El 301 SpzAbt, asignado como apoyo de la 9ª, perdió media docena de Tigers pero, al contrario que el 501 SS SpzAbt, pudo retirar sus vehículos averiados
Japa, excelente trabajo. En este párrafo hay un error tipográfico. Me imagino que te refieres al 501 SpzAbt.
Quizás te equivocastes con la PzKp. 316(Fkl), que encuadraba los primeros Tigre-II y que tan buenos resultados dieron en Normandia*. En cualquier caso, no me viene a la cabeza ninguna unidad de Tigre llamada 301.
* Para el que no lo sepa, estos carros tenían tantos fallos mecánicos y problemas de fiabilidad que fueron dinamitados.
Sobre el mapa las ganancias alemanas eran mínimas, apenas un saliente cuyo valor estratégico, ya que amenazaba el punto de unión de los ejércitos aliados y apuntaba hacia Amberes, su principal puerto, quedaba anulada por la imposibilidad de utilizar ese terreno como trampolín para un nuevo avance, no sólo por la carencia de reservas para llevar a cabo otras operaciones sino por las propias características del terreno, que impedían casi por completo la movilidad táctica. Las tropas de Hitler se habían limitado a conquistar una ratonera.
El objetivo principal, separar a las fuerzas enemigas y aniquilar buena parte de sus tropas, había fracasado por completo: el frente se había limitado a recular hasta el Mosa sin más consecuencias y la retaguardia angloamericana permanecía incólume. En cuanto a las bajas, los estadounidenses perderían a lo largo de la campaña de las Ardenas unos 75000 hombres (algo más de 8000 muertos) más otras 1400 ingleses, mientras que los alemanes sufrieron unas bajas estimadas en torno a las 85000. En cuanto a pérdidas materiales, los aliados perdieron unos 750 carros y cazacarros, e ingentes cantidades de material y combustible, mientras los alemanes dejaron sobre el terreno unos 600 carros, cazacarros y Stug, amen, naturalmente, de muchos otros equipamientos y suministros.
Las pérdidas de ambos bandos eran sensiblemente similares, lo que de partida tira por tierra el objetivo de debilitar al enemigo, pero además los aliados estaban en condiciones de suplir casi de inmediato la mayor parte del material perdido y en cuanto a las pérdidas de personal, aunque no eran despreciables, las tropas de Eisenhower todavía podían cubrirlas de forma razonable, mientras que los nazis estaban rebañando ya el fondo del barril.
Otro de los objetivos planteados por Hitler era sembrar la discordia entre los aliados occidentales y entre estos y Stalin, forzándoles a una paz por separado, pero la dureza de los combates sólo sirvió para convencer a los angloamericanos de que necesitaban que el ER se hiciera cargo de todo el trabajo posible, y en cuanto a las relaciones Londres-Washington, los únicos escollos que se produjeron fueron una crisis provocada por la soberbia de Montgomery, que se solucionó en cuanto Eisenhower pidió a Londres su cese (Monty tuvo que suplicar por su puesto, en lo que debió ser uno de los momentos más felices de la vida de Ike), y un debate político en EEUU sobre la conveniencia de seguir cediendo material acorazado a los ingleses ya que las pérdidas en la campaña europea habían sido mucho mayores de lo previsto. Ninguna de esas contingencias significaban gran cosa para el futuro de Alemania.
Lo que sí lograron los alemanes, por desgracia para su pueblo, fue retrasar las operaciones aliadas más allá del Rin en un par de meses (además de necesitar un tiempo para recomponer sus fuerzas, Eisenhower ordenó limpiar toda la orilla occidental del río antes de seguir adelante) mientras que las ofensivas soviéticas iniciadas en diciembre y enero encontrarían mucha menos oposición ya que las reservas del Reich se habían consumido en el oeste.
En la propia Alemania hubo otro resultado imprevisto. la desmoralización. Por mucho que Hitler intentara quitarle importancia al fracaso, los mandos no podían olvidar que el Führer había recalcado que la ofensiva de diciembre era la baza definitiva, la última jugada, y había fracasado. Los que como Skorzeni acudían al Cuartel General y hablaban con el dictador todavía podían recuperar brevemente el optimismo porque Hitler no había perdido su gran capacidad de convicción, pero el resto no podía evitar la ominosa sensación de que todo estaba perdido, por mucho que les hablaran de planes secretos, armas milagrosas o nuevas ofensivas.
