Historia militar de la Guerra del Pacífico

Las guerras y conflictos en la región latinoamericana, desde la Conquista hasta las Malvinas y el Cénepa. Personajes y sucesos históricos militares.
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reytuerto
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Mensaje por reytuerto »

Estimado popigor:

En la campaña de Lima, el Bonnmuller (o Castañón-Chassepot, Chassepot modificado, fusil peruano) no era el arma principal de los defensores (en cambio, sí lo fue en las campañas de Tarapacá y del Sur). Efectivamente, era un fusil defectuoso, el percutor no hería el fulminante y había una enorme tasa de misfire. Balisticamente era bueno, pero una guerra no es un polígono de tiro. El Gras, de igual origen (ambos eran sucesores del Chassepot Mle 1866), corregía este defecto importante, desafortunadamente el Crnl. Castañón no siguió la recomendación del Crnl. Bolognesi (comprar Comblain II), ni compró el Mauser (1871) o el Gras (1873): Hizo lo peor: comprar fusiles reformados a partir de los varios cientos de miles que el Imperio Alemán tomó de Francia como botín de guerr.

En Lima, la defensa era complicada por otros motivos: las armas eran excelentes Martini Peabody, comprados a la Providence Tools por la Compañía Grace para el EP. Pero no eran fusiles ad hoc para el Perú, eran fusiles ex-turcos (y las tropas turcas hicieron muy buen uso de estas armas en Plewna y demás escenarios de la guerra ruso-turca de 1877, y aunque mucho más repercusión "mediática" tuvo el winchester 73, el fusil reglamentario fue el Peabody) con los numeros del alza eran en caracteres árabes (hasta la reforma de Kemal Ataturk, no se utilizaron caracteres latinos) y por la premura de la llegada de los embarques, la instrucción fue muy defectuosa para reglar el tiro.

Si a eso sumamos que el primo hermano del Peabody, el Martini Henry también era empleado por el EP, pero en munición británica (.477) y los remanentes de Remington eran tanto egipcios como españoles, ambos con calibres diferentes, la logística peruana era un pandemonio. Lo peor es que aparentemente, las adquisiciones en el Perú, siguen siendo iguales: tenemos todos los calibre que se pueden disponer (a excepción del 5.45x39) y las licitaciones usualmente optan por armas raras (como el fusil que presento SiG Arms: una versión del AR-10 que no fabrica la misma SiG, arma que a mi criterio, ni siquiera debió pasar a la liste de seleccionables) y no probadas. ¿Aprenderemos alguna vez? Saludos cordiales.


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Ernesto35
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Mensaje por Ernesto35 »

Según lo escrito por el general Pedro Silva en su testimonio sobre la Campaña de Lima que sale en el libro "Apuntes sobre la batalla de Miraflores", el ejército de línea usaba el Peabody, es decir, el Peabody Martini; el ejército de reserva usaba el Remington, debe ser el calibre .43, y las fuerzas irregulares y artilleros con Minié.

En el Morro Solar usaban Remington calibre .50


Vendo el libro de la Batalla en el Morro Solar de Chorrillos. Cualquier interesado, me escribe un mp
Ernesto35
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Mensaje por Ernesto35 »

Hoy se recuerda la batalla de Miraflores. A continuación, un relato de uno de sus sobrevivientes:

“… La fidelidad de su memoria en auxilio y empezó el señor Layseca, recordando que con fecha 14 de febrero de 1880, un decreto supremo dictado entonces por el Dictador Nicolás de Piérola, creaba el batallón Guarnición de Marina, con un efectivo de 600 plazas, sobre la base del antiguo Cuerpo de Artillería de Plaza.

La Plana Mayor de este cuerpo de ejército estaba formada por el Capitán de Navío don Juan Fanning, como primer jefe; como segundo, el coronel Andrés Segura; tercero, el sargento mayor de artillería don José Antonio Sarrio; cuarto, sargento mayor don José Hernández.

