
En el momento del levantamiento franquista, el 17 de julio de 1936, la ciudad de Jaén, durante algunas horas ocupada por los militares nacionalistas, recae en las manos de los republicanos y una represión huraña llevada por los comunistas y los anarquistas se abate sobre la región.
Un mes más tarde, por la noche del 18 al 19 de agosto 1936, cerca de 250 guardias paisanos, con sus familias, una centena de falangistas y mil ciudadanos se van sobre camiones llenados de armas, de municiones y de provisiones hacia el monte de Santa María de la Cabeza, en la Sierra Morena.
Es un reducto fácil para ser defendido, el santuario está situado en un caos verdadero montañoso y erizado de peñascos y cubierto de bosques , a aproximadamente 700 mètros de altitud. Los fugitivos deciden esperar en este lugar aislado la llegada, que consideran muy próxima, de las tropas victoriosas del general Franco.
Pero la guerra civil, que debía ser una guerra-relámpago se prolonga, y las tropas nacionalistas más próximas se encuentran muy lejos de allí.
Santa María de la Cabeza se hace un enclave franquista perdido en medio de los territorios controlados por los Republicanos.
Desde ella a mediados de septiembre 1936, milicianos venidos de Jaén y de los alrededores se proponen asediar el reducto. La resistencia se organiza bajo la conducta de un capitán de guardias civil del nombre de Santiago Cortés,del que la mujer y los padres están encarcelados por los republicanos en Jaén.
Los milicianos no llegan a escalar los peñascos abruptos que protegen los asediados completamente aislados.
Estos últimos tuvieron tiempo de amontonar cantidades considerables de víveres y pudieron entrar en contacto con los nacionalistas que ocupan Sevilla y Córdoba, gracias a uno vaya - y venga de palomas mensajeras.
Poco a poco, mientras que el invierno 1936-1937 se instale sobre la España en guerra, mientras que se celebre la gran batalla de Madrid, la sede de Santa María de la Cabeza se hace, para los franquistas un tipo de símbolo comparable al de el Alcazar de Toledo.
Pero a diferencia de los de Alcazar son librados desde hace tiempo y la sede de Santa María, ella dura siempre.
El invierno es duro, sobre todo en la región de la Sierra Morena, la nieve hace su aparición, las provisiones se agotan. En Sevilla y en Córdoba, se entrena especialmente a aviadores para soltar en picado a los paquetes de víveres a los hombres y a las mujeres del capitán Cortès en resumen, 150 toneladas de abastecimiento serán largadas así, con una precisión notable.
Alrededor del reducto, varios milles de milicianos republicanos, pero éstos no tienen ninguna posibilidad de penetrar en esta fortaleza natural.
Con las lluvias de finales del invierno, los aviones no pueden más cumplir sus misiones.
Entonces, inventamos en Sevilla un nuevo método para abastecerlos.
Pavas, especialmente levantadas van a volar hacia Santa María de la Cabeza, con pequeños paquetes de medicinas atados bajo sus alas.
A pesar de esto, Cortès y los suyos terminan a primeros de febrero de 1937 , por comer hierba .
Al principio de abril 1937, el gobierno republicano decide poner término a esta situación que alimenta en el periódico la propaganda franquista. La 13 ° Brigada internacional, mandada por el general Gomez (el comunista alemán Zeisser), es encargada entre otras cosas de lanzar el asalto decisivo.
Los primeros ataques cortan en dos el campo atrincherado, pero a favor de un aguacero, consiguen a reagruparse y a volver al reducto donde se encuentra el capitán Cortès. Informado sobre la evolución de la situación, el general Franco autoriza a Cortès a capitular.
El capitán rechaza esta invitación y continúa peleándose con encarnizamiento. En este momento allí, hay cerca de 20.000 agresores, españoles o internacionales, la aviación republicana interviene, la artillería participa también.
El 1 ° mayo de 1937, más de ocho meses después de la sede, los milicianos y los internacionales penetran en el santuario de Santa a María de la Cabeza.
Las paredes del monasterio arden, la matanza es general. La mayor partida de las mujeres y de los niños son evacuados por camiones. Hecho encarcelado, el capitán Santiago Cortès morirá algunos días después, en respuesta a sus heridas, en el hospital de Jaén.
Así se acaba uno de los episodios más dramáticos de esta guerra de España.
Los partidos republicanos evitarán más tarde mencionarlo mientras que, para los nacionalistas, quedará inscrito en el Libro de Oro del heroísmo con el mismo título que la defensa de Alcazar de Toledo.