La Pugna Continuación de "El Visitante"

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
Gaspacher
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Mensaje por Gaspacher »

Domper escribió: –¿Una catapulta más potente? Hablamos de las catapultas de pólvora negra de la época, no de las de vapor de los futuros portaaviones. Si se necesita más potencia para acelerar el arma, lo lógico sería usar cohetes, aunque tienen el problema de interferir con el sistema de guiado.

Saludos
No necesariamente, el trasatlantico aleman SS Bremen ya llevaba una de vapor o aire comprimido en los años 20, e Italia dispone ya de prometedores catapultas en sus cruceros.

¿Un avion del pueblo? Interesante.


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
kaiser-1
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Mensaje por kaiser-1 »

Pero por su propio diseño las catapultas de aire comprimido no encajan muy bien los daños en combate. Una esquirla de metralla que perfore un depósito y pum. Te despides de catapulta, avión, tripulación y da gracias si no vuela nada más.

Por lo que sé, una de las cosas que hacían los buques dotados de hidroaviones era lanzarlos al aire cuando había una alerta o posibilidad de combate den el que el buque pudiera encajar daños de combate. Losportaaviones lnzaban al aire con rapidez todos los aviones que tenían y si no podían despegar los arrojaban por la borda directamente desde cubierta si era preciso. Lo que fuera con tal de deshacerse de esas bombas inflamables llenas de combustible y armadas hasta los dientes. El destino de los cuatro portaaviones japoneses en Midway es conocido por todos ¿verdad?.


- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
APVid
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Mensaje por APVid »

kaiser-1 escribió: El destino de los cuatro portaaviones japoneses en Midway es conocido por todos ¿verdad?.
En realidad está mitificado, no había cubiertas llenas de aviones (sobre todo porque los japoneses recargaban en el hangar).


Por cierto hablando de hidros, algunos de los italianos eran bastante malos, ¿no habría por ahí un diseño japonés que usar (a fin de cuentas se especializaron en hacerlos, teniendo incluso cazas-hidroaviones)?


cesar
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Mensaje por cesar »

APVid escribió:
kaiser-1 escribió: El destino de los cuatro portaaviones japoneses en Midway es conocido por todos ¿verdad?.
En realidad está mitificado, no había cubiertas llenas de aviones (sobre todo porque los japoneses recargaban en el hangar).


Por cierto hablando de hidros, algunos de los italianos eran bastante malos, ¿no habría por ahí un diseño japonés que usar (a fin de cuentas se especializaron en hacerlos, teniendo incluso cazas-hidroaviones)?
Bueno, depende, algún buen hidroavión de reconocimiento embarcado sí que tenían, pero ya puestos no creo que ninguno de ellos les fuese a sacar de pobres a los del Pacto. Y de los cazas ya ni hablamos, puesto que los flotadores imponían grandes penalizaciones en cuanto a velocidad, etc.

Si entramos en los de patrulla marítima, pues en la LTR los alemanes disponían de varios modelos que parecen haber sido razonablemente capaces, y en el segmento de mayor tamaño estaba el Bv 222, que supongo que lo estarán construyendo al menos en la misma cantidad (con el Bv 238 en el horizonte, además).


Domper
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Mensaje por Domper »

Unos cuantos detalles:

–Los portaaviones japoneses tenían algunas deficiencias relacionadas con la seguridad interna, pero tenían cosas que a Alemania o a Italia les llevaría años desarrollar: ascensores y equipos de detención de aviones. De todas formas, estando ya en 1941, que nadie espere ver una flota de portaaviones surcando los mares en 1943,

–Si algo quedó claro en la SGM fue que para patrulla marítima lo ideal son los aviones terrestres. Un hidroavión es, según el dicho, “un mal barco y un mal avión”, y operar con ellos es un incordio ya que requieren mucho mantenimiento: además del normal de un avión es preciso sacarlos del agua, lavarlos, etcétera. Para trabajar en un motor hay que embarrancarlos, por ejemplo. Aunque no dependen tanto de las bases aéreas, requieren abrigadas bahías con playas adecuadas.

