Historia militar de la Guerra del Pacífico

Las guerras y conflictos en la región latinoamericana, desde la Conquista hasta las Malvinas y el Cénepa. Personajes y sucesos históricos militares.
ilam22
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Diciembre de 1879
El mayor Wood, partió con licencia al puerto de Pisagua, donde a la sazón se encontraba don Rafael Sotomayor, Ministro de la Guerra en Campaña. Parece que este ilustre hombre de estado conociera ya mucho de la verdad de lo acontecido en Tarapacá, y para mejor informarse, le hizo llamar a bordo de la Abtao, nave en que se hallaba hospedado.
El mayor Wood, le hízo una franca y verídica relación de todo. Al despedirse del Ministro, éste le hizo saber que había solicitado para él el comando del Batallón Movilizado “Cazadores del Desierto”.
No era ésta una señal de aprobación por su conducta en Tarapacá de parte del Supremo Gobierno, ni menos una recompensa; era simplemente un ascenso, mucho antes solicitado para él por el general Escala, en atención a sus servicios prestados en Cobija, y que sólo ahora se le confería en sustitución de otro jefe que pasó a desempeñar nuevo destino.
Se cumplían sus deseos de apartarse del Cuartel General y de ponerse al frente de un cuerpo de tropa que le fuera permitido preparar para conducirlo contra nuestros enemigos; pero no pudo ocultar al señor Sotomayor la repugnancia con que iba a asumir la jefatura de un cuerpo que era la vergüenza del Ejército expedicionario por su notable pié de indisciplina. Le replicó éste que precisamente por esa razón se había fijado en él para proponerlo, porque ese cuerpo necesitaba un brazo vigoroso para corregirlo

1 de Diciembre de 1879
Los “Cazadores del Desierto” permanecen en Calama. Corre el rumor de que van a marchar al Perú, sin saberse sí esa noche o mañana. Tampoco se sabe si se irán a embarcar en Antofagasta o en Tocopilla.
Se ha sabido del Combate de Aguas Dolores, en que 6.000 chilenos vencieron a 11.000 aliados. Posteriormente se supo que se había rendido Iquique sin resistencia y también se había rendido la Pilcomayo con 170 hombres de tripulación.

4 de Diciembre de 1879
Barboza, sabedor de la marcha de Carrasco, hace salir de Calama en este día, al comandante don Hilario Bouquet, con 70 “Granaderos a Caballo” y 30 “Cazadores del Desierto”, para llegar el 6 a San Pedro y cortar al enemigo.

6 de Diciembre de 1879
Por desgracia, los guías de la fuerza enviada por Barboza, se empampan, y las fuerzas en lugar de llegar en este día a su objetivo (San Pedro), rematan en Chiu-Chiu.
El comandante Bouquet sigue de nuevo al Sur, y llega a San Pedro a enterrar muertos y recoger los heridos de los dos bandos.
13 de Diciembre de 1879
Los “Cazadores del Desierto” permanecen en Calama. Se cree que Carrasco, el montonero que atacó en Atacama a los 25 “Granaderos” se encuentra en una quebrada escondido y a eso salió una expedición de los “Cazadores del Desierto”.
Se han tomado tres espías bolivianos, pero todavía no se ha podido sacar nada.

21 de Diciembre de 1879
La expedición que salió para Atacama ha llegado a su destino, pero con tantas penalidades que no se pueden comparar con lo que sufrieron en la marcha de Carmen Alto a Calama.
Se ha echado de menos algunos soldados, porque a Calama han llegado como 13 soldados que han perdido en el camino.
Se dice que Carrasco, el montonero, que estaba en Toconao, se había retirado para el interior.
A Calama llegan noticias que había estallado una revolución en La Paz, y que había tomado el mando del Gobierno Núñez del Prado; por esta razón todos los jefes bolivianos tal vez se vayan para el interior, porque cada uno aspira a la Presidencia. Campero que está más cercano a Calama se irá a La Paz y también Daza a recuperar la Presidencia.

29 de Diciembre de 1879
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de guarnición en Calama. Nada hay de nuevo, salvo un Combate en Agua Santa de 18 “Cazadores a Caballo” y otros tantos bolivianos, en donde salieron triunfantes los chilenos.
Se corre la voz entre la tropa, de que van también a partir para el Perú, pero todavía no se sabe de cierto.

Enero de 1880
Acantonado en el departamento de Tarapacá y bajo el mando del general José Antonio Villagrán se encontraba el Ejército de Reserva, compuesto por el 1º Batallón de “Cazadores del Desierto”, 4 unidades de infantería y una Batería de Artillería con cañones de bronce, en total sumaba 3.070 plazas y su misión era proteger la línea Jazpampa - Pozo de Dolores y las quebradas de Camarones y Tarapacá. Bajo el mando del coronel Marco A. Arriagada quedó en el departamento de Antofagasta una agrupación formada por 2 Batallones de infantería, el 1º de los “Cazadores del Desierto”, una Batería de Artillería y otro Escuadrón de Caballería (en organización) que sumaban 1.900 hombres.
Sé distinguieron por su tenacidad persecutoria al mayor Wood, los miembros de la familia Villagrán. El mayor Wood, con paciencia y entereza le fue forzoso sobrellevar las inauditas mortificaciones con que le agobió el general don José Antonio Villagrán, padre de los oficiales ya nombrados (Rodolfo, Belisario y Francisco), cuando su Batallón (los “Cazadores del Desierto”) fue destinado a formar parte del Ejército de Reserva. Lo mismo sucedió cuando se adoptó la extraña medida de incorporar los “Cazadores del Desierto” a la 4º División del Ejército de operaciones, mandado por el coronel don Orozimbo Barboza.
Con ese jefe había ligado anteriormente al comandante Wood una estrecha amistad, que por desgracia se había enfriado a causa de una mala inteligencia acerca de los medios que hubo de poner en práctica para reformar el Batallón “Cazadores del Desierto”, que en tan lamentable pié de disciplina había recibido y que Barboza había mandado antes que él.
La mano negra de sus enemigos, llegó hasta el extremo de suscitarle toda clase de dificultades en su desempeño como jefe del mencionado Batallón. Desde el momento de asumir el mando, creyó conveniente su disolución para reorganizarlo bajo la misma base, con el objeto de expulsar de sus filas algunos elementos incorregibles de desorden. El señor Sotomayor halló justa esta indicación y decretó que se sometiera antes este cuerpo a una revista de inspección, tal como Wood lo había pedido. El decreto fue transcrito al general Villagrán en Iquique, pero aún cuando se nombró un inspector, éste nunca cumplió con su cometido, de modo que el nombramiento no tuvo más objeto que salvar las apariencias.

12 de Enero de 1880
Sale otra parte del Batallón “Cazadores del Desierto” para Chiu-Chiu, quedando en Calama la 4º Compañía del Batallón y los heridos.

18 de Enero de 1880
En Calama queda solamente la 4º Compañía de los “Cazadores del Desierto” y todos los enfermos. Se espera la llegada de otro Batallón que los releve, pero parece que no llegará nunca.

24 de Enero de 1880
Continúa la guarnición en Calama. Repentinamente, este día, los “Cazadores del Desierto”, reciben un parte en que los venía a relevar el “Melipilla”, y como a los dos días llegó dicha fuerza.

26 de Enero de 1880
Por la mañana llega el “Melipilla” a Calama, a relevar a los “Cazadores del Desierto”. La tropa de ésta última unidad estaba que no cabría de gusto; después de almorzar abandonaron a Calama, pero no fue cierto. Los llevaron a acampar al lado Oeste de dicho pueblo.

27 de Enero de 1880
Salen de Calama, dirigiéndose al camino con el corazón lleno de gusto. En la noche los hacen subir en carretas.

28 de Enero de 1880 (Arriba 1 Compañía a Antofagasta)
Amanecen al alto de la cuesta. De aquí se fueron a pié hasta Agua Salada.
15.00 hrs: Llegan a Agua Salada, preparándoseles un excelente rancho: cazuela de cordero y café, mejor que el que habían comido en Caracoles. Después de descansar toda la tarde, salen en la noche en derecha a Punta Negra, dejando atrás a Caracoles.
16.30 hrs: A esta hora, en Antofagasta, la banda del Batallón “Aconcagua” Nº1 fue a la Estación del ferrocarril de Antofagasta a recibir 1 Compañía del Regimiento “Cazadores del Desierto”, que venía de San Pedro de Atacama; la que se alojó en el segundo patio del Cuartel del Batallón “Aconcagua” Nº1, en que estaban las Compañías 5º y 6º de esta última unidad, que tuvieron que salir y alojar en medio del primer patio.


29 de Enero de 1880
10.00 hrs: Llegan a Punta Negra. Aquí también tuvieron el rancho lo mismo que en Agua Salada; descansaron todo el día y en la noche salieron para Carmen Alto.

30 de Enero de 1880 (Arribo a Antofagasta del resto del Batallón)
El Batallón “Cazadores del Desierto” llega a Carmen Alto por la mañana.
11.30 hrs: Después de almorzar salen en la locomotora hacia la Estación de Antofagasta.
17.00 hrs: Llegan a Antofagasta algunas Compañías de los “Cazadores del Desierto”, por el ferrocarril. Fue a recibirlos a la Estación la banda del Batallón “Aconcagua” Nº1 y se alojaron donde mismo quedó la otra Compañía que llegó primero el Miércoles 28 del presente mes.
Formado el Batallón “Cazadores del Desierto” en el patio de su Cuartel, separado del Batallón “Aconcagua” Nº1 por un pequeño pasadizo y un tabique de tablas, y a presencia del Comandante General de Armas (don Marco Aurelio Arriagada) y varios jefes del Ejército, se dio a reconocer el nuevo comandante de ese cuerpo (don Jorge Wood), varios oficiales ascendidos y a 3 sargentos 1º, también ascendidos a oficiales.

El Batallón “Cazadores del Desierto” pasa una vida regaladísima en Antofagasta. A ellos les dicen que los llevaron al terreno de la guerra.

10 de Febrero de 1880
16.00 hrs: Como a esta hora, el Batallón “Cazadores del Desierto” formó y pasó lista para marchar; pero habiendo faltado a la lista cerca de 100 hombres, se postergó la salida para mañana.

11 de Febrero de 1880
Miércoles. Por la mañana llegan de Valparaíso el Angamos y el Itata; enormes buques que marchaban al Norte, con escala en el puerto de Antofagasta. Los “Cazadores del Desierto” comenzaron a alistarse para embarcarse en la tarde en uno de esos buques.

12 de Febrero de 1880 (Embarque en Antofagasta para Iquique)
Los “Cazadores del Desierto” se embarca en Antofagasta, en el transporte de guerra Angamos.
11.00 hrs: Se embarca el Batallón “Cazadores del Desierto”, 4 Compañías en 5 grandes lanchas. Los recibió el Angamos. La banda del Batallón “Aconcagua” Nº1 los acompañó hasta el muelle.
13.00 hrs: Abandonaron el fondeadero de Antofagasta el Angamos e Itata, que se divisaba lleno de gente. Eran soldados o reclutas que marchaban al Norte a engrosar o llenar bajas de algún cuerpo.

13 de Febrero de 1880
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” desembarca en Iquique. El soldado Abraham Quiroz, recuerda, que en Iquique lo pasaron bien, lo mismo que en Antofagasta. El Angamos es un transporte bastante veloz y su artillería es de la mejor. Solo tiene un cañón a proa en medio del buque. El proyectil es de a 150 libras y se carga por la culata.

20 de Febrero de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen en Iquique, de paso al Norte.
Cansado ya de esperar dirigió el mayor Wood, al jefe nombrado la siguiente nota:

“Iquique, Febrero 20 de 1880
Estoy muy bien informado de que el Batallón de mi mando (los “Cazadores del Desierto” debe partir muy en breve a expedicionar en el interior de este país, y como por decreto del señor Ministro de la Guerra en Campaña se ha dispuesto se le pase una revista de inspección, que debe preceder a la disolución del cuerpo para reorganizarlo sobre su base, juzgo necesario indicar a V.S. la conveniencia de que esa operación se verifique antes de la partida, porque es muy de desear se me establezca una base más segura para mi futuro gobierno y mi responsabilidad de comandante de él. Hay algunos señores oficiales que son de muy urgente necesidad separar del Batallón; deshonran al país y al Ejército con su conducta anti militar, viciosa e incorregible, y su estadía en el cuerpo es infinitamente más perjudicial que útil, y saliendo con ellos a campaña me han de crear situaciones muy difíciles y obligadas a continuos desagrados para todas las superioridades.”

Esta exigencia tan justa no fue atendida.
¿Qué interés podía haber en que esos oficiales se conservaran en el cuerpo mandado por el comandante Wood? ¿No era cosa de diaria ocurrencia durante la guerra que a los jefes de cuerpo se les atendiera con prontitud en casos iguales? ¿Y que otra cosa podía hacerse a no ser que se tuviera en mira el propósito arraigado de envolver al jefe de los “Cazadores del Desierto” en continuos conflictos que concluyeran por hacerle insostenible? ¿No era de pública notoriedad la conducta vergonzosa de esos oficiales y también el empeño de Wood por corregirlos o desprenderse de ellos? ¿No es un hecho significativo que todos esos oficiales han desaparecido del rol, habiéndoseles expulsado a casi todos, muy pronto después de haber pasado a otros cuerpos?
Pero si el general Villagrán se había obstinado en desatender sus justas reclamaciones como jefe de cuerpo, no fue más afortunado en el Ejército de operaciones, insistiendo siempre en el mismo sentido, con motivo de los abusos escandalosos en que los referidos oficiales continuaban incurriendo diariamente; pero es de rigor declarar aquí que si el señor general Baquedano no atendió a sus reiteradas instancias para que se le libertara de aquellos, fue debido únicamente a que sus notas nunca llegaron a poder del general. Esto está averiguado perfectamente y con facilidad puede probarse. Por lo demás, ya sabemos cómo y por quienes la Oficina del Estado Mayor se hallaba servida.
Mientras tanto la disolución del cuerpo se trabajaba en Santiago, sordamente y por diversos conductos, contra la voluntad del general Baquedano, a quién la consumación del hecho sorprendió desagradablemente.


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26 de Febrero de 1880


En carta de esta fecha, de don Marcial de Luna a su hermano en el Batallón “Aconcagua” Nº1 en Antofagasta, refiere la biografía del 2º Jefe de los “Cazadores del Desierto”, don Hilario Bouquet. Los párrafos referidos, dicen así

“Casa de Artola Hermanos.
Mineral del Inca, Febrero 26 de 1880.
El tal Bouquet, después de ser presidario en Cayenna, se fugó formando una partida de bandidos en la Calabria, donde cometió los hechos más horrorosos y se puso, por las autoridades del lugar, su cabeza a precio. Entonces se persiguió a muerte dicha partida y tuvo que emigrar a Francia, donde estaba haciendo estragos la comuna en París, el se proclamó Comandante, como lo hacía cualesquiera carnicero, panadero, zapatero, y fue el tal sujeto uno de los incendiarios de París. Entre ellos estaba un coronel verdadero, un señor Dandló, hombre que tenía fortuna y que lo supo embaucar el tal Bouquet, y concluida la comuna, dicho coronel se llevó a Bouquet a una casa de campo, donde tenía una querida y Bouquet llevó a su mujer legítima y su única hija, al lado de la querida del coronel donde está hasta ahora, mantenida por dicha señora. Entonces fue cuando Pertuisset formó una especie de expedición a la América, para explorar la Tierra del Fuego, la Patagonia y otros puntos del Sur de Chile. Esta expedición no tuvo resultado ninguno útil para el promotor de la expedición, pero si para el bandido intrigante y de mala fe, de Bouquet, pues formó una farsa e inventó informes y planos de ingenieros de nombres supuestos (porque es de advertir que es un falsificador de 1º orden). Se fue a Buenos Aires, donde conoció a don Adolfo Ibañez y le propuso organizar una sociedad sobre el descubrimiento que había hecho en Patagonia, de inmensos depósitos de carbón de piedra y que los mantos tenían 14 metros de ancho. En el acto solicitó y consiguió del Gobierno, apoyado por don Adolfo, que creyó de buena fe todo lo que le dijo y los planos e informes falsificados que le presentó, en que hacía subir el valor existente en carbón en el terreno concedido a 557 millones de pesos. El Gobierno le concedió el terreno que solicitó con la condición de formar una colonia francesa de 50 individuos. Con todas estas falsificaciones y lo único verdadero, lo concedido por el Gobierno, se marchó a Francia donde su amigo y protector, el coronel Dandló y lo embaucó de tal modo, que le sacó 50.000 francos, para poder cumplir con la estipulación del contrato con el Gobierno; primeramente llevar la colonia y hacer los reconocimientos: primero le dio con Secretario y Contador al hermano de la querida del coronel, un joven Paubre. Inmediatamente se embarcó en el Havre con la colonia de 50 hombres y el Secretario en un buque de vela que debía ir directamente a Punta Arenas; pero el buque tuvo que tocar, por hacer agua, a Montevideo, donde él se quedó despachando el buque a su destino, diciéndoles que él estaría antes que ellos, por el primer vapor que pasara. La pobre colonia por poco se muere de hambre en Punta Arenas esperándolo, hasta que perdió o perdieron la esperanza y se principiaron a ocupar en las minas de carbón de ese lugar, y otros se vinieron a Valparaíso y a Santiago. Yo he conocido a dos de ellos que lo quisieran ver frito en aceite. Mientras tanto él se comió todos los realitos de la habitación y cuando no tuvo más se vino a Chile, donde ha vivido a fuerza de robos y petardos, principiando por el pobre Barbeque lo arruinó. No hay Hotel, Restaurant, que no deba, solo al Hotel de los hermanos le debe en pensión y bienes 1.200 pesos, ya que chupa como una esponja. No he visto un animal para chupar como este. Recién lo conocí yo, fue en la calle de la Chimba y estaba este bandido tan pobre, que yo le di desechos de ropa mía para que se pudiera presentar donde don Adolfo Ibañez, y me decía que estaba por hacer negocio con él sobre las minas de carbón. A mí me había ofrecido una buena parte de raciones, pues hasta ahora, después que he visto a los documentos que justificaban lo que te he dicho anteriormente, he venido a saber la clase de pájaro que teníamos por 2º Jefe del Cuerpo. Últimamente le canté la palinodia después que hice mi renuncia; fue tan cobarde que no aceptó el desafío que le hice, pues le escupí hasta la cara, para obligarlo; pero es un animal tan grande como su cuerpo y sus vicios.
Marcial de Luna.”

¿Qué tal este bocado?

28 de Febrero de 1880
Los “Cazadores del Desierto” abandonan Iquique, en la máquina que debía conducirlos al interior, después de haber subido un enorme cerro, llegaron al Alto del Molle, pasando sucesivamente por Santa Rosa y San Juan la Central. De ahí tomaron otra línea, es decir, la que debía conducirlos a Pozo Almonte. La otra sigue para La Noria.
Llegaron a Pozo Almonte y desembarcaron de la máquina. Estuvieron acampados todo el resto del día.
20.00 hrs: Se embarcan de nuevo para la Oficina de la Peña, término del ferrocarril. Estuvieron ahí hasta el otro día.

29 de Febrero de 1880
En la tarde, sale los “Cazadores del Desierto” con todo su equipo desde la Oficina de la Peña, teniendo que hacer una jornada como de ocho a diez leguas. Siguieron por un desecho.

1 de Marzo de 1880
Aclarando, los “Cazadores del Desierto” avistan a Agua Santa. Grande fue para la tropa el júbilo al pensar que ya no iban a andar más a pie. Pero como a las dos horas de estar descansando, siguieron la marcha, no para Agua Santa (de donde les mandaron un tonel de agua) sino para la Estación de Dibujo.
Cuando pasaron por Agua Santa, todavía quedaban señas del combate de los “Cazadores a Caballo”; los cuerpos estaban por encima, tapados con un poco de tierra, lo mismo de aquí se encuentra por todas partes.

