HISTORIAS QUE ESCONDE EL CENEPA...Patuca. 02.03.95. "Eramos los héroes del Cenepa", dice entre aburrido y molesto un comando de Quevedo mientras vigila las instalaciones de un destacamento fronterizo en la Cordillera del Cóndor.
¿Cómo?, le preguntó el sorprendido periodista con quien conversaba. Sí, intervino el compañero del comando luego de apagar su cigarrillo. Ahora ya están otros batallones allá donde era nuestra guerra.
"Nosotros estuvimos desde el principio y nosotros fuimos lo que evitamos que los peruanos construyeran su helipuerto. Seis de
nuestros compañeros murieron en combate, agrega el comando, que representaba una suerte de celo profesional por no haber sido los hombres que se llevaron la gloria de la defensa de los campos del Cenepa.
Los dos helicópteros con los observadores surcaron el cielo pero eso no interesa a los comandos que prefirieron relatar aquella
vez en que vigilaron a los 70 peruanos que construyeron la plataforma para el aterrizaje de sus helicópteros. Nosotros atacamos la base peruana y nos replegamos para luego volver a atacar, pero a la segunda ya no había ningún peruano en el lugar.
Esta historia, como decenas o cientas de otras, son las que hacen la gran historia de esta guerra para los soldados y la población
de la zona.
Son las historias que cuentan los soldados a sus familias y las que los pobladores las escuchan en las tertulias. Porque mientras
la diplomacia actúa y el fuego ha dejado de sonar estas historias cuentan los que hacen el recuerdo colectivo del conflicto bélico
para quienes viven cerca del teatro de operaciones.
Las historias como la del sargento Angulo, quien fue a Tiwintza con su primo durante los últimos enfrentamientos y con quien
había jurado o acordado que ninguno de los dos abandonaría el cuerpo del otro en la zona de combate.
Su primo murió en uno de esos enfrentamientos y el sargento Angulo se aferró a su cuerpo porque ese había sido el juramento.
Anduvo con el cuerpo de su primo durante casi dos días y nada ni nadie pudo hacer que lo deje a pesar de todas las advertencias
que le hacían sus compañeros quienes le colaboraron en todo instante. Y en el intento el sargento Angulo también murió,
siempre con el cadáver de su primo junto a él. Hubo también dos amigos que hicieron un juramento sellado con sangre, cortándose un poco en las muñecas, para que uno de los dos sacara el cuerpo del primero en fallecer. Uno de los entrañables amigos murió a consecuencia de los lanzallamas y su cuerpo desapareció en el monte. Allí también terminó la promesa.
También se repite la historia del shuar que llegó hasta el dispensario médico luego de haber sufrido la explosión de una mina por lo que debió amputársele la pierna. El shuar pidió que no se le pusiera anestesia porque quería sentir lo que se hacía y no dormirse. El médico cumplió a medias el ruego y apenas le colocó una cantidad mínima de anestesia. "Debió sufrir mucho, quizá lo indescriptible", nos contó el enfermero que vio como el shuar, para demostrar su hombría, ni siquiera hizo una mueca mientras se le amputaba el miembro.
Son estas y otras historias las que a diario recuerdan a la población de la frontera que tras tal o cual montaña, hay seres humanos que quizá ese momento están muriendo. Y es que en la frontera a veces la guerra parece que fuera apenas una gran anécdota.
"Ese gas que usan los peruanos no huele feo ni nada. Es como un olor a húmedo que al principio ni molesta, solo después deja ciego por algunos días", relataba ayer el mismo comando del Cenepa que ya se siente, como talvez quisiera, el único héroe del
Cenepa. Porque ahora ya son muchos los héroes de esta guerra sorda y cruel.
Y mientras estas historias pasan de boca en boca y se multiplican a medida que llegan los combatientes a sus casas o cuarteles, los
observadores han iniciado su trabajo. Un trabajo que tiene como fin el que se acabe la guerra y que solo quede el recuerdo y las
historias de todos lo que eran, son o talvez sean héroes del Cenepa...
Mucha Fabula. . . . . la primera victima "La Verdad"
Un Dia como Ayer se Inicio y se rompio La tranquilidad ....en el Cenepa