OPERACIÓN ALBA (fase terrestre de Muntaner), 6 al 25 de julio Durante una semana las operaciones navales de la escuadra se centraron en limpiar de minas enemigas los alrededores de Imbros y Tenedos, donde descubrieron varios campos de minas enemigos. Sin duda fue una suerte que ninguno de los buques se hubiese acercado tanto a aquellas costas, pues podrían haberse perdido irremediablemente. Por fortuna la superioridad naval lograda les había permitido hacer las cosas con calma, y gracias a ello evitar el peligro. Mientras eso ocurría la flota francesa con la ayuda italiana y de la Royal Navy ocupo Creta, isla desde la que podían controlar la salida del Egeo con mucha más facilidad que desde el interior. En días posteriores sus grupos de búsqueda formados por divisiones de destructores al mando de un crucero ligero lograrían acabar con 7 submarinos
(1), al precio de 3 destructores y un crucero protegido. La mayor pérdida correspondería por el contrario a dos destructores y un crucero ligero que se adentraron en un campo de minas tendido por el Brummer cerca del estrecho de Mikonos el día 9 de julio.
Tras descansar unos días en Estambul y rellenar sus carboneras con el carbón que habían llevado sus buques de apoyo a causa de la carestía otomana, la flota combinada que ahora incluía el crucero de batalla Yavutz y el ligero Midilli, partió rumbo al Cáucaso, a cuya costa arribo el día 6 de julio. Frente a ellos la ciudad de Poti parecía haber enmudecido ante la aparición del poderoso enemigo. Inmediatamente los dragaminas empezaron a rastrear las aguas cercanas para abrir un camino a los transportes de tropas mientras la escuadra permanecía más alejada
(2).

Cuando la flota estuvo dispuesta se reanudaron las operaciones en el Mar Negro. A lo largo de toda la mañana del día 6 de julio miles de soldados descendieron de los transportes a unos botes que los llevaron hasta las playas del norte de la ciudad. Con la primera oleada viajaba el coronel Castro, quien no pudo sino pensar que si hubiesen dispuesto de las barcazas K británicas de como las que habían recuperado dañadas en Tanger, el desembarco hubiese podido ser realizado en la mitad de tiempo y sería mucho más efectivo. Pese a todo no tuvieron contratiempos, y ante la falta de defensores lograron desembarcar sin problemas para a continuación dirigirse a la ciudad que cayó sin lucha. Esa misma noche los transportes empezaron a entrar en el puerto para desembarcar al grueso del ejército y las armas, equipos y suministros del Ejército de Oriente al mando del general cántabro Julio Ardanaz Crespo. Este ejército estaba formado por las divisiones 36, 37, y 38, cada una formada por dos brigadas según el método habitual. A estas unidades se sumaban dos regimientos de caballería que incorporaban 16 vehículos blindados Pizarro, y una escuadrilla de aviación equipada con 14 viejos BCD.
En días posteriores mientras una brigada perteneciente a la 36ª división de infantería aseguraba la ciudad, y su segunda brigada de infantería marchaba hacia la Batumi siguiendo la costa, el resto del ejército dividido empezaría a extender su control hacia el este. Utilizaría para ello la línea férrea que unía la ciudad con la petrolífera Bakú, junto al mar Caspio, lo que le permitió una movilidad excelente. Cuando las fuerzas rusas que estaban combatiendo con los turcos en el sur del Cáucaso conocieron la noticia, el pánico se extendió entre los soldados. Si el nuevo actor que había aparecido lograba ocupar los pasos de montaña en la cordillera del Cáucaso, dejaría totalmente aislados a las decenas de miles de soldados rusos que combatían en el sur.
Fue el último clavo en el ataúd de ese ejército ruso que luchaba a unos 200km al sur de allí, en las montañas de Anatolia frente a los turcos. Sin que los mandos pudiesen impedirlo unos soldados que ya estaban soliviantados y con la moral por los suelos tras la reciente revolución, arrojaron sus armas y equipos y echaron a correr hacia el norte tratando de regresar a Rusia y evitar así ser atrapados entre dos fuegos
(3). Tras ellos los turcos trataron de perseguirlos, siendo retardados más que por la acción del enemigo por la necesidad de detenerse a recoger las armas y equipos abandonados.
Para el Tte. general Ardanaz la campaña militar pronto devino en un caldero de intrigas políticas fruto de la revolución de febrero. Si quería mantener la estabilidad de la región con el mínimo esfuerzo debía evitar indisponerse con sus habitantes, por lo que tuvo que recurrir a apoyarse en sus élites para gobernar la región. El Gobierno Provisional Ruso había establecido un Consejo Nacional de los Pueblos del Cáucaso para gobernar la región en nombre de Rusia, sin embargo el debilitamiento del gobierno central produjo que en realidad el poder pasase a manos de las diferentes etnias que vivían en el Cáucaso. La situación era propicia para aprovechar la disensión y aconsejado por el coronel Castro, no dudo en entablar conversaciones con Noe Ramixvili y Noe Zhordania, ambos mencheviques y líderes de un movimiento que abogaba por la independencia de Georgia. Solo 10 días después del desembarco, Ardanaz se convertía en garante de la independencia de Georgia.

