Por otro lado, está la propia historia rusoucraniana más reciente, aún una herida palpitante que ha terminado por reventar. Muchos no olvidan lo aprendido sobre el yugo que cayó sobre el país en el periodo soviético, el Holodomor, el sometimiento padecido...; y como si de librarse, por fin, de todo aquello se tratase, muchos se han echado a las calles con el mensaje de "rusos fuera de nuestras vidas de una puñetera vez", entendiendo que desde la caída de la URRS o la independencia de 1990, se ha pasado de aquel país sometido a país comprado.
Creo, sinceramente, que a muchísimos de los que, a estas alturas, han ganado claramente esta revuelta, no les importan el PIB, la inflación, los mercados internacionales ni las balanzas de pago; lo que quieren es sentirse partícipes e integrantes de otra Europa, la que despierta verdaderas ambiciones y suspiros, y lo quieren aunque sea partiendo desde cero. Quieren Euros, quieren Mercado Común Europeo, quieren una estrellita amarilla para ellos sobre esa bandera azul; quieren que de alguna forma se les relacione con los canales venecianos o del Sena; con el Coliseo romano, con Trafagar Square, con la industriosa Berlín, con las viejas e inspiradoras calles de Brujas, con el calor y el sol mediterráneo... y no con plazas rojas, Kremlins y viejas ruinas bolcheviques. O dicho de otra forma, quieren librarse, por fin, de todo lo que huela a esto:

Que si alguno no lo sabe, es el emblema de Ucrania en periodo soviético. Y a mi entender, los rusos lo saben; saben que buena parte de Ucrania los repudia, los aborrecen, les desprecia. Y eso, además de molestar, tiene que joder. Y no van a soltar el hueso así como así. De momento, he leído esto en una agencia de noticias rusa:
"Las regiones con mayoría de población rusa podrían separarse de Ucrania"
Y, tal vez, este sea el paso en el que el señor Putin esté pensando ahora: "Nos echaréis, pero nos llevaremos cuanto podamos". Y a ver que hace Europa y los EEUU entonces.