Estimado
Tornado,
antes que nada, saludarte y darte la bienvenida. Celebro que te guste la historia (larga) de la Revolución Francesa y las Guerras de Coalición.
Sí, estoy totalmente de acuerdo contigo, las Revoluciones CASI SIEMPRE muestran lo peor del ser humano, revoluciones sangrientas como la Francesa o la Rusa, o la Española así lo acreditan.. en cambio la Revolución Americana de 1776 fue una revolución liberal, creadora de derechos (no anuladoras de los mismos como la francesa), tal vez más práctica y posiblemente más pobre a nivel intelectual... pero desde mi punto de vista, infinitamente más honesta.. creo que fue la única revolución por la que merecía la pena luchar, pero eso es muy subjetivo.
Totalmente coincido contigo, Luis XVI fue el más bueno, el más simple, el más bondadoso de los reyes de Francia, pero fue su bondad, su indecisión para afrontar los gravísimos problemas financieros, los que a la postre lo llevarían a la tumba, un Luis XIV, un Luis XI no se hubieran visto en esas, porque el mismo día en que los diputados del Tercer Estado se les levantó para formarse en asamblea permanene, hubieran enviado a las tropas a pasarlos a cuchillo.. y aquí paz y después gloria.. es como Nicolás II, de haber sido Alejandro III otra cosa hubiera sonado...
quisiera saber su opinion acerca del Duque de Orleans
¡Ah, amigo Tornado! has nombrado al posiblemente más siniestro, peligroso (por su inteligencia) y temible personaje de cuántos intervinieron en aquella siniestra revolución...
Sí,
Felipe duque de Orleans, de Montpensier, de Chartres, Príncipe de la Sangre, primo hermano del Rey Luis XVI, hijo del Regente de Francia, y reputado Masón, Gran Maestre de las logias, odiaba al Rey por envidia y resentimiento y a la iglesia, por ser portadora del mensaje cristiano, fue un personaje, a la vez temible y fascinante, misterioso e inteligente.. estuvo detrás de todos los golpes de Estado de la primera parte de la Revolución: ¿Quién financió a las Sociedades de Pensamiento?, las Logias, los clubs.. fue el hombre que creó, con su inmensa fortuna, el famoso
Club de los Treinta.. el mismo club que publicó y editó el famoso escrito de
Sièyes.. fue la mano negra que condujo los oportunos golpes de Estado de junio/julio de 1789..
Controlaba todo, propietario de lo que hoy llamaríamos "una cadena de restaurantes y clubs", controlaba a las masas de los barrios bajos, poseía periodistas, agitadores profesionales, correveidiles, prostitutas, forjadores de rumores... que cobraban de sus arcas: entre aquellos que tenía comprado con su dinero se encontraban aristócratas, burgueses, artesanos, ociosos, bandidos, clérigos etc etc.. los
Sans Culottes comían de su mano.. fue él, su dinero y su control de los "medios de comunicación de masas" lo que posibilitó, por iniciativa suya, que un grupo de 43 aristócratas abandonaran el brazo propio y se pasaran al tercer estado, cuando éste se sublevó en junio de 1789... fue el principal responsable del
golpe de estado del 14 de julio de 1789 y si creemos a una de sus amantes, la prostituta (de lujo, eso sí)
Elliott, el duque planeó el golpe en un desayuno con
Lafayette y el alcalde de París,
Bailly.
A medida que la Revolución fue radicalizándose, también lo hizo el duque de Orleáns. Sentaba en su mesa a los líderes más extremistas y recitaba versos en el Club de los Jacobinos, tratando de halagar a
Danton y al psicópata
Collot de Herbois, pensaba que allá donde no llegara su dinero, su carisma y presencia bastarían para tener controlado todo el proceso revolucionario...¡fútil locura! una REVOLUCIÓN no se controla jamás.
Empleó la demagogia barata para adquirir una ascendencia entre las masas como nadie tuvo a lo largo de toda la revolución.. lo suyo fue una huida hacia adelante, como dijera su amigo, el también aristócrata revolucionario y regicida
Saint-Fargeau "
Cuando se tienen 600.000 libras de renta, sólo se puede estar o en Coblenza o en la cima de la Montaña».. allí estaba nuestro duque, que ahora se hacía llamar
FELIPE IGUALDAD, ese mismo título parece un chiste de mal gusto y de pura demagogia, de la más barata de todas, allí estaba con sus amigos
Marat, Robespierre, Saint Just...