De por sí la idea de emplear como elemento de ruptura y punta de avance las divisiones panzer era un error, ya que el terreno era completamente inadecuado. Además había un problema de diseño jugando contra los alemanes, y era el consumo de combustible de los Panther y Tiger. Esos modelos sólo podían recorrer entre 100 y 170 km con un depósito lleno y los diversos imprevistos de las primeras horas obligaron a muchas unidades a desplazarse por caminos tortuosos para reagruparse y poder avanzar por las pocas rupturas disponibles (recordemos al KG Peiper) consumiendo esa primera carga de gasolina antes incluso de entrar en combate. Un T-34 o un Pz IV, en las mismas condiciones, podrían haber operado dos días antes de requerir un reavituallamiento, pero los Panther necesitaban al menos una carga diaria, y los Tiger II el doble. Con el agravante de que para avituallar un Pz V se requería el doble de combustible que con un PzIV, y los PzVI B hasta cuatro veces más.
El esfuerzo logístico preciso para mantener en marcha las PzDiv se veía obstaculizado por el terreno, pero también por la disposición táctica decidida por Hitler, ya que tras las PzDiv y entre ellas estaban las divisiones de infantería, dificultando aún más los movimientos de los carros, y las unidades logísticas quedaban así en un tercer escalón, demasiado lejos de la primera línea como para acudir con rapidez a donde se les requiriera. Skorzeni comenta en sus memorias que nunca llegó a ver a los camiones con gasógeno que debían traer el combustible: es lógico, ya que estaban varios kilómetros más allá, incapaces de avanzar en medio del atasco. Por otra parte el consumo imprevisto de gasolina se debía a la misma disposición táctica: una unidad de infantería que se viera obligada a alterar su despliegue podía usar caminos, senderos, trochas, incluso moverse por campo a través, mientras que los panzer sólo podían usar unas pocas rutas. El éxito del plan dependía de la velocidad para aprovechar la sorpresa, y el despliegue ordenado por el Führer lo impedía. Otra orden de Hitler, la prohibición del reconocimiento, empeoraba las cosas, ya que los KG avanzaban a ciegas, obligados a recular cada vez que un camino acababa en un puente cortado u un sendero demasiado estrecho, con el consiguiente consumo de más combustible y los problemas de dar la vuelta en caminos por donde apenas cabía un carro.
La opción más sensata hubiera sido obviar la barrera artillera y asegurar las cabeceras de las rutas con infiltraciones de infantería y paracaidistas (usados como infantería de élite desde Creta) y mantener a las PzDiv en un segundo escalón hasta cruzar el Mosa, que podría haberse alcanzado en menos de 72 horas, La mayoría de las demoliciones y el repliegue de las tropas americanas podrían haberse evitado ya que se llevaron a cabo aprovechando el retraso de los alemanes al avanzar, y los carros habrían circulado por rutas fiables. Al hacerlo al revés, las penetraciones germanas se vieron obligadas a dar rodeos por todas partes y se separaron de las unidades de apoyo y logística, no sólo por moverse más rápido sino porque iban dejando el camino tras ellos casi impracticable. Además una vez los panzer habían pasado las tropas enemigas dispersas tenían tiempo de reagruparse, cortarles las comunicaciones y bloquear a las tropas de apoyo.
Para más inri varias unidades acorazadas se vieron envueltas en combates callejeros al intentar forzar el paso, sufriendo un desgaste muy superior al previsto por carecer del adiestramiento necesario. El caso de la HitlerJugend es un buen ejemplo: sus granaderos, que en muchos casos venían de la Luftwaffe, apenas habían recibido la instrucción básica de infantería, y eran incapaces de coordinarse con los carros, con lo que estos se vieron atrapados sin apoyo en las callejuelas de Krinkelt y Rocherat donde los GI pudieron machacarlos a placer. Y lo mismo sucedió en St. Vith, Malmedy y Bastogne.
El problema de las averías, por otra parte, era especialmente sangrante: en las estrecheces de los bosques un carro averiado era una baja segura y en ocasiones significaba el bloqueo de una ruta. Los Tiger del KG Peiper apenas sirvieron más que para consumir el escaso combustible del KG y la mayoría quedaron abandonados allí donde se les acabó o se averiaron. A lo largo de la ofensiva se perdieron 25 Pz VI sin que apenas llegaran a entrar en combate. Los PzIV y StuG dieron mucho mejor resultado, al igual que los Hetzer de las VgDiv, y dada la escasa oposición acorazada que encontraron tanto Peiper como las avanzadas de la 2ª pzDiv hubiera sido preferible abrir camino sólo con esos vehículos, aprovechando así mucho más las reservas de gasolina y dejando los gatos como apoyo. Los cazacarros tampoco fueron de demasiada utilidad dado que fueron empleados como si fueran carros y en ese cometido tuvieron muchos problemas, sobre todo los JgPzV, cuyas dimensiones eran una traba a la hora de maniobrar en un escenario tan problemático.
