablar de usted, General. Sé que ha servido usted con los paracaidistas durante muchos años y que siempre ha tenido un magnifico comportamiento en campaña. Bienvenido a bordo.
-Muchas gracias General Dean – contestó en un correcto inglés el vietnamita, a la vez que inclinaba ligeramente la cabeza.
-Yo también he escuchado su labor con la 1ª División – dijo Peers – y parece que lo ha hecho usted bastante bien. Espero que este a la altura de las circunstancias también esta vez – dijo con un tono poco diplomático a la vez que encendía un gran puro.
-Trataré de ser digno del mando y de la misión que me han confiado, y espero estar a la altura - dijo inclinando la cabeza ligeramente otra vez, pero con tono seguro y confiado, como el de alguien que tenía las ideas claras y sabía que tenía que hacer.
-Seguro que lo estará General Truong – intervino Rosson. – El General conoce muy bien esa división, y ha demostrado con creces ser uno de los mejores Generales en combate de la Republica de Vietnam. – Dio un sorbo a su vaso de agua y continuó. - Y ahora pasemos a otras cosas. Ya leo cada día vuestros informes, pero os lo quiero oír a vosotros ¿Qué tal va la cosa por aquí?

Peers, que se había erigido en el anfitrión de la reunión, se levantó, se acercó a un mapa y comenzó a hablar.

-Tuvimos suerte durante los primeros días. Pillamos al enemigo con la guardia baja y pudimos realizar la invasión de una manera más o menos fluida. Ello nos ha permitido hacer dos cosas esenciales, la primera, poder fortificarnos y preparar nuestras bases y campamentos en la zona de operaciones sin demasiadas interferencias, y la segunda, haber logrado desmantelar por completo la base 604 de los comunistas, negándoles una enorme cantidad de suministros, a la vez que hemos causado importantes bajas entre sus filas.
-Eso está muy bien, y ¿en la parte negativa?
-Pues que después de unos días más o menos tranquilos, el enemigo se está reorganizando con suma rapidez…
-Pero eso ya lo sabíamos, interrumpió Rosson.
-Desde luego, pero han sido muy rápidos, y están llegando refuerzos importantes a la zona, aunque eso seguro que ya lo sabes.

El comandante del XXIV CE recibía la más completa información de inteligencia y del orden de batalla enemigo que podía hacerse contra un enemigo siempre escurridizo. Y si, tenía conocimiento que un buen número de tropas comunistas ya estaban cerca o se dirigían hacia las posiciones del Cuerpo de Ejército en Laos.

-Así, es. Inteligencia estima en al menos dos divisiones y varios regimientos las unidades que están o estarán en breve en nuestra AOR.
-Pues de momento, esas fuerzas no se están empeñando con demasiada intensidad contra nuestros chicos, lógico por otra parte si tenemos en cuenta que los superamos en número, potencia de fuego y estamos bien fortificados.
-Así es – intervino el General Dean – de momento parece que se limitan a realizar ataques de tanteos contra nuestras posiciones y tratan de interrumpir nuestros suministros, con especial dedicación a los helicópteros y los convoyes terrestres.
-Correcto, así es, al menos contra nuestras unidades, pero por lo que el General Dong nos informó antes de fallecer, y parece que su muerte así lo recalca, es que los ataques comunistas, sin ser todavía demasiado importantes, son más intensos en su sector.
-…mmm…tiene lógica – murmuro Rosson – están atacando el eslabón más débil, no se ofenda General Truong, pero seguro que estamos de acuerdo en eso.
-General Rosson, los paracaidistas siempre suelen combatir con equipamiento ligero y sin muchas armas de apoyo. Si además están en el extremo de la operación más alejado de los suministros y es la unidad con menos efectivos, la situación se complica. No se preocupe, entiendo lo que quiere decir.
-Bien, me alegro. Pero es que además – continuo Rosson - si el enemigo logra sacar a sus fuerzas de las posiciones que ocupan, podrá reabrir la ruta Ho Chi Minh, aunque sea desplazándola más hacia el oeste.
-Exacto General, por eso creo que no podemos permitir que mis paracaidistas sufran pérdidas elevadas y sean sacados de sus posiciones. Debemos reforzarlos y abastecerlos correctamente, ya que por lo que he podido informarme, ha habido algunos días donde los suministros han sido claramente insuficientes…
-Ese problema lo tenemos todos – interrumpió Peers.
-Pero usted contará en breve con un aeropuerto completo, y el General Dean está adyacente a las bases de suministros en Vietnam. Nosotros estamos en el extremo más expuestos y alejado de la ofensiva, con tan solo una pequeña pista para aviones de despegue corto todavía a medio reparar, con pocas armas pesadas, además de ser, como ha expuesto muy bien el General Rosson, el blanco principal del enemigo ahora mismo.
-No crea que no estoy de acuerdo un usted y que no veo el peligro General Truong, pero en esta operación vamos muy cortos de refuerzos, y la 4ª Brigada paracaidistas debe permanecer en reserva para atacar a las formaciones enemigas más peligrosas, con una actitud ofensiva, y no reforzar a las fuerzas ya desplegadas. En cuanto a los suministros, me ocuparé personalmente, y espero que se solucione pronto.
-Eso espero yo también General. En cuanto a los refuerzos, le solicito permiso para traer a la compañía de reconocimiento de la 1ª División y ponerla bajo mi mando. Pese a su nombre, es más un pequeño batallón con los mejores soldados y armamento de la división. Me gustaría llevarla a Muong Phine y utilizarla de fuerza de reserva de la división. También necesitaría que algunas piezas del ciento cinco, morteros y CSR,s de la 1ª División reforzaran a mis tropas de manera inmediata, y más adelante, algunos vehículos blindados no nos vendrían nada mal.