Capitanes de compañía fueron: de la primera, sargento mayor graduado Ugarte; de la segunda, capitán Federico Canta; de la tercera, Manuel Asanza; de la cuarta, Hilario Mansilla; de la quinta, el sargento mayor don Mariano Bustamante, sobreviviente de la guarnición del “Huáscar”; de la sexta, Augusto Gómez Lira; era ayudante mayor del cuerpo, el capitán Manuel del Pino.

El doctor Felipe Rotalde, que fuera nombrado Cirujano del Ejército, fue en su condición de médico fundador del Batallón Guarnición de Marina, prestando importantes servicios a esta unidad, desde que los primeros buques de guerra del enemigo iniciaron el bombardeo de la plaza del Callao, estando con inmensa laboriosidad, hasta que terminó la campaña con la toma de Lima.

Yo – prosigue el señor Layseca – con la clase de subteniente de la cuarta compañía, fui también fundador de ese cuerpo del ejército, el cual, sin pretensión alguna, era el mejor de los organizados para la defensa de Lima en los días nefastos de la toma por los soldados de Chile. No solo por el efectivo de que disponía aquella unidad, sino también por la calidad de los jefes y oficiales que la mandaban y de los soldados; lo más florido de la juventud chalaca, llenos todos del espíritu de guerra, afanosos de dar su sangre por mantener siquiera por algún tiempo, incólume la ciudad que los vio nacer; a mas de los voluntarios, contaba la unidad mencionada, con 200 prisioneros peruanos que fueron canjeados después de las batallas de San Francisco, Pisagua y Alto del Alianza y algunos de la Guarnición del “Huáscar”; hombres que habían ya recibido el bautismo de fuego, cuando la lucha en sus principios se mostraba más enconada; contábanse, además de las fuerzas formadas por los “cabitos”, muchachos de la Escuela Militar de Chorrillos quienes, en las rudas campañas del sur, mostraron el empuje de sus corazones, cuando combatían fieramente, mandados por el coronel Víctor Fajardo, Llosa, Morales Bermúdez y otros, que conquistaron la corona del heroísmo, ante un ejército muchas veces superior, en efectivo, en preparación y en condiciones de confort.

Era el 13 de enero de aquel año. Muy distintamente percibíamos desde el Callao, el intenso cañoneo de la batalla de San Juan. Todos ardíamos en ansias de recibir lo más pronto posible, la orden de marcha hacia el campo de las operaciones. Tal vez era la vehemencia que nos llenaba el espíritu, que bien poco faltó para que nos insubordináramos, porque nos parecía que habíamos dejado olvidados (sic).

Momentos más tarde, a las 11 y 30 de la mañana de ese mismo día, con el júbilo más grande, escuchamos la orden de ponernos en marcha hacia el campo de batalla. Llegamos a Lima en un tren del F.C.C. y desde la Estación de Desamparados, iniciamos la marcha hacia el sur. Momentos después, marchaba al lado nuestro el bizarro batallón Guardia Chalaca, formado por la más brillante juventud del Callao.

La marcha desde Lima la hicimos hacia la hacienda Vásquez, llegando a ese sitio en las primeras horas de la noche, debiendo, momentos después, seguir marcha sobre Miraflores, a donde llegamos a punto de media noche.

El batallón nuestro estaba materialmente rendido, de cansancio y de hambre, pues desde nuestra salida del Callao, no habíamos probado alimento alguno; a mas de esto, en el campamento, no habían tenido la preocupación, pero logramos descubrir un carro de galletas, con lo cual pudimos reconciliarnos medianamente.

