Tras las derrotas sufridas a manos de los nipones en Pearl Harbour, Filipinas, Mar del Coral, y Midway entre otras muchas, los aliados por fin habían reunido una poderosa fuerza capaz de reaccionar y enfrentarse a los japoneses por tierra y por mar, encabezada por los portaaviones Enterprise, Hornet, Wasp, Illustrious, Victorious e Indomitable. Su primer objetivo serían las islas de Guadalcanal, Tulagi, y Florida en las islas Salomón. Islas en las que los nipones estaban estableciendo bases avanzadas que incluían un importante aeródromo en la isla de Guadalcanal, desde el que amenazarían todas las operaciones navales en el noreste de Australia. Era pues necesario reconquistar la isla y apoderarse de su crucial aeródromo, sin embargo las perdidas navales de los meses anteriores habían dejado muy mermada la flota del pacifico, y no lograrían reunir una fuerza capaz de rivalizar con la flota nipona hasta mediados de octubre.
Por su parte los nipones estaban consolidando las recientes conquistas y fortificando las islas, así como fortaleciendo su ejército, con la ayuda alemana que envió materiales capturados en burladores del bloqueo, y la armada con la entrada en servicio de nuevas unidades y la reparación de las dañadas anteriormente. En Guadalcanal las demoras aliadas habían permitido a los japoneses finalizar la construcción del aeródromo, y desde hacía poco operaban allí más de un centenar de aviones. Sin embargo sus defensas en tierra eran muy escasas, pues tan solo disponían de unos 2.000 obreros japoneses y coreanos sin armamento, y unos 1.000 soldados a los que se sumaban varios cientos de personal de tierra de las fuerzas aéreas. Una fuerza demasiado escasa para enfrentarse a las fuerzas de invasión norteamericanas sin el respaldo de la armada imperial.

Marines descansando
Tras una larga planificación, no exenta de problemas para reunir la flota necesaria, la invasión se lanzaría finalmente el 2 de noviembre, para lo que se reunió una impresionante flota compuesta de 6 portaaviones, 3 acorazados, 6 cruceros, y 20 destructores que escoltarían a las 50 naves de transporte y apoyo encargadas de desembarcar a los 20.000 hombres que intervendrían en la operación y sus equipos. Para ello se lanzarían dos operaciones, una contra las islas de Tulagi y Florida y la segunda y principal contra Guadalcanal.
El trayecto no estuvo exento de peligros, ya que loa nipones habían recibido información de la flota, aunque creyeron que se trataba de refuerzos para Australia. Sin embargo una oportuna tormenta impidió su localización aérea a lo largo del día 1 de noviembre, de forma que la flota logro presentarse frente a las islas sin ser localizada la mañana del día 2, lanzando de inmediato a sus aviones, tanto para proteger a sus naves y al desembarco como para castigar las defensas de tierra junto al fuego naval. Pronto tendrían lugar los primeros combates aéreos contra los aviones nipones basados en Guadalcanal, que despegaron con las primeras luces del día.
El desembarco en Tulagi donde destruyeron una base de hidroaviones con varios aparatos y los objetivos secundarios tendría lugar a las 08:00, encontrando una fuerte resistencia ofrecida por unos pocos cientos de defensores que serían superados rápidamente, de forma que a primera hora de la noche el control de las islas había cambiado ya de manos, siendo totalmente exterminadas sus guarniciones. Sin embargo en Guadalcanal las cosas serían muy distintas, pues realizándose el desembarco una hora y media más tarde, la resistencia tanto aérea como terrestre sería mucho mayor.
Los combates aéreos comenzarían antes de las 09:00, cuando aún faltaba una hora para que tuviese lugar el desembarco. En ellos los aviones nipones combatieron en solitario contra la muy superior Ala embarcada de los portaaviones, sufriendo graves pérdidas, en principio sin lograr ningún éxito sobre las naves de la flota pese a sus valerosos ataques. Mientras los aviones aliados causaron graves daños tanto a las fuerzas aéreas niponas, que perderían varios aparatos en tierra que se sumarían a las perdidas en el aíre, como en las defensas de tierra, producto del bombardeo previo al desembarco. Sin embargo a las 09:21, justo cuando las barcazas se estaban lanzando ya a por la orilla de la isla, un Kate nipon dañado en el último ataque se dirigió directamente sobre el portaaviones Hornet, estrellándose en su cubierta que quedo destruida junto a los 3 aviones que se encontraban en ella en esos momentos. De resultas del ataque el Hornet quedo fuera de servicio y sería enviado a EEUU para su reparación a lo largo de los 3 meses siguientes.
Cuando las barcazas de desembarco llegaron a tierra poco después, lanzaron oleadas de infantes de marina a unas playas defendidas tan solo por unas pocas decenas de hombres, pues la mayor parte de la escasa guarnición se concentraba más al interior. Sin embargo esas decenas de hombres bastarían para provocar decenas de bajas desde posiciones ocultas antes de ser superados. Nuevos combates tendrían lugar más al interior antes de llegar al aeródromo, aunque en esta ocasión estarían protagonizados por 9 francotiradores nipones, que ocultos en los arboles causaron 37 bajas entre los marines que se vieron impedidos de avanzar durante 43 minutos, hasta que tras retroceder unos cientos de metros las descargas de 3 acorazados limpiaron la zona desde la que abrían fuego contra ellos. En el propio aeródromo los combates fuero mucho menores, pues la mayor parte de los trabajadores eran fuerzas desarmadas que huyeron al primer bombardeó o coreanos que se entregaron en masa, sin embargo una compañía nipona restante resistió con dureza hasta que un asalto de los marines los desalojo del aeródromo.
A primera hora de la tarde los norteamericanos controlaban ya el dañado aeródromo y se esforzaban en descargar los suministros para los 11.000 marines desembarcados, que habían sufrido 400 bajas durante ese primer día. Mientras los nipones se habían retirado más al interior, donde planeaban defenderse, mientras sucesivos ataques aéreos procedentes de Rabaul habían logrado nuevos éxitos al dañar gravemente al destructor Jarvis y al hundir un transporte, sin embargo habían perdido casi el doble de aviones que los norteamericanos en estos ataques a lo largo de los 2 primeros días de combates, sin embargo sería la flota aliada la que se retiraría ante las pérdidas sufridas en sus alas aéreas y en el Hornet. Mucho más al norte la flota imperial advertida del ataque norteamericano ya se estaba preparando para contraatacar.