Aunque estoy, en general, de acuerdo con mma, un pequeño "puntualizamiento":
mma escribió:Este ejercito que de millones de hombres nada, no pasa de 170.000 y la mayoria de reemplazo
Creo que es al revés: en la práctica, su ejército es como si fuera voluntario: se mantiene el reemplazo para cubrir puestos especializados (ingenieros, personal sanitario ...) donde los cualificados para ello prefieren dedicarse a otra cosa, pero la mayoría son voluntarios.
Había por la red un estudio de hace 10 años de la Universidad de Granada (
incluyo un enlace) que todavía puede ser interesante. Una cita:
El conflicto del Sáhara ha exigido una aumento significativo del volumen humano y material de las FAR. Marruecos dispone de unas fuerzas terrestres muy superiores a lo que serían sus necesidades. En 1977 las fuerzas armadas de Marruecos estaban compuestas por unos 84.650 hombres, menos de la mitad de los que integran en estos momentos las FAR: 195.500 en total. La guerra, supuso un crecimiento vertiginoso del presupuesto de Defensa marroquí, que no ha descendido en los últimos años. En 1977 Marruecos destinaba 345 millones de dólares a gastos militares; en 1982 la cifra había aumentado a 1.238 millones; en 1990 ascendía a 1.340; en 1993 disminuyó a 1.120; pero en 1996 fue de 1.600 millones de dólares. A estas sumas, hay que añadir otras partidas no recogidas en el presupuesto de Defensa y que son asumidas por ministerios civiles. El mantenimiento del sistema de muros y el despliegue del ejército en el Sáhara obliga a continuar con un gasto militar elevado en comparación con lo que serían sus necesidades reales en tiempo de paz. Sin embargo, complica el desarrollo de nuevos programas de armamento que doten a las fuerzas armadas marroquíes de equipo más moderno, ya que aproximadamente el 60% del presupuesto se destina a la presencia militar en el Sáhara. Estas limitaciones han impedido, por ejemplo, la ejecución final de algunos contratos entre el reino alauí e industrias militares españolas. Entre ellos se encontraban la adquisición de 120 vehículos blindados BMR-600, la compra de dos nuevas corbetas clase Descubierta con las modificaciones necesarias para llevar un helicóptero, o la modernización de 244 carros M-60 A1 a la versión A3TT. Es de prever que, una vez que se logre una solución definitiva al contencioso del Sáhara, se produzca una significativa reducción del presupuesto de Defensa, que afectará sobre todo a las FAR.
El servicio militar, en principio de reemplazo, es en realidad de carácter prácticamente voluntario. El cupo de servicio militar obligatorio no ha variado desde los años ochenta y se utiliza fundamentalmente para cubrir puestos técnicos: veterinarios, ingenieros, etc. El período de servicio es de 18 meses, y los reservistas —150.000 en total— se mantienen en esa situación hasta la edad de 50 años. El carácter voluntario de los efectivos facilita que el grado de instrucción sea relativamente bueno; sin embargo, el bajo nivel cultural y la escasez de personal cualificado inciden negativamente en el mantenimiento del equipo y en el empleo del material. Al mismo tiempo, la permanencia durante muchos años del personal voluntario en las filas del Ejército está dando lugar a graves problemas, debido a la elevada edad de sus componentes, tanto en la escala de suboficiales como en la de tropa; y a que la movilidad de los destinos es muy limitada. Por otra parte, es de destacar la integración de personal femenino en las FAR (en tropa y suboficiales) que ocupan puestos de asistentes sociales, transmisiones, oficinas, etc.
Por otro lado, es totalmente cierto el asunto de la desconfianza del gobierno hacia las fuerzas armadas, lo cual ha dado lugar a una estructura bastante compleja, para tenerlo controlado, pero que hace que funcione de una manera un tanto .... ineficiente_
El Inspector General de las FAR tiene atribuciones legales que, de ejercerlas, harían de él el jefe operativo de las fuerzas terrestres. En la práctica la función del Inspector General es meramente decorativa. La dependencia absoluta de las FAR con respecto al soberano alauí hace que las ventajas de la unidad de mando en asuntos militares sean superadas por los inconvenientes de un único centro de decisiones, absorbente y paralizador. Como ya hemos señalado, Las Fuerzas Reales Aéreas y la Marina Real cuentan con un Inspector y un Estado Mayor propios, lo que les concede cierta autonomía de gestión. En cambio, en el Ejército de Tierra cada Arma tiene su propio inspector, sin que exista en realidad un inspector del Ejército de Tierra, ya que —como acabamos de ver— el cargo de Inspector General de las FAR no tiene funciones reales en la práctica. Cada uno de esos inspectores es el que en realidad ejerce el mando sobre su respectiva Arma, y despacha los asuntos de su cargo con el Estado Mayor General y con el rey. Esto provoca una mayor rigidez en el funcionamiento del ejército, pues todo asunto, para ser resuelto, tiene que llegar hasta el rey o hasta la Administración de Defensa.
No existe un mando conjunto que coordine las actividades y operaciones de los tres ejércitos; en realidad sólo se podría hablar de uno: el mando unificado de la Zona Sur, que sí que cuenta con un Estado Mayor Conjunto con Cuartel General en Agadir. El área de actuación de este mando unificado se limita a la zona sur de Marruecos y al Sáhara Occidental; su General Jefe depende directamente del Estado Mayor General y del monarca. El resto de Marruecos está dividido territorialmente, y son los jefes de las unidades los que ejercen el mando del mismo, en dependencia directa de los inspectores del Arma o Servicio correspondiente. La figura de los Comandantes de la Plaza de Armas es meramente decorativa desde el punto de vista militar, ya que no tienen mando táctico sobre las unidades del ejército ubicadas en su provincia; su misión se reduce a tareas de policía y de seguridad interior.
Se trata por tanto de una organización muy compleja, consecuencia de las reticencias de Hassan II hacia sus fuerzas armadas tras los intentos de golpe de Estado sufridos en el pasado. La filosofía de fondo consiste en evitar que un determinado mando militar ejerza su función sobre la totalidad o la mayor parte de los efectivos. La desconfianza de Hassan II hacia sus ejércitos se manifestaba también en otras medidas como la prohibición de que los oficiales pudieran desplazarse de una ciudad a otra mientras el rey se encontraba en el extranjero; que la Gendarmería Real custodiase determinados polvorines de las FAR; o que los aviones de combate no pudieran sobrevolar las cercanías de las residencias reales. El hecho mismo de que las FAR se encuentren desplegadas en su mayor parte en el Sáhara Occidental, además de deberse al conflicto y posterior paz armada existente en la región, responde también a la voluntad regia de mantener al ejército alejado de los asuntos internos del país. Es todavía demasiado pronto para prever las transformaciones que pueda llevar a cabo Mohamed VI. No obstante, existen noticias de que se están produciendo relevos en puestos de responsabilidad de las FAR.
Si Dios me hubiere consultado sobre el sistema del universo, le habría dado unas cuantas ideas (Alfonso X el Sabio)
Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero nunca antes de que los cuelguen (H.Heine)