Herencia de Rocroi
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- Sargento
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Herencia de Rocroi
Los tercios españoles, han dejado una herencia que todavía es palpable en la actual organización del ejército.
El ejemplo:
Regimiento de Infantería Soria, llamado "El sangriento".
Procede de los 5.000 hombres que en 1.509 fueron enviados por el Cardenal Cisneros para proteger las posiciones en Italia.
En 1.513 recibe el nombre de Tercio de Nápoles, se destaca poco después en las campañas de Italia.
Incontables hechos de armas avalan su dilatada historia: presente en Pavía en 1.525, en el Sitio de San Quintín en 1.557, en las campañas de Flandes del XVII, toma parte en el bloqueo de Gibraltar y en la guerra con Francia en el siglo XVIII.
Protagonista destacado en la Guerra de la Independencia, 1ª y 2ª Carlista, Guerras de Marruecos (Uad Ras), Cuba durante el XIX, en nuestro siglo vuelve a participar en Marruecos, en la guerra civil y en la campaña de Ifni-Sahara en 1.957-58.
Coronel honorario del Regimiento Soria, que lleva este nombre desde 1.715, lo fue el Rey Federico Augusto III de Sajonia.
En su Bandera lucen dos corbatas laureadas de San Fernando concedidas en 1.839 y confirmadas por la Reina Gobernadora Dña. María Cristina.
De la batalla de Rocroi, el 19 de mayo de 1.643 procede su sobrenombre de EL SANGRIENTO por el heróico comportamiento de sus hombre en aquella y el aspecto que ofrecían tras la batalla.
Actualmente el Regimiento de Infantería Soria nº 9 de guarnición en Sevilla, esta encuadrado en la Brigada de Infantería Mecanizada XXII de la División "Guzmán el Bueno" Nº2.
El ejemplo:
Regimiento de Infantería Soria, llamado "El sangriento".
Procede de los 5.000 hombres que en 1.509 fueron enviados por el Cardenal Cisneros para proteger las posiciones en Italia.
En 1.513 recibe el nombre de Tercio de Nápoles, se destaca poco después en las campañas de Italia.
Incontables hechos de armas avalan su dilatada historia: presente en Pavía en 1.525, en el Sitio de San Quintín en 1.557, en las campañas de Flandes del XVII, toma parte en el bloqueo de Gibraltar y en la guerra con Francia en el siglo XVIII.
Protagonista destacado en la Guerra de la Independencia, 1ª y 2ª Carlista, Guerras de Marruecos (Uad Ras), Cuba durante el XIX, en nuestro siglo vuelve a participar en Marruecos, en la guerra civil y en la campaña de Ifni-Sahara en 1.957-58.
Coronel honorario del Regimiento Soria, que lleva este nombre desde 1.715, lo fue el Rey Federico Augusto III de Sajonia.
En su Bandera lucen dos corbatas laureadas de San Fernando concedidas en 1.839 y confirmadas por la Reina Gobernadora Dña. María Cristina.
De la batalla de Rocroi, el 19 de mayo de 1.643 procede su sobrenombre de EL SANGRIENTO por el heróico comportamiento de sus hombre en aquella y el aspecto que ofrecían tras la batalla.
Actualmente el Regimiento de Infantería Soria nº 9 de guarnición en Sevilla, esta encuadrado en la Brigada de Infantería Mecanizada XXII de la División "Guzmán el Bueno" Nº2.
"Nunca la pluma embotó la espada".
- tercioidiaquez
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prefgunta basica
Aunque formo parte de este mi regimiento "soria 9" y se bastante de la historia dle mismo.. me gustaria saber si al ser el regimiento mas antiguo de europa y del mundo occidental por no decir el mundo conocido, podriamos obstentar algun tipo de condecoracion especial, desfilaremos en este nuestro 500 cumpleaños en algun sitio especial tipo madrid , o quizas al tener que enviar a cierta cantidad de tropas a afganistan por causas de la mision para el 2009 nos quedaremos sin alguna cosa de esas.. gracias y asta pronto.
