Submarinos en América del Sur
Las noticias relativas a la adquisición por parte de la Armada de la República Bolivariana de Venezuela de 4 submarinos de la clase Kilo (Project 636) a Rusia, a entregar en 2012-13, el alquiler inmediato de otro del mismo tipo para entrenamiento de las tripulaciones, y las intenciones de compra de cuando menos cuatro unidades del tipo Amur, la versión de exportación del Lada (Project 677), ponen de actualidad la situación de las flotillas de submarinos de los países de América del Sur.
En ese subcontinente hay siete países que cuentan en su flota con submarinos, tres de ellos solo disponen de dos unidades (Colombia, Ecuador y Venezuela) y los otros cuatro cuentan con flotillas algo más extensas: Argentina (3), Brasil (5), Chile (4) y Perú (6). En total son 24 unidades, a las que hay que añadir 2 submarinos de pequeño tamaño, para operaciones especiales, en la Marina de Colombia. Como nota curiosa en el resto del continente americano, y en lo referente a los submarinos convencionales esta cifra se completa con los cuatro de la clase Victoria, anteriormente Upholder británicos, operados por Canadá. Si Venezuela llegara a disponer de los 4 Kilo y otros tantos Amur se situaría como primera potencia submarina en aquel subcontinente.
En general, las marinas de los países de América del Sur disponen de un número bajo de este tipo de buques. Las razones son varias y todas ellas importantes. En primer lugar está el coste, tanto en lo relativo a la inversión para su adquisición como los de mantenimiento. Por otra parte, cuando el número de unidades de superficie es escaso, resulta absurdo centrar los presupuestos en este tipo de buques. Además el número de buques, bajo en cada país, no permite disponer de instalaciones para su mantenimiento y tampoco de centros de formación específicos para sus dotaciones.
Hasta la Segunda Guerra Mundial tan sólo Argentina, Brasil, Chile y Perú contaban con submarinos en sus flotas. La cesión, en los años sesenta y setenta del siglo pasado de buques procedentes de la US Navy permitió modernizar las flotas y añadir a Venezuela en esta corta lista.
Puede decirse que las flotillas submarinas en América del Sur son el resultado de una fuerte actividad comercial del astillero alemán Howaldtswerke Deutsche Werft GmbH (HDW) durante los primeros años setenta del siglo pasado, que tuvo como resultado las ventas de unidades del tipo 209 a Argentina, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En la misma época Brasil y Chile adquirieron a astilleros ingleses respectivamente 3 y 2 submarinos de la clase Oberon, que no dieron buenos resultados puesto que ya han causado baja. Además en los años cincuenta Perú encargó a EE.UU. cuatro unidades de la clase Abtao, que nacieron ya anticuados. A comienzos de los años ochenta, todavía en plena Guerra Fría, Cuba recibió de la antigua Unión Soviética tres unidades de la clase Foxtrot y el del casco de un submarino del tipo Whiskey para ser utilizado en entrenamiento y para la carga de baterías de las otras dos unidades. Los cambios políticos dejaron inoperativos todos estos buques.
En la actualidad, con la excepción de las operadas por Chile, Brasil y parcialmente Argentina, las flotillas de submarinos de los países de América del Sur están compuestas por buques con muchos años sobre sus cuadernas y, qué pese a las modernizaciones, están cerca del límite de su vida útil.
Solo dos países han desarrollado capacidades para la construcción local de este tipo de buques. En los años ochenta Argentina intentó, en colaboración con el astillero alemán Thyssen Nordseewerke, la construcción de cuatro buques de la clase TR 1700. En el caso de Brasil el Arsenal de Marinha do Rio de Janeiro (AMRJ) ha construido, bajo licencia de HDW, el Tikuna y tres de los buques de la clase Tupi, negocia la construcción en el AMRJ de submarinos alemanes del tipo 214 y, a nivel anecdótico, desde hace bastantes años quiere construir submarinos de propulsión nuclear.
En lo relativo al mantenimiento y modernizaciones, y ante la imposibilidad de realizarlo en Europa por los altos costes, en bastantes ocasiones ha sido asumido por instituciones industriales dependientes de las respectivas marinas. Los resultados de esta política pueden afectar tanto a la seguridad de los buques como a su vida útil.
SUBMARINOS CONVENCIONALES EN AMERICA DEL SUR