Una de las misiones más importantes que cumplió el Grupo Especial/TEAR - en los años 50s/60s - fue el establecimiento, defensa y operatividad de la Cabeza de Playa del Aaiun (en lo sucesivo: CPL). El Sahara Occidental estaba en estado de alerta y con una superficie, casi la mitad de España, disponía de un puerto muy modesto en la zona sur (La Guera. Villa Cisneros), pero ninguno en el norte (zona fronteriza con Marruecos y por tanto más sensible). Para paliar tal carencia se estableció la CPL. Habría que consultar los archivos del Grupo Especial/TEAR y de la Agrupación de Canarias para conocer con exactitud la fecha de su establecimiento.
Para cumplir la misión se constituyó, en el Grupo Especial/TEAR, la Compañía Expedicionaria de infantería de marina, que prefiero llamar Unidad Expedicionaria porque, como veremos, tenía una entidad mayor. La CPL tenía un perímetro inicial semicircular menor pero pronto de unos 5 km de radio (apoyada en la mar) con dos líneas defensivas: la 1ª, a unos 2 km, con subelementos/elementos defensivos y una alambrada en todo el perímetro; la 2ª línea, a unos 5 km, apoyada en 6 fortines y otras posiciones que se proporcionaban apoyo mutuo. Todas las unidades vivían en sus posiciones y fortines.
El mando de la CPL lo ostentaba un capitán de corbeta que era, a la vez, Ayudante de Marina. La Fuerza en la CPL estaba constituida por : La Unidad de infantería de marina (3 secciones de fusiles, 1 sección de Armas y 1 sección de M81mm); la compañía de Mar del ejército de tierra; una sección. de Cabrerizas ; unidades logísticas del ET y algunos marineros de la Ayudantía de Marina. El mando de IM tenía la misión de defender, con estas fuerzas, la CPL. y era un cometido muy importante pues, por la playa, entraban todos los abastecimientos para aprovisionar, tanto a las fuerzas del norte del territorio como a las compañías petrolíferas, que hacían prospecciones en la zona, y otras. Los abastecimientos se “barqueaban” desde buques fondeados, con LVTs y DUKs civiles y militares, o llegaban directamente a la playa mediante la varada de lanchas de desembarco militares y civiles (tipos BDK,s, LSM,s y LST,s). (Finalmente decir que había destacada en el sur, en el faro de Bojador, una sección de Infantería de Marina, en misión de guarnición, que en algunos aspectos logísticos era apoyada desde la CPL.)
El personal iba destacado a la CPL por períodos de 6 meses. En aquel arenal sin ninguna distracción, más que muchos trabajos mecánicos y ejercicios de adiestramiento, no es extraño que pasasen cosas peculiares pues, a lo anterior, se añadían los efectos del “siroco” (viento que al decir de los enterados recibía tal denominación porque ataca al “coco”. Y debía de ser así porque a los que ”desvariaban” se les decía “asirocaos”).Total que algunas cosas que al lector le parecerán chaladuras, allí eran normales y solo achacables, comprendidas y disculpables por la situación que se padecía. Porque, bromas aparte, la vida allí era realmente dura y para soportar esas condiciones el personal tenía también que ser duro y sufrido. Y aquellos soldados lo eran.

En la CPL el personal militar, como es natural, no tenía allí a su familia excepto un brigada del ejército de tierra. Tenía un hijo, discapacitado psíquico, y era tal el cariño que profesaba al padre que siempre lo tenía que tener a su lado. La comida, en el destacamento, era buena y especialmente el pescado; solo había algunas carencias de vegetales y frutas, pero donde la falta era absoluta era la carne – pues no todo el mundo se atrevía con la de camello -.
Y el único entretenimiento que había era el cine, un par de veces al mes; de tal modo que el peor castigo para un soldado era dejarlo sin el. Al cine, pues, acudía todo el personal civil y militar. Se apagaban las luces y en silencio, empezaba la película y, de pronto, en altísima voz se oía:




Era el hijo del brigada que lo gritaba y repetía con entusiasmo, de vez en cuando, durante la proyección. Pero la grandeza del caso es que, a aquella “manifestación personal”, se le añadían todos los espectadores que, gritando como posesos, producían un vocerío monumental : ¡¡Hay que comé canne!!.¡¡Hay que comé canne!!... Se ignora si los mandos se unían a la manifestación - aprovechado la oscuridad -. Es preciso, para finalizar este episodio, enfatizar que el chico está fuera de toda chanza y añadir que era queridísimo por todo el personal de la CPL.
Visita de inspección
Un día visitó la CPL el capitán general de Canarias - que tenía su CG en SC de Tenerife, de quien dependían las fuerzas de todo el territorio. Se designó a una sección de Infantería de Marina para rendir los honores reglamentarios, y todos los oficiales y suboficiales, que no estaban en formación, formaron en línea frente a la sección. Una vez pasada la revista, el general fue hacia los mandos que, como es lógico, vestían de uniforme de verano. El orden, de los mandos a revistar, era el siguiente: Infantería de marina, compañía de Mar del ejército de tierra y otras unidades (El uniforme de verano de la compañía de Mar era exactamente igual que el de infantería de marina, no se diferenciaba absolutamente en nada). Pasa el capitán general saludando a cada uno que se le presenta como es preceptivo:
- Teniente, fulano, de Infantería de Marina.
...
- Teniente, mengano, de la compañía de Mar del ejército de tierra.



Había un guía saharuhui, asignado a la unidad, que se llamaba Asmán o algo así. Era un elemento muy valioso, pues el terreno carecía de referencia alguna y los planos muy deficientes. Los saharahuis, de día, se ponían en cuclillas con la mano de forma peculiar sobre los ojos, para que no le molestase el sol, y veían casi a más distancia que una persona con prismáticos - la exageración no es muy excesiva - y ya de noche su sentido de la orientación era algo asombroso.
Bien, pues nuestro amigo Asmám vivía en una “jaima” con su familia – como era pobre solo tenía una mujer aunque muchos hijos -. Unos kilómetros al norte había el lecho seco de un río; allí había leños y matorrales que los nativos recogían para hacer fuego.
Y un día Asmán, con su “mujera”- así la llamaba - fue al río a buscar leña para la semana. Al regreso la comitiva venía así : delante, Asmán montado en un camello, con ese andar elegante y altivo, y detrás, su “mujera” con un haz de leña impresionante sobre la cabeza.
Al pasar cerca de unos soldados uno le dijo: "¿Cómo vas tan cómodo montado en el camello, mientras tu “mujera” viene a pié y tan cargada?"



Permítaseme una pequeñísima y breve licencia. Licencia porque lo que ahora voy a relatar no es una nota más o menos graciosa sino una absoluta y seria verdad. Por tanto permítaseme expresarme en primera persona.
En la CPL había varias compañías civiles y unidades militares. Bueno pues lo mejor de la CPL era la unidad de infantería de marina que siempre, siempre, cumplió con su deber e increíblemente nunca causó el mínimo problema donde no faltaban todos los días - y no leves precisamente - . A mí siempre me ha gustado la táctica y puedo decir que jamás he visto unidad como aquella. Bien es verdad que tenía varios factores a su favor. UNO: que todo el territorio era un campo de maniobras (se salía del primer perímetro de la CPL y ya se podía hacer fuego real). DOS: disponíamos de munición “ a punta-pala” (nos aprovisionábamos de marina y ejército y nunca tuvimos problema; por el contrario, nuestros polvorines siempre estaban llenos). TRES: El personal de tropa (en su mayor parte andaluz y canario) era extraordinariamente alegre, disciplinado, respetuoso... y todo dentro de una camaradería y espíritu de unidad difícilmente superable. CUATRO: la misión encomendada, y la situación en el territorio, favorecía la necesidad de estar permanentemente preparados para afrontar situaciones reales... ENÉSIMO: quizá, el “siroco” que propiciaba la realización de ejercicios, que podrían catalogarse como muy peligrosos y que se desarrollaban allí de la manera más normal y sencilla. Puedo afirmar - y afirmo - que la Unidad Expedicionaria gozaba, merecidamente, de un gran prestigio en una zona donde concurrían las mejores unidades de las FAS.
Para terminar decir que la CPL, integrada en el sector NW del Sahara, en la época que relato, dependía del jefe del Tercio de la Legión de Aaiun. El coronel pasaba revista de inspección al menos una vez al mes; primero visitaba las instalaciones y después siempre como un rito – decían que era lo que más le gustaba - preguntaba por la unidad de infantería de marina. Sucedía en cada visita: La unidad formaba fuera de la cabeza de playa “de campaña”, se le proporcionaba al coronel un operador-radio y unos prismáticos y el jefe de la CPL le indicaba: "Allí está la unidad. ¡¡Mándele lo que quiera!!”. Y la unidad realizaba el ejercicio ordenado. En “orden abierto”, y fuego real, me atrevo a decir que nadie superaba a nuestros infantes. Como dije antes, estaban considerados, con todo merecimiento, entre la élite de las fuerzas del territorio.
SALUDOS