Un soldado de cuatro siglos

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tercioidiaquez
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España

Un soldado de cuatro siglos

Mensaje por tercioidiaquez »

Columna francesa al este de Camarasa.

- Entonces ¿Cree que lo lograremos?-preguntó el oficial francés.
-Sí-afirmó con rotundidad el general.- En estos momentos debe estar desarrollándose el ataque y fijando a los españoles en Camarasa. Es simple, no tienen suficientes fuerzas para cubrir nuestros dos ataques. Esos-dibujó un arco con la mano de manera despectiva- "guerrilleros" nos han causado bajas, pero no son mas que picaduras de mosquito. La columna avanza por el valle y aunque el terreno es abrupto llegaremos a Camarasa y les tomaremos por el flanco.

Para reafirmar sus palabras algún disparo disparo disperso surgía de entre las piedras y las jaras en lo alto del valle. Los francesse respondían como podían. Sus enfants perdues intentaban hacer lo mismo que sus enemigos, pero sus mosquetes, mas pesados no eran el mas favorable para correr y andar por los cerros.

La poderosa columna francesa por el contrario progresaba por el fondo de la cañada, habían superado ya varias barricadas en las que varios puñados de españoles, e incluso algún portugués, habían luchado con desesperación. Les habían retardado pero no detenido.

En esto el comandante francés oyó un torrente de gritos que provenía del fondo del valle. De las filas españolas surgía un clamor. su caballo se encabritó ligeramente. La vanguardia francesa se había detenido al oir los gritos. Un oficial llegó del frente de la columna gritando: -Refuerzos, han llegado refuerzos españoles-No puede ser, y de ser verdad serán un puñado nada más, proseguid el avance-pero según terminó de hablar un poderoso retumbar sonó desde las líneas españolas. Aguzó la vista sorprendido por el estrépito que atronaba sus oidos. Parecía que una tormenta de trunos se había desatado.
Cientos, miles de tambores sonaban, y al fondo pudo apreciar como un puñado de banderas y estandartes, muy juntas y todo lo arriba que podían mantenerlas sus portadores, se arremolinaban detrás de un puñado de soldados.

El estrépito resonó sobre las filas francesas. Los disparos de los españoles desde los cerros cesaron, pero en su lugar una nube de piedras cayó desde lo alto. Apenas produjo bajas, pero si añadió mas confusión especialmente gracias al polvo que levantaron. Los franceses se habían quedado quietos y de pronto observó como las banderas españolas avanzaban despacio, muy despacio, y delante de ellos el retumbar de los tambores.

Lentamente un soldado francés retrocedió unos pasos. Cansado, sediento y molesto por el polvo y el ruido, comenzó a recular. Uno de sus oficiales desvió la vista del frente y le ordenó que se mantuviera. No le hizo caso y otro soldado, le imitó. Poco a poco mas siguieron su ejemplo. La unidad de vanguardia se deshacía por momentos. A medida que los tambores y las banderas avanzaban los franceses retrocedían. El general francés se dió cuenta de lo que pasaba.-Quietos, no es mas que un truco, solo son...-Pero en ese momento su voz quedó apagada cuando su montura se alzó de manos al quedar rodeado por un torrente de fugitivos que ya no retrocedían sino corrían. Cayó del caballo y salvó la vida milagrosamente pues aunque sus antiguos soldados le habían pisoteado pudo echarse a un lado. Quieto pudo ver como se acercaba a él un oficial español. Este le ayudó a levantarse mientras le informaba que se considerara su prisionero. Detrás de José Calderón de la Barca, un puñado de heridos con banderas y todos los tambores que habían podido reunir avanzaban por el valle que como en un futuro que quizás no se cumpliría ya, habían logrado una victoria gracias al efecto multiplicador del sonido en un estrecho valle.


“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
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Mensaje por Gaspacher »

Egipto

—Mi capitán, tenemos problemas, esta noche han fallecido doce trabajadores sarracenos y muchos más muestran los mismos síntomas que los fallecidos.

—¿Peste? —preguntó aterrado el capitán recordando las recientes epidemias de solo unos años atrás.

—Por suerte no es peste, mi capitán, pero no podemos bajar la guardia.

—Si no es peste, ¿A qué nos enfrentamos? —quiso saber el capitán.

—Hemos comprobado que los enfermos tienen un fuerte sarpullido, además de fuertes dolores de cabeza, músculos, y articulaciones, todo ello acompañado por una fiebre muy alta que les provoca escalofríos. —respondió el cirujano del ejército. —En mi opinión se trata del mal de Granada.

—¿De Granada?

—Sí, de Granada, durante la conquista de Granada una enfermedad como esa acabó con cinco veces más vidas que las armas de los moros… —dijo el cirujano para continuar tras unos momentos. — Aunque tal vez deberíamos llamarla la enfermedad del ejército, pues también se ha dado en algunos otros asedios como el de Ostende.

—Y ahora lo tenemos aquí. ¿Tiene tratamiento o hay que clausurar las obras?

—No hay tratamiento, mi capitán, aunque podemos tratar de tomar algunas medidas para evitar que se extienda la enfermedad.

—Hagalo, haga vuesa merced lo necesario… ¿Cree adecuado que retiremos nuestras tropas lejos del campamento?

—Por lo que pudiera pasar no estará de más hacerlo, mi capitán.


