Dejarme deciros primero que nadie de nuestro bando fue herido, pero matamos a tres chicos malos (no me alegro por ello, pero en estas circunstancias no me arrepiento).
Íbamos de vuelta a casa desde una conferencia en Bagdad, dirección sur en la carretera principal a Najaf, a última hora del viernes, un convoy de tres coches, seis americanos del personal de la CPA-Najaf y nuestro destacamento de seguridad de seis salvadoreños, cuando tuvimos una emboscada en carretera de manual.
Nuestro coche en cabeza, un Suburban sin blindaje, tenía cuatro personas en su interior. Nuestro oficial de administración Lionel, un NCO retirado de la 82nd Aerotransportada, iba al volante. A su lado estaba el ·shotgun seat” (palabro americano para decir copiloto armado hasta las trancas), nuestro Staff Sergeant de la USAF y traductor de árabe, Sam, armado con una MP-5. En el asiento posterior izquierda iba un NCO salvadoreño con un M-4. En el derecho nuestro contratista civil de IT (e instructor de tiro de la NRA en Tejas) Mike, armado con un AK-47 de culata plegable. (Usábamos los AK porque son fáciles de manejar dentro del coche). Lionel tenía su propio AK junto a su asiento. Todos tenían una pistola Glock de 9mm. (En caso de que os sorprenda, nuestro equipo de Najaf trabaja junto a una base Española-Salvadoreña, y por un acuerdo con el comandante de los salvadoreños, su personal de seguridad entrenado en EEUU estaba asignado a nuestra protección a tiempo completo. El batallón salvadoreño en Najaf es el mejor de su ejército, entrenado en Benning y Bragg).
El segundo vehículo era un Excursión completamente blindado, con un cabo salvadoreño de conductor y su jefe de destacamento, un Sargento Primero apodado “Gato”, en el asiento del copiloto. Ambos armados con M-4s. Yo estaba en el asiento de en medio (de la parte delantera, tener en cuenta como son los coches americanos). En la parte de atrás estaba Rick, el coordinador de gobernación (jefe provincial) y nuestra Directora de Proyectos Grace, una civil del DoD. Rick y yo llevábamos Glocks; Grace iba desarmada.
El coche de cola, otro Suburban sin blindar, llevaba a los otros tres salvadoreños, armados con pistolas, M-4s y una sorpresa. Todos en el convoy llevábamos chaleco y casco.
Esta es la situación, los NCEs (o “non-compliant elements”, un término absurdo de los militares que quiere decir “gente que nos dispara en Irak y que quiere que les maten”) habían atacado a un trailer de mercancías en nuestro mismo carril para usarlo de cebo, ya que una multitud de saqueadores y felices motoristas se habían detenido al lado del trailer, llenando la carretera de peatones. Tuvimos que bajar la velocidad de nuestro habitual 100mph para pasar entre la multitud; entonces los tiradores surgieron de ambos lados del camino, desde al menos dos coches a 100 metros a nuestra izquierda y desde detrás de la cuneta a nuestra derecha, y abrieron fuego con los AK-47 de la única manera que los iraquíes conocen, en automático “spray and pray”
Por procedimiento operativo, Lionel aumento la velocidad para sacarnos de la emboscada (como dicen los profesionales, “el pedal delgado es tu amigo”). De los tres tiradores en el primer coche, Mike fue el primero en devolver el fuego. Lanzó una ráfaga a los tipos detrás de la cuneta a nuestra derecha y vació un cargador completo de 30 balas, suprimiendo eficazmente su fuego al obligarles a cubrirse. Mike sufrió la única herida, ya que al tener que disparar desde su hombro izquierdo un casquillo le golpeó en la barbilla, sangrando un poco. Solo al rato se dio cuenta de su herida, y hasta más tarde no se nos ocurrió como se pudo hacer daño.
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En el coche de en medio, yo miraba en la dirección equivocada y no vi nada cuando comenzó el tiroteo, pero Rick vio a los NCEs en la izquierda saliendo de su coche y apuntando las armas. El típico pop-pop de varios AK disparando comenzó, pero a pesar de haberlo oído en el campo de tiro mi cerebro se negó a aceptar la realidad hasta que Rick gritó “Mierda, ¡disparan contra nosotros!” No podíamos devolver el fuego a través de las ventanas blindadas, así que nos lanzamos al suelo del vehículo.
