Crisis. El Visitante, tercera parte

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
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Heinkel X-1B / Fafnir 2

El zombi X-1A fue sustituido en noviembre de 1944 por el X-1B, que empleaba como propelente dos líquidos hipergólicos almacenables, el Visol (un subproducto de la destilación del petróleo) y SV-Stoff (ácido nítrico rojo fumante, inhibido con cloruro férrico). El guiado seguía siendo por haz de radio, pero se empleaban radiotelémetros de efecto Doppler más resistentes a las interferencias y al empleo de Düppel. Como los sistemas Fafnir 2 no tenían la limitación del largo tiempo de respuesta, no solo fueron desplegados en el Reich sino también en Francia y España; a mediados de 1945 se habían instalado cincuenta baterías y se habían lanzado más de tres mil zombis. Se han confirmado ciento cincuenta y tres derribos, pero se cree que la cifra real es muy superior, ya que muchos aviones dañados se convirtieron en presa de los cazas alemanes, se estrellaron durante su vuelo de regreso o al aterrizar. Los aviadores aliados descubrieron por las malas que las formaciones defensivas que empleaban los bombarderos era el objetivo ideal para los zombis, que una y otra vez estallaban en el centro de las «combat box».



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Heinkel He X-1E y otros desarrollos

En 1945 se empezó a producir el Fafnir 3, que empleaba zombis X-1E, que eran similares a los X-1B pero que, además del guiado por haz, tenían un buscador Madrid de guía terminal por infrarrojos. Los X-1E tenían treinta kilómetros de alcance, aunque en los últimos quince volaban por su propio impulso, y podían emplearse contra aviones de pequeñas dimensiones. Sin embargo, el Fafnir 3 fue un fracaso. Era habitual que el buscador Madrid, en lugar de «enganchar» al objetivo (es decir, detectarlo y seguirlo), lo hiciesen con el sol o con los reflejos de la luz solar en ríos o lagos, e incluso se dirigiesen hacia chimeneas de fábricas. Tras repetidos fallos se ordenó desactivar el sensor de infrarrojos, y las baterías Fafnir 3 se emplearon como las precedentes.

El final de la guerra no fue el del sistema Fafnir, que fie desplegado en las fronteras del Pacto como defensa contra posibles ataques nucleares; sin embargo, el progreso técnico pronto lo dejó atrás, y a partir de 1948 fue sustituido por el Lindwurm.

El zombi X-1 fue empleado para otros cometidos. El XS-1G Melusine fue un sistema antibuque que llevaba una cabeza de combate semiperforante de 250 kg de peso. Estaba destinado a sustituir a la artillería costera, pero solo se instalaron unas pocas baterías antes del final del conflicto, y no llegó a ser empleado en combate. El Loreley XM-1G fue la versión embarcada del Melusine, y sustituyó a los zombis antibuques Ludwig X (o XS-10); fue empleado en el combate del 17 de abril de 1946, cuando el crucero norteamericano Topeka se hundió tras ser alcanzado por tres de los seis zombis que le dispararon. El Airon/X-1L estaba pensado para atacar los radiotelémetros enemigos; aunque en 1946 fueron lanzados varios, ninguno alcanzó su objetivo, al parecer por alcance insuficiente.



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El Ruhrstahl X-2 Wasserfall

Wasserfall 1


El Wasserfall fue el principal zombi de defensa de área desplegado por Alemania, y aunque entró en servicio tardíamente, fue el mejor cohete antiaéreo de la Guerra de Soberanía.

Los trabajos en el Wasserfall se iniciaron a finales de 1940. Mientras que el Heinkel X-1 había nacido como un caza, el Wasserfall se diseñó como zombi antiaéreo, y se tuvo en cuenta desde el primer momento que fuese barato y fácil de fabricar (su precio era el 40% del de un X-1), se pudiera desplegar en grandes cantidades, almacenarse durante semanas, y ser operado por personal sin preparación. Estaba construido en secciones de tubo de acero, y llevaba un motor de combustible líquido que usaba Visol y CS-Stoff, que proporcionaba un empuje de 80 kN durante 20 segundos. Su velocidad máxima era de 1.600 km/h, alcanzaba los 24 km de altura y el alcance era de 35 km. El Wasserfall tenía un ala cruciforme embrionaria, y grandes aletas de control en la cola, sin wrucken. Inicialmente debía ser lanzado en posición vertical desde instalaciones fijas, pero posteriormente se desarrolló una versión semimóvil, con una rampa similar a la del Fafnir. El sistema de guiado era mediante comandos con control visual.

El Wasserfall (denominado oficialmente Ruhrstahl Ru X-2) hizo su primer vuelo exitoso en noviembre de 1943, superando las marcas conseguidas por el X-1, y en enero de 1944 se iniciaron las pruebas de vuelos controlados. Se escogió el guiado por comandos con control visual, que se consideró el más sencillo y con menor riesgo tecnológico (fue el elegido para la mayoría de los zombis de primera generación), pero se encontraron muchas dificultades. Las primeras fueron con la recepción de la señal, debido a la interferencia de los gases ionizados que emitía la tobera. Por otra parte, era un zombi tan sensible a los mandos y tan veloz que bastaba cualquier maniobra brusca para que se descontrolase y se desintegrase. Se intentó mejorar el control disminuyendo el tamaño de las aletas de control, pero entonces el Wasserfall seguía una trayectoria balística y apenas podía seguir las órdenes. Finalmente, hubo que desarrollar un complejo sistema electrónico que «recordaba» la última orden (en una de las primeras memorias electrónicas, que empleaba condensadores), la comparaba con la nueva, e impedía realizar maniobras que se saliesen de los parámetros establecidos. Así se logró el equilibrio entre la agilidad y el riesgo de descontrol, pero a costa de varios meses de desarrollo y de encarecer el zombi.

Los retrasos hicieron que, aunque la producción comenzase en abril de 1944, hasta agosto no se consideró apto para el combate, y aunque se lanzaron decenas de Wasserfall, hasta noviembre no se consiguió derribar un B-17 sobre Ámsterdam. Los malos resultados se debían, paradójicamente, a la gran velocidad del Wasserfall. Los problemas de control se habían resuelto, pero seguía siendo muy difícil para el operador apreciar las distancias. Mientras que con el Rheintocher se podía rectificar, con el Wasserfall bastaba un error para fallar el blanco; eso significaba que solo era útil de día y contra grandes formaciones de bombarderos, que por entonces evitaban sobrevolar las instalaciones fijas.



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Wasserfall 2, 3 y 4

Los malos resultados hicieron pensar que el Wasserfall iba a resultar mucho menos eficaz que el Fafnir, hasta el punto que Kesselring consideró su anulación. Pero Höhne, recientemente ascendido a general, había puesto grandes esperanzas en el Wasserfall, que consideraba más avanzado que el Fafnir, y más prometedor que los demás sistemas en desarrollo. Como pensaba que su bajo rendimiento se debía al primitivo sistema de dirección, encomendó al Dr. Lehovec que lo mejorase.

