Un soldado de cuatro siglos

La guerra en el arte y los medios de comunicación. Libros, cine, prensa, música, TV, videos.
Gaspacher
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Un soldado de cuatro siglos

Mensaje por Gaspacher »

Pero antes de empezar la nueva campaña había muchos aspectos que debía cuidar si quería culminarla con éxito. Una campaña de varios meses de duración que implicaría decenas de miles de hombres precisaba de una cuidada logística, especialmente en cuanto a alimentos y municiones, especialmente pólvora, se refería. Y para asegurar el éxito de esta, confiaba plenamente en los libros de cuenta que se amontonaban sobre la mesa de su despacho cada noche, cuando los intendentes del ejército le mostraban los inventarios actualizados para que los revisase.

Sin alimentos, el ejército dependería de lo que encontrase sobre el terreno, y aunque era una opción muy barata era también peligrosa y lenta. Un ejército obligado a vivir sobre el terreno tendría que consumir gran parte del día en recolectar alimentos, y eso significaba una menor velocidad, y sin velocidad, no habría sorpresa posible.

Eso se traducía en que desde la paralización de las operaciones el otoño anterior, había venido haciendo acopio de víveres no perecederos. Entre estos destacaban las patatas y el grano. Los tubérculos podían ser almacenados durante temporadas enteras, y proporcionaban un alimento consistente y nutritivo que podía prepararse de multitud de formas, cocido, frito, al horno o a la brasa, en purés y tortillas, o formando parte de platos elaborados como cocidos. En definitiva, un alimento altamente nutritivo y del que no se cansarían con facilidad.

El grano por el contrario era la base alimenticia tradicional. Sin embargo el pan era un alimento algo complejo de elaborar, y aunque no perdía cualidades con el paso de los días, si era cada vez más difícil de tragar conforme pasaban los días y aumentaba su dureza. Para solventar ese problema las cocineras habían empezado a preparar pasta como los macarrons o los fideos largos, que podían guardarse durante meses sin que perdiesen sus propiedades nutritivas, y bastaba cocerlos durante unos minutos para que adoptasen un aspecto agradable al gusto. Además, bastaban unos pocos condimentos para volverlos muy apetitosos gracias a las salsas, y otros acompañamientos.

Todo lo anterior significaba que también era necesario tener unas buenas reservas en conservas, especialmente de tomate, muy sencilla de hacer ya que solo necesitaba tomate, sal, azúcar y aceite de oliva, pero también muchos tipos de encurtidos y mermeladas. A estas conservas se unirían los omnipresentes arenques, truchas y otros pescados, ya fuese en salazón, ahumados o en conserva de aceite.

Día tras día las reservas de alimentos aumentaban, y con ellas aumentaba la capacidad del ejército para mantenerse en campaña. En unos meses podía desatar todo el poder de los ejércitos de España sobre sus enemigos.

Pero si importante era el disponer de unas buenas reservas de alimentos, pólvora, armas e incluso ropas, con el fin de que su ejército no pasase privaciones, no menos importante era el disponer de medios para mover todo ello. La campaña del año anterior había sido en ese sentido extraña, pues al emplear barcazas fluviales había logrado solventar ese problema con escasos recursos, sin embargo este año prometía ser distinto. Aunque en el sur existían varios ríos y canales, su rumbo no era el adecuado para la campaña que pretendía realizar. Si, los ríos que discurrían de sur a norte habrían de servirle para llevar los suministros hasta cerca de las zonas de operaciones, pero estas no tardarían en apartarse de los ríos, y en ese momento se vería forzado a emplear carretas y mulas para llevar los suministros a las unidades.

Para eso serían necesarios cientos de carros, motivo por el cual los carpinteros y carreteros trabajaban a destajo para fabricar suficientes medios para el ejército. Pedro sabía que a esas alturas el ejército en España ya estaría plenamente equipado con cientos de carros, pero en Flandes esos cambios acababan de empezar a introducirse, y le ocasionarían no pocos problemas.

Y si tenía problemas con los carros, sus problemas con los animales de tiro no eran menores. Desde una década atrás en España se había decretado el embargo a la venta de caballos al exterior, lo que se traducía en que los ejércitos de la península no sufrían de carestía de monturas y animales de tiro. Por desgracia él estaba a mucha distancia de la península, y eso significaba que se enfrentaba a una grave carencia de animales. Por fortuna las campañas del año anterior le habían permitido capturar varios miles de animales, tanto a los ejércitos enemigos derrotados como a los campesinos y comerciantes de las zonas por las que se movió su ejército. Sin ellos difícilmente pudiesen lograr una movilidad mínimamente aceptable.

Mejor iba en el tema de las monturas para la caballería, donde gracias al especial cuidado que tenían con sus monturas y al número de capturas del año anterior. A la adquisición de varios cientos de animales en Alemania, donde la población estaba muy necesitada de dinero a causa de la guerra, y a un aumento de la cría selectiva, se disponía de monturas y animales de reserva para todas las tropas de caballería disponibles. 


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La línea, película bélica, 1968, Director; R Olivares, interpretes; José Ozores, Ramón Jimenez, Pedro Gracia…

Una mañana de primavera / exterior
Varios oficiales españoles pasean por el campamento, mientras a su alrededor los soldados se afanan en sus quehaceres o descansan jugando a los naipes o los dados. Todo parece indicar que el ejército está descansando aburrido de la inactividad.

Idiáquez
Mis hombres están nerviosos. No entienden que nos estemos demorando tanto para empezar la campaña. Si no empezamos pronto acabaran ocasionando problemas.