EL JARRON DE FORMA AL VACIO, LA MUSICA DA FORMA AL SILENCIO Y EL MILITAR A LA PAZ
- tercioidiaquez
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Raro ..¿¿¿ porque ??? pues de eso nada resulta que dicen por las oficinas que llevaremos despues de mayo del 2009 una boina roja sangre en honor a nuestro sobrenombre y ademas un distintivo de antiguedad en la unidad tipo legion.. regulares.. etc etc.. seria raro que se le diera al regimiento una condecoracion al mas antiguo de españa.. no lo veo tan raro amigo
Y no dejes de ver la tele porque seremos muy nombrados en este año venidero.. eso si ya se sabe que donde este el tercio o regulares o infanteria de marina incluso la brilat que se quiten los demas .. jjaja pues me parece que este 2009 no sera asi
Y no dejes de ver la tele porque seremos muy nombrados en este año venidero.. eso si ya se sabe que donde este el tercio o regulares o infanteria de marina incluso la brilat que se quiten los demas .. jjaja pues me parece que este 2009 no sera asi
EL JARRON DE FORMA AL VACIO, LA MUSICA DA FORMA AL SILENCIO Y EL MILITAR A LA PAZ
- tercioidiaquez
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Te me has adelantado tercio... yo oigo macutazos del siglo en mi unidad, y te puedo asegurar que han sido increibles los macutazos a lo largo del tiempo, macutazos que incluyen palabras como cabo verde, distintivos de escaladores esquiadores para "to" dios, hasta para ratas de oficinas que no saben lo que es un nudo de alondra... pero es que en tu regimiento debeis tener la sede de radio macuto porque esto supera todas mis expectativas...
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- General
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El regimiento de Soria número 9 estuvo destinado en la isla de Cuba, mi bisabuelo sirvió en dicho regimiento y en dicha isla (era oficial, nacido en 1854 y muerto en 1937), aunque me parece que el regimiento no estuvo en 1898.
En 1892 debió de estar en Algeciras, porque mi bisabuelo (era oficial de dicho regimiento) se casó con una señorita de esa población y tuvo uno de sus hijos allí, mi padre me contó que su tio Antonio nació en el campo de Gibraltar precisamente porque el regimiento se encontraba en Algeciras.
Saludos
En 1892 debió de estar en Algeciras, porque mi bisabuelo (era oficial de dicho regimiento) se casó con una señorita de esa población y tuvo uno de sus hijos allí, mi padre me contó que su tio Antonio nació en el campo de Gibraltar precisamente porque el regimiento se encontraba en Algeciras.
Saludos
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El perro de Rocroi.
El perro de Rocroi
XLSemanal - 24/10/2011. Arturo Pérez Reverte
La vida concede ciertos privilegios, y tener algunos amigos leales, sólidos como rocas, es uno de los míos. Entre ellos se cuenta el mejor de los pintores de batallas españoles vivos: se llama Augusto Ferrer-Dalmau, y llegué a su amistad por el camino más corto: la admiración que siento por su obra. Un día fui a una exposición suya y se lo dije. Le hablé de cómo, en mi opinión, su pintura continúa y renueva una tradición clásica que en España, con breves excepciones, tuvo escasa fortuna. Pocos de nuestros pintores se ocuparon de un género que en Francia tuvo a Meissonier y a Detaille, y en Inglaterra a Caton Woodville. Por ejemplo.
Ahora Ferrer-Dalmau ha terminado un cuadro espléndido, que estos días puede admirarse en una exposición que sobre su obra y la de su paisano Cusachs se celebra en el venerable edificio de Capitanía de Madrid, esquina de Mayor con Bailén. Se llama `Rocroi. El último tercio´, y narra -pintar con talento es una forma de narrar tan eficaz como otra cualquiera- la situación en el campo de batalla de Rocroi hacia las diez de la mañana del 19 de mayo de 1643, cuando los veteranos de la destrozada infantería española, formando el último cuadro, esperaban impasibles el ataque final de la artillería y la caballería francesas. Último ataque, éste, que no llegó a producirse. Admirado el duque de Enghien por la resistencia de los españoles -murallas humanas, los llamaría Bossuet- permitió a los supervivientes capitular con todos los honores, en los términos que se concedían a las guarniciones de plazas fuertes.
