El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
Gaspacher
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Mensaje por Gaspacher »

Yo ese giro no acabo de comprenderlo, al menos en relación con los judíos.

¿Debemos entender que en solo unos meses, segundones como Seyss-Inquart y Kaltenbrunner han logrado suficiente ascendencia dentro del partido y ante el propio Goering como para instaurar una solución final 2.0?

Por cierto, la conferencia de Wannsee tuvo lugar a instancias de Heydrich en enero del 42. ¿Han logrado adelantarla los susodichos o se trata de acciones locales?

Como sea, me parece forzado que los que eran cargos segundones en 1940-41, logren lo que no lograron Himmler y Heydrich hasta 1942.

saludos


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
kaiser-1
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Mensaje por kaiser-1 »

No sé. Hay que tener en cuenta que Hitler había estado machacando con ese discurso antisemita durante años, antes del feliz suceso acaecido en París. :twisted:
Goering, una vez encumbrado al poder tendría que tratar con individuos como éstos, que si bien disimularían inicialmente sus ideas e intenciones, aunque todos sabemos lo que hicieron en realidad. Lo sucedido recuerda a un edicto imperial romano antes de las persecuciones religiosas a los cristianos: libertad de culto y reunión, nada que temer de las autoridades, etc. y después cae el hachazo.
No se menciona que el sistema de campos de trabajo haya sido abolido, por lo cual, lugares de infame recuerdo hoy en día siguen abiertos. Que en lugar de presos políticos se meta a los judíos no causaría ningún problema logístico importante, aunque de momento sólo esté limitado a los que por desgracia están bajo jurisdicción alemana.


- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
Domper
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Mensaje por Domper »

Tres cuestiones, a vuelapluma:

- No se ha empezado con exterminio sistemático, sino simplemente lo que ya se hacía en Polonia desde 1939.

- Seyss y los demás serían segundones, pero las primas donnas están bajo tierra lo que les deja campo libre.

- Recordad que Goering presidió la conferencia de Wannsee, luego mucho estímulo no necesitaría. Con todo el exterminio ya había empezado antes: la primera matanza de Babi Yar fue en septiembre del 41, y no fue la primera salvajada de esta índole. Hubo Einsatzgruppen "trabajando" en Polonia desde principios de 1941, y en Septiembre se probó en Auschwitz el Zyclon B como alternatica al monóxido de carbono.

Saludos
Última edición por Domper el 12 Feb 2015, 14:35, editado 1 vez en total.



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Mensaje por APVid »

Un detalle.

Tras la patada a Reader, y ciertas actitudes hacia el desarrollo científico, no sería conveniente enviar una comisión urgente a Japón en plan de: este es el diseño del cañon 88,este es el diseño del pz IV, este es el motor Daimler-Benz último modelo, estas son nuestras tácticas de uso de submarinos,...
A cambio dadnos la licencia de vuestros torpedos, el diseño del sistema de retención de los portaaviones, el diseño de vuestros portaaviones,...


Domper
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Mensaje por Domper »

En la realidad se produjeron esos contactos y una comisión alemana pudo inspeccionar el Akagi, creo que en 1937 o 1938. Aparte de eso hay muy pocas cosas que pudiesen interesar. Los torpedos, desde luego, no, porque los alemanes en 1941 ya llevaban bastante ventaja. Los torpedos japoneses propulsados por oxígeno eran muy grandes, lo que obligaría a rediseñar los barcos alemanes, y muy vulnerables. Sí que resultarían muy interesantes los planos del Zuikaku o los del Unryu.

Si hay que mandar comisiones, mejor a Suecia, porque el cañón de 152 mm de los Tre Kronor (poco costaría modificar el ánima para que admitiesen proyectiles de 150 mm). Esos cañones habían sido encargados para los De Zeven Provinciën, pero los suecos los retuvieron y desarrollaron precisamente esos años un sistema de carga automática. El sistema es posible que fuese un poco complejo, y de hecho los equipos similares desarrollados en USA y UK dieron bastante guerra, pero el sistema sueco se ha mantenido en servicio hasta la actualidad, luego no sería tan malo.

Un sistema de ese tipo podría servir para armar a una nueva generación de cruceros alemanes, cuyo casco podría basarse o en los cascos de los Kreuser M, o incluso copiar los Tri Kronnor (pero solo con torres dobles, la torre triple frontal no pintaba nada). Esas torres podrían convertirse en armamento estándar para los cruceros que por entonces estaban en construcción: los dos De Zeven Provinciën, el francés De Grasse, los Etna, etcétera.