Rosson miró a Peers que masticaba su enorme puro con ansia, y a Dean, que se mostraba interesado por las propuestas del vietnamita. Se pasó la mano por los cabellos y tras unos segundos respondió.

- No sé si debilitar nuestras fuerzas en la retaguardia, donde como usted bien sabe, están siendo fuertemente presionadas desde hace varios días en que parece que el Vietcong ha lanzado una campaña en muchos puntos del país, y con especial virulencia en la zona del I Cuerpo, es la mejor idea, pero de acuerdo, trasladaré su petición al General Lam.
-General, soy conocedor de la situación, y he pensado muy bien lo que le he solicitado. Creo que el General Lam accederá, no son fuerzas que vayan a suponer una diferencia en el I Cuerpo, y en Laos nos pueden venir muy bien.
-Está bien, que así sea.

Peers se sacó de la boca el puro por un momento para preguntar a su superior.

-Bill, ¿Qué hay de esa ofensiva comunista por todo el país de la que has hablado? Por aquí estamos muy ocupados y solo nos llega información fragmentada.
-Hace tres días que el Vietcong, principalmente, aunque en algunos lugares con apoyo del EVN, está atacando posiciones militares y civiles por casi todo el país, principalmente en torno a Saigón, Cam Ranh o Pleiku, además de la presión a la que están sometiendo a Da Nang y a nuestras fuerzas a lo largo de la RC 1 y 9, aquí en el I Cuerpo.
-¿Y qué hay de verdad en esos rumores de que el propio Westmoreland estuvo a punto de morir cuando atacaron el MACV?
-…no estoy seguro, todo se ha llevado con el mayor de los secretos. El General no ha podido, o ha querido contarme nada al respecto, y la versión oficial niega los hechos, pero según se rumorea en casa, están diciendo que hay pruebas del ataque a Westmoreland en el MACV y que pronto saldrán a la luz. Más allá de eso, no sé nada.
-Bueno, ¿y como es de mala esa ofensiva comunista en Vietnam del Sur? – preguntó otra vez el comandante de la 4ª ID.
-Podía ser peor. Parece que se ha planeado y ejecutado de forma apresurada, y son ataques más o menos inconexos y demasiado débiles en su mayoría. Estamos produciéndoles un gran número de bajas, aunque han logrado algunos éxitos, más propagandísticos que otra cosa, como el del ataque al MACV y a la base aérea de Tan Son Nhut, la toma de una emisora de radio en la capital desde donde difundieron unos minutos de propaganda comunista, o la toma de algunos poblados en zonas fronterizas con Camboya o Laos, pero poco más. Militarmente poco más. La mayor presión enemiga es en el I Cuerpo y para eso ya estábamos preparados.
-¿Entonces no tenemos de que preocuparnos?
-Bueno, en verdad, esos ataques están produciendo gran preocupación en el Gobierno survietnamita que ve como sus ciudadanos reclaman más seguridad y temen que den la impresión de que no pueden controlar la situación. Hay quien reclama ya que vuelvan las tropas de laos para mejorar la seguridad, pero de momento son minoritarios, aunque desde luego, por el momento no tenemos posibilidades de recabar alguna unidad más para “Nathan Halle II”, aunque eso también lo teníamos previsto. Sabemos que vamos a estar con lo justo aquí, y tendremos que apañarnos.
-Si no queda más remedio…esos malditos cabrones…saben jugar sus cartas.