2 de Marzo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Estación de Dibujo. Llegan al campamento los Batallones “Caupolicán” y “Chillan”.
En la noche que llegaron los demás Batallones, ocurrió un accidente desgraciado. Los tres salieron de avanzada y el Batallón que estaba más cercano a la línea era el “Caupolicán”, enseguida él “Chillan” y después los “Cazadores del Desierto”. La máquina había venido con dos o tres carros a dejarles agua y demás provisiones. El centinela más avanzado del “Caupolicán” sintió un ruido y pensando que era de la Caballería enemiga, preguntó el quién vive y no respondiéndosele, hizo fuego. Es de advertir que la máquina venía sin farol y no silbó. Los tiros del centinela pusieron en alarma a todo el campamento. Los del “Chillan” que estaban en una altura hicieron fuego sin rumbo, y el “Cazadores del Desierto” formó, saliendo herido un palanquero que murió al otro día, un sargento 1º y un soldado del “Caupolicán”.

3 de Marzo de 1880
A los 3 días de permanencia en la Oficina de Dibujo, los “Cazadores del Desierto” salieron de ese punto en la noche, para el campamento de Dolores.

4 de Marzo de 1880
Al amanecer llegan a Santa Catalina y después de dos horas de descanso salieron para Dolores, de donde les separaba como dos leguas, donde permanecieron acampados los “Cazadores del Desierto”.

El campo de San Francisco estaba muy fétido, de tantos cuerpos que habían de las batallas que habían habido tiempo atrás, en las oficinas de Agua Santa, Dibujo, Santa Catalina, San Francisco, Dolores, y San Antonio. En San Francisco y Dolores habían sido los enfrentamientos más furiosos. Ahí estaban los campos sembrados con la mayor cantidad de cuerpos. Estaban enterrados, pero aún así se sentía el olor fuerte a descomposición.
En Dolores, unas ruquitas de terrones de salitre, con unos pedazos de tela, daban algo de amparo para el calor. En la misma oficina había estos refugios improvisados y en la estación. Había otros cuerpos más ese día, como los “Granaderos a Caballo” y el Batallón “Chillan”, y otros.

3 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” sale del campamento de Dolores en la tarde y camina toda la noche, destino Pisagua.

4 de Mayo de 1880
09.00 hrs: Llegan a Pisagua los “Cazadores del Desierto” y se embarca en el Itata. A bordo se encontraba el “Caupolicán”. Salen de puerto ese día.

5 de Mayo de 1880
El transporte Itata llega a la Caleta de Ite con los “Cazadores del Desierto” y el “Caupolicán”. El mar estaba muy bravo, y no pudieron desembarcar; siguen para Ilo y desembarcaron el “Caupolicán”. Los “Cazadores del Desierto” quedaron a bordo del transporte Itata.

6 de Mayo de 1880
Sale de Ilo el transporte Itata, rumbo a la Caleta de Ite, pudiendo desembarcar a los “Cazadores del Desierto”. En tierra se encontraba él “Chillan”, “Zapadores”, “Cazadores a Caballo”, “Carabineros de Yungay” Nº2 y “Granaderos a Caballo”.

23 de Mayo de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en la Caleta de Ite.
En este día recibe orden de unirse al grueso del Ejército en Las Yaras.
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” dejan la caleta para reunirse a la vanguardia. Anduvieron toda la noche.

24 de Mayo de 1880
14.00 hrs: Los “Cazadores del Desierto” llegan a Yaras, habiendo recorrido una extensión como de 13 a 14 leguas.
Componían los cuadros superiores del Batallón “Cazadores del Desierto” :

Comandante, teniente coronel, don Jorge Wood A.
Teniente coronel, señor Hilario Bouquet
Capitán ayudante, señor Clodomiro Pérez
Teniente, señor Francisco Monroy
Abanderado, señor Juan F. De la Guarda
Cirujano, señor Nicolás Palacios
Practicante, señor Genaro Maravolf
Capitán, señor Salvador Rondizoni
Capitán, señor Jorge Porras
Capitán, señor Pedro P. Alvarado
Capitán, señor José A. Infantas
Teniente, señor Santiago Vargas C.
Teniente, señor Ramón Saavedra
Teniente, señor Rómulo Correa
Teniente, señor Carlos Calvo S.
Subteniente, señor Rafael Durán H.
Subteniente, señor Carlos Whiting
Subteniente, señor Camilo Valdivieso
Subteniente, señor Roberto Moran
Subteniente, señor Eusebio Pérez
Subteniente, señor Tristán Calderón
Subteniente, señor Roberto Rashausen

25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Las Yaras asignado a la 4º División Barboza.
Después de la lista de diana, los rancheros sirvieron en lugar del café cotidiano, un abundante almuerzo de dos platos, uno de cazuela y otro de frijoles; después recibió cada individuo un trozo de carne cocida, galletas y cebollas, como ración seca.
Los “Cazadores del Desierto” están de nuevo listos para partir a combatir a Tacna.


ilam22
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26 de Mayo de 1880 (Batalla de Tacna)
El Batallón “Cazadores del Desierto” acampa en Quebrada Honda.
El trueno del cañón despertó a los “Cazadores del Desierto”.
Pasada la lista, los Batallones se sirvieron almuerzo caliente y café, y surtieron el morral con la ración de fierro de la primera etapa, charqui y galleta; pero los soldados, que ya conocían el desierto, añadieron al morral carne, papas y tortillas de rescoldo. Mezclaron también el agua de la caramayola con dos cucharadas de infusión de té, bebida eficaz para apagar la sed.
Luego se tocó diana con música y los vivas atronaron los aires; después se pusieron en marcha tocándole a los “Cazadores del Desierto” el ala izquierda.
El fuego del cañón continuaba dispersando las avanzadas enemigas.
07.15 hrs : Los clarines del Estado Mayor General tocan llamada y marcha. Las Divisiones rompen pabellones y emprenden el avance, internándose en el desierto, en el siguiente Orden de Combate:

a) Primera línea.
1º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
2º División, a la izquierda, en columnas por Compañías.
Por el flanco derecho de la 1º División avanza la Brigada Salvo en columnas por Batería. Forma dos líneas.
A retaguardia de la Artillería, una unidad de Caballería y el Comandante General de Caballería, coronel don José Francisco Vergara.

b) Segunda línea.
3º División, a la derecha, en columnas por Compañías.
4º División, a la izquierda, en columnas por Compañías. En quinto lugar, el Batallón “Cazadores del Desierto”.
Esta División formaba una División independiente de las tres armas. A retaguardia de los “Cazadores del Desierto” seguía una Batería de Montaña de Artillería. En pos de ella, 2 unidades de Caballería, en columnas por Escuadrón. Cerraba la columna, una Brigada de Artillería, en columnas por Batería.
A retaguardia del centro, marchaba la Brigada Fuentes, en columnas por Baterías.

c) Tercera línea.
4 unidades de Infantería, en columnas por Batallón.

El Cuartel General y el Estado Mayor no tuvieron puesto fijo durante la marcha; recorrían todo el campo para subsanar las dificultades.
Por el camino real marchaban el Bagaje, el Parque y las Ambulancias.
En consecuencia, avanzaron en la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
11.50 hrs: En el campamento de Las Yaras, poco antes del mediodía, se dejó caer sobre el campamento, un millar de cholos armados de chuzos, lanzas, escopetas y algunos rifles. Se acercan con gritos descompasados, disparando las armas.
El capitán Infantas de los “Cazadores del Desierto”, los deja acercarse para recibirlos con descargas cerradas. Los enfermos, aún los más graves, alcanzan los rifles; al mando de sus oficiales, refuerzan a la Compañía de custodia del Hospital de Las Yaras, de los “Cazadores del Desierto”. Los atacantes, intimidados, huyen llevándose sus muertos y heridos, como acostumbran desde tiempo inmemorial.

. Baquedano envía dos ayudantes que lleva a la 4º División Barboza (en ella el Batallón “Cazadores del Desierto”) orden de embestir fuertemente al enemigo; y a Lagos que comunique a Amunátegui la salida de la 3º División en refuerzo de la 1º División Amengual y 2º División Barceló. El mismo con el Cuartel General, Estado Mayor, 1º Escuadrón de los “Carabineros de Yungay” y la Reserva siempre en columnas por Batallón, avanza a la altura de la 3º División. La Artillería de Campaña adelanta 1.000 metros; la de Montaña entra a las filas de los Infantes.
El Batallón “Cazadores del Desierto” avanza hacia la línea defensiva Aliada.
Apenas se rompió el fuego, la guerrilla en que iba el soldado Abraham Quiroz, que estaba en este momento a retaguardia del Batallón, se corrió a la izquierda para tomar el ala de éste, cuando cayó una granada como a distancia de 20 pasos. Casualmente, no hizo daño ninguno y desde este momento se tupió el fuego. La derecha de los enemigos los sobrepasó y como a la media hora entró por la izquierda de ellos el 2º Batallón “Lautaro”, o si no los aliados los hubiesen tomado entre dos fuegos.
Los adversarios venían avanzando, pero luego cuando la tropa de los “Cazadores del Desierto” avanzó, comenzaron a hacer fuego en retirada y ya se encontraban bajo las Baterías del fuerte que estaba armado de 6 cañones y ametralladoras. Los cañones eran Krupp de montaña, y el fuerte estaba echo de sacos de arena. La primera fila de abajo era de sacos, disminuyendo para arriba. Por eso los cañones chilenos ni los movían, no había siquiera señas de hacerles algo.
Wood, con los “Cazadores del Desierto” rebasa la extrema derecha de Montero y ataca el fortín de Flores por retaguardia.
Cuando el “Cazadores del Desierto” se acercó, los enemigos arrancaron como cuando salen ratones de las cuevas. Entonces fue cuando cayeron más y ahí se tomaron doce banderas, y enseguida, pasada una lomita, una Batería de Artillería hizo unos cuantos disparos a las guerrillas que volaban y a los leones que se iban escondiendo.
14.30 hrs : Un grito de gozo, un “¡Viva Chile!” anuncia la feliz nueva; Tacna a la vista.
Allí, allí está Tacna, a los pies del vencedor, rodeada de sus campos de verdura; más allá el Caplina hace olvidar la sed a las fauces ardientes del soldado, que tiene a la vista el fruto de sus esfuerzos.
Los clarines del Cuartel General chileno tocan alto la marcha; los cornetas de los Regimientos repiten la orden, pero la derecha, que divisa la formación de un grueso núcleo en la Hacienda de Para, baja al valle, deshace a esa gente y le corta el camino de Arica.
Se forma nuevamente la línea y los soldados entreverados para el ataque final, buscan sus Compañías y los cuerpos se reorganizan, listos para entrar nuevamente en batalla.
Oyese en esto, un estruendoso vocerío por la izquierda y luego los acordes de la Canción Nacional. El general Baquedano recorre la línea, erguido y radiante, sobre su corcel de guerra. Los jefes salen a su paso a darle cuenta de las novedades del día.
Termina la batalla.
En la tarde, los “Cazadores del Desierto” bajaron al valle, pero no entraron adentro de la población de Tacna.
Los muertos, a cálculo del soldado Abraham Quiroz, serán como de 5.000 de ambas partes. En la Compañía de él, no ha muerto ninguno, pero han salido como 15 heridos, entre ellos Emilio Ramírez.
Dentro de las bajas de esta unidad, tenemos:
Oficial herido Comandante Hilario Bouquet
Oficial herido Capitán Jorge Porras
Oficial herido Teniente Santiago Barbosa
Oficial herido Subteniente José G. Pérez
Muertos de tropa 5
Heridos de tropa 38


14 de Junio de 1880
Los “Cazadores del Desierto” permanecen de campamento en Tacna. Parece que dentro de poco estarán en su querida patria. El soldado Abraham Quiroz, de ésta unidad, siempre tendrá un recuerdo para los días que ha pasado en Tacna, comiendo camotes cocidos asados en charquicán, puchero y toda clase de comidas con camotes con todo el Ejército chileno. Se los han acabado y ya no quedan frutas. Solo quedan guayabas.

14 de Agosto de 1880 (Decreto de Disolución)
En esta fecha se Decreta lo siguiente

“Santiago, Agosto 14 de 1880.

Vengo en acordar y Decreto

Disuélvese el Batallón Cívico Movilizado “Cazadores del Desierto”.
Los individuos de tropa pasarán a llenar las bajas que haya en los demás cuerpos del Ejército de Operaciones.
El General en Jefe designará un Jefe del Ejército para que pase una revista de inspección a la caja de dicho cuerpo; debiendo el remanente de los fondos que resultare, ingresar a la Comisaría de Guerra, remitiendo a la Inspección General del ramo los papeles y documentos pertenecientes a la Mayoría del mencionado Batallón.

Tómese razón y comuníquese.

Pinto.
José Francisco Vergara.”

En este día, se disuelve el Batallón “Cazadores del Desierto” y sus efectivos pasan a llenar las bajas de otros cuerpos del Ejército de Tacna.
El Batallón fue pues disuelto, pero no para reorganizarlo, como era natural que se hiciera, sino para extinguirlo, refundiéndolo en los demás cuerpos de la 4º División del Ejército de Operaciones. Mucho se trabajó para privar a Wood de su mando, escogiéndose el momento en que ese cuerpo, con excepción de los malos oficiales, se encontraba acabadamente organizado y como ninguno preparado para la guerra.
Procurando el Comandante Wood inquirir la verdadera causa de la sorpresiva disolución de su Batallón, nunca pudo conseguir que se le diese terminantemente. El señor José Francisco Vergara, Ministro entonces de la Guerra, le contestó en términos altamente honrosos para su amor propio de soldado, pero explica esa medida por las necesidades del servicio; y sabido es que mientras tanto se formaban apresuradamente nuevos cuerpos para emprender la Campaña sobre Lima, entre los cuales seguramente ni uno sólo hubiera podido compararse a los “Cazadores del Desierto”, por su pericia y disciplina.
A su vez, el general Baquedano, contestando sobre el particular, se expresa así: “no me queda recuerdo sino de su brillante conducta en las batallas y de su celo y contracción al cumplimiento de sus deberes como Comandante de Cuerpo. No fui yo, y Ud. lo sabe muy bien, quien disolvió los “Cazadores del Desierto”. Me opuse siempre a la adopción de esa medida porque la consideraba inconveniente e injusta, sobre todo después que ese Batallón hubo peleado con tanto heroísmo en el Alto de la Alianza”.
Aún el general Escala, ante quien mucho se trabajó por conseguir su disolución, se había negado a ello tenazmente, calificando esa disposición como el paso más impolítico que podía dar un Gobierno.
Es justo decir aquí dos palabras en honor de ese Batallón, tan digno de mejor suerte.
Puede decirse que nunca hubo un cuerpo tan indisciplinado y desorganizado, que en tan breve tiempo sintiera los benéficos efectos de una reforma enérgica, impuesta con muchas dificultades.
En el momento de su disolución, era ya proverbial su brillante pié de disciplina y su ejemplar compostura en los campamentos. Cuando el Comandante Wood se recibió de él, traía un feo apodo que el Ingeniero Bouquet, su 2º Jefe, traducía por “Los Céfiros del Desierto”, apodo que pasó muy pronto a ser el merecido distintivo de otro cuerpo vecino. Y es del caso dejar aquí constancia de que esa sorprendente metamorfosis, en tan corto tiempo alcanzado, se operó sin que Wood se viera obligado a hacer aplicar no más de 3 veces la pena corporal en su Batallón.
Las obras ejecutadas por los “Cazadores del Desierto” en el Campamento de Dolores, hubieran bastado por si solas para enaltecer a un Jefe ante la consideración de sus superiores.
Allí están todavía. Ellas atestiguan sus esfuerzos por corresponder a la confianza de quienes pusieron ese cuerpo bajo su mando. Esas obras se ejecutaron, cierto es, sin estrépito de bombo, y sin ese aparato de publicidad que otros ensayaron de continuo para hacer llegar hasta Chile, con ridícula exageración, cualquiera nimiedad, tributándose aplausos por paniaguados escritores, hasta a los grotescos juegos de títeres, siempre inmorales, y casi siempre ofensivos a la disciplina misma. Lejos de entregarse a entretenimientos pueriles, los “Cazadores del Desierto”, sin desatender una sólida instrucción militar, ejecutaba una obra colosal transformando un extenso calichal en vasto campo de maniobras, al mismo tiempo que erigía un monumento en honor de los que cayeron en la Batalla de Dolores, y construía también cómodos Cuarteles para el alojamiento de los otros cuerpos que se entretenían en frivolidades mientras carecían de abrigo, no teniendo más que sus propios pabellones para guarecerse contra el sol abrasador del día y el frío glacial de la noche.
Fue pues un constante y útil trabajo unido a la seriedad en el mando y un apego inalterable a los principios de justicia, lo que originó aquella sorprendente transformación en los “Cazadores del Desierto”.
Disuelto este cuerpo en plena campaña, en el campo raso de Pachía, en virtud del Supremo Decreto de esta fecha, transcrito por el señor Inspector General de la Guardia Nacional, coronel don Luis Arteaga, privándose a Wood de improviso del concurso de su dotación de oficiales y clases.

10 de Septiembre de 1880
Con esta fecha, el soldado Abraham Quiroz escribía a su padre: “El objeto de esta es anunciarle que disolvieron el Batallón (“Cazadores del Desierto”), repartiendo la tropa en el 3º de Línea, “Lautaro” y “Chacabuco”, tocándome a mí en el 3º (de Línea). No hemos sabido cuáles han sido los motivos que haya tenido el Gobierno para disolvernos; pero con todo nos contentaremos”.
Terminaba su carta diciéndole a su padre que le escribiera al Regimiento 3º de Línea, 3º Compañía del 1º Batallón.

17 de Diciembre de 1880
No obstante esto, Wood pudo burlar estas contrariedades y hacer en muy pocos días la liquidación de las cuentas y el total ajuste de todo el Batallón hasta el último tambor por muchos meses de sueldos devengados, según lo hizo presente al señor Inspector General del Ejército en nota de esta fecha, antes de partir sobre Lima. Depositó en Comisaría un sobrante a favor del Fisco de $ 11.900 y nunca se oyó decir de un individuo de “Cazadores del Desierto” que no se hallara plenamente satisfecho del ajuste de sus sueldos durante el tiempo que Wood fue su comandante.
Es necesario aclarar también que aunque este jefe hizo los ajustes, no todos los soldados fueron pagados, porque entregó los haberes respectivos a los habilitados de los cuerpos en que fueron incorporados los individuos del Batallón disuelto y que ya estaban en campaña sobre la capital peruana. Pudo Wood comprobar más tarde, con dolor e indignación, que hubo cuerpos en que no se pagaron esos sueldos, dándose así lugar a murmuraciones malévolas en su contra.
¿Por qué razón esos abnegados servidores de la patria no fueron remunerados por aquellos a quienes correspondía pagarles?
Sépase que si hay aún individuos del extinguido Batallón “Cazadores del Desierto” insolutos de sus haberes, de ello son causas únicamente los nuevos jefes bajo cuyas órdenes pasaron a servir después de la disolución del cuerpo.
Para apreciar debidamente lo que significa el pago en aquellos momentos, es menester compararlo con otros, que en medio de todas las comodidades apetecibles, con toda la dotación completa de oficiales y clases veteranos, ha agitado el bombo a todos los vientos envaneciéndose sus jefes por la tardía liquidación que al fin pudieron hacer de sus cuentas, en Chile, en plena paz, después de años de afanes, bajo la dirección de un inspector y de empleados comisionados ad hoc.
No hablemos de la manera como otros cuerpos han cerrado sus cuentas al ser disueltos, terminada que fue la guerra. Hay cuerpos de línea que hasta Enero de 1889 no podían todavía atinar a hacer la liquidación de sus cuentas. A otros ha sido necesario darles un corte.
También hizo Wood valiosos ahorros al Erario Nacional por el arbitrio que ensayó con buenos resultados de habilitar talleres de sastrería y zapatería en el campamento, desde que se apercibió de la mala voluntad manifestada por el general en jefe del Ejército de Reserva para con su cuerpo; porque, constándole su desnudez, hizo sin embargo entregar a otro cuerpo el vestuario y calzado que el Intendente General del Ejército y Armada, por un acto de particular deferencia a la vez que de rigurosa justicia, había remitido desde Valparaíso a Pisagua, destinado expresamente y rotulado para el Batallón “Cazadores del Desierto”.
La disolución de este cuerpo en la forma y bajo las circunstancias en que tuvo lugar, no podía, por cierto, ser un golpe más hiriente para su jefe, a la vez que un triunfo para sus ocultos enemigos, que con tanto afán lo habían perseguido desde tiempo atrás.
Así cuando, después de la ocupación de Lima, el ilustre general Baquedano, deseoso sin duda de reparar de alguna manera tan inmerecido como inesperado golpe, le llamó a su presencia para proponerle el mando del Batallón “Chacabuco”, cuyo jefe regresaba herido a Chile, su excusa no se hizo esperar.
- Señor general - le dijo - Cuando un jefe militar de honor no ha sido mejor tratado, habiendo mandado un cuerpo de la manera como yo he mandado los “Cazadores del Desierto”, ese jefe no puede, de grado, aceptar el mando de ningún otro cuerpo.