Saludos



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Mensaje por Domper »

Retorno

5 de Julio de 1941


El avión aterrizó en el aeródromo de Tegel y se acercó a la terminal. Von Manstein descendió y no se sorprendió al ver que un coche negro le esperaba. Un capitán paracaidista, del batallón de guardia del Statthalter, se dirigió al mariscal.


—Mariscal Von Manstein, debe acompañarme, por favor.

—¿Y mi equipaje?

—No se preocupe por él. No lo va a necesitar.

El mariscal fue a montar en el coche, pero el capitán le detuvo—. Mariscal, lo lamento pero debe entregarme su arma. Yo la custodiaré.

Von Manstein se resignó y le entregó la cartuchera con su pistola Walther P38. Luego el mariscal subió al coche. El capitán se acomodó en el asiento delantero y ordenó al conductor que se pusiese en marcha. El automóvil no se encaminó hacia el centro de la ciudad, sino que se dirigió al cercano suburbio de Spandau. Sin embargo pasó de largo ante la prisión militar, para luego tomar la autopista de circunvalación que rodeaba la capital. Al llegar al nordeste el coche tomó una de las salidas, y Von Manstein se tranquilizó al reconocer el paisaje.

El coche recorrió la familiar entrada y se detuvo en el puesto de guardia. El capitán enseñó un documento al centinela y este levantó la barrera. Reemprendieron la marcha y finalmente se detuvo ante el pabellón de invitados de Karinhall. Un criado corrió a abrir la puerta del coche y franqueó al mariscal el paso a la mansión.

El mariscal entró en el edificio y se sorprendió al ver que le esperaba su esposa con una gran sonrisa. El capitán también sonreía mientras le decía a Von Manstein:

—Mariscal, se ha preparado alojamiento para usted y su esposa. En la habitación encontrará su uniforme de gala. Le ruego que se lo ponga, ya que el Statthalter Goering le recibirá a las seis.

Mientras pasaba a su habitación para asearse y vestirse Von Manstein pensó que Goering tenía un sentido del humor bastante retorcido, aunque también comprendió que el paseo ante la prisión había sido un aviso. El mariscal terminó de verter su uniforme de gala, que le venía un poco ancho: dirigir las campañas de Egipto y Palestina era buen régimen de adelgazamiento. Una hora después otro criado introdujo a la pareja en el comedor, donde les esperaba el Statthalter. El mariscal se cuadró y saludó, pero el dictador se levantó y le estrechó la mano calurosamente.

—Mariscal Von Manstein, esperaba mucho pero sus logros han superado mis sueños. Ha conseguido una enorme victoria aunque disponía de escasas fuerzas. Con hombres como usted ¿qué no podrá conseguir el Reich? Pero tome asiento, estará hambriento.

La pareja cenó con Goering, que estaba acompañado por el ministro Seyss-Inquart y su esposa. Durante la cena solo se habló de banalidades, aunque Von Manstein no pudo dejar de reparar en el tono obsequioso del Statthalter, que parecía ignorar el paseo ante la prisión. Tras la cena los hombres pasaron al fumador. Un criado sirvió los licores y se retiró.

—Mariscal Von Manstein, me alegra mucho tenerle de vuelta. Supongo que le sorprendería que le cesase tan bruscamente, pero necesitaba guardar las apariencias.

—Statthalter, mi conducta en Palestina…

—Calle, mariscal. Sé que algunas de sus acciones no han sido muy del gusto de los más ortodoxos del Partido —miró a Seyss-Inquart— pero han seguido fielmente la doctrina del NSDAP. El Reich no persigue a los judíos por su raza sino por sus ideas, y los que prueben su fidelidad a Alemania serán perdonados. Es lo que ha hecho usted en Palestina ¿No es así? Pues ha seguido fielmente sus órdenes.

Von Manstein se sorprendió, pero al ver que Seyss-Inquart se mantenía serio entendió que era uno de los que abogaban por la vuelta a la anterior situación y por la persecución de los judíos. Pero antes que Von Manstein reflexionase sobre lo que estaba escuchando Goering siguió.

—Mariscal, usted ha herido mortalmente al Imperio Británico. Solo falta darle una patada para que ese tinglado decimonónico se hunda, y su subordinado Rommel está más que capacitado para hacerlo. Ahora Alemania le necesita para una misión mucho más importante que perseguir al cuerpo de camelleros por el desierto. Le he tenido que destituir para aparentar que no cuenta con mi favor, pero deseo que prepare una operación secreta de la que dependerá el destino del pueblo alemán.

—Estoy al servicio de Alemania.

