Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Las guerras y conflictos en la región latinoamericana, desde la Conquista hasta las Malvinas y el Cénepa. Personajes y sucesos históricos militares.
Avatar de Usuario
Andrés Eduardo González
General
General
Mensajes: 29892
Registrado: 05 Jul 2007, 17:33
Ubicación: Bogotá (Colombia)
Colombia

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Andrés Eduardo González »

SAETA2003 escribió:
Andrés Eduardo González escribió:
SAETA2003 escribió:el problema para Colombia de abrir varios frentes es el de la logística, fíjate que actualmente teniendo total dominio del espacio aéreo y enfrentando un enemigo mucho inferior en muchas oportunidades el flujo de logística deja mucho que desear, imagina la pesadilla que seria desplegar un gran numero de tropas en frentes diferentes sin ni siquiera poder hacer libre uso de sus helicopteros.


:cool: :cool: Puedes aclarar esto, ¿dónde está "lo que deja mucho que desear"?


mi estimado lo digo por las noticias que se han colado en varias oportunidades en donde las tropas se quejan por no recibir alimentos en semanas.


:cool: :cool: OK, entiendo. Te informo estimado que esos problemas se han presentado no por falta de equipos sino por cuestiones de tramitomanía. Se deben a que a algún pende** oficial se le olvida que hay que aprovisionar a las tropas y no manda los helicópteros o camiones a tiempo.

Es cuestión de trámite, no de equipos.


"En momentos de crisis, el pueblo clama a Dios y pide ayuda al soldado. En tiempos de paz, Dios es olvidado y el soldado despreciado».
Avatar de Usuario
santabarbara155
Alférez
Alférez
Mensajes: 751
Registrado: 01 Dic 2012, 17:11
Colombia

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por santabarbara155 »

Compara el numero de helos y de aviones de transporte y veras que siguen resagados. Pero el relato es del 2008 donde estaban bastante peor como tu explicas.


Avatar de Usuario
SAETA2003
General de Cuerpo de Ejército
General de Cuerpo de Ejército
Mensajes: 8359
Registrado: 10 Ago 2009, 19:56
Venezuela

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por SAETA2003 »

Nadie ha dicho que Colombia no posea mayor número de aviones y helicópteros lo que se te está diciendo es que sin superioridad aérea muchos de ellos serán destruidos en tierra y los restantes serán replegados a bases improvisadas, y cada vez que despegue correrán grave riesgo de ser destruidos por lo que su operación será muy limitada.


Si Vis Pacem, Para Bellum
Avatar de Usuario
Jig
Capitán
Capitán
Mensajes: 1417
Registrado: 29 Ene 2012, 03:41
Aruba

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Jig »

santabarbara155 escribió:Compara el numero de helos y de aviones de transporte y veras que siguen resagados. Pero el relato es del 2008 donde estaban bastante peor como tu explicas.


Como siempre lees lo que mas te conviene desvariando las cosas, ya el amigo SAETA lo publico claramente y entendible para todos.

en cuanto a los diez batallones no se tardaron dos semanas, yo estaba activo en esa epoca y a mi mismo me toco trasladar Guardias Nacionales a los puestos fronterizos cuando se ordeno reforzar la frontera, puedo decirte que solo por la guardia nacional se traslado lo equivalente a cuatro batallones desde los comandos regionales del interior hasta los puestos fonterizos, el ejercito tambien hizo lo suyo, lo que se tardo en llegar fueron las unidades blindadas. por otro lado en ese momento solo se contaba con dos C-130, de los helicoptaros rusos solo habian llegado un puñado de Mi-17 y la mayor parte de los helicoptaros Bell-412 estaban inoperativos.

el dia de hoy las cosas son muy diferentes, actualmente se cuenta no solo con los C-130, tambien se cuenta con 8 Y-8, tres Mi-26 y mas de 30 helicopteros Mi-17, la flota de Bell-412 se ha recuperado casi en su totalidad al igual que la de los cougar se estan recibiendo nuevos aviones Donier 228, y la flota de M-26 de la guardia nacional y el ejercito mantiene como siempre un excelente nivel de operatividad.


Acotando los AS-332 y AS-532 los cuales han recibido mantenimiento estando operativos con el GAOE 10.


Dios es amor. Ayudemos a la naturaleza y a construir un mundo mejor cada día.
Avatar de Usuario
santabarbara155
Alférez
Alférez
Mensajes: 751
Registrado: 01 Dic 2012, 17:11
Colombia

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por santabarbara155 »

Entonces repito lo que dijeron 2 c130, algunos mi17 y otros pocos helicopteros para dar logistica y provisiones a minimo 40000 tropas en territorio extranjero en 2008, no hay que ser mago para saber los problemas en logistica que hubieran tenido. Colombia tiene 7 c130 si no estoy mal para ponerte un ejemplo.


Avatar de Usuario
SAETA2003
General de Cuerpo de Ejército
General de Cuerpo de Ejército
Mensajes: 8359
Registrado: 10 Ago 2009, 19:56
Venezuela

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por SAETA2003 »

El ejército venezolano desde siempre le ha dado mucha importancia a la logística a tal punto que cada brigada.posee un batallón de apoyo logístico dotado con los medios necesarios para trasladar preparar y entregar armamento, combustible y alimento a las tropas, así que no te hagas falsas ilusiones.


Si Vis Pacem, Para Bellum
cesar cardenas
Alférez
Alférez
Mensajes: 770
Registrado: 28 Jun 2013, 22:30

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por cesar cardenas »

SAETA2003 escribió:El ejército venezolano desde siempre le ha dado mucha importancia a la logística a tal punto que cada brigada.posee un batallón de apoyo logístico dotado con los medios necesarios para trasladar preparar y entregar armamento, combustible y alimento a las tropas, así que no te hagas falsas ilusiones.


Eso es prácticamente un modelo estándar de una brigada moderna, aca igual, un batallón de logística por brigada y una compañía de ASPC por brigada movil y batallon.

Saben compañeros colombianos y venezolanos, de seguro se han hecho correctivos con respecto al fiasco de los 10 batallones. Personalmente ya no le veo el gusto al mencionar o recordar tal cosa; pero que lastima, el relato del compañero flanker arranca el año 2008 :axe: .

Saludos.