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Mensaje por __DiaMoND__ »

13 de enero de 1981

Batalla de Chorrillos

Unos 40.000 mil hombres blandieron sus armas un dia como hoy a las afueras de Lima. Chile con la victoria en Chorrillos habria sellado definitivamente su avance hacia la captura de Lima. faltando solamente la ultima resistencia con lo que se pudo reorganizar escazamente en miraflores.


houston we have a probl€m
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Mensaje por GRUMO »

__DiaMoND__ escribió:13 de enero de 1981

Batalla de Chorrillos

Unos 40.000 mil hombres blandieron sus armas un dia como hoy a las afueras de Lima. Chile con la victoria en Chorrillos habria sellado definitivamente su avance hacia la captura de Lima. faltando solamente la ultima resistencia con lo que se pudo reorganizar escazamente en miraflores.


¿Felicitaciones?


¡Somos o no pilotos de combate!.... ya, que nos den otra misión y salimos 3 o 4 fierros, rasanteamos hasta donde podamos y si nos van tumbando.... nos tumbaron pues.... pero por lo menos uno llega y rompe.... así no regresemos los demás.... total para eso nos hemos formado, para eso estamos preparados, y si vamos a morir.... bueno nos inmolamos por la patria, es la oportunidad de demostrar lo que somos y valemos”. Coronel FAP Marco Antonio Schenone Oliva , piloto muerto en el Cenepa
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Mensaje por Ernesto35 »

comando_pachacutec escribió:Yo tengo una de esa bayonetas, tiene una cruz grabada y dice "sagrado"

No se si pertenecio a un peruano o a un chileno.

Saludos


Tienes que probar a que fusil le da, Peabody o Remington, pero hay muchas que son de Mauser del siglo XX.

Felicitaciones Ilam por la historia del Cazadores del Desierto


Vendo el libro de la Batalla en el Morro Solar de Chorrillos. Cualquier interesado, me escribe un mp
ilam22
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Mensaje por ilam22 »

De las mismas fuentes, de otras historias de unidades que he puesto, pongo a continuación la historia de la Ambulancia N° 1 "Santiago". Resumen de un trabajo del Sr. Marco Antonio Lang.

1º AMBULANCIA “SANTIAGO” O Nº1 “SANTIAGO”

UNIFORME

Pantalón y chaqueta azul, vuelta corta con una sola botonadura amarilla; gorra blanca de lona, con listas rojas horizontales y cruz roja al frente. Al brazo izquierdo la Cruz de Ginebra (cruz roja sobre fondo blanco). La cruz roja en campo blanco (antebrazo izquierdo) tiene las siguientes dimensiones: ancho de la faja blanca, 17 cm; largo, lo necesario para rodear el brazo. La cruz tendrá 12 cm de diámetro, y el ancho de los brazos será de 3 cm.

ESTANDARTE (BANDERA)

La bandera de estas unidades no militares, estaba de acuerdo a la Convención de Ginebra de fecha 22 de Agosto de 1864; la cual, en su Artículo 7º la define como: “Llevará cruz roja en fondo blanco”.

ARMAMENTO

Ninguno. No está permitido por la Convención de Ginebra.

HISTORIA

Año 1879

1 de Enero de 1879
Al estallar el conflicto del Pacífico (Guerra del Pacífico), ninguno de los beligerantes (Chile, Bolivia y Perú) formaba parte de la Convención de Ginebra.
El Servicio Sanitario no existía como institución militar. Los cuerpos de línea tenían dotación de cirujanos y practicantes, y los buques de la Armada cirujanos y sangradores.
En los botiquines de las unidades de mar y tierra, había un surtido más o menos completo de drogas para enfermedades comunes; pero eran escasos los aparatos de cirugía, que apenas bastaban para determinados accidentes. Declarada la guerra (5 de Abril de 1879), se formaron espontáneamente comisiones de la Cruz Roja, autorizadas por los respectivos Intendentes, en todas las provincias del país. Colectaron fondos, prepararon Ambulancias, echaron las bases de Hospitales de Sangre y reunieron los elementos necesarios para las emergencias del porvenir.
Surgieron comisiones de la Cruz Roja en todas las ciudades. Se hicieron notar principalmente, las de Santiago, Valparaíso, Concepción y La Serena, por la magnitud de los elementos reunidos.

12 de Marzo de 1879
En la madrugada de este día, han llegado a Antofagasta en el vapor Copiapó, los cirujanos don Florencio Middleton y don Jerónimo Rosas.

13 de Marzo de 1879
En Antofagasta, se ha organizado el cuerpo médico que ha de servir a las fuerzas chilenas que operan en estos territorios. Lo componen los doctores don Florencio Middleton, don Jerónimo Rosas, don Federico Arnao, don Arturo Sanford y don Juan Kild.

16 de Marzo de 1879
En Antofagasta, en reunión de todos los jefes con mando de tropas y de los cirujanos, se acordó en esta fecha el servicio de la Ambulancia. A cada 500 hombres acompañará una Ambulancia.

Abril de 1879
La comisión de Santiago no se daba descanso para preparar el material y personal de 4 Ambulancias destinadas a operar en los campos de batalla.
Alistada la 1º Ambulancia “Santiago”, armó su material en la Quinta de Agricultura, en donde acudió el pueblo a visitarla, depositando igualmente su óbolo a favor de los heridos, en alcancías colocadas al efecto.
Las carpas tenían forma de tijeral, cuyo vértice se apoya sobre un madero; la base, sólidamente afianzada sobre el terreno, para resistir airosamente los ventarrones de la pampa, muy frecuentes en la zona de Tarapacá, con un largo de más de 20 varas, por 3 de ancho y 3 de alto. Una doble cubierta de lona bastante fuerte forma las paredes; la doble cubierta encierra cierta cantidad de aire, que como mal conductor del calor, impide los bruscos cambios de temperatura.
Ocupan el interior en hileras, 20 catres o marcos de madera, colocados a 1 pié de altura, con fondo de lona; dotado cada uno, con dos frazadas, dos sábanas y dos camisas.
Abrazaderas de hierro separan las patas de los catres; durante el descanso, pueden transformarse en tarimas de poca altura, con toda facilidad y son muy cómodas.
Una colgadera de lona cubre las puertas, a cada extremo de la carpa.
Por el mismo sistema se construyeron dos carpas salones, casi cuadradas de techo, destinadas a operaciones de cirugía.
Cada Ambulancia tenía su cocina, con camas para cocineros y un quiosco para el doctor.


14 de Abril de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago en sesión de esta fecha, acordó solicitar del Supremo Gobierno, la centralización de los servicios sanitarios, dispersos hasta entonces en todo el país. Asistieron a esta sesión los doctores Díaz, Aguirre, Hidalgo, Valdivieso, Middleton, Salamanca y Torres.
El Gobierno accedió a los deseos de la Junta y nombró una Comisión Central encargada de la Dirección Sanitaria en todo el país, compuesta de los señores José Tocornal, Matías Ovalle, Guillermo Mackenna, Pedro García de la Huerta, Joaquín Díaz Besoain y Cesáreo Pérez.
La Junta de Sanidad santiaguina quedó funcionando a las órdenes de la Central, siempre bajo la presidencia del doctor Díaz.
De igual manera, el Comité de Valparaíso, continuó sus labores, como rama de la Junta Central, con el nombre de Sociedad de la Cruz Roja, y su mismo personal.

2 de Mayo de 1879
A poco menos de un mes del inicio oficial del conflicto y siendo conveniente dar unidad y dirección a los asuntos que se relacionan con el servicio de Hospitales Militares y Ambulancias del Ejército de Operaciones del Norte, se decretaba el nombramiento de una comisión compuesta por el proto médico don Wenceslao Díaz, el doctor don José Joaquín Aguirre y del cirujano de esta guarnición (Santiago) don Domingo Gutiérrez, con el fin de que por su conducto, propongan al Gobierno los cirujanos, farmacéuticos y practicantes que requieran las necesidades del servicio de Hospitales del Norte; debiendo pasarse al efecto a dicha comisión una nómina de los empleados que han sido nombrados con anterioridad a la fecha de este Decreto y las propuestas elevadas con posterioridad por el Cirujano Mayor del Ejército de Operaciones.
Junto a estas atribuciones, la comisión quedaba encargada del estudio de las listas de medicamentos, útiles de cirugía y demás artículos que se soliciten para el servicio de los referidos Hospitales, debiendo pasarlos informados y con las supresiones o agregaciones que consideren convenientes, al Ministerio de Guerra para los fines ulteriores.
Un corazón generoso Mr. Eduardo Séve, Ministro de Bélgica en Chile, Perú y Bolivia, se impuso la filantrópica tarea de poner de acuerdo a los 3 países beligerantes, para su ingreso a la Convención de Ginebra de 22 de Agosto de 1864.
Después de algunos viajes a Lima y La Paz, obtuvo la adhesión del Perú, en esta fecha.

7 de Mayo de 1879
A esta comisión sanitaria recién creada y que constituyó el origen del Servicio Sanitario del Ejército de Chile, le fueron agregados, por Decreto de esta fecha, los doctores don Nicanor Rojas y don Valentín Saldías, a la vez que se la ponía bajo la dependencia del Intendente General del Ejército y la Armada, don Francisco Echaurren García Huidobro; debiendo atender los pedidos y prestar todo género de facilidades a las medidas de dicho funcionario, concernientes al servicio de hospitales y ambulancias militares.

9 de Mayo de 1879
Puesta bajo la dependencia del Intendente General, éste, de común acuerdo con la comisión nombrada por los Decretos de 2 y 7 de Mayo, propuso un Plan General del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, el que fue aprobado por el Ejecutivo este día y que expresaba:
Santiago, Mayo 9 de 1879.

Con lo expuesto en la nota que precede del Intendente General del Ejército y Armada y visto el acuerdo de los facultativos que componen la comisión nombrada por Decretos de 2 y 7 del actual.
He acordado y Decreto:

Apruébase el siguiente plan general del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña.

Servicio Sanitario del Ejército en Campaña

Sueldos Rancho

Cirujano en Jefe, igual a teniente coronel de Artillería en
campaña. $ 2.200 30 ct.
Cirujano 1º, igual a sargento mayor de Artillería en campaña. $ 1.670 30 ct.
Cirujano 2º, igual a capitán de Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Farmacéutico mayor y guarda almacén, igual a capitán de
Artillería en campaña. $ 1.140 20 ct.
Practicantes farmacéuticos, igual a alférez de Artillería en
campaña. $ 680 20 ct.
Practicantes, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Conductor contralor, igual a alférez de Artillería en campaña. $ 680 20 ct.
Enfermeros porta sacos, igual a sargento 2º de Artillería en
campaña. $ 216 rancho.

Servicio de Regimiento de Infantería

Personal.

1 Cirujano 1º.
1 Cirujano 2º.
2 Practicantes farmacéuticos.
2 Enfermeros porta sacos.

Material

2 sacos de Ambulancia, de cirugía y de farmacia.

Servicio de Regimiento de Artillería y Caballería

Personal

Se establece para cada 2 Baterías y 1 Escuadrón de Caballería:
1 Cirujano 2º.
1 Practicante farmacéutico.
1 Enfermero porta sacos.

Material

1 saco de Ambulancia.

Servicio de Ambulancia para 2.000 hombres

Personal

1 Cirujano 1º.
2 Cirujanos 2º.
3 Practicantes.
1 Practicante farmacéutico.
12 Angarilleros enfermeros.
1 Conductor contralor y Jefe de los angarilleros enfermeros.

Material

2 cantinas de cirugía.
2 cantinas de farmacia.
2 cantinas de administración.
2 artolas.
2 literas o sillas volantes.
6 parihuelas.
3 cargas de agua.
2 cargas de leña cortada o carbón de leña.
200 camillas.
Carpas para 200 hombres y 1 de administración.
12 delantales de angarilleros.
30 mulas con aperos.

Tómese razón, comuníquese y publíquese.

Pinto.
Basilio Urrutia.

Además, se aumenta el personal de esta comisión por Decreto con esta fecha, con los doctores Valentín Saldías y Nicanor Rojas.

10 de Mayo de 1879
Al efecto de dar a conocer la creación de la Comisión Sanitaria al Jefe del Ejército del Norte, general Justo Arteaga, el Ministro de Guerra y Marina le despachó, con esta fecha, una nota en la que le transcribía por separado: los Decretos referentes al nombramiento de una comisión de distinguidos facultativos, encargada de organizar el Servicio Sanitario del Ejército, al mando de U.S.
A través de ella ponía, además, en conocimiento de éste que, todas las notas del Cirujano Mayor remitidas a este Ministerio han sido transmitidas a la citada Comisión y a la Intendencia General y que el plan de empleados y el abastecimiento de medicina será inmediatamente organizado y atendido, en conformidad a los acuerdos de los expresados funcionarios, agregando que previniese al Cirujano Mayor que las necesidades que se hicieren sentir en ese ramo del servicio deben, en lo sucesivo, exponerse ante la Intendencia General del Ejército en Campaña, sin cuya anuencia no deberá innovarse el plan general de empleados, decretado por el Gobierno, ni darse curso a pedidos de medicinas, carpas y otros utensilios.
Terminaba la nota recordando al general en jefe que el Ministerio de Guerra y Marina, ha remitido a Antofagasta, camas, frazadas, hilas (gasa) y medicinas, en número suficiente para atender durante algunos meses a los enfermos del Ejército, según lo expuesto por el cirujano de esta plaza encargado, mientras se establecía la Intendencia General, de la adquisición de los mencionados artículos.

12 de Mayo de 1879
En el Boletín de la Guerra del Pacífico de esta fecha, en el apartado de “Donativos para la guerra” bajo el título “Ofrecimientos”, dice lo siguiente:
Francisco Puelma – $ 200 y $ 50 mensuales para el sostén de la Ambulancias.
Daniel Oliva - $ 500 para las Ambulancias, y promete colectar fondos en Taltal con el mismo objeto.
El curador del insano don Miguel P. Herrera – Obsequia $ 4.000 para costear una Ambulancia y pide se le dé el nombre de “El Coronel Villalón”.
Bajo el título “Donativos”:
Tránsito Errázuriz de Lira – 10 arrobas de vino dulce y añejo para las Ambulancias.
Bajo el título “Erogaciones”:
Ramón Eyzaguirre – Se ofrece para ayudar a los trabajos de la Secretaría de la Comisión de Ambulancias.

13 de Mayo de 1879
En esta fecha, se envía la siguiente carta:
Santiago, Mayo 13 de 1879.

Tengo el honor de poner en conocimiento de US. que ayer se ha hecho entrega a la Comisión de Sanidad del edificio de la antigua Cárcel. Asimismo aviso a US. que he oficiado a la Junta Central de Donativos para que entregue a la Comisión de Sanidad todos los elementos de que actualmente dispone para la guerra, como Ambulancias, víveres, etc.
Dios guarde a US.
Z. Freire.
Al señor Intendente General del Ejército y Armada.

El Presidente de la Comisión Central de Donativos contestó esta carta, con esta misma fecha; que en lo relativo a las Ambulancias dice:

La Junta, al imponerse de la comisión de US. acordó poner desde luego a su disposición 3 Ambulancias de a 50 camas cada una, que tiene ya completamente concluidas y dotadas de todos los elementos necesarios para atender con prolijidad y eficacia las necesidades de los heridos en el campo de batalla. Para que US. pueda recibirse de ellas, y para que el pueblo de Santiago juzgue de la inversión de los fondos a que con patriótico desinterés ha contribuido, acordó la Junta, armar estas Ambulancias el próximo Jueves en la Quinta Normal de Agricultura y ponerlas allí a su disposición para que US. a su vez lo haga con la Intendencia General del Ejército, si lo estima conveniente.
US. dará las órdenes del caso para que el próximo Jueves pueda esa Intendencia recibir las Ambulancias.

14 de Mayo de 1879
En contestación de don F. Echaurren al Intendente de Santiago, con esta fecha, le dice: “Para que esta Intendencia General pueda tener conocimiento de los elementos que el patriotismo y el entusiasmo públicos han podido ya colectar y reunir (entre ellos 3 Ambulancias completas), me permito pedir a US. se sirva manifestar a los dignos miembros de esa Junta, que esta Intendencia General vería con satisfacción que se pusiese en comunicación directa con la Junta de Sanidad para examinar y distribuir todos esos artículos de la manera que sea más conveniente y más conforme con los deseos mismos de los que con abnegación han contribuido a preparar”.
En carta de don F. Echaurren al señor Presidente de la Comisión Sanitaria del Ejército en campaña, en esta fecha, en unos de sus puntos dice: “Las carpas para el servicio de Ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener por ahora su desarrollo la campaña”.
Para hacer operante la Comisión Sanitaria, la Intendencia General, convencida del celo y patriotismo con que ha procedido la Comisión Sanitaria, atendiendo todas las consultas, estudios e indicaciones que se han sometido a su ilustrado dictamen y contando con su decidida cooperación, especialmente en los ramos de sanidad, ambulancias y hospitales de sangre para el mejor servicio del Ejército en campaña, recordaba al Presidente de ella, en esta fecha, las siguientes instrucciones encaminadas al mejor servicio:

1º Formar reglamentos para el mejor servicio científico y económico de todo el servicio médico y sus dependencias en campaña, sin olvidar lo que impone la Ordenanza General del Ejército.

2º Proponer a la Intendencia General los empleados que juzguen idóneos para llenar las vacantes en el servicio.

3º Formar una oficina con un almacén o almacenes, necesarios para preparar todos los pedidos que se hagan por la Intendencia General en el ramo del servicio sanitario de ambulancia y hospitales.

4º Proponer los empleados que sean necesarios para el servicio de esa oficina y almacenes y sus sueldos.

5º Hacer provisión bastante y con toda previsión de todo lo que puede necesitarse, para atender sin demora los pedidos que haga la Intendencia para renovar los consumos.

6º Los pedidos que hagan los Cirujanos Jefes a la Intendencia General serán despachados por la comisión, previo un prolijo examen para apreciar bien estos pedidos y justificar la necesidad de remitir él todo o parte.

7º Llevar cuenta prolija y detallada, con toda la documentación correspondiente, de los fondos que se pongan a su disposición, como también de las especies que le entreguen y todo lo que sea pedido por el Intendente General, órgano único que debe servir a la comisión para todo lo que se remita al Ejército y Armada en Campaña. Al efecto, la comisión vigilará porque los empleados de su dependencia cumplan con puntualidad las instrucciones que se dieran a ese propósito y para que tenga siempre sus cuentas al día, enviando diariamente un balance a última hora a la Intendencia General de toda la existencia y salida, sea de fondos y de especies.

8º La comisión cuidará que los embalajes de todo lo que deba remitirse, sea apropiado y según los objetos, teniendo presente las distancias, transbordos, remesas a lomo de mula, temperatura y almacenes provisionales del territorio donde van a servir esos elementos.

9º Cada bulto o paquete debe llevar su número o rótulo, bien legible, de su contenido para que no haya confusión ni se abran cajas inútilmente, buscando algún objeto.

10º Las remesas se harán por facturas duplicadas, debiendo también quedar copia en la oficina. Las facturas han de detallar bien los números y rótulos de cada cajón o paquete.

11º Las carpas para el servicio de ambulancias deben ser proporcionadas para que se puedan conducir en mulas, único medio de transporte con que debe contarse en los parajes en que va a tener, por ahora, su desarrollo la campaña.

12º Para sirvientes y muleteros sería conveniente preferir individuos contratados o enganchados en el litoral, que están aclimatados y son conocedores del territorio donde van a prestar sus servicios, porque los que se mandarán de aquí, careciendo de esas condiciones, podrían inutilizarse, aparte de otras circunstancias y consideraciones fáciles de tomar en cuenta.