-Y hablando de otra cosa – prosiguió Rosson - ¿Cómo van los esfuerzos para reparar la RC9 y los aeropuertos?
-La RC9 ya es bastante transitable hasta mis surcoreanos – informó Dean, cuya brigada del Ejército surcoreano estaba situada en el extremo más occidental de la TF Dean, junto a la 4ª ID. – Hay ataques, pero tenemos al décimo de caballería de la 4ª División patrullando la zona, y junto con mis muchachos, se las apañan bastante bien para ofrecer seguridad a los ingenieros.
-El aeropuerto de Tchepone es apto para aviones pequeños de despegue y aterrizaje corto, y en un par de días más estará operativo para aviones más grandes – y dirigiéndose a Dean le dijo – Espero que esa maldita carretera esté terminada pronto, voy a necesitar a mis tanques por aquí si esto se pone más feo – dijo refiriéndose al 1º Batallón/69º Regimiento Acorazado, que con sus tanques M-48 formaba el núcleo blindado de la división y que de momento aguardaban entre Lao Bao y Khe Sanh.
-¿Y qué hay de los helicópteros? Tal y como habéis comentado antes, “Charlie” está buscando derribar o destruir en tierra tantos como puede, y el General Seneff me lo confirma, sus aparatos están sufriendo algo más de lo previsto.
-Sí, se están dando mucha prisa en traer piezas antiaéreas, y aunque bombardeamos las posiciones que localizamos, ya sabes que estos tíos son buenos enterrándose, así que hemos tenido que enviar patrullas a destruirlos sobre el terreno, a veces con buenos resultados, a veces no tan buenos. Todos sabemos que si perdemos los “pájaros”, esto se acaba pronto ¿verdad? – apostillo Peers.
-Desde luego – respondió Rosson – por eso he dado orden de priorizar esos blancos para la aviación y la artillería de largo alcance del CE. Espero que vosotros también hagáis lo que podáis.
-No te preocupes, estamos en ello, pero creo que vamos a seguir teniendo bajas, así que asegúrate de que en Washington entiendan que nos deben proporcionar al menos el material necesario, ya que nos dejan cortos de hombres.
-Haré lo que pueda. Y en otro orden de cosas, he visto las listas de bajas, de momento no son inquietantes, dentro de lo previsto, pero hay algo que no sale en los informes ¿Cómo está la moral de la tropa?
-Alta en la “TF Dean”. Los vietnamitas y coreanos se las apañan bien y mis paracaidistas de la 173ª, como siempre, pero les gustaría algo más de acción, son una fuerza ofensiva por naturaleza y eso de aguantar posiciones defensivas durante mucho tiempo, veremos a ver qué tal lo llevan.
-¿Y por tu División Bill?
-Moral elevada, sin problemas de momento. Quizás conforme pasen las semanas habrá que vigilar más ese tema, pero de momento bien.
-Entre los paracaidistas – intervino Truong, que obviamente había hecho sus deberes y se había informado por antiguos compañeros que estaban ahora en Laos – tras la pérdida de su comandante y los ataques más insistentes, no es tan alta como de costumbre, pero espero poner remedio a eso pronto. Por lo demás, si reciben los suministros adecuados y se accede a los refuerzos que he solicitado, mis hombres aguataran bien, los conozco, no tengan dudas.
-Excelente entonces. Caballeros, tratemos todos de mantener elevada la moral y el espíritu de lucha en nuestros hombres, sabemos que esto va a ser largo y difícil, así que preparémonos para todo.

