Batalla de Cavite

Los conflictos armados en la historia de la Humanidad. Los éjércitos del Mundo, sus jefes, estrategias y armamentos, desde la Antiguedad hasta 1939.
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Capitan rojillo
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Batalla de Cavite

Mensaje por Capitan rojillo »

Cavite es una ciudad de la provincia filipina del mismo nombre. Ocupa una península con forma de anzuelo en la bahía de Manila. En el siglo XIX pertenecía a España quien poseía dos grandes territorios ultramarinos, la isla de Cuba y el archipiélago de Filipinas. La ciudad es conocida ya que en las cercanías se libraron batallas navales en la cual en una de ellas no resultó benéfica para la corona española para seguir manteniendo estas dos posiciones de ultramar, el contrincante: la Armada de los Estados Unidos y con esto España dejaba de ser definitivamente una potencia mundial.

En la primera batalla que se generó en 1647, los países bajos habían hecho el intento de arrebatársela a la corona Española por su situación estratégica, que facilitaba el comercio entre Asia y México. El 10 de junio de 1647 una flota de las Provincias Unidas de los Países Bajos intenta tomar el puerto. Los españoles defendieron el puerto con fuego de artillería, hundiendo el buque insignia holandés. Éstos debieron retirarse, dejando el puerto bajo control español, pero no sin antes haber destruido Porta Vaga, una fortificación española para la defensa del puerto. Los holandeses seguirían merodeando por la bahía de Manila hasta el final de la guerra, en 1648. España mantenía posesión de Filipinas gracias la victoria obtenida.


"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
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Capitan rojillo
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Mensaje por Capitan rojillo »

Parte de los antecedentes que hacen como referencia de la pérdida de la batalla de la armada española contra la americana en la batalla de Cavite en 1898 son:
• La coincidencia de la insurrección cubana que se produce a la par con la de las Filipinas. En 1895 se da el levantamiento de José Rizal, que es vencido y fusilado un año después, en 1897, sus hombres pactaban la rendición, pero no significaba la pacificación de la región.
• La inadecuada política colonial de los partidos dinásticos, que no daban autonomía a las colonias, prefiriendo apoyar las tesis de la burocracia peninsular, de los comerciantes y otros sectores.
• La ambición expansionista de EE.UU., en el contexto de la “carrera colonial”.
• La inestable situación interna, conjugada con la insolidaridad e inhibición de todos los países europeos.
• Entre otras más.

Los sucesos indican que Diez días después de la explosión del Maine, el 25 de febrero de 1898, el comodoro Dewey recibe la orden de partir con su escuadra, estacionada en Yokohama, hasta Hong-Kong para estar más cerca del teatro de operaciones que debe abrir en las Filipinas con objeto de distraer fuerzas españolas y de impedir la salida de la flota española del Apostadero de Cavite, al mando del Almirante Patricio Montojo.

El Comodoro Dewey se encontraba en Hong-Kong, al mando de una escuadra compuesta por cuatro cruceros protegidos y dos cañoneros, con la misión de atacar las Filipinas en caso de guerra con España. A medida que la guerra se iba aproximando la mayor preocupación de Dewey era que su escuadra no quedase inmovilizada en el Lejano Oriente por falta de carbón, suministros y abastecimientos. Dewey descubrió que los otros jefes navales habían acaparado todo el stock posible de carbón galés de primera calidad. Sin embargo, Dewey pudo comprar el barco carbonero Nanshan con 3000 toneladas de carbón a bordo, y posteriormente adquirió el buque de vapor Zafiro como barco de abastecimiento.
El problema de la munición se alivió al llegar el 22 de abril el crucero Baltimore con una remesa especial de Hawaii.