–De hecho durante la SGM surgió el avión anfibio (empezando por los Catalinas anfibios). Los anfibios habitualmente solo tocaban el agua en emergencias, para rescates o cosas así. Lo malo es que el Pacto no dispone de aviones de ese tipo, aunque es posible que estudie los restos de algún Catalina.

–Para patrulla marítima, se tiene el Fw 200, y se espera tener el He 177 o el Ju 189.

–El Bv 222 (y más el 238) fue una patata con alas. Tan caro que tiene poca utilidad, y además seis motores empeoran la seguridad: es mucho más probable que uno falle.El Bv 238 es un dislate. De hecho, anticipo desde ya que Von Richthofen va a meter la tijera, cercenando aquellos proyectos de utilidad dudosa. A Blohm & Voss se le va a encomendar el desarrollo del Me 109 (ya que Messerschmitt va a estar muy ocupada con otros proyectos) y especialmente las variantes dobles (Me 218 y Me 318).

Saludos



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Mensaje por Domper »


Cuarta parte

Capítulo 16


Sebastian Haffner. “El nacimiento de Europa”. Op.cit.

La 2ª Divisão de Cavalaria Viriato fue el núcleo del renacido ejército portugués durante la Guerra de Supremacía.

Hasta 1940 la misión principal del Ejército de Portugal había sido el control de las colonias, manteniendo en la metrópoli una fuerza reducida, que apenas contaba con 55.000 hombres. Pero la adhesión de España a la Unión Paneuropea, seguida por la agresión británica y la extensión de la guerra a la Península, hicieron que en Lisboa se temiese una invasión hispanoalemana. Una comisión militar portuguesa viajó secretamente a Londres con el doble propósito de planificar una defensa conjunta de Portugal y de conseguir armas modernas para el ejército portugués, cuyo material provenía en gran parte de la Gran Guerra. Aunque la apurada situación militar de Gran Bretaña hizo que los envíos de armamento británico se retrasasen, ambas partes llegaron a un acuerdo de colaboración en caso de emergencia.

Dado que la defensa de las fronteras requeriría un ejército de al menos 12 divisiones, fuerza que Portugal no podría ni formar ni mantener, se diseñó un plan defensivo que copiaba el de Wellington en 1810 contra Napoleón, según el cual el ejército portugués se retiraría a las históricas líneas de Torres Vedras, mientras retrasaba y desgastaba a los invasores, para dar tiempo a la llegada de una fuerza expedicionaria británica. Esta fuerza expedicionaria, conjuntamente con el ejército portugués, sería la que contratacase y derrotase al invasor, liberando el territorio perdido. Siguiendo dicho plan el ejército portugués no debía desplegarse en la misma frontera, donde estaría expuesto a un ataque sorpresivo hispanoalemán, sino en el interior del país.

Como primera medida Portugal efectuó una movilización parcial que permitió ampliar sus fuerzas armadas metropolitanas hasta los 120.000 hombres. También comenzó la reorganización del ejército, que tradicionalmente era de base regimental, para formar divisiones de armas combinadas similares a las británicas. Sin embargo la penuria, especialmente en material pesado y vehículos de combate, conllevó grandes retrasos, por lo que en el verano de 1941 solo se había formado la 1ª División de Infantería Nun’Alvares. Esta división recibió ese nombre en memoria del Condestable de Portugal que, con apoyo inglés, había derrotado al ejército castellano en la batalla de Aljubarrota. La 1ª División estaba bajo el mando del general Abranches Pinto y fue establecida en Lisboa, desde donde podría cubrir las líneas defensivas de Torres Vedras. El resto del ejército portugués fue también alejado de la frontera y concentrado en los accesos a Oporto, Coimbra, Lisboa, Setúbal y el Algarve.

En el verano de 1941 un grupo de militares y marinos portugueses, dirigidos por el almirante Mata Oliveira, prepararon un golpe de estado que abriese las puertas de Portugal a una intervención británica. Al general Abranches Pinto, que había sido captado por los golpistas, se le encomendó impedir que el ejército portugués presentase resistencia a la intervención británica. El general consiguió infiltrar a varios oficiales comprometidos en puestos clave. Cuando la fuerza expedicionaria inglesa se presentó ante Lisboa, Abranches Pinto ocupó el Ministerio de la Guerra, desde donde emitió órdenes de permitir el paso a los invasores ingleses.

