ITALIA, agosto-septiembreEl frente Italiano había continuado más o menos estable con escasas variaciones desde el inicio de la guerra. Pese a todo los ataques limitados se sucedían en ambos bandos, siendo especialmente efectivo el ataque con gases realizado en St Michel por las fuerzas austrohúngaras el 29 de junio, cuando abrieron 6.000 cilindros de fosgeno y gas mostaza que arrasaron las líneas italianas causando 7.000 bajas entre los italianos a costa de 2.000 propias. Con todo, las fuerzas austrohúngaras no aprovecharon esta ventaja y tras ocupar brevemente la primera línea de trincheras durante unos días que aprovecharon para reforzar su línea principal, regresaron a sus posiciones iniciales dispuestos a seguir su estrategia de desgaste. Después de eso llego un periodo de tranquilidad al frente mientras los italianos se preparaban para nuevas operaciones y los austrohúngaros se enfrentaban a amenazas más inmediatas en Galitzia.
Decididos a desatascar de una vez por todas, la situación en los Alpes y aprovechar la oportunidad que los rusos les acababan de brindar por medio de la brillante campaña realizada por el general Brusilov, el general Cardona programo nuevas ofensivas destinadas a romper el frente austro-húngaro y capturar la ciudad de Gorizia. Para ello reunió 22 divisiones que iniciaron una intensa labor de preparación cavando nuevas trincheras que facilitasen sus movimientos, así como empleando numerosas técnicas de camuflaje para ocultar el movimiento y desplegando una destacada labor de inteligencia previa. El ataque se realizaría en dos frentes, el primero al oeste del río Soca cerca de Gorizia, y el segundo cerca de la meseta Kras en Doberdo.
El ataque se desataría el 6 de agosto precedido como era habitual por una atronadora barrera de artillería. Cuando esta finalizo, los infantes italianos surgieron de sus trincheras para lanzarse sobre las posiciones enemigas. En Somatino el coronel Badoglio al mando de cinco batallones surgieron de unos túneles excavados al efecto casi enfrente de las posiciones austrohúngaras. En el combate subsiguiente y pese a las elevadas bajas que sufrieron a causa de las ametralladoras, los italianos lograrían hacerse con la cima de San Mauro de 507mts. En Sabotino sin embargo los soldados austro-húngaros salieron de sus refugios y posicionaron sus ametralladoras, abriendo fuego sobre las compactas masas de soldados italianos que corrían de frente contra las balas. Decenas de hombres cayeron en breves instantes como si se tratase de bolos, haciendo tropezar a los hombres que llegaban tras ellos, resultando herido el general Gagliani que cedió el mando al general Bono. El ataque se estancó pese a todos los esfuerzos italianos.
Convencido de la posibilidad de romper el frente austro-húngaro, el general Luigi Cardona ordeno redoblar los esfuerzos para expulsar a los defensores de las posiciones que protegían Goriza. En las trincheras los soldados austro-húngaros sobrellevaron como pudieron los ataques, sin embargo los fortines en los que emplazaban sus ametralladoras no pasaban de ser en la mayoría de los casos búnkeres de troncos con cobertura de tierra, muy alejados de otras obras de fortificación de hormigón armado hechas con tiempo en otras zonas del frente. Así el día 8 caería Oslavia y no sería hasta el día 10 cuando por fin caería la posición del Calvario. Tras varios días de combates y convencido de la imposibilidad de defender más tiempo sus posiciones al caer la cota 188, el comandante austro-húngaro Svetozar Boroević, originario de Serbia ordenó el repliegue el día 9 de agosto. Las tropas austrohúngaras retrocedían así al margen izquierdo del río Soca. Por fin las tropas italianas pudieron entrar en Goriza.
Mientras tanto en las colinas del Monte Santo, San Gabriel, San Daniel, Santa Caterina, Tivoli y San Marco, con el bosque de Panovizza a su espalda, formaban un duro núcleo defensivo alrededor de Goriza, viéndose los italianos a perseverar en los ataques para desalojar al enemigo de unas posiciones que les permitían bombardearlos a placer. Allí los ataques italianos se estrellaron una y otra vez con las defensas enemigas. En el bosque de Panovizza los francotiradores austrohúngaros causaron un reguero de bajas entre la infantería italiana que se atascó en su avance.