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Mensaje por Gaspacher »

Flandes

Durante el verano de 1645 las fuerzas españolas se esforzaron en recuperar la zona de Arras y establecer una fuerte base de operaciones en el norte de Francia, especialmente en la zona de Amiens. Mientras tanto el ejército francés se esforzó en recuperar esta última ciudad y realizó varias misiones encaminadas a cortar el sistema de telégrafos ópticos español.

Durante varias semanas Turena dirigió sus fuerzas para atacar las torres de telégrafos. Pronto aprendieron que aquellas torres habían sido construidas con fines eminentemente defensivos al sufrir serios problemas para rendirlas, teniendo que recurrir a prenderles fuego tras acumular materiales combustibles. Estas misiones serian especialmente costosas al intervenir las unidades de tiradores del ejército, que atacaron a los franceses desde los bosques aumentando las bajas. Después de aquello y aunque habían dañado o destruido tres de las torres, Turena comprendió que debía añadir artillería a aquellas columnas de castigo.

A partir de ese momento los ataques prosperaron con mayor fortuna y lograron destruir varias torres a cañonazos, creando un corte de comunicaciones de más de sesenta kilómetros, aunque a costa de nuevas bajas a manos de los tiradores españoles. Con todo, los comandantes españoles se negaron a buscar el combate y prosiguieron con los asedios de Arras y Calais, ciudades que acabaron claudicando poco después. En aquel momento los generales parecían contentos con dejar que los franceses se fuesen desgastando en aquellos ataques que costaban veinte e incluso treinta bajas por cada baja española.

Mientras tanto las fuerzas españolas continuaban preparando sus fuerzas. La rápida campaña había desgastado hombres y materiales, y necesitaban acumular nuevos suministros y pertrechos. En la mente de los comandantes españoles se preparaban ya nuevos planes. Cuando cayesen Arras y Calais, convergerían sobre Amiens para liberar la ciudad y buscar batalla con los franceses con todo el poder de sus dos ejércitos.


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Mensaje por Gaspacher »

Amberes

—Mi señora, el caballero de Llopis. —anunció la criada.

—Que pase, por favor. —respondió la marquesa poniéndose en pie. Segundos más tarde un joven oficial entraba en la sala. En sus mangas mostraba las señales de un teniente de la armada, quien se inclinó grácilmente para besar su mano. Se trataba por supuesto del primero de los hijos adnados que su esposo aportaba a su matrimonio, y a quien por fin conocía. Por lo que sabía este prestaba sus servicios en la armada, habiendo sentado plaza como guardiamarina años atrás. Ahora formaba parte de la tripulación de uno de los navíos que acababan de anclar en el puerto y por supuesto, había corrido a presentar sus respetos a su nueva “madre”.

—La escuadra ha sido comisionada para escoltar a la princesa María hasta España. —explicó el oficial del navío Jaime I a su madre política, aunque en realidad tan solo tuviese unos pocos años más que él. —En cuanto hagamos aguada y preparemos los buques, partiremos hacia el Támesis para escoltar el buque de la princesa en su trayecto por el canal, no vaya a ser que los corsarios franceses decidan hacer una locura.

—Una escuadra muy grande para esa tarea, al menos veinte naves según creo. —comento la marquesa de pasada.

—Una escolta digna de una futura reina, mi señora. —respondió con una sonrisa, sin poder hacer un pequeño alarde del poder de la flota de la que formaba parte. —Dos divisiones de navíos de línea con diez naves, y otras diez fragatas y bergantines. Con esa flota pocos enemigos abra capaces de retar nuestro poder, sobre todo sin darles tiempo a reunir sus fuerzas como es el caso. Si los vientos nos son propicios, para San Mateo estaremos en Pasajes y la princesa pisara tierra española por primera vez.

Siguieron conversando unos minutos antes de que sus obligaciones obligasen al joven oficial a regresar a su nave. Cuando se marchó, la marquesa continuó con sus labores ocupándose de algunos de los asuntos de caridad que su esposo siempre tenía en marcha y a la que ella había puesto orden y controlaba ahora, pues antes parecía haber funcionado a impulsos más que otra cosa. No por ello dejo de pensar en su nuevo hijo, el chico había gustado a la marquesa, que empezó a pensar que si bien este era un oficial de la armada, y eso le obligaría a permanecer largos periodos en el mar, era el momento de empezar a buscarle una esposa adecuada…al fin y al cabo un hombre estaba incompleto sin una mujer que le dijese que hacer.


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Mensaje por Gaspacher »

Aparecen los planos de un arma lanzallamas datados en la década de 1640 en la Biblioteca nacional.
España pudo emplear un lanzallamas durante las guerras de religión.


Durante los trabajos de catalogación de los fondos extremos de la biblioteca han aparecido unos bocetos que han sido identificados como pertenecientes a un nuevo tipo de arma desconocida hasta ahora. Estos bocetos firmados por el propio general Llopis, corresponderían a un arma lanzallamas capaz de lanzar chorros de combustible, posiblemente algún destilado del petróleo o alcohol destilado de boj o alguna madera, a una distancia superior a los veinticinco metros.

