Una de las necesidades que aparecieron desde principios de la Guerra de Vietnam en la lucha contrainsurgencia fue la necesidad del apoyo aéreo cercano, preciso y contundente, especialmente en condiciones nocturnas, de puntos fortificados, aldeas y bases, que eran frecuentemente atacados por el Vietcong casi de manera impune y en no pocas ocasiones, de manera masiva. El problema estaba, a pesar de la variedad de aparatos disponibles, en la selección del avión ideal. La rapidez de los modernos aviones a reacción impedía que dichos aparatos fueran lo suficientemente efectivos y precisos en esta tarea, especialmente en condiciones nocturnas. Había que buscar una solución y algunos empezaron a mirar a los viejos aviones de hélice.
Junto con la tradicionales opciones de un avión de hélice de apoyo cercano en ataques clásicos de bombardeo y ametrallamiento, surgió la idea de la utilización de un avión de hélice pero que disparara lateralmente mientras volaba en círculos sobre el objetivo. La idea desde luego no era nueva. Ya a mediados de los años 20, en Estados Unidos se hicieron pruebas de este tipo con éxito. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Teniente de artillería G. C MacDonald propuso en varias ocasiones colocar diferentes combinaciones de armamento en el lateral del avión para atacar objetivos mientras el aparato realizaba una órbita circular con ángulo descendente sobre un punto fijo. Ninguna de sus propuestas fue aceptada. No sería hasta principios de los años 60 cuando sus propuestas fueron rescatadas y empezaron a tomarse en consideración, aunque no sin dificultades.