Para sobrevivir moralmente a una guerra se debe combatir con honor y humanidad - Gustav Roedel
Avatar de Usuario
flanker33
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Mensajes: 2240
Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
España

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por flanker33 »

Hola a todos.
Respecto al tema de la logística, como he leído de todo en este y otros foros, la verdad es que me es imposible saber a ciencia cierta quién tiene razón, así que opté por hacer que la logística diera problemas para ambos bandos, pero que no fueran insalvables.
Y sobre lo de abrir por parte colombiana más frentes, donde yo creo que habría más posibilidades,sería en la zona de los Llanos (aunque sin descartar alguna ciudad fronteriza en zonas más selváticas como Puerto Ayacucho). Un problema que veo para llevar a cabo una ofensiva importante en esa zona, a parte de los logísticos (abrir otro frente más con operaciones ofensivas en suelo enemigo no sería sencillo), es la orografía, comenzando por una buena parte de la frontera común dividida por el rio Arauca, y con numerosos cursos fluviales (más o menos importantes) una vez adentrados en Venezuela. También la ausencia de objetivos importantes en zonas cercanas, salvo algunas ciudades menores o quizás Guasdualito y su aeropuerto, es otro factor a tener en cuenta. En el relato he optado por operaciones menores, tipo compañía o batallón en puntos concretos de la frontera común. Desde luego puedo estar equivocado, pero para mí, que el EdC lanzase una ofensiva con varias brigadas abriendo un nuevo frente, podría ser muy arriesgado y preferiría tratar de maximizar las posibilidades de éxito en los frentes que hay abiertos antes de abrir otro con perspectivas inciertas que podrían influir negativamente en los demás, pero también puede ser que yo sea más cauto de lo debido.
Un saludo.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Avatar de Usuario
Jig
Capitán
Capitán
Mensajes: 1417
Registrado: 29 Ene 2012, 03:41
Aruba

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Jig »

Y el relato que paso amigo? nos dejaste en vilo compadre.


Dios es amor. Ayudemos a la naturaleza y a construir un mundo mejor cada día.
Avatar de Usuario
flanker33
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Mensajes: 2240
Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
España

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por flanker33 »

Aquí está, lo prometido es deuda, y lamento la tardanza.

Un saludo.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Avatar de Usuario
flanker33
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Mensajes: 2240
Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
España

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por flanker33 »

9 de marzo. Base Naval de Puerto Cabello. Venezuela.

Aunque hacía ya varios minutos que las siluetas de la pequeña flota que había zarpado de puerto eran invisibles tras el oscuro horizonte del Mar Caribe, el Capitán de Navío Eugenio Cadenas seguía de pie con la mirada fija en el mar. Aquella era una misión sencilla, pero que se podía complicar, dependiendo de las circunstancias, y aquello le llenaba de incertidumbre. Miró el reloj, apenas faltaban unos minutos para las seis de la mañana, y se decía a sí mismo que en aproximadamente 24 horas todo habría terminado para bien o para mal. Pensativo, aguantó unos instantes más hasta que su ayudante carraspeó tras él.

-Si, si, lo se, debemos irnos…tenemos trabajo antes de la reunión matinal.
-Cuando usted ordene, mi Capitán.
-¿Saben en la sala de operaciones que deben informarme de todo lo relacionado con esta misión aunque esté reunido?
-Todo está preparado, no se preocupe.
-Este bien. Entonces vayámonos.

Tras despedirse de los mandos de la base que se encontraban a unos metros, Cadenas subió a un vehículo oficial que lo llevó hacia donde le esperaba el helicóptero que lo llevaría de nuevo al Cuartel General de la Armada en Caracas. Mientras avanzaban por las calles de la Base Naval, pensaba que su cargo actual le impedía navegar junto a aquellos marineros a los que había despedido hacia poco, ya que ahora era más un gestor de hombres y equipos que un guerrero, pero al menos por un rato se había dado el gusto de evadirse de los despachos y sala de reuniones, preparar a conciencia la travesía de la flota y resolver los flecos que quedaban con los mandos allí presentes, y por supuesto, volver a oler el salitre del mar.
A pocas millas de allí, navegando rumbo norte, varios buques avanzaban en pos de su objetivo.


9 de marzo. En las cercanías de Curaçao, sobre el Mar Caribe.

En el interior del E-3 de la USAF que patrullaba los cielos y mares del norte de Venezuela desde la seguridad del espacio aéreo de la colonia holandesa de Curaçao, uno de los operadores de consola avisó al coordinador táctico para que observase lo que tenía en su pantalla. El radar indicaba la presencia de al menos siete buques que habían salido de la base naval venezolana de Puerto Cabello hacía algo más de una hora, y que navegaban en condiciones EMCON. Ahora se habían encontrado con otros dos contactos que habían navegado hacia ellos en los últimos minutos. Los buques que habían salido de la Base Naval eran contactos de tamaño medio, así como también uno de los que iban a su encuentro, y que el equipo de apoyo electrónico había identificado gracias a las emisiones de su radar, como un Guardacostas de la Armada venezolana clase “Almirante Clemente”, seguramente el “General Morán” según inteligencia, siendo el otro buque que faltaba, un contacto más pequeño, posiblemente un patrullero que mantenía sus emisiones radar a cero.
Ambos observaron durante un rato a la formación naval que acababa de reunirse, y tras un tiempo prudencial, determinaron un rumbo NNO y una velocidad de 15 nudos sostenidos para la flota que avanzaba hacia el frente naval del conflicto venezolano-colombiano. La información no tardó demasiado en distribuirse por los canales de mando apropiados.



9 de marzo. La Guajira. Colombia.

-¿General Molero? - preguntó el recién llegado a la tienda de mando, quitándose la gorra al entrar en la misma.
El General se volvió y vio entrar a alguien que le resultaba familiar
-¿Si?...¿Usted es...?
-Coronel Benito de la Cruz a sus ordenes, mi General. - mientras se adelantaba, se cuadraba y saludaba marcialmente a su superior.
-Ah si, de la Cruz, ya me acuerdo de usted, me han informado de su llegada – contesto mientras respondía al saludo. - Es del Cuartel General ¿verdad? el “padre intelectual” de todo esto ¿cierto?
-El plan “HUYA” fue más bien una labor de un equipo que tuve el honor de coordinar, pero si, podría decirse así.
-Vaya, es usted modesto, eso me gusta Coronel. - Y tras volver a mirarlo de arriba a abajo, Molero preguntó – Y dígame ¿ha venido a espiarnos o a asegurarnos de que acatamos el nuevo plan de acción? – refiriéndose a la continuación de la ofensiva hasta Riohacha.
-Sinceramente, ni lo uno ni lo otro mi General, mis ordenes son observar, valorar, aconsejar y ayudar en lo que sea necesario – aunque de la Cruz sospechaba que el motivo de su urgente traslado al frente no era otro que el deshacerse de él y su incomoda postura contraria al “ataque final”, tal y como se había dado en denominarse en el Cuartel General del CEO el proseguir la ofensiva.
-Ya veo, a espiarnos, tal y como pensaba – dijo con una medio sonrisa que hizo que el Coronel no supiera si lo decía en serio o en broma, por lo que se quedo callado y esperando instrucciones de su superior. Este miró su reloj. Marcaba casi las siete de la tarde. - Está bien. Estábamos a punto de comenzar una reunión sobre el transcurso de las operaciones en lo que llevamos de día. Si quiere unirse a nosotros para que se haga una idea y actualice sus datos tras el viaje hasta aquí, está invitado – y con un gesto de su mano, le indicó donde podía colocarse en la mesa de operaciones situada en el centro de la gran tienda de campaña.

De la Cruz ocupó el lugar que le brindaba el General. En la reunión estaban presentes los oficiales del Estado Mayor de Molero, y alguno de sus ayudantes, excepto el encargado de la logística, que había mandado a su segundo. Con todos aquellos hombres alrededor de la mesa, el General comenzó a hablar.