La conversación duró unos minutos más, intercambiando más información y repartiendo algunas órdenes. Después, los Generales fueron a dar una vuelta por la base para ver cómo funcionaba todo, y después se dirigieron a comer con la tropa para conocer sus temores y oír algunas de sus opiniones, además de reforzar la moral entre los soldados.
Ya por la tarde, Peers y Dean regresaron a sus Puestos de Mando avanzados, mientras Rosson esperaba para entrevistarse con el General Cushman de la III MAF al anochecer, para luego prepararse para el viaje a la zona de Tchepone que el comandante de la 4ª ID había logrado prepararle en poco tiempo.

El comandante del XXIV CE iba a pasar un par de días muy ajetreados en el frente, pero estaba seguro que le serviría para conocer mejor la realidad de la operación “Nathan Hale II” y como se estaba desarrollando.


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Mensaje por flanker33 »

Para el siguiente ¿volvemos de nuevo al comando survietnamita como personaje principal, en D+9 y metido en medio de un fregao donde los norvietnamitas ataquen a los paracaidistas survietnamitas, pero el comando y sus compañeros logren capturar documentación importante? ¿Atacando un puesto de mando regimental quizás?

Sobre los saltos temporales, la idea podría ser unos cuantos capítulos en los primeros días/ semanas de la invasión, luego algún AAR para saber como va la cosa, y después, digamos ya a dos o tres meses del inicio, el grueso del relato que sería el ataque comunista en serio al XXIV CE, para terminar con otro salto ya hacia el final de la intervención y la resolución del relato...algo así, por que narrar unos seis meses con capítulos cada pocos días, sería demasiado largo y tedioso.

Por cierto, en esta página podéis acceder a mapas detallados de la zona, que no subo por ser demasiado grandes para colocar aquí:

http://www.lib.utexas.edu/maps/ams/indo ... ml?p=print

Por ejemplo, el NE 48-15 corresponde al área de Tchepone, y el NE 48-16 al área de Hue y el norte del I Cuerpo.

Saludos.


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Mensaje por sergiopl »

flanker33 escribió:Para el siguiente ¿volvemos de nuevo al comando survietnamita como personaje principal, en D+9 y metido en medio de un fregao donde los norvietnamitas ataquen a los paracaidistas survietnamitas, pero el comando y sus compañeros logren capturar documentación importante? ¿Atacando un puesto de mando regimental quizás?
Interesante. Y si los paracas survietnamitas van a tener importancia en el desarrollo final de la historia (en plan "Un puente lejano" en la jungla)... está bien ir metiéndolos en el ajo.
Sobre los saltos temporales, la idea podría ser unos cuantos capítulos en los primeros días/ semanas de la invasión, luego algún AAR para saber como va la cosa, y después, digamos ya a dos o tres meses del inicio, el grueso del relato que sería el ataque comunista en serio al XXIV CE, para terminar con otro salto ya hacia el final de la intervención y la resolución del relato...algo así, por que narrar unos seis meses con capítulos cada pocos días, sería demasiado largo y tedioso.
Completamente de acuerdo. Una vez presentada la ofensiva, los personajes, los planes... se puede saltar a la acción principal, con el SITREP que narre toda la fase preliminar (tal vez pueda introducir algún "flash" durante las transiciones... algo en plan cartas desde casa, conversaciones entre soldados... pero todo en un capítulo relativamente breve que abarque varias semanas/meses y ya).


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Capítulo 11 “Tras las líneas enemigas…otra vez”


Se había despertado cuando todavía faltaban diez minutos para que el reloj marcase las cuatro de la mañana, la hora a la que comenzaba su turno de guardia. Se estiró un poco y aprovechó ese tiempo para fumarse un cigarrillo.

Para evitar ser detectado, el cabo Ngo Van Dao se cubrió la cabeza con un poncho y cogió un “Lucky Strike” que encendió y se llevó a los labios. Fumar aquellos cigarrillos americanos que el Sargento Snider le conseguía a buen precio, era de lo poco que a Dao le tranquilizaba cuando estaba tras las líneas enemigas, aunque por lo menos aquella noche había conseguido dormir tres horas, lo que no estaba mal cuando estaba en “el monte”.