13º La comisión, por medio de su Presidente deberá, dirigirse a las autoridades y particulares que estime conveniente, ya para solicitar algo que, a su juicio, les sea útil para desempeñar su humanitario cometido, ya en fin para solicitar la concentración en su oficina de objetos que el patriotismo proporcionará para las necesidades de la guerra en el ramo de las ambulancias y servicio sanitario del Ejército y la Armada.

14º La comisión propondrá a la Intendencia el nombramiento de sucursales en las localidades que estime necesarias y formará los reglamentos que crea útiles para el servicio interno de su oficina y sucursales.

15º Dar los informes que pida la Intendencia General sobre todo lo que refiera a los ramos de salubridad, higiene y manutención del soldado y marino.

16º Tendrá siempre lista la comisión de Cirujanos y demás empleados especiales, para reponer los que se inhabilitarán en el servicio y para proveer al personal de los nuevos cuerpos que se envían a la campaña; la Comisión Sanitaria Central para el servicio del Ejército y Armada en Campaña encontrará en el Intendente General todas las facilidades para el desempeño de su filantrópico cometido y atenderá todas las indicaciones que se sirva hacerle, tendientes a mejorar y hacer lo más cómoda posible la situación de los que van a derramar...........................................................del honor nacional. Escusado me parece recomendar a la ilustrada comisión la mayor economía posible en el servicio de todos los ramos que van a correr a su cargo, pues desde luego, he tenido ocasión de conocer el cuidado y atención que todos sus miembros prestan a esta condición indispensable de arreglo y buen servicio.

A fin de regularizar el sistema de rancho diario correspondiente a los empleados de ambulancias, se decretaba este mismo día, que los funcionarios de esa dependencia que se encontraren en el litoral del norte, serían considerados como miembros del Ejército en conformidad con lo dispuesto por Decreto Supremo de fecha 9 de Mayo de 1879.

15 de Mayo de 1879
Siendo necesario ampliar el número de componentes de la Comisión Sanitaria, en esta fecha, se acordaba agregar, mediante un Decreto, los siguientes ciudadanos con determinación de sus funciones de procedencia de la Comisión Eclesiástica, a los presbíteros don Raimundo Cisternas y don José Ramón Saavedra; de la Comisión de Donativos, a don José Tocornal y don Pedro García de la Huerta y de la Comisión de Ambulancias, a don Matías Ovalle y don Damián Miquel.

16 de Mayo de 1879
Con el objeto de atender en mejor forma a la provisión de las necesidades del Servicio Sanitario, la Intendencia General propuso al Ejecutivo la creación de una oficina y almacenes para este objeto; proposición que resultó aprobada a través del Decreto 146 de esta fecha, que disponía:
Apruébese el siguiente Decreto expedido con fecha de ayer por la Intendencia General del Ejército y Armada en Campaña, que establece la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario:

1º Organízase la Oficina y Almacenes para proveer al Ejército y Armada de todo lo que sea necesario a su mejor servicio sanitario. Dicha oficina tendrá su asiento en esta capital (Santiago); estará a las órdenes de la Comisión Sanitaria y se regirá por los reglamentos que ella dicte, de acuerdo con la Intendencia General.

2º El personal de la Oficina y sus sueldos serán los siguientes, propuestos por la Comisión de Sanidad: 1 Guarda almacenes, encargado también de llevar la contabilidad, con 50 pesos mensuales; 1 Ayudante del anterior, con 30 pesos mensuales y 1 Escribiente con 30 pesos, también mensuales.

3º Nómbrase Guarda almacenes de la expresada Oficina a don Francisco Zorrilla; Ayudante del mismo, a don Florencio Hurtado y Escribiente a don Juvenal Bari. Páguese a los nombrados, el sueldo mensual que les corresponde desde que principien a prestar sus servicios.

4º Los nombrados estarán obligados a servir en horas extraordinarias si así se les exigiere, sin más remuneración que la ya determinada y permanecerán en sus empleos por el tiempo que sus servicios sean necesarios, a juicio de la Intendencia General.

En esta fecha, la Intendencia General vio decretadas las propuestas hechas por la Comisión de Sanidad para el Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, conforme a lo dispuesto por el Decreto Supremo de 9 de Mayo de 1879, que determinaba el personal y sueldo de los diversos empleados que deben ocuparse de ese Servicio y que había remitido para su resolución al Ejecutivo. Por medio de este Decreto se ordenaba:

1º Nómbrase en comisión Cirujano en Jefe del Ejército en Campaña, al profesor de Cirugía y Clínica Quirúrgica de la Universidad don Nicanor Rojas, con el sueldo de teniente coronel de Artillería. Nómbrase Ayudante del mismo, con el sueldo de Cirujano 2º a don Marcial Gatica y Secretario encargado de la Estadística a don Carlos Roja y Roja, con el mismo sueldo.

2º Nómbrase Médico en Jefe de los Hospitales fijos, a don Florencio Middleton, con el sueldo de teniente coronel de Artillería.

3º Nombramiento en el Batallón de Artillería de Línea Nº 2 (ver archivo de esta unidad).

4º Nombramiento en el Regimiento de Artillería de Marina (ver archivo de esta unidad).

5º Nombramiento en el Regimiento 1º de Línea “Buin” (ver archivo de esta unidad).

6º Nombramiento en el Regimiento 2º de Línea (ver archivo de esta unidad).

7º Nombramiento en el Regimiento 3º de Línea (ver archivo de esta unidad).

8º Nombramiento en el Regimiento 4º de Línea (ver archivo de esta unidad).

9º Nombramiento en el Batallón “Bulnes” (ver archivo de esta unidad).

10º Nómbrase Cirujanos 2º para los cuerpos de caballería de línea actualmente en campaña, a don Emilio Sierralta y a don Manuel A. García y de Practicantes de los mismos cuerpos a don Abel G. Pumarín y a don Lorenzo F. López.

11º Nombramiento en el Batallón Cívico de Caracoles (ver archivo de esta unidad).

12º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº1 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).

13º Nombramiento en el Batallón Cívico Nº2 de Antofagasta (ver archivo de esta unidad).

14º Nombramiento en el Batallón Cívico de Carmen Alto (ver archivo de esta unidad).

15º Nombramiento en la Ambulancia Nº1 “Santiago” (ver archivo de esta unidad).

16º Nómbrase de Farmacéutico Mayor, Guarda Almacén de Hospitales y Ambulancias, a don Favorino Charlín y de Ayudante Farmacéutico a don Amador Araos.

17º Páguese a los nombrados el sueldo y rancho que les corresponde según el rancho, con arreglo al Decreto Supremo, fecha 9 de Mayo de 1879, desde el día que partan del puerto de Valparaíso para ir a incorporarse al Ejército.
A este efecto, cada Cirujano Jefe del Cuerpo, Ambulancia u Hospital fijo, se presentará al Jefe de la Comisaría Principal con todo su personal respectivo, en la ciudad de Valparaíso y los que residiesen en Antofagasta, al Comisario de esa localidad, para que se tomen las notas del caso en las Oficinas de Contabilidad.

18º Todos los nombrados prestarán sus servicios en calidad de comisión y por el tiempo que la Intendencia General lo juzgue necesario.

19º Los empleados del Cuerpo Sanitario del Ejército en Campaña quedarán subordinados a las disposiciones de la Ordenanza General del Ejército y a los reglamentos y órdenes que libre esta Intendencia General, oyendo a la Comisión de Sanidad.

20º Todos los empleados del cuerpo de sanidad tanto en el Ejército, como en la Armada, llevarán por distintivo, cosido en el antebrazo izquierdo, una Cruz Roja en campo blanco de las dimensiones siguientes: ancho de la faja blanca, 17 centímetros; largo de la misma, el necesario para que rodee completamente el brazo. La Cruz Roja de 12 centímetros de diámetro y en el ancho de los brazos, 3 centímetros.

21º La Comisión de Sanidad cuidará que cada cuerpo de Ambulancia que se despache en lo sucesivo para el servicio del Ejército en campaña lleve su personal conforme al Decreto Supremo de fecha 9 del actual, haciendo oportunamente a esta Intendencia General las propuestas respectivas.

22º Quedan sin efecto las comisiones y nombramientos hechos con anterioridad para el Servicio Sanitario del Ejército en campaña.
Aplíquese este gasto a la ley de 3 de Abril último.

Por Decreto, con esta fecha, se nombra para el servicio de la Ambulancia Nº1, denominada “Santiago”, de Cirujano 1º a don Federico Arnao; de Cirujanos 2º a don Víctor Rirner y a don Luis Roserdi; de Practicantes farmacéuticos a don Manuel González, don Francisco de B. Valenzuela, don Felipe Abarca y don Francisco Valdivia, de Contralor a don Víctor Castro y de Contralor suplente, sin goce de sueldo, pero con rancho, a don Rodolfo Valdés.
La Oficina y Almacenes del Servicio Sanitario, con residencia en Santiago, quedaron con la siguiente dotación de empleados:
1 guarda almacenes con $ 50 mensuales
1 ayudante con $ 30 mensuales
1 escribiente con $ 30 mensuales

Estos empleados tenían la obligación de servir en horas extraordinarias sin derecho a mayor remuneración.

20 de Mayo de 1879 (Salida de Valparaíso hacia Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” se embarca en Valparaíso, rumbo a Antofagasta; a cargo del doctor don Federico Arnao, que llevaba como segundos a los estudiantes del último año de medicina, señores Víctor Körner y Luis Rosende Lopeandía; Practicante a cargo de la farmacia, al estudiante don Manuel González Gálvez; practicante a cargo de cirugía, a los señores Francisco de B. Valenzuela, Felipe Abarca y Francisco Valdivia; y contralores, a los señores Víctor Castro y Rodolfo Valdés.
09.25 hrs: Zarpó el Rímac de Valparaíso en convoy con el Itata en este día, conduciendo entre ambos el Regimiento “Santiago” y los Batallones “Valparaíso”, “Naval” y “Chacabuco”, las Ambulancias (1º Ambulancia “Santiago” y 2º Ambulancia “Valparaíso”) y algunos oficiales pertenecientes a otros cuerpos.
Durante el trayecto no ocurrió nada de notable, sino la separación del convoy en esta noche, a causa de la fuerte lluvia que impedía ver las luces.


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21 de Mayo de 1879
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
El Intendente General del Ejército y Armada, don Francisco Echaurren, hizo saber a las autoridades administrativas del país, y a las Juntas Patrióticas, el establecimiento en Santiago de la Comisión Central, encargada de unificar el servicio.

22 de Mayo de 1879 (Llegada a Antofagasta)
La 1º Ambulancia “Santiago” navega en el convoy del Rímac y el Itata.
16.25 hrs: El Itata fondea en Antofagasta.
21.25 hrs: Fondeó el Rímac en Antofagasta a esta hora, donde se hallaba el Itata desde cinco horas antes.


26 y 27 de Mayo de 1879
Las Ambulancias recibieron su bautismo de fuego en Antofagasta, estos días. El Huáscar se presenta en la bahía a vengar en la población la pérdida de la fragata acorazada Independencia. En Antofagasta, se hallaba asilada en la poza la cañonera Covadonga, la heroica nave de Punta Gruesa.
Durante los dos días de bombardeo, las Ambulancias 1º de “Santiago” y 1º de “Valparaíso”, alistaron su material y la gente formó en son de guerra.
La 1º Ambulancia de “Valparaíso” constituyó cinco grupos, que se distribuyeron en el recinto urbano.
1º Sección, en la carpa, al mando de don Leopoldo Gutiérrez.
2º Sección, en el centro de la ciudad, al mando del doctor Martínez Ramos.
3º Sección, al norte de la población, al mando de don Roberto E. Meecks.
4º Sección, en las Baterías del Sur, al mando de don Laureano Ladrón de Guevara.
5º Sección, en el muelle, al mando de don Eduardo Oddó.
Las Ambulancias no sufrieron bajas, ni desperfectos en el material. Algunas bombas pasaron sobre las carpas, sin causar perjuicios.

10 de Junio de 1879
La Junta de Sanidad de Santiago, tuvo noticias por diferentes conductos, de que los soldados se encontraban seriamente amenazados por la plaga venérea.
Con esta fecha, el presidente doctor Wenceslao Díaz, pasa una interesante nota sobre la materia a la Intendencia General del Ejército; en ella, después de hacer notar la propagación de las enfermedades venéreas en Antofagasta, pide que se ordene al Servicio Sanitario de dicha plaza o a sus autoridades locales, la implantación de medidas enérgicas para extirpar el mal, y recomienda que se examinen semanalmente las mujeres adscritas a los cuerpos de la guarnición, que a las manifestadas se las atienda de preferencia, que se aíslen a las más graves hasta su total restablecimiento y todavía que la Gobernación y Junta de Alcaldes procedan manu militari a deportar a las más peligrosas como constantes focos del mal.
El Intendente General transcribió la nota al general en jefe, quien a su vez la hizo conocer del cirujano jefe y del Gobernador señor Prieto Zenteno.
Las autoridades procedieron sin contemplaciones y merced al celo desplegado, el estado sanitario cambió rápidamente, a tal punto que las salas especiales del Hospital quedaron poco a poco desiertas.

22 de Junio de 1879
Por Decreto de esta fecha, firmado por el Presidente Pinto y Ministro Jorge Hunneus, Chile pasó a formar parte de la Cruz Roja Internacional.

28 de Junio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:

Santiago, Junio 28 de 1879.

Considerando: que las estipulaciones del Convenio de Ginebra obedecen a elevados sentimientos de humanidad, dignos de ser acatados por toda nación civilizada;
Considerando: que el Gobierno del Perú ha manifestado ya su adhesión a las estipulaciones del Convenio;
Considerando: que la observancia por ambos beligerantes de las humanitarias y generosas disposiciones que aquel consigna, contribuirá a suavizar los males inseparables de la lucha en que ambos países se encuentran empeñados,

He acordado y Decreto:

Primero.

Acéptanse por el Gobierno de Chile, en la guerra que sostiene contra el Perú, los 8 artículos del Convenio Internacional de Ginebra, fecha 22 de Agosto de 1864, que copiados a la letra, dicen así:

Artículo 1º Las Ambulancias y los Hospitales Militares serán reconocidos neutrales y como tales protegidos y respetados por los beligerantes, mientras haya en ellos enfermos y heridos.
La neutralidad cesará si estas Ambulancias u Hospitales estuvieren guardados por una fuerza militar.
Artículo 2º El personal de las Ambulancias y de los Hospitales, incluso la Intendencia, los servicios de sanidad, de administración, de transporte de heridos, así como capellanes, participarán del beneficio de la neutralidad cuando ejerzan sus funciones y mientras haya heridos para recoger o socorrer.
Artículo 3º Las personas designadas en el artículo anterior podrán, aún después de la ocupación por el enemigo, continuar ejerciendo sus funciones en el Hospital y Ambulancia en que sirvan o retirarse para incorporarse al cuerpo a que pertenezcan.
En este caso, cuando estas personas cesen en sus funciones, serán entregadas a los puestos avanzados del enemigo, quedando la entrega al cuidado del Ejército de ocupación.
Artículo 4º Como el material de los Hospitales Militares queda sujeto a las leyes de la guerra, las personas agregadas a estos Hospitales no podrán al retirarse llevar consigo más que los objetos que sean de su propiedad particular.
En las mismas circunstancias, por el contrario, la Ambulancia conservará su material.
Artículo 5º Los habitantes del país que presten socorro a los heridos serán respetados y permanecerán libres.
Los generales de las potencias beligerantes tendrán la misión de advertir a los habitantes del llamamiento hecho a su humanidad y la neutralidad que resultara de ello.
Todo herido recogido y cuidado en una casa, le servirá de salvaguardia. El habitante que hubiera recogido heridos en su casa, estará dispensado del alojamiento de tropas, así como de una parte de las contribuciones de guerra que se impusieren.
Artículo 6º Los militares heridos o enfermos serán recogidos y cuidados, sea cual fuere la nación a que pertenezcan. Los Comandantes en Jefe tendrán la facultad de entregar inmediatamente a las avanzadas enemigas los militares heridos durante el combate, cuando las circunstancias lo permitan y con el consentimiento de las dos partes.
Serán enviados a su país los que después de curarlos fueren reconocidos inútiles para el servicio.
También podrán ser enviados los demás, a condición de no volver a tomar las armas mientras dure la guerra.
Las evacuaciones, con el personal que las dirija, serán protegidos por una neutralidad absoluta.
Artículo 7º Se adoptará una bandera distintiva y uniforme para los Hospitales, Ambulancias y evacuaciones, que en todo caso irá acompañada de la bandera nacional.
También se admitirá un brazal para el personal considerado neutral; pero la entrega de este distintivo será de la competencia de las autoridades militares.
La bandera y el brazal llevarán cruz roja en fondo blanco.
Artículo 8º Los Comandantes en Jefe de los Ejércitos beligerantes fijarán los detalles de ejecución del presente Convenio, según las instrucciones de sus respectivos Gobiernos, conforme a los principios generales enunciados en el mismo.

Segundo.

Por los Ministerios respectivos se expedirán las órdenes y providencias conducentes a la fiel observancia por parte de Chile de las estipulaciones que preceden.

Tercero.

Tan pronto como el Gobierno de Chile tenga constancia oficial de que Bolivia se adhiere también por su parte a las conclusiones del Convenio citado, las disposiciones del presente Decreto se harán extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal ocupado en el servicio sanitario del Ejército de aquella República.

Tómese razón, comuníquese y publíquese.

Pinto.
Jorge Hunneus.

3 de Julio de 1879
Bolivia se adhiere en esta fecha a la Convención de Ginebra, similar a las resoluciones de Chile y Perú.
Los tres beligerantes comunicaron su ingreso, por medio de sus plenipotenciarios, al Comité Central de Ginebra, quedando aceptados.

24 de Julio de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Julio 24 de 1879.

Apareciendo de la nota del señor Encargado de Negocios de Bélgica, de fecha 18 del presente mes, que el Gobierno de Bolivia ha declarado adherirse a la Convención de Ginebra de 1864, que reconoce la neutralidad de las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario en campaña; y estando por consiguiente, cumplidos los requisitos que exige el Art. 3º del Decreto Supremo de fecha 28 de Junio próximo pasado,

Decreto:

Se hacen extensivas a las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario de Bolivia, las disposiciones consignadas en el Supremo Decreto de 28 de Junio del presente año, en los mismos casos y bajo las mismas condiciones establecidas en dicho Decreto para las Ambulancias, Hospitales Militares y personal del Servicio Sanitario del Perú.
Tómese razón, comuníquese y publíquese.

Pinto.
Jorge Hunneus.

28 de Agosto de 1879 (Combate Naval y Terrestre en Antofagasta)
En el combate de esta fecha, entre el Huáscar y las Baterías de tierra y buques de guerra Abtao y Magallanes, el cuerpo sanitario hizo labor ruda y eficiente.
Durante la acción y bajo el imponente fuego de a 300 del Huáscar, desembarcó los 12 heridos del Abtao, de los cuales 7 se encontraban en estado grave. Todos fueron atendidos por los cirujanos de las Ambulancias, bajo la inmediata dirección de Martínez Ramos y Arnao, de las Ambulancias 2º y 1º de “Valparaíso” respectivamente.


Octubre de 1879
La captura del Huáscar, puso fin a las correrías de este monitor. Las Ambulancias no tuvieron otro trabajo que la atención de los enfermos de dolencias comunes, propias de una numerosa guarnición.
No obstante las diarias tareas, y las visitas de hospital, los cirujanos en jefe no escaseaban los ejercicios de campaña, para adiestrar al personal.
Dos y aún tres veces a la semana, se ordenaba levantar el campamento, plegar carpas, embarcar las impedimentas en los carretones y cargar en las mulas el material liviano.
La Sanidad se encontraba lista para la ofensiva, que debía seguir a la victoria del 8 de Octubre.
Mientras tanto, las Juntas de la Cruz Roja trabajaban en el sur, para reunir fondos y atender debidamente al personal destacado en Antofagasta, pues el Gobierno no podía disponer de un centavo para este servicio. Con patriótico esfuerzo abrieron un Hospital Militar en Antofagasta y enviaron a campaña 4 Ambulancias dotadas de elementos quirúrgicos, aparatos y útiles de curación, transporte de heridos y medicina para enfermedades comunes.

21 de Noviembre de 1879
En esta fecha se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.

