CoronelVet escribió:
Igual sigo sin encontrarle sentido al planteo : si UK nos vendieron equipamiento militar, con un potencial conflicto que ya llevaba varios episodios diplomáticos, fue un error de ellos. . . qué habría de reprochar a nosotros?
Ufff...
Es que, precisamente, Reino Unido os vendió de todo, y en muchos casos siendo tecnología de última generación, porque para ellos, Argentina no era ni remotamente un potencial enemigo. Los británicos no son unos necios, ¿cómo iban a entregaros 10 destructores de último modelo en los años treinta y el mejor crucero del hemisferio sur, si era posible que Argentina los emplease para invadir las Malvinas? ¿Cómo es posible que fueran tan ilusos como para venderos flotas de bombarderos estratégicos Lancaster y Lincoln, con los que se podría llegar tranquilamente a las Malvinas? ¿Quién piensa que, si para el Reino Unido la Argentina era un país con el que se encontraba en una guerra fría desde 1833, es normal que la equipase con su novísimo sistema de defensa aérea naval?
No son unos necios, decía. Ningún país del mundo sabe tanto de política exterior como Gran Bretaña. En todo caso, los cenutrios iletrados y mamertos fueron los argentinos, que pensaron que después de invadir las Malvinas, Gran Bretaña se quedaría quieta. Históricamente Gran Bretaña no ha tenido problema alguno en suministrar cosas como los destructores Greyhound o Type 42, las tanquetas Carden Loyd, el portaaviones Independencia, las toneladas de Shermans, las flotas de Meteors, Lancaster y Lincolns, los dragaminas TON, la escuadrilla de Canberras, los misiles Sea Cat y Tigercat, los Blowpipe, los Sea Lynx y media docena de cruceros ligeros y protegidos, entre otras muchas cosas, porque Argentina no tuvo ningún comportamiento hostil, reivindicativo ni amenazante. Y eso desmonta la epopeya que os habéis montado de una guerra ininterrumpida de siglo y medio contra el Imperio Británico, y ahora contra la OTAN. No. Fuisteis buenos vecinos, nada problemáticos, excelentes clientes y compradores, y socios militares privilegiados. La propia ARA estaba formada, desde finales del siglo XIX y hasta los años 80, a imagen y semejanza de la Royal Navy.
No estabais en guerra, querido, porque el cruel vástago sajón hollaba con sus pezuñas en sagrado suelo patrio malvinense. El sagrado suelo patrio ese os importaba un bledo, y nunca hicisteis nada durante 150 años que hiciese pensar a los británicos que erais un Rogue State del Eje del Mal. Simplemente erais parte oficiosa del Imperio Británico en los planos económico y empresarial. Y vosotros encantados, porque la época dorada de la Argentina próspera fue aquella en la que quisisteis encamaros con el país que supuestamente os había robado tierra. Lo cual dice mucho de vuestra dignidad nacional. O indignidad, más bien.
Porque, si nos tenemos que creer el relato del sagrado suelo patrio arrebatado, ¿qué demonios hacíais comprando aviones, buques o vehículos a vuestro ladrón y expoliador? ¿Dónde se ha visto a Pakistán comprando armas a India? ¿Qué hacíais invitando a los capitales británicos a quedarse en el país, cuando, si hubieseis tenido un mínimo de dignidad y decencia (ya sé que es pedirle peras al olmo), lo lógico es que no hubieseis permitido la entrada de ninguno, o los hubierais expropiado inmediatamente?
Se desmonta así esa paja mental que tenéis montada de dos siglos de tenaz guerra contra el británico. Dos siglos las pelotas. Fuisteis un fiel cliente y amigo del Imperio Británico durante décadas, y os avergüenza que os importase un carajo la usurpación del sacrosanto suelo patrio. Porque, seamos francos, hasta el argentino más enfermo y mentalmente desquiciado, tipo Julito Luna o alguno de estos que pululan por aquí, saben en lo más íntimo de su fuero que lo de la Causa Malvinas es un cuento chino. Esas islas os importan un bledo. Si mañana Mendoza y San Juan son ocupadas por Chile, se os descompone el cuerpo. Si Paraguay entra en Formosa y expulsa a la población, responderíais de inmediato. Si los brasileños se anexionan Misiones, os echáis las manos a la cabeza. Pero esas islas que, supuestamente, son tan tierra argentina como la Avenida Rivadavia o el bosque de Palermo, están bajo administración y soberanía británicas desde 1833 y vuestra respuesta fue invitar a los británicos a que os construyesen los ferrocarriles, a que invirtiesen un vuestras ganaderías, y comprarles toneladas y toneladas de armas.
Sólo tuvisteis una actuación digna y coherente con el mito de la usurpación cuando una junta militar con las manos chorreando sangre y unas cuentas económicas para echarse a templar pensó que la mejor forma de postergar su salida del poder sería una acción militar. Salió el señor al balcón, borracho como una cuba e incapaz de pronunciar dos frases coherentes seguidas, y fue aplaudido y vitoreado por la misma chusma que la semana pasada pedía su dimisión en esa misma plaza. Pero todo lo que pasó antes de aquello no fue más que una cordial relación entre dos países que se veían como amigos, que hacían negocios, y que en ningún momento se veían como enemigos.
Duele, yo sé que duele que la mayor epopeya nacional argentina sea en realidad la crónica de una sumisión alegre y voluntaria al supuesto usurpador criminal. Pero qué se puede esperar de un país cuyo mayor ídolo nacional es un ex-deportista drogadicto y de ideología totalitaria...