Dao, tras apenas un día de descanso en Dong Ha, había vuelto de nuevo a Laos, y es que ante la escalada del conflicto en aquel país, los equipos LRRP de reconocimiento en profundidad de las fuerzas especiales, y especialmente los del proyecto Delta, estaban muy solicitados. Tal era así que de su dotación normal de ocho o diez hombres, ahora se habían reducido a cuatro para tratar de dar cobertura a todas las solicitudes de recabar información tras las líneas enemigas. Por lo tanto, Dao, se unió de nuevo al soldado Minh Hai, al Sargento Francis Snider y al Teniente Brian McCown que esta vez estaría al mando.

Fueron insertados la noche anterior a varios kilómetros al sur de las posiciones de los paracaidistas survietnamitas en las inmediaciones de Muong Phine. La misión era la de siempre, observar e informar sobre el despliegue y llegada de fuerzas enemigas a la zona, y aquello sabían hacerlo bastante bien. Se situaron en las inmediaciones de la ruta 23, que llegaba desde el sur hasta Muong Phine donde se unía a la RC9. La propia ruta 23 estaba siendo poco usada por el enemigo por ser un objetivo demasiado obvio y que recibía la constante atención de la aviación norteamericana. Por eso, los comunistas estaban usando senderos y trochas paralelas, mucho menos transitadas y mejor camufladas, a izquierda y derecha de esta.

Y era cerca de una de aquellos caminos donde el equipo del Teniente McCown había llegado tras la infiltración en helicóptero. Habían ocupado una posición elevada, y tras cavar unos pozos de tirador bien profundos que camuflaron con gran destreza, comenzaron su labor de recabar datos sobre el enemigo. Así, durante aquel día, habían anotado el paso de varios cientos de soldados enemigos, y estaban seguros que por cada diez que lograban descubrir, pasaban inadvertidos al menos el doble de “Charlies”. En su informe de las 22:00 horas, comunicaron el paso de un par de batallones, o quizás incluso de un regimiento entero hacia el norte, en dirección a los paracaidistas survietnamitas. En Khe Sanh, donde recibieron la información, los oficiales de inteligencia del mando avanzado del XXIV CE, observaban con preocupación cómo el número de soldados enemigos crecía sin parar cerca de las fuerzas que formaban parte de la operación “Nathan Halle II”.

Desde que hacía diez días había comenzado la invasión, toda la 325º División del NVA había estado operando en la zona, junto a las tropas que custodiaban la ruta Ho Chi Minh y algunas fuerzas del Pathet Lao. Esas fuerzas se habían visto sorprendidas y superadas en número y potencia de fuego durante los primeros días. Pero desde entonces las cosas habían cambiado. Inteligencia estimaba ahora en otras dos divisiones las llegadas al AOR del XXIV CE. Una llegada desde el norte de la DMZ, posiblemente la División 320ª, y otra, la 3ª División del Vietcong, una unidad bien equipada para los estándares de las divisiones del FLN, seguramente por tener entre sus filas a varios miles de soldados del NVA, y que en la práctica era una unidad norvietnamita más, y que operaba normalmente en la II CTZ. Además, otros dos regimientos independientes habían acompañado a la división desde el norte de la DMZ, y otro más a la división llegada desde el sur, y para finalizar, se estaba recibiendo información de un gran número de unidades antiaéreas que llegaban a la zona, y que estaban erizando las montañas de cañones y ametralladoras pesadas que apuntaban al cielo y que complicaban días tras día, la vida de los helicópteros aliados, y en menor medida, la de los aviones que volaban algo más alto. Incluso había informes sin confirmar de la construcción de un puesto de misiles SA-2 a unas 25 millas náuticas al noreste de Tchepone, ya en suelo norvietnamita, justo al otro lado de la frontera. La Fuerza Aérea estaba tratando de localizarlos y destruirlo en caso de que fuera cierta su existencia.