—No tengo ninguna duda de ello. Mariscal Von Manstein, la victoria sobre los ingleses no aleja las sombras que amenazan al Reich, que se enfrenta a la mayor amenaza de su victoriosa historia. El oso ruso, Stalin, ha jurado destruir la civilización europea que Alemania representa.

Von Manstein calló. Era cierto lo que le había mostrado Schellenberg. Goering pensaba en atacar a los rusos.

—No se me escapa que Rusia es el enemigo más difícil al que se puede enfrentar Alemania —siguió Goering—. Sus inmensas distancias, sus grandes recursos y su enorme población suponen el mayor desafío al que nunca se enfrentará el Reich. He intentado mantener la paz pero Stalin está desplegando sus enormes ejércitos al otro lado de nuestras fronteras, armados hasta los dientes con las máquinas que la industria soviética fabrica en cantidades inimaginables. Si esos ejércitos caen sobre Alemania ¿qué ocurrirá?

Von Manstein entendió por el tono de voz que la pregunta era retórica y dejó que Goering siguiese exponiendo sus fantasiosas ideas. Aunque el mariscal pensaba que podía haber un fondo de verdad en todo ello.

—Mariscal, Alemania no esperará el ataque ruso. Si es el Reich, si es Europa la que se adelanta podremos aniquilar la última amenaza que pesa sobre el pueblo alemán. Pero esa ingente tarea le necesita a usted.

—¿A mí? —Von Manstein estaba tan sorprendido que olvidó el respeto que debía al dictador.

—A usted, mariscal. Le ofrezco el puesto de comandante en Jefe del Ejército del Este, para planificar y dirigir una operación destinada a destruir a la Unión Soviética, que deberá iniciarse en la primera ocasión favorable ¿Acepta?

Von Manstein pensó en los documentos que le había enseñado Schellenberg. Pero su deber de soldado solo le permitía una respuesta. Además si rechazaba el puesto sería otro general quien lo ocupase, tal vez alguno de esos fantoches que habían hecho su carrera aferrados a las faldas del partido. Además, como general en jefe, podría impedir las peores atrocidades.

—Acepto, Statthalter —dijo el mariscal—. Estudiaré la operación y le propondré un plan en cuanto sea posible ¿Qué limitaciones tengo?

—Ninguna. Tiene carta blanca. Puede disponer de todos los recursos militares, industriales y humanos de Europa, al menos en la fase de planificación. Yo daré la aprobación final a sus planes, desde luego.

—Gracias, Statthalter.

—Mariscal, sé que es imposible diseñar una operación tan compleja en poco tiempo, pero le pido que me presente un estudio preliminar dentro de quince días. No un plan concreto, sino simplemente un bosquejo de las operaciones. Necesito conocer sus impresiones antes de la Conferencia de Jerusalén.

—Statthalter, así lo haré, pero entienda que con tan poco tiempo mi informe será solo aproximado y podrá requerir importantes modificaciones.

Goering sonrió y se dirigió a Seyss-Inquart— ¿Lo ves, Arthur? Von Manstein es un militar de pies a cabeza y no otro de esos aduladores. Es de los pocos que se atreven a decirme la verdad. Mariscal —se dirigió a Von Manstein—, debe estar agotado tras el viaje y tiene mucho trabajo por delante. Le permito que se retire a sus aposentos, si así lo desea.

—Gracias de nuevo, Statthalter.

Una vez el mariscal salió de la habitación Goering se dirigió a Seyss-Inquart diciendo:

—Arthur, ha salido de aquí el mejor militar de Alemania, y tú querías eliminarlo ¿Has visto lo fácil que ha sido engatusarlo? Nada como la perspectiva de una gran victoria para ganarse la lealtad de un general. Mientras mantengamos al mariscal alejado de malas compañías podremos confiar en él. Le dejaremos que prepare nuestra victoria para los rusos. Él conseguirá las espadas para su Cruz de Caballero, y Alemania tendrá el espacio vital que se merece.

En su dormitorio el mariscal Von Manstein no conseguía conciliar el sueño, pensando en las implicaciones de lo ocurrido.



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Orkus
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Mensaje por Orkus »

Domper escribió:
—Arthur, ha salido de aquí el mejor militar de Alemania, y tú querías eliminarlo ¿Has visto lo fácil que ha sido engatusarlo? Nada como la perspectiva de una gran victoria para ganarse la lealtad de un general. Mientras mantengamos al mariscal alejado de malas compañías podremos confiar en él. Le dejaremos que prepare nuestra victoria para los rusos. Él conseguirá las espadas para su Cruz de Caballero, y Alemania tendrá el espacio vital que se merece.