Aunque Höhne había sugerido emplear el guiado por haces como en el Fafnir, Lehovec prefirió el radiotelémetro pasivo. El zombi requirió pocas modificaciones: bastó con instalar en el morro una antena dividida en cuatro elementos que recibían la señal rebotada en el objetivo y que actuaban sobre los timones. Dado que la diferencia de señal entre antenas solo se conseguía a cortas distancias, llevaba un circuito que analizaba la diferencia de fase, logrando que el alcance del buscado del zombi fuese de unos tres mil metros; hasta esa distancia, el cohete tenía que ser guiado manualmente o con un sistema automático.

Por el contrario, la instalación terrestre fue mucho más complejo: en lugar de los prismáticos, los mandos y la antena emisora para el control visual, las baterías del Wasserfall 2 contaban con un radiotelémetro Thrud para detección del objetivo, dos Reutlingen para el seguimiento del zombi y del blanco, y un Skögul de pulsos que iluminaba al objetivo.

El procedimiento que se seguía era que el intruso era detectado por la red de alerta, que comunicaba a las baterías su posición, dirección y velocidad. Después el radiotelémetro Thrud lo seguía hasta que se encontraba al alcance del zombi; aunque el máximo era de veinticinco kilómetros, normalmente se disparaba cuando la distancia era de quince kilómetros, de tal manera que el objetivo no pudiera rehuirlo. Tras el lanzamiento, la central recibía la posición del blanco y la del zombi, calculando la posición futura y el curso más probable para la intercepción; en el Wasserfall 2, un operador en tierra guiaba manualmente al zombi hasta que este captaba la señal rebotada en el objetivo; entonces un interruptor en el cohete desconectaba el control terrestre, y la intercepción se hacía siguiendo la señal rebotada de radiotelémetro. Aunque se seguía empleando el control manual (que solo permitía su empleo con buena visibilidad), no se necesitaba tanta precisión.

El Wasserfall 2 no tenía la limitación del Fafnir de solo ser efectivo contar aeronaves que se dirigiesen hacia el lanzador. Como el Fafnir, solo empleaban unos pocos canales (primero cuatro, luego diez), que dificultaban su empleo en salvas, aunque tampoco supuso demasiado inconveniente dada la velocidad y corto tiempo de vuelo de los zombis, ya que se podían realizar lanzamientos sucesivos, incluso uno por minuto.

El Wasserfall 2, que empleaba el zombi X-2C, entró en servicio en diciembre de 1945, y desde el primer momento resultó un sistema temible, capaz de atacar tanto a cazas como a bombarderos. Durante la primavera las baterías fueron actualizadas a Wasserfall 2A, con un calculador automático para el guiado intermedio, que permitió su empleo independientemente de la visibilidad. Igual que ocurría con el Fafnir 2, al tener un tiempo de respuesta corto pudo desplegarse en las costas europeas. La introducción del Wasserfall 2A supuso una sorpresa desagradable para los aviones de reconocimiento aliados, hasta entonces inmunes al Fafnir.

En marzo de 1946 se desplegó el Wasserfall 3 (X-2D), que tenía el sistema de control automático del Wasserfall 2A, pero que empleada un radiotelémetro de efecto Doppler resistente al empleo de Düppel. También tenía un sistema de identificación de aviones propios, permitiendo que operaran conjuntamente los cazas de defensa y los zombis antiaéreos; aun así, era un sistema propenso a los fallos, por lo que el espacio aéreo se dividió en sectores, con los zombis protegiendo las ciudades y las factorías. Los cazas operaban en las rutas de aproximación de los bombarderos enemigos, y solo se internaban en las áreas protegidas por zombis tan solo si no había alternativa. Tal orden se dio, por ejemplo, si se detectaban bombarderos pesados volando en solitario, ante la posibilidad de ser portadores de armas atómicas. La última versión, el Wasserfall 4 con motor modificado, no llegó a fabricarse en serie.

Tanto el Wasserfall 2 como el 3 eran semimóviles, ya que todo el equipo podía transportarse en remolques, aunque su instalación requería entre doce y veinticuatro horas. Aunque solía operar integrado en la red de defensa aérea, también podía hacerlo independientemente. Como en el caso de los Fafnir, las baterías Wasserfall estaban protegidas por armas antiaéreas.

El Wasserfall fue empleado exclusivamente en Europa para que ningún ejemplar fuese capturado. A partir de 1946 fue entregado a los aliados de Alemania, y permaneció en servicio hasta mediados de los años cincuenta. El Wasserfall fue llamado por los aliados SAM-3 Glob.



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El Rheinmetall X-3 Rheintocher

El Rh X-3 Rheintocher fue desarrollado como alternativa de bajo coste al Wasserfall. Consistía en un cohete de dos etapas de propelente sólido. La primera etapa era de pólvora negra y se quemaba en cuatro segundos; la segunda tenía el motor delantero (reminiscencia de los primeros cohetes alemanes) y emitía los gases por ocho boquillas Venturi. Las aletas de control estaban en el morro, y en la cola llevaba cuatro estabilizadores de madera con wrucken. El guiado era mediante comandos con control visual. Dada la relativamente pequeña velocidad del cohete, que no superaba los 800 km/h, y el primitivo sistema de guiado, su empleo estuvo restringido a la defensa diurna contra grandes formaciones de bombarderos.

Inicialmente se pensaba que bastaría con modificar el cohete de artillería Nebelwerfer 41, del que el Rheintocher copiaba su motor en el morro. El Rheintocher R1 era un Nebelwerfer 41 alargado con seis aletas estabilizadoras, más otra etapa aceleradora, también de combustible sólido. Se esperaba que el desarrollo fuese sencillo al emplear componentes conocidos, pero el zombi resultó inestable en vuelo, problema que no se llegó a corregir ni instalando aletas de grandes dimensiones. El Rheintocher R2 era similar al R1, pero con un motor con ocho toberas Venturi y cuatro aletas con wrucken, gracias a las cuales se consiguió la estabilidad necesaria para ser empleado en combate, aunque solo en manos de operarios expertos. Incluso para ellos era difícil controlarlo, ya que las asimetrías de las toberas hacían que el curso del Rheintocher fuese errático. Las prestaciones fueron mediocres, y no lograba superar los 600 km/h ni los 7.000 m de cota máxima. El R3, que tenía un cohete impulsor de combustible sólido (pólvora negra) y un motor de crucero mejorado, consiguió por fin prestaciones razonables, aunque no resolvió los problemas de control. El sistema de guiado, aparentemente sencillo, fue también fuente de problemas, ya que los gases ionizados que emitían las toberas interferían con la señal de radio, y la nube de humo impedía que el operador viese al zombi. Se solucionó instalando las antenas en los extremos de las aletas, y colocando una bengala para facilitar el seguimiento. El X-3 fue aceptado en el verano del 44, más por ser barato que por eficaz, y en noviembre se desplegaron las primeras baterías. Sin embargo, resultó un zombi poco eficaz, y en 1946 se decidió sustituirlo por el Messerschmitt X-6 Enzian. Aun así, la sencillez y bajo coste del Rheintocher hizo que se produjese en grandes cantidades, y fue empleado también por Francia, Italia, España y Rumania.