-Señores, he convocado esta reunión para actualizar lo que sabemos hasta ahora y como discurren las operaciones, pero sobre todo, quiero saber las necesidades y los problemas con los que nos estamos encontrando en nuestras unidades, tanto en las de combate como a retaguardia...Coronel Fernández, comience usted por favor.
El oficial de operaciones, que había regresado a su puesto tras la reunión en el CEO de forma apresurada, comenzó a explicar la situación.
-...comenzando cronológicamente, esta mañana todavía de madrugada, un equipo del COPEMI, los comandos de la Infantería de Marina, han atacado el puesto de la Armada Colombiana en Punta Espada, destruyendo la torre donde se alojaba el radar de búsqueda y los aparatos de escucha electrónica que había en ella. Desde el punto de vista de la efectividad ha sido un éxito, aunque los comandos han sufrido dos bajas, un muerto y un prisionero, pero el resto del equipo ha logrado exfiltrarse exitosamente. Ahora mismo, los colombianos están asegurando en sus medios de comunicación que hemos atacado un hospital de campaña que tienen en la misma base y que ha habido bajas entre los heridos. Nuestros comandos, aunque dicen que la situación fue un tanto confusa en un momento dado, aseguran no haber atacado ningún hospital...puede que alguna bala perdida se haya dirigido hacia allí, pero es imposible saber si nuestra o suya.
-De cualquier modo, lo aprovecharán propagandisticamente, eso seguro – intervino Molero.
-Afirmativo, ya lo están haciendo, e incluso han pedido una investigación de la ONU.
-Bueno, eso es algo que ahora mismo no debe preocuparnos, pero no estaría de más recordar a nuestras tropas que el trato que se debe dar en todo momento al enemigo, tanto herido como apresado, ha de ser el acorde con la Convención de Ginebra, ya que a veces, con el estres del combate, esas conductas pueden relajarse, y no estoy dispuesto a eso. Hemos de ser ejemplo de gallardía y hombría, tanto en la lucha como en el trato al enemigo que se rinde o yace herido.

Los oficiales mostraron su acuerdo con su superior y tomaron las oportunas notas.

-Siguiendo la secuencia de los hechos, sobre las ocho cero cero de esta mañana, nuestras fuerzas reanudaron a la ofensiva. Avanzamos en todo los frentes. Tras dejar rodeada Manaure con algunas fuerzas, desde el norte se ha avanzado en dirección SO, aunque el enemigo, el terreno, la escasez de vías de comunicación en esa zona y la distancia a cubrir, hayan hecho que la Infantería de marina y el Grupo de Caballería no hayan alcanzado sus objetivos para el día de hoy, y que dificilmente vaya a lograrlo. Esperamos que lleguen a las posiciones asignadas al norte de Punta la Vela, de madrugada o a primera hora de mañana. Mientras, desde nuestras posiciones al oeste y noroeste de Cuatro vías, las 41º y 44ª Brigadas Blindadas han avanzado durante todo el día a lo largo de la carretera 90, combatiendo y sufriendo constantes emboscadas de los colombianos y un goteo de bajas muy irritante, pero por fin han logrado sus objetivos, y ahora mismo ya se encuentran combatiendo contra las unidades enemigas que defienden, lo que creemos – dijo mirando al oficial de Inteligencia – que es la primera linea de defensa de Riohacha, y que va desde Punta la Vela, hasta un punto a 7 u 8 kilómetros de las afueras de Riohacha, en la carretera 90, y luego al sur del río Ranchería, a lo largo de todo nuestro flanco izquierdo.
-¿Ha endurecido la resistencia el enemigo en ese punto? - preguntó de la Cruz.
-Así es Coronel. Hemos detectado preparativos defensivos en esa zona y las unidades colombianas ya no retroceden. Se están quedando a luchar en sus puestos.
-Ha hablado de una primera linea, ¿cuantas lineas defensivas más estiman que hay antes de Riohacha? - volvió a preguntar de la Cruz.
-Al menos otra, en la periferia de la ciudad, y que la bordearía por completo, y es más que posible que estén preparando la ciudad misma para una lucha casa por casa.
-¿Hemos detectado que evacuen a los civiles? - preguntó esta vez Molero.
-Si, desde ayer tenemos noticias de una evacuación masiva de civiles por parte de las autoridades colombianas, lo cual es interesante, por que hasta ahora se habían abstenido de hacerlo por no minar la moral de sus compatriotas, aunque ahora parecen tener claro que es mejor que los civiles no sufran las consecuencias de una más que previsible lucha callejera en la ciudad.
-Si, mejor así, para ambos bandos, nosotros tampoco queremos que haya más muerte de civiles...continua por favor.
-Si, mi General – dijo tras haber tomado un sorbo de agua. - Nuestros planes más inmediatos pasan ahora por colocar a nuestras tropas en la mejor posición para continuar mañana el ataque con las fuerzas presente, unidas a las que llegaran desde el norte, y si llegan a tiempo, con la 2ª Brigada de Infantería de Marina.
-¿Sabemos donde están esa Brigada ahora? - intervino uno de los presentes.
-No con exactitud. Solo nos han confirmado que están cerca, pero no si podrán intervenir mañana por la mañana- dijo encogiéndose de hombros – pero por lo demás, y siguiendo con nuestros preparativos, debemos realizar un reconocimiento en fuerza sobre las posiciones enemigas que comenzaría esta madrugada. Si rompemos sus defensas por la mañana, por la tarde-noche podríamos estar combatiendo en las afueras de Riohacha, y pasado mañana entrar en la ciudad...quizás en 48 o 72 horas podamos haber tomado nuestros últimos objetivos.
-¿Pero...? Por que siempre hay un “pero”, ¿verdad Fernández? - preguntó con ironía el General.
- Me temo que así es, mi General. Caballeros, como ya saben estamos cortos de munición, de suministros en general, y de soldados y vehículos que reemplacen a nuestras bajas. Si no llegan pronto los prometidos refuerzos, no se si podremos tomar la ciudad. - dijo con cierto tono pesimista.
-Por eso nuestro colega Marriaga – dijo Molero refiriéndose al oficial encargado de la logística – no puede estar con nosotros ahora mismo, ya que se encuentra tratando de resolver todos esos problemas...Coronel de la Cruz ¿tiene algo que decirnos al respecto? - preguntó a la vez que miraba con cierta dureza al interpelado.
“Debería decirle que yo no estoy de acuerdo con todo esto” pensó para si mismo, pero sabía que aquel no era el momento ni el lugar para hacerlo. Así que se atuvo a lo prometido por el Comandante del CEO en la reunión del día anterior en Caracas.
-Las unidades de refuerzo y los suministros ya están en camino, y deberían llegar en breve según lo prometido ayer en una reunión del más alto nivel...mi General.
-¿Y dijeron en esa reunión cuando deberían llegar? Y lo que es más importante ¿que pasa si no llegan a tiempo y mis hombres han de morir por falta de apoyo y suministros? ¿He de continuar atacando? - Molero estaba descargando ahora su frustración contra el enviado del Cuartel General, pero este se limitó a encogerse ligeramente de hombros y a responder.
-Mi General, es lo que le puedo decir, no se más del asunto. Quizás debería preguntar en el CEO. - “Carajos, yo no tengo la culpa de que las unidades se muevan más rápido en las planificaciones de los altos mandos que en la realidad, y que estos a veces la obvien en beneficio de sus propias tesis. Si por mi fuera, y de haber querido continuar la ofensiva, hubiera decretado un parón de 36 a 48 horas antes de reanudar el ataque”, pensó algo molesto el Coronel ante la insistencia de su superior.
-Mi General, si me permite – intervino Fernández – creo que el Coronel está igual de “sorprendido” que nosotros con la decisión del Alto Mando, y no deberíamos responsabilizarlo a él de las nuevas ordenes recibidas. - De la Cruz agradeció con la mirada a su colega la intervención.
-Discúlpeme Coronel, es el cansancio unido a algo de frustración – explicó el General en un arrebato de sinceridad, pero se recompuso enseguida y adoptó de nuevo su firme y marcial posición de comandante en jefe de aquella misión. - Le agradecería si pudiera conseguir acelerar la llegada de los suministros y refuerzos, o al menos obtener algo de información sobre ellos.
-A la orden mi General, haré todo lo que esté en mi mano, no lo dude.
-Gracias Coronel...prosigue Fernández, por favor.
-Claro mi General. Como decía, la llegada de esas tropas y suministros es crítica para la rápida conclusión de la campaña. Si llegan en breve, tenemos fundadas esperanzas en que podremos tomar la ciudad...