Se nos señaló para acampar, un potrero, desde el cual, con la angustia y el rencor en el corazón, podíamos percibir el resplandor siniestro del incendio de Chorrillos originado por las tropas chilenas; el pueblo ardía por tres partes. Mientras estábamos sumidos en la macabra contemplación de aquel espectáculo bárbaro, se nos presentó un industrial italiano, que había logrado fugar de la ciudadela incendiada. Este señor, nos refirió como, después de la entrada del invasor a Chorrillos, la soldadesca habíase entregado al saqueo más vergonzoso, arrasando cuanto a su paso encontraba, sin respeto alguno por las fuerzas de la civilización. Terminado el saqueo, siguió contando el italiano, los soldados se dieron a la bebida en forma desenfrenada, a punto tal, que los mismos jefes amedrentados, por temor de que sus secuaces se sublevaran y les hicieran daño, tuvieron que encerrarse en el rancho del general Pezet.

La relación que hiciera este súbdito italiano, inspiró al entonces coronel Andrés A. Cáceres, lo mismo que al coronel César Canevaro, la idea de marchar al asalto y reconquista de Chorrillos, esa misma noche, penetrando a la ciudad, precisamente por los puntos en los cuales el incendio hacía estragos.

Efectivamente, momentos después se comunicaba a la Guarnición de Marina, a tres cuerpos de reserva, a una fracción del batallón Jauja y a la Guardia Chalaca, para que se movilizaran, en plan determinado, sobre Chorrillos.

Cuando recién las tropas habíanse puesto en marcha, la orden llegó a conocimiento de la superioridad, la que, quien sabe porque razón, mandó suspender la marcha y que las unidades volvieran a sus posiciones.

Es indudable que, dado el estado de desmoralización en que se encontraba aquellas tropas invasoras durante la noche, nuestras fuerzas que conservaban su ecuanimidad, hubieran dado buena cuenta de aquellas, sin que en auxilio de las mismas, hubieran podido venir siquiera los buques de la escuadra, por efecto de la noche, que se presentaba oscura.

Al amanecer del día 15 de enero, pactado el armisticio que debía expirar a las doce de la noche de ese mismo día, notamos que los buques de guerra, que habían fondeado muy cerca de la playa misma, abríanse a todo lo largo de la costa, por lo que presumíamos que la batalla habría de generalizarse sobre nuestra ala derecha.

Justamente al mismo tiempo, observamos que las tropas chilenas, en columna cerrada, avanzaban sobre Barranco, introduciéndose en las chácaras Pacayar y Larrión, habiendo entre los que marchaban y nosotros, una distancia de ochocientos metros más o menos teniendo de por medio, la Quebrada Honda.

Como el armisticio de que se ha hablado más arriba, debía terminar en la media noche de aquel día, nos mantuvimos tranquilos, ocupando el batallón Guarnición de Marina la chácara Armendáriz, posición estratégica pues desde ahí dominábamos perfectamente todo el camino a Barranco.

Siendo esa situación, a las doce y media del día, los buques de la escuadra rompían los fuegos, el batallón de marina se abría en guerrilla y se iniciaba el combate en todo nuestro frente.

Bien recuerdo al sargento Meneses y al cabo Lucero, dos famosos tiradores que teníamos en nuestra compañía, quienes donde ponían el ojo ponían la bala, siendo cada disparo un seguro mensajero de la muerte para quien era tocado; bala disparada por cada uno de estos muchachos, era hombre que caía fulminado.

Diezmado el regimiento naval, fue reforzado por el segundo de línea y un resto del Atacama. Tal era el valor de estos hombres que formaban estas unidades que en pocos momentos, los soldados chilenos que avanzaban parapetándose tras las tapias y utilizan de todos los recursos de la naturaleza del terreno, bien pronto tuvieron que sembrar el campo con sus cadáveres. Sin embargo, el mayor número de enemigos restó fuerzas a nuestros valientes.

Por dos veces, logramos rechazar, casi definitivamente, a los chilenos, a punto tal, que las embarcaciones que llegaron hasta muy cerca de la playa, hacían señales muy incesantes para que los chilenos volvieran a bordo, como único medio de librarse del estrago que hacían nuestras tropas en las filas de ellos.