El Rheintocher, además de su precio reducido, tuvo otras ventajas. Una fue la movilidad, ya que tanto el lanzador como la estación de dirección estaban en remolques. Tenía capacidad de respuesta rápida al no ser preciso cargar el propelente, y era discreto, pues no empleaba radiotelémetros de guiado. Sin embargo, ahí acababan sus virtudes. Era inútil contra aviones individuales, e incluso contra formaciones su rendimiento era pobre ya que el sistema de control, que empleaba solo cuatro canales (para que una batería pudiese dirigir cuatro zombis a la vez) era fácil de interferir. De hecho, solo se han comprobado diecisiete derribos. Su efecto fue principalmente disuasorio, pues cuando los X-3 eran disparados, los aviadores aliados temían que se tratase de los mucho más capaces X-1 o X-2, y lanzaban sus bombas para realizar maniobras evasivas. También se ha afirmado que los magros resultados se debieron a que cuando entró en servicio, los aliados se habían visto obligados a abandonar su campaña de bombardeo. El Rheintocher fue apodado SAM-2 Glad.

El Rheintocher fue el único zombi antiaéreo empleado por los aliados. Una batería fue capturada por un comando en la costa francesa y enviada a Estados Unidos para su estudio. En febrero de 1946 la USAAF recibió sus primeros SAM-G-3 que desplegó en Inglaterra, Islandia y la Costa Este, para intentar detener los cohetes Fi 103 (XE-14) alemanes. Aunque se le han atribuido cincuenta y dos derribos, ninguno ha sido confirmado.



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Ì]El Ruhrstahl X-5 Zwerg

El problema de los sistemas X-1, X-2 y X-3 estaba en su ineficacia contra aviones que volasen a baja cota. Tanto el X-1 como el X-2 necesitaban varios segundos para que el sistema de guiado funcionase, en los que el zombi recorría miles de metros. El X-3 no tenía era limitación, pero era un arma grande y engorrosa, y el lanzador no podía rotar a la velocidad necesaria para seguir a los rápidos cazabombarderos enemigos. Por tanto, los zombis alemanes solo podrían batir a los aviones que volasen a más de 3.000 o 4.000 m de altura. La artillería antiaérea automática era eficaz hasta los 1.000 o 1.500 m, lo que dejaba un hueco que no cubrían ni zombis ni cañones.

No era la única carencia germana. La Kriegsmarine necesitaba un sistema antiaéreo para defender sus buques. En los combates de Canarias, los aviones torpederos británicos pudieron acercarse a corta distancia de los acorazados alemanes, y de haber tenido bombas dirigidas o torpedos buscadores hubieran podido invertir el resultado de los enfrentamientos. El GWA estaba desarrollando varios zombis contra barcos, y era de suponer que los aliados hiciesen lo mismo. Era dudosa la eficacia de la artillería antiaérea contra esos zombis, que volaban al doble o al triple de velocidad que los torpederos.

Desde antes del inicio de la guerra el Dr. Kramer, diseñador jefe de Ruhrstahl, había estado estudiando montar cohetes guiados en los cazas, para atacar a las formaciones de bombarderos enemigas desde más allá de las armas defensivas. El Ru X-4 fue un cohete aire-aire filoguiado que no llegó a construirse en serie. Tras la sugerencia de Höhne de estudiar variantes de disparo terrestre y naval, Kramer diseñó el Ru X-5 «Zwerg» (enano) que se basaba en el X-4. Era un zombi de reducidas dimensiones y apenas setenta kilos de peso, que estaba propulsado por un motor de combustible sólido de dos etapas, una aceleradora y otra de crucero, que se apagaba a los cinco segundos del lanzamiento. Tenía el aspecto de una bomba de aviación alargada al que se habían añadido cuatro grandes aletas con una flecha de 45°, más otras cuatro móviles en la cola. Se emplearon materiales de baja calidad (madera y chapa de acero estampada) para disminuir el coste. El guiado era mediante comandos con control visual, y no se hacía por radio sino por cable. En los extremos de dos de las aletas había bobinas donde se almacenaba el hilo metálico, y en las otras dos, bengalas para el seguimiento. El X-5 giraba sobre su eje una vez por segundo para equilibrar las asimetrías de las aletas y del motor; un sistema inercial hacía que la información recibida por los cables fuese «traducida» a las aletas móviles de cola. El tirador contaba con una palanca de control y unos prismáticos para seguir al zombi, que llevaba una carga explosiva de 25 kg, con espoletas de contacto y de corta distancia. Alcanzaba una velocidad de 950 km/h, podía llegar a 4.000 m de altura y tenía un alcance máximo de ocho kilómetros, aunque el eficaz era menor: contra bombarderos era de unos 5.000 m, pero no superaba los 2.500 m contra aviones más ágiles.

El primer usuario del X-5 (en su versión XM-5) fue la Kriegsmarine: en octubre de 1944 el portaaviones Von der Tann recibió cuatro lanzadores que reemplazaron montajes de 3,7 cm. Posteriormente el XM-5 fue instalado en la mayoría de los portaaviones y acorazados alemanes, y se estaba equipando con él a cruceros y destructores cuando acabó el conflicto. También fue desplegado por el ejército de tierra en montajes remolcados, y la Luftwaffe lo empleó para defender sus bases y las baterías de X-1 y X-2. Gracias a su bajo coste fue fabricado en enormes cantidades: cuando finalizó la producción en 1947, se habían entregado setenta mil ejemplares, de los que al menos treinta mil se lanzaron en combate. Con todo, el manejo del X-5 no era sencillo, y los resultados dependían de la experiencia del operador. Además, como era habitual con los sistemas de guiado por comandos, su precisión disminuía con el alcance, y era muy difícil atacar a aviones que volasen en ángulo respecto al lanzador. Por otra parte, el reducido alcance del zombi hacía que rehuirlo fuese fácil. A cambio era móvil, difícil de detectar, inmune a las interferencias, y podía ser disparado en salvas contra los aviones atacantes. Inicialmente logró tasas de impacto muy altas, cercanas al 15%, ganándose el apodo de «wheels of hell» por el aspecto que tenían los zombis al girar sobre sí mismos. Su eficiencia disminuyó cuando los pilotos aliados descubrieron como esquivarlos: a distancias «largas» (más de mil quinientos metros) bastaba con virar y volar en ángulo recto respecto al lanzador; por debajo de los mil quinientos metros se recomendaba realizar maniobras bruscas que confundiesen al tirador, e incluso hubo aviadores que respondieron disparando sus armas contra los lanzadores, que tuvieron que ser protegidos con escudos metálicos. Al final del conflicto la tasa de impactos no llegaba al 4%, aunque la del XM-5 superó el 10%, y llegó al 30% contra torpederos. Aun así, durante el último año de la guerra fue habitual que la aproximación de los cazabombarderos aliados fuese recibida por oleazas de zombis, y para eludirlos tenían que lanzar sus bombas y realizar maniobras predecibles que hacían a los aviones muy vulnerables a los cañones antiaéreos. Al ser los Zwerg muy temidos, los aliados intentaron suprimirlos atacando las baterías detectadas, pero eran móviles y estaban protegidas por cañones automáticos de 3,7 o 2 cm. El X-5 fue apodado SAM-5 Grass, y los sistemas navales SAM-N-1 Gum.