Sin embargo, como todo proceso revolucionario, la francesa se le fue de las manos, él, que manejara los acontecimientos, se convirtió en un pelele, en un instrumento de los nuevos dueños de la Revolución y eso le aterró... se le ha culpado de haber votado la muerte incondicional del Rey, para mí, de todos sus malignos actos, aquél fue el menos perverso de todos, pues para entonces, enero de 1793, el duque ya no tenía margen de maniobra: un hombre que hilaba tan fino, tan lleno de matices, un virtuoso de las conspiraciones cortesanas, no podía sentirse agusto entre aquellas hordas de revolucionarios fanáticos y sangrientos, incorruptibles y feroces, que todo lo veían blanco o azul.. no, ya no controlaba el proceso pero ¿qué podía hacer? En 1793 ya no había vuelta atrás, los blancos lo odiaban, lo consideraban
un cerdo traidor a su clase y a su sangre, los
Condes de Artois y
Provenza lo habían declarado traidor, el
príncipe de Condé se jactaba de que él mismo lo ahorcaría en un árbol, los azules ya no eran aquéllos del 89 ni siquiera eran los del 91... ahora eran unos revolucionarios que no se asustaban ante las veladas amenazas, que no aceptaban sobornos, eran incorruptibles, como dijera Robespierre:
"
Somos ciegos como la justicia, duros como la verdad, insoportables como los mismos principios"
No, ya no podía hacer nada contra ellos, ni les tenían miedo ni los podía comprar.. ¿Qué hacer en medio de unos hombres sedientos de sangre, que no temen morir y que matan como un deber moral, como una especie de ángeles exterminadores?
El duque ya no tenía caminos por donde desviarse, ni a izquierda ni a derecha... cuando vio la cabeza cortada de una de sus amantes de antaño, la elegante
princesa de Lambelle, el duque, tal vez por vez primera, sintió miedo, el miedo de ver que has engendrado un monstruo que ya no controlas y que puede algún día revolverse contra tí
La muerte del Rey, al que creo, sinceramente, nunca quiso hacerle ese daño (era demasiado inteligente para gustarle la sangre) fue su ruina, su mismo hijo, vencedor de Jemappes, se pasó a los austriacos y eso precipitó la caída del antiguo duque; su inmensa fortuna quedó confiscada y aún pudo ver en la puerta de su residencia el cartel de «
Propiedad Nacional».
Tras un periodo de penoso encarcelamiento en Marsella, fue juzgado, condenado a muerte y ejecutado en la Plaza de la Revolución de París a las cuatro de la tarde del 6 de noviembre de 1793. El
duque de Orleáns subió los peldaños del patíbulo con las manos atadas a la espalda, perfectamente vestido, peinado y empolvado, con la dignidad y calma de un gran señor de ese Viejo Régimen que tanto había contribuido a destruir. Cuando uno de los ayudantes del verdugo se disponía a quitarle las botas, él le disuadió: «
No perdamos el tiempo. Lo haréis más fácilmente cuando esté muerto. ¡Terminemos cuanto antes!». Tenía 46 años. Ni siquiera había sobrevivido diez meses a su primo.
Thiers nos dice de este príncipe de sangre real que su muerte no inspiró ninguno de aquellos consuelo que sirven a las muertes injustas. La menos sentida de las muertes y la que más lástima debió inspirar. Fue Felipe Igualdad un hombre que sintió aversión por todo, un escepticismo absoluto por todo, por la vida, las ideas, la sociedad.. murió con el mismo desprecio hacia los hombres y hacia la vida que había mostrado a lo largo de ésta.
Creo que el Duque de Orleans fue el ejemplo del escéptico que crée aprovecharse de los idealistas, por considerar su falta de ideales superior a esos hombres... olvidó que ya Maquiavelo nos previno contra los idealistas y fanáticos.
Saludos