Conviniendo en vista de las circunstancias aumentar el personal de la Comisión Sanitaria de Santiago,

Decreto:

Nómbranse miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, a los facultativos don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper.
Anótese y comuníquese.

Pinto.
Domingo Santa María.

Este mismo día, también se Decreta lo siguiente:
Santiago, Noviembre 21 de 1879.

He acordado y Decreto:

Los miembros de la Comisión Sanitaria de Santiago, don Ramón Allende Padín y don Francisco Puelma Tupper, se trasladarán a Pisagua, en su carácter de miembros de la expresada Comisión, para prestar sus servicios profesionales a los heridos, debiendo ponerse de acuerdo con el Jefe de Estado Mayor y con el Cirujano en Jefe del Ejército para tomar todas las medidas necesarias para la mencionada atención y curación de los heridos.
Anótese y comuníquese.

Pinto.
Domingo Santa María.

Diciembre de 1879
En Pisagua, funcionaba la 1º Ambulancia “Santiago”, que armó sus carpas al lado de la Estación del Ferrocarril.
El Decreto de 9 de Mayo de 1879, había dispuesto un plan general de sanidad en virtud del cual se dotaba a cada Regimiento o Batallón del personal y material correspondiente. Cada Regimiento tuvo 2 Cirujanos, 2 Practicantes y 2 Enfermeros; cada Batallón recibió la mitad de esta dotación con lo cual era deficiente, tanto para los Batallones, como para los Regimientos, sobre todo si operaban dislocados en diversos sectores.
Para la Campaña de Tarapacá se alistaron 5 Ambulancias, la “Valparaíso” y las “Santiago” 1, 2, 3 y 4; la primera surtida por el vecindario y alto comercio porteño, las otras por el fisco.
Cada Ambulancia tenía 3 Cirujanos, 4 Practicantes, 12 Angarilleros, 1 Contralor, con un material de 200 camas, carpas y útiles correspondientes, 2 cantinas de cirugía, 2 de farmacia y 2 de administración.
La ciudad de Valparaíso cedió su Ambulancia al Gobierno, que tomó el número de Ambulancia Nº5 “Valparaíso”.
Después de esta fusión, el Cuerpo Sanitario quedó con el siguiente personal: 22 Cirujanos 1º, 53 Cirujanos 2º, 118 Practicantes, 12 Farmacéuticos, 78 mozos de Ambulancia, 87 de Hospital, 16 Contralores y otros empleados.

8 de Diciembre de 1879
El Intendente General del Ejército nombró jefe del servicio ad honorem, al Doctor don Ramón Allende Padín, con amplias facultades para la organización de este ramo.
El Gobierno aprobó la designación y Allende Padín marchó al Norte y trabajó tesoneramente para poner en estado de movilización las Ambulancias 1º, 3º y 4º “Santiago” y 5º “Valparaíso”. La 2º quedaba con la Reserva en la línea Pisagua – Jazpampa – Dolores.

El Doctor Allende Padín estableció la Superintendencia en Pisagua, dedicando su actividad a completar el personal y material a sus órdenes.
Propuso como cirujano 1º de la 1º Ambulancia al Doctor don Ramón Gorroño, que tomó su puesto en Las Yaras, después de desempeñar en Pacocha la jefatura del Hospital Volante. Mientras tanto, la 1º Ambulancia estaba a cargo de los cirujanos 2º señores Víctor Körner Anwandter y Luis Rosendo Lopehandia.
La 5º Ambulancia tenía excesivo personal; se la dividió en dos secciones y su jefe, Doctor Teodosio Martínez Ramos pasó a cirujano en jefe de las Ambulancias.

Año 1880


26 de Febrero de 1880 (Zarpe de la 4º División)
El doctor Allende Padín, mientras desembarcan las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) y su voluminoso material, construye jardines en la playa, para el descanso natural de la gente, con prohibición bajo severas penas, de cavar letrinas o proceder aisladamente a campo raso. Todo el mundo debe ocupar las nuevas vespasianas, bajo las cuales corren las olas, arrastrando todo germen de infección.
Procede igualmente a habilitar un Hospital volante, destinado a las enfermedades comunes, en unas bodegas desocupadas de la Estación, a cuyo servicio destina la 4º Ambulancia “Santiago”, con el siguiente personal:
- Cirujano 1º Doctor Hermógenes Ilabaca.
- Cirujanos 2º licenciados en medicina y farmacia, señores David Perry y Manuel Gundelach.
- Contralor, don Rafael Vargas.
- Farmacéutico, don N. Chacón.
- Practicantes, señores Luis E. Arellano, Francisco de Borja Valdés y J. Tapia.
El Hospital volante recibía a los enfermos de los campamentos de Pacocha, como a los que bajaron más tarde de Moquegua y del valle de Ilo. Después de algunos días de tratamiento, algo fortalecidos, eran evacuados al Hospital Militar de Iquique, y de ahí a la Noria, los atacados de tercianas.
Entre las enfermedades reinantes, predominan el paludismo y sus complicaciones intestinales y hepáticas.


2 de Marzo de 1880
Gran alarma produjo en la segunda semana de ocupación, la noticia de haber aparecido la viruela negra, con caracteres hemorrágicos, naturalmente transmitida por los mosquitos del valle, como ya habían introducido el hematozoario de la terciana, según los médicos de la Sanidad, que no se aceptaban las antiguas teorías de la transmisión de la malaria por contagio sino por la inoculación del virus por los mosquitos propagadores de la epidemia, según quedó comprobado ese mismo año, por el Doctor Laveran, que hizo público su descubrimiento el 6 de Noviembre de 1880.
Los cirujanos se preparaban a un duro combate contra el paludismo y extremaban las medidas higiénicas en el campamento, merced a las cuales el Doctor Allende cortó en su germen el peligro de la viruela.
La tropa vacunada en los campamentos de Pisagua, se revacunó a toda prisa, para evitar la propagación del flagelo. Desgraciadamente, no se conocía entonces la vacunación contra la malaria.
Los cuatro infectados, fueron conducidos al pueblo de Ilo, a cargo de los Cirujanos 2º Víctor Körner y Luis Rosendo Lopendía, con los Practicantes y mozos necesarios.
Un cordón de tropas estableció estricta incomunicación, con orden de hacer fuego sobre cualquier individuo que intentase violar la rigurosa cuarentena.
Los enfermos fallecieron pronto, pues nadie escapa a la terrible enfermedad, que envenena la sangre y gangrena los músculos en cuyas pústulas anidan bolsas de gusanos. Los atacados perecen consumidos por la fiebre, delirantes, con una sed devoradoras.

11 de Marzo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en Mollendo.

12 de Marzo de 1880
17.30 hrs: Toda la gente que quedaba en tierra sube a los botes (entre ellos la Ambulancia Nº1 “Santiago”). Queda ardiendo la cubierta de madera del muelle, que no se hizo volar por agotamiento de los explosivos. Los vecinos apagan el fuego y salvan el muelle.
17.45 hrs: Todo el mundo está a bordo.

13 de Marzo de 1880 (Regresa la División Barboza a Mollendo)
La División Barboza, que expedicionó a Mollendo, llega a Pacocha.
La Ambulancia Nº1 “Santiago” desembarca en Pacocha.

24 de Marzo de 1880
El doctor Martínez Ramos guardaba en las bodegas de la Ambulancia (Nº5) “Valparaíso”, para el servicio profesional, 940 barricas de vino de 225 litros cada una, 6 pipas de pisco de 600 litros, fuera del vino a granel para convalecientes en tinajas vidriadas y en cubas madres de quince mil litros de capacidad.
El doctor tan sabio como práctico, hizo cosechar un majuelito por niños expertos, que fabricaron una baya superior a la de Chagres y Quilicura, daba de beber un litro en ayunas a ciertos enfermos, y según aseguraba, obtenía resultados más positivos que con el sulfato de soda.
El uso inmoderado de las frutas originó algunas disenterías que cedían ante un severo régimen dietético.
Pero los terribles mosquitos del fondo del valle, esparcían las tercianas con una rapidez que puso en alarma al servicio sanitario.
El doctor Allende Padín se trasladó con su estado mayor a San Julián y se batió a brazo partido con la epidemia. Hubo de optar por embarcar a los más graves con destino a Iquique o Antofagasta, en donde bien pronto se reponían. Algunos cuerpos como el 2º de Línea, quedaron reducidos a la mitad de su efectivo.
Baquedano visitaba diariamente los campamentos, desde el amanecer, pues el sol jamás le sorprendió en el lecho. Revisaba el Hospital, las Ambulancias, el rancho, el ganado, los potreros, las grandes guardias y los piquetes de destacamento.


14 de Mayo de 1880
El Ejército chileno de Operaciones concentrado en Sama, con víveres para 15 días, municiones para 2 días de batalla, 4 Ambulancias completas (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”), bagaje de 1.500 mulas aperadas, barriles y odres en cantidad suficiente y algunas decenas de carretas para víveres y municiones, esperan únicamente la voz de marcha.


21 de Mayo de 1880
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.

24 de Mayo de 1880 (Consejo de Guerra)
La Ambulancia Nº1 “Santiago” permanece en el Valle de Sama, con el Ejército chileno.
19.00 hrs: A la hora designada se reúne la Junta, presidida por el general Baquedano, con asistencia del Jefe de Estado Mayor General, coronel don José Velásquez, el 1º ayudante coronel don Pedro Lagos, los Jefes Divisionarios coroneles don Santiago Amengual, don Francisco Barceló, don Domingo Amunátegui y don Orozimbo Barboza; el de la Reserva, coronel don Mauricio Muñoz; el Comandante General de Caballería coronel don Salvador Vergara; el Director del Servicio Sanitario doctor Ramón Allende Padín; y el Jefe de Comunicaciones, comandante don Francisco Bascuñán Alvarez.
El general reunió el presente Consejo no para pedir pareceres, sino para exponer el plan de combate y el papel que debían desempeñar los Comandantes de Unidades superiores.
El plan consistía en empeñar un ataque frontal con el Ejército en tres escalones, destinados a quebrantar el Centro enemigo, romperlo si era preciso, en tanto que se llevaba una embestida violenta sobre su ala izquierda, viendo modo de envolverla.
Las Ambulancias (entre ellas la Ambulancia Nº1 “Santiago”) armarían las carpas en la línea de la Artillería de Campaña. Los cirujanos de Cuerpo y los designados por la Dirección Sanitaria avanzarían con la línea de fuego, con los Practicantes necesarios para las primeras curaciones.
El Parque en cuatro trozos atendería respectivamente a las 4 Divisiones. Los capellanes marcharían con los cirujanos.


25 de Mayo de 1880 (Marcha del Ejército chileno a Quebrada Honda)
09.00 hrs: Se puso en marcha el Ejército chileno para cubrir la primera jornada, que era de 18 km. La columna demoró 2 ½ horas en desfilar por Yaras.
11.30 hrs: A esta hora pasó el último carro del Servicio de Sanidad frente al general Baquedano, que se manifestaba complacido del buen talante y marcialidad de la tropa.
20.00 hrs: La Ambulancia Nº1 “Santiago” acampa en Quebrada Honda.


ilam22
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26 de Mayo de 1880 (Batalla de Tacna)
El doctor don Ramón Allende Padín tenía a sus órdenes 5 Ambulancias para la atención de los enfermos y heridos en el Ejército de Operaciones chileno.
La 2º Ambulancia quedó en Pisagua para servir a la Reserva del general Villagrán. La 4º Ambulancia permaneció en las Yaras con 300 enfermos de terciana, disentería y viruelas, a cargo de los cirujanos señores Hermógenes Ilabaca y David Perry, contralor Iñiguez y farmacéutico don N. Chuecas.
La 3º Ambulancia a las órdenes del doctor don José Manuel Ojeda, no pudo acompañar al Ejército por falta de medios de movilidad. El Jefe de Estado Mayor prometió y cumplió enviar por ella al día siguiente.
En consecuencia, acompañaron al Ejército chileno únicamente las Ambulancias 1º “Santiago” y 5º “Valparaíso”.
La 1º Ambulancia llevaba los cirujanos 1º don Ramón Gorroño y los cirujanos 2º señores Víctor Körner Andwanter y Luis Rosende Lopeandía. En la mañana de este día, armó su material a la izquierda de la Reserva de Muñoz.
El doctor Allende Padín se situó entre el claro formado por la retaguardia de la 2º División Barceló y la 3º División Amunátegui, con sus secretarios, señores Marcial Gatica y Eugenio Peña Vicuña y el ayudante don Víctor Castro.
Las Ambulancias tenían orden de enviar los camilleros y mozos a la línea en cuanto se rompieran los fuegos, para transportar a los heridos; los médicos y practicantes debían permanecer en ellas para proceder a las primeras curaciones.
Los cirujanos de cuerpo acompañarían a sus unidades, hasta la caída del primer herido. Desde este momento avanzarían efectuando curaciones en la dirección seguida por su Batallón o Regimiento, atendiendo heridos, amigos o enemigos, por el orden de encuentro, sin preferencia de categorías ni grados.
En consecuencia, avanzaron en la 1º División, el cirujano 1º don Juan Francisco Ibarra, con su practicante don Manuel Ortiz de los “Navales”; el cirujano don Ismael Merino con su practicante don Justo Pastor Ramírez del “Chillán”; el cirujano don Manuel A. García con su practicante don Lorenzo H. López de los “Granaderos a Caballo”.
Este personal fue reforzado por el día 26, por el cirujano de la 4º Ambulancia, don David Perry, que vino de las Yaras con el contralor, el farmacéutico y 2 practicantes.
En la 2º División, los cirujanos señores Juan Kidd y Julio Gutiérrez, con el practicante don Vicente Soto del 2º de Línea; los cirujanos don Matías Aguirre y don Guillermo Besoain con sus practicantes señores Francisco Valdivia y Juan de Dios Guerrero del “Santiago”; el cirujano don Eustorjio Díaz con los practicantes señores Senen Palacios (estudiante de medicina, después médico) y Rafael Valenzuela del “Atacama” Nº1.
En la 3º División, el cirujano don Clodomiro Pérez Canto con su practicante don Francisco de B. Valenzuela del “Chacabuco”; practicante don Manuel Cantillano del “Artillería de Marina”; y practicante don Juan Francisco Concha Cavada del “Coquimbo”.
En la 4º División, los cirujanos señores Ismael Rubilar y Moisés Pedraza, con sus practicantes señores Nicanor Ugalde y Ramón Ramírez del “Lautaro”; el cirujano don Nicolás Palacios con su practicante don Juan Marabolí de los “Cazadores del Desierto”; y el cirujano don David Tagle Arrate, con sus practicantes señores Belisario Bisquet y Pablo A. de la Torre de los “Zapadores”.
Los cirujanos y practicantes desempeñan su difícil misión, con toda valentía y abnegación bajo el nutrido fuego de ambos contendientes, pues varias veces quedaron entre las líneas de combate.
El practicante don Zenen Palacios recibió una bala de rifle que le atravesó el pecho de parte a parte, en circunstancias que vendaba a un herido.
Tan pronto como el enemigo empezó a ceder el campo y a iniciar su dispersión, el doctor Allende Padín que había permanecido en la línea de fuego, tras la 2º División, ordena con sus ayudantes la movilización del resto, cirujanos y practicantes que permanecían a retaguardia.
El cirujano don Emiliano Sierralta, con su practicante Abel Pumarino de los “Cazadores a Caballo” y los practicantes Ismael Díaz y Manuel Suárez de los “Carabineros de Yungay” marcharon a prestar servicios a la izquierda; los cirujanos don Arturo Sandfort y Elías Lillo, con sus practicantes señores Constanino Muñoz, Aníbal Muñoz y Wencelao Pizarro de la Artillería Nº2, pasaron al ala derecha.
Avanzaron hacia el centro, el cirujano don Clotario Salamanca con sus practicantes, señores Víctor Salinas y Floro del Carmen Cáceres del “Buín” 1º de Línea; el cirujano don Julio Pinto Agüero del 3º de Línea; los cirujanos don Juan Manuel Salamanca y don Juan Antonio Llausás, con sus practicantes señores Menandro Latorre, Nicolás Covarrubias y Moisés Zúñiga del 4º de Línea; y cirujano don Juan A. Manríquez con su practicante don Cirilo Contreras del “Bulnes”.
Terminada la acción, el Director General del servicio marchó a vanguardia, a inspeccionar las Ambulancias Aliadas, para tomar nota de sus necesidades más urgentes y hacer comunes los esfuerzos para la humanitaria obra de la Cruz Roja.
Se puso de acuerdo con las Ambulancias 4º peruana y la boliviana, para enviarles heridos chilenos, de los últimos caídos en las mismas trincheras o sus cercanías, pues las Ambulancias chilenas habían quedado muy distanciadas, la 5º “Valparaíso” a 4 kilómetros y la 1º “Santiago” a 5 kilómetros.
En virtud del convenio, fueron llevados a la 4º Ambulancia peruana los Comandantes señores Ricardo Santa Cruz y Estanislao León. Santa Cruz quedó al lado del Comandante Luna (peruano), gravemente herido; ambos fallecieron poco después.
En esos momentos, un oficial chileno traía a las ancas al Comandante don Felipe 2º Ravelo, 2º Jefe de los “Colorados”; legaba también el coronel Murguía, 1º Jefe de este mismo cuerpo, en un caballo que le proporcionó un soldado de los “Navales”.
El doctor Allende recorrió parte del extenso campo de batalla y cerciorado del inmenso número de heridos, ordenó a las Ambulancias que enviaran agua y ración seca a los sanitarios, cuya labor no terminaría quizás en toda la noche. Después se dirige al Jefe de Estado Mayor General para obtener 100 hombres de cada División y la Reserva, con sus respectivos oficiales, para la conducción de heridos a las Ambulancias. Estas comisiones recorrieron el campo de batalla regresando a sus cuerpos a la mañana siguiente, con los capellanes que pasaron la noche en el campo.