Sin embargo los conspiradores fracasaron en detener al doctor Salazar, primer ministro portugués y cabeza del Estado Novo, que pudo escapar a España. Salazar ordenó a las fuerzas armadas portuguesas que se le uniesen en la frontera. Sin embargo, los conspiradores habían conseguido controlar la red de comunicaciones portuguesa. Pocas unidades recibieron la orden de Salazar, y menos aun la pudieron cumplir, siendo las principales los regimientos de caballería número 3 (de Estremoz), número 4 (de Coutada) y número 6 (de Braga). El doctor Salazar formó en Salamanca un gobierno portugués en el exilio, que fue admitido en la Unión Paneuropea.

Como primera medida se aprobó la formación de un ejército nacional portugués (ENP). La Primera División de Caballería se organizó alrededor de los regimientos de caballería 3º y 4º, junto con un grupo de artillería, otro de exploración y unidades diversas. Las plantillas de la división fueron completadas con voluntarios que habían escapado de Portugal, muchos de ellos antiguos viriatos, combatientes voluntarios en la Cruzada Española. El general Paulo Bénard Guedes tomó el mando de la división, que tuvo su bautismo de fuego en el cruce del río Coa.



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Mensaje por Domper »


Federico Artigas Lorenzo

Si algún día llego a poner un negocio, ya sé qué nombre tendrá: “Fregados Federico Artigas”. A esas alturas yo ya estaba seguro de que en Madrid habían creado la “Sección de puros” a cargo de algún coronel de Estado Mayor, de esos que en Madrid hay más que palomas. El coronelete me la debía tener jurada. Me lo imaginaba sentado en su poltrona, luciendo sus estrellas de ocho puntas en las bocamangas, con un pitillo en la mano, y diciendo “¿A quién le va a caer este marrón? ¡Que me traigan el expediente de Artigas!”.

Esta vez el lío incluía cambio de aires, que siempre se agradece, aunque al final tampoco fuese para tanto: bien mirado, el paisaje de Ciudad Rodrigo viene a ser como el de Badajoz pero metido en la nevera. Porque si en Extremadura en verano parece que caiga plomo derretido del cielo, los campos castellanos en octubre pueden resultar frescos hasta para los pingüinos. Aunque el otoño apenas había comenzado, habían caído un par de temporales guapos, que trajeron toda el agua del mundo y más, y como remate un par de heladas tempraneras, para engañar. Que así los campos congelados parecían firmes, pero al andar la tierra soltaba unos crujidos que daban mala espina, y si un imprudente se despistaba, la costra se rompía, y acababa clavado en el barro hasta el corvejón.

Teniendo semejante fangal ¿qué se les podría ocurrir en Madrid? Premio para el militar: meter tanques. Esos artefactos del diablo pesaban más que los pecados de una bandera de la Legión, y bastaba con que pasasen media docena de esas cucarachas de hierro para convertir los campos en estanques de lodo. Ya le conté el otro día que en Madrid se quedaron con la boca abierta viendo los desaguisados que montaron en Francia y Egipto los panzer alemanes, y se dispusieron a copiar la idea. Un poco a la española, ya se imaginará: con algo de despiste, mucho de improvisación, una gota de ilusión, y lo demás de verlas venir. Aprovechando que los alemanes estaban de buenas, desde Madrid les lloraron hasta que nos mandaron unos cuantos panzer, y con ellos y un bizcocho montaron la que a partir de entonces se llamó División Acorazada número 1.