Simplemente genial cómo enfoca cada personaje la realidad del momento. Política en estado puro. Ansioso por ver cómo continua esta historia


wilhelm
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Mensaje por wilhelm »

Ummm, no entiendo muy bien a que juega ahora Schellenberg, es lo suficiente listo como para darse cuenta de que Manstein, no podía negarse al nombramiento, seria su perdición.

Saludos.


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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

¿Manstein? creo que Domper hace un buen retrato del individuo en cuestión. En fechas tanm tardías como 1944, una vez retirado por causas de su enfrentamiento con AH y su patología ocular, todavía se compra una vasta extensión en Prusia Oriental... con eso está todo dicho.

Saludos


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Mensaje por Hereje »

Hombre, Manstein aunque no fuese exactamente nazi... Tampoco me atreveria a decir que fue antinazi o mostro comportamientos antinazis alguna vez. Me da la sensacion de que trataba de meterse lo menos posible en politica y pasaba, como se suele decir, de rollos.


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Mensaje por kaiser-1 »

Salvo muy escasas excepciones, todos los oficiales de alto rango seguían la política existente en la Alemania previa a la PGM: mantenerse alejados de la política y evitar (era una especie de prohibición tácita) dar opiniones políticas y militar en partido político alguno, (salvo von Reichenau y los más cercanos a Hitler casi todos los oficiales de alto rango eran apolíticos cuando no hostiles al partido nazi)


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Mensaje por Domper »

La hostilidad del generalato alemán respecto a los nazis me parece que fue más de pose que de facto. De acuerdo que les molestaban los modales barriobajeros de los camisas pardas, y que a (algunos) generales les repugnaban las medidas genocidas que se tomaron.

Pero el hecho fue que la mayor parte del mando alemán no solo aceptó la política hitleriana sino que contribuyó a ella con entusiasmo: recordemos el destino de los prisioneros soviéticos, responsabilidad del ejército, o la salvaje guerra contra los partisanos. La cúpula alemana aceptó enormes donativos (léase sobornos) de Hitler. La mayor parte de los militares no solo no se rebelaron sino que contribuyeron a la vesánica persecución de los relacionados con el intento de asesinato. La hostilidad solo resurgió cuando hasta para los más fanáticos la guerra estuvo perdida.

Además en la lista de generales afines a las ideas nazis me salen algunos más. Como mínimo, Keitel, Jodl, Model y Scörner. Otros, como Guderian, tragaban lo que fuese mientras les dejasen seguir jugando con sus tanques. Curiosamente, la más nazi de las ramas de las fuerzas armadas alemanas, la Luftwaffe, fue mucho menos dura que el ejército. Lo que de nuevo indica otra contradicción del carácter de Goering, que al mismo tiempo que dirigía la conferencia de Wansee protegía a sus prisioneros de guerra.

Saludos



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Mensaje por Domper »

Parias

6 de Julio de 1941


El ministro Franz von Papen pensó que había sido en ese reservado donde Schellenberg le había sorprendido al decirle que el golpe de estado de Irak era cosa suya. Eran los tiempos en los que Goering le escuchaba y Von Papen modelaba la política europea. Pero en las últimas semanas el papel del ministro se había reducido apenas a las ceremonias de recepción de embajadores. Todo había empeorado desde el día que le preguntó a Goering cuándo iba a abrogar las leyes de Nuremberg, tal como había prometido: el dictador le había respondido de muy malas formas, y desde entonces había encomendado cada vez más misiones a Seyss-Inquart. En las últimas semanas Von Papen no había conseguido que Goering le recibiese, y estaba pensando en presentar su dimisión. Tal vez le admitiesen en alguna embajada.

La puerta del reservado se abrió y entró el general Walther Schellenberg.

—He recibido tu recado —cuando Von Papen deseaba reunirse a solas con Schellenberg le enviaba unas cajetillas de tabaco—. Te agradezco el detalle, pero esos cigarrillos cada día me sientan peor.

Von Papen fue a hablar pero Schellenberg le detuvo con una mano, y siguió hablando del tiempo caluroso, de las mujeres que se paseaban por Unter den Linden y de otros asuntos intrascendentes, mientras revisaba la habitación. Abrió un armario y mostró un magnetófono. Lo paró y dijo al sorprendido Von Papen:

—Franz, tenemos cinco minutos. Luego tendremos que decir las tonterías de costumbre, y yo le llevaré la cinta a Goering, como siempre. No te extrañes ¿pensabas que no nos iban a vigilar? Me parece mejor que yo mismo sea quien me vigile. Al menos sé que mi guardián es alguien de confianza —rio Schellenberg.