Y no por menos esperado ese refuerzo enemigo, dejaba de ser peligroso. El enemigo todavía no realizaba grandes ataques. Se estaba concentrando en ataques de “golpear y huir”, tanto contra las bases de fuego y los aeropuertos o helipuertos, como contra las líneas de abastecimiento en la RC9. Además, estaban haciendo acopio de material y munición en la zona. Los daños no eran demasiados, pero el goteo continuo de bajas entre los soldados y de helicópteros, no ayudaba mucho a la moral aliada. Los comunistas como siempre se mostraban escurridizos y sus bajas eran difíciles de cuantificar, pero se presuponía que ya habían caído varios miles bajo el poder de fuego norteamericano, y así, la 325ª es posible que estuviera reducida a la mitad de su fuerza según varios informes. Por su parte, la 320ª se suponía casi al completo de sus diez mil efectivos, mientras que la 3ª División, había sido castigada por los combates previos y los bombardeos en su viaje hacia norte, por lo que no más de seis o siete mil hombres debían componer sus filas. Pero había más fuerzas comunistas en camino…

Cuando Dao daba las últimas caladas a su cigarrillo, sintió como Hai le golpeaba ligeramente sobre el poncho. Pensó que ya era la hora de su guardia, pero cuando apagó el “Lucky Strike” y salió de debajo del poncho, vio cómo su compañero le indicaba mediante señales hacia abajo. Allí, a los pies de la pequeña colina que habían escogido como puesto de observación, a escasos cincuenta o sesenta metros, un buen número de soldados enemigos parecía que estaban deteniéndose a descansar. El cabo Dao avisó silenciosamente al Sargento y al Teniente. Estos, tras despertarse y echar un vistazo a lo que le indicaban sus otros dos compañeros de patrulla, se mantuvieron durante unos instantes en silencio. Allí abajo debía haber por lo menos unos setenta hombres, según contó Dao, y seguro que había más que no habían visto. El Teniente cogió su fusil M-16 dotado con el visor “Starlight” que acababan de recibir hacía poco más de un mes, y la imagen de los soldados enemigos fue mucho más clara. McCown de pronto se dio cuenta de algo. El enemigo transportaba un número poco usual de equipos de comunicación. Miró con más detenimiento, y pudo ver a otros soldados que cargaban grandes tubos para guardar planos e incluso material como mesas o sillas. Y fue entonces cuando se dio cuenta, allí abajo, un hombre llevaba lo que parecían insignias de Coronel del Ejército norvietnamita…lo cual solo podía significar una cosa. McCown, tras pensar durante unos segundos, cruzó unas palabras en voz muy baja con sus hombres, y acto seguido ordenó a Hai que se retirara con él hacia una posición más alejada y se llevara la radio, mientras Dao y Snider mantenían la vigilancia.

Una vez situados a una distancia prudencial, pero todavía manteniendo el contacto visual con el enemigo con la ayuda del visor nocturno, el Teniente se puso en contacto con una batería de obuses de 105 mm de los paracaidistas survietnamitas, situada unos 9 kilómetros al noroeste de su posición.

-“Muro de piedra”, aquí “Antorcha Actual”. “Muro de piedra”, aquí “Antorcha Actual”, adelante.
-“Muro de piedra” a la escucha para “Antorcha actual”.
-“Antorcha Actual” solicita misión de fuego. Objetivo infantería bajo cobertura de árboles. Punto de referencia Antorcha Oscar Papa. Cincuenta metros al oeste. Fuego de referencia. – Y tras unos segundos, la radio volvió a cobrar vida.
-“Antorcha Actual”, ¿confirma punto de referencia Antorcha Oscar Papa. Cincuenta metros oeste?
-Afirmativo, confirmo. Dispare en dos minutos. “Antorcha Actual” estará listo para corregir el tiro.

McCown estaba apostando fuerte. La duda del oficial de la batería tenía su razón de ser. Las coordenadas que facilitaba el Teniente estaban a escasísima distancia de su propio puesto de observación, y la dispersión del tiro podía afectar a él y a sus hombres. Pero McCown había apostado a que con la cobertura de la que ellos disponían y sus enemigos no, podrían salir indemnes. Pero además, estaba poniendo en peligro el objetivo de su propia misión, que era la de observar y no combatir, pero aquel era un objetivo demasiado bueno para dejarlo escapar. Allí abajo podía encontrarse con un puesto de mando regimental que se trasladaba de noche, y que ahora había parado a descansar unos minutos al menos. No podía desperdiciar la oportunidad.

