Así ven los soldados al nuevo comandante del Ejército, Alejandro Navas Ramos
15 de agosto de 2010 Subalternos y ex jefes lo consideran el militar más carismático que ha pasado por el cargo y recuerdan anécdotas a lo largo de su carrera.
Era una mañana del 2008 y las Fuerzas Especiales estaban en medio de una delicada misión en las selvas del Guaviare. El general Alejandro Navas Ramos pidió hacer un programa radial (comunicación con las unidades) con el grupo que estaba en combate. "Creíamos que nos iba a dar una orden, pero dijo: buenos días a todos y al Flaco, que está de cumpleaños, que se vuelva más viejo y que por aquí le guardamos la torta. Moral y quedamos QAP".
El Flaco es un soldado profesional, de los cientos que el nuevo comandante del Ejército tiene presentes en sus apuntes. Los trata como a sus hijos, según sus subalternos, que no tienen un solo reproche contra el hombre que desde el pasado 7 de agosto comanda a más de 170 mil combatientes.
De sus 38 años en las filas, 34 ha estado en la línea de fuego, combatiendo. A Navas, un monteriano de sonrisa amplia, tampoco le tembló la mano para empuñarla y decirle a uno de sus superiores, hace algunos años, que "se entendieran como varones", después de reclamarle por haberle negado el permiso a sus soldados "tras cuatro meses seguidos combatiendo", recuerda uno de ellos.
"Para Navas, desde que era subteniente, lo más importante siempre fueron los soldados y tiene una camaradería especial con ellos. Es algo que dentro de la milicia se ve con muy pocos comandantes porque creen que pierden respeto si son sus amigos", dice un ex comandante del Ejército.
Tal vez por eso se entienden las vivas que se escucharon en la Escuela Militar de Cadetes, el pasado 6 de agosto, cuando fue llamado al frente para tomar posesión de su cargo. Rompiendo el protocolo, desde el más alto general hasta el más raso soldado, aplaudió emotivo. Hasta el nuevo ministro de Defensa, Rodrigo Rivera, comentó el hecho.
El militarPero su llegada al comando del Ejército no es solo por su carisma. Si Navas no es muy conocido para la mayoría de la opinión pública, simplemente es porque nunca ha estado en un cargo de oficina. De sus 38 años en la vida militar, 34 los ha pasado en unidades de combate. Su hoja de vida lo dice todo: fundador de las Fuerzas Especiales y comandante de la Escuela de Lanceros, la Fudra, la Omega, el Comando Conjunto de Operaciones Especiales, y más de diez contraguerrillas y brigada móviles.
Fue el hombre que capturó en el 2001 al capo brasileño Fernandinho y les dio los más duros golpes a las Farc en el Plan Patriota. Hace apenas dos meses estuvo al frente de la Operación Camaleón.
"Como líder y como militar, él representa una esperanza hecha realidad para todas las generaciones jóvenes del Ejército. Las que hemos estado en las peores etapas del conflicto", dice un coronel, que destaca la chispa que tiene para calmar a la gente en medio de la adversidad.
Para los soldados no es el militar convencional que imparte órdenes. "Si antes estábamos comprometidos, ahora más", asegura el soldado Mena, un combatiente que ha librado más de siete operaciones a su lado. ¿Y qué es lo que más le gusta al general Navas? "¡El salchichón con pan!", responde Mena sin vacilar. Pero también disfruta con el calentado, que en medio de la selva es un manjar.
Ese compromiso con el Ejército, que lo ha alejado durante tantos años de su familia, es respaldado por Hanna, su esposa, y Diana y Quique, sus hijos, que intentan disfrutarlo cuando hay oportunidad.
En su equipo de campaña siempre hay un best seller, aunque por estos días está releyendo El Príncipe de Maquiavelo; es amante del vallenato y la salsa y antes de salir a una operación no falta el grito, que para él es una manifestación de fervor de los soldados de élite y por el que todo el Ejército lo identifica: ¡Ajúa!
Los que lo conocen aseguran que tiene la paciencia del santo Job y una determinación y un temple de acero a la hora de planear y ejecutar. Por eso creen que le dará muy duro no estar en la línea de combate. Y este es el momento de su verdadera hora. JINETH BEDOYA LIMA