Digo que nos mandaron panzer como podría haber dicho que nos regalaron patatas, porque la generosidad germana tenía sus límites, y siguiendo su mejor tradición nuestros queridos aliados nos cedieron lo más potroso que tenían en su arsenal. Que eran los Panzer 38, unos tanques checos, pequeñitos, muy monos, y la verdad es que al lado de nuestros Negrillos, los Panzer I de la Cruzada, hasta parecían algo. Solo tenían una coraza medianeja pero se movían la mar de bien. Como venían pintados de marrón ocre, me imagino que los embardunaron así porque querían endosárselos a los italianos para sus desiertos, aquí les llamamos “Pardillos” ¿Recuerda que los Panzer I de nuestra cruzada fueron los “Negrillos”? Pues eso. Los Pardillos corrían mucho, pero solo tenían un cañoncito del tres con siete que apenas llegaba para hacer marcas en la pintura de los blindados ingleses. En la maestranza de Sevilla a algunos les cambiaron el cañón por uno ruso del cuatro y medio, y así además de fastidiarles la pintura igual hasta les daban trabajo a los chapistas de los míster. Vamos, que la mejoría tampoco es que fuese como para echar cohetes.

Con esos tanques se pudo organizar un regimiento acorazado con tres batallones, el Brunete. A la división se le asignó un regimiento de infantería motorizada, el Alcázar de Toledo, un grupo de artillería, otro de reconocimiento, y un batallón antitanque. Ahí entraba yo. Del asuntillo de Extremadura el menda había sacado un ascenso a capitán por méritos de guerra y una fama de matador de tanques que debió dar envidia al coronelillo ese de Madrid, que se puso a buscar un lugar de honor para meter al pringado de sus amores ¿Qué mejor que un batallón antitanque, que es el que se lleva todas las bofetadas? Ese fue mi nuevo destino.

Para lo que era nuestro glorioso ejército, la división estaba bastante bien provista de cañones contra tanques. El regimiento de infantería tenía cuatro baterías del cuatro y medio, que se suponía deberían ser sustituidos por los del seis que estaban diseñando en Plasencia, pero que se estaban haciendo rogar. Como los alemanes ya sabían a esas alturas que la piel de los tanques ingleses era bastante dura, se pusieron a buscar por los desvanes algún cañoncito con un poco más de mordiente. Así fue como acabaron en nuestras manos los Skoda del ocho, unos cañones que los alemanes habían arramplado en Checoslovaquia con los que no sabían qué hacer. Esos cañones eran la mar de divertidos, porque aunque los llamaban del ocho eran realmente del siete sesenta y dos, pero los alemanes les habían cambiado el ánima para poder usar su munición del siete y medio. Daba igual, porque aquí llegaron y quedaron como “Skoda del ocho”. Se trataba de unas piezas de artillería que habían inventado los checos que tenían que hacer de todo: de campaña, antitanque, antiaéreo, si uno se descuidaba hasta hacían la colada y le preparaban el café. La verdad es que como antiaéreos no valían un pimiento, pero en lo demás no eran malos, salvo que eran un poco pesados. Aunque nos dieron unas cuantas tanquetas francesas Lorraine para remolcarlos, cambiarlos de posición en medio de un combate era toda una aventura.

Por eso nuestros amigos germanos nos mandaron también unos cuantos cazacarros, y ya se puede imaginar a quien se los habían adjudicado. Yo iba a mandar unas cosas que los alemanes llamaban 8 cm FK 30(t) auf Geschutzwagen 39H(f), Marder para los amigos, pero a los que aquí les pusimos “Tejones”. Lo habían construido echando mano de los tanques franceses ligeros Hotchkiss H-39, de los que habían capturado un montón el año anterior, y les habían plantificado un cañón Skoda del ocho, añadiendo unas planchas de acero que se suponía que eran de protegernos, pero solo de las miradas indiscretas, porque lo que es contra las balas... Los blindados esos no tenían techo, y no hará falta que le diga lo agradable que era viajar en un descapotable con orugas durante el otoño castellano.