Fernández
A mis hombres les ocurre lo mismo. Creía que con la llegada del convoy con los refuerzos empezaríamos la campaña, pero la espera se hace eterna y cada día que pasa los soldados se muestran más nerviosos.

Salvatore
Caballeros, confiemos en el Lobo, saben tan bien como yo que nunca hace nada sin tener un plan sólido para llevarnos a la victoria.

Idiáquez
Lo sé, mi señor, pero no por ello mis hombres van a comprenderlo mejor. Vuesa Merced también lo debe haber notado entre sus hombres. La incertidumbre y el nerviosismo se mascan en el ambiente.

Heide
Todos lo hemos notado, pero sepan vuesas mercedes que el propio Lobo dice que es el no saber lo que más castiga a los hombres. Aun así en breve espera que podamos retomar las operaciones.

Idiáquez
¿Vuesa merced sabe a qué se debe la espera?

Heide
Solo rumores…por lo que tengo entendido esperamos más refuerzos. Sí, sé que el convoy con los ocho mil soldados italianos y alemanes traídos de Egipto ya arribó a Dunkerque una semana atrás, pero permitidme acabar y tengan vuesas mercedes en cuenta que solo hablo de oídas…
Tengo entendido que esperamos la llegada de varias unidades españolas de las que luchaban con el Emperador en Alemania…

Fernández
¿La guardia?

Heide
¡La guardia! Cuando lleguen las dos banderas de la guardia española y valona, y un tercio de españoles atacaremos.


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Amberes

Desde su reciente matrimonio, que dicho sea de paso había creado una pequeña conmoción en la sociedad de la zona ante la fuga y conversión al catolicismo de esta, había aprendido a apreciar la inteligencia de su esposa, una mujer instruida y con una mente preclara que suponía todo un reto intelectual para él. Qué lástima que en aquella época las mujeres estuviesen apartadas de la vida política e intelectual, se dijo una vez más… por desgracia esto era algo contra lo que no podía luchar, aunque quien sabe, tal vez las nuevas instituciones de enseñanza para mujeres que había creado en Valencia pudiesen darles un nuevo futuro a muchas de ellas.

Por supuesto su esposa tenía sus propias ideas y estaba muy influenciada por el racionalismo de Descartes, a quien citaba habitualmente en argumentos muy consistentes con los que Pedro podía coincidir al menos en parte, y aún peor, en el relativismo de Lutero. Esto último era causa de muchos debates sobre la, para él, estupidez de una herejía que permitía que cada cual interpretase los textos sagrados como creyese conveniente, sobre todo teniendo en cuenta que los textos sagrados habían sido escritos en antiguos idiomas casi desaparecidos por lo que podría haber sustanciales cambios en el significado de las palabras con respecto a su significado en el momento en el que fueron escritos. .

Por ello habitualmente debatían sobre la escolástica de la escuela de Salamanca y el racionalismo de Descartes o el empirismo de Bacon, sobre todo en todo lo relacionado con Lutero y el protestantismo, y como este había criticado frontalmente a la razón al crear su herejía. Si para Lutero “La razón es la mayor puta del diablo”, para un católico debía ser una herramienta para llegar a la fe como sostuvo Tomas de Aquino. Claro que Pedro tenía la ventaja o la desventaja de conocer corrientes filosóficas mucho más avanzadas que estas ideas del idealismo, desde el existencialismo al materialismo y la filosofía analítica. Por desgracia debía utilizar dichos conocimientos con sumo cuidado, dando solo unas pinceladas de ellos aquí y allá para no despertar sospechas. Aun así la utilización del concepto de pecado original para sostener que el hombre podía ser capaz tanto de lo bueno como de lo malo sin importar su fe o ética personal, provocaba divertidos y sesudos debates.

Tanto Pedro como su esposa disfrutaban de aquellos momentos pues ambos sabían que los días de paz estaban acabando, y en breve Pedro tendría que reincorporarse al ejército para cumplir con su deber…


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Cuartel General español, Amberes, abril de 1645

Tras la llegada de las unidades que hasta poco antes luchasen en las filas del Imperio que eran las banderas valona, española, y un tercio de infantería, los oficiales del ejército español se habían reunido para recibir las órdenes para la campaña venidera. La sala estaba por lo tanto abarrotada, estando presentes desde los comandantes de ejército o maestres de batalla, a los maestres de campo e incluso muchos capitanes de los más distinguidos del ejército. Mientras esperaban en la sala, muchos de los oficiales se acercaron a la mesa central, sobre la que descansaba un gran mapa de la zona de Flandes-norte de Francia-Alemania. La zona que podían denominar como Europa noroccidental.

Un breve anuncio dio paso a la entrada del comandante en jefe del ejército, el marqués del Puerto, Don Pedro de Llopis. Este tras una breve introducción en la que saludo a los presentes, no tardó en situarse en la cabecera de la mesa en la que descansaba el mapa mientras aferraba un extraño palo con una mano.

—Caballeros, nos acercamos a la que puede ser la “última” campaña de la guerra. —dijo Llopis dando a entender que no creía tal cosa. — Los vientos son propicios para nuestras armas, y estamos en disposición de asestar un golpe definitivo a los franceses. En estos momentos los ejércitos bajo el mando del barón de Cheb se están preparando para marchar sobre Cataluña y expulsar a los franceses, pero esto no será definitivo. Mientras esto ocurre nuestra misión será el ocupar regiones de Francia que una vez en nuestras manos, nos permitan defender con facilidad las posesiones de Flandes de la acometida de nuestros enemigos.