27 de Mayo de 1880
01.00 hrs: A esta hora, Allende Padín nombra una comisión compuesta del doctor Martínez Ramos, de su secretario señor Marcial Gatica y ayudante Luis W. Castro, para que con destacamentos de tropa, procedan al entierro de los cadáveres este día, con orden precisa de que no queden restos en la superficie, para evitar la descomposición.
02.00 hrs: De acuerdo con el General en Jefe Baquedano, se dirige a Tacna con el objeto de preparar los Hospitales de Sangre y adquirir los útiles para su funcionamiento. El general Baquedano le autoriza para gastar cuanto fuere necesario en la habilitación de los Hospitales y su correcto funcionamiento; que dé su fianza para las adquisiciones y que este día tendrá para los gastos más urgentes 20.000 pesos, que piensa solicitar en préstamo al Banco de Tacna.
Con la primera claridad de la aurora, el doctor empieza la inspección de locales.
06.00 hrs: Tiene los que juzga más adecuados:
1º Una espaciosa bodega con altos y bajos, a la entrada de la Estación, por el camino de acceso del Campo de la Alianza a la ciudad de Tacna.
2º El Establecimientos de Baños, con capacidad para 60 camas.
3º Una casa extensa y cómoda, vecina a los Baños.
4º El Teatro, con cabida para 500 heridos.
5º El Liceo, para 200.
6º El Mercado Público, con comodidad para 400.
Repartió estos locales entre las 3 Ambulancias de que disponía, pues no había llegado aún la 4º Ambulancia destacada en las Yaras, a cargo del cirujano 2º don David Perry, pues éste había abandonado el puesto, viniéndose de mutuo propio a Tacna. Lo encuentra por su mal el doctor Allende, y después de merecida filípea, lo envía arrestado a un Cuartel.
No tiene que preocuparse de las Ambulancias Aliadas; éstas habían dejado sus antiguos locales listos para hospitalizar a sus heridos, llevando al Campo de la Alianza las carpas y útiles de emergencia.
El doctor Allende se dirige al Cuartel General y obtiene permiso para que la tropa de los cuerpos, con sus respectivos oficiales, baje los heridos a la ciudad, pues no hay ninguna clase de vehículos para el objeto.
Empezó entonces un silencioso e impotente desfile desde el campo de batalla a los Hospitales.
Los heridos que todavía podían valerse por sí mismos, caminaban apoyados en sus rifles; y los ya débiles del brazo de sus compañeros, que les sostenían con tierna solicitud. Su cara tranquila y serena, revelaba no obstante el intenso placer de la victoria. Chile ante todo.
Los graves venían en camillas, que precisaban 12 hombres para los relevos; los menos graves, en ponchos alzados por los conductores por las cuatro puntas, y en parihuelas formadas con maderos o con los rifles.
Iniciada la evacuación de los campamentos, Allende Padín vuelve a Tacna, para alistar los Hospitales y ponerlos en estado de prestar los servicios más indispensables del momento.
El comercio de Tacna le abre cuenta ilimitada, que acepta con la condición de que las mercaderías sean puestas a domicilio. Un ejército de cargadores invade los Hospitales con colchonetas, frazadas, escupideras, fondos, ollas, baldes, cucharas, etc. Copó las Boticas con la adquisición de todos los útiles de curación y artículos médicos.
12.00 hrs: Los Hospitales tienen guardia de los cuerpos de la 1º División y un personal extra para la cocina, en tanto llega la dotación de las Ambulancias que no se hace esperar.
Reparte entonces el personal de las 3 Ambulancias. La 1º Ambulancia a cargo de los Hospitales del Liceo y el Mercado; la 3º Ambulancia de 2 Hospitales; y la 5º Ambulancia de otros 2 Hospitales.
El personal de las 3 Ambulancias estaba calculado para atender 300 heridos; hay que figurarse el esfuerzo para recibir a mil y tantos, que necesitaban alimentación sana y curación diaria.
El Director hace llamar a todos los cirujanos y practicantes de cuerpo, y los distribuye convenientemente.
Sin pérdida de momento, porque el tiempo urge, organiza tres locales para proceder a las grandes operaciones. Funcionaron mesas de operaciones; la 1º en el Teatro, a cargo de los doctores Martínez Ramos y Kidd; la 2º en el Liceo, atendida por los doctores Allende Padín y Gorroño; y la 3º en el Mercado, dirigida por los doctores Clotario y Juan Manuel Salamanca, David Tagle Arrate, nombrado cirujano de los “Zapadores”, y Rubilar.
Hubo también una mesa accidental, a cargo del doctor Juan Manuel Ojeda.
Se hicieron 100 grandes operaciones, entre amputaciones, desarticulaciones y resecciones, con resultados muy favorables.
Por iniciativa de los oficiales, apoyada por el señor Allende, el Comando Superior permitió el establecimiento de Hospitales particulares para jefes y oficiales, en casas arrendadas o tomadas al efecto, atendidos por médicos chilenos en horas extraordinarias.
El primero en prestar servicios fue el Hospital Coquimbo, establecido en el palacete de un coronel peruano fugitivo por la sierra.
Ayudó a su arreglo una distinguida dama tacneña, viuda de francés, Madame Berthelon, que se había encontrado en el sitio de París en 1870-71.
Los jefes y oficiales del “Coquimbo” y “Atacama” Nº1 deben a esta señora servicios tan delicados como inapreciables. Este Hospital estuvo atendido por el doctor don Ramón Gorroño.

28 de Mayo de 1880
Los servicios se regularizaron convenientemente desde el tercer día. Hubo entonces necesidad de proceder a otros trabajos, como seleccionar los heridos, asear los Hospitales y formar uno especial, distinto y aislado de los demás, para amputados.
El estado sanitario de la ciudad de Tacna era pésimo. El doctor Allende ordenó sanearla. Como primera providencia, hace correr el agua por las acequias de la ciudad; ordena regar y barrer las calles y levantar las basuras, que se queman en los sitios baldíos, en las plazas, en las calles y aún en las riberas del río.

7 de Junio de 1880 (Asalto y Toma de Arica)
Apenas corriente el servicio sanitario en Tacna, viene el asalto de Arica, en el que actuaron los médicos de cuerpo, los de abordo, la Ambulancia peruana y los cirujanos de los buques de guerra extranjeros, a quienes Chile debe inmensa gratitud. Desembarcaron con personal y material, los médicos de la Hussard, nave francesa; de la Garibaldi, italiana; y de las alemanas Hansa y Bismark. Ejecutaron grandes operaciones con todo éxito, en heridos de uno y otro bando, sin preferencia alguna.
Establecidas las comunicaciones con Arica, el doctor Allende se traslada al puerto, y hace enterrar e incinerar los cadáveres, que en el primer momento se creyó más expedito arrojarlos al mar desde el Morro. La primera marea los devolvió a la playa en estado de descomposición, peligro que conjuró inmediatamente el servicio chileno quemándolos y enterrándolos.
Temeroso Allende de las epidemias por la aglomeración de heridos, remitió inmediatamente al Sur, dos grandes partidas de heridos:
La primera llevó 180 a Pisagua, 450 a Iquique, 125 a Antofagasta, 100 a Copiapó y 50 a Coquimbo.
Por la segunda remesa envió 50 a Antofagasta y 200 a La Serena.
Los Hospitales del Sur encargados de la recepción de heridos eran sostenidos por erogaciones particulares, pues las arcas nacionales estaban vacías por los gastos de la campaña.
Después de la Toma de Arica, llegaron varios cirujanos del Sur, que el doctor Allende utilizó en la atención de los heridos evacuados para el litoral. Los doctores Herrera y Talavera marcharon a Iquique; Barros y García llevaron oficiales hasta Valparaíso; Izquierdo, Arce y Prado, otras remesas también a Valparaíso.
Descargado de los heridos remitidos al Sur, la Dirección Sanitaria se preocupa de enviar al Norte a los peruanos al Callao y a los bolivianos a Mollendo.


ilam22
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9 de Junio de 1880
Pendiente de la expedición a Lima, el general Baquedano solicita reclutas para proceder cuanto antes a su instrucción.
Perfectamente secundado por el doctor Allende Padín, consigue un promedio de enfermos bastante débil, en una zona de pésimos antecedentes, por las enfermedades infecciosas endémicas en los Valles de Lluta y Azapa.
Los cirujanos del Ejército chileno sentaron el principio de que la malaria o paludismo se transmite de individuo a individuo por un vehículo que transporta el microbio desde su origen a la víctima. De ahí que ya no se preocupan de la desinfección de ropas y equipajes, los pestosos se tratan sin temor de contagio de parte de los enfermos.
La malaria o paludismo es la presencia y desarrollo en la sangre de un parásito que ataca los glóbulos rojos; produce fiebre, generalmente intermitente, otras veces remitentes, continuas, perniciosas, en muchas circunstancias graves y hasta mortales, anemia, aumento del bazo, lesiones crónicas en otros órganos, etc.
Los zancudos o mosquitos, vehículos de la malaria, pertenecen a la familia de los culicidas que comprenden 24 géneros con 250 especies. De aquellos géneros, el de los anofeles con 40 especies, sólo 9 llevan el microbio de hombre a hombre o del foco al hombre. De ahí que no hay paludismo sin anofeles. Tacna unida por ferrocarril a Arica, no sufre de paludismo por la carencia de mosquitos de esta clase.
Los marjales de los ríos Lluta y Azapa, constituyen inagotables focos de anofeles y precisamente la tropa de Caballería, Artillería y bagaje, que transita cotidianamente por ellos, pues el ganado forrajea en ambos valles, provistos de agua y pasto en abundancia, es la más expuesta a las infecciones.
No pudiéndose impedir el tráfico por la zona peligrosa, los cirujanos se concretan a dictar estas reglas, cuya observancia estricta aleja en gran parte el peligro.
1º El tráfico debe hacerse de sol a sol, evitándose en absoluto de noche, porque los anofeles son zancudos nocturnos; trabajan desde la caída de la tarde hasta el alba.
2º La luz queda proscrita de las cuadras, habitaciones, carpas, etc., porque los atrae.
3º Los mosquitos gruesos con antenas barbudas, son machos inofensivos.
4º Las hembras tienen las antenas peladas, mucho cuidado con ellas; constituyen el grave peligro de la enfermedad.
5º Los anofeles viven fuera de las habitaciones; cerrando herméticamente las puertas se evitan sus visitas.
6º Los recipientes artificiales de agua quedan inmunes de los huevos; los depositan únicamente en los charcos pantanosos.
Además de estas medidas precautorias, el Servicio Sanitario ataca el mal en la raíz, destruyendo los criaderos de larvas, cubriendo las superficies de las charcas con petróleo. El agua para la bebida se mezcla con aceite de eucaliptus.
La quinina constituye el remedio eficaz para atacar la malaria. Los cirujanos la usan también en su calidad preventiva, en pequeñas dosis mañana y tarde de clorhidrato al 81%, de suerte que una porción de alcaloide circule siempre por las venas.
En cuanto a los enfermos rebeldes al tratamiento químico, se les embarca para Iquique, de donde se les envía a la Noria y ahí recuperan en breve la salud.
Por fortuna, no se presentó ningún caso de fiebre amarilla, epidemia que azotó terriblemente en época pasada las ciudades de Tacna y Arica.
Las autoridades administrativas de ambas plazas secundan admirablemente la labor sanitaria. El Jefe Político y Militar de Arica, coronel don Samuel Valdivieso, emplea a los vagos y especialmente a los chinos sin ocupación en el saneamiento del puerto, que de inmundo y pestilente, toma poco a poco la faz de ciudad limpia y fresca.
En Tacna, el Jefe Político don Máximo R. Lira primero y después su reemplazante, don Eusebio Lillo, hacen regar y barrer diariamente las calles, en tanto los vecinos reciben órdenes estrictas de proceder al aseo de la parte interna de las propiedades particulares.
Los cirujanos extreman las precauciones, pues se acercan los meses de calor y con el ascenso de la temperatura se inicia la madurez de las deliciosas frutas del riquísimo Valle de Azapa, perniciosas muchas de ellas a los extranjeros. Los soldados son niños grandes que no se abstienen de la fruta verde, origen de disentería y fiebres palúdicas por los desarreglos intestinales.
Las naranjas abundan en tal grado que se citan naranjos que producen anualmente 4, 5 y aún 8.000 naranjas de sabor delicado.
Las chirimoyas, guayabas, ciruelas rojas, plátanos, sandías, melones, damascos, limones dulces y ácidos se producen con increíble profusión. Se agregan a estos productos las sabrosas aceitunas, la chancaca y la miel de caña dulce; toda clase de verduras y vigorosa producción de camotes, papas y zapallos enormes y dulces, y se tendrá un cúmulo de tentaciones sí falta vigilancia moderadora.
Todavía la Sanidad debe precaverse del enemigo terrible que baja por la costa desde la América Central, es decir, la fiebre amarilla que en 1868 causó estragos espantosos en Tacna y Arica.
Por fortuna, la costa se mostraba limpia, sin peligro de la introducción del temido flagelo.
El estado sanitario de la guarnición de Arica se presenta más o menos regular; el de Tacna bastante favorable, debido a la suavidad del clima, a la ausencia de pantanos en la vecindad y a los trabajos de saneamiento emprendidos por el señor Lillo, que se propuso despejar los arrabales de las enormes masas de basuras acumuladas desde los tiempos coloniales, denominadas huacas.
Ordena Lillo que los presos de la Cárcel remuevan las basuras, las mezclen con azufre traído en gran cantidad de las sulfataras del Tacora y les pongan fuego; día y noche se desprenden densas columnas de humo de los hacinamientos de mugres acumuladas a través del tiempo, pues el Perú confiaba a los gallinazos el aseo de las poblaciones.
Hubo casos de neumonía, pero aislados; sucumbió a esta enfermedad el Comandante don Juan Antonio Vargas Pinochet del “Chillán”. El capellán mayor don Florencio Fontecilla escapó después de desesperada lucha con la muerte.
Los atacados de enfermedades sociales van a los baños termales de Calientes, de donde regresan renovados, después de breve tratamiento.


22 de Octubre de 1880
La Comisión Sanitaria de Santiago, que tan buenos servicios prestara en las Campañas de Tarapacá y Tacna, cesó en sus funciones.
Pero antes de cerrar sus trabajos, pasó al Gobierno por conducto de la Intendencia General, la siguiente nota, elocuente protesta por la descompaginación de un servicio establecido, con personal adiestrado con la experiencia de las campañas.
Dice la protesta:
Santiago, Octubre 22 de 1880.
Señor Intendente General del Ejército:

Ha recibido esta Comisión Sanitaria solo el 13 del corriente los Decretos Nº232 y 233 de 28 de Septiembre próximo pasado, de los que ya tenía conocimiento por las publicaciones en la prensa diaria y por el Decreto de 20 de Septiembre del Ministerio de Guerra que mandó a la Comisión entregar el material de Ambulancias y Hospitales, y que transcribí a V.S. con fecha 20 del pasado.
Al recibir la transcripción oficial de los expresados Decretos, acordó esta Comisión, a indicación de uno de sus miembros, llamar la atención de V.S. sobre los vacíos e inconvenientes de la reorganización del Servicio Sanitario que ellos determinan, no con el objeto de que adopten sus indicaciones, pues no se les ha pedido informar, a pesar de haber sido ella la que estudió y organizó tal servicio, sino para procurar el mejor servicio, y para cumplir así con el deber del patriotismo que se ha impuesto desde el comienzo de la guerra.
La organización que ya podemos llamar primitiva, se hizo conforme a la que tienen los países más adelantados, los Estados Unidos, Prusia y Bélgica, modificando solamente aquellos que eran indispensables para adaptarla a nuestro país y teniendo apenas en cuenta, preciso es confesarlo, la economía, con que en todos los servicios se empezó la guerra.
Contenía aquel un servicio de cuerpo o Regimiento; uno de Ambulancia u Hospitales Ambulantes, proporcional a un 10% del Ejército en campaña; otro de Hospital fijo o de evacuación de las Ambulancias y finalmente otro de Hospitales de término, sin olvidar que los heridos pudieran ser conducidos, como en Prusia, hasta los pueblos de donde partieron a la campaña. De este modo el soldado era inmediata y primeramente asistido en su propio cuerpo, y si después el caso lo requería, en la Ambulancia, en los Hospitales fijos de Pisagua, Iquique y Antofagasta, o en los de Copiapó, Valparaíso, Santiago, etc. De este modo también los cuerpos de tropa tenían un servicio en los vivaques, en los destacamentos, en las guarniciones, en las reservas, sin necesidad de recurrir a las Ambulancias, destinadas principalmente a la batalla.
En todo caso, como lo sabe la Intendencia, que proveyó igualmente a todo, no se omitió medio alguno; estudio, previsión, encargos a Europa de útiles de medicina o instrumentos, construcción en el país, desde el saco y cartuchera de Ambulancia hasta la última cantina de farmacia, de cirugía y administración.
Se dotó a las Ambulancias de medios propios de locomoción para que no estuvieran sujetas al Estado Mayor; pero llegan las Batallas de Tacna y Arica y de nuevo no hubo otro servicio que el de Regimiento y las Ambulancias siempre fallaron.
Acerca de este acontecimiento, la Comisión Sanitaria llamó la atención del señor Ministro de Guerra y de esa Intendencia General en notas de 1º de Junio y 2 de Julio último, que se dieron a la prensa, y solicitó que se instruyera un sumario para indagar su causa.
Nada se hizo, y sin embargo, se ha suprimido el servicio Regimentario para no dejar más que el de Ambulancias, y esto invocando la experiencia, que como dejo expuesto y que como a esa Intendencia le consta, dice diametralmente lo contrario.
Omitiremos probar que en el Ejército prusiano existe servicio de cuerpo, pues ello es una verdad que conoce cualquiera, no digo que hay estudiado, que haya leído someramente algo sobre la organización de los Ejércitos modernos.
El servicio médico-quirúrgico planteado por el citado reglamento, no ha sido nunca mixto; ha sido siempre civil. No está organizado conforme a la Ordenanza Militar. Su Jefe es civil.
Como aparece de lo expuesto, no ha habido, señor Intendente, muchas razones para la reorganización del Servicio Sanitario. Mucho menos las había para suprimir el servicio de Regimiento, que siempre fue útil, para fundirlo en el de Ambulancia, que siempre llegó tarde.
Por otra parte, suponiendo que el servicio Regimentario o de cuerpo que lo tienen todos los Ejércitos bien organizados, fuera un servicio ambulante militar, ¿qué razón había para suprimirlo?
Las Ambulancias del servicio reorganizado representan e 10% del Ejército en campaña, proporción admitida en casi todos los Ejércitos de Europa, y que quedó baja en la Batalla de Tacna. ¿Con qué se va a hacer entonces el servicio excedente?
¿Con qué el servicio de la reserva, de las guarniciones de Calama, Cobija, Tocopilla, Pisagua, Dolores, etc.?
¿Cómo se hará el servicio de destacamento, de avanzada y de Caballería, con Ambulancias que marchan a pié y sin material ligero?
Si las Ambulancias reorganizadas son completas y ordenadas, ¿cómo es posible desordenarlas y descalabrarlas, para hacer el servicio de guarnición, de destacamento, de avanzada, que por otra parte le será imposible, porque no llevan sacos de Ambulancia, ni mochilas de Caballería?
La guerra que en la edad actual se presenta en todos sus servicios como el triunfo de la inteligencia sobre la fuerza, está muy lejos en el Servicio Sanitario de representar ese triunfo. Y si el Ejército de Chile ha de ser alguna vez un Ejército regular, como el de las naciones que marchan a la cabeza de la civilización, fuerza es que tenga un servicio como el de aquellas.
Para no alargar más esta nota, omitiremos otras consideraciones, que el tiempo vendrá a patentizar; pero esta Comisión no puede menos de llamar la atención de V.S. sobre el hecho de no ver figurar entre los 151 antiguos empleados del Servicio Sanitario que ahora forman parte de los 231 nuevamente nombrados, algunos que han hecho la campaña, que merecieron distinciones de sus Jefes, y que hasta tuvieron la gloria de ser heridos en el combate.
Dios guarde a V.S.

Wenceslao Díaz.
Las predicciones del doctor Díaz y demás colegas de la Comisión se realizaron, por desgracia, en las Batallas de Chorrillos y Miraflores.
Por fortuna, se reaccionó enseguida contra la disparatada supresión de cirujanos de cuerpo que se restablecieron poco después, dados los importantes servicios que prestan en destacamentos, expediciones ligeras o guarniciones lejanas.
Por fortuna, la Marina escapó a esta reorganización y continuaron en servicio los cirujanos de buques.

28 y 29 de Octubre de 1880
El nuevo personal del Servicio Sanitario parte al teatro de la guerra en estos días de Octubre, entrando al desempeño de su humanitaria misión el mismo día de su arribo a Arica.


ilam22
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1 de Noviembre de 1880 (Decreto de Disolución del Servicio Sanitario del Ejército en Campaña)
El Servicio Sanitario fue reorganizado por el señor Ministro de la Guerra, don José Francisco Vergara. Quedaron los cirujanos de buques, Ambulancias y 1 Hospital Volante; pero se suprimieron los cirujanos de cuerpo.
Esta disposición, que nada puede disculpar, produjo resultados funestos y originó la pérdida de numerosas vidas.
Los cirujanos y practicantes de cuerpo iban en la línea de fuego para la atención de los caídos; los heridos leves, fajados por los practicantes, pasaban a retaguardia; los más graves, recibían una primera curación; y en los muy graves intervenía el cirujano para impedir las hemorragias o efectuar una operación necesaria para combatir un peligro inminente, mientras llegaban los camilleros.
Algunos cirujanos se resistieron a dejar sus cuerpos, ingresando a ellos como cirujanos voluntarios, sin sueldo; o como oficiales.
Fue una desgracia que el Ministro de la Guerra Vergara elaborara un plan de organización, que más habría cuadrado a la Comisión Técnica de profesionales que funcionaba en Santiago, desde la declaratoria de guerra, bajo la presidencia del doctor don Wenceslao Díaz.
El Intendente General del Ejército hubo de dictar el Decreto; pero en resguardo de su responsabilidad, lo hizo preceder de la siguiente frase: en virtud de las instrucciones recibidas del Ministro de la Guerra, Decreto, etc.
Este Decreto disuelve desde esta fecha el Servicio Sanitario del Ejército en Campaña, en la parte relativa a las 5 Ambulancias y a los Servicios Especiales de Regimientos y Batallones.
Se nombra Jefe del Servicio ad honorem al doctor don Ramón Allende Padín, a quien se encarga de la reorganización, bajo las siguientes bases:
1º El Servicio será enteramente civil y conforme a lo establecido por la Convención de Ginebra. Será obligatorio para todos los individuos que lo componen el uso del distintivo de la Convención, consistente en un brazal blanco con cruz roja, de 10 centímetros de ancho, que se llevará sobre el brazo izquierdo, quedando absolutamente prohibido a los mismos el uso, por ningún motivo, de uniformes o insignias militares.
2º El Servicio Sanitario del Ejército Expedicionario queda dividido en 4 Hospitales y un Hospital Volante.