La precisión de los zombis X-5 hizo que se empleasen contra objetivos terrestres (sobre todo, tanques) más frecuentemente que contra aviones. El X-5A-2 tenía una cabeza de combate modificada de carga hueca, que lo hacía más efectivo contra el blindaje enemigo, siendo igualmente eficaz contra aviones, y el X-5A-4 era una versión autopropulsaba en blindados Kätzchen, que se empleó casi exclusivamente como antitanque de gran alcance. Posteriormente se desarrolló una versión antitanque de menores dimensiones, el XG-16. El X-4, como se ha dicho, fue la variante aire–aire que finalmente fue descartada tras los malos resultados en las pruebas. El X-5B, aparecido al final de la guerra, empleaba un fuselaje cilíndrico con un motor de combustión más prolongada, y tenía un alcance de 5.000 m.

El X-5C (y su paralelo XM-5) fueron los primeros Zwerg de la segunda generación, y aunque entraron en servicio durante el verano de 1946, no llegaron a ser empleados en combate. Eran sistemas automáticos radioguiados, no filoguiados. El lanzador tenía una cámara de televisión que seguía la bengala del zombi, y el operador solo tenía que mantener alineado el visor con el objetivo. Los X-15 y XM-15 de 1948 combinaba el cohete XM-5C con un radiotelémetro de seguimiento, que permitía su empleo en condiciones de baja visibilidad.

Además de Alemania, el X-5 fue empleado por la mayor parte de los ejércitos del Pacto a partir de 1945. Como había ocurrido con el X-3, los aliados capturaron varios lanzadores y zombis X-5. Fueron copiados por los estadounidenses, que los llamaron SAM-G-6, pero la guerra finalizó cuando todavía estaban en pruebas.
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El Messerschmitt X-6 Enzian

Como se ha dicho previamente, el DFS estaba desarrollando un caza propulsado por cohete basado en un planeador diseñado por Alexander Lippisch, pero como el equipo no tenía medios para construirlo, el programa se había trasladado a las instalaciones del Messerschmitt en Ausburgo. El prototipo DFS 194 tenía características de vuelo tan buenas que interesó al RLM como caza de defensa local, y el Me 163A resultó aun mejor. Sin embargo la versión de combate, el Me 163B, acabó siendo una pesadilla, a causa de lo peligroso de su motor Walther. Como el caza reactor Heinkel He 280 estaba a punto de entrar en servicio, el Me 163 se consideró redundante, y solo se empleó para la investigación del vuelo a altas velocidades. También fue anulado el Me 263, una versión más avanzada con tren triciclo.

Messerschmitt era reluctante a dar por perdido el tiempo invertido en el Me 163, y propuso un zombi antiaéreo basado en una versión reducida del caza. Al no tener que llevar piloto o armas, ni tener que aterrizar, el X-6 Enzian era mucho más pequeño que el Me 163. El aspecto de las dos aeronaves era parecido, salvo la ausencia de cabina, y que la deriva central se extendía bajo el zombi. Para abaratar la construcción se utilizaron materiales no estratégicos: el fuselaje era de acero, y las alas de Tegoholz. Estaba propulsado por cuatro cohetes aceleradores Schmidding 109-553 de combustible sólido, y durante el vuelo, por un cohete Walther RI-10B que empleaba una combinación de SV-Stoff y Br-Stoff (gasolina purificada) con T-Stoff (hidracina). Aunque eran líquidos peligrosos, podían almacenarse durante algún tiempo, igual que en el X-1B.

Inicialmente el Enzian solo iba a ser una alternativa al Rheintocher. Seguía siendo un zombi subsónico que solo podía emplearse contra bombarderos, y su techo y alcance eran limitados. Aun así, tenía importantes ventajas respecto al Rheintocher. El zombi era aerodinámicamente estable y no precisaba autopiloto, mientras que controlar el Rheintocher se ha comparado a dirigir un corcel brioso con una rienda de cien metros. Para facilitar el seguimiento el Enzian llevaba dos bengalas en los extremos de los planos, que el operador de tierra seguía con un anteojo; bastaba con moverlo para dirigir la aeronave. El anteojo estaba amortiguado, para evitar las maniobras bruscas que habían hecho que se descontrolasen otros zombis. Si el zombi se desviaba demasiado y se salía del campo visual, el operador podía desconectar el anteojo, localizar el zombi con un buscador de poco aumento, volver a centrar el anteojo, y retomar el control del Enzian. En la práctica, resultó mucho más sencillo manejar el Enzian que el Rheintocher. Además, el Enzian compartía las ventajas del Rheintocher del bajo coste, la movilidad y la discreción, al no necesitar radiotelémetros de vigilancia o de control.

Siendo el Enzian mucho mejor que el Rheintocher, en enero de 1946 lo sustituyó en las líneas de montaje, pero cuando acabó la guerra aun no se había comenzado su despliegue, y no llegó a ser utilizado en combate. Tampoco lo fu ele Enzian 2, un arma mucho más avanzada que seguía empleando el mismo zombi, pero con un sistema de búsqueda por infrarrojos, más preciso y que hubiese permitido emplearlo por la noche (no con mal tiempo pues las nubes bloquean la radiación infrarroja. El sistema de búsqueda Madrid estaba tan avanzado para la época que fue adaptado al zombi X-1E (con malos resultados, como se ha dicho). El buscador Madrid tenía una pequeña cámara con un anteojo Cassegrain y un sensor de sulfuro de plomo refrigerado por efecto Peltier. Un ingenioso sistema de rejilla rotatoria (empleado en los posteriores zombis aire aire XL-7B y XL-17) traducía la señal infrarroja en impulsos eléctricos para dirigir el zombi.

A pesar de lo avanzado del buscador, el sistema Enzian tenía capacidad muy limitada, y además se había comenzado a desplegar el mucho más eficaz X-11 Lindwurm. Por tanto, al acabar la guerra las baterías de Enzian fueron desactivadas, y los zombis construidos, empleados como blancos, aprovechando que sus características eran parecidas a las de los reactores.



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El Heinkel XL-7 Brok

Aunque el XL-7 no fue un zombi antiaéreo, se incluye en esta sección porque su desarrollo estuvo estrechamente relacionado con el de los sistemas de defensa aérea.