Dentro de una semana partiremos hacia el sur. Sepan vuesas mercedes que los planes son muy simples. Debemos desplazar la frontera hasta el río Somme, de forma que en lo sucesivo este sirva de defensa a Flandes. —explicó Pedro mientras utilizaba el bastón para empujar dos fichas que representaban los ejércitos españoles hasta Amiens. —Vamos a actuar en dos ejércitos. El primero de ellos bajo el mando del marqués de Caracena se dirigirá a Amiens para capturar la ciudad dejando tras de si todas las ciudades enemigas que haya en su camino, ciudades que ya capturaremos más adelante. Mientras tanto el segundo ejército que estará bajo mi mando, lo acompañara a una jornada de distancia con el fin de protegerlo. Un tercer ejército bajo el mando del conde de Fontaine permanecerá en Flandes como guarnición de las principales ciudades.

El plan es muy simple. Ambos ejércitos se mantendrán en campaña relevándose para asediar y capturar todas las ciudades al norte del Somme una a una. Si todo va bien, cuando asediemos Amiens los franceses tendrán que reaccionar enviando un ejército a liberar la ciudad pues está es de una gran importancia, y eso nos permitirá destruir a nuestros enemigos sin tener que buscarlos. Si no funciona continuaremos capturando las ciudades una a una para asegurar nuestra posición, y solo cuando hayamos capturado todas las ciudades al norte del Somme desde el mar hasta Rocroi, nos plantearemos otras opciones militares.

—Mi señor, ¿Francia no firmara la paz ahora que Holanda ha sido derrotada? —preguntó el maestre Idiáquez.

—No, sepan caballeros, que su majestad el rey ha decidido que Francia debe ser castigada y totalmente derrotada antes de plantear siquiera una paz con nosotros. Hace diez años Richelieu firmó una alianza para repartirse Flandes con Holanda, atacándonos cuando mayores problemas teníamos, y ahora deberán pagar por ello.

—¿Cuando nos pondremos en marcha, mi general? —preguntó ahora el maestre de campo Vixconti.

—El próximo viernes, al amanecer, marcharemos hacia el sur. —respondió Pedro desatando una oleada de gritos entre sus oficiales.

"¡Francia, vamos por ti!"

...


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Archivo Histórico del Ejército, Fondos extremos, CLVIIII

Diario de Campaña, Ejército de Flandes
A nueve de mayo del Año de Nuestro Señor de 1645


Desde el amanecer el ejército ha marchado cuatro leguas y media hasta alcanzar Valenncienes, en cuyas afueras se montó un campamento fortificado. De ha prohibido a las tropas la entrada en la ciudad, lo que ha ocasionado algunos percances de poca entidad. De mantener el presente ritmo, mañana al anochecer entraremos en zona francesa.

Durante el día se han producido las siguientes novedades. Tres soldados del tercio de Moncada han requerido de la atención del cirujano por estar aquejados de problemas estomacales. El cirujano Don Félix Manzano ha decidido enviarlos a una casa de curación en la ciudad durante la próxima semana. El resto de unidades han comunicado el Sin Novedad, por lo que el ejército está en perfectas condiciones para la campaña.

Las TdT comunican que el primer ejército ha alcanzado Dowaai, a cuatro leguas a nuestra derecha, sin novedad. Mañana se adentrara en la zona francesa para dirigirse a Amiens, mientras nosotros protegemos su maniobra. Dentro de cuatro días Amiens tendrá que alcanzar la ciudad y ponerla bajo sitio. Durante la maniobra dependeremos de la caballería ligera para mantener el contacto con ellos. Por fortuna tenemos buenos animales y con el presente ritmo de marcha su estado de salud es excelente.

Informes de inteligencia indican que los franceses cuentan con cinco mil soldados en aquella ciudad, que llegado el caso podrán ser reforzados por milicias en un número ligeramente superior. Otros dos ejércitos franceses están próximos a la zona, el primero al mando del conde Enrique de Lorena, aunque hay rumores de que este ha dejado el ejército para acudir a una nueva misión, sin que sepamos si esto es cierto o quien puede ser su sustituto. El segundo ejército se encuentra bajo el mando de Turena, que se está revelando como un buen comandante y posiblemente sea el más peligroso de los dos.


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Sitio de Amiens

El sitio de Amiens fue un episodio de la guerra de los treinta años que culminó con la conquista de la ciudad por las tropas españolas el 30 de junio de 1645.

Antecedentes

El asedio tuvo lugar durante la campaña de los países bajos franceses y enfrentó al general Llopis al mando del ejército de Flandes español, con los mariscales Turena y Chatillon al mando de los ejércitos franceses. En 1641 los ejércitos franceses habían logrado apoderarse de la región de Artois incluyendo la ciudad de Arras aprovechándose de la difícil situación que vivía España, acosada en todos sus frentes. Sin embargo en los años posteriores España adopto una estrategia encaminada a ir eliminando a sus enemigos uno a uno, empezando por los más débiles, lográndolo tras haber eliminado sucesivamente a Parma, Saboya, y Portugal que estaban ocupadas por las fuerzas españolas, y pacificando las Provincias Unidas, que arruinadas tuvieron que pedir la paz. A esto se unía el que Suecia había perdido su monarca y sus ejércitos habían sido duramente castigados, permitiendo por fin, que los ejércitos españoles se concentrasen en Francia, tanto en Flandes como en Cataluña, que aun permanecia ocupada por estos.