El cuadro de Rocroi tiene para mí un sentido especial, pues nació de una conversación con el pintor mientras despachábamos un cordero con cuscús en un restaurante de Madrid. Un lienzo crepuscular, fue la idea, que reflejase la soledad y el ocaso, la derrota orgullosa, el impávido final simbólico de la fiel infantería que durante dos siglos, desde los Reyes Católicos a Felipe IV, hizo temblar a Europa. El retrato riguroso de aquellos soldados empujados por el hambre, la ambición o la aventura, que acuchillaron el mundo caminando tras las viejas banderas, desde las junglas americanas a las orillas lejanas del Mediterráneo, de las costas de Irlanda e Inglaterra a los diques de Flandes y las llanuras de Europa central: hombres brutales, crueles, arrogantes, amotinadizos y broncos, sólo disciplinados bajo el fuego, que todo lo soportaban en cualquier degüello o asedio, pero que a nadie -ni siquiera a su rey- toleraban que les alzase la voz.
Mete un perro en el cuadro, sugerí más tarde, cuando el artista me mostró los primeros bocetos: uno que, como sus amos, se mantenga erguido esperando el final. Un chucho español flaco, pulgoso, bastardo, que siguió a los soldados por los campos de batalla y que ahora, acogido también al último cuadro, abandonado por su patria y sin otro amparo que sus colmillos, sus redaños y los viejos camaradas, espera resignado el final. Y píntalo tan desafiante y cansado como ellos.
A Ferrer-Dalmau le gustó la idea. Y ahora he visto el cuadro acabado, y el perro está ahí, en el centro, entre un veterano de barba gris y un joven tambor de trece o catorce años que el artista ha pintado rubio porque, naturalmente, es hijo de madre holandesa y de medio tercio. En el lienzo no figura el nombre del perro; pero Ferrer-Dalmau y yo sabemos que se llama Canelo y es un cruce de podenco y galgo español de hocico largo y melancólico, firme sobre sus cuatro patas, arrimado a sus amos mientras mira las formaciones enemigas que se acercan entre el humo de la pólvora, dispuestas al ataque final. Vuelto a los franceses como diciéndose a sí mismo: hasta aquí hemos llegado, colega. Es hora de vender caro, a ladridos y dentelladas, el zurcido pellejo. El cuadro es soberbio, como digo. O me lo parece.
Retrata a la pobre y dura España de toda la vida: el soldado ciego con una espada en la mano, al que un compañero mantiene de pie y vuelto hacia el enemigo; los que rematan sañudos a los franceses moribundos; el tranquilo arcabucero que sopla la mecha para el último disparo; el desordenado palilleo de picas que eriza la formación, tan diferente a las victoriosas lanzas que pintó Velázquez. Y sobre todo, la expresión de los soldados que miran al enemigo-espectador con rencor asesino. Acércate, parecen decir. Si tienes huevos. Ven a que te raje, cabrón, mientras nos vamos juntos al infierno. Realmente da miedo acercarse a esos hombres; y uno entiende que les ofrecieran rendirse con honor antes que pagar el precio por exterminarlos uno a uno. Son tan auténticos como el buen Canelo: españoles desesperados, tirados como perros, olvidados de Dios y de su rey. Y pese a todo, arrogantes hasta el final, fieles a su reputación, temibles hasta en la derrota. Peligrosos y homicidas como la madre que nos parió.
El cuadro (enlace directo)
http://www.perezreverte.com/articulo/pa ... de-rocroi/
http://ferrerdalmaunoticias.blogspot.co ... ocroi.html
Saludos
XLSemanal - 24/10/2011. Arturo Pérez Reverte
La vida concede ciertos privilegios, y tener algunos amigos leales, sólidos como rocas, es uno de los míos. Entre ellos se cuenta el mejor de los pintores de batallas españoles vivos: se llama Augusto Ferrer-Dalmau, y llegué a su amistad por el camino más corto: la admiración que siento por su obra. Un día fui a una exposición suya y se lo dije. Le hablé de cómo, en mi opinión, su pintura continúa y renueva una tradición clásica que en España, con breves excepciones, tuvo escasa fortuna. Pocos de nuestros pintores se ocuparon de un género que en Francia tuvo a Meissonier y a Detaille, y en Inglaterra a Caton Woodville. Por ejemplo.
