La vide de un guardacosta
Son militares entrenados para resguardar ríos, esteros y el mar. Siempre están listos para las emergencias. Combaten el narcotráfico, el coyoterismo, la piratería y hasta sirven de apoyo cuando alguna comuna costera necesita de su ayuda.
Johnny Alvarado Domínguez -
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La mañana inicia soleada y el teniente de Fragata Juan Carlos Ávalos, vistiendo calentador y camiseta, va a trote suave dentro de la Base Sur de Guayaquil. Es martes y el rigor militar manda actividad física para mantenerse en forma este día y los jueves. El deporte lo relaja. De pronto, lo interrumpe un subalterno para informarle que a las 08:00 debe salir de patrulla. Ávalos se retira a las duchas y en menos de 10 minutos retorna enfundado en su traje azul de abordaje. Se coloca su pistola, los chalecos antibala y salvavidas, y se dispone a recorrer algunos ramales del estero Salado. Él es el jefe de las embarcaciones menores del Cuerpo de Guardacostas de la Armada (Coguar), y su misión es vigilar el Golfo de Guayaquil. Su tarea implica prestar auxilio a las naves y camaroneras que son atacadas por los piratas y revisar los barcos y lanchas que navegan por estas aguas. La patrulla inicia el recorrido, desde la Base Sur, con un oficial jefe y tres tripulantes. Solo el jefe y el timonel usan pistolas. El primero por su rango jerárquico y el segundo porque en caso de enfrentamiento necesita un arma para defenderse sin descuidar la ruta de la embarcación. Los dos tripulantes restantes tienen fusiles de asalto.
Previo al zarpe trazan una hoja de ruta. Por lo general, los sitios más visitados son los puntos considerados de alta peligrosidad y uno que otro ramal por donde suelen esconderse los piratas luego de sus asaltos.
Con todo en orden, el cabo Primero Carlos Chauca, timonel de la Piraña, una pequeña embarcación de 10 m de eslora, calienta el motor fuera de borda. Desasta los nudos del atracadero y zarpa. Las olas que hacen embarcaciones más grandes menean el bote, pero este sigue su curso hacia el Puerto Marítimo y las Esclusas.
La tripulación va atenta a cualquier anormalidad. Luego de 20 minutos de recorrido encuentran un vetusto barco que viaja en dirección contraria. La Piraña echa a sonar su sirena y le ordena al timonel detener la marcha, se trata de un barco pesquero. La patrulla marítima se acerca despacio y de inmediato la sujetan con cabos para estabilizarla. El sargento Gino Guamán salta al barco e inspecciona la matrícula, revisa los documentos, indaga con el timonel el motivo de su presencia en la zona y observa detenidamente cada espacio. Al no hallar anomalías, regresa a la lancha y el recorrido continúa.
Una hora después se divisa a un barco que aunque lleva la bandera de Ecuador, no tiene nombre, va cargado de personas. La sirena vuelve a encenderse de inmediato y se acelera la marcha. El oficial Ávalos le ordena al timonel detenerse y a Chauca que con precaución se acerque a la nave. Una vez cerca sujetan la pequeña nave al barco. Ávalos y el cabo Guamán ingresan. Ochenta personas viajan hacinadas en la cubierta. Sus cabezas cubiertas con gorras o sus rostros con camisetas para ampararse del sol.
Unos juegan naipe y otros conversan. Se trata de obreros de las camaroneras afincadas en la zona, a quienes el barco los recoge en el puerto para llevarlos a sus lugares de trabajo. Allí laboran 15 días y luego los trae de regreso.
Con todos los documentos en regla, tanto del barco, de los pasajeros y marinos, le permiten seguir su rumbo. Bajan del barco y suben a la patrulla para continuar el recorrido.
Cuenta Ávalos que hace un mes recibieron una llamada a la central de auxilios marítimos (149), para atender a una señora embarazada en Puerto Roma, un poblado ubicado en el golfo de Guayaquil a una hora de navegación. "Acudimos y nos encontramos con una adolescente a punto de alumbrar. La trasladamos hasta la lancha y emprendimos el viaje de regreso, cuando faltaban 15 minutos para arribar la mujer alumbró. Recibió ayuda de los familiares y de la tripulación. Nos comunicamos por radio al centro de operaciones para que en el atracadero la esperase una ambulancia.
La labor de la tripulación del Cuerpo de Guardacostas está destinada a combatir la delincuencia, el coyoterismo, el contrabando y la pesca ilegal. Para ello, además de las lanchas pirañas o intersectoras, la Armada cuenta con patrullas interoceánicas y las ribereñas. Las primeras pueden navegar por aguas nacionales e internacionales y capturar a narcotraficantes, las segundas combaten la pesca ilegal y el tráfico de combustible.
Procedimiento de defensa
Mediante su sistema de monitoreo, la Armada puede ubicar rápidamente el sitio en donde se suscita una emergencia, beneficio que se logró a través de un censo que se ejecutó en 2005 a todas las camaroneras del país con el que se levantó una base de datos electrónica completa.
Se midió la capacidad de pasajeros y de almacenamiento de combustible; se solicitó la documentación completa de cada uno de los tripulantes, así como el número de la licencia que les otorgan las capitanías de los puertos. Con toda esa información se implantó un sistema de monitoreo satelital, con el cual se controla a cada embarcación.
"Si asaltan a una camaronera, el programa localiza de inmediato el sitio, permite actuar con agilidad y capturar a los delincuentes. Este sistema convierte la ayuda en más eficiente y rápida porque las patrullas marítimas van directo al lugar", dice el teniente Ricardo Díaz,
Según el comandante del Cuerpo de Guardacostas, Carlos Vallejo, este sistema ayuda a tener de forma rápida toda la información referente a un barco y su tripulación. Por ejemplo, si una nave tiene permiso para pescar y se sale de los límites, el movimiento es detectado por los radares y de inmediato una patrulla se encarga de la inspección.
"Nuestras embarcaciones tienen como objetivos principales salvaguardar la vida humana en el mar, contribuir en la lucha contra las actividades ilícitas y velar por el Medio Ambiente. En el caso exclusivo del tráfico de personas hemos sido efectivos porque logramos reducir ese delito en un 70 por ciento".
Pero el próximo mes, los equipos de vigilancia de la Armada Nacional contarán con un gran apoyo: aviones no tripulados que harán mucho más eficiente el arduo trabajo de estos hombres