Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Las guerras y conflictos en la región latinoamericana, desde la Conquista hasta las Malvinas y el Cénepa. Personajes y sucesos históricos militares.
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ferreret
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Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por ferreret »

Encantado de volver a leerte flanker33 :thumbs:

He llegado tarde pero me he leído los capítulos del tirón :razz:
No nos hagas esperar demasiado entre capítulos, eh ;)

Las láminas están muy bien también!!!


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flanker33
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Mensaje por flanker33 »

Hola Ferreret,

bienvenido al hilo, me alegro de verle por aquí. Respecto al tiempo entre capítulos, estoy dejando pasar un par de días o tres, para que los foristas puedan leerlos cuando puedan y por si alguien quiere comentar algo. De momento me quedan todavía algunos más escritos, luego si que iré algo más despacio.

Ahí va el siguiente.

Saludos.


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flanker33
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Mensaje por flanker33 »

5 de marzo. Frontera entre Colombia y Venezuela en la península de La Guajira.

Casi invisible, protegido por una red de camuflaje, con tierra, ramas de arbustos y hierbajos recubriéndolo, aquel agujero escavado en la tierra hubiese sido difícil de ver aunque alguien hubiese pasado a tan solo diez metros de distancia.
Hacía ya varios minutos que había salido el sol, y su luz comenzaba a deslumbrarle pese a las gafas de sol que llevaba puestas. Agazapado en el interior del pozo de tirador que el propio sargento Luis Rincón había excavado hacía unas horas, el recio militar colombiano oteaba el horizonte hacia el este con sus prismáticos. Situado a algo más de 3 kilómetros de la frontera con Venezuela y a unos 28 al este-sureste de la ciudad de Uribia, el sargento tenía una buena posición para observar a cualquier fuerza enemiga que quisiera internarse en la Gaujira en un amplio frente, y según la información recibida, una fuerza venezolana importante se había reunido en aquella zona, frente a él y sus hombres. Sus instrucciones eran avisar al resto de la compañía que defendía la carretera más atrás, emboscar a las unidades de reconocimiento y salir como alma que lleva el diablo hacia las trincheras de la compañía, gracias a una motocicleta todoterreno que a un par de metros de su posición se hallaba igualmente bien camuflada en el suelo.
Su sección había llegado pasadas las cuatro de la madrugada y les habían ordenado cavar una posición defensiva, pero a él y otros tres soldados más, el capitán Montoya les asignó la peligrosa labor de ser los ojos y oídos de la compañía, en una posición de avanzada un kilómetro por delante del resto de sus compañeros. El sargento Rincón compartía el pozo de tirador con el soldado Acevedo, y al otro lado de la polvorienta carretera que debían vigilar, otro pozo con dos comandos más les ayudaban en su tarea. De momento nada, solo un limpio y llano horizonte semidesértico.

Acevedo estaba bostezando de sueño y Rincón bebía un trago de su cantimplora cuando, para romper la quietud del momento, la pequeña emisora portátil que llevaban cobró vida.

-Papa-Oscar, Papa-Oscar, de Romeo Tres, adelante – llamaba el teniente Ortiz
Rincón cogió la emisora y acciono el pulsador que le permitía hablar.
-Aquí Papa-Oscar, adelante Romeo 3.
-Papa-Oscar, tenemos confirmación de que aviones de combate venezolanos han violado nuestro espacio aéreo en gran número hace unos minutos. No parece un incidente aislado. Se reportan movimientos de fuerza terrestres venezolanas muy cerca de la frontera común, posible ataque inminente. Posibilidad de que estalle un conflicto muy alta, repito, muy alta
-Recibido...¿Nuevas ordenes?
-Papa-Oscar, agudice la vigilancia. Está autorizado para abrir fuego sobre cualquier efectivo venezolano que se acerque a su posición, pero primero informe a Romeo 3 ¿Entendido?
-Afirmativo. Corto. – “Este teniente se piensa que estoy aquí de vacaciones…que “agudice la vigilancia…” pensaba el veterano sargento para si mismo.

Entonces Acevedo le tocó el brazo.

-Mire mi sargento, al sur.
-Dejame ver – pero cuando iba a quitarle los prismáticos al soldado, se dio cuenta que no le hacían falta. Varias columnas de humo se alzaban donde habían caído las bombas y los proyectiles de la artillería venezolana que estaban bombardeando Maicao y sus alrededores. Incluso parecían oírse los rumores del sonido de las explosiones. “Bueno, ahora ya es seguro que ha estallado el conflicto” pensó.

El soldado volvió a reclamar la atención de su superior.

-¿Qué pasa ahora?
-Allí mi sargento. Otra columna de humo más pequeña, pero en frente nuestro - dijo señalando hacia el este.

Rincón esta vez si le arrebató los prismáticos al soldado y volvió a otear el horizonte.
No era humo, era polvo, el que levantan los vehículos motorizados al avanzar por un ambiente tan seco como aquel.
Esperó unos segundos y fijó bien la vista. Descubrió tres formas debajo de la nube de polvo, que conforme avanzaban se iban definiendo más. “coñ*, ya están aquí”.
Aquello no le gustaba nada, se suponía que era un comando entrenado para infiltrarse en la retaguardia enemiga y ocasionar graves daños, y no que tuviera que montar una defensa en un punto estático contra fuerzas motorizadas. Pero era lo que había, lo que el mando había dispuesto para su compañía, y a él solo le quedaba acatarlo…aunque no le gustase un pelo. Por lo menos habían tenido la cordura de no ordenar una defensa a ultranza, sino golpear y moverse a otra posición, y tampoco estaban solos, en las posiciones de la compañía, dos Hummers con un lanzador de misiles TOW y dos pequeños camiones 4x4 Abir armados con un cañón sin retroceso de 106 mm prestaban apoyo a las 1ª y 3ª secciones, además de algunos morteros algo más retrasados e incluso artillería les habían prometido. La 2ª sección eran la reserva móvil, con motocicletas todoterreno, pequeños vehículos 4x4 y armados con lanzacohetes antitanque debían enfrentarse a los blindados enemigos que quisieran sobrepasar las posiciones defensivas por lo flancos y atacar al enemigo por la retaguardia si surgía la ocasión.

Finalmente las figuras se tornaron en un todoterreno Tiuna con 3 ametralladoras flanqueado por dos vehículos blindados Dragoon 300 armados con cañones de 90 milimetros, avanzando a una velocidad no muy alta pero constante. Su misión era reconocer el terreno por el que avanzaría poco después una columna motorizada conjunta del Ejército y la Infantería de Marina venezolana, una de las dos en que se había dividido el Grupo de Combate “Ommala” en su avance hacia el interior de La Guajira que había comenzado hacía unos pocos minutos.

Rincón llamó al teniente Ortiz para darle la información de lo que veía y acto seguido se comunicó con el otro puesto avanzado para coordinar sus acciones. Se disponía a hacer su jugada en cuanto los tuviera donde él quería. Esperarían bajo su bien camuflada posición de observación, y cuando los blindados estuvieran a una distancia donde no pudieran fallar, lanzarían sendos proyectiles desde los dos lados de la carretera eliminando a los blindados, y luego con el fuego de sus armas individuales, atacarían al todoterreno.
Así que todo estaba dispuesto, pero la espera se le hizo eterna a pesar de durar apenas unos pocos minutos. “Eso es, acérquense…necesito que estén más cerca todavía”, pero en ese momento, pudo ver por el rabillo del ojo como desde su derecha salía una estela de humo hacia los vehículos. Desde el otro puesto de observación habían lanzado un proyectil.
“Nooo, imbéciles. Todavía no”
El cohete pasó rozando la parte trasera del blindado que estaba más alejado de Rincón, sin causar daño alguno. La reacción no se izo esperar, todas las armas de los tres vehículos giraron hacia donde la estela de humo delataba la presencia del atacante, mientras el sargento apuntaba a toda velocidad hacia el Dragoon que tenía más cerca e instruía a Acevedo a que lanzara granadas de humo para que los ocultara de la vista del enemigo. En el mismo momento que del LAW salio el cohete, los cañones de los blindados venezolanos abrieron fuego. Los dos comandos trataron de guarecerse, pero las granadas de 90 mm destruyeron el pozo de tirador con sus ocupantes dentro, murieron casi en el acto. Pero el proyectil de Rincón encontró su objetivo. El Dragoon recibió un impacto directo que penetró en su fino blindaje y provocó explosiones internas, destruyendo el vehículo y matando a tres de sus cinco ocupantes, mientras que los otros dos salían en llamas por el portón trasero.
Aprovechando la confusión y el humo, ambos comandos salieron del pozo y fueron hacia la motocicleta para salir de allí antes de esperar la reacción enemiga. Pero el joven soldado Acevedo fue alcanzado por una ráfaga disparada a ciegas a través del humo desde las ametralladores del Tiuna y dos proyectiles del 7,62 se alojaron en su espalda matándolo en el acto. A Rincón solo le dio tiempo a mirarlo y entender que estaba muerto antes de coger a toda prisa la motocicleta y ponerla a toda velocidad, mientras ejecutaba violentos giros a derecha e izquierda para dificultar la puntería de los venezolanos. Rincón estaba llegando a sus lineas cuando sintió primero y oyó después, la explosión de una granada de 90 mm a su derecha. La onda expansiva le hizo perder el control de su motocicleta y caer al suelo a gran velocidad.
Diversos desgarros y contusiones fue todo lo que sufrió, por suerte ninguna esquirla le había alcanzado. Inmediatamente, se puso a intentar correr hacia las posiciones defensivas de su compañía. Atrás, los dos vehículos venezolanos continuaron avanzando disparando sus armas hacia el sargento, y enfrascados como estaban en vengar al sus compañeros caídos, no se dieron cuenta del misil que el Hummer semienterrado que apoyaba a los comandos había lanzado contra ellos. En cinco segundos desde su lanzamiento, el TOW alcanzó y destruyó al segundo Dragoon, mientras que el CSR había comenzado a disparar sobre el Tiuna. Este pudo esquivar el primer proyectil, pero sin la ayuda de sus dos compañeros destruidos, y sin saber muy bien a que se enfrentaba, decidió tomar la prudente actitud de retirarse bajo una cortina de humo.
Rincón llegó a un pozo donde se refugio y recobró el aliento. Segundos después, el teniente Ortíz llegó a su posición.