El ingenio lanzallamas está fabricado en cobre, plata y latón, evidenciando con el empleo de dichos materiales una búsqueda de seguridad adicional para el usuario al tratar de evitar igniciones espontaneas por chispas imprevistas. Consta de un recipiente para el combustible hecho de cobre, y una manguera de latón con una bomba de doble embolo que permitía lanzar el combustible. El embolo y elementos internos estaban hechos de plata, y contaban con juntas de caucho para evitar pérdidas de combustible. En cuanto al sistema de ignición, este era una mecha de pólvora lenta situado en la boca de difusión. Sus semejanzas a un artefacto similar descrito en antiguos textos chinos abre la posibilidad de que este ingenio tuviese su origen en el espionaje industrial desarrollado por España en aquellos tiempos.

El hallazgo ha despertado un gran interés en la comunidad académica, que no ha tardado en elucubrar sobre si pudo utilizarse en combate, especialmente en relación a un párrafo de las memorias del Señor de D´Artagnan, teniente capitán de la primera compañía de los Mosqueteros del Rey” correspondiente al asedio de Amiens que dice lo siguiente:

“Asaltamos la ciudad por la brecha abierta por la mina que había estallado segundos atrás. Los primeros soldados acarrearon grandes fajinas que arrojaron sobre el foso, salvándolo en unos minutos. Cuando entramos por la muralla, ahora rota, fuimos recibidos por disparos procedentes desde las casas situadas frente a nosotros, y desde los flancos, donde habían creado dos muros transversales que nos impedirían sobrepasar las calles por los lados. En todas partes los hombres caían heridos o muertos por los disparos españoles y las estacas y otras trampas que habían tendido en la zona, sin embargo nuestros hombres seguían afluyendo a la brecha y tal era su número que estábamos seguros que era cuestión de tiempo que las defensas españolas cayeran. Entonces desde cuatro puntos frente a nosotros surgieron grandes lenguas de fuego que nos alcanzaron de lleno. Aquello causo terror, y en pocos segundos nuestros soldados volvieron las espaldas presos del terror, y huyeron atropellando a los que aun trataban de entrar. De aquella acción guardo una quemadura en el brazo que…”

Este pasaje que hasta ahora se creía que correspondía a algún tipo de arma de pólvora, pudo en realidad corresponder a estas armas lanzallamas. Lamentablemente los informes de operaciones españoles de dicho asedio se perdieron durante el incendio del Alcázar de 1734, por lo que no podemos estar seguros del origen de ese fuego. Con una duración de veintidós meses, el sitio de Amiens fue uno de los asedios más largos de la época. Los franceses sufrieron más de treinta y seis mil bajas, principalmente a causa de las enfermedades que asolaron sus campamentos…


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Mensaje por Gaspacher »

Münster

—El rey nunca aceptara esas condiciones, sabéis tan bien como yo que no nos devolverá las posesiones que han tomado en las Indias.

—No creo que su negativa sea tan taxativa, si jugamos bien nuestras cartas podemos recuperarlas. De hecho es vital que las recuperemos pues las exigencias del rey de España son actualmente inasumibles. Sabéis tan bien como yo que significarían la destrucción de las Provincias Unidas.

—Lo sé, yo solo os doy mi fundamentada opinión sobre la posición de los negociadores españoles. No van a ceder en esto. Ya se han mostrado dispuestos a perdonar a los acusados de rebelión a cambio de un juramento de lealtad, e incluso a tolerar el calvinismo y luteranismo en Flandes…pero ¿las Indias? No, no van a ceder en el tema de las Indias.

—¿Y se van a arriesgar a una continuación de la guerra? Ahora mismo la guerra con Francia debe estar ahogándolos lentamente, con un ejército francés ocupando Cataluña y otro amenazando Navarra.

—Saben que Francia también arrastra sus problemas y aún más importante, se saben los más fuertes. En estos momentos el rey de España es más consciente de su poder de lo que nunca lo fue desde los tiempos de Felipe II, tal vez incluso de Carlos el emperador. Saben…o sienten que nadie puede derrotarlos en el campo de batalla, y tienen planes destinados a derrotar a todos sus enemigos, y eso nos incluye a nosotros. Solo hay que mirar como en los últimos años han derrotado a todos cuanto se han atrevido a hacerles frente. Sí, Francia sigue sin admitir su derrota, pero lucha en solitario. A menos que haya nuevos actores que se sumen a la guerra no creo que existan dudas sobre la victoria final.

—Sí, esos malditos nuevos buques fueron una desagradable sorpresa, y sus nuevas armas, también, desde esos extraños cañones que utilizaron para rendir nuestras ciudades a los nuevos mosquetes que han dado la superioridad a sus ejércitos una vez más. Si lo hubiésemos sabido tal vez podríamos habernos anticipado, pero ahora…

—Ahora es imposible.

—Exacto, por eso precisamos recuperar las posesiones en las Indias. Cuando fluya el dinero de las indias, cuando nuestros armeros vuelvan a vender sus armas a los príncipes alemanes, cuando el comercio del báltico vuelva a depender de nuestros bajeles, tendremos dinero para financiarnos una vez más.

—Precisamente eso es lo que quiere evitar la legación española. Han sido bien aleccionados por el Rey, lo que es lo mismo que decir que la mano de El Lobo está tras ello…

—¿Qué ocurre?

—…He oído rumores…rumores de que El Lobo era contrario a esta paz…que quería aprovechar para destrozarnos de una vez por todas.

—¿Si?

—Sí, he escuchado que tenía planes. Este año quería conquistar las islas Frisias y establecer una fuerte base de operaciones en ellas e incluso cerrar sus pasos con escolleras.