A finales de mes el frente del Cáucaso se había disuelto y España había reconocido la independencia de Georgia, teniendo Ardanaz la intención de hacer otro tanto con Azerbaiyán cuando lograse ocupar Bakú. Sería cerca de esta ciudad donde tendría lugar el mayor combate del ejército de Oriente, cuando la columna de vanguardia entablo combate con la misión de ayuda británica conocida como Dunsterforce. La 39ª brigada o Dunsterforce compuesta de unos 1.000 soldados procedentes de los diversos países miembros de la Commonwealth, a los que se habían sumado 3.000 rusos, estaba al mando de brigadier Lionel Dunsterville. Esta unidad logro interceptar en Yevlax a la columna mandada por el Brigadier Cristino Bermúdez de Castro, desatándose un duro combate que se extendió a lo largo de tres días y en el que por primera vez se enfrentaron vehiculos blindados británicos y españoles.
Por una vez y sin duda por influencia de las fuerzas británico-australianas, los soldados rusos no huyeron al poco de producirse el combate, y sería necesaria la colaboración de otras dos columnas con abundante artillería y los vehículos blindados Pizarro para rendir a los soldados una vez lograron rodearlos. el día 25 de julio, día de Santiago, patrón de España, las columnas españolas entraban en Bakú. La producción de petroleo de la región estaba ahora en manos españolas, y eso garantizaba un abastecimiento ilimitado a los Imperios Centrales mientras se mantuviese el control del Mar Negro.

El grueso del ejército turco fue conminado a dirigirse hacia el sur, a Iraq, donde los reveses frente a los británicos se habían sucedido durante los últimos años. De poco valieron las reclamaciones turcas sobre el Cáucaso. El coronel Castro viajo a Estambul donde en compañía de Liman Von Sanders presionaron al gobierno otomano para que centrase su atención en Iraq en lugar de tratar de extender sus fronteras y arriesgarlo todo en el norte. Precisamente sería la presión de von Sanders la que acabo por calmar los ánimos de Enver Pasha, permitiendo el establecimiento de la incipiente república. Dos semanas después y gracias al control del Mar Negro ejercido por la escuadra, llegaría una misión militar alemana compuesta de dos divisiones bajo el mando del general Friedrich Freiherr Kress von Kresenstein, para apoyar a las fuerzas españolas en la instrucción del nuevo ejército georgiano.
La invasión de Georgia tendría una importancia decisiva en la derrota rusa en el frente oriental en el que en esos precisos instantes se llevaba a cabo la ofensiva de Kerenski, al obligar al mando ruso a desplazar apresuradamente un ejército de 70.000 hombres para recomponer el desintegrado ejército del Cáucaso. Ya en agosto un nuevo frente se establecería en la línea montañosa del Cáucaso. Allí el general Ardanaz había desistido de establecer un frente continuo pues carecía de suficientes fuerzas para ello. En su lugar estableció posiciones fortificadas en los principales pasos fronterizos, agrupando dos divisiones en un cuerpo de reserva dispuesto a acudir donde fuese necesario ayudado por el ferrocarril. Contaba además con la ayuda de los aeroplanos que podían efectuar misiones de reconocimiento y anticipar así las amenazas. La invasión había resultado tan sencilla que el general Ardanaz, empezó a plantearse la conveniencia de adelantar la operación Empel al ver el bajo nivel de moral del enemigo. Haría falta eso sí, la ayuda alemana que podría llegar desde los puertos búlgaros.
Esto coincidiría con el fin de los combates librados desde principios de mes en Galitzia. Allí el ejército ruso había emprendido la prometida ofensiva sobre las posiciones austrohúngaras el día 1 de julio. Paradójicamente un ejército inmerso en las tensiones revolucionarias y con la moral por los suelos nunca había estado mejor armado y equipado.
Como la guerra en el Cáucaso es una gran desconocida un par de notas; La Dunsterforce existió en realidad, y fue derrotada tras la firma del tratado de Brest-Litovsk cerca de Bakú mientras defendía la ciudad del expansionismo otomano.
También existió la misión de von Kresenstein en apoyo a Georgia, aunque evidentemente tuvo lugar en 1918 y ahora gracias a la Operación Alba ha sido adelantada y considerablemente aumentada. Con ella los alemanes vinieron a demostrar que su alianza con el Imperio Otomano era poco más que una alianza de conveniencia, oponiéndose claramente al expansionismo panturco.
- En realidad hundirían tres submarinos y dañarían otros dos, aunque estas no serían todas las bajas pues un ultimo submarino se perdería por avería.
- Un submarino ruso sería atacado, aunque lograría huir y regresar a Sebastopol para dar cuenta de la impresionante fuerza que ahora pasaba a controlar el mar negro.
- Miles de soldados rusos serían capturados por las patrullas de caballería española en Georgia.
A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.