Como se ha relatado, el X-5 nació como un zombi filoguiado destinado a destruir los bombarderos aliados desde fuera del alcance de su armamento defensivo. La versión antiaérea tuvo gran éxito, pero paralelamente se siguió trabajando en la destinada al combate aéreo. El RLM quedó muy interesado, ya que Alemania estaba desarrollando un arma atómica, y se temía que los aliados respondiesen con ingenios nucleares o químicos. Aunque el X-4 se había malogrado, parecía fácil adaptar el X-5 para el lanzamiento aéreo, y el nuevo zombi fue aceptado, recibiendo el indicador X-7. Sin embargo, las pruebas en vuelo resultaron un fracaso. Por de pronto, era casi imposible emplearlo desde cazas monoplazas, ya que el piloto tenía que controlar el avión y el zombi al mismo tiempo. Se ensayó desde biplazas Me 318, pero fue habitual que los cables de control se enredasen con las hélices. Incluso cuando funcionaba bien, el avión lanzador tenía que volar directamente hacia el objetivo, suponiendo que consiguiera distinguirlo, ya que el humo del zombi cegaba al operador. La versión de guiado por comandos estaba dando tan mal resultado que se intentó el guiado inercial (ya que la rotación del zombi impedía emplear otros sistemas), pero los resultados volvieron a ser decepcionantes. Se debía a la velocidad relativamente pequeña del X-7, que hacía que su alcance eficaz muy reducido, obligando a que el caza se expusiese al armamento defensivo de los bombarderos enemigos. Ruhrstahl propuso una versión de mayor alcance, pero por entonces el RLM desconfiaba de los zombis subsónicos. Por ello también se rechazó una versión aerotransportada del Enzian.

Heinkel estaba desarrollando un zombi supersónico de defensa local con mejores características que el X-5 Zwerg, pero empleaba un sistema de guiado por haces que requería equipos voluminosos, y el RLM prefirió la simplicidad del Zwerg. Entonces Heinkel propuso una versión de combate aéreo: el avión lanzador estaría equipado con antenas, y el piloto solo tendría que mantener al objetivo en su punto de mira. Así podría ser empleado por monoplazas; además, gracias a la mayor velocidad del zombi, podría dispararse desde distancias seguras.

La propuesta interesó al RLM, que asignó al proyecto de Heinkel la denominación XL-7 (la «L» por «Luft», aire). Se cree que se repitió el numeral «7» para confundir a los aliados. El fuselaje del XL-7 era un tubo largo y delgado. El zombi tenía aletas rectangulares que llevaban las antenas de guiado, estaba estabilizado con wrucken, se controlaba con pequeñas aletas móviles en el morro, desfasadas 45°. El motor era de combustible sólido (cordita insensibilizada con goma), que proporcionaba al zombi una velocidad de 1,3 Mach y un alcance de cuatro kilómetros. La cabeza de combate era de fragmentación, de veinte kilogramos de peso, y se activaba por espoletas de contacto y de proximidad.

En junio de 1945 se iniciaron las pruebas en el polígono de Peenemünde desde un Me 262C, pero los resultados no fueron mucho mejores que con el X-7. Aunque se solventó el problema del alcance, los haces que emitían las antenas que se montaron en el caza eran demasiado amplios, y el vuelo del zombi era errático; además, los gases del cohete seguían ocultando al objetivo. De noche, el fogonazo deslumbraba y cegaba al piloto. Aun así, el RLM ordenó que se iniciase la producción, tras conocerse que la USAAF estaba desarrollando un bombardero pesado de alcance intercontinental capaz de llegar a la estratosfera, el Consolidated B-36.

Aunque Heinkel inició la producción del zombi, pensaba que el sistema de guiado era ineficiente, y el reducido tamaño de las antenas impediría mejorarlo. Aprovechando el nuevo sistema de cooperación establecido por Von Greim, se montó en el zombi el buscador de infrarrojos Madrid diseñado para el Enzian. Gracias a sus reducidas dimensiones resultó fácil adaptarlo al zombi, y el desarrollo de la versión XL-7B (de infrarrojos) fue paralelo al XL-7A (de haz radar). Aun así, no fueron los únicos problemas encontrados. En el caso de la versión de infrarrojos, el enfriamiento requería casi treinta segundos, obligando al piloto a seguir al objetivo durante ese tiempo; significaba que solo se podía emplear contra objetivos grandes y poco maniobreros, es decir, polimotores (de bombardeo, de patrulla o de transporte). La versión de haz radar también requería tiempo para que se calentasen las válvulas de vacío, necesarias ya que la electrónica de estado sólido aun no proporcionaba suficiente potencia con antenas pequeñas. Otro inconveniente era el motor; el humo seguía molestando en la versión de haz radar, que requería que el avión apuntase al blanco, y como no tenía suficiente potencia, solo se podía emplear contra objetivos que volasen al mismo nivel). Los problemas de control de la versión de haz radar no llegaron a solucionarse, y el sensor de infrarrojos era poco sensible, y solo podía seguir a un bombardero desde dos kilómetros de distancia.

A pesar de sus inconvenientes, la amenaza atómica era tan grave que se inició la producción del zombi, que fue escogido como armamento principal de la nueva generación de reactores. Aun así, hasta junio de 1946 no fue declarado operativo el II./ NJG 3, equipado con cazas Me 262C-3 (variante lanzazombis del caza nocturno). El escuadrón fue desplegado en Holanda, pero no llegó a emplear el zombi en combate. Tampoco el Hü 312A-2 (versión lanzazombis del caza Heinkel Hütter) llegó a operar durante el conflicto.

En la posguerra los grupos de intercepción de la Luftwaffe fueron armados con zombis XL-7B (de infrarrojos con motor mejorado) y XL-7C (de radar pasivo) ya que el XL-7A de haz fue abandonado. Fue empleado en combate durante la «guerra fría» (como se conoció a las escaramuzas aeronavales que se produjeron en el Mar de Noruega en 1948) y se le atribuyó el derribo de tres aparatos norteamericanos (un Privateer y dos Mariner). Aun así, su rendimiento fue malo: según algunas fuentes, durante esos combates se lanzó un centenar de zombis y solo se lograron cinco impactos, tres de ellos contra el Privateer, que tuvo que se rematado con fuego de cañón. En 1949 el XL-7 fue sustituido por el XL-17.



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Crisis. El Visitante, tercera parte

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Ahora, alguna imagen de aviones armados con zombis aire aire:

El Messerschmitt Me 262C-3:
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -856969861

El Messerschmitt Me 175:
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -855881143

El Focke Wulf Fw 183:
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -855699037

El Heinkel Hütter Hü 312
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -855433663

El Messerchmitt Me 510:
https://www.deviantart.com/yqueleden/ar ... -857579783

En DeviantArt hay texto adicional sobre los aviones (no canónico y puede modificarse sin previo aviso).

Saludos



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El Henschel X-8 Schmetterling

El Henschel Hs 117, posteriormente llamado Hs X-8, era uno de los programas de zombis antiaéreos que parecían más prometedores, pero acabó siendo un fracaso sin paliativos.