En cualquier caso, al margen del error evidente de diseñar unos vehículos que literalmente se bebían las reservas de combustible, los problemas que tuvieron los panzer no fueron sino la lógica consecuencia de emplearlos de forma inadecuada. La gran ventaja de prácticamente todos los medios acorazados alemanes, al margen de la superioridad táctica (que aquí no brilló demasiado) era su capacidad para destruir al enemigo mucho antes de que éste llegara lo bastante cerca como para que sus armas fueran efectivas, pero esa baza se evaporó en el preciso momento en el que las PzDiv fueron lanzadas a luchar en un campo de batalla en el que las distancias de combate no pasaban de los 100 metros, donde cualquier arma del arsenal aliado sería efectiva contra los colosos atascados.
La última ofensiva alemana en el Oeste no fue fruto de la planificación, sino de las circunstancias. El grupo de ejércitos G, desplegado entre los Vosgos y la frontera suiza no estaba incluido en los planes de WATCH AM RHEIN y apenas recibió información al respecto. Sin embargo se cursaron instrucciones para que las tropas al mando del general Blaskowitz estuvieran listas para atacar en el caso de vieran una ocasión propicia.
La situación en ese sector era bastante compleja. Al sur del III Ejército de Patton estaba el VI Grupo de Ejércitos del general Devers. Éste tenía a sus órdenes el VII Ejército estadounidense, integrado por las tropas desembarcadas en Anvil más algunas divisiones transferidas desde el mando de Bradley, y el I Ejército de la Francia Libre. En su avance tras las tropas en retirada del grupo G, los americanos habían logrado hacerse con la parte meridional del macizo de los Vosgos y la ciudad de Strasburgo, capital de Alsacia. El frente se había estabilizado en la orilla occidental del Rin, dejando atrapadas a una parte de las tropas alemanas (el XIX Ejército) en torno a las ciudades de Colmar y Mulhouse. Esta bolsa estaban cercadas por las tropas francesas al mando del general De Lattrey. Las fuerzas francesas, coloniales en gran parte, dependían de la logística estadounidense lo que provocaba algunas tensiones. No obstante Devers, al contrario que otros mandos aliados, apreciaba el apoyo de los franceses y mantenía una relación fluida con De Gaulle y sus generales..
La situación en el lado alemán no era menos complicada, ya que Blaskowitz había sido reemplazado en septiembre por el general Belck, que a su vez fue cesado cuando Estrasburgo cayó en manos americanas para ser sustituido de nuevo por Blaskowitz. Además las tropas meridionales del Grupo G fueron separadas del mando prinicipal y puestas bajo las órdenes directas del Reichsführer Himmler, con la misión de liberar la bolsa de Colmar y recuperar Estrasburgo, para lo que se formó un Mando del Alto Rin con las tropas situadas en la orilla oriental del río más el XIX Ejército, completamente independiente de Rundstedt, jefe del Frente Occidental. El resto del Grupo de ejércitos G (I EJército) estaba desplegado en torno a los Vosgos. Como es de suponer la planificación conjunta entre ambos mandos era prácticamente imposible y cuestiones como el reparto de los suministros y los reemplazos eran una maraña de tensiones.
Pese a todos los inconvenientes, Blaskowitz estaba deseando pasar a la acción y la ocasión se presentó a finales de diciembre cuando el III Ejército estableció el corredor a Bastogne. Al desplegar parte de su fuerza hacia el norte y preparar su próximo avance en dirección al Rin, se habrió un hueco en el flanco derecho, entre las tropas de Patton y las del VII Ejército. Éste último, al mando del general Patch, estiró sus líneas para cubrir el área, lo que debilitó sus propias posiciones.
El mando alemán decidió atacar desde los Vosgos hacia el suroeste, con la idea de retomar el contacto con Colmar. Himmler apoyaría al Mando 1 desde el sur mediante un desembarco al norte de Estrasburgo y un ataque desde la propia bolsa de Colmar. Si todo salía bien, la Alsacia oriental volvería a manos alemanas y los dos grupos de Ejércitos estadounidenses quedarían separados, facilitando posteriores ofensivas.