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Capitan rojillo
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Mensaje por Capitan rojillo »

Dewey el 6 de abril recibió un telegrama que decía: "Echar fuera todo el maderamen", lo que significaba que era el momento de ejecutar esta misión próxima. Tras declararse la guerra se trasladó a la bahía de Mirs el 27 de abril, para salvar los escrúpulos neutralistas de Inglaterra, y se preparó para un ataque que no entrañaba para él ningún riesgo porque las fuerzas navales que España mantenía en Filipinas a las órdenes del Contraalmirante Patricio Montojo no tenían prácticamente ningún valor frente a las suyas. Frente a cuatro cruceros protegidos armados con cañones de 203 milímetros y de dos cañoneros con cañones de 152 milímetros, los siete cañoneros de Montojo sólo montaban artillería de 120 milímetros, salvo los cuatro cañones de 150 del viejo "Castilla", que no estaba en condiciones de funcionar al 100, y en las mismas circunstancias se encontraba el "Antonio de Ulloa" que sólo tenía dos cañones de 120 milímetros.

Por otra parte la base naval de Cavite no tenía prácticamente ninguna defensa. Debido a que la marina nunca aceptó a Cavite como base solo viéndolo como un reducto contra los levantamientos indígenas y no como una defensa contra enemigos que viniesen del mar, no le dieron la importancia de las defensas.


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Capitan rojillo
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Mensaje por Capitan rojillo »

Cavite situada en el fondo de la bahía de Manila, cuya boca no tenía artillería ni podía cerrarse con torpedos de fondo por la profundidad que en ella existe, su defensa artillera se limitaba a cinco cañones Hontoria de 150 milímetros montados en Punta Sangley porque los demás eran de avancarga y no tenían prácticamente ningún valor. Desde muchos años antes se había pensado en trasladar la base a la bahía de Subic, pero a última hora deciden el traslado desmontando cuatro cañones Hontoria de Punta Sangley para llevarlos a Subic el día 15 de marzo de 1898 un mes después justo de la voladura del Maine y 36 días antes de la declaración de guerra con los Estados Unidos de América, con el objeto de reforzar sus defensas. Pero este modelo anticuado no podría competir con los de tiro rápido de 5 pulgadas que montaban los buques americanos.

Debido a la instalación de estos cañones hubo fuerte controversia en los mandos del Ejército y la Armada, mientras para los primeros el objetivo principal era defender Manila, Montojo señaló que la escuadra sólo podría defender adecuadamente Subic que, si bien se encontraba lejos de la capital, estaba más cercano a la entrada de la extensa Bahía. Lo ideal hubiera sido que la escuadra española se hubiera situado frente a Manila, combatiendo para su defensa con el apoyo de las baterías de la ciudad, pero los mandos españoles no querían que la hermosa ciudad fuera escenario del combate, lo que hubiera supuesto con total seguridad un gran número de bajas entre la población civil. Se decidió finalmente un despliegue de artillería de costa que no fue ni idóneo ni suficiente, y en el que no entraremos para no extendernos en demasiados prolegómenos. Todo esto saldría más tarde a relucir en el penoso proceso al Almirante Montojo. El caso es que, según declaró el General de Ingenieros Rizzo: "Se acopiaron materiales y quedó la Marina en facilitar los que tuviese en Olongapo, fue preciso hacer desmontes en Isla Grande, construir los macizos con hormigón hidráulico, que habían de sujetar las grandes bases de piezas, y formar espaldones para cubrir a los defensores, así como preparar alojamientos; no hubo tiempo, hasta la presentación de la Escuadra enemiga de terminar las obras más indispensables, para poder colocar y servir las piezas expresadas, ni tiempo para que, aun terminadas dichos macizos, quedasen consolidadas para resistir el retroceso de las piezas." Así nos pilló la guerra en la mejor Bahía que teníamos en el Archipiélago.


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El 21 de abril la Junta de autoridades del archipiélago se reúne para determinar la directriz a seguir, quedando el Almirante Montojo como responsable de cerrar la boca chica de Subig, con buques echados a pique y de cerrar con minas la boca grande de Subig. Al mismo tiempo, se procedía a la movilización general en el archipiélago, para hacer frente a la inmediata agresión americana.