Tras unos minutos más explicando algunas cuestiones menores, tomó la palabra el responsable en aquella reunión de la logística, ahondando con datos en lo expuesto por Fernández. Y aunque explicó que se recibían cierta cantidad de suministros, por ejemplo todavía había municiones, explicó que si se seguían gastando al ritmo actual dada la intensidad de los combates y las ordenes de utilizar la máxima potencia de fuego disponible para evitar bajas y maximizar el daño al enemigo, estas se agotarían en breve, en especial las de la artillería, por lo que habría que reducir su uso, haciendo que las tropas lucharan “con una mano a la espalda”. También escaseaban suministros médicos, piezas de repuesto para los vehículos, e incluso puntualmente agua, y el combatir en una zona semiarida y con altas temperaturas no ayudaba en absoluto. Al menos tenían suficientes raciones de campaña y el combustible era suficiente para los vehículos que quedaban en las unidades.
El oficial dijo que se podría combatir con la misma intensidad un día más, luego, si no llegaban los prometidos suministros en la cantidad suficiente, habría que limitar el uso de la potencia de fuego, reducir el movimiento de los vehículos por falta de repuestos y evacuar a los heridos leves a hospitales de la retaguardia mejor dotados.
Tras la explicación del responsable de la logística, intervino el oficial de inteligencia, explicando la distribución del dispositivo enemigo y de las intenciones que parecían tener. La presencia enemiga que tenían enfrente se había reforzado con otras nuevas unidades que ya estaban en la zona y con los preparativos defensivos que se habían llevado a cabo. Como Fernández, el oficial de inteligencia confiaba aún en que si se podía seguir haciendo uso del poder de fuego de las unidades blindadas y de artillería, con el apoyo de helicópteros y la aviación, había una buena oportunidad de obtener la victoria, aunque echaba en falta algo más de infantería para la lucha que se podía dar en el interior de la ciudad, sobre todo si no llegaban los infantes de marina a tiempo, y advirtió además que era probable que luchasen en cierta inferioridad numérica esta vez. Por supuesto, la presencia de comandos enemigos en la retaguardia seguía siendo un fastidio que consumía hombres y recursos que se podrían destinar al ataque, pero a su juicio no eran un factor determinante en la resolución del conflicto. Sin embargo la concentración de tropas enemigas que según todos los informes se estaban reuniendo al sur de la península, en el gran flanco izquierdo del avance venezolano, si podían ser determinantes, a pesar de los informes que llegaban de Caracas diciendo que la situación estaba controlada y que las fuerzas presentes junto con los refuerzos, serían suficientes para frenar cualquier intento de contraataque colombiano.


Finalmente volvió a retomar la palabra el General Molero.

-Por último, he de decirles, que mañana, y según me ha informado mi colega de la Aviación Militar, no podremos contar con su apoyo como en los últimos días. De hecho, ya habrán observado hoy una cierta reducción en sus misiones de apoyo a nuestras fuerzas, pues bien, he sido informado que sus aviones están bajo mucha presión por el ritmo de las operaciones, y su disponibilidad se ve perjudicada por lo que es necesario realizar una mayor tarea de mantenimiento en los mismos, que afectará al número de salidas que podrán ser llevadas a cabo. Además, parece ser que han sido requeridos de nuevo para que vuelvan a atacar objetivos estratégicos, alejados de este Teatro de Operaciones.

Aquello preocupo a los oyentes. El apoyo de la aviación había sido muy importante en las últimas 48 horas, y si ahora, en el momento clave de la campaña, los ataques de la aviación sobre el enemigo en la Guajira disminuían de forma apreciable, la lucha sería más dura e incierta.

De la Cruz, al dar por terminada la reunión el General Molero, tuvo sensaciones contradictorias. Por una parte, y a pesar de todo, parecía que la victoria estaba al alcance de la mano, pero por otro lado, y por causas no atribuibles o controlables por Molero y sus hombres, aquella oportunidad podía perderse y hacer que toda la campaña se empantanara de manera muy peligrosa para los objetivos venezolanos. Las próximas horas iban a ser cruciales.