Imagen

Dragoon alcanzado por el Sgto. Rincón

-¿Que carajos ha pasado allí delante sargento?
-Los del otro pozo se adelantaron a mi señal...¡carajos! creo que no me entendieron cuando les dí la orden de que yo dispararía primero.
-¿Y el soldado Acevedo? - aunque Ortíz vio con sus prismáticos como este caía quería saber lo que había pasado por boca de Rincón.
-Muerto.
-¿Podría estar solo herido? Ahora podríamos ir a buscarle aprovechando la pausa.
-No pierda el tiempo teniente. Solo recuperaría el cadáver y pondría en riesgo la vida de quien fuera a recogerlo.

A regañadientes el teniente aceptó el punto de vista del veterano sargento.

-Voy a informar al capitán Montoya. Supongo que en pocos minutos los venezolanos enviarán más fuerzas contra nosotros.
-De acuerdo, vaya entonces.


“Como si necesitara su permiso” pensó el teniente mientras se alejaba para comunicarse con el capitán de su compañía que desde la siguiente posición a otros mil metros de la suya, aguardaba con la 1ª sección de la compañía.

Ortíz acababa de terminar de hablar con el capitán cuando vio como la columna de polvo que antes se veía más pequeña, iba creciendo rápidamente. Esta vez era mucho más grande que la de los elementos de reconocimiento.
El teniente enfocó los prismáticos y vio un grupo de vehículos, algunos eran grandes y los identificó como vehículos anfibios LVTP-7 y a su lado iban otros más pequeños y numerosos, los EE-11 Urutú como los que tenía el Ejército colombiano, solo que algunos de aquellos iban armados con un cañón de 30 milimetros que sus homólogos colombianos no tenían. Alrededor de ellos, vehículos Land Rover Defender y Tiunas, y tras ellos varios camiones repletos de infantes de marina.
El Hummer volvió a lanzar otro TOW cuando estuvieron a unos dos kilómetros y medio. Esta vez los tripulantes de los blindados venezolanos iban más atentos y uno de ellos pudo observar el pequeño rebufo del misil al salir y el rápido vuelo de este hacia sus posiciones.
Inmediatamente se lanzaron algunos fumigenos para obstaculizar la visión del soldado que guiaba al misil, pero también comenzaron a realizar fuertes virajes a un lado y a otro para dificultar la puntería. El TOW falló por no demasiado a un LVTP-7.
A los diez segundos, Ortiz y los comandos sintieron el primer obús que llegaba desde posiciones enemigas. Demasiado pasado. Luego otro. Demasiado corto. El tercero cayó a ocho metros del teniente, y luego una rápida sucesión de explosiones de obuses de 105 mm sacudieron las posiciones de los comandos. Estaban inmovilizados. No podían atacar a los vehículos enemigos ni retirarse. Tras unos minutos de bombardeo, el teniente asomó la cabeza de su pozo y pudo observar como los vehículos estaban mucho más cerca, a unos 900 metros, pero también como otras columnas de polvo se habían separado del grupo principal y otros grupos de blindados intentaban flanquearlos al norte y al sur de sus posiciones.

-Charlie, aquí Romeo 3 – el teniente Ortiz llamaba al capitán Montoya.
-Adelante Romeo 3.
-Hemos recibido algo de fuego de artillería y tenemos a los blindados enemigos a menos de un kilómetro. Otros dos grupos se han separado de la fuerza principal y están intentando rodearnos.
-Los veo Romeo 3. Ya he mandado a Romeo 2 para que los detengan. La Caballería ha prometido ayuda inmediata y estoy tratando de conseguir apoyo artillero. Desgasten al enemigo, produzcanles algunas bajas, obliguen a desmontar a su infantería y luego repliegense hacia esta posición.
-Recibido. Romeo 3 corto.

Ortiz miró hacia atrás y vio uno de los camiones que debería llevarlos hacia la siguiente posición destruido por el bombardeo artillero y no sabía cuantos de los otros vehículos estarían dañados, pese a estar ligeramente protegidos tras algunos montículos de tierra apilada.
Volvió su atención al campo de batalla. En sus flancos, tal y como le había dicho el capitán, las motocicletas y todoterrenos ligeros se desplegaban con sus comandos equipados con armas antitanque ligeras para hacer frente a las fuerzas enemigas de flanqueo. Frente de él, una gran explosión volvió su atención hacia la fuerza enemiga principal que avanzaba hacia ellos. Otro TOW había conseguido destruir por fin a un LVTP-7, e instantes después, la granada del CSR dañó a un Urutú que se detuvo.
Los blindados venezolanos respondían con fuego de ametralladoras pesadas y cañones de 30 mm, mientras se detenían a unos 500 metros de las posiciones colombianas para que la infantería que transportaban saliera de los vehículos y proseguían su avance ocultos tras el humo generado por algunos proyectiles fumígenos. Entonces los morteros de apoyo de los comandos comenzaron a caer sobre aquellos infantes de marina, pero a su vez, estos también llamaron a sus morteros y Ortiz se tuvo que refugiar de nuevo en su pozo, aunque esta vez el bombardeo era más soportable. Unos segundos después, cuando las fuerzas enemigas se encontraban a menos de 400 metros, dio la orden a sus hombres.

-¡Ahora! ¡A ellos! ¡Fuego a discreción!

Las ametralladoras M249 y los fusiles de asalto M4 abrieron fuego contra los soldados a pie mientras que los tres sistemas antitanque Apilas con que contaban buscaron objetivos y dispararon. Encontraron dos objetivos, un Urutú sufrió el impacto en la parte derecha y sus ruedas quedaron destrozadas, quedando inmovilizado y otro más quedó ardiendo en el campo de batalla. El CSR destruyó a un infortunado Tiuna que estaba justo detrás del LVTP-7 al que había apuntado el cañón colombiano y al que no había acertado por poco. Durante unos momentos, pese al molesto y peligroso fuego de mortero que sufrían y que ya había producido un par de bajas, a Ortiz le dio la sensación que podrían detener el avance enemigo, pero aquello duró poco. Una ráfaga de proyectiles de 30 mm destrozó el lanzamisiles TOW y mató a su sirviente, otra ráfaga de 12,7 mm partía casi por la mitad a un comando que había salido parcialmente de su pozo para tener mejor angulo de tiro y un francotirador enemigo había alcanzado al cabo sirviente de una ametralladora. La situación se complicaba. Finalmente fue su operador de radio el que le informó de lo que debían hacer.

-¡Teniente, teniente! ¡Charlie nos ordena retirarnos a la siguiente posición! ¡Romeo 2 no puede contener a los atacantes!
-De acuerdo, avisa a ese sector – dijo señalando a los que se encontraban a su derecha, para acto seguido pasar el mismo la voz a los que estaban al otro lado - ¡Retirada hacia la próxima posición!¡Humo, humo! ¡Ahora!

El Hummer y el Abir con el CSR fueron los primeros que salieron de posición, siendo alcanzado este último por proyectiles de 30 mm lo que lo inmovilizó. Mientras los comandos abordaban y se apiñaban en los dos camiones Abir que quedaban. Los conductores tenían los motores en marcha y no tardaron nada en salir de su pequeña cobertura de arena y vegetación hacia la posición de Romeo a toda velocidad.
Los camiones, perseguidos por más proyectiles de los cañones y ametralladoras pesadas lograron llegar sin daños de importancia a la posición de Romeo 1 donde el capitán Montoya tenía su puesto de mando.

-Teniente – dijo Montoya cuando fue a su encuentro – informe.
-Mi capitán, nos hemos enfrentado a una fuerza mecanizada con blindados e infantería con apoyo de artillería y morteros. Les hemos causado algunas bajas, pero no tenemos potencia de fuego suficiente para detenerlos.
-¿Bajas? - Ortiz no había tenido tiempo de contabilizarlas, pero dijo:
-Creo que hemos perdido siete u ocho hombres.
-De acuerdo, sus flancos estaban amenazados, y ahora los nuestros también. Les hemos destruido algunos vehículos, pero nuestros hombres han sufrido bastantes bajas, era imposible contenerlos.
-¿Y que hacemos ahora?
-Lo mismo. Obligarles a desembarcar, perder tiempo y causarles algunas bajas, y luego retirarnos.
-¿A donde? Creía que esta era la última posición de la compañía.
-Y lo es. Nos retiraremos hasta donde nos ordene el mando del Grupo de Caballería.
-De acuerdo, a la orden mi capitán.

Mientras los dos mandos hablaban, el sargento Rincón se movía entre las diferentes posiciones arengando a los hombres y advirtiéndoles de que no cometieran estupideces como las que les estaban costando la vida a varios de sus camaradas.

Los blindados de la Infantería de Marina venezolana habían recogido a sus hombres y avanzaron hasta situarse de nuevo a poco más de 400 metros donde volvieron a desembarcarlos tras otra cortina de humo, tras sufrir la perdida de otro Urutú por un TOW de otro Hummer que apoyaba a Romeo 1. Los venezolanos llamaron de nuevo a su artillería y a sus morteros para que machacaran las posiciones colombianas. El fuego fue preciso y los soldados colombianos se apretujaban como podían en el interior de los superpoblados pozos de tirador para intentar esquivar a la muerte. Uno de aquellos pozos recibió un impacto directo de un obús de 105 mm y los tres hombres que se hallaban en su interior murieron al instante. Otros proyectiles con espoleta de proximidad causaron algunos heridos más.
Pero los morteros, y por fin la batería de artillería colombiana de 105 mm acudió en ayuda de los comandos. También las explosiones con espoleta de proximidad redujo el ritmo de avance de los infantes de marina y causó numerosas bajas, pero pese a todo, y reforzados por los soldados que llegaban desde los camiones que seguían a los blindados, continuaban acercándose a las posiciones colombianas. El CSR que apoyaba a Romeo 1, habían recibido la orden de apoyar a Romeo 2, o lo que quedaba de ellos contra las fuerzas enemigas que intentaban rodearlos. Su fuego fue bien recibido por Romeo 2, pero aún así, pronto resultó evidente que era imposible detenerlos. Eso unido a que el volumen de fuego de las dos secciones colombianas, incluso con el apoyo artillero no era suficiente para detener el ataque enemigo, llevó a Montoya a solicitar autorización para retirarse.
Tras un par de interminables minutos, la radio cobró vida.

