
En realidad los uniformes derivaron de los usados por los batallones de Guardia Nacionales en el periodo de los primeros gritos de Independencia. Casi no tenían ninguna diferencia con los uniformes del ejercito español, y de los regimientos españoles asignados en las colonias de ultramar.
Ocurrió algo particular, y era que las telas y los paños eran en su mayoría traídos de España; el comercio estaba manejado por la casa de Sevilla, la cual mantenía un monopolio férreo sobre las manufacturas españolas que se enviaban hacia América (podríamos abarcar un capitulo completo sobre este tema y nos daría para hablar por un año

A medida que se sublevaron las regiones por toda América, ocurrió lo que tenia que ocurrir: un alto absoluto en el intercambio comercial con la península Ibérica. Un completo ostracismo y deterioro de la calidad de vida que le sobrevino a las colonias durante 14 años de guerra. Nada llego de España y por supuesto, las confecciones fueron uno de los ítems mas importantes que empezaron a escasear.
Por eso, a medida que se combatió y trasegó, las telas se convirtieron en un bien suntuario. Casi no se podía conseguir paños en América, y por eso la imagen mas perdurable de los hombres y soldados que lucharon durante la Independencia, hoy los percibimos ataviados de un ligero pantalón blanquecino raido, el torso desnudo, los pies descalzos y un sombrero de mimbre. Una imagen real de lo que se tuvo que soportar.
Eso se debió a la falta de telas para dotar a las tropas. Los uniformes que se recrean hoy, son una idea romántica extractada de los primeros uniformes de las Húsares y guardias de corps que se crearon a partir de 1819, que fue el año en el cual Simón Bolívar empezó a recibir todo el material, armas e impedimenta que le llegaba desde Inglaterra, a través de la desembocadura del rio Orinoco.
Y aun así, las cantidades de tela y confecciones para dotar a los ejércitos, fue exigua. Tanto, que solo algunos afortunados regimientos patriotas, fueron los que pudieron hacerse con uniformes de decente confección. El resto no gozo de las mismas ventajas y solo pudieron usar el consabido pantalón blanquecino raido. Esa fue la realidad. Muy pocos regimientos usaron esos coloridos uniformes que hoy se recrean tan facilmente para engalanar los eventos, o para usarlos con la guardia presidencial en los palacios de gobierno.
Para dar un ejemplo de hasta que punto, el tema de los uniformes y las telas, fue un asunto de vital importancia; podemos leer a José María Espinosa, un pintor de la Independencia quien describió como el diminuto Simón Bolívar, llegando a Santafé, tras ganarse la batalla de Boyacá, arribo montado en un bello corcel, pero su uniforme daba lastima.
El pantalón del Libertador tenia huecos y rotos en muchas partes, presentaba unas manchas amarillentas alrededor de la entrepierna, no tenia camisa y solo le cubría el torso la casaquilla (o sea la chaqueta). Las botas estaban muy gastadas y parecían que estuviesen a punto de caérsele.
Cuando Espinosa, junto con su hermano y el general Hermogenes Maza, lo vieron llegar así por el camino al norte de Santafé, quedaron pasmados. Otros oficiales que llegaron después, estaban en peores condiciones, con los pantalones hechos girones y sin camisa. Santafé esta ubicado a 2.600 metros de altura, así que amigo forista, ya se podrá usted imaginar el estado en que se encontraban y las gélidas temperaturas que esos pobres hombres debieron soportar. La imaginación no alcanza para dimensionar lo que fue aquello.
Espinosa pudo saber mas tarde, que así como había llegado Bolívar, había hecho toda la campaña desde los Llanos... que había empezado un año antes. Tenia mas de un año sin cambiarse el pantalón y la casaquilla!!!

Espinosa lo acompaño hasta la plaza mayor de Santafé, allí varios de los lanceros que iban llegando, les pidieron a él, a su hermano y a Maza que desmontaran de sus caballos, porque tenían que tomar aquellas monturas frescas y salir inmediatamente para la ciudad de Honda en persecución del virrey Samano, quien había escapado la noche anterior.
Uno de los sastres de Santafé, al ver al Libertador en tan lamentable estado, salió a la calle con algunos paños que había guardado celosamente durante todos esos años y procedió a fabricarle un traje decente al pobre hombre, sabiendo que en pocas horas la ciudad le haría una ceremonia de recibimiento a Bolívar, como el victorioso liberador y debía estar bien "trajeado".
Salud.