Los franceses sabían que el ejército de Flandes se estaba preparando para marchar sobre ellos, sin embargo Llopis sorprendió a los mariscales franceses marchando sobre Amiens en lugar de sobre la región de Artois que permanecía en manos francesas. Esto obligo a los generales franceses a reagruparse y marchar con rapidez sobre la ciudad francesa.

Respuesta francesa

El mariscal Turena llegó a La Vicogne a mediados de junio, donde se reunió con Chatillon el 18 de dicho mes. Un ejército francés formado por cuarenta y tres mil infantes y quince mil caballeros llegaron a Villers-Bocage a unos ocho kilómetros de la ciudad. Sin embargo el segundo ejército español había sido advertido de la maniobra, y había …


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Campamento francés

—¿Decís que el Lobo os ha requisado el molino y que solo lo acompañan medio centenar de soldados? —pregunto el mariscal Chatillon a un molinero de la zona al que su caballería había capturado poco antes. Tras Chatillon, Turena junto a otros oficiales escuchaba con atención.

—Así es Sire. —respondió el molinero callando que le habían dado cien ducados por las molestias, una pequeña fortuna a la que se sumaban los propios ahorros y enseres que había podido recuperar sin impedimentos. —Cuando llegó el primer ejército español, el que rodeo la ciudad, los españoles respetaron mi molino, pero ayer llego el segundo ejército y este acampo a media legua de mi molino. Cual sería mi sorpresa cuando ayer por la tarde un grupo de españoles llegó a mi molino y se apoderaron de él.

—¿Estáis seguro que el Lobo los acompañaba? —preguntó de nuevo Chatillon.

—Si Sire… o mejor dicho, al principio solo llegaron los soldados, el Lobo llegó después.
—¿Cómo sabéis que era él?

—Los soldados españoles dijeron que lo esperaban, y luego llego él y se presentó como tal.

—¿Describidlo? —dijo Chatillon, respondiendo el molinero con una precisa descripción de El Lobo que incluyo la de su antorcha de mando, un bastón de mando rematado con una cabeza de lobo.

—¿Hizo algo cuando llegó al molino? —intervino Turena interesado. —Inspecciono detenidamente los alrededores acompañado de varios oficiales. Luego inspeccionó el molino y ordenó a sus hombres que rajasen todos los sacos de harina ya molida, y ordenó que me echasen de mi molino, mi pobre molino…tuve que recoger todo lo que pude e irme con rapidez… —dijo casi llorando el molinero.

—¿Algo más? ¿No? ¡Retiraos! —dijo el mariscal Chatillon antes de volverse a Turena. —¿Qué opináis?

—Es difícil de saber. Parece que el Lobo cree que la batalla será en esa llanura, desde luego es el camino más directo si queremos romper el asedio.


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Mensaje por Gaspacher »

Cerca de Amiens

Marcel pasó su mirada sobre la habitación, abandonada apresuradamente por las tropas españolas esa misma mañana como probaban el fuego aun encendido en el hogar, y varios platos con restos de comida que había sobre la mesa. También sobre la mesa encontró un bote de tabaco de la mejor calidad, un artículo de lujo llegado directamente de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla, como probaban los sellos de la tapa. Sin dudarlo un segundo cargó su pipa y empezó a fumar con deleite mientras esperaba a sus hombres.

—¡Mi capitán! —llamó uno de sus hombres desde la puerta. —El molino está abandonado y no hay rastro del enemigo…pero hemos encontrado un extraño artilugio en el molino.

—¿En el molino? —preguntó Marcel. —Mostrádmelo.

—Si mi capitán, acompañadme, por favor. —respondió el soldado guiando al capitán hacia el molino. —Como dijo el molinero todos los sacos de harina están destripados y la harina esparcida por el suelo. Lo extraño es que los españoles han atado un extraño artilugio en el eje del molino en el que hay muchas escobas que mueven la harina. El aire esta tan lleno de polvo que cuesta incluso respirar…

La descripción del artilugio había despertado la curiosidad de Marcel que se pregunto ¿Qué demonios debía ser aquello?


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Mensaje por tercioidiaquez »

Diego oteo el horizonte con su catalejo.

Los informes que le habían dado eran exactos.

El ala izquierda francesa reposaba en Alcarrás. Había visto como los franceses ocupaban y fortificaban el pueblo, una buena plaza fuerte. La línea francesa se extendía hacia el noroeste. Una gran masa de caballería, al estilo "sueco" ocupaba el ala derecha.

Los 30000-35000 franceses no parece que tuvieran un plan muy elaborado. Aguantar en la izquierda apoyados en el pueblo y envolver con la masa de caballería por la derecha. Luego el centro de infantería atacaría. Era el plan que el oficial de inteligencia de su Estado Mayor había previsto y tenía sentido. Era un buen plan y en la confrontación de los planes enfrentados se había demostrado.

Por eso decidió no atacar. De noche y gracias a sus zapadores cruzaron el Segre. Al amanecer ya se encontraban lejos y tras la marcha forzada había llegado por la noche a las cercanías de Mollerusa. Tras un breve descanso continuaron al amanecer y al siguiente anochecer se encontraban en el lugar indicado. los franceses les seguían, mas lentamente pero de manera constante.
Ahora que había elegido el lugar, lucharían.


“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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Diario de Campaña, Ejército de Flandes
A veinte de junio del Año de Nuestro Señor de 1645


A día de hoy los ejércitos enemigos han alcanzado nuestras posiciones iniciales y han tenido lugar los primeros enfrentamientos.