Hitler aprobó los planes de Blaskowitz dentro de un proyecto más ambicioso denominado Sylwester, lanzar ofensivas de pequeña magnitud por todo el frente occidental para debilitar la capacidad ofensiva de los angloamericanos. Se trataba de mantener así la iniciativa recuperada (y perdida ya en esos momentos) en las Ardenas sin comprometer más reservas, empleando únicamente las fuerzas ya presentes en cada sector. El I Ejército trasladó sus últimas unidades acorazadas, que se habían mantenido al margen de los combates defensivos mientras trataban de recomponerse tras la debacle del otoño.
Blaskowitz contaba tan sólo con una división acorazada, la 21ª PzDiv, todavía al mando del general Feuchtinger. Tras los combates de Lorena la 21ª recibió algunos reemplazos pero en diciembre sólo desplegaba 72 carros Pz IV y V, y apenas disponía de cazacarros, vehículos de transporte o artillería.
Si la 21ª no estaba demasiado bien, la 25ª PzGrDiv daba verdadera lástima, con 5 Pz V, otros tantos JgPz IV y 14 StuG. Sus PzGrAbt estaban aparentemente completos, pero apenas contaban con un 25% de tropas veteranas. La otra agrupación acorazada era la 17ª SS PzGrDiv, que resultó casi aplastada en Arracourt. La 17ª no tenía más que tres carros operativos, todos de mando, pero contaba con un gran número de vehículos acorazados (76 StuG y 2 JgPz IV). No obstante el nivel de adiestramiento de sus tropas era tan reducido que apenas se la consideraba apta para operaciones defensivas.
Las seis VgDiv del I Ejército estaban medianamente equipadas y de media disponían de una compañía de Hetzer o StuG. Algunos vehículos recién llegados fueron asignados como apoyo a la división de montaña SS Nord, trasladada desde Noruega.
Al margen de los mandos divisionarios el Grupo G disponía del SPzJgAbt 653, equipado con cazacarros pesados JagdTiger, más el 741 PzJgAbt, equipado con PzJg 38 y dos compañías acorazadas de ingenieros con Hetzer lanzallamas,
En cuanto al XIX Ejército, las únicas fuerzas acorazadas disponible en la bolsa de Colmar eran la PzBri 106, con un par de compañías de carros operativas, y el 654º SPzJgAbt, que contaba con 44 PzJg V y 22 Nashorn. Aparte de las compañías de cazacarros y StuG asignadas a sus divisiones de infantería y Volksgrenadier, Himmler disponía al este del RIn de una agrupación mixta, el KG Von Lüttichau, que incluía 1 compañía de Pz IV, 2 de Nashorn y tres de JgPz 38, y logró que se le asignara la única reserva disponible en el flanco meridional, la 10ª SS PzDiv, para que entrara en acción en caso de lograrse una ruptura.
Las fuerzas alemanas en Alsacia no eran desdeñables en una situación defensiva, pero resultaban muy magras para pasar a la ofensiva. Pese al parón logístico de octubre las tropas de Devers estaban bien equipadas y casi al completo de sus plantillas. Cada división de infantería del VII Ejército contaba con su correspondiente batallón de Sherman asignado, y cinco de ellas contaban con el apoyo adicional de un batallón de destructores de carros. Además el VII Ejército tenía tres divisiones acorazadas en reserva, y si bien la 12ª era completamente novata y la 14ª no había intervenido todavía en combates demasiado duros, la 2ª acorazada francesa, la Leclerc, era una de las mejores unidades del frente occidental. Los franceses del I Ejército estaban peor equipados pero contaban con otras dos divisiones acorazadas y su moral de combate era muy alta.
El punto débil de Devers era su línea, demasiado extensa como para cubrirla adecuadamente y con la amenaza latente de la bolsa de Colmar. Parte de sus posiciones se apoyaban en los fortines de la vieja línea Maginot, aliviando un poco la falta de tropas, pero quedaban algunos huecos, y los alemanes los habían visto.
Lo que me extraña es que Feuchtinger estuviera aun al mando de la 21 PzDv.
Y más extrañas aun fueron las circunstancias que envolvieron a Feuchtinger precisamente durante el curso de Nordwind. El 5 de Enero de 1945, Feuchtinger fue arrestado y se le formó consejo de guerra por... su ausencia del puesto de mando divisionario en la víspera del 5 a 6 de Junio de 1944, es decir, en la noche del Dia D. Y por cierto, fue detenido no en el frente, donde su unidad se encontraba combatiendo, sino en Alemania.
Desde luego, no era precisamente lo que se dice un militar modelo.