Respondía al concepto del «avión interceptor teledirigido», igual que el Enzian. Sin embargo, el diseño de Henschel era más avanzado, con mayor velocidad y más alcance, y mientras que el Rheintocher o el Enzian solo servían para la defensa local, el X-8 podría cubrir amplias zonas, creando una barrera contra las formaciones enemigas.

Los diseñadores partieron de la bomba planeadora guiada Hs 293, pero con un motor de mayor potencia que estaba dentro del fuselaje, y con mejoras aerodinámicas que le daban un aspecto parecido al de los reactores modernos. El ala era de flecha con escasa envergadura, tenía timón cruciforme, y el morro era largo y afilado, con aspecto de pez espada, con un segundo morro más redondeado con una hélice para proporcionar energía eléctrica. Tenía cuatro cohetes aceleradores de pólvora negra, que se desprendían tras el lanzamiento, y el motor de crucero era un BMW 109-559 que empleaba R-Stoff (trietilamina) y SV-Stoff, y que tenía características avanzadas como la tobera, que se refrigeraba con el combustible y cuya geometría podía modificarse según un sensor de flujo. Sin embargo, el motor fue la principal causa del fracaso del X-8, pues fallaron más de la mitad de los prototipos, y varios estallaron en la rampa de lanzamiento. Posteriormente se vio que una de las causas era que se usaba aire comprimido como impulsor, en lugar del nitrógeno del motor Walther del Wasserfall.

Los repetidos fallos retrasaron el programa, y finalmente fue anulado en 1944, pues ya se había iniciado la producción de los zombis X-1 y X-2, mientras que el Schmetterling aun no había hecho ningún vuelo exitoso. Henschel propuso una versión antibuque, pero el RLM prefirió el Hs 293E, ya en producción. Aun así, se encontró una utilidad al Schmetterling: el Ministerio de Propaganda publicó un reportaje sobre el zombi, que supuestamente era capaz de derribar los aviones aliados de noche siguiendo el calor emitido por sus motores. La intención era desviar la atención de la capacidad todo tiempo del Wasserfall 2. De hecho, la USAAF distribuyó una circular recomendando a sus pilotos disminuir la potencia de sus motores y lanzar bengalas si observaban el disparo de un zombi durante la noche; maniobras que, en realidad, convertían a los aparatos en objetivos fáciles frente a otros sistemas de defensa. Los aliados lo denominaron SAM-4 Garden.



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El Rheinmetall X-8B Skirmir

El éxito de la artimaña llevó al despliegue del Rheinmetall X-8B Skir-mir. Había nacido como un sistema muy sencillo que había sido desarrollado por el Dr. Klaus Scheufelen en Peenemünde como una alternativa a los zombis más complejos. Se trataba de un cohete no guiado que debía ser lanzado en salvas contra las formaciones enemigas. Aun así, tenía un motor avanzado para la época, el Tonka 250 de combustible líquido, que era a la vez sencillo e ingenioso: tenía dos cámaras, una con Xilidina y Trietilamina, y otra con ácido nítrico. Una pequeña carga explosiva rompía las paredes de los depósitos, permitiendo que los líquidos se mezclasen en la cámara de combustión. A pesar de su aparente sencillez, el motor bastaba para que el cohete alcanzase los 3.600 km/h. Sin embargo, el motor Tonka 250 se encontró con problemas de desarrollo. Pudieron solucionarse en el Wasserfall, que era más grande, pero no en el pequeño Skirmir. Además, el programa Fafnir estaba obteniendo tan buenos resultados que el Skirmir parecía innecesario.

Por entonces se había comenzado a emplear el zombi Rheintocher. Aunque su rendimiento fue deficiente, los operadores veían las maniobras que los pilotos aliados realizaban para eludirlos, por confundirlos con los más eficaces X-1 y X-2. Höhne pensó que una versión simplificada del Rheintocher que careciese de sistemas de guiado podría emplearse como señuelo, pero se vio que era demasiado grande y costoso. Entonces el Dr. Scheufelen propuso emplear una versión de combustible sólido del pequeño y barato Skirmir. El cohete fue rediseñado, sustituyendo el motor Tonka por uno más sencillo de cordita mezclada con polvo de aluminio, ya que el objetivo no solo era propulsar el cohete, sino producir una llamarada y una vistosa estela de humo.

El cohete fue aprobado como X-8B Skirmir (se empleó el mismo nu-meral que el del Schmetterling para confundir a los servicios de información aliados) y fue fabricado en grandes cantidades, al menos cincuenta mil durante la guerra. Los había de varios tipos, según se destinasen a simular el Fafnir (X-8B-1), al Wasserfall (X-8B-2), al Zwerg (X-8B-3) o al Lindwurm (X-8C, de doble etapa), y se lanzaban desde una sencilla rampa móvil montada en un camión. La entrada en servicio del Skirmir causó gran alarma entre los aliados, cuyos aviadores se veían rodeados de estelas cuando sobrevolaban Europa. Aunque descubrieron pronto que eran zombis simulados, no podían diferenciarlos de los reales, y estaban obligados a esquivarlos, lanzando sus bombas y abortando las misiones, o a ignorarlos, sin saber que alguno podía ser real. Los Skirmir también se emplearon para preparar «trampas antiaéreas» con emplazamientos simulados de baterías lanzazombis, desde las que se disparaban cohetes X-8B, y que estaban protegidas por zombis Zwerg (reales) y por cañones automáticos.

Los zombis falsos tuvieron gran éxito, y no solo por el engaño: se estima que consiguieron al menos un centenar de «derribos» al provocar accidentes de los aviones aliados, más que los logrados por el Rheintocher. Tras el final de la guerra, los zombis simulados se convirtieron en parte del arsenal alemán, y fueron empleados en la India en gran escala. Además, el motor Tonka 250 sirvió de base para el cohete de artillería Nothung, el primer zombi táctico en ser empleado en combate.



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El Rheinmetall X-9 Feuerlilie

La carrera del X-9 fue muy parecida a la del X-8. Fue un avión antiaéreo teledirigido diseñado por el Deutsche Forschungsanstalt für Luftfahrt (DFL) y construido por Rheinmetall-Boring. Era aun más avanzado que el X-8, ya que tenía alas en flecha, cola en «T», y un radomo en el morro para el guiado mediante radiotelémetro pasivo. Rheinmetall lo diseñó para que fuese el sucesor del Rheintocher, pero el desarrollo del X-9 se prolongó demasiado, y además los primeros ejemplares resultaron ser inestables en vuelo. Habiendo entrado en servicio sistemas mucho mejores, Höhne ordenó la finalización del programa. Aun así, los aliados le asignaron el código AAM-1 Apricot, creyendo que era un zombi aire aire.



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El Ruhrstahl X-11 Lindwurm y el X-13 Nahgstrecke

El Ru X-11 fue el zombi alemán «definitivo», destinado a sustituir los demás sistemas antiaéreos salvo a los X-5 Zwerg de baja cota, y combinaba las excelentes características del Wasserfall 3 con la simplicidad del Rheintocher.