Los dragones de la Princesa han sostenido un combate con jinetes enemigos en un bosquecillo al norte de Bertangles antes de retirarse, atrayendo a los jinetes enemigos al interior. Allí los tiradores del Maestrazgo habían construido caballos de Frisia y estacadas contra las que se han estrellado, desatándose un combate en el que nuestros tiradores combatiendo en orden abierto les han causado sensibles bajas capturándose cuarenta caballos.

Nuestro ejército ha tomado posiciones al norte de Coisi, con un segundo cuerpo entre Rainneville y Cardonnette. El primero de ellos ha cavado trincheras reforzadas con estacadas y está a la espera, protegiendo el sitio que se desarrolla a sus espaldas.

Una extraña explosión ha demolido un molino que acabábamos de abandonar, causando daños a una unidad de jinetes franceses que lo habían ocupado poco antes, causándoles varias bajas. Nuestros caballos corazas del regimiento Montesa atacaron poco después poniendo en fuga a los supervivientes y capturando veintitrés caballos.

Los húsares húngaros del capitán Mór informan de la llegada, procedente del norte, de un convoy francés con alimentos. Posiblemente traten de introducirlos en la ciudad para alargar su resistencia. Prepararemos una opción táctica por si se da el caso.

Nuestros ejércitos están reunidos y bloqueamos de forma efectiva al enemigo pese a su ventaja numérica. Esperamos que avancen en uno o dos días, y hemos preparado el terreno para ello. La moral de los hombres es buena y esperan con ansias el combate.


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Mensaje por Gaspacher »

Cerca de Amiens durante la noche, cerca del campamento francés

La taberna bullía de actividad con decenas de mercenarios bebiendo y jugando, de forma que la sala era una algarabía de sonidos, voces y ruidos de lo más variopinto. Aquella noche Salvador se sentía viejo, muy viejo, sus casi cincuenta años ya le pesaban como pocas veces antes. Casi cincuenta años, diez de ellos en el ejército y otros veinte desde que allá por Valencia empezara a trabajar para su Señor, Pedro Llopis.

Fue allá por 1625 ó 26 cuando mientras buscaba la forma de ganarse la vida por Valencia, entro a trabajar para aquel señor Valenciano, en aquel entonces un desconocido ciudadano honrado, hijo bastardo de un empobrecido ciudadano de inmemorial. Al principio su trabajo consistió principalmente en proteger y entrenar a su patrón, a quien al principio confundió con un comerciante sin más, sin embargo con el tiempo y según ganó la confianza de este, pronto empezó a asumir mayores competencias y con ello vio cómo el dinero empezaba a fluir a sus bolsillos de una forma que nunca hubiese imaginado.

Veinte años habían pasado desde entonces. Veinte años y seguía sorprendiéndose de la mente de su señor. Había veces que sin venir a cuento su patrón se dirigía a él y le hacía preguntas de lo más extraño.

¿Qué opinas de los alfareros? ¿Por qué la porcelana de la china es tan dura y como logran que suene casi a cristal?

¿Cómo iba a saber él, el porqué de aquellas cuestiones si aquello era algo que nunca se había planteado? Y sin embargo su señor se preguntaba aquello para a continuación visitar a un alfarero y pasar dos semanas con él observando su trabajo, para a continuación construir un horno y empezar a hacer pruebas y más pruebas hasta que, un día, logró fabricar porcelana dura europea. De ahí a establecer una fábrica para dichas porcelanas, y empezar a ganar miles de reales al año, hubo un suspiro. De la noche a la mañana decenas de alfareros estaban deseando trabajar para él y aprender sus nuevos métodos. Los que lo lograron, vieron como su fortuna se elevaba a límites insospechados.

Eran tantas las cosas por las que su señor había mostrado interés que se hacía difícil seguirle la pista. Sabía que para preparar su primera expedición a la Siberia, antes de que él empezase a trabajar para el Lobo, este había participado en la fabricación de un predictor de tormentas y un pararrayos. Mientras preparaba la expedición propiamente dicha había descubierto una forma de conservar los alimentos que llamaban al baño maría, que permitía conservar estos durante largos periodos y era indispensable para la vida a bordo y el movimiento de los ejércitos en campaña. Salvavidas para la tripulación que ahora utilizaban todas las naves del imperio, cocinas económicas para cocinar a bordo con seguridad, que ahora empezaban a verse incluso en los hogares. Cepillos de dientes y pasta dentífrica que ahora utilizaban todos los españoles casi sin excepción, desde el monarca al último destripaterrones. E incluso filtros de agua, que ahora empleaba el ejército para filtrar las impurezas del agua de los ríos antes de dársela a la tropa, de forma que la disentería casi había desaparecido en el ejército español.

Luego ya entro a trabajar para él, y fue cuando conoció la extraña forma de pensar, siempre preocupado, siempre inquisitivo, queriendo saber cómo funciona el mundo y cómo enfrentarse a los problemas con inteligencia. Cuando por fin tuvo algo de dinero empezó a realizar experimentos con cristal, y en unos meses pudo fabricar espejos más grandes de lo que nunca se hubiese visto, pues triplicaban el trabajo de los espejos venecianos sin perder un apice de calidad. En esa misma época mientras experimentaba con los espejos, descubrió la forma de hacer espejos casi mágicos, que permitían ver a trasvés de ellos desde un lado, mientras por el otro seguían siendo un espejo normal.