-Charlie, aquí Golf-Mike.
-Adelante le recibo – tuvo que gritar Montoya para hacerse oír por encima de aquel tremendo ruido que provocaba el combate.
-Permiso concedido. Replieguese hasta posición D5. Confirme.
Montoya hechó un vistazo al mapa que le habían pasado los de la caballería al llegar a su sector y vio aquella posición reflejada en el. Una nueva linea a unos 10 kilómetros de allí, hacia el oeste, practicamente a medio camino entre la frontera y la ciudad de Uribia.
-Recibido. Replegarse a posición D5. Ejecuto de inmediato, pero requiero apoyo, nuestros flancos están amenazados y el enemigo nos va a perseguir de cerca.
-Recibido. Ejecute el repliegue, nosotros le echaremos una mano con ello. Golf-Mike corto.

Montoya transmitió la orden y poco después los vehículos que transportaban a los comandos corrían hacia el oeste, perseguidos por los blindados venezolanos, aunque al menos ahora la artillería enemiga había cesado su fuego.
Ortiz, a bordo de uno de los camiones observaba como los venezolanos avanzaban. Pero el sargento Rincón, que retrocedía en una motocicleta como la que le había sacado de su primer apuro aquella mañana, había tenido la feliz idea de detenerse y colocar una mina Claymore a un lado del polvoriento camino, oculto de la vista del enemigo por el mismo polvo levantado por los vehículos colombianos. Luego se retiró uno metros y accionó las minas al paso del Defender que iba en cabeza, al cual destrozó dos ruedas e hirió a sus ocupantes, quedando el vehículo inmovilizado, haciendo que le fuera imposible continuar la persecución, pero sobre todo sirvió para que el resto de la columna venezolana fuera más cauta y avanzaran más despacio anticipando alguna otra emboscada.
Rincón salio de su escondrijo a toda velocidad en su motocicleta, perseguido por las balas venezolanas, pero el curtido sargento, a base de sangre fría y bruscas maniobras, logró salir de nuevo indemne y reunirse con los demás vehículos que transportaban a los soldados colombianos hacia el oeste.
Pero el peligro no había pasado, los blindados enemigos que amenazaban sus flancos seguían avanzando sin oposición, y aunque estaban algo más lejos, eran un grave problema.
De improviso, uno de aquellos blindados estalló. Un vehículo Cascavel destruyó a un Dragoon, y algunos otros blindados colombianos comenzaron a aparecer enfrentándose a los enemigos que avanzaban a un lado y otro de los comandos. La refriega fue confusa para el teniente Ortiz, el cual no entendía mucho de tácticas de combates entre blindados, pero lo último que vio a través de sus prismáticos fue como uno de los EE-9 Cascavel del Ejército colombiano se convertía en una bola de fuego...y agradeció en silencio el sacrificio de aquellos soldados de la caballería. Posiblemente les habían salvado el pellejo, pero cuando llegaron a la nueva posición defensiva apenas tuvo tiempo de pensar en ello. Se enteró no obstante que el avance venezolano se había frenado, tanto por la acción de los vehículos de la caballería como por la necesidad de reagruparse antes de proseguir el ataque. Aquello les daba un momentáneo respiro, pero el tiempo no era mucho y allí no había casi nada preparado para defender la posición. Ya estaba pensando en que tendrían que volver a excavar ha toda velocidad nuevos pozos de tirador, cuando Montoya lo llamó a él y al teniente de la primera sección, ya que Pedro, el teniente de la segunda había caído victima de una cercana explosión del proyectil de un Dragoon.


-Muchachos, me han informado que este parece un ataque secundario de las fuerzas enemigas en este sector, el principal parece que se está llevando a cabo a unos 6 kilómetros al sur. El grueso de los blindados de la caballería, la artillería y los helicópteros están intentando frenarlos, así que no vamos a poder seguir contando con mucho apoyo, por lo que hemos recibido nuevas ordenes. Seguimos retrasando el avance enemigo desde aquí.
-Pero mi capitán – comenzó a protestar Ortiz – aquí no ahí ninguna preparación, ninguna posición defensiva. Cada vez somos menos y con menos munición y no creo que tengamos tiempo de acondicionar esto...
-No hace falta – le interrumpió el capitán – ahora lo vamos a hacer al estilo de los comandos. Quiero que formen grupos de dos o tres hombres, que cada grupo tenga un arma antiblindado, o minas, o ametralladoras, o un fusil de precisión. Vamos a desplegarnos desde aquí, a lo largo del camino y por toda esta zona – dijo señalando el mapa -y vamos a tender emboscadas. Golpear y huir, entendido.
-El terreno no es el más propicio – dijo el teniente de la primera sección añorando combatir en la jungla.
-Lo se, pero es suelo patrio y debemos defenderlo. De noche tendremos más oportunidades, pero hasta entonces no podemos estar de brazos cruzados.
-¿Tenemos un punto de reunión?
-Conforme vaya avanzando el enemigo, nos iremos replegando, pero busquen a sus mejores hombres y hagan que se queden en la retaguardia del enemigo para causarles dolores de cabeza. Los demás debemos dirigirnos hacia Uribia, aunque corren rumores sin confirmar que en Uribia hay combates... por fuerzas que quizás no hayamos localizado y nos hayan flanqueado, no se. Si fuera así, recibiremos nuevas instrucciones. En fin, ¿preguntas? ¿no? Bien, pues a moverse señores, que es para hoy.

Minutos después, algunos camiones de la caballería transportaban a los heridos y los cadaveres a la retaguardia, mientras que los comandos se desperdigaban en pequeños grupos y se confundían como mejor podían con el terreno, esperando al enemigo que avanzaría desde el este.
Al poco comenzaron a ver helicópteros que se dirigían hacia Uribia. Ortiz no pudo identificarlos, pero si eran de la Aviación del Ejército Venezolano, no sería una buena señal.

Estaba haciendo un día muy duro para los soldados de ambos países en La Guajira.


Creditos de la lámina: Lord Henry
Última edición por flanker33 el 07 Mar 2013, 20:08, editado 2 veces en total.


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Mensaje por GUARIPETE »

Flanker estas hediondo a Medalla este cuatrimestre al menos yo votare por que asi sea :thumbs:
otra cosa: donde carajos están nuestros MI-35? :green: y por que no estan rociando de plomo del bueno al sargento Rincon? que ya me esta cayendo Gordo el Lanza ese :green:
saludos a todos.


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Juan David
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Mensaje por Juan David »

GUARIPETE escribió:Flanker estas hediondo a Medalla este cuatrimestre al menos yo votare por que asi sea :thumbs:
otra cosa: donde carajos están nuestros MI-35? :green: y por que no estan rociando de plomo del bueno al sargento Rincon? que ya me esta cayendo Gordo el Lanza ese :green:
saludos a todos.


Estimado Guaripete.... que más quieres, ya vienen avanzando en nuestro territorio... nos ha tocado retroceder! jeje!!

El talento de Flanker es genial! :thumbs:


Adelante Colombia!
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Mensaje por Parmo »

Ya me quede sin uñas y falta ver los otros dos escenarios (Uribia y el ataque principal), de esta invasion. A ver si Flanker me saca de la duda antes del fin del mundo.


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flanker33
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Mensaje por flanker33 »

Hola Guaripete,

otra cosa: donde carajos están nuestros MI-35?


sobre el despliegue de los 10 Mi-35 de la Aviación del Ejercito, comentarte que asumiendo una operatividad del 80%, habría 8 aparatos disponibles, de los cuales y según “mi despliegue”, al menos uno de ellos estaría en la zona de Los Llanos, en el aeropuerto de Santo Domingo, con lo que quedarían 7 operativos para el ataque en la Guajira. Dos de ellos, como verás en un pequeño comentario en el siguiente fragmento, apoyan el ataque del Grupo de combate “JOUTAI” hacía Maicao, y otros 2 (aunque no aparecen reflejados) apoyan el ataque principal del Grupo de Combate “OMMALA” de la Infantería de Marina, el que discurre algo más al sur que en el que combaten los comandos. De los 3 restantes, dos estarían para revelar a los primeros Mi-35, uno por cada Grupo de Combate, cuando a estos se les acabe la munición o tengan que regresar por cualquier motivo, mientras que el último estaría para acudir “al silbido” si se encuentra algún blanco especialmente duro o interesante a la vez que queda como reserva si no se diese el caso. Al ser el combate narrado un ataque secundario del Grupo “OMMALA” asumo que los Mi-35 destinados a ese avance, estarían apoyando el ataque principal contra los vehículos de la caballería colombiana. Aunque por supuesto es una visión personal, que a lo mejor poco o nada tiene que ver con como se utilizarían en la realidad.

y por que no estan rociando de plomo del bueno al sargento Rincon? que ya me esta cayendo Gordo el Lanza ese


Como curiosidad, comentarte que el personaje del Teniente Ortiz, el sargento Rincón y su peculiar relación de “tiranteces”, están inspirados en dos mandos de igual graduación que tuve durante el servicio militar y que me pareció interesante reflejar.

Hola Juan David,

que más quieres, ya vienen avanzando en nuestro territorio... nos ha tocado retroceder! jeje!!


:guino:

Hola Parmo,

Ya me quede sin uñas y falta ver los otros dos escenarios (Uribia y el ataque principal), de esta invasion. A ver si Flanker me saca de la duda antes del fin del mundo.


Aquí dejo algo más, pero todavía faltan cosas para terminar con el primer día de conflicto... :cool2: así que mejor que retrasen el fin del mundo... :green:

Saludos a todos.