—¡Dios! ¿Es en serio? Si lo hubiesen logrado...¿Hay alguna esperanza de que Inglaterra se sume a la guerra?

—Conocéis tan bien como yo los problemas que arrastra Inglaterra con la guerra entre el Rey el parlamento, y para empeorar las cosas el rey Carlos va a desposar a su hija con el rey Felipe.

—Sí, lo se…¿Y el sultán? Tal vez podamos romper la tregua del turco.

—Y debemos fortificar las islas Frisias, no vaya a ser que ese condenado Lobo decida aumentar la presión sobre nosotros.

—Eso será mucho dinero y no andamos sobrado de él…sobre todo si queremos construir nuevos buques y sobornar al sultán…


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Mensaje por Gaspacher »

Ferrol

Los maestros carpinteros del arsenal se arremolinaban alrededor de la mesa de diseño de la oficina central del director del arsenal. Una mesa sobre la que descansaban varios dibujos e incluso una pequeña maqueta de madera que representaban un navío.
—¿Qué demonios es esto? —preguntaron los carpinteros casi al unísono utilizando diversas fórmulas muy similares.

—Mamparos estancos. Dividiremos el buque en secciones que podrán ser cerradas herméticamente en caso de necesidad. Eso impedirá que el navío se inunde por culpa de una única vía de agua, y si sigue navegando, podrá ser reparado. En definitiva, permitirá que las naves sean reparadas co mayor facilidad y permitan una mayor supervivencia de nuestros marinos. —respondió Ignacio dando una breve explicación.

—La madera siempre tiene filtraciones a menos que se utilice brea para sellar sus uniones. ¿Nos estáis diciendo que embrearemos también el interior del navío? —preguntó uno de los maestros carpinteros con alarma.

—Por supuesto que no. —respondió Ignacio con prontitud. —Los mamparos interiores se realizaran con bordes en escopladura, ranura, o galleta según el caso, y se encolaran debidamente antes de su unión definitiva, pero no emplearemos nada de brea. Aunque exista cierta filtración, las bombas de achique deberían ser capaces de impedir que el resto de mamparos se inunden.

—Aun así la idea es interesante, pero si una sección del navío se inunda, la naves se desequilibrara y zozobrara con rapidez. —dijo otro de los carpinteros del arsenal.

—Ahí es donde entraran nuestros cálculos para impedir que tal cosa ocurra. Revisaremos el diseño de forma que la inundación de uno o incluso dos mamparos contiguos, nunca se desequilibre el buque hasta el punto de provocar su zozobra.

—Podemos sellar las juntas como mencionáis, pero nunca podremos evitar que el agua se filtre por las juntas de las puertas y trampillas. —dijo el primero de ellos.

—Para solucionar eso, podemos emplear castilla elástica para una mejor seguridad. —dijo el primero de ellos. —De todas formas por lo que veo en estos dibujos, deberemos aumentar el número de bombas de achique de forma que cada sección estanca pueda bombearse de forma individualizada.

—Eso como mínimo. —intervino otro de los carpinteros. —También hay que tener en cuenta que esos mamparos aumentaran mucho el peso del buque. Es cierto que gracias a la nueva artillería y siempre y cuando está se concentre en las naos con mamparos, todos conocemos los problemas de producción de esa artillería, dicho problema se solucionara. Sin embargo deberemos calcular con exactitud el balance de pesos para no excedernos, así que tendremos que buscar una madera resistente y flexible pero lo más ligera posible.

—Hablando de artillería. Si compartimentamos la zona de las baterías los buques pueden perder capacidad de combate al dificultar el reparto de pólvora y balas…si eso ocurre los marinos no querrán saber nada de esta compartimentación. —intervino otro. —Podrían dejarse puertas y ventanas para la entrega de municiones, pero en la práctica eso anularía la estanqueidad de esos compartimentos.

Ignacio escucho con mucha atención los problemas que los maestros carpinteros veían en el diseño, por fortuna ninguno de ellos parecía imposible de solucionar, y sus suspicacias parecían deberse principalmente a que nunca se había intentado nada como aquello. Cuando las quejas se agotaron, Ignacio intervino por fin. —Maestrales, este diseño es único y exclusivo para realizar pruebas con él. Aún es muy pronto para saber si tendrá éxito o no. De todas formas tomemos nota de todos esos problemas y estudiemos el cómo solucionarlos antes de empezar a construir el navío de prueba.


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Domper
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Mensaje por Domper »

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Mensaje por reytuerto »

En medio de tantos ajetreos, llegaba bastante cansado a casa, y una tarde encontré a Álvaro esperándome, cosa que no era inusual, esta vez estaba acompañado por Fadrique. Yo llegaba con Martin, Martin y Pablo. Y en mi mesa esta noche también se sentaría Lope de Toledo.

Los uniformes acababan de llegar, los estábamos examinando y Álvaro se mostraba interesado, especialmente las mediciones y las 6 tallas escogidas, pero a su entender eso era asunto de cada soldado escoger que vestiría y cuanto gastaría en ello.

Luego de lavarnos las manos, nos reunimos todos en torno a la mesa. Nada extraordinario, comida de todos los días. Pero ya Leonor había aprendido a utilizar los ingredientes “raros” de las indias que se habían aclimatado bien en la meseta castellana próxima a la villa. Esta noche cenaríamos rocotos rellenos! Sí, el potente ají del cual había obtenido la capsaicina, al ser limpiado bien, quitando venas y semillas y lavado muchas veces de un día para otro, dejaba de tener el agresivo picante que tanto gusta a los peruanos, y tenía un picor muy sutil, que no opacaba el resto de sabores del rico relleno, hecho a en base a un picadillo de carne de cerdo y ternera, cebollas caramelizadas, pasas, piñones y queso.