Desgraciadamente, estos ligeros éxitos, que hubieran llegado a una feliz terminación, viéronse bien pronto frustrados, pues, la falta de munición hizo que nuestros brazos sintiéranse indefensos.

Al mandarse traer más munición, un equívoco o un error, hizo que nos trajeran munición Peabody, cuando lo que necesitábamos era Remington calibre 43. Escrito estaba que la planta chilena entraría en las calles de Lima, no ya por consecuencia de su valor, sino por las circunstancias que se acaba de enunciar.

Entre tanto, el coronel Fanning había fallecido. El comandante Isaac Chamorro, enrolado en las filas al no tener puesto a su regreso de las campañas del sur, acababa de ser herido; herido también el coronel Suárez. Entonces, asumió el puesto de jefe del Guarnición de Marina el sargento mayor Sarrio, quien, sin perder un solo momento la serenidad, alentaba a las tropas que lo rodeaban y, en un instante de feliz inspiración, comisionó al subteniente Domingo Gamio, para que, por todos los medios disponibles, recogiera la munición que en sus cartucheras tenían los soldados muertos y los heridos, para así, poder dar munición a los que aún se mantenían en pié, quienes por recomendación especial debían quemar tiro por tiro, teniendo solo la certeza del impacto mortal en el enemigo. El subteniente Gamio cumplió valerosamente la macabra comisión.

Entre tanto, la suerte nos había dado las espaldas una vez más. La retirada había comenzado por efecto de la falta de munición, pues al notar el enemigo de que ya no disponíamos de una sola bala, reaccionó violentamente, renovando el ataque, ya sobre un conjunto de hombres que no tenían sino el valor para contrarrestar el ataque.

El comandante Arias Araguez, que en las últimas maniobras de la defensa había recibido una mortífera bala, exhala el último suspiro.

Entonces el mayor Sarrio, sereno siempre y comprendiendo la dureza de la situación, para que no se enterara el enemigo, ordeno de viva voz la retirada, diciendo: “No tengo derecho de sacrificar a estos valientes que quedan, sin contar con munición y sin posibilidad de rechazar este flanqueo; un rato más y sería tarde, quedaríamos envueltos raíz de ellos”.

Reunidos que fueron los últimos sobrevivientes, iniciose la marcha de retirada a Lima; por el camino, entre surcos y grietas, encontrábamos soldados heridos, algunos de los cuales nos insultaba creyéndonos huidos y los mas, nos pedían que les vengáramos, ya que aun nos quedaba vida.

Estos momentos de depresión espiritual, nos había aniquilado completamente; todos llevábamos como una constante visión, entre otros, el episodio del capitán Asanza, quien, herido en un brazo, apenas fue vendado, con la izquierda empuñó su espada, alentando a sus soldados a seguir en la lucha. El del teniente Valega, quien, herido desde los primeros momentos de la refriega, se negó a abandonar el campo de lucha, hasta el momento en que perdió el conocimiento, como consecuencia de la fuerte hemorragia que le sobrevino.

Nos parecía que los fallecidos Patrón, Hurtado y Aza, Barrios, Higginson, Genaro V. Cobián, mi hermano materno, Suárez, Becker, Eslava y otros, seguían con nosotros, la marcha en retirada; les sentíamos cerca de nosotros.

Ya en Lima, el 16 de enero, con los restos del Guarnición de Marina, recibimos orden de marchar en refuerzo de la “Ciudadela Piérola”, a órdenes del Dr. Fernando Palacios, que la mandaba. Habíamos casi recién iniciado el desfile hacia nuestra nueva posición, cuando una contra orden nos hacía regresar al cuartel, en el convento de La Merced, con el mandato expreso de que se nos desarmara y licenciara.