Tras la reunión, el Coronel se dispuso a cumplir con lo que le había ordenado del General Molero. O al menos con la tarea de obtener información, ya que el acelerar la llegada de los suministros o refuerzos, quedaba muy lejos de sus posibilidades. Tras varios minutos de espera, logró comunicarse por fin con el CEO, aunque de poco le sirvió, pues apenas pudo sacar nada en claro, así que optó por llamar al Cuartel General del Ejército, donde tenía más contactos y obtener información sería más sencillo. Tras pasar la llamada por un par de mandos, al final logró comunicar con su amigo el Teniente Coronel Guzman, el cual le puso al día de los asuntos que le interesaban.
Los suministros enviados al frente con toda celeridad, se encontraban en diferentes etapas de conseguir llegar a sus destinos. Los pocos que quedaban ya en la zona de Maracaibo y la frontera, habían llegado ya a las unidades o estaban a punto de hacerlo, pero dado que aquellos suministros estaban pensados para completar la Operación Huya, ahora eran claramente insuficientes para sostener la continuación de la ofensiva hacia Riohacha. Por lo tanto, más cantidades de municiones, combustible, y material de todo tipo fluían a través de las principales vías de comunicación del centro y norte del país hacia el Teatro de Operaciones de la Guajira. Con toda la prisa y parte de la improvisación con la que se había ordenado el envío de dichos suministros en los respectivos cuarteles y centros logísticos, la situación era algo caótica, y nadie sabía muy bien donde andaba este o aquel convoy, ni siquiera se sabía muy bien que había en cada uno, con la fragmentaria información que iba llegando al Cuartel General, pero de la Cruz pensó que era algo lógico e inherente a la confusión de la guerra y de la conducción de las operaciones bélicas, pero que sin duda conllevaría un cierto retraso el organizar toda esa línea de suministros una vez llegados al frente, aunque al menos estaban en movimiento y todo parecía indicar que llegarían más pronto que tarde.
Respecto al despliegue de las tropas de refuerzo, en primer lugar, la 42º Brigada Paracaidista al completo, es decir, los restos del Batallón 421º (y ni siquiera todo los efectivos que quedaban, ya que varios de ellos, todavía estaban unidos a los Infantes de Marina en tareas de seguridad alrededor de Manaure, en Uribia o Puerto Bolívar) y el Batallón 422º, más los demás elementos de apoyo de la brigada, había terminado de desplegarse alrededor de “Cuatro Vías” hacía una hora y ya estaban mejorando las posiciones defensivas alrededor de tan vital cruce de caminos, relevando de esa tarea al Batallón de la 11ª Brigada que defendía la zona, que ahora se avanzaba hacia el oeste. Por otro lado, y variando lo establecido el día anterior en la reunión del CEO, se intercambiaron las misiones de la 31ª Brigada de Infantería y la 2ª Brigada de IM, siendo esta última la que también apoyaría el ataque sobre Riohacha, mientras que la primera defendería la zona de Maicao, desde la frontera hasta contactar con los paracaidistas en “Cuatro Vías”.
El primer Batallón de infantería de la 31ª Brigada en llegar al Teatro de Operaciones, estaba relevando en estos mismos momentos al 131º Batallón en Maicao, y este, al terminar dicho relevo, avanzaría hacia el oeste, posiblemente para unirse a la ofensiva por Riohacha. El resto de la 31º Brigada, llegaría en las próximas horas, siendo difícil precisar exactamente cuándo estaría disponible toda ella para ocupar el sector que tenían asignado y hacerse cargo de la defensa de la zona de retaguardia contra los reiterados ataques de los comandos colombianos que tan molestos resultaban, y liberando a unidades de la Infantería de Marina y los comandos de las tareas de defender la retaguardia y dar caza a aquellos soldados enemigos. Entonces, otro de los batallones de la 11º Brigada, se movería hacia el oeste para reforzar la defensa desde “Cuatro Vías” hacia el oeste. Finalmente, el 321º Batallón de Caribes había llegado también a Maicao, desde donde adoptaría su papel de reserva del Teatro.
De la posición actual de la 2ª Brigada de Infantería de Marina, no pudo saber absolutamente nada, y es que era lo que tenía de malo contactar con el Cuartel General del Ejército, y no con el CEO, pero al menos ya tenía algo por donde comenzar a reportarse a su superior.
En cualquier caso, parecía que los mandos superiores habían cumplido con sus promesas y los refuerzos y suministros, tan necesarios para continuar la ofensiva, estaban en camino y llegando. Estaba por ver si con la suficiente premura como para ser decisivos en la conclusión exitosa de la contienda.



9 de marzo. Cerca de Riohacha. Colombia.

Torres miró al frente. Los resplandores se repetían rítmicamente. Primero uno, luego otro, y otro, y otro más. Eran proyectiles de artillería que caían allá en el horizonte sobre uno y otro bando, y que iluminaban fantasmagóricamente el cielo nocturno de la Guajira. El Teniente Coronel se sentía impotente. Allí, en los suburbios de Riohacha, a varios kilómetros de la primera línea, no podía hacer nada para ayudar en la defensa de su nación. Además, nunca le habían gustado los combates nocturnos, por mucho que los teóricos del arte militar llevaran años augurando que era el futuro de la guerra, a él no le gustaba nada aquello. Aún con costosos y vulnerables aparatos de visión nocturna, Torres prefería mil veces combatir bajo la luz del sol que en el verdoso mundo de las gafas de visión nocturnas.
Otra bengala surco el cielo a lo lejos, entonces aumentaba el rumor de las armas ligeras en la distancia. Detectó que en conjunto no eran combates de mucha intensidad, pero tampoco eran tiroteos aislados. Seguramente el enemigo trataba de consolidar alguna posición ventajosa para retomar la ofensiva al amanecer, o quizás estaban reconociendo el terreno. Era difícil saberlo desde allí.
“Al menos mi Grupo de combate ha recuperado fuerzas y estamos otra vez en buena forma” pensó el Teniente Coronel, y es que desde que se habían retirado de “Cuatro Vías” y aguardado en una posición de retaguardia, habían podido recibir algunos suministros muy bienvenidos, sobre todo munición de todo tipo, así como soldados, vehículos y armamento para reemplazar en buena parte a sus bajas. Además, las horas de descanso fuera del frente le habían venido muy bien a sus hombres para tomar un respiro y estar medianamente descansados. También le animó el hecho que en la ciudad y sus alrededores, se vieran muchas tropas y que se estaban dando los últimos retoques a las posiciones defensivas de las que se esperaba ayudaran a detener a los venezolanos antes de que entrasen en la propia ciudad. Por su parte, la misión seguía siendo la misma, actuar como unidad mecanizada de reacción ante cualquier penetración enemiga en el dispositivo defensivo, pero tan solo si este rompía el segundo anillo defensivo y se encaminaba hacia los arrabales de Riohacha. Eran por así decirlo, un último recurso para tratar de evitar la lucha casa por casa en la ciudad.
Torres esperó un rato más hasta que notó que el ruido del combate disminuía, y entonces se dirigió a su puesto de mando para dar un último vistazo allí y resolver los problemas de última hora, antes de tratar de dormir un par de horas al menos, que le servirían para evitar tomar malas decisiones al día siguiente por falta de sueño.


9 de marzo. Riohacha. Colombia.

Era ya noche cerrada cuando golpearon a su puerta.

-Mi General, esto acaba de llegar – dijo el suboficial asomándose al despacho del General y que le pasaba una hoja impresa.
-Gracias, puede retirarse.