Así que al poco de regresar McCown y Hai a sus pozos de tirador, cayó el primer proyectil de “Muro de piedra”.

-“Muro de piedra”, corrija 40 al este y 20 al norte. Fuego efectivo – dijo por radio al observar que el proyectil caía demasiado alejado de su objetivo. Debería haber esperado al menos a otro proyectil para volver a corregir el tiro y solicitar fuego efectivo, pero la rapidez era esencial, y los enemigos ya estaban comenzando a dispersarse.

Por suerte para Dao y sus compañeros, los artilleros paracaidistas estuvieron a la altura de las expectativas y barrieron con un fuego muy preciso a los comunistas. Numerosas andanadas de proyectiles recorrieron una y otra vez la zona indicada, causando docenas y docenas de bajas entre el enemigo, que no tenía apenas donde esconderse. Muchos cayeron cuando aún no habían buscado un refugio, otros de camino a él, y algunos más, cuando ya se habían echado cuerpo a tierra. Dao y los hombres del equipo “Antorcha” sufrieron también el vendaval de fuego, y estuvieron a punto de sufrir alguna herida cuando más de un proyectil se desvió y cayó endemoniadamente cerca, o al menos eso le pareció al cabo survietnamita. Tras varios minutos, y cuando McCown pudo dar un rápido vistazo y le pareció que el trabajo estaba hecho, solicitó a la artillería detener el fuego.

A simple vista poco o nada podía verse, la oscuridad y el humo hacían imposible ver algo, y ni el visor “Starlight” ayudaba demasiado. Sin embargo el Teniente no se entretuvo. A una orden suya, el equipo “Antorcha” se puso en movimiento. Avanzando con cautela pero rápidamente, debían actuar cuando el enemigo todavía no se había recuperado del bombardeo. Conforme descendían la ladera de la pequeña colina, e iban recuperando el oído, comenzaron a escuchar los gritos de los heridos y moribundos. Dao y los suyos iban vestidos con uniformes camuflados “tiger stripes” y con sus manos, cuello y cara oscurecidos con cremas para resultar casi invisibles en la oscuridad. Ningún comunista los vio hasta que prácticamente estuvieron encima de ellos. Eran como sombras ejecutoras moviéndose a través de un campo de moribundos. Los cuatro sacaron sus pistolas con silenciador, y al adentrarse en lo que había sido el terreno que ocupaba la unidad enemiga, comenzaron a eliminar a todos cuantos les parecían que todavía respiraban y podían ser una amenaza, aunque en realidad pocos de ellos todavía podían sujetar su Kalashnikov. Pero el Teniente tenía una idea clara, y pese al humo y la oscuridad, quería dirigirse hacia donde había visto por última vez al hombre con las insignias de Coronel.

Dio instrucciones a los demás para que recogieran cuanto material de inteligencia les pareciera adecuado. Dao se hizo con un tubo lleno de mapas, que aunque algo afectado por el fuego de artillería, todavía podía ser reconocido y analizado por inteligencia. El Sargento Snider se hizo con algunas grabaciones en cintas magnetofónicas y algunas fotografías, pero fue el Teniente y Hai los que se llevaron el premio gordo al descubrir el cadáver del Coronel. Dentro de su guerrera llevaba un sobre con un montón de papeles, y cuando Hai pudo leer un poco por encima lo que ponía, e hizo un gesto con el pulgar hacia arriba y una gran sonrisa, el resto del equipo supo que habían encontrado lo que querían. Era hora de salir de allí. El ruido de algunos soldados enemigos llegando desde el sur, unido a que el humo se iba disipando, no hizo sino aumentar la urgencia de su retirada. En total no habían pasado más de dos minutos entre los soldados de aquel puesto de mando comunista.

