La música ‘indeseable’
Agrupaciones de Zimbabue, Egipto y España, entre otros, no han podido presentarse en Estados Unidos por las nuevas políticas migratorias de Washington. ¿Tiene algo que ver su arte?
En marzo sucedió algo insólito para las relaciones internacionales: la Cumbre de Economía y Desarrollo de África, que se lleva a cabo todos los años en Los Ángeles, se vio obligada a declarar que no contaría con ninguno de sus invitados africanos. La razón: a todos ellos les habían negado la visa de entrada a Estados Unidos.
Este episodio es sintomático de las nuevas políticas de inmigración del gobierno de Donald Trump. Los casos se han multiplicado este año y, según un análisis del diario inglés The Guardian, los perfiles que más se han visto afectados son los de tecnólogos, deportistas, médicos, ciertos activistas políticos y músicos profesionales. Desde febrero hasta hoy, un total de diez bandas han visto truncados sus proyectos de realizar una gira a pesar de estar anunciados y, en muchos casos, con boletería vendida.
El primer caso se presentó en febrero: el cantante y guitarrista Oliver Mtukudzi, de Zimbabue, tuvo que cancelar a última hora un par de conciertos en Seattle. Tuku, como le llama su público, ofrece una música fresca y algunos de sus discos circulan en Colombia gracias a la distribución del sello Putumayo. De hecho, se presentó en Barranquilla en 2011. Una posible razón para que Estados Unidos le haya negado la entrada es su nacionalidad: a Zimbabue la gobierna desde hace más de 20 años el autócrata Robert Mugabe, si bien Tuku ha declarado su independencia política.
En marzo vino la peor racha: a siete bandas programadas para el Festival South By Southwest en Austin, Texas, les negaron las visas sin mayores explicaciones y sus sueños de estar en esa tarima (una de las vitrinas más vitales para la música independiente actual). Algunos, como el trío italiano de música punk Soviet Soviet, quedaron retenidos en el aeropuerto, esposados y encarcelados una noche entera antes de ser devueltos a su país. Por su parte, la cantante del grupo egipcio Massive Scar Era, que también fue deportada, declaró haberle oído a un oficial de aduanas que había preocupación por los discursos que algunas bandas pudieran hacer sobre el escenario.
Otras prohibiciones serían ridículas, de no ser por el tufillo de censura de todo este episodio. El dueto de jazz Yussef Kamaal hace música puramente instrumental; no se puede decir que tenga un mensaje directo, pero el nombre del grupo se parece al de Kamal Yussef, un artista revolucionario que fue el dolor de cabeza del establecimiento en los años cuarenta.
El caso más reciente llegó hace un par de semanas, cuando el grupo de rock español Medina Azahara recibió los resultados de sus solicitudes de visa: a todos se las concedieron, menos al teclista Manuel Ibáñez. ¿Algo que ver con los toques arabescos de su música, que, por cierto, son exquisitos? Las autoridades de migración no responden, su silencio es parte de su poder. Por solidaridad con su compañero, la banda canceló la gira estadounidense.
Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. El hecho de ser ‘prohibidos’ en Estados Unidos, o simplemente estar en las noticias de política internacional, ha multiplicado las visitas a su música en plataformas como YouTube o Spotify. Y la verdad es que conforman un buen playlist, variado, heterogéneo, multicultural, que podría llamarse algo así como ‘la música que Trump no quiere oír’
http://www.semana.com/cultura/articulo/ ... ias/525782