Con eso ya tenía la vida asegurada y era más rico de lo que cualquiera podía desear, y sin embargo siguió preguntándose cosas sin cesar. Cuando le permitieron armar unos corsarios para proteger sus intereses y atacar a los argelinos, desarrolló las banderas de señales que ahora utilizaba la armada, y a partir de esa idea inicial, los telégrafos ópticos que ahora recorrían toda España de cabo a rabo y que incluso estaban presentes ya en Flandes.

Siempre, cada vez que emprendía un negocio o recibía un encargo, se enfrentaba a el como si se tratase de una nueva responsabilidad, siempre preocupado por maximizar su eficacia y hacer más sencilla la tarea, de forma que cualquiera pudiese realizarla, o de hacer más llevadera y hacer más fácil la vida de sus trabajadores. Así cuando le permitieron construir la sede de su compañía en el grao de Valencia, instalo un sistema de alcantarillado y calles adoquinadas que ahora estaban copiando en todo el imperio. Tiempo después y gracias a ese alcantarillado, fue el turno de instalar sanitarios conectados con el alcantarillado en las propias casas, otra idea que toda familia pudiente trataba de instalar en su propio hogar.

Cuando uno de sus amigos luchaba en Flandes le presentó un problema y le pidió ayuda, trabajó día y noche hasta que lo solventó. Enviándole sacos de dormir, esterillas utensilios de campaña, y mil y una cosas que ahora todos y cada uno de los soldados del ejército empleaban en su equipo personal.

Otro año que se aburría se dedicó en cuerpo y alma a la confección y a la agricultura, inventando la maquina de coser que ahora empleaban en varias de sus factorías o sembradoras y segadoras que se empleaban desde Valencia a Sevilla o Burgos. Sí, claro que también había tenido muchos fallos y errores. Sabia de buena tinta que en su taller de Valencia había una maquina de tejer que decía ser programable. En la que por medio de unas tarjetas perforadas, la maquina podría tejer siguiendo patrones establecidos sin mayores problemas…o esa era la idea. Llevaba ya muchos años trabajando en ella, y aunque cada vez estaba más cerca, sus obligaciones militares no le habían dejado tiempo para solucionar todos los problemas a los que se enfrentaba.

Precisamente una de las facetas que más admiraba era precisamente esa última, la militar. Cuando el consejo de Valencia puso a su cargo la organización de la armada, se dedicó a ello en cuerpo y alma, preparando la armada más organizada y eficaz que nunca espero ver. Si eso fuera poco en poco tiempo preparó una campaña para derrotar a los berberiscos que asolaban las costas y el comercio valenciano. Para ello en lugar de lanzarse a lo loco sobre ellos, planifico los mil y un detalles necesarios para vencerlos al menor costo posible, e incluso paso semanas desarrollando un poderoso explosivo que permitió derribar los muros de varias ciudades de un único y ensordecedor golpe.

Después de aquello llegaron los honores, y con ellos nuevos encargos. Como Virrey de Valencia organizó el reino de una forma más eficaz, construyo calzadas y alcantarillado en sus ciudades y acueductos para llevar agua clara a sus habitantes. Como militar acometió la conquista de Egipto y asestó un golpe letal al Imperio Otomano, eliminándolo como enemigo de la cristiandad, y con ello, recibió el encargo de acabar con la llaga holandesa, el gran problema al que ya se habían enfrentado tantos generales de España y que tantos recursos había consumido.

—dos mil ducados para vos y quinientos para cada uno de vuestros oficiales. —dijo Salvador cuando un hombre se sentó justo en la mesa de al lado, casi sin mirarle. —Además de diez para cada soldado que traigáis con vos. Si aceptáis pasareis al norte de África durante diez años para luchar con los moros, al acabar a todos les serán concedidas tierras en las Indias. —Al acabar se levantó y salió de la taberna. Si todo iba bien aquel coronel francés se pasaría a las filas españolas sin luchar.

Si, tal vez algún día tendría que escribir sus memorias…


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Sitio de Amiens

El sitio de Amiens fue un episodio de la guerra de los treinta años que culminó con la conquista de la ciudad por las tropas españolas el 30 de junio de 1645.

Antecedentes
….

Respuesta francesa
….

Maniobras españolas

El socorro francés fracaso cuando uno de sus regimientos con pagas atrasadas, sobornado por los españoles, abandonó las filas francesas dejando desprotegido el convoy de suministros francés, que fue capturado por la caballería española. Mientras los dragones se apoderaban de los carros cargados de alimentos y pólvora, dos regimientos de infantería de línea, el regimiento español de Moncada y el suizo de Hurter, realizaron una encamisada atacando el campamento francés de Chatillon, inutilizando su artillería y causando varios cientos de bajas.

Al día siguiente el 2º Ejército español avanzó sobre el flanco francés ocupado por el ejército de Chatillon, que tuvo que retroceder al carecer de artillería. Ante aquella situación de peligro las fuerzas del ejército de Turena trataban de interceptar el movimiento español siendo hostigadas por los tiradores del maestrazgo que causaron nuevas bajas.

La pérdida del convoy de suministros y las constantes acciones de hostigamiento a las que eran sometidos, convencieron a los mariscales franceses de la imposibilidad de salvar la ciudad de Amiens en aquellas circunstancias. Por lo tanto retrocedieron hacia el mar, protegiendo la maniobra las fuerzas de Turena.

Tres días más tarde el ejército de Chatillon por fin había recuperado su artillería y estaba dispuesto a pasar a la acción, pero para entonces la ciudad de Amiens había caído. Sus comandantes al sentirse abandonados acabaron por rendirse y abrir sus puertas, siendo ocupada por los españoles. Esto significaba que el camino a Paris estaba expedito, forzando a los mariscales franceses a dirigirse al sur para proteger su capital.