No podía ver nada que no fuera el tapizado del coche, pero esto fue lo que escuché:
Gato gritando órdenes en español por la radio, Lionel gritando en inglés por la radio preguntando si estábamos bien. Rick respondió “nos han dado”, una inacertada combinación de palabras que llevaron a Lionel a pensar que las balas habían penetrado el blindaje y causado heridos.
Esto es lo que olí, algo que se quemaba, neumáticos, y el olor sulfuroso de la pólvora. Nuestra rueda delantera derecha estaba destrozada y continuamos a 60mph mientras se deshacía, bajando por el camino sobre la llanta.
Gradualmente el característico pop-pop de los AKs se apagaba siendo sustituido por otro ruido desde nuestro coche de cola, el sonido de una SAW de 5,56mm.
Cuando analizamos el convoy esa noche tomando unas Coronas en el Cuartel General de la CPA en Hillah, llegamos a la conclusión que los NCEs habían planeado parar a los vehículos con fuego desde la derecha –cada coche perdió una rueda en el lado derecho- y acabar con nosotros desde la izquierda y detrás nuestra según les pasáramos a baja velocidad. El enemigo suele ver a los CPA y otros coches civiles con tiradores apuntando a los lados, pero la trasera suele ser un punto débil (a diferencia de los convoyes militares, que siempre tienen un Hummve u otro vehículo con un arma pesada cubriendo la retaguardia).
Así que pensamos que el enemigo se sorprendió al encontrar al sargento al que los otros salvadoreños llaman “Mini-yo” (pequeño, con la cabeza afeitada, un diente de oro y una mueca que da miedo) sentado mirando hacia atrás en el último vehículo y que abrió fuego sostenido con la SAW a través de la ventana trasera de la Suburban. Disparo dos cintas completas –200 balas- a los 12 o más tipos que nos disparaban desde detrás mientras nos alejábamos, con tanta puntería que solo rompió un pequeño trozo del cristal. (Más tarde le dijimos que tenía que pagar el coste de la reparación, lo que le horrorizó hasta que le confesamos que era una broma). Otros salvadoreños estaban disparando a través de las ventanillas con sus M-4s, Mini-Yo reclamó una muerte confirmada y dos probables, Lionel dijo que los vio por el retrovisor, como caían al suelo mientras la SAW era disparada. (Yo no vi nada, estaba abrazando el suelo del coche).
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Salimos de la emboscada y continuamos por dos o tres kilómetros. Cada vehículo iba sobre tres ruedas y una llanta. Si dos coches hubieran quedado en buen estado pues se montan los del tercero entre los otros dos y se abandona el vehículo, pero estábamos tirados en la carretera, y era habitual que los NCEs persiguieran a los convoyes atacados para terminar el trabajo.
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Así que paramos y montamos un perímetro alrededor de los vehículos.
Todo el tráfico civil en dirección sur se detuvo unos cientos de metros antes de llegar hasta nosotros, y daban inmediatamente media vuelta para dar un rodeo. A diferencia de los “quemaruedas” que se ven en los accidentes de cualquier carretera de accidente, los conductores en dirección norte echaban una mirada y aceleraban todo lo que podían para largarse de allí.
Los seis salvadoreños se echaron a la carretera cubriendo la dirección por la que esperábamos a los tipos de la emboscada.
Sam, con su MP-5, se puso al lado oeste de los vehículos, controlando el terreno de nuestra derecha y el tráfico en las carreteras secundarias que se podían ver. Mike, creo, estaban cubriendo el lado este con su AK. Lionel y Rick estaban entre los coches usando sus teléfonos vía satélite para llamar al Palacio y también a la instalación CPA más cercana, la de Hillah. Y yo estaba agachado en el suelo junto al excursión en la esquina sudoeste de nuestra posición, cubriendo el tráfico que venía del sur y también las pistas de tierra que vigilaba Sam, por si aparecía otro grupo desde ese lado. Mi pistola me parecía muy pequeña.