- Albricias, Francisco! Vuestra cocinera ha cogido el gusto de cocinar esas vuestras cosas de las Indias!
- A que os ha gustado, Álvaro! El picante apenas se nota, pero llama a tomar más vino. A fe mía que os gusta!
- Sí, Francisco! Eso que decís es cierto: este par de mozalbetes no han parado de empinar el codo –agregó el orfebre echándole una mirada a su sobrino.
- Y vos decís que en el Reino del Perú los indios comen este rocoto crudo?
- No solo los indios, Álvaro, también los españoles afincados allí se han aficionado a estos sabores fuertes.
- Y vos? No compartís ese gusto?
- Yo? No, amigo mío! Cuando coméis un rocoto crudo, solo sentís el sabor picante, en cambio ahora habéis podido sentir el sabor de las carnes, el saldado del queso y el dulce las pasas! La gastronomía es el arte de combinar sabores, no que un solo sabor mate a todos los demás! Además, bien preparado, el rocoto puede estar en todos los platos de una cena.
- Don Francisco, vos no nos diréis que ese fruto picante estará en el postre?
- Esperad y lo veréis, Fadrique.
- A mi Leonor me dijo que para el postre habría queso dulce – asomó Martinico.
- Ehhh! No arruinéis la sorpresa, Martinico.

Y para no hacerlos esperar más, soné la campanilla y Encarnación trajo el postre: Una generosa loncha de queso de Burgos, poco salado y marcado en la sartén con jalea de rocoto, el ají aún más lavado hasta casi eliminar el picante, hervido en agua de azahar, con azúcar, clavo y jengibre.

- Como veis, también sirve en el postre. Tengo un frasco de esta confitura para cada uno de vosotros… si es que la queréis.
- Don Francisco, vos me dijisteis que un fruto picante de las Indias servía para aliviar las fatigas.
- Este mismo fruto es, Pablo! La esencia del rocoto hecha polvo, mezclada con unto de oveja, la frotáis vigorosamente en los miembros adoloridos, y sentiréis un calorcillo reconfortante. Una noche de buen sueño y os levantareis con el dolor de vuestros músculos muy mitigados. Eso si, os debéis lavar las manos bien y vigorosamente apenas terminéis de haceros la frotación.
- Vos nos habéis dicho que la limpieza es obligatoria cuando hay heridas – apunto sagazmente Martin de Alcántara – pero la frotación la hacéis en piel sana. Por qué debemos lavarnos las manos con tanto cuidado?
- Buena pregunta, Martin. Asi como nos cura y nos halaga el paladar, el rocoto, puede ser un arma que nos abra muchas puertas.
- Como es eso posible? – Se interesó Álvaro.
- Necesito de un joven audaz, valiente y sufrido.
- Compañeros del hospital, no dudo de vuestro valor, pero permitidme a mí que soy soldado ser el hombre que pide Don Francisco – previsiblemente, Fadrique se adelantó a los cirujanos en ciernes – Tenedme a mí, Don Francisco.

Mientras iba por la capsaicina, pedí al servicio doméstico que limpiase la mesa, y que trajesen una jofaina con una palangana y mucha agua, además de manteles. Tome media cucharadita del polvo, y lo puse en un platito, con una taza a modo de tapa.

- Bien Fadrique, no esperaba menos de vos. Pero os adelanto que sentiréis dolor y desesperación.
- Bien sabéis Don Francisco, que no le temo ni a lo uno, ni a lo otro.
- Entonces, cuando os sople en la cara este polvo, no contengáis la respiración, pero cerrad los ojos.
- Estoy presto!

Me situé a un paso de distancia, destape el plato y sople sobre la cara del bastardo real, el joven intento no cerrar los ojos y siguió respirando, al instante lo vimos con los ojos cerrados, jadeando y tocándose la nariz con ansiedad.

- Hablad, Fadrique.
- Maldito polvo de las Indias! Para que abrí los ojos! No veo, estoy ciego! No puedo abrir los ojos! Me arde la garganta como sal sobre una herida. La nariz me pica como si mil hormigas me comiesen por dentro!
- Venid conmigo, Fadrique! Lo habéis hecho bien! Venid que os aliviare!

Pablo y Martín guiaron al valiente muchacho hasta la palangana, y allí lave sus ojos con agua abundante. Le di a morder pan remojado en leche para aclarar la garganta. Pasaron diez minutos, e instintivamente Fadrique aún seguía con los ojos cerrados.