Consecuencias

La caída de Amiens fue el acto inicial de la campaña española de 1645. Tras la caída de la ciudad la amenaza de una marcha sobre Paris obligo a los ejércitos franceses a acudir al sur, bloqueando dicha posibilidad. Sin embargo el ejército español no tenía planeado marchar hacia la capita y dirigió sus miradas hacia el norte. Mientras el primer ejército español se dirigía a Arras, aun en manos francesas, el ejército al mando de Llopis continuó actuando en el Flandes francés, ocupando sus ciudades y protegiendo aquellas maniobras.

Para los franceses la perdida de Amiens supuso un duro golpe a su prestigio, y Chatillon se dirigió a la ciudad a la que puso sitio en el conocido como segundo sitio de Amiens. Mientras tanto Turena trató de buscar refuerzos para enfrentarse a los ejércitos españoles con ventaja.


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Amiens, principios de julio

Tras la caída de la ciudad, Pedro se reunió con los comandantes para conferenciar y decidir el curso de la campaña que estaba por venir. De momento los planes se habían cumplido con éxito, lamentando únicamente el retraso de unos días sobre el calendario previsto. Nada que no pudiesen sobrellevar, así que esperaba seguir con sus planes sin más contratiempos.

—Excelencia, debéis dirigiros a Arras, ponerle sitio, y permanecer allí hasta rendir la ciudad. —dijo Pedro al marqués de Caracena. —Tenemos que recuperar aquella ciudad, y si para hacerlo hemos de privarla de alimentos, es el deber de vuesa excelencia hacerlo.

—No os preocupéis por ello, excelencia. —respondió el de Caracena. —Tened por seguro que si sois capaz de proteger el sitio y librarnos de las injerencias francesas, la ciudad caerá en nuestras manos tarde o temprano. —explicó el marqués, a lo que Pedro respondió asintiendo con la cabeza. Buena respuesta, digna de un soldado experimentado…o de un inconsciente.

—De todas formas no podemos confiarnos. Turena es un buen general y conoce su oficio. —continuó diciendo Pedro. —En cuanto marchemos al norte, él o Chatillon vendrán a poner esta ciudad bajo sitio. Don Jacinto, cuento con vuesa ilustrísima para que conserve esta ciudad como sea menester. Cada día que los franceses estén atascados aquí, será un día más para que nuestros ejércitos actúen libremente al norte de aquí. Mantenedlos aquí dos meses, y Arras caera en nuestras manos. Mantenedlos aquí seis meses, y todo el sur de Flandes caerá en nuestras manos. Mantenedlos un año, y lo hará toda la Picardia.

—Como ordene vuesa excelencia, Don Pedro. —respondió Jacinto de Vera, veterano soldado que ahora comandaba el tercio de Moncada. —Ya he ordenado entrar todas las provisiones posibles a la ciudad, y la caballería efectúa requisas por los campos circundantes para aumentar nuestras reservas.

—¡Magnifico! Aprovechad cada minuto de tiempo para llenar los almacenes de la ciudad, y cuando lleguen los franceses, si podéis expulsad a tantos civiles como sea posible. Dentro de la ciudad serían bocas que tendríais que alimentar a costa de vuestras reservas de alimentos. Fuera de la ciudad en cambio…

—Perded cuidado don Pedro. La ciudad resistirá. —respondió Jacinto con decisión.

—Estoy convencido de ello, Don Jacinto. —dijo ahora Pedro mientras bebía un sorbo de vino. —Aprovechad este tiempo de calma para empezar a cavar contraminas ese será un buen inicio de campaña.

—Como ordenéis, mi general. —dijo Jacinto antes de preguntar. —Mi general, ¿No marcharemos hacia Paris?

—¡No, Caballeros! Sé que muchos esperan que marchemos hacia Paris para poner punto y final a la guerra, sin embargo no vamos a hacerlo. Sé que todos se extrañaran por estas palabras, pero Su majestad no precisa de una paz incompleta…Es duro de decir, pero ¡España no precisa de tal victoria! De hecho en mi opinión una paz como esa es una derrota.

Ese tipo de paz, derrotando militar pero no moralmente a Francia es algo que ya hemos visto en otras ocasiones a lo largo de los últimos cien años. Derrotamos a los franceses guerra tras guerra, y a los pocos años siempre volvían a por más. No podemos permitir que eso vuelva a ocurrir.

—¿Entonces que vamos a hacer? —preguntó Caracena.

—Vamos a conquistar Francia. —dijo desatando las exclamaciones de los presentes. —No toda, por supuesto, eso sería imposible. Pero si vamos a aprovechar la guerra para desgajar territorios de Francia y pasarlos a la corona. Con ello debilitaremos al enemigo al mismo tiempo que fortaleceremos la monarquía.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Jacinto Vera.

—Nuestros planes inmediatos pasan por recuperar Cataluña, conquistar la Navarra francesa y la zona de Occitania que perteneció al reino de Aragón en otros tiempos.

—¿Y aquí en el norte? —quiso saber Caracena.

—Como ya explique antes, nosotros recuperaremos las zonas de Flandes en poder francés y trataremos de trasladar la frontera hasta aquí, donde podemos utilizar el río para afianzar nuestras defensas en un obstáculo natural.

—Y para ello precisáis que está ciudad actúe de faro para atraer a los franceses y dejaros las manos libres al norte…—dijo Jacinto. —Planes muy ambiciosos, no creo que Mazarino acceda a esas pretensiones.