No seamos mal pensados. Seguro que tenía alguna importantísima tarea que acometer en Berlín, y despedirse de sus soldados sería todo un sacrificio. Luego lo de irse de churris, pues sería para consolarse por estar lejos del frente
El plan de Blaskowitz era atacar desde los Vosgos cortando la penetración americana hacia Saverne y retomando el contacto con las tropas de Colmar. El asalto correrá a cargo de la 17ª SS PzGrDiv entre Rimling y Acher, con las VgDiv 19ª y 36ª como apoyo, mientras las VgDiv 256ª, 257ª, 361ª y 559ª avanzarían más al este, hacia Bitche. En buena lógica los ataques organizados por el mando de Himmler deberían haberse simultaneado con la operación del Mando A, pero la coordinación entre ambos grupos era prácticamente inexistente y las tropas del grupo G iniciaron la ofensiva en solitario.
Los combates empezaron la madrugada del 1 de enero: esperaban coger desprevenidos a los estadounidenses mientras celebraban el año nuevo. Los oficiales americanos de inteligencia suponían que el enemigo haría precisamente eso y habían puesto en alerta todo el frente, así que los granaderos marcharon contra tropas alertas y expectantes.
La 17ª fue frenada prácticamente en seco y su sector permaneció inamovible durante varios días. SIn embargo los VolksGrenadier tuvieron más fortuna, ya que el frente al sur de Bitche estaba cubierto por apenas un par de escuadrones de caballería y los atacantes pudieron avanzar varios kilómetros. EN los siguientes días las tropas de la división Nord reforzaron el ataque y el día 4 se hicieron con el pueblo de Wingen-sur-modes, a 15 km de Bitche. Para entonces no sólo la 17ª estaba prácticamente desarbolada: el 653 SpzJgAbt, intentando apoyar a los Waffen, había perdido la mayoría de sus JagdTiger en las marchas de aproximación, y los escasos vehículos que entraron en combate apenas pudieron hacer nada antes de ser destruidos.
Los americanos reforzaron el sector con tropas sacadas del sur, lo que fue aprovechado el mismo día 4 por AOK 19 para atravesar el río y establecer una cabeza de puente en torno a Gambsheim, a 17 km de Estrasburgo. Las tropas de Colmar no pudieron iniciar su ataque ese día con lo que el efecto sorpresa se desperdició y los franceses se desplegaron para contener la nueva amenaza.
El 6 de enero Blaskowitz empeñó su reserva acorazada con la idea de alcanzar las líneas de AOK 19. La 21ª PzDiv logró abrirse paso a través de Haguenou, pero la 25ª PzGrDiv fue emboscada y frenada por los carros de la 14ª acorazada en Hatten.
Finalmente el 8 de enero las tropas de Colmar, encabezadas por la 106ª PzBri, iniciaron su aplazado ataque hacia el norte, pero si bien ganaron algo de terreno en los días siguientes la resistencia francesa no cedió y el día 10 el cerco estaba de nuevo estabilizado.
En los días siguientes las tropas de AOK 19 expandieron un poco sus posiciones, tratando de ganar espacio para maniobrar. La 21ª no logró alcanzar la cabeza de puente ya que se enzarzó en una lucha de perros con la 14ª en torno a Hatten. Ninguno de los bandos logró una ventaja significativa pero el avance alemán fue incapaz de progresar. Dos semanas tras el inicio de NordWind la ofensiva había perdido el aliento.
japa escribió:Dos semanas tras el inicio de NordWind la ofensiva había perdido el aliento.
Lo cierto es que Nordwind fue una ofensiva de la que ni el mismo Hitler esperaba ningún resultado decisivo. Prácticamente se lanzó la operación únicamente con fines dilatorios. Las palabras del propio Hitler a sus generales antes del inicio de la operación son relevadoras:
"Este ataque tiene un objetivo muy claro: la destruccion de las fuerzas enemigas. No se trata de una cuestión de prestigio. Es un asunto de destruir y aniquilar a las fuerzas enemigas dondequiera que se encuentren. La cuestión de liberar Alsalcia tampoco importa. Sería muy bueno y la impresión que se llevaría el pueblo alemán seria inmejorable, en términos psicologicos; igualmente para la moral del pueblo francés sería deprimente. Pero eso no importa. Es mucho más importante, como dije antes, destruir el potencial humano enemigo".
Oh cielos. Es que por ahí leo Humber IV y Humber scout. Y la verdad, hasta ahora estaba como tú, ni idea de que iba en un vehículo brit. En un Humber scout ya me parecería demasiado temerario e innecesario.
Saludos.
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