—¿Grababas todo lo que hablábamos aquí?

—Pues claro —respondió Schellenberg—. Y luego le llevaba las cintas a Goering, aunque no sé si las escuchaba o no. No protestes, que no te estaba traicionando. Nunca le pasé al gordo grabaciones que pudiesen ser acusadoras. Además, mostrándome como el servidor más fiel creí que tendría más autonomía. Pero me parece que no ha funcionado. Goering me pidió que fuese franco con él, y cometí el error de hacerle caso, cuando lo que de verdad deseaba era tener una corte de aduladores. Pero no divaguemos y cuéntame que pasa, que se nos agota el tiempo.

—Entonces aprovecharé esos minutos. Walther, la prensa norteamericana ha publicado que Palestina está sufriendo un baño de sangre. He oído rumores pero nada concreto. Tú vienes de allí ¿Qué sabes?

—Franz, lamento tener que decirte que esos periodistas tienen razón. Un comando especial estaba matando a miles de judíos hasta que Von Manstein le ha parado los pies. Por eso lo han sustituido por Kesselring, que es uña y carne con el gordo.

—¿Qué me dices? ¿Ha sido como las masacres de La Línea de la Concepción o de Canarias?

—Mucho peor —dijo Schellenberg—. Lo de Canarias o lo de Gibraltar fue cosa de unos cuantos exaltados, mientras los ingleses miraban hacia otro sitio. Sin embargo lo de Palestina ha sido premeditado. Desde Berlín se envió un grupo de canallas cuya misión era el asesinato. Vi con mis propios ojos como mataban a cientos, tal vez miles, de prisioneros judíos. También tenían que destruir las colonias hebreas y exterminar a sus moradores.

—Si eso se filtra, será una catástrofe —dijo Von Papen.

—Ya es una catástrofe. Tras esos actos la historia maldecirá al Reich y a nosotros con él. No sé qué pensaban esos imbéciles ¿Creían que la historia no saldría a la luz? ¿O que el mundo nos aplaudiría por masacrar a mujeres y niños por el terrible pecado de haber nacido judíos? No sólo son crímenes repugnantes sino que, al no tener si quiera la sensatez de intentar ser discretos, van a conseguir arrastrar por los suelos el nombre de Alemania. Tendrías que haber estado allí para ver la impresión que esa matanza tuvo en nuestros aliados italianos: nos miraron como si fuésemos el demonio personificado.

—¿Los italianos poniéndonos mala cara? Esos, como los de la parábola, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Después de las bestialidades que cometieron en Abisinia, aun se ponen dignos.

—Tienes razón, ya sabes que para el público los asesinatos de negros no cuentan. Pero nosotros, y perdona que generalice, pero ese crimen nos mancha a todos, nosotros hemos matado a prisioneros que se nos habían rendido, y además delante de todo el mundo. Es un asesinato, pero también es una imbecilidad.

—¿Qué podemos hacer? —preguntó Von Papen.
—Yo ya no puedo hacer nada. No sé si Goering se fía de mí. Tal vez sea por su desconfianza natural, o sea cosa de Kaltenbrunner. La cuestión es que mi puesto peligra, y tal vez incluso mi vida. Esta va a ser la última reunión en la que voy a poder apagar el magnetófono.

—¿Le enseñaste a Von Manstein el documento sobre la “limpieza” de Rusia?

—Claro. Y a Rommel, y a todos los que me parecieron personas íntegras. Pero me siento como un sembrador que ha lanzado semillas por el campo sin saber si crecerán.

—Si prende en Von Manstein…

—¿En Von Manstein? —rio Schellenberg—. Ni lo sueñes. El gordinflón le ha ofrecido dirigir la invasión de Rusia y el mariscal, con su hondo sentido del deber, se ha apresurado a aceptar el encargo. El mejor soldado del siglo va a llevar a Alemania a la peor catástrofe de su historia.

—Desde luego. Atacar a los rusos sin acabar antes con los ingleses es suicida. Llevará a nuestra patria a la derrota.

—Si solo fuese el peligro de ser derrotados… Lo malo es que con Von Manstein al frente, Alemania puede ganar. Eso sí que será una catástrofe.



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Mensaje por leonidascl »

Domper

diculpa, parece que al continuar el relato copiaste el anterior.

solo puedo decir que espero las entregas como si fuera una serie de televisión


Leonidas, rey de Esparta, detuvo a los Barbaros por 7 días y murio frente a sus 300 lacedemonios
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Mensaje por leonidascl »

Domper

diculpa, parece que al continuar el relato copiaste el anterior.

solo puedo decir que espero las entregas como si fuera una serie de televisión


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