—No lo hará en su totalidad, pero si hacemos bien nuestro trabajo, cada guerra desgajaremos una provincia de Francia, reduciéndola en tamaño y población, siempre buscando llevar las fronteras a zonas de fácil defensa.


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Amiens

El general Jacinto de Vera subió al campanario de la ciudad para tener una mejor vista de los alrededores de la ciudad cuya gobernación le había sido confiada. Dos días atrás los ejércitos españoles habían abandonado la ciudad para continuar la campaña. El primero de ellos al mando de Caracena para dirigirse a Arras con la intención de recuperar la ciudad y la región para las armas españolas. El segundo al mando del propio general Llopis, para dirigirse a Peronne, no muy lejos de allí. El Lobo había decidido castigar la ciudad que Richelieu había utilizado para formalizar los acuerdos con los Grimaldi y los catalanes para que se separasen de España y se pusiesen bajo la egida francesa.

A él en cambio le había tocado una ingrata tarea. Sabía que los franceses no tardarían en contraatacar, posiblemente tratando de poner la ciudad bajo asedio. Si eso ocurría esperaba resistir tanto tiempo como fuese posible, y para ello sus forrajeadores estaban actuando ya en toda la región circundante con el fin de aumentar sus reservas de alimentos. Si por el contrario decidían obviar la ciudad para ir hacia el norte y atacar los ejércitos de campaña españoles…bien, en ese caso él tenía bajo su mando un regimiento de caballería que utilizaría para atacar los convoyes de abastecimiento que pudiesen pasar por allí cerca, y entonces vería qué pensaban los franceses de dejar aquel núcleo duro español a sus espaldas…

—Mi general, hemos encontrado el lugar adecuado para empezar a cavar. —dijo una voz a sus espaldas llamando su atención.

—Gracias Don Hipólito. Llevadme allí. —respondió Jacinto siguiendo al oficial que le había llevado las noticias. Según las directrices dadas por el Lobo, si los franceses ponían sitio a la ciudad tendrían que confiar en la artillería y las minas para tratar de abrir brecha.

Para lo primero deberían confiar en las murallas de traza italiana para resistir, y teniendo en cuenta que los franceses no tenían modernos morteros sus posibilidades parecían bastante buenas. Para lo segundo, a decir del Lobo, sus enemigos se enfrentarían a un grave problema. Este era que en aquella región la capa impermeable del suelo estaba situada muy cerca de la superficie, por lo que era fácil encontrar agua a poca profundidad. Aquello que era tan bueno para el campo, sería todo un problema a la hora de cavar minas, por lo que habían estado buscando los lugares en los que el suelo sería más adecuado para ellas.

Había llegado el momento de actuar con previsión. Sus hombres empezarían a cavar de inmediato, de forma que si los franceses sitiaban la ciudad y empezaban a cavar minas, él ya tendría sus contraminas colocadas y a la espera…


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Cerco de Peronne

—Vuestra hoja de servicio es impresionante, capitán. —dijo Pedro tras leer la hoja de servicio d uno de los nuevos oficiales recién llegados con los refuerzos de esa primavera. —Flandes y luego las Indias, desde Bombaça en África a la India. Y tan importante como lo anterior, un viaje en solitario a través de los imperios safavida y otomano para regresar a España. Algún día deberéis contarme vuestra historia, pero ahora...
Decidme, capitán. ¿Conocéis los nuevos métodos de instrucción y batalla de este ejército?

—Sí, mi general. Vi los métodos de instrucción en Madrid, donde presente mi libro años atrás, y recientemente estuve como aventurero en Valencia, donde participe y pude observar de cerca dichas tácticas en las milicias de aquel reino.

—Bien, eso nos ahorrara trabajo. Seréis destinado al Tercio de Castellvi, donde tomareis el mando de la cuarta compañía del segundo batallón. Es una buena compañía, con soldados duros y experimentados. Si vuestra merced es inteligente escuchara mucho, leerá aún más, —señalando unos libros sobre tácticas militares— hablara poco, y confiara en su sargento 1º para entrenar a la compañía mientras vuesa merced se pone al día. Sin embargo no olvide nunca que vuesa merced es el capitán, por lo que la última decisión y toda la responsabilidad de los actos, siempre será d vuesa merced, capitán. ¿Entendido?

—Si mi general. Pierda vuestra excelencia cuidado. Soy consciente que debo aprender y ganarme la confianza de los hombres antes de cualquier otra cosa.

—Bien, sustituye vuesa merced al capitán Don Feliciano de Sevilla. Un magnifico militar que sufrió heridas en una escaramuza el mes pasado. Espero que seáis al menos tan buen como él. Decidme, capitán, cual es vuestra historia, contadme cosas sobre vos, ¿Es cierto lo que contáis en vuestro libro? —dijo Pedro mostrando el libro publicado por el capitán una década atrás en Madrid, que descansaba sobre su mesa.

—Ocurrió todo tal y como conté en él, mi general. —dijo el capitán. —Aunque he escuchado que con las nuevas medidas adoptadas por vuestra excelencia las cosas se han revertido un poco. No del todo, me temo. Pero el envío de unidades regulares al completo y los planes generales de acción, sin duda han ayudado.

Aquello gusto a Pedro. En lugar de tratar de congraciarse con él, el capitán trataba de ser ecuánime al menos en parte. Eso denotaba personalidad, y carácter. —Bien, hablaremos de ello en otra ocasión. No os entretendré más, capitán, sé que vuesa merced estará deseoso de conocer a sus hombres y tomar el mando de su compañía.


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