No me es posible señor redactor, nos dijo el señor Layseca, el describir la situación del momento aquel. Los mismos momentos del rudo combate durante los cuales vi caer a mis más queridos compañeros y entre ellos, mi hermano, si me produjeron una sensación de pesar infinito, no fue tanto como el que experimenté cuando, uno a uno, nos quitaban nuestras espadas, nuestros fusiles, las mismas armas con las que habíamos defendido, siquiera por horas, la dignidad nacional, nuestro terruño bien querido. Con las lágrimas en los ojos, veíamos como nuestro armamento era amontonado en un rincón del cuartel. Cada prenda de combate que nos arrebataban, era como un trozo del corazón que nos lo robaran en un momento de injusticia, que era duro para nosotros el soportarlo. No podría ser yo, en palabras, reconstruir aquel momento. Estas son cosas que se siente muy dentro del corazón y que es imposible traducirlas.

Recuerdo que entre los que salimos vivos del campo de batalla se contaban al mayor Sarrio, el mayor Hernández, el mayor graduado Mariano Bustamante, el teniente López Hurtado, el subteniente Nicanor Leguía, hermano del actual Presidente de la República y único oficial que sobrevivió del grupo de su compañía; el subteniente Pedro E. Muñiz y Guillermo Freundt, de todos los cuales, sólo sobrevivimos hasta la fecha (y que sea por muchos años señor Layseca), el teniente Federico Valega, hoy teniente coronel, don Domingo Gamio, que no siguió la carrera militar, y el que habla, actualmente teniente coronel.

El mayor de los oficiales subalternos tendría escasamente 20 años; así y todo, por espacio de cinco meses, soportamos en el Callao, el intermitente cañoneo de los buques chilenos, que tenían dominado el indefenso puerto del Callao.

Del comportamiento del batallón Guarnición de Marina, durante la acción de armas que he relatado someramente, puede dar fe el que fuera sargento Augusto B. Leguía, hoy Presidente de la República, que desde el reducto que peleara, que estaba colindante con nuestra posición, observaría en detalle, el comportamiento valeroso de todos los que, desde la trinchera improvisada en Armendáriz, luchábamos con toda decisión” (8).



Más información en: http://elinaresm.blogspot.com/2011/01/l ... lores.html


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Mensaje por SPUTNIK »

Grandes batallas, mi favorita, la de Chorrillos ocurrida el 13 de Enero, fecha de mi cumpleaños, y con ella de festejo para el ECH :mrgreen:


Saludos :mrgreen:


sargento_metralla
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Mensaje por sargento_metralla »

SPUTNIK escribió:Grandes batallas, mi favorita, la de Chorrillos ocurrida el 13 de Enero, fecha de mi cumpleaños, y con ella de festejo para el ECH :mrgreen:


Saludos :mrgreen:


Estimado, solo una correción, es Batalla de San Juan.

Saludos.


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Mensaje por SPUTNIK »

sargento_metralla escribió:
SPUTNIK escribió:Grandes batallas, mi favorita, la de Chorrillos ocurrida el 13 de Enero, fecha de mi cumpleaños, y con ella de festejo para el ECH :mrgreen:


Saludos :mrgreen:


Estimado, solo una correción, es Batalla de San Juan.

Saludos.



Si, ya lo sabia, pero Alla en Peru es conocida con ese nombre, aca en Chile como Chorrillos. :wink:


Saludos y gracias :mrgreen:


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reytuerto
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Mensaje por reytuerto »

Estimado Sputnik:

Siempre me pareció notable esa diferencia: Después de todo, la ruptura del dispositivo defensivo peruano fue en San Juan, en donde cayeron la mayor cantidad de soldados chilenos y la lucha fue màs dura. La segunda etapa de la batalla, en Chorrillos fue un desenlace màs o menos obvio, y desde luego sin la dureza de la primera parte. Saludos cordiales.