El almirante para cumplir su objetivo, requería 167 minas, ya que la boca del puerto tenía dos mil metros aproximadamente y que cada mina podía cubrir un espacio lineal de 12 metros. Pero al final por diferentes razones solo termino fondeando 5 minas y estas pocas minas para mala suerte de los españoles no explotaron.

Montojo además había recibido la promesa del envío de 70 torpedos Bustamante, que no pasaron de Suez, y el de los cañones Armstrong desmontados de la gloriosa "Numancia" y de la "Victoria" los cuales no llegaron a salir de Cartagena Ese mismo día Montojo comunicaba a Madrid: "tengo para combatir el 'Reina Cristina', 'Austria', 'Isla de Luzon' e 'Isla de Cuba' ", en total disponía de 6.769 toneladas de material casi inservible no porque fuera anticuado, si no por el mal estado de mantenimiento en el que se encontraban los buques españoles, y es que el arsenal de Cavite había quedado del todo punto obsoleto para las necesidades de éstos. En el momento de estallar la guerra, tres de los principales buques estaban siendo sometidos a grandes reparaciones y el resto se encontraba en deficiente estado. Podría pensarse que aquella parecía más una escuadra que acabara de salir de un combate que una que se preparara para empezarlo. A esta deplorable situación del material a flote se unía la escasez y la falta de preparación del personal que componía en aquellos momentos la Armada Española.

Al declararse la guerra, Montojo, que sabía que había de ser atacado, y que no habiéndole llegado los torpedos reiteradamente solicitados comprendía la indefensión de Cavite, aun así el 25 de abril zarpa para Subig telegrafiando "salgo esta noche con escuadra para Subig. Mis subordinados y yo procuraremos corresponder a las aspiraciones de la patria”. Así Montojo se dirigió con los buques que podían moverse a Subig, pero al llegar allí se encontró con que los cañones no estaban montados aún y no tuvo otra solución que ordenar su destrucción para que no cayeran en poder del enemigo. Finalmente viendo la situación tan negativa Montojo retornó hacia Manila para tratar de preparar la defensa. El regreso a Manila produjo gran alarma entre la población transformado en críticas al Almirante por el miedo, más bien el pánico a la escuadra enemiga, y donde el Capitán General le prohíbe colocarse frente a la capital por temor a un bombardeo sobre la ciudad. Una vez allí había dos alternativas, apoyarse en Manila y sus defensas costeras o en Cavite. Escogiéndose la segunda como la opción más viable y que para los americanos Cavite también era la perfecta cabeza de puente para la futura invasión. Por lo que acaba por situarse frente a Cavite. El lugar será descrito por el capitán de navío Concas así: “Bajo el punto de vista militar, Cavite es un absurdo.....En Cavite nos espera un desastre a la primera ocasión”.


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En este traslado a Cavite surgen celos de competencia del Capitán General, recién llegado a su puesto, con la autoridad de Marina, por haberse esta última entendido con el Ministro sin consulta previa con el citado Capitán General, General Agustín.

Al salir de Subig podía haberse intentado una figura de "Fleet in beeing" escondiéndose en algún río o en los arrecifes del sur, obligando al enemigo a buscarla en sitio tan apartado de sus comunicaciones habituales, y no ofreciéndoles el combate sino en condiciones de que no pudiera ser nunca decisivo, pero el Almirante Montojo dejó escrito: "No podía abandonar la bahía de Manila con la Escuadra sin oponerme directamente a la idea que el Excmo. Sr. Teniente General Agustín tenía sobre el particular."

Estando en aguas españolas la flota americana se apresta a reconocer la Bahía de Subig con la certeza de encontrar la flota de Montojo y así poder bloquearle, pero al no encontrarle, Dewey decide poner rumbo a la Bahía de Manila.

A las 7 de la mañana del 30 de abril, informaron a Montojo de que los barcos norteamericanos habían sido avistados al amanecer en la bahía de Subig. A medianoche oyó el estampido de cañonazos y dio órdenes a sus hombres de prepararse para la acción.