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Mensaje por flanker33 »

5 de marzo. Maicao. Colombia

Pocos minutos después de la incursión de los escuadrones “Jaguar” y “Cunaguaro” en cielo colombiano, otros dos F-5 de la AMBV que cruzaron la frontera aquella mañana fueron los que marcaron el inició de la operación “HUYA” en la Guajira.
Cargados con dos misiles Sidewinder y 4 bombas Mk.82 de 227 Kg, y tras un vuelo a baja cota desde su nueva base temporal de Maracaibo, los cazabombarderos venezolanos ascendieron justo antes de penetrar en el espacio aéreo colombiano. Instantes antes habían establecido contacto con sendos controladores aéreos avanzados en la ciudad colombiana, uno por cada aparato. Aquellos controladores eran agentes venezolanos que había logrado introducirse en Colombia días atrás.
Los pilotos de los F-5 pronto observaron la ciudad, y a través de sus HUD, trataban de localizar los objetivos que les indicaban desde tierra. Los agentes, ocultos en la parte alta de dos bloques de edificios a donde se habían desplazado sin ser vistos durante la noche, informaban con sus emisoras de los blancos que desde su privilegiada situación les parecían más interesantes.
Uno de ellos, el que guiaba al F-5 líder, tenía en su campo de visión una zona de aparcamiento de vehículos militares colombianos del batallón encargado de defender la ciudad, ubicado en la base San Jorge, y aunque la mayoría de los vehículos que había observado desde hacía más de una hora ya se habían marchado por la mañana, todavía quedaban algunos, entre ellos, dos Hummers, uno con un lanzamisiles TOW y otro con una ametralladora del calibre .50, y un Abir con un CSR de 106 mm, que fueron los primeros blancos seleccionados.
Cuando el computador de tiro le indicó, el F-5 líder arrojó dos bombas (con casi doscientos kilogramos de alto explosivo entre ambas), y tras un vuelo parabólico, impactaron en las cercanías de su objetivo. Los tres vehículos desaparecieron en una enorme bola de fuego y la sacudida se escuchó en buena parte de la ciudad, despertándola definitivamente.
Varias explosiones similares sacudieron en los minutos posteriores la ciudad, alcanzando nuevos objetivos. A la salida de la base militar, dos transportes orugas acorazados TPM-113 fueron dañados por las dos últimas Mk.82 del F-5 líder. Mientras, el segundo F-5 alcanzaba una cocina de campaña donde se daba de desayunar a un grupo de rezagados soldados colombianos, acabando con la vida de 9 soldados e hiriendo a 7 más. La tercera y cuarta bomba, desintegró lo que el otro controlador aéreo avanzado venezolano había tomado por un puesto de mando, una zona con redes miméticas y antenas que sobresalían de la misma, cerca del aeropuerto, y que sin embargo no era más que un señuelo que el comandante del batallón había situado allí para simular un puesto de comunicaciones.

Con su carga de bombas agotada, los cazas venezolanos dieron una pasada con sus cañones de 20 mm sobre las posiciones colombianas y luego, los F-5 salieron de la zona sin ser molestados más que por algunas trazadoras de las ametralladoras del calibre .50, que disparadas manualmente y a gran distancia, no tenían posibilidad real de lograr impactos.
Segundos después de abandonar la zona los cazabombarderos, la artillería de la Primera División del Ejército Venezolano, comenzaba a batir objetivos seleccionados en el trayecto que iba desde la frontera hasta Maicao y en la propia ciudad, guiados por algunos miembros de las fuerzas especiales infiltrados hacía unas horas, y por otro agente en Maicao, uno de los dos observadores de artillería avanzados que habían seguido el mismo camino de sus compañeros días atrás. El segundo agente venezolano que debía haberle apoyado, se encontraba hospitalizado en coma, al haber sido atropellado por una motocicleta nada más llegar a la ciudad.
Múltiples explosiones comenzaron a resonar de nuevo en toda la ciudad, sus alrededores y la carretera que la unía con la frontera, conforme los proyectiles de 155 y 105 mm de la artillería alcanzaban sus objetivos. Las columnas de humo que se alzaban sobre Maicao, anunciaban el inicio del combate terrestre en la frontera entre Venezuela y Colombia.



5 de marzo. Cercanías de Maicao. Colombia.


Desde el comienzo de la ofensiva venezolana en el territorio colombiano de la Gaujira aquella mañana, los combates habían ido creciendo en intensidad a medida que pasaban las horas.
Tras el ataque aéreo y el bombardeo artillero inicial, la infantería venezolana había avanzado en dirección a Maicao siguiendo el eje de la carretera que unía la ciudad con la frontera.
Los primeros combates se habían librado en el propio puesto fronterizo y en Parahuachon, un pequeño pueblo cercano, donde unos pocos soldados colombianos y miembros de la Policía Nacional Colombiana (Ponal) resistieron durante algunos minutos antes de retirarse o rendirse al verse superados por la inmensa superioridad numérica del ataque venezolano.
A continuación, la ofensiva prosiguió como estaba planeado para cubrir los poco más de 8 kilómetros que faltaban para llegar a Maicao.
En vanguardia iban dos pequeños grupos de reconocimiento, cada uno con tres vehículos Tiuna armados con una ametralladora pesada y dos medias, un Tpz-1 que transportaba doce soldados y un tanque ligero AMX-13, que avanzan por la carretera y que trataban de encontrar y eliminar cualquier foco de oposición, para las fuerzas principales que venían tras ellos tuvieran el camino libre. A la vez, destacamentos de infantería avanzaban en paralelo a la carretera, a píe o en vehículos, para proteger los flancos del avance por la carretera, tarea a la que también ayudaban los soldados del 107º Batallón de Fuerzas Especiales que se habían infiltrado con anterioridad aquella noche, y alguno de cuyos miembros ya habían protagonizado tiroteos con las tropas colombianas antes de que se iniciase la ofensiva formalmente.
Seis AMX-13, los 8 vehículos blindados Tpz-1 restantes, y el resto de la compañía de infantería montada en camiones formaban el segundo escalón de avance, mientras que el resto del batallón blindado de AMX-13 y la infantería de los 3 batallones de la 11º Brigada de Infantería, le seguían a pie, en camiones y en vehículos ligeros, la mayoría por la carretera y el resto al norte y sur de la misma, formando una especie de frente de avance de un poco menos de cuatro kilómetros, mientras algunas unidades adicionales mantenían la seguridad de los flancos y la retaguardia.
Pero el Ejército colombiano no les iba a tender una alfombra de rosas. Inmediatamente después de abandonar Parahuachon, la artillería comenzó a disparar sobre la carretera y al otro lado de la frontera. Un reguero de proyectiles de obuses de 105 y 155 mm y morteros de 120 pusieron en aprietos a la columna venezolana causando algunas bajas y retrasando el avance. Algunas de aquellas piezas de artillería, estaban siendo guiadas por comandos de un batallón de la Brigada de Fuerzas Especiales, que también hicieron de las suyas con sus propios medios. Minas Claymore explotaban al paso de vehículos o infantes, francotiradores disparaban sobre oficiales o tripulaciones de blindados cuando se exponían y cohetes salidos de los C-90 destruyeron algunos camiones, un TPz-1 y dañaron un AMX-13, y podrían haber hecho más si no fuera por que peleaban también por sus vidas, ya que tanto las tropas terrestres que avanzaban paralelas a la carretera como dos Mi-35 Caribe que sobrevolaban la zona, tenían como misión, encontrar y destruir a aquellos pequeños pelotones de comandos que entorpecían el avance hacia Maicao.

Imagen

Artillería colombiana en acción


Así pues, pese al esfuerzo por detener el avance venezolano, y tras lograr retrasar algo el horario de la ofensiva y causar algunas bajas, finalmente las primeras fuerzas de la 11º Brigada de Infantería, el Batallón Mecanizado “Coronel Francisco Aramendi”, llegó a las afueras de la ciudad hacia media mañana, y casi inmediatamente comenzó un furioso combate calle por calle.
El 6º Batallón de Infantería Mecanizada “Cartagena” del Ejército colombiano, había dispuesto el grueso de sus tropas dentro de la ciudad (la mitad de población civil de la cual la había abandonado en los días precedentes), mientras que la mayoría de sus vehículos, junto a unos pocos Cascavel y Urutú de los Grupos de Caballería “Gustavo Matamoros” y “Juan José Rondón”, defendían la periferia de la ciudad intentando que las fuerzas venezolanas no rodearan y aislasen la ciudad de sus vías de suministro.


Credito de la lámina: Lord Henry
Última edición por flanker33 el 26 Feb 2013, 22:57, editado 1 vez en total.


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Mensaje por flanker33 »

5 de marzo. Comandancia General de la Armada Venezolana. Caracas. Venezuela

-Capitán, el consulado de Martinica en linea.
-Gracias. Pasemelo – ordenó el Capitán de Navío Eugenio Cadenas a su asistente.

Desde que hacía un par de horas, cuando su viejo amigo Miguel Alejandro Rodríguez se había puesto en contacto con él a través de la operadora de la Comandancia General de la Armada, se había iniciado una pequeña investigación para confirmar las novedades que su antiguo compañero de promoción, ahora Primer Oficial de la marina mercante, le había facilitado, tras haber arribado a puerto y haberse podido zafar de la estrecha vigilancia de su amargado Capitán, según le contó el mismo.
Tras unos segundos por el retardo, el Capitán se dirigió a su interlocutor al otro lado del teléfono.

-Cadenas al habla.
-Aquí el Cónsul Montejo desde Fort de France para reportar novedades.
-Un placer escucharlo señor Montejo. ¿Que tiene de nuevo para nosotros?
-Como nos solicitaron, hemos realizado consultas y averiguaciones para saber el paradero de la fragata colombiana “Almirante Padilla” que en los últimos días ha estado realizando maniobras con buques de otros países en aguas cercanas a Martinica, y tras una inspección visual de todo el puerto desde diversos sectores, yo mismo he buscado de paso a la casa del Gobernador, no hay rastro de ella. También hemos buscado en las costas cercanas a la capital, con igual resultado. Y al parecer no esta programada su participación en los ejercicios navales del día de hoy.
-¿Y las consultas?
-El gobernador como hábil diplomático que es, se a mantenido al margen y no me ha facilitado ninguna información relevante, y así también parecían haber instruido a las autoridades portuarias, pero finalmente hemos tenido más suerte con la empresa que facilita el combustible. Sus responsables nos han confirmado la salida de la fragata hacia las cinco de la mañana, con sus depósitos a tope de combustible.
-Entonces ¿está confirmado que la fragata colombiana ya no se encuentra en Martinica y que zarpó esta madrugada?
-Completamente.
-Ha sido usted de gran ayuda señor Montejo, felicite a su personal en mi nombre y en el de la Armada venezolana.
-Un placer haber podido ser de ayuda en estos momentos tan críticos para la nación.
-Adiós señor Montejo, volveremos a estar en contacto si necesitamos algo más.
-Por supuesto, aquí estaremos. Buenos días.