Mientras el suboficial salía del pequeño despacho que a Suárez le habían preparado en el sótano del edificio que ahora hacía las veces de Cuartel General de las fuerzas colombianas en la Guajira, este se puso las gafas y leyó lo que le acababan de traer. Tenía la vista cansada, tanto por la edad como por la actividad y la falta de sueño que soportaba desde antes incluso que comenzara el conflicto, pero aún así lo que allí ponía, le hizo agudizar sus sentidos y tratar de discernir lo que aquello podía suponer.
En esencia, desde el Ministerio de Defensa le informaban sobre la situación y dimensión internacional de la guerra…y había novedades. En Nueva York se había llegado hacía un par de horas a la resolución de detener cualquier tipo de suministro de material militar de terceros países a Colombia y a Venezuela, lo que venía a ser un embargo de armas, al menos mientras durase el conflicto. Al fin, la presión sobre Moscú había surtido efecto, o quizás los rusos pensaban que el coste político de mantener la ayuda ya no merecía la pena cuando la victoria de sus “amigos” parecía tan cercana. Sea como fuere, aquello era una buena noticia para él y sus hombres, por que “oficialmente”, Colombia no estaba recibiendo ni se pensaba recibir ningún tipo de armamento, y aunque Moscú, Pekín y La Habana sospechaban y dejaban caer a quien quisiera escuchar que los EEUU estaban pasando datos de inteligencia a las FFAA colombianas, de momento no habían podido demostrar nada, y mientras tanto Bogotá como Washington siguieran negándolo categóricamente todo, no había de que preocuparse.
Por otro lado, la US Navy había difundido la noticia de que el Grupo de Batalla del portaviones “George Washington” se dirigía al sur de Puerto Rico, en pleno Mar Caribe, para seguir más de cerca “los preocupantes acontecimientos en el norte de Colombia”, lo que había hecho que el presidente venezolano, lanzase uno de sus más encendidos discursos antinorteamericanos que se le recordaba. También el Grupo anfibio de la Navy que navegaba en el Pacífico cerca de Panamá, se iba a dirigir más al sur en el marco de unas nuevas maniobras navales. Esto le hizo esbozar una sonrisa al General, ya que aunque la probabilidad de que los EEUU intervinieran militarmente en el conflicto era muy, muy remota, no hacía sino incrementar la presión para sus enemigos. Por el contrario, ante la situación en general y tras aquellos movimientos en particular, la opinión pública mundial se iba posicionando claramente a favor de una rápida conclusión del conflicto, y la parte antinorteamericana de aquella opinión pública, también podía ejercer presión sobre Washington para que dejara de apoyar a Colombia, y ninguna de esas dos cosas le convenía ahora a Suárez, la última, por que con el apoyo, aunque fuera diplomático o encubierto de los Estados Unidos, era un fuerte espaldarazo a la posición de Bogotá, mientras que si se daba por concluido en breve el conflicto, sus planes quedarían inconclusos y en cierto modo, habría quedado como un incompetente.
Suárez se había jugado aquella campaña a varios hechos y peticiones que se concretaron en la reunión con sus superiores en Santa Marta nada más comenzar la guerra, y que se podían resumir en los siguientes puntos, a saber:
-Prioridad absoluta del Teatro de Operaciones de la Guajira sobre cualquier otro.
-Envío de suministros, hombres, y material, principalmente blindados, artillería y armamento antitanque desde otras unidades del Ejército, con destino a las que combatirían en el TO, aunque aquello supusiera dejar debilitadas a las primeras en otros frentes.
-Necesidad absoluta de recibir por cualquier tipo de vía armamento y material prioritario, que una vez comenzado el conflicto se consumiría con rapidez y sería difícil de conseguir en los plazos previstos de duración de la guerra. Dicho armamento se centraba principalmente en misiles antitanque de los ya usados por el Ejército colombiano, armas de defensa aérea tipo MANPADS preferiblemente o en su defecto algún tipo de artillería antiaérea guiada por radar de eficacia probada o piezas de artillería, preferiblemente del calibre 155. También equipos avanzados de visión nocturna o sistemas para interferir las transmisiones de radio enemigas.
-Mantener alejada a la aviación enemiga de sus tropas y generar un cierto número de salidas de apoyo a las fuerzas terrestres por parte de la FAC para desgastar al enemigo, y dar moral a los soldados del Ejército, haciéndoles sentir que no luchaban solos.
-La ARC debería controlar el mar territorial y evitar a toda costa que el enemigo llevase a cabo desembarcos u operaciones, en mar o en tierra, tras las lineas defensivas del Ejército.
-Colaboración en materia de información de inteligencia con los Estados Unidos, tanto estratégica como táctica, especialmente en el plano naval y aéreo, para evitar sorpresas tras las líneas colombianas.
-Intenso esfuerzo para tener el apoyo de la opinión pública, tanto nacional como internacional. Recabar el apoyo de diplomático de cuantos más países mejor, con mayor énfasis en los EEUU y países Latinoamericanos.
-Ceder terreno si era necesario, pero siempre combatiendo y causando bajas y desgastando al enemigo, hasta Riohacha. Allí defensa a ultranza para retener y desangrar al mayor número posible de fuerzas enemigas.
-Concentración de tropas a lo largo del sur de la peninsula de la Guajira y del flanco izquierdo del enemigo para poder montar un contraataque que cortase sus lineas de abastecimiento y amenazara su retaguardia.
-Hacer durar el conflicto lo necesario hasta que el contraataque del Ejercito colombiano derrotara al enemigo y lo expulsara del suelo patrio.

Suárez pensaba que si los venezolanos hubiesen dado por finalizada su ofensiva con la toma de “Cuatro Vías” como indicaba que era su intención un informe del Pentágono al que había tenido acceso hacia menos de dos días, y que se había conseguido gracias a los buenos servicios de la NSA, a esas horas, ya debería haber lanzado un contraataque para expulsar al enemigo, pero de forma más improvisada y con menos garantías de éxito, o haber quedado como un inepto ante sus mandos y ante su país, y aquella era un opción que no quería ni plantearse. Al final, habían sido muchas peticiones y situaciones, unas se habían dado o conseguido, y otras no, pero ahora ya no había tiempo para lamentaciones, se acercaba el punto culminante de la lucha.

