GRUMO escribió:Estimado gato
Agradezco que no hayas respondido mis imputaciones de infamia, lo que indica que has recapacitado en analizar los datos técnicos, los métodos de ataque, la misión recibida, y contrastarlo con la imposibilidad que un cadáver hubiese apuntado en tres direcciones, altura, rumbo y angulo de toma, para de esa manera decir que un muerto, a lo Cid Campeador, fue quien tomo el mando del avión. Por ello muchas gracias.
Grumo
Estimado Don GRUMO:
Creo que en ningún momento he tratado de desacreditar o desprestigiar la memoria del Capitán Quiñonez. Tengo bien en cuenta que fue un oficial muy capacitado. Muy valiente. Siempre uno de los primeros en su clase, experto en el avión que pilotaba (revisado su expediente).
Entiendo que su avión era uno de los más poderosos en América Latina en aquella época (Datos técnicos revisados).
Entiendo que al atacar la posición ecuatoriana sabía que era lo que hacía, pues esa misma mañana, desde el mismo punto les habían disparado con armas antiaéreas, como lo indican los partes de guerra confeccionados por el mismo (Misión revisada). Dicho en otras palabras, sabía que atacaba una posición de artillería antiaérea donde habían Bredas de 20mm, que le habían disparado exitósamente a su escuadrilla esa misma mañana. Innegable el hecho. Es más, las armas fueron capturadas por el Ejército Peruano horas más tarde (Contrastado el hecho histórico).
El método de ataque fue "bombardeo en pique" ...o picada. Es decir que tomando altura con su avión el piloto lo lanzaba en un ángulo de 90º hacia el suelo. Este método era el más preciso para lanzar una bomba en aquella época, aunque la idea exigía un avión robusto y un piloto decidido, más un indicador de ángulo de picado. También algún tipo de sistema de frenado que permitiera salir del pique.
El hecho histórico dice que el ataque tuvo esas características, pero que el piloto nunca salió de su picada. Aunque otros dicen que el avión no cayó sobre la artillería pues esta quedó intacta y fue capturada por el Ejercito Peruano invasor.
Entonces, sin la menor intención de deshonrar la memoria de Quiñonez, observamos que un piloto experimentado como el susodicho no salió de este picado pudiendo haberlo hecho pues estaba muy familiarizado con esta técnica y con su avión.
No lo hizo porque ya estaba muerto.
Aunque podría decirse, también, sin denigrar a nadie, que los controles no le respondieron, pues habían sido tocados y/o destruidos por la artillería antiaérea ecuatoriana.
Este tipo de biografías, llenas de heroísmo homérico, son las que difaman la memoria del Capitán Quiñonez:
"...En ese preciso momento y cuando el teniente Quiñones efectuaba un descenso para lanzar sus bombas, su avión fue alcanzado por el fuego de las piezas antiaéreas enemigas, quedando afectado en sus partes vitales. Envuelto en llamas su avión, el
teniente Quiñones, lejos de utilizar su paracaídas, en el uso del cual era experto,
con plena conciencia de sus actos mantuvo el equilibrio de la máquina y describió con ella un ceñido viraje hacia la batería enemiga, contra la que se estrelló
destruyéndola por completo. Cumplió así la misión confiada heroicamente, con desprendimiento, valor, abnegación y el sacrificio de su propia vida, que había jurado consagrar a la patria cuando recibió su espada de oficial de la Fuerza Aérea del Perú."
O esta otra:
"...Al incursionar en una de sus temerarias acciones sobre el campo enemigo fue alcanzado por el fuego antiaéreo enemigo y su avión fue envuelto en llamas, entonces Quiñones, al
darse cuenta que era inevitable la caída de su avión, en lugar de emplear su paracaídas para salvarse,
realizó un viraje y enfiló hacia las baterías antiaéreas enemigas, estrellándose contra las piezas de fuego y silenciándolas, pues el pavoroso fuego acabó con todo lo que encontró, cumpliendo heroicamente con abnegación, desprendimiento y sacrificio de su vida..."
Son publicaciones comunes dirigidas a los niños y a la gente sin preparación o cultura militar.
Usted debería estar de acuerdo conmigo en que el Capitán Quiñones fue un héroe, pero que la acción bélica en la que muere ha sido, por dicirlo menos, distorsionada por los homéricos poetas historiadores nuestros. Y digo nuestros porque lo mismo pasa con nuestros héroes.