La escuadra americana pasaba sin ser vista frente la isla del Corregidor, sin que ninguna de las cañoneras que patrullaban la zona los divisara. Dewey fue un suicida. Se adentró en la bahía de Manila de noche, a pesar de los rumores sobre las formidables baterías de costa y las abundantes minas con que estaba sembrada la bahía, los buques americanos iban totalmente a oscuras y sólo una pequeña luz en popa indicaba al buque siguiente la derrota a seguir. El único peligro al que estaban expuestos los buques de Dewey eran las minas, que no hicieron acto de presencia.


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Mensaje por Capitan rojillo »

El enfrentamiento estaba solo a unas cuantas horas. Los americanos contaban con seis buques, los Olympia, Baltimore, Raleigh, Petrel, Condord y Boston. Los cuatro primeros eran cruceros protegidos y, los dos últimos, grandes cañoneros. En total sumaban 19.000 toneladas de desplazamiento. El insignia del almirante Dewey, al mando de las fuerzas atacantes, era el Olympia. Su poder ofensivo combinado era el siguiente: diez cañones de 203 mm., veintitrés de 152, veinte de 127 y un total de cincuenta piezas ligeras que iban de los 57 mm a 37 mm. Completaban su armamento 10 tubos lanzatorpedos. Eran de construcción moderna.
Por parte de la Armada Española se contaba con 7 buques, entre los que se encontraban los Reina Cristina (insignia de Montojo), Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Don Antonio Ulloa, Don Juan de Austria, y el Velasco, sumando un total de 14.000 toneladas. Estaban armados con treinta y siete cañones de entre 160 mm y 120 mm. Nueve de entre 90 mm a 70 mm y treinta y cinco piezas ligeras de 57 a 37 mm. Se completaba el mismo con un número indeterminado de ametralladoras de entre 25 y 11 mm y trece tubos lanzatorpedos.

Al alba del 1 de mayo la escuadra de Dewey, formada en línea de fila ("Olympia", "Baltimore", "Petrel", "Raleigh", "Concord", “Boston"), entró por la boca grande de la bahía de Manila, entre Corregidor y el Fraile, y se dirigió a Manila, la flota de Dewey se encontraba frente a Manila. Los españoles al verse sorprendidos dan la indicación que inmediatamente las baterías de costa respondan, comenzando a disparar desde la isla de Corregidor, pero la distancia a la que se encontraban ya los buques enemigos hizo que los disparos no alcanzaran a la flota americana.

Dewey consciente de su exposición a los temibles proyectiles españoles, amenaza a los responsables políticos de la ciudad con el bombardeo. Éstos, temerosos de ver destruida Manila, aceptan su condición: inutilizar las posiciones artilleras españolas. Entonces los americanos viraron hacia Cavite donde esperaban en línea de fuera a dentro y parados, los "Cristina" (insignia de Montojo), "Castilla", "Cuba", "Luzón", "Ulloa", "Austria" y "Duero".
La escuadra de Montojo se encontraba fondeada frente a Cavite, y era de todas las posibles ubicaciones de la flota la que menos garantías ofrecía para su defensa. Sólo la ayuda divina podría evitar la catástrofe que se avecinaba.


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Para el combate dispuso el Almirante los buques acoderados y con todas sus amarras abalizadas, con objeto de aprovechar los cañones del "Castilla" y el "Ulloa" que estaban de pontones y por tanto sin movimiento, pero cuyos cañones, sobre todo los del primero aún tenían cierto valor combativo. Al disponerlos así, para ponerse en movimiento, como lo hizo gallardamente el "Cristina", no tenían más que picar las bozas y salir avante. Se apoyaba también en los dos cañones montados en Punta Sangley y el dispositivo cerrado sobre dicha bahía obligaba al enemigo a utilizar una sola banda de su artillería, pues de haberlo dejado interponerse podía usar una contra tierra y otra contra los barcos.