“Bien, entonces la información de Miguel era fiable, como ya esperaba, y tenemos una pequeña idea del rumbo y la velocidad a la que navega la “Padilla”...excelente” - pensó Cadenas para si, mientras presionaba el interfono para hablar con su asistente.

-Páseme con el Almirante, y luego con el Comando Naval de Operaciones en Puerto Cabello.

Tenían que localizar al buque colombiano antes que llegara a sus aguas y fuese más difícil atacarlo. Aquella era una gran oportunidad para hundir la fragata y asestar un importante golpe a la Armada Colombiana. “Debería haberse quedado en Martinica” pensó, “ahora tenemos una buena opción”. Por contra, llegar a las otras dos fragatas colombianas operativas, era complicado. Una se encontraba en el Pacífico, y sería problema de la Armada Ecuatoriana, y la segunda había salido de la Base Naval de Cartagena con anterioridad al ataque aéreo de la FAV y todavía no había podido ser localizada, aunque si se mantenía lejos de las costas venezolanas, sería difícil atraparla.

Por el momento, el grueso de la escuadra naval venezolana, incluidas las tres fragatas operativas de la clase “Mariscal Sucre” y varias patrulleras, así como los dos aviones C-212 de patrulla naval operativos, se encontraban operando cerca de la entrada del Golfo de Venezuela. El principal peligro, incluso aunque se localizase a la segunda FFL colombiana cerca de aguas venezolanas, eran los dos submarinos diésel clase “Pijao” con que contaba el enemigo, y que seguramente ya estaban cerca del Golfo de Venezuela. Buques que podían causar un importante daño a la escuadra o al tráfico naval si la Armada Colombiana se decidía finalmente a realizar una campaña contra los petroleros de bandera venezolana que entraban y salían del Golfo. Pero pese a todo, debía encontrar los recursos suficientes para localizar y destruir a la “Almirante Padilla” cuanto antes. Pero lo primero era informar a su superior y obtener su autorización.
Sonó el teléfono.




5 de marzo. Base Avanzada “Luchadora”. Cerca de la Guajira. Colombia.

Mientras los escuadrones “Jaguar” y “Cunaguaro” de la AMB realizaban sus ataques en suelo colombiano, los cuatro Kfir del Grupo de Combate 11 de la FAC que operaban desde la Base Avanzada de dispersión “Luchadora”, estaban preparados para realizar un ataque de precisión contra el puente “General Rafael Urdeneta”, que unía Maracaibo con el otro extremo del Lago del mismo nombre por su parte más estrecha, y cuya perdida repercutiría en los suministros y refuerzos venezolanos que se dirigían hacia la Guajira.
Todo estaba listo para el ataque, pero a menos de cinco minutos para el despegue, informes de agentes en la zona sobre el despliegue de baterías de misiles SAM Barak y la presencia de una patrulla aérea de combate en la zona, hicieron cancelar el ataque hasta nueva orden.
Así pues, tras pasar un buen rato y cambiar el armamento, dos Kfir fueron lanzados para prestar apoyo a las tropas de tierra que combatían por Maicao debido a las constantes solicitudes para recibir apoyo aéreo de las tropas allí desplegadas. Armados con 6 bombas Mk.83 de 1.000 libras y dos lanzacohetes, se pegaron al terreno nada más despegar y tras un corto vuelo, contactaron con un controlador aéreo avanzado que los guió hacia su objetivo. El primero escalón de tropas venezolanas habían llegado a las afueras de Maicao y había comenzado la lucha en la periferia, pero todavía, un buen número de tropas llegaban por carretera, y fueron esos vehículos y soldados contra los que la docena de bombas serían lanzadas. Elevándose como una exhalación, los Kfir siguieron las indicaciones de “sus ojos en tierra” y soltaron su letal carga. Las explosiones fueron muy violentas y produjeron la destrucción de dos Tiunas de reconocimiento y graves daños a un AMX-13 además de diversas bajas entre la infantería venezolana, que reaccionó tarde al no haber tenido previo aviso.


Imagen

Columna venezolana bajo ataque aéreo de los Kfir.

Los cazas colombianos se disponía a dar una segunda pasada para lanzar sus cohetes, cuando recibieron la indicación de su sistema RWR que estaban siendo detectados por un radar Giraffe 75, y poco después, una fina columna de humo se eleva al cielo en su dirección desde el este. Los Kfir abortaron el ataque y realizaron maniobras evasivas, consiguiendo escapar del misil por escaso margen. El mando de la misión en tierra, enterado de la amenaza, ordena regresar a sus preciados cazas ante la posibilidad de perderlos antes del ataque contra el puente sobre el Lago de Maracaibo. De todos modos, ya habían cumplido la misión satisfactoriamente. Regresaron sanos y salvos a la base.
Más tarde, los informes sobre las defensas del puente fueron contrastados y se comprobó que eran inexactos. Los SAM eran ahora los RBS-70 y la CAP no había existido, eran aparatos venezolanos que volvían de una misión de ataque contra tropas colombianas. Se habían perdido unas horas importantes... pero habría más oportunidades.
Última edición por flanker33 el 07 Mar 2013, 19:43, editado 1 vez en total.


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Anderson
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Mensaje por Anderson »

Oiga Flanker, que talento tiene ud. con la pluma. Felicitaciones!


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Mensaje por flanker33 »

Hola Anderson,

:gracias: en buena parte es un trabajo de equipo. Me alegro de verlo por aquí.

Saludos.


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Edwin Freyner Moreno Fies
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Mensaje por Edwin Freyner Moreno Fies »

Amigo Flanker definitivamente deberias hacer un contrato con el circulo de lectores, jejeje eres genial, este relato esta emocionante :thumbs: :thumbs: :thumbs:


Colombia tierra querida, himno de fe y alegria
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Mensaje por flanker33 »

Hola Edwin,

muchas gracias por tu comentario. Y aprovechando que parece que el mundo no se acaba y Erika nos ha remitido dos láminas más, ahora las podéis disfrutar en la primera página del hilo, en el fragmento del incidente aéreo de Cúcuta. En breve espero subir otro fragmento del relato.

Saludos.


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Mensaje por flanker33 »

5 de marzo. Zona fronteriza entre Venezuela y Colombia

-¡Suban a los tanques! ¡Ya nos vamos!

“Por fin”, pensó la soldado Patricia Vega.

Pasaban varios minutos de la una de la tarde cuando por fin llegó la orden de avanzar para el carro de combate de Vega y sus compañeros de tripulación, el sargento Nestor Maza, un joven pero veterano suboficial, orgulloso y enamorado de los grandes carros de combate, el cabo primera Tomás Sojo, un fanático de los autos de carrera y el soldado Robert Moreno, el cargador, un tipo deportista y también mecánico del tanque. Al AMX-30V que tripulaban le habían puesto el apodo de “Gato Salvaje”, aunque otros en el batallón lo denominaban a mala fe “Princesita”.

Patricia subió a la torre del AMX y se introdujo por la escotilla hasta su puesto de artillera del carro. Era una de las pocas mujeres, si no la única hasta donde ella sabía, que era artillera de un carro de combate en el Ejército venezolano. A ella también le atraía aquel mundo de la milicia y los grandes tanques de batalla, y durante el entrenamiento había demostrado aptitudes más que sobradas para el cargo de tiradora del carro, así que hacía ya varios meses que ocupaba el puesto y había logrado ganarse el aprecio de sus compañeros de tripulación, aunque en el batallón siempre había quien la miraba con suspicacia y en su envidia, pensaban que se había ganado el puesto por ser una cara bonita. Y aunque ella estaba orgullosa de su largo pelo negro azabache que se recogía en una coleta y de sus finos ojos rasgados, más de una vez había tenido que defenderse de aquella gente. “Si fuera una cara bonita ahora estaría en algún concurso de belleza, y no aquí, llena de grasa arreglando esta mole de acero” le había dicho una vez a uno de aquellos jodedores y malpensados del batallón, pero por mucho que intentara ser una más, era duro ser mujer en un mundo reservado hasta hacía poco solo para los hombres. Pero todo aquello iba a quedar en un muy segundo plano, o al menos eso esperaba ella, con los acontecimientos de los últimos días. Ahora se vería quien valía para el puesto de verdad, y nada de comentarios de boquilla. Iban a la guerra y tocaba “graduarse” en serio.
La soldado Vega era una mujer muy activa y siempre necesitaba estar haciendo algo, así que por fin dejó de dar vueltas como un jaguar enjaulado, y puso los cinco sentidos en hacer su tarea lo mejor posible. Se puso el casco y todos comprobaron las comunicaciones.

-Chequeo de comunicaciones - dijo el sargento Maza
-Conductor listo.
-Artillera lista.
-Cargador listo.
-Muy bien. Tomás arranquemos ya, el punto de reunión con la infantería es en el puesto fronterizo.


Imagen

El "Gato Salvaje" en movimiento.


Al fin el AMX-30V de Vega y otros dos carros más se ponían en movimiento. Habían sido los últimos en llegar a la zona de reunión del 412º Batallón Blindado “Francisco José Bermudez”, por que cuando llegó la orden de movilización días atrás, aquellos tres vehículos estaban a medio desmontar en su base de Valencia. A toda prisa se volvieron a montar y probar, pero llevaba su tiempo, así que siempre fueron algo por detrás del resto de carros del batallón, aunque gracias al entusiasmo de sus tripulaciones y a los mecánicos encargados de ellos, apenas llegaron al área de despliegue con unas pocas horas de retraso respecto al resto del batallón.
Para consternación de la tripulación, el comandante del batallón, había ordenado que se revisaran a fondo los tres vehículos tras el largo viaje desde su base hasta allí. En el “Gato Salvaje” encontraron algún pequeño problema mecánico, nada irresoluble, pero el Teniente Coronel se mostró inflexible y ordenó que estuvieran mecánicamente aptos al 100% antes de entrar en combate, lo que tenía lógica pensando que cualquier fallo, podría dejarlos tirados en el momento más inoportuno, lo cual en el pasado había ocurrido a menudo. Por lo tanto, el soldado Moreno, ayudado por toda la tripulación, estuvo efectuando reparaciones en el carro durante casi toda la noche y una parte de la mañana hasta dejarlo en perfecto estado de revista. Los otros dos tanques tardaron un poco más, pero finalmente estaban listos para operar y habían recibido autorización del mando para unirse al combate que se desarrollaba a pocos kilómetros de la frontera.
En el puesto fronterizo, justo donde acababa Venezuela y comenzaba Colombia, a los tres AMX-30 se les unió una compañía del 131º Batallón de Infantería “Manuel Piar” que también habían llegado con cierto retraso al inicio de la ofensiva aquella mañana.
Un capitán se les acercó y encaramándose a la torreta del tanque, se puso a hablar con Maza, que hacía las veces de líder de aquella pequeña escuadra de tanques.