Por fin el día 12 tras una dura barrera de artillería los italianos asaltaron las posiciones austrohúngaras que respondieron con sus ametralladoras, la brigada Etna sería masacrada siendo sustituida por nuevas unidades que perseveraron en los ataques obligando a los defensores a retroceder poco conforme sus nidos de ametralladoras fueron destruidos. Por fin y como ocurriera en el sector de Oslavia el general Boroevic ordenaría el repliegue el día 14, habiendo logrado los italianos establecer una cabeza de puente al este del río Soca y conquistado la ciudad de Goriza, lo que elevo la moral italiana por las nubes.
El Leonardo da Vinci resultaría hundido en el puerto de Tarento por una explosión interna atribuida a agentes enemigos.Las bajas sufridas por los italianos alcanzaban las 68.000 con cerca de 25.000 muertos y un buen número de desaparecidos, sin duda muchos de ellos a causa de las explosiones de la artillería austrohúngara. Las bajas de estos últimos ascendían a 36.000, con alrededor de 8.000 muertos.
La siguiente batalla, la séptima del Isonzo tendría lugar entre el 14 y el 18 de septiembre, cuando el general Luigi Cardona trato de ampliar la cabeza de puente lograda por sus fuerzas en la ofensiva anterior. La salida del sol el día 14 convenció al mando italiano de iniciar el bombardeo, pero no tardaron en desatarse fuertes tormentas que fueron seguidas por una densa niebla que imposibilito el ataque. Este se retomaría al día siguiente, cuando las brigadas de la Guardia de granaderos, de Ferrara, Nápoles, Italia y Lombardía, con el 15º regimiento a la cabeza asaltaron las posiciones austrohúngaras tan solo para ser una vez más detenidos por las ametralladoras que segaron oleada tras oleada de infantería.
Nuevos ataques en días sucesivos fracasaron igualmente ante una defensa mucho más sólida de lo que los mandos italianos esperaban, dándose por concluida la ofensiva el día 17. Los austrohúngaros no habían salido de sus trincheras ni una sola vez, tal vez por ello sus bajas ascendían a unos 15.000 hombres entre muertos y heridos, siendo las bajas italianas aproximadamente el doble de esas. Las bajas italianas durante ese verano ascendían por lo tanto a más de 110.000 hombres, siendo las austrohúngaras de alrededor de 60.000.
A finales de octubre pese a la abultada superioridad numérica italiana tan solo se habían logrado algunos tímidos avances, y el frente continuaba estancado. Mientras tanto las marinas de Italia
(1) y el Imperio de Austria-Hungría se mantenían a la espera en sus respectivos puertos, fiando toda la actividad a las unidades sutiles y especialmente a los submarinos. El mayor éxito se debió sin embargo a un supuesto sabotaje
(2) llevado a cabo por agentes austrohúngaros en el puerto de Tarento. Allí el 2 de agosto se incendió y exploto el moderno acorazado Leonardo da Vinci, hundiéndose inmediatamente muriendo 249 tripulantes. Un destino similar al que sufriera el viejo pre Dreadnought Benedetto Brin el año anterior en Brindisi
(3).
No sería esta la única perdida, pues varios submarinos, destructores, y un gran número de mercantes que incluía el buque Q Remembrance británico fueron destruidos por diversos medios. Sin embargo merecen especial atención la pérdida del submarino B-10 en Venecia, pues este submarino británico del escuadrón del Adriático resulto hundido por un ataque aéreo procedente de Pola y Trieste el 9 de agosto, siendo así el primer buque hundido por uin ataque aéreo. No sería el último pues el 15 de septiembre el submarino francés Foucault fue sorprendido por dos hidroaviones austrohúngaros mientras navegaba en superficie, siendo atacado y hundido por estos. La guerra aérea dejaba sentir así su fuerza en el mar.
- Francia apoyaba a Italia en el bloqueo, permitiendo así a la Reggia Marina liberar unidades para el servicio en el estrecho de Gibraltar y el apoyo de las fuerzas en el Rif, donde escoltaban a los buques “neutrales” italianos que cruzaban el estrecho frente a los contendientes británicos y españoles.
- Se sospechó de municiones defectuosas pero se atribuyó a agentes enemigos la explosión. No sería este el único acorazado destruido por una explosión interna en puerto, pues el Vanguard británico sufriría igual suerte en 1917 y el japonés Kawachi en 1918.
- El acorazado Benedetto Brin de la clase Regina Marguerita fue saboteado por agentes austrohúngaros y exploto el 27 de septiembre de 1915 en el puerto de Brindisi perdiéndose 454 vidas.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.