Tras terminar de leer el informe del Ministerio de Defensa, el General se apoyó sobre el respaldo de la silla y estiró un poco la espalda para aliviar algo la tensión que tenía en los músculos. Desde que comenzara todo aquello se sentía diez años más viejo, y se preguntaba como los soldados de cualquier graduación se podrían acostumbrar a la guerra y a convivir con ella durante meses o incluso años…pero aquel pensamiento solo le duró un instante, estaba demasiado ocupado para entretenerse con disquisiciones cuasi filosóficas, tenía cosas más importantes que hacer, como revisar por enésima vez la disposición de sus fuerzas, las estimaciones de inteligencia sobre las fuerzas enemigas y los planes más inmediatos que debían llevar a cabo sus hombres.
Comenzó por lo primero, y volvió a estudiar el plano donde se veía la disposición de las unidades bajo su mando, que habían crecido hasta completar lo que bien podrían ser tres divisiones reforzadas, pero que el alto mando había mantenido a sus órdenes, convirtiéndolo de facto en el máximo responsable de las operaciones terrestres en la Guajira, cosa ya prevista por otro lado, pero donde siempre cabía la posibilidad de ser sustituido en esa tarea por un oficial superior si las cosas se torcían.
A las dos brigadas de la 1ª División que habían comenzado la lucha el día 5, se habían unido batallones de comandos y de Infantería de Marina, además de la 11ª Brigada de la 7ª División y la 1ª Brigada de la 5ª. Con aquellas unidades se había sostenido el frente y los flancos colombianos en la Guajira, manteniendo tropas incluso a retaguardia enemiga, y aunque algunas cosas habían fallado, como una temprana pérdida de Uribia o el relativo desastre de Puerto Bolivar, la situación evolucionaba más o menos acorde a lo esperado. Y no es que no le hubiese gustado detener al enemigo en la frontera, o en Maicao, o no perder “Cuatro Vías”, pero con el despliegue inicial y la sucesión de acontecimientos que habían llevado al conflicto, pensaba que la decisión adoptada, y refrendada por los Comandantes de las FFAA colombianas, basada en múltiples estudios, maniobras y ejercicios de Estado Mayor, era la más acertada.
Con aquellas fuerzas reunidas en torno a Riohacha, además del apoyo de diversas unidades de ingenieros y artillería, tocaba defender la ciudad y sus alrededores, tratando de causar muchas bajas y reteniendo el mayor número posible de fuerzas enemigas allí. Por suerte, estas unidades estaban logrando recibir soldados, armamento y munición para reemplazar las pérdidas sufridas, y aunque distaban de estar al máximo de su potencia, indudablemente estaban mejor que tan solo 24-48 horas atrás. Por su parte, dos Brigadas de la 7ª División, la 4ª y 14ª, con sus seis Grupos/Batallones, protegían lo que restaba del flanco derecho, hasta la zona fronteriza con Venezuela. Mas al sur, y reunidas al norte de Albania, la poderosa 13ª Brigada de la 5ª División, más la 6ª Brigada de la misma unidad y la 2ª Brigada Móvil, estaban llamadas a realizar el decisivo contraataque sobre el extendido flanco izquierdo enemigo.
Pero revisando la información de inteligencia, estaba claro que los venezolanos enviaban más fuerzas al Teatro de Operaciones, y reforzaban su flanco y retaguardia. Se estimaba que esos refuerzos consistían en al menos dos brigadas, una que estaba llegando a Maicao y la otra, seguramente la Brigada Paracaidista enemiga, en “Cuatro Vías”. Además, los informes de una flota de buques enemigos, entre los que parecían encontrarse los 3 LST operativos de la Armada venezolana, que había zarpado de su base la noche anterior, y que según las últimas informaciones disponibles se encontraba navegando ligeramente al oeste de Aruba, abrían un interrogante sobre las intenciones enemigas, máxime cuando otros informes sin confirmar, indicaban que la 2ª Brigada de Infantería de Marina enemiga se estaba desplazando por tierra hacia el Teatro de Operaciones. Si finalmente aquellos buques y su escolta proseguían hacia el oeste, esperaba que los marinos y aviadores de la Armada y la Fuerza Aérea hicieran todo lo posible por hundirlo, ya que lo último que necesitaba era una fuerza enemiga a sus espaldas.
Estaba intranquilo, pero pensó que el ataque de sus tropas iba a contar con todos los apoyos necesarios y disponibles, artillería, helicópteros, suministros, etc…para que tuviera éxito, pero el dominio del aire que había mostrado el enemigo en los últimos días y aquel refuerzo de tropas venezolanas, eran factores que le causaban cierto desasosiego, y aunque había pensado en medios para tratar de contrarrestar la superioridad aérea, debía asumir que el contraataque sería un combate muy duro.




9 de marzo. Norte de Colombia.

-¡Ya está aquí el primero! – informó uno de los soldados colombianos que oteaba el cielo en aquella oscura noche.

Rick Pérez giró la cabeza hacia donde indicaba el soldado, y tras unos segundos pudo discernir la silueta del pequeño avión que se acercaba por el norte, sin ninguna luz de navegación conectada y volando bajo. Era el primero de los cuatro vuelos que se esperaban aquella noche.
Indicó a un sargento de la FAC que encendiese las luces estroboscópicas que iluminaban la zona de aterrizaje en aquel apartado paraje, en las cercanías del Parque Natural Sierra Nevada de Santa Marta, lejos de cualquier sitio habitado o de cualquier aeropuerto. Luego se acercó al puesto de comunicaciones y cogió el micrófono.

-Solitario 1, Solitario 1. Aquí Bandido, te tenemos a la vista. Confirma que visualizas las luces de la pista. – Tras unos segundos obtuvo respuesta.
-Aquí Solitario 1 en aproximación final. Confirmo luces de ZA. Os traigo nuevos juguetitos, así que id preparando “mi regalo”. Ahora nos vemos. Corto.