- Como os sentís?
- Me arden los ojos, pero poco a poco puedo abrirlos un poco.
- Y vuestra garganta?
- Ya tengo aliento.
- Vuestra nariz?
- Me arde, pero puedo respirar.
- Que pensáis de esto, Álvaro?
- Parece obra del demonio, si hubiese sido otro hombre, y en el campo de batalla, a fe mía que habría perdido el nervio! Pero no se os ocurrirá soplar en la cara del enemigo? – bromeó en capitán.
- No, se dispensara por medio de granadas. Pero aún no he resuelto como haré para que los granaderos no estén a merced del picante llevado por el viento.
- Usad máscaras – apuntó rápidamente Lope.
- Ya había pensado en eso, amigo mío. Pero debe ser tan cerrada que no permita ni siquiera el paso de agua, debe permitir ver bien, y sobre todo, debe permitir respirar bien – le respondí, pensando en que ya sabía que necesitaba máscaras antigases, pero que no sabía quién podría hacerlas.
- Un tío mío hizo mascaras para los hermanos que recogían los muertos de la peste de Sevilla de 1599. Yo era un muchacho y lo ayude. Eran de cuero muy aceitado…
- Vos me decís que sabéis hacer las máscaras de peste? Pregunté con los ojos muy abiertos.
- Si, si las hice alguna vez.
- Pues entonces trabajo tenéis, Lope! Y vos, Álvaro, apartad a los más duchos de vuestros hombres con las granadas. Los vamos a necesitar. Para cuando podéis tener las máscaras? – pregunté mirando al joyero.
- Para cuando las necesitáis? – respondió esbozando una sonrisa.
- Vos ya lo sabéis! Para ayer! – dije devolviendo la sonrisa.
- Don Francisco, no deseo apartaros de vuestras cavilaciones, pero vos nos dijisteis que vuestros voladores serian armas de guerra. Los cargareis de polvo picante?
- No, no Fadrique. Los voladores no son precisos, caen muy dispersos y el polvo picante, para que sea útil, tiene hacer sentir a los defensores de una brecha que se les derriten los ojos y el guargüero. Vos lo sabéis – le dije no sin cierta malicia-... Pero os adelanto algo: He trabajado algunas noches en la cabeza de guerra de los voladores.
- Contadnos algo, por favor.
- Lope, vos recordareis que os comente que pensaba utilizar un aceite obtenido de una palmera para hacer jabones.
- Sí, pues pensáis que la gordura del cerdo debe ser para que los cristianos coman.
- Así es. Primero alejar el fantasma del hambre del reino. Sabed que la palmera de aceite existe y es cultivada en el golfo de Guinea. Las cabezas de dichas palmas llegan a Valencia vía Lisboa, y vosotros jóvenes que me acompañáis, si fueseis más observadores, las deberíais haber visto en el segundo patio de esta casa.
- Don Francisco, en vuestro segundo patio si nos esmeramos, encontraríamos un elefante!
- Callaos, zagal, Que el paquidermo os puede aplastar! De cada cogollo, obtengo algunas onzas de manteca de palma. Se puede usar para cocinar, pero ni un huevo frito es agradable con ella. Pero de esa manteca he obtenido una buena grasa para jabones, buen unto para pomadas y frotaciones, y un aceite finito que bien mezclado estará en las cabezas de guerra de los voladores.
- Contadnos más!
- Debéis jurar que lo visto y oído hoy en estas paredes es secreto, porque ese secreto permitió que un reino viviese casi 1000 años.
- Juramos! Por Dios, Francisco, si, juramos!
- Teniendo asegurado vuestro silencio, os lo digo. He revivido el secreto de Bizancio. Las armas de España contarán con fuego griego!


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Mensaje por Gaspacher »

En algún lugar de la Nueva España

—Creo que debe ser este. —dijo un hombre mirando el árbol con detenimiento.

—Este árbol es sagrado para algunos indios locales, pero no conozco ninguna utilidad. —respondió su acompañante, un novohispano de tez morena.

—Estoy seguro, este debe ser, la descripción del fruto es perfecta.

—¿Y habéis venido desde España solo para buscar este árbol? Extraño me parece, maese Honorio.

—Sabéis bien que quien paga, manda, y si la dirección de la “Compañía” me envía a buscar un árbol, lo encontrare o moriré en el empeño.

—Entonces que queréis hacer con él.

—Tenéis trabajadores. —respondió Honorio señalando al grupo de indios que les había acompañado. —Que cosechen todos los frutos posibles de estos árboles y los lleven a la misión. Allí trataremos de extraer la guata y el aceite, y haremos pruebas con ellos para confirmar que es aquello que buscamos.

—Como queráis, como bien decís, quien paga manda…—y en una voz casi inaudible. —“guata que sirve para flotar, aceite para iluminar, y hojas y corteza para curar…menuda locura.”


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Gaspacher
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Un soldado de cuatro siglos

Mensaje por Gaspacher »

Amiens

—Los españoles han cercado Calais, tenemos que salvar la ciudad, así que mañana al amanecer partiré con mi ejército rumbo a dicha ciudad, pero eso te deja en precario si los españoles quieren atacarte con su segundo ejército.

—Lo sé. Ordenare a mis capitanes que creen aún más trincheras y fortines de contracircunvalación para protegernos de ataques desde el exterior. Como César en Alesia me encerrare en un anillo con Amiens en el centro. Espero que logres salvar Calais a tiempo y regresar para auxiliarme.

—Lo intentare. ¡Maldita sea! Estamos reaccionando una y otra vez a las maniobras españolas en lugar de seguir nuestras propias normas. Tenemos que anticiparnos de una vez por todas y marcar el ritmo.

—Lo sé, esperaba que al sitiar Amiens los españoles se viesen forzados a presentar batalla, pero la han dejado de lado y son ellos los que ahora nos obligan a acudir a Calais… al menos sabemos que su segundo ejército está perdiendo el tiempo ocupando todas las pequeñas poblaciones y fortalezas que restaban en nuestro poder al norte de aquí, en la zona de Arras.