Material

Cada Ambulancia recibió una dotación de 600 camas con todos sus útiles y el material necesario conforme a las listas formuladas por el Jefe del Servicio Sanitario, en concepto a ese número de heridos.
El Hospital Volante recibió 500 camas con todos los útiles necesarios para atender igual número de enfermos.
Para la movilización desde Arica, se puso a las órdenes del doctor Allende Padín el vapor Paquete de Maule, para conducir el personal y material, con sus carpas, carros, acémilas y cabalgaduras.

Personal

Se nombra la siguiente dotación, con los sueldos siguientes, sin derecho a ninguna otra gratificación:

Dirección

1 Superintendente ad honorem.
1 Ayudante ad honorem.
2º Ayudante, sueldo mensual. $ 500.
Secretario. $ 200.
Estadístico. $ 150.
Farmacéutico mayor. $ 250.
2 Ayudantes, cada uno. $ 75.
Contralor General. $ 300.
Ayudante del Contralor General. $ 100.
Mozo. $ 75.
Carpintero armador. $ 40.

Ambulancias

Personal de cada Ambulancia:

Cirujano mayor. $ 500.
6 Cirujanos 1º, cada uno. $ 250.
12 Cirujanos 2º, cada uno. $ 150.
Contralor. $ 100.
5 Practicantes farmacéuticos, cada uno. $ 75.
25 Practicantes de cirugía, cada uno. $ 75.
80 Mozos, cada uno. $ 20.
1 Cocinero. $ 40.
2 Ayudantes de cocinero, cada uno. $ 20.
1 Lavandero. $ 40.
2 Ayudantes de lavandero, cada uno. $ 20.
2 Capataces, cada uno. $ 40.
2 Arrieros, cada uno. $ 40.
1 Ayudante de arriero. $ 20.
1 Caballerizo. $ 20.
1 Mariscal herrador para atender las 4 Ambulancias. $ 40.

Hospital Volante

1 Médico Jefe. $ 400.
3 Médicos 2º, cada uno. $ 150.
6 Practicantes, cada uno. $ 75.
1 Farmacéutico. $ 100.
1 Ayudante de farmacéutico. $ 75.
1 Contralor. $ 100.
1 Mayordomo. $ 50.
1 Cocinero. $ 40.
1 Lavandero. $ 40.
25 Mozos, cada uno. $ 20.
Los mozos de Ambulancia y Hospital tenían derecho a ración de tropa.
Se establecieron además 3 Hospitales fijos en Antofagasta, Iquique y Pisagua, con la siguiente planta de empleados:

Antofagasta

Médico Jefe Administrador. $ 300.
Cirujano 1º. $ 200.
2 Cirujanos 2º, cada uno. $ 140.
Contralor estadístico. $ 100.
Farmacéutico y guarda almacenes. $ 100.
Farmacéutico 2º. $ 80.
Practicante. $ 77.
Capellán ad honorem, para rancho. $ 30.
Mozos, cada uno. $ 18.

Iquique

Médico Jefe y de plaza. $ 400.
Médicos 2º, cada uno. $ 230.
Cirujano 2º, cada uno. $ 115.
Practicantes, cada uno. $ 75.
Administrador. $ 115.
Capellán, para rancho. $ 30.
Cocinero de Hospital. $ 40.
Cocinero de Lazareto. $ 25.
Ayudantes de cocina, lavado y mozos, cada uno. $ 18.

Pisagua

Médico en Jefe y de plaza. $ 240.
Cirujano 2º. $ 115.
Contralor. $ 115.
Farmacéutico. $ 115.
Practicante, cada uno. $ 75.
Capellán, para rancho. $ 30.
Cocinero del Hospital. $ 30.
Cocinero del Lazareto. $ 25.
Lavanderos, mozos, veladores y ayudantes de cocina, cada uno. $ 18.

14 de Noviembre de 1880 (Continúa el embarque de la 1º División Villagrán en Arica)
Domingo. Se embarca el Regimiento 4º de Línea, los equipajes, la Intendencia, la 1º Ambulancia “Santiago”, el ganado del bagaje y el ganado en pie de la provisión.
La 1º Ambulancia “Santiago” queda a bordo del vapor Huanay, con el número 23; buque de 350 toneladas de carga, con 187 toneladas de registro, con 10 toneladas de agua de capacidad en los estanques, con 1.200 litros de condensación de agua en 24 horas; para el transporte de 20 oficiales, 400 soldados y 30 animales; con 1 elemento de desembarque de embarcaciones, con 12 hombres de tropa que pueden conducir los botes, 1 donkey, 40 toneladas de capacidad en las carboneras, 7 millas de andar medio, 1 caldero o fondo para la cocina de la tropa, 2 escalas de costado, 1 calabrote, 2 aparejos para izar lanchas, 3 faroles de señales y 1 entrepuente. Lleva además 30 bueyes para comida fresca.
El Servicio Sanitario embarcado se compone de 7 Jefes, 45 oficiales y 78 soldados; acompañados de 25 caballos, 24 mulas, 6 carretones y 24 aparejos.
Los sobrantes de los cuerpos, perfectamente embalados, se depositan en los Almacenes de la Intendencia, bajo su custodia.

15 de Noviembre de 1880 (Zarpe del convoy de Arica a Pisco)

19 de Noviembre de 1880 (Desembarco de la 1º División en Paracas)
La 1º Ambulancia “Santiago” permanece a bordo del Huanay.
Empieza el desembarco en las lanchas planas, bajo la dirección de los señores Francisco Alvaro Alvarado y Pacífico Alvarez, industriales prácticos reconocidos en asuntos de mar y manejo de embarcaciones menores.
Aquí se conoció la previsión de la Intendencia, que enganchó 102 fletadores y pescadores de la costa, desde Valparaíso a Arica, contrariando al señor Ministro de la Guerra (Vergara), partidario de que las faenas de desembarco se hicieran con tropa del Ejército, ignorante en absoluto de este delicado trabajo.
La Intendencia, con su Compañía de bogadores diestros, desembarcó toda la 1º División con sus impedimentas, ganado, Parque y Bagaje, rápidamente, sin dificultades de ningún género, del convoy pesado que fondeó en Paracas a las 12 del día.
La 1º Ambulancia “Santiago” permanece en Paracas.

20 de Noviembre de 1880 (Ocupación de Pisco, por la 1º División)
La 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Pisco.


13 de Diciembre de 1880 (Marcha hacia el Norte. Salida de Pisco)
La 1º Ambulancia “Santiago” se encontraba en Pisco, accidentalmente a cargo del doctor don Diego San Cristóbal, Subdirector de Sanidad.
Para atender a los enfermos de la 1º División Villagrán, se fundaron Hospitales en tierra y en el buque 21 de Mayo, con elementos para atender 100 enfermos cada uno. Como aumentaran los enfermos se arregló otro Hospital de 125 camas en Pisco Alto y se abrió un Lazareto de 8 camas para varicosos.
La movilización de la 1º División Villagrán exigía el respectivo personal sanitario para la marcha, ya que los cuerpos carecían de él.
Se realizan los pronósticos patentizados por la Comisión Sanitaria de Santiago, por medio de su Presidente doctor don Wenceslao Díaz; hubo que descalabrar la 1º Ambulancia “Santiago” para dar servicio móvil a la 1º División Villagrán.
Se nombró Jefe al cirujano don José Arce, que llevó consigo a los cirujanos 1º Domingo Grez y Juan Kidd y los cirujanos 2º Crisólogo Molina, Ismael Merino y Emilio Moreno y a 6 practicantes; todos cumplen abnegadamente con sus deberes. Durante la expedición, atienden a varios enfermos y a 4 heridos que llegaron en buen estado al término del viaje.

14 de Diciembre de 1880 (Llegada a Tambo de Mora. La 1º Brigada marcha hacia Chincha Baja)
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Pisco y otra parte marcha con la 1º División Villagrán.

15 de Diciembre de 1880
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Pisco y otra parte acampa en Tambo de Mora y Chincha Baja.


17 de Diciembre de 1880 (Marcha de la 1º Brigada de la 1º División desde Tambo de Mora a Jaguay)
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Pisco y otra parte acampa en Tambo de Mora y Chincha Baja.
Este día, al amanecer, rompe la marcha el coronel Lynch, con la 1º Brigada de la 1º División, rumbo al Norte; iniciando la travesía de 300 kilómetros entre Pisco y Lurín, por caminos infernales y pampas arenosas desprovistas de agua.
La movilización de la 1º Brigada Lynch, pone de manifiesto la desgraciada organización del Servicio Sanitario, al suprimir los cirujanos y practicantes de los cuerpos.
18.00 hrs: El señor coronel Lynch se pone en marcha para Jaguay a esta hora, con sus fuerzas en 2 escalones, con intervalo de una jornada. Conduce personalmente el 1º Escalón, con el siguiente Orden de Marcha: “Granaderos a Caballo”, “Artillería de Marina”, 2º de Línea, “Talca”, 1 Batería de Artillería de Montaña del Regimiento Nº2, la Ambulancia Nº1 “Santiago”, el Parque y el Bagaje.
El 2º Escalón compuesto del “Atacama” y “Colchagua”, 1 Batería de Montaña del Regimiento Nº2 a cargo del coronel don Juan Martínez.

18 de Diciembre de 1880 (Ocupación de Jaguay. Marcha al Valle de Cañete)
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Pisco y otra parte marcha con la 1º Brigada Lynch.
03.00 hrs: La 1º Ambulancia “Santiago” acampa en Jaguay.

23 de Diciembre de 1880 (Marcha a Mala. Escaramuzas y Ocupación de Mala y San Antonio. Continúa Desembarco en Curayaco, Chilca y Cruz de Palo)
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” a bordo del convoy en la Caleta Cruz de Palo. Otra parte marcha con la 1º Brigada Lynch.

24 de Diciembre de 1880 (Marcha a la Caleta Pueblo Viejo, Chilca y Caleta de Curayaco. Continúa Desembarco en Curayaco, Chilca y Cruz de Palo. Separación de Villagrán de la 1º División)
Parte de la 1º Ambulancia “Santiago” a bordo del convoy en la Caleta Cruz de Palo. Otra parte marcha con la 1º Brigada Lynch.
En este día, los cirujanos 1º asisten de parto a una mujer que acompaña al Regimiento 2º de Línea. Se la condujo en camilla hasta Curayaco, a hombro de los soldados del 2º de Línea, que se diputaban el turno de cargar la camilla. La enferma y la guagua llegaron perfectamente a Curayaco.


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Año 1881

3 de Enero de 1881
La Ambulancia Nº1 “Santiago” acampa en Lurín.

10 de Enero de 1881 (Revista a las Ambulancias en Lurín)
En este día, el general Baquedano revista las Ambulancias y el Cuerpo de Capellanes, acompañado del doctor don Ramón Allende Padín, Superintendente del Servicio Sanitario y del Presbítero don Florencio Fontecilla, capellán mayor del Servicio Espiritual.
El señor Allende Padín presenta su personal en formación de marcha tal como debe ir a retaguardia; empeñada la acción, las Ambulancias pasan al orden de combate.
Para la atención de heridos en los primeros momentos se alistan cantinas de farmacia y de cirugía, 15 carpas, 120 camillas armadas y gran copia de materiales, como hilas, vendas, algodón, sábanas y frazadas de repuesto, alcohol, glicerina y ácido fénico, cuyo material se conduce a lomo de mula.
El Presbítero señor Fontecilla queda en el Cuartel General; divide a sus capellanes en 3 grupos: en la 1º División, 3 capellanes; en la 2º División, 2 capellanes; y en la 3º División, 3 capellanes. Existen 4 capellanes más, de cuerpo.
Se habilitan algunas piezas para el Hospital de enfermos graves, imposibilitados para la marcha, que son pocos; antes de cualquiera acción, se dan de alta cuantos pueden tenerse en pie y aún marchan algunos sostenidos por sus compañeros. Tanta era la sed de encontrar cara a cara al enemigo.


12 de Enero de 1881
La Ambulancia Nº1 “Santiago” acampa en Lurín.

Forma el Cuerpo de Sanidad: Superintendente, doctor, señor Ramón Allende Padín; Secretario, señor Marcial Gatica; Adjunto, señor Diego San Cristóbal; Farmacéutico Mayor, señor Exequiel Allende O.; Estadístico, señor Eugenio R. Peña; Contralor General, señor Ambrosio Rodríguez; ayudantes, señores Daniel Riquelme, Ignacio Silva R., Elías Moreno R., Enrique Ramos, Salvador Castro, José M. Besoain, Juan R. Gaete y Basilio Romero Roa.
Componen los mandos superiores de la 1º Ambulancia:
Cirujano Mayor, doctor, señor José Arce.
Farmacéutico, señor Amador Araoz.
Contralor, señor Manuel González G.
Cirujano 1º, señor José del C. Contreras.
Cirujano 1º, señor Clodomiro González Vera.
Cirujano 1º, señor Juan Kidd.
Cirujano 1º, señor Salvador Feliú Gana.
Cirujano 1º, señor Ismael Rubilar.
Cirujano 1º, señor Domingo A. Grez.
Cirujano 2º, señor Salvador Silva.
Cirujano 2º, señor Dositeo Oyarzún.
Cirujano 2º, señor Pedro C. Molina.
Cirujano 2º, señor Emeterio Letelier.
Cirujano 2º, señor Ismael Merino.
Cirujano 2º, señor Germán Valenzuela.
Cirujano 2º, señor Moisés Pedraza.
Cirujano 2º, señor Eustorjio Díaz.
Practicante, señor Ismael Díaz.
Practicante, señor Jerónimo Guerrero.
Practicante, señor Vicente Rosende.
Practicante, señor Arturo Delfín.
Practicante, señor Romelio Pizarro.
Practicante, señor Ramón Barrientos.
Practicante, señor Nicanor Ugalde.
Practicante, señor Evaristo Hinostroza.
Practicante, señor Tomás Tovar.
Practicante, señor Cirilo Quinteros.
Practicante, señor Pablo Díaz.
Practicante, señor Vicente Soto.
Practicante, señor Ramón de la Paz.
Practicante, señor Manuel A. Fernández.
Practicante, señor Moisés Zúñiga.
Practicante, señor Eduardo Arrau.
Practicante, señor Arístides Mesa.
Practicante, señor Ernesto Pedraza.
Practicante, señor Carlos Reyes.
Practicante, señor José Venegas.
Practicante, señor Manuel A. Galán.
Practicante de farmacia, señor Juan D. Cuevas.
Practicante de farmacia, señor Eduardo Olivares.
Practicante de farmacia, señor Lorenzo Miranda.
Practicante de farmacia, señor Carlos Breberach.
Practicante de farmacia, señor Efraín Aravena.
Practicante de farmacia, señor David Herrera.

13 de Enero de 1881 (Batalla de Chorrillos)
La 1º Ambulancia acampa con la 1º División Lynch a 5.000 metros frente a las fortificaciones peruanas de Villa y Santa Teresa.
Quedan en Lurín unos 200 enfermos, incapacitados para la pesada marcha nocturna, a los cuales se les dejan sus rifles y municiones, por si necesitan batirse como ocurrió en Las Yaras (Durante la Batalla de Tacna), donde los enfermos defendieron el Hospital, atacado por los montoneros.
04.00 hrs: La 1º División Lynch estrecha la distancia a 2.000 metros.
04.55 hrs: La 1º Ambulancia del doctor Arce, entra en funciones a la iniciación de la pelea.
El doctor Arce reparte su efectivo en 3 trozos, que curan a los heridos a medida que caen, los colocan en las camillas que llevan armadas, en número de 120, mientras se preparan las de reserva.
09.00 hrs: A esta hora, al cantar victoria parcial la 1º División Lynch, no queda a retaguardia un solo herido sin la primera curación.
Después se establecen grupos de concentración. El 1º a cargo del cirujano 1º don Clodomiro González Vera, en el lugar donde cayeron los primeros heridos. El 2º a la derecha, donde fue más recia la pelea, a las órdenes del cirujano 1º don Domingo A. Grez y el 3º, ya en el valle, con los doctores señores Salvador Feliú, Juan Kidd y Juan Manuel Salamanca. Todos ellos se acompañan de sus cirujanos 2º y practicantes correspondientes.
15.00 hrs: Se tocó llamada redoblada en todos los campamentos chilenos, para reunir las Divisiones en los lugares designados por el Alto Comando, que había permanecido entre Chorrillos y San Juan, al Sur del camino real.
El Superintendente del Servicio Sanitario, establece 2 grandes Hospitales en la tarde de este día, uno en la Hacienda de San Juan y otro en la Escuela de Cabos en Chorrillos.
La 1º Ambulancia trabaja rudamente durante todo el día y la noche. Se colocan los heridos en camilla, bajo carpas o en las enramadas de los campamentos enemigos.
El velero 21 de Mayo fondea en Caleta de la Chira, con una Sección de Ambulancia, a cargo del cirujano don José de la C. Contreras. Recibió y atendió 70 heridos.
El Comandante Bascuñan había movilizado el ganado del Bagaje hacia Lurín, en busca de víveres, municiones y material de sanidad, a excepción de 150 mulas aparejadas, necesarias para el servicio interno de las Divisiones y Ambulancias.
Bascuñan había tenido la previsión de armar a sus arrieros con rifles de los heridos, lo que evitó muchas desgracias.
Algunos carretones de Ambulancias habían quedado atascados en los arenales del camino y ya las vendas escaseaban. Unos soldados peruanos derrotados habían encontrado a los expresados carretones con sus arrieros chilenos. Habían matado a uno y amarrado a los demás chilenos, para saquear tranquilamente los vehículos. Tres soldados chilenos, rezagados por enfermedad, habían llegado al lugar del suceso. Los soldados peruanos eran 8, resisten. Después de algunos tiros, 3 peruanos muerden el polvo, los restantes huyen desaforados. Se salvó la carga de los carretones, compuesta en gran cantidad de vendas, hilas y ropa.
24.00 hrs: La 1º Ambulancia trabaja hasta esta hora de la noche, hora en que habiendo atendido los 1.200 heridos, salen grupos de ambulantes a recorrer el campo de batalla hasta el amanecer.
Se trabaja tesoneramente todo este día.

14 de Enero de 1881
El almirante Rivero hace entrar al puerto de Chorrillos a la Pilcomayo. El Comandante Moraga efectúa con toda felicidad la operación de fondeo. Tras la estela de su buque, sigue el Toltén (vapor de ruedas), el Huanay (con víveres hasta los topes), el Avestruz (con el Parque General) y el Paquete de Maule (con el material sanitario).
El velero 21 de Mayo fondea en la Caleta de Chira, con personal de Ambulancia, a cargo del cirujano 1º don José del C. Contreras, que presta atención a 70 heridos, en gran parte peruanos.
El almirante Riveros ordena desembarcar en la misma caleta a todos los cirujanos de la Escuadra chilena, con sus practicantes y ayudantes. Envía así mismo a tierra, agua en barriles y víveres suficientes, para las tropas cercanas a la caleta.
El general Baquedano, después de visitar la Intendencia, pasa a las Ambulancias, que desarrollan prodigiosa actividad. Baquedano ordena a Quintín Quintana que con su Regimiento de chinos, cave profundas fosas para el entierro de los muertos y si falta tiempo, amontone los cadáveres enemigos y proceda a quemarlos.
En la mañana reciben los heridos caldo, carne cocida y té caliente, pues la Ambulancia lleva bueyes en pié y los útiles necesarios.
Los 500 chinos puestos a disposición del Servicio Sanitario, prestan inapreciables servicios en la recolección y transporte de heridos.
Sabido es que el soldado, tocado por una bala, busca protección escondiéndose en lo más oculto del campo de batalla, para ponerse a cubierto de nuevos proyectiles, de las maniobras de Artillería o de las cargas de Caballería. Hay que buscarlos con prolijidad, pues algunos se desmayan por la pérdida de sangre. A falta de perros amaestrados, los chinos desempeñan a maravilla este servicio.
08.00 hrs: Desde esta hora, nubes de chinos con sus decuriones, recorren trincheras, quebradas, cañaverales, zanjas, sin encontrar heridos.
Hacinan después los cadáveres para proceder al enterramiento o la incineración.
Llega a tanta el ansia por alejarse del campo de batalla, que 30 heridos hicieron la caminata a Lurín, a buscar refugio en el Hospital volante del doctor Jacinto del Río, quedado ahí con los 200 enfermos incapaces de llevar las fatigas de la marcha hasta el campo de batalla.