Avanzaron hacia el noroeste durante un rato, muy atentos a cualquier ruido y siempre mirando hacia atrás, para no ser seguidos por el enemigo. Luego hacia el noreste, antes de girar definitivamente hacia el este, y no dejar de moverse hasta que estuvo a punto de amanecer. Tuvieron mucho cuidado de borrar sus rastros para no ser perseguidos, y solo tras asegurarse durante un buen rato de que “Charlie” no estaba en la zona, solicitaron una evacuación inmediata. McCown sabía que debería responder ante sus superiores por aquel cambio en la misión, pero también estaba seguro que les iba a interesar mucho el botín que habían capturado, y que justificaba el cambio de planes.

La recogida se hizo poco después cuando un “Loach”, que llegaba con los primeros rayos de sol a su espalda, los sacó de allí sin más contratiempos. De camino a Khe Sanh, y mientras observaba las montañas verdes y los ríos marrones que ofrecía el terreno, Dao daba gracias por haber salido vivo de operar tras las líneas enemigas una vez más. Los integrantes del equipo “Antorcha” se sonreían unos a otros, aliviando la tensión de las últimas horas. Volvían a casa antes de lo esperado, y como no era por haber recibido alguna herida, era una gran noticia.


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Mensaje por sergiopl »

Hola flanker33, buen capítulo :sisisi:

¿Por dónde irán los tiros (literalmente) en la próxima entrega? ¿Tal vez es el turno del la tripulación del Huey?


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Mensaje por flanker33 »

Hola Sergiopl,

gracias y también por su colaboración. Sobre el siguiente capítulo, mi idea era avanzar un poco en la linea temporal, digamos ¿un mes desde la invasión? y explicar lo sucedido en ese tiempo y como van las cosas. Podiamos hacerlo mediante una carta de algún familiar como sugirio usted, que le llega a uno de los soldados de la 4ª ID, a Farris por ejemplo, y como este y sus compañeros, en la seguridad de un bunker en su "firebase" hablan un poco de todo. Y luego en ese mismo capítulo o en otro aparte, los mandos comunistas dando las instrucciones más o menos previas para la contraofensiva en Laos, Respecto a esto, ¿que le parece situarlo sobre unos dos meses, a principios de enero del 68, o quizás ya hasta el Tet?
También he pensado en la posibilidad de incluir algún personaje más para dar añgún punto de vista sobre la guerra aérea. Ya me dice usted como lo ve.

Saludos.


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Mensaje por sergiopl »

Sobre el siguiente capítulo, mi idea era avanzar un poco en la linea temporal, digamos ¿un mes desde la invasión? y explicar lo sucedido en ese tiempo y como van las cosas. Podiamos hacerlo mediante una carta de algún familiar como sugirio usted, que le llega a uno de los soldados de la 4ª ID, a Farris por ejemplo, y como este y sus compañeros, en la seguridad de un bunker en su "firebase" hablan un poco de todo.


Me gusta. Ha llegado el momento de pegar un "brinco" temporal y ese modo de lidiar con ello me parece apropiado, para que no todo sean SITREPs.
Y luego en ese mismo capítulo o en otro aparte, los mandos comunistas dando las instrucciones más o menos previas para la contraofensiva en Laos, Respecto a esto, ¿que le parece situarlo sobre unos dos meses, a principios de enero del 68, o quizás ya hasta el Tet?
Correcto. Así tenemos el siguiente "brinco", y un contraste con el capítulo anterior. Yo lo haría en dos capítulos separados, por aquello de remarcar el salto temporal.
También he pensado en la posibilidad de incluir algún personaje más para dar añgún punto de vista sobre la guerra aérea. Ya me dice usted como lo ve.
Éso depende de la carga de trabajo del autor :green:

Para mantener el "equilibrio" entre un bando y el otro habría que incluir 2 personajes, o en el caso de que fuera uno sólo creo que debería ser norvietnamita... aunque en ese caso debería ser en el marco de una campaña aérea intensificada contra el Norte, porque la NVAF poco iba a pintar sobre Laos (a no ser que el capítulo narre un intento fallido de "pintar" algo, por ejemplo).

De querer reflejar los ataques contra Laos, tampoco creo que el embajador vietnamita vaya a cabrearse si incluye a otro "imperialista" en la historia, siempre que no aparezca en demasiados capítulos :twisted:


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