Lo más probable es que, como cualquier señor o noble de la época, tuviera más bien poca consideración hacia el pueblo llano y cometiera actos injustos hacia la plebe. Y lo que es seguro es que sus ejércitos mataron, devastaron, saquearon y arrasaron cuando pudieron, que no fueron pocas veces.
No pretendo ensalzar la figura de un rey medieval, pero dentro de su debido contexto creo que la figura de Alfonso I, rey de Aragón y de Pamplona, no ha sido justamente tratada ni ocupa en lugar que merece en la historia de este país.
De él dice alguna crónica tardía: «clamabanlo don Alfonso batallador porque en Espayna no ovo tan buen cavallero que veynte nueve batallas vençió». "El maldito" le llamaban algunos musulmanes y algunas crónicas leonesas y castellanas hablan de jefe de ejércitos de bandidos, saqueadores y violadores de iglesias.
El Rey Alfonso I con casi toda probabilidad pasó más tiempo en campaña militar que en palacios, hasta el punto de preferir la vida de campamento que cualquier otra. Estuvo siempre acompañado de la mejor caballería aragonesa y navarra y muchas veces se sirvió de sus aliados francos y de algunos condes catalanes fieles. Se enfrentó unas veces a los musulmanes y también cuando fue necesario a leoneses y castellanos para defender sus derechos reales.
No tuvo la suerte de ir acompañado por ningún cronista que fuese redactando sus gestas y, claro está, las crónicas de los que fueron sus enemigos no le dejan en buen lugar.
Pasó la vida de batalla en batalla, algunas de las cuales sólo han quedado en el recuerdo de la tradición oral. Y a consecuencia de una batalla, como no podía ser de otra manera, encontró la muerte.