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morgul
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Mensaje por morgul »

hola, sigue estando interesante este asunto!!!!
hay muchas cosas, que me han llamdo siempre la atencion de la gdp., especialemnte, la no existencia de batallas, como decirles, ¿moviles?, es decir, siempre que las tropas chilenas combatieron, fue contra lienas fortificadas, claro estas, solo hasta Lima. Al parecer, en la sierra, fue un poco diferente el asunto, esa es la primera de muchas interrogantes y la segunda, puede que parezca una idiotez, pero si hago marchar a un soldado cargado de equipo, por un terreno dificil, con solo una pizca de agua, algun dividendo he de obtener, en terminos fisicos, ya sea un mejor estado fisico o una mayor resistencia a la fatiga, cosa que se me ocurre han de ser determinante al momento de una batalla que puede durar muchas horas.

en cuanto a la primera interrogante, tengo algunas ideas, pero quisiera poder "oir" sus opiniones primero
y en cuanto a la segunda, les recuerdo el famoso test de cooper, el cual corri durante cinco años, sin saber para que maldita cosa, servia tanta fatiga!!!
saludos

morgul


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Mensaje por SPUTNIK »

reytuerto escribió:Estimado Sputnik:

Siempre me pareció notable esa diferencia: Después de todo, la ruptura del dispositivo defensivo peruano fue en San Juan, en donde cayeron la mayor cantidad de soldados chilenos y la lucha fue màs dura. La segunda etapa de la batalla, en Chorrillos fue un desenlace màs o menos obvio, y desde luego sin la dureza de la primera parte. Saludos cordiales.


Estimado Reytuerto : :mrgreen:


La verdad, es que no tengo idea de porque en Chile se le conoce con ese nombre, :confuso: :conf: ya que coincido contigo que en el portezuelo de San Juan se decidio la batalla.


Saludos :mrgreen:


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Mensaje por sargento_metralla »

SPUTNIK escribió:
reytuerto escribió:Estimado Sputnik:

Siempre me pareció notable esa diferencia: Después de todo, la ruptura del dispositivo defensivo peruano fue en San Juan, en donde cayeron la mayor cantidad de soldados chilenos y la lucha fue màs dura. La segunda etapa de la batalla, en Chorrillos fue un desenlace màs o menos obvio, y desde luego sin la dureza de la primera parte. Saludos cordiales.


Estimado Reytuerto : :mrgreen:


La verdad, es que no tengo idea de porque en Chile se le conoce con ese nombre, :confuso: :conf: ya que coincido contigo que en el portezuelo de San Juan se decidio la batalla.


Saludos :mrgreen:


Puede parecerlo, pero no es ningun argumento patriotero. Creo firmamente que la historiografia chilena le llama "Batalla de Chorrillos" para convertir justamente en Batalla aquel lugar donde predominaron los saqueos, violaciones, incendio, destrujcción y asesinato por parte del ejército chileno. Osea, intenta ocultar aquello bajo el nombre de batalla

Saludos


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GRUMO
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Mensaje por GRUMO »

Pues no

Pongamosnos en tiempo y espacio

Las violaciones, saqueos e incendios de propiedad privada era un uso normal en ese entonces. Por ello, cuando las tropas vanazaban a un lugar, la población civil tenia dos cosas por hacer. Una, la de declarar ciudad abierta, dando el gobierno a notables, brindando garantías al atacante que no habrá resistencia, la segunda, abandonar el lugar e irse a otra parte.

Es que amigo, la guerra no es banderas al viento oliendo a perfume, es muerte, destrucción, sanre y cadaveres pudriendose al sol. Y aun en estos días, el DIH sigue siendo en algunas partes mas que una buena intención.

