Cada vez más analogías con la palabrería que emplea la Rusia de Putin en sus leyes federales para justificar la represión doméstica: leyes sobre agentes extranjeros, sobre desestabilización, sobre incitación a la actividad extremista, sobre acciones hostiles contra el Estado...
Y todo esto mientras reciben en la Casa Blanca a un antiguo miembro de Al Qaeda para hacer Siria grande de nuevo.