-Sargento, deben escoltarnos hasta Maicao. Una vez allí se pondrán a la orden de su comandante ¿Entendido?
-Afirmativo, mi capitán – respondió con seguridad el tanquista, que previamente había recibido las mismas ordenes de su mando de batallón.
-Quiero a dos de sus carros en vanguardia y otro cerrando la columna. Estén atentos por que me informan que todavía pueden quedar algunos elementos de unidades enemigas que intenten jodernos al avanzar por la carretera, pero tengan cuidado, por que también hay de los nuestros en la zona, así que miren bien a que disparan. Por lo demás solo la artillería enemiga debería molestarnos, aunque a nosotros más que a ustedes.
-Eso parece, mi capitán. No se preocupe, les llevaremos sanos y salvos a Maicao.
-Muy bien, entonces vámonos ya.
-A la orden.

El viaje de apenas 10 kilómetros fue tenso. Algunos proyectiles de artillería caían todavía cerca de la carretera, aunque ahora parecía que no los dirigía nadie y eran poco precisos, aún así, la parte trasera de un camión que transportaba a los soldados de infantería, fue alcanzado por la metralla producida por la explosión de un obús que impactó a una decena de metros, y dos soldados resultaron heridos. Pero el momento más tenso fue cuando “Tempestad”, el tanque que acompañaba a “Gato Salvaje” creyó haber visto movimientos de tropas enemigas trescientos metros más adelante, a la salida de un camino que daba a la carretera. Con los dos cañones enfilados hacia aquel punto, apareció un Tpz-1 venezolano que estaba ayudando en las tareas de limpieza de enemigos de los alrededores de la carretera, pero al cual le faltó poco para llevarse un par de granadas del 105. Tras una lenta marcha de casi veinte minutos debido al mal estado en que estaba quedando la carretera por los impactos de algunos proyectiles, la pequeña columna llegaba a su destino, una instalación agrícola a las afueras de la ciudad donde se había preparado un improvisado puesto de mando.

La columna se detuvo por completo, dispersándose para no ser blanco fácil de la artillería, y mientras el capitán de la compañía de infantería y el sargento Mata fueron a presentarse a sus superiores, Vega asomó la cabeza por la escotilla y vio más claramente las columnas de humo que se elevaban sobre Maicao, así como el sonido de las armas ligeras y los proyectiles explosivos que sacudían la ciudad e incluso el viento le traía algo de olor a pólvora.
Y allí fue donde vio por primera vez a compatriotas suyos muertos. Cubiertos por ponchos o cualquier tipo de telas, una fila de cuerpos en el suelo se entreveían a través de la puerta que daba acceso a una pequeña nave. De otra nave situada al lado, se oían gritos y se veían entrar heridos y a enfermeros y médicos ir de un lado para otro. Aquello la impacto mucho y se puso algo nerviosa. Iba tomando contacto con la realidad y la gravedad de la situación. Pese a lo mucho que habían hablado sobre ello los días anteriores y lo preparada que pensaba que estaba para algo así, la verdad es que se le giró el estomago y durante unos minutos sus manos temblaron ligeramente, aunque por suerte para ella, lo pudo controlar tras unos minutos intentando relajarse y nadie se dio cuenta. Si hubiese mirado a sus demás compañeros, hubiese visto que ellos también estaban pasando por algo parecido.
También había en aquel improvisado cuartel, como unas dos docenas de soldados colombianos que habían sido hechos prisioneros, en una cerca vallada, rodeados de dos soldados que montaban guardia a su alrededor. Algunos parecían tener rasguños o heridas leves, pero llevaban vendas, así que supuso que habían sido tratados por los enfermeros, aunque no sabía si por los colombianos o venezolanos. Desde luego que se les daban todos los cuidados necesarios a los prisioneros que estuviesen heridos pensó Vega, al fin y al cabo, era en interés de todos el trato humano a los prisioneros por ambos bandos, o al menos eso esperaba ella.

El sargento Maza volvía a paso ligero al tanque tras haber hablado con los otros dos jefes de carro. Un poco más allá el capitán de la infantería habló con los soldados de uno de los camiones y tras comentarles algo, les indicó hacia los tanques. El camión con los soldados llegaron a la vez que Maza y este les comentó a su vez alguna otra cosa antes de subir a la torre y ocupar su puesto.

-Sargento, son todo suyos. Cuídelos bien.

Fue lo que atisbó a oír al capitán, a lo que Maza respondió sacando el brazo por la escotilla con el pulgar en alto.
Por fin parecía que era el turno de ser informados para la tripulación del “Gato Salvaje”.

-Escúchenme con atención. Me han informado que el grueso del batallón está intentando rodear la ciudad por el norte, mientras que los “Bravos de Apure” y sus AMX-13 lo hacen por el sur. Tienen algo de apoyo de infantería, pero el terreno y las defensas enemigas, básicamente unidades de caballería blindada, los está retrasando. A nosotros nos han asignado reforzar un ataque que se está llevando a cabo para intentar impulsar el avance de nuestro batallón. Una sección de cuatro carros y media compañía de infantería está intentando tomar el aeropuerto y el estadio de fútbol. Eso dejaría a los defensores de la ciudad cortados de sus unidades más al norte que combaten contra nuestros tanques, y que tampoco tendrían contacto con la ciudad. La idea es obligarles a retroceder para restablecer la continuidad de su frente, y si no lo hacen, aprovecharlo para meter por allí a más carros y atacar la retaguardia de la caballería colombiana. También quieren que capturemos el estadio de fútbol para hacerlo servir de base de apoyo y logística en cuanto se pueda. ¿Preguntas?
-¿Como marcha el ataque que vamos a reforzar? - preguntó el conductor.
-En la última comunicación de hace veinte minutos, informaban que se estaban aproximando al aeropuerto con resistencia esporádica.
-¿Nos esperan? - dijo Patricia.
-Si, han sido avisados. Nuestro indicativo de radio es “Piraña”, nosotros somos “Piraña Uno”, y el suyo “Mara” ¿entendido?
-Afirmativo.
-De acuerdo, pues ahora en marcha, que ya hemos perdido demasiado tiempo aquí...ah, se me olvidaba. Ese Tiuna de ahí enfrente nos guiará hasta nuestro objetivo, así que Tomás, pegate a él.
-Recibido mi sargento. Cojo su rebufo.

Y dando un fuerte acelerón, las 36 toneladas del carro de combate saltaron hacia adelante, seguidos de sus otros tres compañeros y el camión con los soldados de infantería.
El Tiuna del escuadrón de caballería de la Brigada, guió a los AMX-30V a través de algunos descampados al norte de la explotación agrícola, y luego se metieron por caminos sin asfaltar, rodeando un pequeño barrio residencial separado de la ciudad, que parecía estar bajo el control del Ejercito venezolano, para seguir por más caminos, y claros salpicados de arbustos con alguna que otra casa ocasional. En el trayecto Vega pudo ver a través de su visor un camión y un todoterreno ardiendo, pero no había manera de saber si era de los suyos o del enemigo. A su alrededor contó cuatro cuerpos calcinados.

-¡Aviones a la izquierda, aviones a la izquierda! - anunció el sargento.
-¿Son de los nuestros? - quiso saber Moreno.
-Ni idea, son de hélice. Cuatro. Cojo la ametralladora de la cúpula. Patricia, usa la coaxial, pero espera que te de la orden para disparar.
-De cuerdo mi sargento.

Vega cogió la ametralladora de 12,7 mm coaxial al cañón principal, que con una inclinación independiente de hasta 40º era el principal arma antiaérea del tanque, aunque lo limitado de la visión a través del visor le restaba efectividad para esa tarea.
Maza localizó de nuevo a los aviones y los identifico con los prismáticos que colgaban de su cuello. Cuatro Supertucanos de la Fuerza Aérea Colombiana se dirigían al norte, pero dos de ellos, los más cercanos comenzaron a girar hacia su posición. De los otros dos que volaban más al norte, se desprendieron bombas que parecían girar en el aire en dirección a algún objetivo imposible de ver para el sargento y luego varias explosiones a varios kilómetros de allí. No se detuvo a ver en que terminaba todo aquello.

-¡Aviones enemigos! ¡Aviones enemigos! ¡Artillera, fuego libre, fuego libre!
-Recibido.

La artillera intentó centrar a alguno de los dos pequeños aviones que habían girado hacia ellos. “coñ*, nos agarraron en un claro” pensó Vega, y como si la hubiese oído, el sargento ordenó al conductor que buscara refugio lo antes posible y que zigzagueara, algo que Tomás no tardó en obedecer. Las ametralladoras de los tres tanques comenzaron a lanzar proyectiles hacia el cielo, secundadas por otras 3 ametralladoras del Tiuna, a la vez que el camión con los soldados de infantería aceleraba a toda velocidad.