Por otro lado, no es que intente justificar la barbarie chilena, solo quiero ponerlo en su contexto. Cuando colapsó San Juan, segun versiones chilenas, se creo un bolsón de resistencia en Chorrillos. Esta justificación no resiste mayor análisis, pues Chorrillos estaba excentrico de zonas de resistencia o de zona de replñiegue. No el Chorrillos actual, sino el de ese entonces, que era una seguidlla de taludes cortados a pìco con el mar a un costado. Y la soldadesca sin control llegó a ese punto donde encontró licor y riquezas. Los oficiales, segun versiones chilenas, no pudieron contener el desroden, y creo haber leido que algunos oficiales fueron muertos. Ahora, no olvidemos que Cáceres pidió atacar pero "El Supremo". cuyo nombre por salud estomacal no escribiré, se negó rotundamente...eso pasa cuando improvizados creen conocer la guerra

Veamos las cosas en su contexto, y creo que ya es hora de dejar de crear bandos de buenos y malos

Grumo


¡Somos o no pilotos de combate!.... ya, que nos den otra misión y salimos 3 o 4 fierros, rasanteamos hasta donde podamos y si nos van tumbando.... nos tumbaron pues.... pero por lo menos uno llega y rompe.... así no regresemos los demás.... total para eso nos hemos formado, para eso estamos preparados, y si vamos a morir.... bueno nos inmolamos por la patria, es la oportunidad de demostrar lo que somos y valemos”. Coronel FAP Marco Antonio Schenone Oliva , piloto muerto en el Cenepa
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Mensaje por Ernesto35 »

...Y la soldadesca sin control llegó a ese punto donde encontró licor y riquezas. Los oficiales, segun versiones chilenas, no pudieron contener el desroden, y creo haber leido que algunos oficiales fueron muertos. Ahora, no olvidemos que Cáceres pidió atacar pero "El Supremo". cuyo nombre por salud estomacal no escribiré, se negó rotundamente...eso pasa cuando improvizados creen conocer la guerra


Eso fue motivo de polémica durante varias décadas después. Carlos de Piérola, quien cayó prisionero en el Morro Solar, escribió una carta en 1929 sobre la inutilidad de atacar a los chilenos esa noche. También el historiador militar Carlos Dellepiane escribió en su bora Historia Militar del Perú Tomo II de que no era una medida apropiada atacar a los chilenos esa noche porque sólo eran unos cuantos los que se dedicaban al saqueo, el ejército chileno estaba en las afueras, principalmente porque el alcohol que había en aquella epóca en Chorrillos e inclusive en los tiempos en que escribió su libro en 1936, no alcanzaba para emborrachar a 30 mil hombres


Facchetti
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Mensaje por Facchetti »

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Essa imagem significa o que?


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GRUMO
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Mensaje por GRUMO »

Facchetti escribió:Imagen


Essa imagem significa o que?


En el siglo XIX, dentro de las ordenanzas de guerra, existía el deguello o repase. Es decir, no tomar heridos. Eran cosas propias de la época

El cuadro precisamente se llama "El Repase", donde se ve a un soldado chileno realizando este acto, frente a la "rabona" (mujer que seguia a su esposo enlistado ) que se oponía al acto.

Este cuadro, muy sugestivo y de mucho simbolismo, es una clara demostración de los extremos en que nos ponen las guerras. Lo interesante es, en el hoy y ahora, quitarle connotaciones particulares de "buenos y "malos". El repase se practicaba y era común en los ejercitos en ese momento particular de la historia

Saludos

Grumo


¡Somos o no pilotos de combate!.... ya, que nos den otra misión y salimos 3 o 4 fierros, rasanteamos hasta donde podamos y si nos van tumbando.... nos tumbaron pues.... pero por lo menos uno llega y rompe.... así no regresemos los demás.... total para eso nos hemos formado, para eso estamos preparados, y si vamos a morir.... bueno nos inmolamos por la patria, es la oportunidad de demostrar lo que somos y valemos”. Coronel FAP Marco Antonio Schenone Oliva , piloto muerto en el Cenepa
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Mensaje por Facchetti »

Obrigado pela atenção Grumo,


Mas es um cuadro chileno ou peruano?

Soldado caido es peruano ou boliviano?

De que anos é esse cuadro?


Se nota uma criança(ninõ) ao lado.

Fiquei muito curioso com essa cuadro, porque se encontra em todos sites que estudei sobre "La guerra del Pacifico".


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