—Sí, pero no podemos dormirnos en los laureles. Cada una de esas fortalezas que es ocupada nos cuesta no solo terreno, sino también hombres pues los españoles no los liberan tras capturarlos. Se dé buena tinta que muchos de ellos son enviados a España como prisioneros o se pasan a su ejército para ser destinados al norte de África.

—Bien al menos en África no lucharan contra nosotros…

—No, pero cada soldado francés en África, permite que un soldado español pueda venir a Flandes desde aquel maldito lugar.

—…Una pregunta… ¿Si tantos soldados franceses están en África, no podrían sublevarse?

—…. Vaya, sí que es buena, tal vez podríamos considerarlo….


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Mensaje por Gaspacher »

Sitio de Calais (1645)

El sitio de Calais, también conocido como segunda conquista española de Calais, tuvo lugar en la entonces francesa ciudad estratégica de Calais durante la guerra franco-española de 1638-xxx en el contexto de la guerra de los ochenta años y la guerra de los treinta años. El sitio culmino con la caída de la ciudad tras un corto pero virulento sitio por parte del ejército español al mando del general Llopis y la armada española que bloqueo y bombardeo la ciudad desde el mar.

El asedio

Las fuerzas francesas compuestas principalmente por soldados hugonotes y mercenarios escoceses, fueron sorprendidas por la rápida marcha del ejército español comandado por el general Llopis. Los ejércitos franceses estaban en ese momento enfrascados en el asedio de Amiens, también en manos españolas, por lo que no pudieron responder con rapidez y de forma coordinada. Finalmente el general Turena dejaría aquel asedio para marchar hacia la Calais con su ejército.

Turena, conocedor de la importancia de la ciudad portuaria para el control del canal de la Mancha, trató de socorrer la ciudad marchando con su ejército de treinta mil hombres sobre la ciudad. Sin embargo la ciudad cayó mientras aún se dirigían a ella, liberando al ejército español que pudo disponer de todas sus tropas para enfrentarse a los franceses. Turena, conocedor de su debilidad en aquellos momentos, tuvo que regresar a Amiens donde un segundo ejército español amenazaba a las fuerzas francesas que no pudieron impedir que entrasen suministros en la ciudad amenazada.

Consecuencias

La rápida caída de la ciudad tras tan solo veintidós días de asedio, impidió a Turena llegar a tiempo de intervenir en la defensa de la ciudad, y si bien el ejército francés logro continuar con el asedio de Amiens, no pudieron impedir que la ciudad fuese abastecida por las fuerzas españolas. A partir de ese momento la guerra entró en un impase. Los ejércitos franceses se concentraron en recuperar Amiens, que se resistía a caer y fue sometida a un largo asedio, mientras los españoles se replegaron al norte concentrándose en capturar las pequeñas ciudades y fortalezas aun en poder francés en Flandes. El general Llopis en lugar de buscar una rápida victoria sobre los franceses, había decidido afianzar el poder español en aquellas regiones facilitando que estas acabasen pasando a manos españolas en un futuro tratado de paz.

Mientras tanto los franceses redoblaron sus contactos diplomáticos en un intento de atraer a la guerra a Inglaterra, Suecia y el Imperio Otomano, o incluso para facilitar la reentrada en la guerra de Las Provincias Unidas. Por desgracia los elevados impuestos a los que sometían a su población a causa de la guerra provocaron…


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tercioidiaquez
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Un soldado de cuatro siglos

Mensaje por tercioidiaquez »

(Perdón por el retraso, causas ajenas a mi voluntad).

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-No, hoy termina la guerra en Cataluña de una vez por todas-afirmó Diego tajante.
-Pero señor, los hombres están exhaustos, y las monturas...tenemos que reagruparnos, curar a los heridos, reabastecernos...
-He dicho que no-Diego esta vez alzó la voz y sus siguientes palabras sonaron amenazadoras e intimidatorias a partes iguales.-llevamos varios años en esta guerra de mierda, nuestra Nación se ha desangrado gracias a los esfuerzos de los extranjeros. Y aunque ahora nuestros hermanos combaten en Francia mientras haya un solo enemigo en España no descansaremos.-Levanto el brazo y apuntó a los oficiales de caballería-Los franceses intentarán agruparse, no lo permitiremos. Cogeréis cada caballo, mulo o incluso un perro si es necesario, pero perseguiréis a los franceses. No es necesario que los ataquéis, perseguirlos y amenazarlos. Ofrecer clemencia, pero ante el menor atisbo de resistencia acabareis con todos. Propagad rumores sobre la crueldad de los mogataces, y de los españoles si es necesario. Que la noticia de que no hacemos prisioneros, sea verdad o mentira llegue hasta París. Ofreced el perdón a cuanto catalán os encontréis. Salvo si tienen delitos de sangre. Quien haya luchado como un soldado no tiene nada que temer. Desarmar a cualquier fuerza que encontrais. Los oficiales superiores serán prisioneros hasta que la Corte, o quien se dictamine, decida.
No lo repetiré mas. ¡Perseguidlos a todos! Sin descanso, aunque sea a pie...No pareis hasta los Pirineos-
Los oficiales salieron raudos de la habitación y Diego se volvió a un oficial.
-Entonces José, decíais que vuestro hermano es poeta-
-Así es señor-
-Bien, le quiero encargar una obra, algo que será de manera oficial el credo del ejército, algo así como "Aquí la mas principal..."