-¡Vamos, vamos! ¡No te muevas tanto cabrón, que así no hay manera de alcanzarte! - gritó Patricia al avión colombiano sin darse mucha cuenta por la excitación del momento, que era su tanque el que no paraba de girar a un lado y a otro. Disparó ráfagas cortas al principio, pero conforme se acercaban los aparatos enemigos y el peligro se hacía más latente, apretaba el gatillo durante más tiempo, pero ninguna de sus trazadoras, ni de las de los demás vehículos lograba alcanzar a sus objetivos. Y cuando más concentrada estaba en intentar acabar con aquellos pájaros, vio como comenzaban a salir cohetes de debajo de sus alas. Durante un momento se le heló la sangre y contuvo la respiración. Si aquellos cohetes tenían una cabeza HEAT podrían perforar el blindaje de su carro, y si acertaban la parte superior del mismo, peor todavía. Uno, otro y luego otro más, impactaron en las cercanías de su tanque, y sintió como algunas esquirlas rebotaban en el blindaje del tanque. Hubo más impactos, pero ninguno cerca de su carro. Tampoco los otros tres tanques sufrieron daños. Vega siguió entonces disparando hasta acabar con la munición del arma sin resultados aparentes. Se puso entonces a recargar el arma y no pudo ver como los Super Tucano colombianos lanzaban cuatro bombas Mk.82 de 22 Kg contra ellos, y solo se dio cuenta cuando una de ellas impactó realmente cerca del carro, y de nuevo numerosas esquirlas impactaron contra el blindaje del “Gato Salvaje”. Los impactos y la sacudida, fueron tan fuertes que por un momento pensó que habían penetrado la coraza del tanque, pero tras unos segundos de angustia parecía que no había sido así. “¡Mierda. El sargento está ahí arriba!” pensó.

-¡Mi sargento, mi sargento! ¿Esta bien? - y ante la falta de respuesta, salió por la escotilla para ver como se encontraba su superior.
-¿Que coñ* haces Patricia? Vuelve a tu puesto, y gira la torre, esos hijos de puta han destrozado al camión con un bombazo y van a dar otra pasada.
Patricia vio como el camión ardía y varios hombres se alejaban de él cubiertos de llamas. Luego miró a su superior y se dio cuenta que del hombro derecho del sargento salía un fino reguero de sangre.
-¿Estas bien Nestor? - le preguntó a la vez que le indicaba la herida.
-¿Ah, esto? No me había dado cuenta, así que no será nada. Vamos, baja de una vez que ya vuelven.
-Como ordenes.

La joven soldado acabó de recargar la ametralladora pesada y giró la torre del tanque, enfrentando a sus agresores. Los aviones habían dado la vuelta y comenzaron a disparar con un cañón de 20 mm cada uno a la parte trasera de los carros, pero desde mucha distancia, por que los tanques estaban llegando a una zona arbolada que les serviría para ocultarse. Patricia volvió a disparar la ametralladora hacia aquellos aviones, de nuevo sin resultados. “coñ* de la M…, que me pasa hoy. Maldita...” pensaba para si mientras como sus proyectiles se quedaban cortos o se pasaban.
Finalmente los carros de combate lograron ponerse a cubierto entre los arboles e inmediatamente cambiaron el rumbo que seguían y se dispersaron por la zona. Los Super Tucano lanzaron otras dos ráfagas con sus cañones antes de elevarse y desaparecer en el cielo hacia el oeste.

-Alto. Se marchan.

Tomás detuvo el vehículo y Patricia salio inmediatamente de la torre con el botiquín.

-Dejame ver eso del hombro.
-¿Estáis bien ahí abajo?
-Todos bien. Un poco asustados – reconoció la soldado.
-Muy bien, los otros tanques tampoco parecen haber sido tocados durante el ataque, y el todoterreno de la Caballería está ahí intacto.
-¿Y los soldados del camión?
-Algunos saltaron del camión en llamas, los demás murieron en el acto, y de los que saltaron no veo que ninguno se mueva, de todas maneras el Tiuna va a dar un vistazo.

Mientras los de la caballería inspeccionaban los cuerpos de los infantes, Vega le dio un vistazo a la herida de su sargento. Parecía una herida limpia. Seguramente un trozo de esquirla incandescente que le había atravesado el hombro de lado a lado. Cuando finalmente el sargento Maza se calmó un poco pudo sentir como la movilidad de su brazo derecho se resentía, a la vez que el dolor iba en aumento. La artillera le aplicó unas curas de urgencia hasta que llegara a un puesto médico.

-Mi sargento, debería ir a que lo viera un médico, si no le podría empeorar. Los de la Caballería lo podrían llevar de regreso al puesto médico donde hemos estado.
-¡No me jodas Paty! Mi primer combate está ahí al lado y por un rasguño ¿quieres que salga corriendo? Ni por el coñ* me pierdo esta pelea. Vamos a localizar al destacamento “Mara” y a cumplir nuestra misión.
-Pero se le podría inf...
-Dejalo soldado. Te lo agradezco, pero estoy bien para continuar, así que se acabo la charla. - Los del Tiuna le hicieron un gesto clarificador al pasar a su lado, no quedaba ningún soldado con vida. Una docena de vidas se habían extinguido sin más. Maza estaba cabreado, pero se controló. “Aquí ya no tenemos nada más que hacer” - Conductor, sigamos, adelante.
-A la orden mi sargento.

El Tiuna volvió a avanzar con los 3 tanques siguiéndolo de cerca, hasta que llegó a un camino más ancho y en mejor estado que se dirigía hacia la ciudad.

-Recibido – dijo el sargento Maza. - Atención – dijo hablando para los tres carros a través de la radio - Aquí dejaron al Grupo “Mara” antes los de la caballería. Debian seguir este camino durante otros doscientos metros y luego girar hacia el oeste. Allí se supone que está el aeropuerto - dijo tras consultar su mapa. - Ellos se marchan ya, tienen nuevas ordenes, así que ahora estamos solos para avanzar. Abrid bien los ojos.

En cuanto cortó la comunicación con sus compañeros de fatiga, volvió a usar la radio.

-“Mara”, “Mara”, aquí “Piraña”. Adelante.

Solo sonido de estática.

-“Mara”, “Mara”, aquí “Piraña”. Adelante. Estamos llegando al aeropuerto por el este.

Otros interminables segundos más de estática antes de obtener respuesta.

-Aquí “Mara Dos”. Adelante “Piraña”, le recibo.
-“Mara Dos”, “Mara Dos”. Aquí “Piraña Uno”. Danos tu posición, estamos llegando por el este, veo ahora la cabecera de la pista del aeropuerto – anunció al salir de una arboleda. - Somo tres AMX-30.
-“Piraña Uno”. Estamos hacia la mitad de la pista, tras unas pequeñas casas al norte de la pista, justo al otro lado de donde debe estar el estadio de fútbol.
-¿Cual es su estado?
-Ahora mismo detenidos. Hemos perdido a “Mara Uno” y a varios soldados de infantería. Seis muertos y trece heridos creo. Recibimos un fuego muy preciso desde el sur de la pista y tienen armas antitanque. Los hemos cañoneado e intentado asaltar, pero fuimos rechazados. Nos paramos para reorganizarnos.
-Recibido – contesto Maza que veía como el AMX-30V de “Mara Uno” ardía cerca de la posición que debían haber intentado asaltar, a unos 800 metros de distancia de su pequeño grupo de refuerzo.
-¿Blindados enemigos?
-Cazamos nada más llegar a un M-113 al final de la pista, aparte de ese, nada más.

El sargento miró detenidamente a su alrededor. A ambos lados de la pista, a menos de 100 metros de esta, hileras de viviendas, casas en su mayoría, discurrían en paralelo a ella. Avanzar por allí le hacía sentirse como uno de esos patos de feria a los que se les tira bolas en las casetas. Pero no había otro remedio. Meterse por las calles entre las casas hubiese sido peor todavía.

-“Mara Dos” vamos a hacer lo siguiente. Vamos a avanzar a toda velocidad por el centro de la pista hacia la posición que hay que tomar. Ustedes van a lanzar proyectiles fumigenos para cubrirnos y luego dispararan en dirección al punto de resistencia con todas las armas desde su posición actual cuando se los diga. Entonces nosotros caeremos sobre ellos y ustedes nos siguen. ¿Recibido? - dijo el sargento sin estar muy convencido de si el plan que acababa de organizar, daría resultado o sería un desastre total y dentro de unos minutos estaría ardiendo como “Mara Uno”.

-Recibido. Estamos listos. A tu señal.
-De acuerdo.
-¿Está claro “Piraña Dos y Tres”?
-“Piraña Dos” afirmativo.
-“Piraña Tres” afirmativo”


-Patricia. Humo delante nuestro a seiscientos metros, y luego carga rompedoras – ordenó el sargento, poco después de haber ordenado lo mismo a “Pirañas Dos y Tres”. - Tomás, preparate para poner este juguetito a toda velocidad.
-Afirmativo sargento – dijo el conductor regocijándose de poder poner el carro a toda velocidad en una zona apta para ello.

-Atención “Piraña Dos y Tres” Formación en cuña. Voy delante “Dos” a la izquierda, “Tres” a la derecha. A toda velocidad. ¿Adelante, adelante!

Cuando la pequeña cortina de humo comenzaba a extenderse, la pequeña formación avanzó a casi 65 kilómetros por hora por la pista del aeropuerto de Maicao.
“Mara” había hecho su trabajo y ayudo a que un espeso humo blanco se extendiera por su eje de avance, haciendo muy difícil localizar a los carros, lanzados a toda velocidad en una alocada carrera.
Cuarenta y cinco segundos después de comenzarla, atravesaron los restos de la última cortina cortina de humo.
-Ahora “Mara Dos” disparen todo lo que tengan contra esos cabrones.
-Recibido. Allá vamos.

Patricia vio desde su visor como proyectiles de varios calibres cruzaban la pista de norte a sur justo en frente de ellos, y como eran respondidos desde las posiciones colombianas. Pero entonces, estos se dieron cuenta de la presencia de la nueva amenaza que se les venía encima a toda velocidad y actuaron en consecuencia dividiendo su fuego.

-“Grupo Mara”, avanzad ahora, avanzad.
-Vamos. Adelante – respondió “Mara Dos”

-Artillera fuego sobre esas casas.
-Recibido...¡Fuego!

Una lengua de fuego salió proyectada delante del carro a la vez que un proyectil salía del ánima rayada del cañón del “Gato Salvaje”, y aunque iba a toda velocidad, el proyectil encontró su destino gracias al gran tamaño de su blanco, a la estabilización del cañón y a la pericia de la artillera Vega.
El “Tempestad” y el “Valencia” también dispararon. Los colombianos devolvían el fuego con todo tipo de armas, incluyendo lanza-granadas RPG-22, uno de cuyos proyectiles pasó rozando al “Gato Salvaje” pero se perdió tras él sin causar daños.