Cuando en 1944 Alemania comenzó a emplear zombis antiaéreos, resultó patente que el combustible líquido era un quebradero de cabeza. Incluso la combinación de Visol y CS-Stoff del Wasserfall era inestable, y bastaba que el cohete sufriese cualquier daño para que estallase. Por el contrario, los cohetes de propelente sólido Rheintocher, Zwerg o Skirmir eran fáciles de manejar y de almacenar.

El general Höhne solicitó a la compañía Ruhrstahl que desarrollase una versión del Wasserfall 3 que pudiese almacenarse por tiempos prolongados. Tras algunos estudios se decidió seguir empleando combustible líquido, pero el caro Visol se sustituyó por el barato y estable keroseno, y como oxidante se escogió el SV-Stoff, que como el S-Stoff era ácido nítrico fumante rojo, pero inhibido con cloruro férrico. La combinación de keroseno y SV-stoff era algo menos potente, pero más segura. Aunque se aprobó la producción del Wasserfall 4, en los ensayos se vio que no ofrecía suficientes ventajas sobre la versión anterior, y los pocos cohetes fabricados se emplearon en pruebas.

Por entonces el Dr. Max Kramer, ingeniero jefe de Ruhrstahl, no estaba satisfecho con el programa Wasserfall. Aunque la modificación de los sistemas de control había mejorado su eficacia, pensaba que, si no se hacían modificaciones radicales, el Wasserfall sería superado por los nuevos diseños de Heinkel. De hecho, la compañía rival estaba trabajando en una versión avanzada del X-1, pero el X-21 se enfrentó a todo tipo de dificultades, y finalmente acabó convertido en un sistema fijo para defender las grandes ciudades.

Kramer destinó un equipo a trabajar en el Wasserfall 4, pero solicitó a Höhne que autorizase el desarrollo de una versión avanzada, ya que el alcance del Wasserfall no estaba limitado por los sistemas electrónicos sino por las características del zombi. Además, los desarrollos de la electrónica y de la cohetería permitían diseñar cohetes de tamaño reducido, que serían más baratos y más ágiles. El Wasserfall 5 tenía grandes diferencias con el Wasserfall original. Como en el Rheintocher, se empleaba una primera fase aceleradora, de tal manera que la segunda fase, la encargada de la intercepción, podía ser más pequeña y ágil. Esta segunda fase tenía alas con forma de delta, y en ellas estaban las grandes antenas que recibían los comandos, así como unas superficies aerodinámicas con Wrucken para controlar la rotación. Las aletas de control, de pequeñas dimensiones, estaban en la cola, y además tenía aletas desestabilizadoras en el morro.

La primera fase era de combustible sólido, tenía cuatro grandes aletas cruciformes y una tobera rediseñada, y un cono de cola similar al del turborreactor Jumo 004 que aumentaba el empuje. Ya que los propergoles empleados en los X-3 y X-5 no tenían suficiente potencia, IG Farben desarrolló el F3-Stoff (de Festbrennstoffe, combustible sólido) que era un propergol de doble base que usaba goma y aluminio como combustible, y perclorato amónico como oxidante. El F3 era una masa gomosa que podía adaptarse a la cavidad del cohete, que no se inflamaba espontáneamente, y que tenía el triple de impulso específico que la pólvora negra. La primera fase funcionaba durante cuatro segundos, y el motor principal durante dieciocho segundos. El guiado era una mejora del Wasserfall 2: en la fase media se empleaba un sistema inercial, que podía actualizarse mediante comandos (empleando frecuencia variable para dificultar las contramedidas), y la búsqueda terminal se hacía con radiotelémetro pasivo, como el Wasserfall 3.

El sistema tenía tantas diferencias con el original que fue rebautizado X-11 Lindwurm. En las pruebas los resultados fueron impresionantes: alcanzaba una velocidad de Mach 2,6, podía llegar a los 17.000 m de altura, y el alcance era de 35 km. El control mediante frecuencia variable no solo era inmune a los sistemas de interferencia empleados por lo aliados, sino que permitía que varias baterías disparasen a la vez, convirtiéndose en el primer sistema de zombis antiaéreos que podía detener una oleada enemiga. En esas fechas se temía que los aliados empleasen armas atómicas, y el mariscal Kesselring (que había sustituido a Von Richthofen al frente de la Luftwaffe) dio máxima prioridad al X-11. Aun así, solo se habían desplegado unas pocas baterías cuando acabó el conflicto, que no llegaron a disparar ya que por entonces la aviación aliada había renunciado a sobrevolar Alemania.
En la posguerra el Lindwurm sustituyó primero a los Rheintocher, luego a los Fafnir y finalmente a los Wasserfall. En 1948 fue suplementado por el X-13 Nahgstrecke (corta distancia) que era una versión a menor escala, con cohete impulsor más pequeño. El X-13 tenía menor alcance y velocidad, pero era más maniobrero y podía atacar objetivos a baja cota.

Tras el final del conflicto prosiguió el despliegue de los X-11 y los X-13 en las fronteras del Reich alemán. El seis de octubre de 1947, un zombi X-11 derribó sobre Noruega uno de los previamente invulnerables R-12 de la USAF, demostrando que la altura ya no era salvaguardia contra los zombis. Su destrucción fue un aldabonazo para la USAF, ya que significaba que el bombardero estratosférico B-36 no podía superar las defensas alemanas. Los dos sistemas alcanzaron gran fama en la en la guerra civil de la India. El diez de noviembre de 1949 un X-13 derribó un reactor RF-80C norteamericano, el primer jet destruido por un zombi. En ese conflicto, los X-11 y X-13 se revelaron como una seria amenaza para los aparatos de las Naciones Unidas. Contra los bombarderos resultaron tan letales que tuvieron que ser retirados, incluyendo los A-26 de ataque nocturno. Los cazabombarderos de hélice también corrían serio peligro, e incluso contra los reactores consiguieron una tasa de derribos cercana al 15%. Las contramedidas resultaron poco efectivas gracias a una añagaza germana: junto con las baterías de X-11 y X-13 se desplegaron emisores que simulaban controlar al zombi. Estos emitían en un reducido número de canales que las Naciones Unidas intentaron interferir, sin saber que los zombis podían operar solo con la combinación de navegación inercial y guiado semiactivo, y que las correcciones se hacían con emisores con salto de frecuencias que los equipos de la época no eran capaces de cegar.