“…Las piezas de campaña se perdieron; bandera de español ninguna…” Duque de Alba tras la batalla de Heiligerlee.
Gaspacher
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Mensaje por Gaspacher »

Varias localizaciones

Paris

—Eminencia, el sultán aún no se ve capacitado para atacar a España, pero se ha mostrado dispuesto a probar sus nuevos galeones. Creo que en breve sus piratas volverán a las andadas, posiblemente sobre los estados papales o los estados italianos aliados de España en el norte.

—¿Tendrán éxito? —quiso sabe Mazarino mientras miraba por la ventana con cierta aprensión.

—Eminencia, en todo el mediterráneo la única armada capaz de hacerles frente es la española. El Papa tan solo tiene algunas galeras, y Malta, pese a su belicosidad, no está en disposición de actuar en solitario y no es rival para los turcos.

—En ese caso los otomanos tendrán éxito y eso obligara a España a acudir en ayuda de sus aliados, desde Modena al propio Papado…sin duda tendrán que enviar su flota al Mediterráneo.

—Por supuesto eminencia. Sin duda tendrán que enviar su flota a Nápoles para desde allí patrullar el Adriático e impedir que los otomanos entren en el Mediterráneo occidental. Si para entonces tenemos suficientes galeones tal vez podamos atacar a esa flota en superioridad, pero ahora mismo los almirantes expresan sus dudas. Quieren más galeones antes de pensar en presentar batalla.

—Todos quieren más de todo, mi buen Marcel, pero para ello precisamos dinero. Dineros para pagar los nuevos galeones con sus cañones, dinero para pagar los seis regimientos mercenarios alemanes de Turena y los escoceses del resto de ejércitos, y dinero para armar y mantener los ejércitos en marcha…¿Y sabéis qué? Que a estas alturas ya no sé de dónde sacar nuevos impuestos…

—Eminencia…¿habéis pensado en hacer como el estatúder?

—¿Cómo el estatúder, qué ha hecho ese maldito demonio?

—Corren rumores eminencia, los holandeses están saqueando las propiedades de los católicos en el norte…

En una playa de Zeelandia

Los remos levantaban salpicaduras en el agua mientras luchaban contra la marea que trataba de devolverlos al mar. A bordo de los botes un grupo de hombres embozados miraba con prevención la costa arenosa, en la que tan solo podían verse un pequeño grupo de hombres también vestidos con ropas oscuras, en nada propias de la estación en la que se encontraban.

Con una última mirada hacia mar abierto, donde un galeón ingles esperaba al pairo, John trago saliva y con un gesto de la cabeza indicó a los remeros que debían llevarlo a la orilla. Con ello su suerte estaba echada. Si los españoles habían descubierto sus planes su vida estaría acabada en cuanto pisase la orilla, de ahí sus reservas sobre los desconocidos que les esperaban en la playa. Sin embargo si quería acabar con el demonio debía arriesgarse.

Su destino les esperaba en Flandes…


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Mensaje por Gaspacher »

Nápoles

—Vuestra eminencia sabe bien que Nápoles ya no dispone de una escuadra de galeras y por lo tanto no podemos prestar apoyo a Venecia. He escrito a su majestad para solicitarle el envío de la armada real, y estoy seguro que como buen cristiano no dudara en enviarla para luchar contra el sultán, pero eso llevara tiempo. —explicó el virrey de Nápoles al enviado papal que trataba de conseguir la ayuda de aquel reino para enfrentarse a los turcos que desde inicios del verano atacaban Creta.

—Tiempo es lo que no tenemos, excelencia. —respondió el nuncio papal. —El Papa ya ha logrado el apoyo de Toscana, pero sin el apoyo de España no tendremos ninguna oportunidad. Únicamente si logramos reunir las galeras de Venecia, Toscana, y Nápoles, o en este caso España, y con la ayuda de las del propio Santo Padre, podremos imponernos a los turcos y salvar Creta. La verdad, no entiendo como el rey Felipe pudo renunciar a las galeras, sin ellas el Mediterráneo vuelve a estar en peligro.

—El tiempo de las galeras ha terminado, eminencia. Nada podemos hacer sobre ello y mantenerlas en uso es tan solo el anticipo del fracaso. Uno solo de nuestros navíos tiene suficiente potencia de fuego como para destruir una escuadra de varias galeras.

—Sin embargo vuestros navíos están a cientos de millas de aquí. —acusó el cardenal.

—Por desgracia la guerra con Francia ha arrastrado a la flota lejos de aquí, esperemos que el rey pueda enviarla en nuestra ayuda a no tardar…

En el fondo el Virrey no esperaba una pronta respuesta del monarca de las Españas. Sabía que el nuevo modelo de Armada había dado una poderosísima herramienta a España, pero el precio era la falta de capacidad de reacción que ahora sufría Nápoles en su incapacidad para apoyar la causa de la cristiandad en Creta. En este caso sus cálculos más optimistas eran que el Rey no conocería la invasión turca de Candia hasta agosto, y no podría reunir su flota hasta mediados de otoño…eso sí, cuando una flota española apareciese en aquellas aguas marcaría un antes y un después. El gran problema era que la guerra con Francia estaba absorbiendo todos los recursos de España.

¿Podría o tan siquiera estaría dispuesta España a reaccionar?


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