A las 5.45 horas de la mañana comenzó el combate cuando los americanos llegan ante la escuadra española que los reciben con fuego. A una distancia quizás excesiva de 5000 metros, los buques españoles se quedan cortos en sus disparos, ante lo cual los americanos se limitarán a efectuar varias pasadas frente a los españoles disparando fuera del alcance de éstos. Instantes después el Olympia, el Baltimore y el Boston, con su artillería de concentraban su fuego sobre el Castilla y el Reina Cristina, que reciben numerosos impactos y les causan grandes daños. El Cristina que en poco tiempo quedó incendiado, con varias piezas inutilizadas y una enorme cantidad de bajas. A pesar de ello trató de abordar al "Olympia”, pero antes de llegar a conseguirlo quedaron inutilizadas sus calderas y sus cañones fuera de servicio. De haber logrado su acometido el Cristina de arremeter contra el Olympia y hundirlo, posiblemente hubiera podido haber provocado un cambio en el curso de la batalla. El Almirante cambió entonces su insignia al "Isla de Cuba", mientras el "Cristina" se hundía con 41 muertos entre ellos su Comandante, Luis Cadarso, y 210 heridos lo que representaba un 75% de bajas. La flota de Dewey inició entonces una serie de pasadas a una velocidad de 6 nudos, reduciéndose poco a poco la distancia del combate con los inmóviles buques españoles, que llegó a ser de 2.000metros.
Los demás buques fueron siguiendo poco a poco la misma suerte. El “Castilla” combatió dos horas hasta que se hundió ardiendo. Al “Ulloa” le sucedió lo mismo.

El resto de los buques, agotadas sus posibilidades de combatir, se dirigieron entonces hacia Bacoor. La escuadra al mando del almirante Montojo no pudo hacer otra cosa que caer impotente y fueron destruidos por orden del Almirante para que sus restos no pudieran caer en poder del enemigo.


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Mensaje por Capitan rojillo »

En el parte oficial de Dewey puede leerse lo siguiente: "A 0700 el buque Almirante 'Cristina' hizo un esfuerzo desesperado para salir de la línea y combatir a corta distancia pero fue recibido con tan tremendo fuego que a duras penas si pudo volver a abrigarse de la punta. Entonces estallaron los dos incendios en dicho buque que no pudieron ser apagados hasta que se fue a pique.
A las 7:35 h, con la escuadra española y las defensas costeras casi destruidas, Dewey retira momentáneamente sus barcos para reorganizarse y ordenó que se diera de comer a sus agotadas tripulaciones que llevaban en pie toda la noche. Esto fue más debido al informe que recibió Dewey de que no le quedaban más que 15 disparos por cañón de 15 cm. Montojo desafortunadamente no tuvo la certeza de adivinar el porqué de este paro momentáneo de la batalla y de la preocupación del almirante yanqui sobre si estaba corto de municiones, de haber adivinado esto posiblemente no habría hecho lo que hizo: dar el combate por perdido y ordenar el abandono de sus buques, quitando el cierre de las piezas y abriendo los grifos. Pero a pesar de dicha acción generada por Montojo, los buques españoles podrían haber seguido disparando dado el poco fondo de las aguas de la bahía en ese punto, los buques se hundieron pero las cubiertas asomaban por encima del agua, lo que hubiera permitido seguir abriendo fuego sobre el enemigo, pero ya se había dado también la orden de comenzar a evacuar a las dotaciones para evitar perder vidas.

Dewey tras recontar la munición y disimular la parada dando de comer a la gente volvieron a la carga destruyendo todo lo que quedaba a flote y el arsenal. En el arsenal de Cavite se izó la bandera blanca de la rendición.

Como consecuencia del combate, Cavite quedó en poder de los norteamericanos los cuales anclaban frente al arsenal de Cavite mientras tenía lugar la reunión previa a la entrega de la plaza.

Aquella catástrofe naval tuvo dos consecuencias inmediatas: reactivó y generalizó la insurrección tagala, encabezada de nuevo por Emilio Aguinaldo, y provocó la deserción masiva de los soldados indígenas. Augustin se encastilló en Manila y su inexplicable pasividad durante el mes de mayo permitió que los insurrectos cercaran la ciudad y coparan los pequeños destacamentos que Polavieja había desperdigado por Luzón un año antes.


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