15 de Enero de 1881 ( Batalla de Miraflores)
El doctor Allende Padín traslada a Chorrillos a la 1º Ambulancia del doctor Arce, repartida en 3 Secciones, para la recepción de los heridos que se le envíen de esta nueva batalla. La 2º Ambulancia del doctor Gorroño queda a cargo del Hospital de Sangre de la Escuela de Cabos. La 3º Ambulancia del doctor Prado, marcha a la línea de combate, con sus 5 Secciones, engrosadas por una 6º Sección, llegada del Sur, a cargo del señor Guillermo Castro.
El doctor Prado (3º Ambulancia) establece 1 Sección en Barranco y entra en línea de combate con las 5 Secciones restantes.
El doctor Allende Padín designa al señor Víctor W. Castro para la confección de dieta caliente para los heridos; después de lo cual, con el Contralor General señor Rodríguez Ojeda y 300 chinos, se dirige al campo de batalla a dirigir personalmente la evacuación de los caídos, hacia las carpas de los Cirujanos.
Los sobrevivientes de las diferentes unidades chilenas que marchaban como espectros a retaguardia, en busca de sus unidades perdidas en la refriega; oían diferentes lamentos de los heridos y moribundos al sentirlos ellos marchar a retaguardia:
- Por amor de Dios, vengan a llevarme que me muero.
Y esto con voz tan lastimera que partía el alma. Otros más alentados, gritaban como un centinela:
- ¿Quién vive?
Los soldados respondían:
- ¡Chile! ¿Quién está ahí?
- Yo, hermanito – respondía la misma voz – Sáquenme de este lugar, que ya no puedo más.
Estos lamentos se oían en todas direcciones en el campo de batalla de Miraflores. En otras partes, oían el estertor de la agonía. Se inclinaban a reconocer el moribundo y era algún conocido del Regimiento “Aconcagua” o del Regimiento “Coquimbo” o del Batallón “Naval”. ¡Qué tendal de gente! ¡Cuantos hombres sanos y robustos pocas horas antes y ahora yertos y helados como un mármol! ¿Qué auxilio podían prestar a tanto infeliz que les clamaba protección en medio de ese campo oscuro que atravesaban, sin rumbo fijo y sin saber hasta donde irían a llegar?. Los soldados chilenos sufrían tanto como los mismos desgraciados que alfombraban esos potreros.
Anduvieron quien sabe cuanto tiempo, ni cuanta distancia. Veían cerca el resplandor del incendio de Chorrillos, que los atraía a sus unidades. Pronto encontraron a sus unidades en los potreros, por los centinelas que las cuidaban en sueño nocturno. La tropa dormía en su mayor parte. Parte de los oficiales y la tropa, conversaban sobre los sucesos del día.
¡Qué noche pasaron!. Esos miles de infelices compañeros que quedaban tendidos, solos, sin que una mano conocida se les acercara brindándoles humanitario auxilio; esos estaban en incomparable peor situación que los cansados y hambrientos sobrevivientes. Este recuerdo hacía que muchos dieran gracias a Dios, que le había dejado con vida y sin ese tristísimo desamparo en que yacían los bravos de la 3º División Lagos.
¿Y qué podían hacer? ¿Cómo les prestarían socorro?. Esto decían, porque realmente nada podían hacer y cuando ni una Ambulancia se encargó de recorrer el campo, como era su deber y la única que tenía los utensilios necesarios para estos casos, ellos solo podían lamentar las desgracias, pero no remediarlas. En efecto, por falta de auxilios, murieron muchos esa noche.

16 de Enero de 1881
La Ambulancia Nº1 permanece instalada en el pueblo de Chorrillos.

3 de Febrero de 1881
La Superintendencia de Sanidad levanta este Hospital este día, después de evacuar heridos y enfermos a los Hospitales de Lima.


ilam22
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Bueno. Ya que esta parte es de historia de la guerra, pongamos algo de historia.
Parto con la Batalla de Tarapacá. Una batalla terrible, que marcó la mayor derrota sufrida por Chile en la guerra. La versión que pongo tiene la particularidad de destacar mucho la personalidad del mayor Wood.
¿Fue así? No lo se. Pero la encuentro muy completa, por eso la pongo.


Batalla de Tarapacá


27 de Noviembre de 1879 (Batalla de Tarapacá)

00.00 hrs. Llega la División Arteaga a Isluga, después de caminar cerca de nueve horas, primero bajo el sol intenso y sobre las candentes arenas de la pampa, para luego, casi agotados, sufrir en el desierto nocturno ese frío penetrante que llega a los huesos. Las columnas de las unidades compactas y ordenadas al salir de Dibujo, eran ahora, en esta parte de la jornada, interminables hileras de hombres que, aislados o apoyándose mutuamente, caminaban agotados hacia el lugar de reunión; todos sólo mostraban lo blanco de sus dientes dentro de un rostro sucio con esa pasta que forman el sudor y el polvo. Sin embargo, pese al esfuerzo sobrehumano, mantenían una alta moral.

La reunión de las fuerzas de Arteaga con las de Vergara produjo una fuerte crisis de amargura, por el triste desengaño que les trajo la mutua noticia: para los de Vergara, de no llegar con la columna Arteaga el apoyo logístico tan esperado, mientras que para los recién llegados, el de que allí no había ni una sola gota de agua. El hambre, la sed y la fatiga se ensañaban con esos hombres que presentaban el más triste de los espectáculos, que a su vez era la más dura y cara sanción aplicada a un mando poco previsor. Era necesario, a toda costa, alcanzar el agua y ella estaba en el interior de la Quebrada de Tarapacá, protegida por las tropas adversarias, y que como un sino fatal obligaba a ir en su conquista a un precio de muchas vidas.

Al llegar a Isluga o Caserones, el coronel Arteaga asumió el mando del total de las tropas, como le correspondía por ser el más antiguo, y esa misma noche, en reunión de comandantes de unidades, se planificó el ataque para el día 27 de Noviembre. El coronel Arteaga y los comandantes Vergara y Santa Cruz, después de analizar y discutir la situación de guerra, consideraron que para atacar a las tropas aliadas localizadas en la Quebrada era necesario organizar tres columnas, las que actuarían desde diferentes direcciones, pero que, en conjunto, estaban destinadas a resolver y producir una batalla de aniquilamiento total de las fuerzas de Buendía.

El comandante en jefe de las tropas chilenas ubicadas en Isluga organizó a sus fuerzas en tres columnas:

1- Columna Santa Cruz (ó Izquierda): al mando del teniente coronel Santa Cruz e integrada por los “Zapadores” (289 hombres), “Granaderos a Caballo” (86 hombres), 4º Compañía del 2º de Línea (116 hombres), Artillería de bronce (30 hombres) y 4 piezas Krupp del Regimiento Nº2 de Artillería (27 hombres), lo que en total sumaba 548 hombres.
 Mandaban las Compañías de “Zapadores” los capitanes señores Alejandro Baquedano y Belisario Zañartu; la Compañía del 2º de Línea, el capitán don Emilio Larraín; la Artillería, el sargento mayor don Exequiel Fuentes; y la Caballería, el capitán don Rodolfo Villagrán.

Misión: penetrar hasta Quillaguasa, ocupar la localidad para cortar desde allí toda retirada enemiga hacia el Este.

2- Columna Arteaga (ó Centro): mandada por el propio coronel Arteaga, jefe de la División, estaba formada por el Batallón de Infantería “Chacabuco” (450 hombres), comandado por don Domingo de Toro Herrera; Artillería de Marina (358 hombres), comandado por don José Ramón Vidaurre; y 2 piezas de Artillería del Regimiento Nº2 (39 hombres); lo que en total sumaba 847 hombres.

Misión: avanzar por el costado septentrional de la quebrada hasta la línea del pueblo de Tarapacá y desde allí atacar el flanco Norte de las tropas de Buendía, ubicadas en el caserío de Tarapacá, y cortar la posible retirada de estas tropas hacia el Norte.

3- Columna Ramírez (ó Derecha): al mando del teniente coronel Eleuterio Ramírez. La constituían 7 Compañías del 2º de Línea (820 hombres), 1 Piquete de “Cazadores a Caballo” (26 hombres) del alférez Diego Miller Almeyda, y 2 piezas de Artillería de Montaña (40 hombres), lo que en total sumaba 886 hombres.

Misión: atacar por el fondo de la Quebrada de Tarapacá, en dirección general Huaraciña - Tarapacá, para sobrepasar el caserío y obligar a los aliados a replegarse sobre Quillaguasa.

No se cuenta con Reserva, todas las fuerzas están empeñadas.

Contaba pues, el coronel Arteaga con una fuerza efectiva de 2281 plazas. Este cómputo se hizo en Dolores y Santa Catalina por oficiales de distintos cuerpos.


ilam22
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03.30 hrs: La columna de Santa Cruz sale de Isluga , en los precisos momentos en que la pampa se cubría de una gruesa camanchaca. La camanchaca cubría los primeros contrafuertes cordilleranos y la franja del costado este de la pampa, es decir, una cinta próxima a los cerros. La camanchaca es una neblina espesa que no deja ver más allá de los 5 metros (además de ser pegajosa y difícil de respirar), al extremo de desorientar a los mejores baqueanos.

Cuando se atraviesa zonas cubiertas con esta niebla negra, sólo adquiere valor la brújula, pues el sentido se pierde y el hombre se “empampa”, es decir, su marcha pierde el sentido de la dirección y se camina en círculos.

El orden de las unidades en la columna de Santa Cruz era el siguiente: Compañía de “Granaderos”, 2 piezas de Artillería de Montaña a lomo de mula del Regimiento Nº2, 2 Compañías de “Zapadores” (270 hombres), muy dispersas y agotadas por la sed y el cansancio; luego seguían otros 2 cañones también cargados a lomo de mula del Regimiento Nº2 y al término quedaba la Compañía del 2º de Línea (110 hombres).

04.30 hrs: La columna de Ramírez y de Arteaga parten hacia su objetivo.

06.30 hrs: Para llegar a su destino, la columna Santa Cruz debía atravesar una pampa desolada, que limita al oriente con la quebrada de Tarapacá. Su comandante, convencido que marchaba directamente al sitio designado, no pudo captar que la camanchaca lo había “empampado”, vale decir, le había hecho sufrir la pérdida del sentido de orientación y dirección y estuvo marchando en círculo por un lapso calculado entre 2 y 3 horas. 

07.00 hrs: Sólo cuando el sol comenzó a disipar la camanchaca y las tropas chilenas de caballería, que marchaban a la cabeza de la columna, avistaron la vanguardia de la columna Ramírez, el comandante Santa Cruz vino a comprender la situación en que se encontraba y, lo que fue peor, que el factor sorpresa estaba perdido. Frente a este hecho, se preocupó de alcanzar el objetivo que se le había fijado.

Al aproximarse a Tarapacá, el comandante Santa Cruz mandó a los “Granaderos a Caballo” a apoderarse del caserío de Quillaguasa, ubicado en los faldeos oeste del cerro Tarapacá y que era un importante objetivo para cerrar toda posible retirada de las tropas aliadas en esa dirección. Se mandaba a la Caballería a tomar el agua.

La División Santa Cruz, bajo un sol de fuego, marcha hacia Quillahuasa por un camino infernal, sin agua, con la gente extenuada por la fatiga de las marchas y las privaciones anteriores, pues no había comido hacía dos días.
La agrupación Santa Cruz marchaba por el borde norte de la quebrada; al llegar a una quebradilla secundaria que va hacia el bajo, fue observada por unos arrieros que salían por allí desde el pueblo de Tarapacá y que, al verlos a distancia, regresaron en carrera a la localidad para dar la alarma a las tropas, que en el fondo de la quebrada se encontraban descansando o preparando la marcha hacia el norte, sin un centinela que cumpliera las normas más elementales de seguridad. Al parecer, este descuido se debió a que no imaginaron jamás que los chilenos pudieran llegar a esa zona.

Santa Cruz, que marcha por la cima (con la 4º Compañía del 2º de Línea, entre otras unidades), divisa al enemigo a sus pies, que corre a las armas y forma para ganar las alturas.

De inmediato el jefe de Artillería propuso a Santa Cruz emplear los cañones contra el enemigo. El mayor Fuentes y el alférez Ortúzar, le instan para poner las piezas en batería y ametrallar los cuerpos acorralados abajo, en formación cerrada.

El comandante no se atreve a tomar la ocasión por los cabellos. Santa Cruz no aceptó la proposición por no estar expresamente autorizado para ello.

Santa Cruz sigue la marcha sobre Quillahuasa, en virtud de la orden recibida del jefe de la expedición, Arteaga.

Lleva a vanguardia dos grupos de Artillería del Regimiento Nº2 a cargo del mayor Fuentes; siguen a estos, la 2º y 1º Compañía de los “Zapadores” (3º Brigada) de los capitanes Alejandro Baquedano y Belisario Zañartu; y la 4º Compañía del 1º Batallón del Regimiento 2º de Línea, capitán Emilio Larraín.

La columna de flanco, abarca 1 kilómetro, y cierra la retaguardia el subteniente Froilán Guerrero con 60 rezagados, que se arrastran penosamente.

Comenzó a disipar la neblina que cubría la quebrada y los cerros adyacentes, lo que permitió a las tropas del coronel Cáceres (Batallones “Zepita” Nº2 y “2 de Mayo”) marchar hacia al Sur primero y luego trepar con comodidad a la planicie por la Cuesta de la Bisagra, lugar por donde marchaba la columna chilena de Santa Cruz y coger a éste por la espalda, privando al comandante chileno de toda comunicación con las otras dos columnas chilenas. Al llegar a la cumbre localizaron la retaguardia de Santa Cruz, iniciándose de inmediato un duro combate entre peruanos y chilenos.


ilam22
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Mensaje por ilam22 »

08.00 hrs: Los peruanos rompen fuego de Batallón sobre Guerrero y sus 60 hombres, que hacen alto y se baten como leones, para dar tiempo al comandante Santa Cruz de formar su gente.

Guerrero y sus soldados sucumben sucesivamente en sus puestos, sin dar un paso atrás. Allí quedan todos. Se sacrifican por sus compañeros.

La primera Sección de Artillería, con el pretexto de querer el oficial al mando hacer algunos tiros al pasar, se detuvo, lo que retardó la marcha. A Santa Cruz se le informó que esas mulas iban en muy mal estado. Esto y los rezagados, obligaron a Santa Cruz a presentar combate, retrocediendo la vanguardia. Con el escaso número de tropas con que contaba Santa Cruz y pudiendo ser rodeadas y dominadas desde la cima opuesta, no era posible su defensa. La tropa, en las condiciones de marcha en que iba, no debía comprometerse en un combate; pero sí podía y tenía orden de hacerlo 12 cuadras al oriente, en el punto designado para el ataque de la División Santa Cruz.

Salvada ya la pasada sin novedad y habiendo usado de todas las precauciones que tal camino exigía, Santa Cruz ha presentado ataque en protección de los rezagados y segunda Sección de Artillería que de antemano tenía orden de avanzar a la vanguardia, la que por razón de situación, dejando atrás al enemigo, se convertía en retaguardia tomando la formación de ataque.

Santa Cruz da media vuelta, forma con frente al Sur; a la derecha “Zapadores”; al centro el 2º de Línea (4º Compañía); a la izquierda la Artillería del Regimiento Nº2. Tiene bajo su mano 342 combatientes, que con los 60 inmolados con Guerrero, dan el total de 402 plazas de la 3º Sección, con los que hace frente a las Divisiones veteranas de Cáceres y Bedoya.

El combate se inició en forma encarnizada y al cabo de 30 minutos de acción se habían producido numerosas bajas, estimándose en 1/3 las pérdidas de la Compañía del 2º de Línea y de los “Zapadores”. 

Fue la Artillería el único motivo que tuvo Santa Cruz para batir con ventaja al enemigo. Por media hora lo mantuvo a raya, rechazándolo tres veces, lo que importó la pérdida de más de 100 hombres.

Durante 3 horas, desde las 8 hasta las 11 A.M. se pelea duro y recio; a las arremetidas peruanas, responden los chilenos con furiosos avances, que obligan a retroceder a los soldados del “Zepita” y “2 de Mayo”.

Cáceres y Bedoya hacen un supremo esfuerzo y caen sobre el ala izquierda de Santa Cruz; perdido el campo de tiro por la cercanía de los atacantes, Fuentes abandona las piezas y se repliega sobre la Infantería haciendo fuego de carabina.

En este lapso, las fuerzas de Santa Cruz perdieron su Artillería; las dos piezas Krupp, pues en uno de estos ataques de la Infantería peruana, el buen éxito la favoreció al extremo que los artilleros chilenos debieron inutilizar las piezas, ante el riesgo de que éstas cayeran en poder de los aliados.

Atacado por tres puntos a la vez, agobiado por el número, perdida las dos terceras partes de la gente, escaso de municiones y heridos los tres capitanes de la Infantería, Baquedano, Zañartu y Larraín, el comandante Santa Cruz reúne su tropa y se bate haciendo fuego en retirada.

La situación apremiante de las fuerzas bajo su mando, obligó a Santa Cruz a cambiar su posición, buscando la forma de dar algún alivio a los hombres que ya llegaban al grado máximo de extenuación; muchos soldados apenas podían sostenerse en pié, otros no tenían fuerzas siquiera para coger las armas; la mayoría buscaba parapetarse detrás de las piedras para protegerse de las balas. Recuérdese la larga marcha efectuada por estos efectivos a través del desierto y el hecho que hacía más de 30 horas que no comían ni bebían, para tener una idea clara del gran esfuerzo que en esos momentos desplegaban. Los “Zapadores” comenzó a moverse según las órdenes recibidas.

11.00 hrs: Cáceres no quiere soltar una presa que cree segura; pero los clarines de los “granaderos” que vuelven de Quillahuasa, y se deslizan por un atajo, le vuelve prudente, y deja a Santa Cruz, que sobre un brioso caballo cubre el último la retirada, como marcha el primero en los ataques.

En el acto de cambio de posición, la columna Santa Cruz sufrió nuevas pérdidas y su jefe si había cometido el error de ceñirse demasiado a la disciplina, aceptando el combate en tan malas condiciones, debe decirse en su honor que en esa hora de angustiosa prueba manifestó un valor a la altura de su reputación. A caballo, sirviendo de blanco por su elevada estatura, se le vio siempre en los puntos de mayor peligro.

Cuando la situación llegaba a su peor grado y el Ejército de la Alianza aparecía como seguro triunfadora, la columna del coronel Arteaga llegó en auxilio de Santa Cruz; se encontraba a 1 legua de distancia y al oír los disparos, los soldados acudieron presurosos en ayuda de los “Zapadores” y demás tropas chilenas. Los nuevos refuerzos, agotados también por la sed, el cansancio y la falta de alimentos, sin embargo entraron en combate con bríos increíbles, a enfrentar a peruanos y bolivianos, los cuales habían recibido el auxilio de nuevos cuerpos.

Con los refuerzos de ambas fuerzas combatientes, la lucha se tornó muy violenta y las fuerzas chilenas aún pudieron mantenerse durante dos horas más. 

Finalmente reunidas las tres Divisiones no fueron suficientes para contener un enemigo triple en número y siempre informado que tenía inmensa ventaja de tomar posiciones ventajosas de una y otra cima.

En esos momentos el mando chileno pensó que era necesario retirarse, disputando eso sí palmo a palmo el terreno a los aliados, que se sentían vencedores.

Pese a todo, la bravura de las tropas chilenas no decayó, y hubo algunos soldados que, estando heridos y agotados, continuaban disparando sus últimos cartuchos antes de caer desfallecidos por el cansancio.

12.00 hrs: El sol abrasador, las candentes arenas del desierto, la sed devoradora, el hambre, el cansancio, el número abrumador del enemigo, y más que todo, la falta absoluta de dirección por el abandono de sus puestos de algunos de los jefes de Divisiones y de cuerpos, hacían ya imposible materialmente a los nuestros mantener el campo.


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