FERROL, 20 de diciembre—¡Friedrich! Entra viejo amigo. —Recibió el almirante en jefe de la Hochseeflotte, Franz R. von Hipper, al contralmirante Friedrich Bodicker, quien durante los últimos años había comandado la escuadra del Atlántico basada en España. —¿Quieres tomar algo? —Ofreció señalando el bar antes de servirle un Schnaps. —Tengo que decirte que has realizado una campaña magnifica. ¿Cuál es el estado actual de tus buques?
—Gracias Franz, los cruceros de batalla están para el arrastre y precisaran de al menos tres o cuatro meses en dique. Hay que limpiar los cascos, efectuar reparaciones de cierta magnitud, y realizar un recorrido completo a las calderas para cambiar todas las piezas desgastadas. El resto de cruceros han recibido mejor mantenimiento, pero también precisaran pasar por los astilleros una temporada.
—Entiendo, me imaginaba algo así. La presión a la que has sometido a esos buques ha sido extraordinaria… —Respondió Hipper antes de proseguir. —Esos buques partirán de inmediato hacia Pola, donde ya los esperan en los astilleros para su mantenimiento, por desgracia viejo amigo, tú no iras con ellos. A partir de este momento quedas ascendido a vicealmirante, y tomaras el mando de la Fuerza de reconocimiento de la Hochseeflotte.
—¿Vaya! Gracias Franz, muchas gracias. Tu antiguó puesto nada menos, gracias por confiar en mí.
—Es un placer, y te mereces esa confianza con creces…y más vale que te prepares, las próximas operaciones harán que lo hecho hasta ahora parezca una regata de remo…
—Me estas preocupando, Franz. ¿Tan difícil será? —Quiso saber Bodicker?

—Mucho, sabes tan bien como yo que derrotar a Gran Bretaña es casi imposible a menos que logremos acabar con la RN.
—Precisamente por ello no entiendo que hayamos cedido esos cuatro acorazados a España, Franz.
—No negare que ha sido una decisión difícil, Friedrich, pero es porque tú no sabes cómo llegaron a ponerse las cosas en Alemania antes de la llegada de las provisiones enviadas por España. Se pasaba tanta hambre a causa del bloqueo que llegaron a haber muertes por esa causa. Por fortuna los envíos de suministros españoles empezaron justo a continuación y se evitó la hambruna, además, en primavera esperamos que empiecen a entrar en servicio los nuevos cruceros de batalla y acorazados con artillería de 14 y 15 pulgadas, y precisaremos tripulaciones instruidas para esos seis buques.
—No sabía que las cosas habían llegado hasta ese extremo, Franz, ahora lo entiendo mejor. ¿Y cuál será mi misión a partir de ahora?
—De momento tomaras el mando de los cruceros de batalla Seydlitz, Derfflinger, y Hindenburg, a los que en primavera se sumaran los dos que ya tenías bajo tu mando, el Moltke y el Von der Tann. —Respondió Hipper mientras Bodicker asentía con la cabeza. —El Káiser ha aprobado que sigamos un plan de batalla que habían preparado los españoles para el caso de un enfrentamiento con los americanos.
—¿Los americanos? ¿No los británicos?
—No, los británicos aún son demasiado fuertes, sin embargo dependen de los suministros que ahora tan solo pueden recibir de américa y vamos a cortarlos para aislar totalmente su isla. Así que acabaremos con ellos para aislar totalmente a los británicos.
continuara...
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.