-Adelante. A todas las unidades, vamos a arrollarlos – arengo el sargento a sus tropas.

Vega volvió a disparar el cañón contra las posiciones colombianas que estaban quedando envueltas en una espesa humareda que hacía difícil apuntar. Entonces, cuando Moreno terminó de recargar un proyectil y Patricia agotaba otra caja de munición de la ametralladora disparando hacia las posiciones enemigas, recibieron el impacto.
Un proyectil de 72,5 mm antitanque fue a impactar contra el faldón frontal izquierdo de la cadena, muy cerca del puesto de conductor. Patricia notó el impacto como si hubiera recibido una pedrada en el pecho. El tanque fue perdiendo velocidad y se detuvo.

-¿Están bien? - preguntó algo conmocionada todavía.
-Cargador bien.
-Jefe de carro bien.

-¿Tomás? ¿Estás herido?

-Esperen, voy a ver – dijo Moreno.

-Verga, apenas se ve nada...Tomás...dime algo coñ*...nojoda, parece conmocionado y tiene varias heridas sangrantes - anuncio el cargador.
-Hay que sacarlo de aquí y atenderlo – dijo Patricia.

El sargento por fin recobró la conciencia del combate y miró por los periscopios de su cúpula. La lucha seguía ahí afuera, pero el combate se desarrollaba delante de ellos, a no mucha distancia.

-Estamos detenidos en muy mal sitio. Robert ¿puedes mover el tanque para sacarnos de aquí?
-Imposible. No llego a los mandos, y creo que las cadenas se han salido.
-Mierda...de acuerdo – dijo tras pensar unos segundos - ¿puedes sacar a Tomás por abajo?
-Creo que si.
-Pues hazlo. Vamos a abandonar el carro de momento, aquí somos un blanco fácil si nos vuelven a prestar atención.
-Sargento, el cañón está bien, puedo seguir disparando.
-Negativo. Tenemos a los nuestros delante bloqueandonos la linea de visión hacia el objetivo, y los del Grupo “Mara” también andan cerca, podríamos hacer más daño que beneficio. Vamos a salir y reagruparnos en esa casa verde pistacho de la izquierda ¿entendido?
-Entendido – respondieron la artillera y el cargador.

Pero antes de poder poner en práctica su plan, Maza vio algo por su periscopio.

-Patricia al final de la pista. ¿Que es aquello?
-No se ...¡mierda es un todoterreno con un cañón sin retroceso!
-Se ha parado ¡Dispara! ¡Destruyelo antes de que nos alcance!
-Voy.

La soldado Vega movió la torre, realizo las correcciones oportunas y apuntó todo lo rápido que le fue posible. Finalmente apretó el disparador...a la misma vez que el artillero del CSR colombiano. Ambos proyectiles lograron un impacto bajo, pero mientras el todoterreno salía dando un par de vueltas de campana al explotar el proyectil bajo el vehículo, hiriendo gravemente a sus ocupantes, la granada del CSR destrozó la cadena derecha del carro.

-¡coñ*, coñ*, coñ*! ¿Como están? - preguntó el sargento de nuevo un poco conmocionado.
-Aquí abajo bien...bueno yo, Tomás sigue igual.
-Artillera bien, pero...no puedo mover la torre, parece que se ha encallado.
-Prueba manualmente.
-Estoy en ello...pero no quiere, me cuesta muchísimo, imposible combatir así.
-De acuerdo. Vamos a seguir el mismo plan de antes de que apareciera ese inoportuno cañón ¿de acuerdo? Afuera todo el mundo.

Moreno y Sojo lograron salir del carro por la escotilla inferior del carro y arrastrarse hacia la parte trasera del vehículo, mientras que Vega y Maza salieron por las escotillas. Luego todos comenzaron a correr hacia la casa que había dicho el sargento. Llegaron los tres a la vez, ya que Moreno, incluso con el conductor a cuestas, era el mejor preparado físicamente de todo el batallón.
Entraron en la casa por la puerta trasera que estaba abierta. Patricia y el sargento registraron la casa con sus Uzi,s en mano.

-¡Despejado! - gritó el sargento desde una punta de la casa.
-Aquí no hay nadie tampoco – respondió la artillero Vega.
-Bien, Patricia, atiende a Tomás. Robert, coge tu arma monta guardia en la puerta principal, pero no dispares si ves a soldados enemigos a no ser que quieran entrar aquí o se hayan dado cuenta que estamos nosotros, ¿entendido?
-Claro jefe.
-Perfecto, yo voy a la puerta trasera a ver si puedo ver como va el combate.

Patricia examinó como pudo a Tomás. No era enfermera ni mucho menos médico, pero había hecho algunos cursos de primeros auxilios y era a la que mejor se le daba de sus compañeros. Rasgo partes del uniforme de Tomás para ver mejor las heridas. Sin duda habían sido producidas al saltar pequeñas esquirlas del interior del tanque hacia él, al impactar el proyectil anticarro. No sabría decirlo a ciencia cierta, pero no parecía que ninguna fuera mortal o muy grave. Quizás el shock producido por el impacto y las heridas era lo que había hecho que el conductor hubiese caído inconsciente. Comenzó a limpiar y vendar las heridas que consideró más peligrosas. En ello estaba cuando reapareció el sargento Maza en la casa.

-Soy el sargento, traigo ayuda.

Patricia levantó la cabeza de las heridas de Tomás y vio a un soldado junto a Maza.

-Es el enfermero de “Mara”.
-Es mucho decir mi sargento. Estoy estudiando todavía para ello, el enfermero de verdad está al otro lado de la pista atendiendo a más heridos.
-De acuerdo, como tu digas, pero ayudanos a curar a mi conductor - Ordenó el sargento mientras salía de nuevo fuera.
-Haré lo que pueda.
-¿Puedo ayudar? - pregunto Patricia.
-Claro, te voy a necesitar.

Durante esos instantes, la soldado Vega se dio cuenta que el sonido de las armas y las explosiones había cesado, al menos las que se oían antes más cerca. Miró al enfermero mientras atendían a Tomás.

-¿Que ha pasado? ¿Como ha ido el combate?
-Hemos tomado la posición enemiga y hemos hecho algunos prisioneros. Dice mi sargento que el tuyo a actuado con mucha valentía.
Patricia sonrió.
-Él es así. Por cierto, tiene un hombro atravesado de lado a lado, deberías echarle un vistazo.
-Claro, después de este, pero sería mejor que fuera a que lo viera el otro enfermero.
-Habrá que convencerlo, y no va a ser fácil. ¿Hemos tenido más bajas en el asalto? ¿Algún carro más?
-No, y milagrosamente muy pocas bajas de infantería, y las que hay, están menos grave que él . Dijo mirando al conductor – y ya las he atendido de urgencia.

Maza volvió a entrar. Esta vez estaba exultante.

-Buenas noticias. Los hemos puesto en retirada y hemos llegado hasta el estadio de fútbol. Otros grupos de infantería de los nuestros están llegando a la zona por el este y el sur y ahora mismo los tenemos rodeados. La ciudad entera debería caer dentro de poco, ya lo verán.


Pero el optimismo del sargento se mostraría erróneo. Todavía quedaba mucha ciudad por tomar, e incluso en los barrios por los que que se había avanzado, el control era más bien precario, apareciendo fuerzas colombianas a retaguardia de la infantería venezolana en demasiadas ocasiones.

La tripulación del “Gato Salvaje” aguardó en aquella casa toda la tarde. Finalmente ningún tanque apareció por allí para intentar explotar su conquista, y tanto “Mara” como “Tempestad” y “Valencia” se vieron involucrados en el combate urbano por controlar aquella parte de la ciudad. Así que cuando una pequeña fuerza de soldados colombianos con el apoyo de un M-113 intentó recuperar el aeropuerto, los pocos soldados que se habían quedado para vigilar el objetivo recién capturado, tuvieron que vérselas con ellos y llamar a refuerzos para evitar su perdida. Segundos después apareció un Mi-35 en el cielo y comenzó a lanzar cohetes y escupir plomo entre los atacantes hasta que los disperso tras causar algunas bajas. Después de aquello, solo fuego de hostigamiento con morteros.

Por fin llegó un convoy con tropas de refresco para asegurar la posición, y un AMX-30D de recuperación de carros que se llevó a “Gato salvaje” a la retaguardia para repararlo. Ellos y los heridos subieron a algunos camiones para volver a la retaguardia. Tomás ya había recuperado el conocimiento y sus heridas estaban atendidas, pero como aullaba de dolor se le hubo de inyectar morfina, con lo que al poco tiempo cayó de nuevo inconsciente.
Al sargento Maza le vio la herida el enfermero de “Mara”. Le dio algo para el dolor y le hizo algunas curas para que aguantara hasta llegar a un hospital.

En el camino de vuelta, hacia el puesto de mando y el improvisado hospital de campaña en la explotación agrícola, Patricia pensó que el sargento se recuperaría pronto, muy pronto, ya que sus ansias por cumplir con su deber y estar con su carro y su tripulación lo iban a hacer sobreponerse, pero el pobre Tomás estaba grave, para él la guerra, sin duda había terminado. Deberían encontrar un conductor para seguir en el combate, si lograban reparar su tanque, pero no dudaba que lo encontrarían, lo que no tenía tan claro es que fuera tan bueno como el suyo. Por otra parte, estaba agotada, si, pero a la vez contenta en cierto modo. Había participado en su primer combate, la habían bombardeado aviones, alcanzado proyectiles antitanque, pero todavía seguía con vida y sin un rasguño. Le sonaba egoísta dadas las circunstancias, pero estaba contenta de estar viva.


Credito de la lámina: Lord Henry
Última edición por flanker33 el 07 Mar 2013, 20:09, editado 2 veces en total.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
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Edwin Freyner Moreno Fies
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Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Edwin Freyner Moreno Fies »

A todos les deseo una gran noche buena y una muy feliz navidad :party5: :fiesta: :arbolito: :xmas: :militar-beer:


Colombia tierra querida, himno de fe y alegria

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