Ahora Ferrer-Dalmau ha terminado un cuadro espléndido, que estos días puede admirarse en una exposición que sobre su obra y la de su paisano Cusachs se celebra en el venerable edificio de Capitanía de Madrid, esquina de Mayor con Bailén. Se llama `Rocroi. El último tercio´, y narra -pintar con talento es una forma de narrar tan eficaz como otra cualquiera- la situación en el campo de batalla de Rocroi hacia las diez de la mañana del 19 de mayo de 1643, cuando los veteranos de la destrozada infantería española, formando el último cuadro, esperaban impasibles el ataque final de la artillería y la caballería francesas. Último ataque, éste, que no llegó a producirse. Admirado el duque de Enghien por la resistencia de los españoles -murallas humanas, los llamaría Bossuet- permitió a los supervivientes capitular con todos los honores, en los términos que se concedían a las guarniciones de plazas fuertes.
El cuadro de Rocroi tiene para mí un sentido especial, pues nació de una conversación con el pintor mientras despachábamos un cordero con cuscús en un restaurante de Madrid. Un lienzo crepuscular, fue la idea, que reflejase la soledad y el ocaso, la derrota orgullosa, el impávido final simbólico de la fiel infantería que durante dos siglos, desde los Reyes Católicos a Felipe IV, hizo temblar a Europa. El retrato riguroso de aquellos soldados empujados por el hambre, la ambición o la aventura, que acuchillaron el mundo caminando tras las viejas banderas, desde las junglas americanas a las orillas lejanas del Mediterráneo, de las costas de Irlanda e Inglaterra a los diques de Flandes y las llanuras de Europa central: hombres brutales, crueles, arrogantes, amotinadizos y broncos, sólo disciplinados bajo el fuego, que todo lo soportaban en cualquier degüello o asedio, pero que a nadie -ni siquiera a su rey- toleraban que les alzase la voz.
Mete un perro en el cuadro, sugerí más tarde, cuando el artista me mostró los primeros bocetos: uno que, como sus amos, se mantenga erguido esperando el final. Un chucho español flaco, pulgoso, bastardo, que siguió a los soldados por los campos de batalla y que ahora, acogido también al último cuadro, abandonado por su patria y sin otro amparo que sus colmillos, sus redaños y los viejos camaradas, espera resignado el final. Y píntalo tan desafiante y cansado como ellos.
A Ferrer-Dalmau le gustó la idea. Y ahora he visto el cuadro acabado, y el perro está ahí, en el centro, entre un veterano de barba gris y un joven tambor de trece o catorce años que el artista ha pintado rubio porque, naturalmente, es hijo de madre holandesa y de medio tercio. En el lienzo no figura el nombre del perro; pero Ferrer-Dalmau y yo sabemos que se llama Canelo y es un cruce de podenco y galgo español de hocico largo y melancólico, firme sobre sus cuatro patas, arrimado a sus amos mientras mira las formaciones enemigas que se acercan entre el humo de la pólvora, dispuestas al ataque final. Vuelto a los franceses como diciéndose a sí mismo: hasta aquí hemos llegado, colega. Es hora de vender caro, a ladridos y dentelladas, el zurcido pellejo. El cuadro es soberbio, como digo. O me lo parece.
Retrata a la pobre y dura España de toda la vida: el soldado ciego con una espada en la mano, al que un compañero mantiene de pie y vuelto hacia el enemigo; los que rematan sañudos a los franceses moribundos; el tranquilo arcabucero que sopla la mecha para el último disparo; el desordenado palilleo de picas que eriza la formación, tan diferente a las victoriosas lanzas que pintó Velázquez. Y sobre todo, la expresión de los soldados que miran al enemigo-espectador con rencor asesino. Acércate, parecen decir. Si tienes huevos. Ven a que te raje, cabrón, mientras nos vamos juntos al infierno. Realmente da miedo acercarse a esos hombres; y uno entiende que les ofrecieran rendirse con honor antes que pagar el precio por exterminarlos uno a uno. Son tan auténticos como el buen Canelo: españoles desesperados, tirados como perros, olvidados de Dios y de su rey. Y pese a todo, arrogantes hasta el final, fieles a su reputación, temibles hasta en la derrota. Peligrosos y homicidas como la madre que nos parió.
El cuadro (enlace directo)
http://www.perezreverte.com/articulo/pa ... de-rocroi/
http://ferrerdalmaunoticias.blogspot.co ... ocroi.html
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