El derribo del R-12 ya había demostrado que la altura no era salvaguardia contra el X-12. Aunque se aceleró la introducción del Martin RB-57, su introducción se saldó con el derribo de dos aparatos, uno por un Z-11 y otro por un caza Hütter. Por otra parte, los bombarderos pesados no podían alcanzar las altas cotas de los aviones de reconocimiento. La USAF intentó burlar las defensas volando a baja altura, algo que no era sencillo ya que el X-13 logró derribar aviones a menos de quinientos metros de altura. Además, volar tan bajo no solo exponía a los aviones a las armas automáticas y a los zombis Zwerg y Súper Zwerg (X-15), sino que los hacía muy vulnerables a los cazas, que solían operar conjuntamente con los zombis, gracias a que los Lindwurm y Nahgstrecke disponían de un sistema de identificación de aviones propios, y los cazas germanos estaban equipados con un emisor que anulaba la espoleta de los zombis. Posteriormente, este emisor se consideró una debilidad y tuvo que ser retirado, pero en los combates sobre la India los Hütter podían volar entre los zombis con relativa impunidad.

No siendo posible ni eludir ni interferir los zombis, los aviones de las Naciones Unidas intentaron atacar los emplazamientos, pero esos ataques fueron aun más peligrosos que en la Guerra de Soberanía, ya que los emplazamientos estaban defendidos por cañones antiaéreos dirigidos por radiotelémetro, y por zombis X-15. Además, se construyeron muchas baterías simuladas que disparaban falsos zombis X-8B y X-8C (durante el conflicto se lanzaron cerca de cuatro mil) y que se emplearon como trampas antiaéreas. En 1951 se empezó a desplegar el X-13B, que estaba montado en chasis de Panzer 44 para darle movilidad, y que empleaba sistemas de control aun más resistentes. Fueron los zombis antiaéreos alemanes los que consiguieron frenar la campaña de bombardeo de las Naciones Unidas.

En los años siguientes, los X-11 y el X-13 se convirtieron en los principales sistemas antiaéreos del Pacto de Aquisgrán, sustituyendo a los zombis de modelos anteriores y a los cañones controlados por radiotelémetro. También se desarrollaron versiones navales, pero el XM-11 solo fue desplegado en dos cruceros (el Stuttgart y el Essen, de la clase Stadt II) ya que el gran tamaño de las antenas afectaba la estabilidad de los buques. Por el contrario, el XM-13B, que empleaba antenas de dimensiones reducidas, se convirtió en el zombi de defensa operativa de la flota, complementado por el XM-15 de defensa local. En 1952 las baterías de la Luftwaffe fueron actualizadas al estándar X-13B, y a partir de 1956 se emprendió un programa de modernización, renovando los sistemas electrónicos, y reconstruyendo los zombis reemplazando el propergol. Aun así, los X-11 y X-13 ya estaban siendo complementados por los más modernos X-22 y X-23. Durante los sesenta ya solo quedaban en el servicio alemán unas pocas baterías que se empleaban para instruir a las dotaciones de países aliados, la última de las cuales fue desactivada en 1969. Aun así, los X-11 y X-13 siguieron en servicio en varias partes del mundo durante bastantes años más.



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Crisis. El Visitante, tercera parte

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El ruso no se atrevió a salir de su escondite del falso techo hasta que pasaron varias horas. Sin embargo, aunque ahí estuviese seguro, no podría realizar su misión. Así que, cuando creyó que estaba seguro, descendió con cuidado, borró las huellas, y preparó su puesto de tiro.

Del tablero que tapaba la ventana apenas quedaban restos, pero uno de los maderos aun colgaba mal que bien, dejando una rendija que parecía ideal para el fusil. Como allí iba a pasar muchas horas, preparó el lugar para que ofreciese un mínimo de comodidad. Extendió una manta en el suelo, cuidando que no pareciese demasiado ordenada, y dejó al lado sus parcas provisiones.

No creía que volviesen a inspeccionar el apartamento en unos días, pero no se podía descartar esa posibilidad. En ese caso iba a resultar difícil ocultar su presencia, aunque solo fuese por tener que emplear el excusado, un raro lujo que nunca había visto en Rusia. El piso no atufaba demasiado, o eso le parecía a él, pero cualquiera que entrase sabría que alguien vivía allí.

Por eso decidió que lo mejor era esconderse a la vista de todos. Dejó su vía de escape al falso techo, dejando un montoncito de polvo fácil de esparcir para tapar sus huellas, pero después paseó por el resto del apartamento, dejando marcas más que visibles. No olvidó orinar en alguna pared, esparcir inmundicias, y hasta dejó una botella con algo de alcohol. Si alguien entraba, creería que era el escondite de un vagabundo.

Después volvió a su puesto, y empezaron a pasar las horas.



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Crisis. El Visitante, tercera parte

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A Gerard ya no le sorprendía que no hubiese noticias del Alto, que había resultado ser demasiado escurridizo. Tras matar a Gertrud y a Felix, y después de su escape por los pelos de la estación, iba a ser todavía más cuidadoso. Además, la búsqueda en pisos vacíos no había dado resultado. Lo único que podía hacer es mantener su telaraña, y esperar.

Con todo, la caza del Alto solo era una fracción minúscula de su tarea del Director. La Central seguía vigilando de cerca las redes rusas. Estaban demasiado tranquilas: los sospechosos habían vuelto a sus actividades cotidianas y ya no se reunían; tal vez Moscú hubiese renunciado a sus planes, pero podía ser justo lo contrario, que fuese como el resorte tenso de la trampa, que parece inofensivo hasta que se dispara.

Gerard también había preparado el rescate de su familia. Por desgracia, la llegada de agentes a una aldea de montaña tan pequeña como Hinterstallau sería tan visible como una mosca en un plato de leche. Apenas habían hecho una rápida inspección, haciéndose pasar por inspectores del departamento de Correos —al Director le divirtió que se hiciesen pasar por carteros—, pero luego se habían retirado a Múnich. La ciudad no estaba cerca, pero era más que probable que en Bäd Tölz, la ciudad más cercana, hubiese informantes de los Carteros. Baumann, el jefe del equipo, recomendaba que el rescate se hiciese a la brava, a ser posible con el apoyo de alguna unidad del ejército o de la policía, pues pensaba que la infiltración sería excesivamente peligrosa. Por ahora, Gerard todavía no iba a ordenar el rescate, pues alertaría al general, y por ahora prefería ganar tiempo. Baumann iba a tener que pasar unos días en Baviera, que estaría preciosa con el comienzo de la primavera.

El asunto de Nicole estaba más o menos encarrilado, pero no tanto el de la Sección, donde se echaba en falta la mano de Herta. Había tenido que sacrificarla para establecer un canal directo con Von Manstein y el regente, canal que estaba seguro que iba a tener que emplear antes o después; ese día, querría tener allí a Herta. Pero Leimbach, su sustituto, no tenía la inteligencia de la chica. Le estaba molestando pidiéndole más efectivos, que no podía concederle sin llamar la atención. Según el nuevo jefe de la Sección, la vigilancia se resentiría sin más personal. Gerard tuvo que preguntarle cómo podía ser que su antecesora hubiese podido hacer más con menos.

Con todo, Gerard comprendía que la Sección estaba sobrecargada al haber tenido que encargarse del seguimiento de Johan y los otros agentes rusos. Daba igual; que Leimbach procurase apañárselas, o lo sustituiría.



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