Pérez se mantuvo de pie junto al equipo de comunicaciones, mientras el personal allí presente se aprestaba a descargar el cargamento del pequeño avión, apenas este hubiese tocado tierra, a la vez que le preparaban el “regalo” para el piloto, una caja de botellas de chirrinche que había pedido la noche anterior, y que la superioridad había tenido a bien concederle a la tripulación de aquel aparato por los servicios prestados. Aquello hubiese sido muy irregular en unas Fuerzas Armadas convencionales como las colombianas, pero aquel piloto y su tripulación no eran militares, ni colombianos ni de ningún otro país, o al menos no lo eran en la actualidad. Algo parecido ocurría con Rick Pérez, ya que era lo que se había dado en llamar en tiempos recientes un “contratista”, pero que a él le sonaba más a nombre de ejecutivo u oficinista, que a lo que de verdad era, un soldado profesional que trabajaba por cuenta ajena, lo que desde tiempos ancestrales se había dado en llamar, un mercenario.
Minutos después, con el avión ya en el suelo y con los militares colombianos comenzando la descarga del aparato, Pérez se acercó al mismo con la prometida caja de bebidas alcohólicas para su colega de fatigas en aquella “juerga”. El avión, un pequeño C-212 Aviocar pintado de colores oscuros y sin ninguna marca, bien podría haber sido un avión del narco o de cualquier otra organización clandestina de la zona, pero en realidad era un avión “a sueldo” de la CIA, como su tripulación, y que operaba desde un pequeño aeródromo en Panamá, enviando valiosos suministros a las FFAA colombianas desde hacía dos noches en aquel mini puente aéreo, aunque llevaban alertados y preparados desde el día siguiente al inicio de las hostilidades entre Venezuela y Colombia. Finalmente, en la reunión que tuvo lugar en la Casa Blanca la mañana del 7 de marzo, se había autorizado una operación encubierta para proveer cantidades limitadas de armas avanzadas, principalmente misiles y algunos repuestos y aparatos electrónicos de alta tecnología, que pudiesen tener un valor importante en el desarrollo de la contienda. Por supuesto, aquella operación “negra” de la CIA sería desmentida con toda rotundidad por el gobierno norteamericano ante la opinión pública si llegaba a descubrirse o se lanzaban acusaciones, pero a su vez mandaba un mensaje inequívoco a los demás servicios de inteligencia y gobiernos involucrados en la lucha o a sus aliados, que bien sospecharían de su origen cuando lo descubrieran.
Pérez dejó la caja de chirrinche en el suelo y comprobó la carga que estaban sacando del avión el grupo de soldados especializados en estos menesteres de la Fuerza Aérea Colombiana. Unas cajas tenían la indicación de misiles antitanque filoguiados de fabricación estadounidense TOW. Otros de misiles Spike MR israelíes, también anticarro, además de algunos lanzadores de ambos misiles, pero lo más importante para Rick Pérez, y la razón por la cual él se encontraba allí, eran las cajas donde se leía “MANPADS FIM-92 STINGER”.
El mercenario, junto con su equipo de cuatro hombres más, habían sido contratados por un intermediario que trabajaba para la CIA, para que se desplegasen en el norte de Colombia. El trabajo estaba muy bien pagado, y además no revestía apenas peligro. Estarían fuera de la línea del frente y no tendrían que entrar en combate, ya que su función sería la de instruir a personal colombiano en el manejo de aquellos misiles portátiles antiaéreos, que habían comenzado a llegar la noche anterior en vuelos como aquel que estaban descargando. Pero que no fuera peligroso no quería decir que fuera fácil. Se trataba de que los soldados colombianos aprendiesen el manejo de aquellos artefactos en un tiempo record, al menos de una manera básica. Normalmente, el curso del Stinger duraba varias semanas para los soldados de las FFAA estadounidenses, pero obviamente aquel tiempo podía ser recortado en tiempos de crisis o necesidad. Se sabía que durante la guerra de Afganistán, cuando los mujhaidines luchaban contra los soviéticos en la década de los ochenta, estos llegaron a aprender su uso en apenas dos semanas. Pues bien, él y sus hombres ni siquiera tenían ese tiempo. Debían ser días, y entre menos mejor, así que aquello era una carrera contrarreloj para que los colombianos aprendieran su manejo tan rápido como fuera humanamente posible.
Pérez, como antiguo miembro de las Fuerzas Especiales del Ejército norteamericano, debía conocer el uso y manejo de gran cantidad de armamento, tanto propio como extranjero. Recordaba que había aprendido a usar el Stinger en apenas una semana, al menos lo básico, pero después tuvieron más tiempo para proseguir con el aprendizaje avanzado. Ahora, uno de los mandos colombianos a los que debía reportarse, le había insinuado que en 48 o 72 horas, debían estar saliendo los primeros “graduados” en aquel cursillo. El contratista le hubiese dicho que era una tarea imposible, pero tras haber estado todo aquel día que ahora llegaba a su fin, enseñando a sus alumnos, le quedaba algo de esperanza. Y es que a su favor jugaba que el personal que le habían enviado para aprender, todos ellos suboficiales u oficiales profesionales, algunos del arma de artillería, especialidad defensa antiaérea, y otros soldados de las Fuerzas Especiales, eran material humano de primera clase para una tarea así. Así como aquellos barbudos afganos que no sabían leer ni escribir la mayoría, habían aprendido en dos semanas, estos soldados tenían la lección bien aprendida, y conocían de arriba abajo el manual técnico del Stinger antes de que Rick y sus hombres pisaran suelo colombiano unos días atrás. Es más, conocían desde hacia tiempo los rudimentos teóricos del Stinger, cuyo manual básico se podía encontrar incluso en Internet, así que con la teoría solidamente aprendida, y muchos de ellos con buenos fundamentos de defensa antiaérea, enseñar el manejo práctico del lanzador del misil se hacía mucho más sencillo. El que cada uno de los instructores tan solo contase con cuatro alumnos “por clase”, también facilitaba el aprendizaje de estos, y aunque los alumnos lógicamente tenían muchas preguntas, aprendían rápido. Quizás todavía pudiese darse el milagro de tener a un pequeño equipo con los conocimientos básicos para el uso de los Stingers en uno o dos días más...y también los mandos colombianos habían sondeado a Pérez y a sus hombres para que a cambio de un “generoso extra” en sus retribuciones, alguno de ellos liderase al equipo colombiano que se desplegarían cerca del frente, y aunque debía consultarlo con sus “amigos” de la CIA, él, como mercenario tenía cierta flexibilidad a la hora de escoger los trabajos, y notaba que allí se podía ganar mucho dinero, que al fin y al cabo era para lo que había ido a aquel conflicto.

-¿Eso es lo mío? – preguntó el piloto del Aviocar acercándose a Pérez.
-Afirmativo colega. Tu pago “en especies”… ¿Qué tal el vuelo?
-Aburrido, con alguna turbulencia, pero nada excitante.
-¿Ni siquiera un aterrizaje nocturno sobre una pista sin preparar?
-Bahhh…eso ya lo hacía yo cuando tú te meabas todavía en los pañales – exageró el veterano piloto. Pérez soltó una carcajada y luego le acercó la caja de chirinche.
-Toda tuya, viejo borrachuzo.

Tras aquel encuentro, Pérez regresó a la tienda de campaña que compartía con sus hombres. Estaban a punto de acostarse a dormir un poco en sus camastros, ya que tocaba levantarse a las cuatro de la mañana para aprovechar bien el día, pero uno de ellos le pasó una nota con el inventario que se había descargado del Aviocar. Rick centró su vista en los 6 lanzadores y los 12 misiles que acababan de llegar, que se unirían a los que ya tenían y a los que estaban por llegar esa noche, hasta un total de 18 lanzadores y 72 misiles. No era un gran arsenal, pero por algo se comenzaba, y era posible que a algún piloto venezolano, le diera más de un dolor de cabeza. En fin, solo eran negocios. Lo mejor sería dormir un rato, había sido un día largo, y le esperaba otro igual de duro.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Avatar de Usuario
Andrés Eduardo González
General
General
Mensajes: 29892
Registrado: 05 Jul 2007, 17:33
Ubicación: Bogotá (Colombia)
Colombia

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Andrés Eduardo González »

:cool: :cool: Bienvenido de vuelta, Flanker. Por cierto, lindo detalle del Stinger...


"En momentos de crisis, el pueblo clama a Dios y pide ayuda al soldado. En tiempos de paz, Dios es olvidado y el soldado despreciado».
Avatar de Usuario
Comando Gato'e Techo
Capitán
Capitán
Mensajes: 1253
Registrado: 28 May 2012, 23:56

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por Comando Gato'e Techo »

Flanker:

Gracias.
...y que pasa un poco más al sur.....en el TO Sur....????

:horse:
:militar19: :militar9: :militar19: :militar19: :marino: :vikingo: :militar3: :militar19: :militar9:


:militar13:


El arte de la estrategia es de vital importancia para una Nación. Es terreno de vida o muerte. El camino a la seguridad o a la ruina.
Sun Tzu
Avatar de Usuario
flanker33
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Mensajes: 2240
Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
España

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por flanker33 »

Gracias a ustedes por leer el relato.
En la próxima entrega se hablará de la evolución del TO Sur.
Saludos.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro
Avatar de Usuario
flanker33
Teniente Coronel
Teniente Coronel
Mensajes: 2240
Registrado: 18 Jun 2005, 12:02
España

Relato: 2008. La Llamarada del Fénix

Mensaje por flanker33 »

Hola a todos.
Aquí dejo otro fragmento más del relato.
Saludos.


"Si usted no tiene libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor" - José Luís Sampedro

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 2 invitados