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El tiempo allí empezó a parecerme una eternidad.
Todo el mundo, incluidos los civiles, estábamos calmados y actuando profesionalmente. Incluso Mini-Yo recargó su arma, disparó al aire, la tiró al suelo y le dio una patada del enfado por no haberlos abatido a todos. Vestido de negro y con el SAW al hombro, parecía una bola de bolos Maya que ladraba órdenes, y a todos nos entró la risa. Mini-Yo se rió también, tímido y avergonzado, recogió su arma y cubrió su perímetro.
Después de 10 o 15 minutos (cambiábamos el perímetro cada poco para evitar ser un blanco fácil, y Lionel nos cogió a Rick y a me y nos puso tras el vehículo blindado), vi a dos soldados americanos con equipo de combate que se acercaban con M-16s. Un par de Hummves de comunicaciones nos habían visto y se pararon a ayudar. Tenían una SAW, por lo que doblamos nuestra potencia de fuego. Mientras el resto manteníamos la vigilancia, un par de chicos sacaron los gatos y empezaron a cambiar las ruedas.
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Grace, desarmada, seguía dentro del coche blindado, disgustada por no tener un arma. Le pregunté si quería salir y hacer unas fotos, así que saltó fuera y cogió mi cámara digital para empezar a tomar imágenes.
Entonces un grupo de vehículos se acerco a toda velocidad desde el norte, apartando a su paso al tráfico iraquí y disminuyeron la velocidad al llegar a nosotros. Los salvadoreños lanzaron una ráfaga de aviso, pero nos dimos cuenta que era otro convoy de la CPA que venía de la misma conferencia que nosotros en Bagdad y se dirigían a Hillah. Sus guardaespaldas saltaron fuera y reforzaron nuestro perímetro (ya son 8 coches y casi 30 tipos armados), por lo que nos sentimos aún más seguros. Ahora estábamos seguros de que los NCEs no iban a volver a por nosotros, habían perdido su ardor guerrero para la persecución cuando se encontraron la ametralladora de Mini-Yo abatiéndoles. Después de una breve consulta, Rick, Grace y yo subimos a los coches del otro convoy y nos fuimos a Hillah, tardando unos treinta minutos.
Fue tras subir cuando me di cuenta que Mike, Sam, Lionel y los Salvadoreños se habían quedado recuperando los vehículos, y me invadió una ola de culpabilidad, incluso sabiendo que para ellos era más una carga que una ayuda, a pesar de mi pistola –que no había visto en mi vida hasta 6 semanas antes y que solo había empleado dos veces en el campo de tiro- (afortunadamente, al poco de irnos, apareció una columna de MPs que aumentaron la seguridad del perímetro mientras se cambiaban las ruedas, así que estaban en buenas manos).
Llegamos a Hillah, donde la seguridad de la CPA nos llevó a Grace, Rick y a mí a plasmar nuestras versiones del incidente por separado mientras aún estuvieran frescas en nuestra memoria. Mientras esperaba llamé a Alison, pillándola en la oficina. Rezamos juntos por el resto del equipo para que llegaran a salvo a Hillah. Colgué, y casi inmediatamente llegaron nuestros tres coches al complejo de la CPA, donde empezamos a palmearnos la espalda y a contar agujeros de bala.
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Había muchísimos agujeros de bala. En los tres vehículos. Los disparos en los vehículos sin blindar podían haber alcanzado a los conductores y habernos matado a todos, de alguna manera habían rebotado o se habían enterrado en los marcos de las puertas y el techo. Una bala se empotró en la puerta de los pasajeros del Excursión blindado, pero el blindaje la detuvo. Si no fuera porque estábamos todos tumbados en el suelo habría dicho que esa bala nos habría alcanzado a alguno.
No sirve de nada sobrevivir a esto para no sacar lecciones en claro, así que allá van:
1) los iraquíes no saben disparar, afortunadamente
2) la velocidad y la potencia de fuego instantáneas son clave, incluso para la CPA
3) solo cuenta la intervención divina
Blablabla