El Tejón, aun siendo un apaño, tampoco era malo lo que se dice malo. Coraza poca, la justita para resguardarnos si a los míster se les ocurría tirarnos piedras. Moverse se movía regular, ya que la suspensión Hotchkiss no daba para echar carreras aunque, eso sí, era resistente y fácil de reparar. Lo mejor era el cañón, que podía mandar pepinos del siete y medio capaces de poner a cualquier tanque inglés mirando hacia Pamplona, y como el peso del cañón lo iba a cargar el blindado y no nosotros, como que importaba poco que pesase una tonelada. Eso sí, el coronelín de mis amores pensó que los de infantería no nos íbamos a aclarar con nada más complejo que un abrelatas, y ordenó que quitasen a los cañones las miras, los niveles y todo el equipo especial. El buen hombre temía que nos pillásemos los dedos al apuntar, así que les pusieron un invento que era un par de lentes de las de cul* de vaso, metidas en un tubo, con unas rayitas pintadas. Con eso se suponía que teníamos que calcular el alcance.

En septiembre me incorporé al batallón, que estaba organizándose en Talavera. El comandante López de Vicuña, que estaba al mando, me puso a los Tejones por las nubes cuando me incorporé a la compañía, y ya me imaginé que tanto piropo no podía quedar impune: en seguida me dijo que los doce cazacarros de mi compañía eran las armas más potentes de la división, lo que en ladino significaba que donde se repartiesen leches yo estaría en primera fila. Bueno, en segunda, que el blindaje de los Tejones no daba para alegrías.

Nos pegamos un mes entero tomándole el pulso a nuestros blindados, y casi empezamos a tomarles cariño. Lo primero que hicimos fue distraer unos hierros y unas lonas de tienda de campaña, y fabricarnos unas capotas para resguardarnos del frío y la lluvia. Unos alemanes nos enseñaron como usar las radios, lujo oriental que ponían en todos sus tanques, y que me pareció el mejor invento del mundo: con ellas podría mantener el control de mis carros aunque los dividiese en grupos. La radio me pareció que daba excelentes posibilidades tácticas al jefe, es decir, al menda lerenda.

Más problema fue el de la puntería. El cañón era razonablemente preciso, y por lo menos hasta mil metros donde poníamos el ojo poníamos la bala. Lo difícil era poner el ojo con la porquería de miras que nos habían dado. El cristal era malo y estaba mal tallado, por lo que distorsionaba y emborronaba la imagen. Además las rayas que tendrían que ayudarnos para apuntar estaban mal trazadas. Por suerte en el taller de mi compañía tenía al cabo Sánchez, al que ascendí a sargento sobre la marcha. Sánchez era un genio de esos que con una cucharilla, un poco de alambre y un par de martillazos te fabrican un reloj. Al figura se le ocurrió unir al cierre del cañón un fusil Máuser del ocho con unas abrazaderas. La gracia estaba en que disparando trazadoras con el fusil, y tras algunos reglajes, sabíamos que donde diese la bala pegaría el cañonazo. Ya solo era cosa de apuntar a ojo, disparar dos o tres veces con el fusil para ajustar la puntería, y podríamos mandar al inglés un billete para el expreso Belcebú.



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Mensaje por APVid »

Domper escribió:completadas con voluntarios que habían escapado de Portugal
Me sorprende que Legión portuguesa no resistiera o escapara a España, que bastante ocupados estaban los mister en esos días para ponerse a perseguir a sus más de 60.000 efectivos deslizándose hacia la frontera.
Lo mismo las unidades del ejército portugués muchas se desintegrarían en cuanto se aclarase la situación y empezaran a desertar los más comprometidos.

PD: ¿qué paso con la flota portuguesa? Consiguió escapar algún buque, pues tenía media docena de destructores y 3 submarinos que a falta de otra cosa podrían venir bien a España.


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Mensaje por Domper »

Si la conspiración había partido de la flota, nos entendemos con lo que pudo pasar.

Saludos



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Mensaje por APVid »

Eso nunca se sabe, recuerda lo que paso en la guerra civil española o en la Operación Antorcha.

Si alguno tenia mandos muy salazaristas podía haberse largado con el buque.


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Mensaje por Domper »

Si al mismo tiempo está por allí media Royal Navy, me da que se hicieron partidarios de Mata Oliveira sobre la marcha.

Saludos



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Mensaje por Domper »


El comandante nos estuvo explicando cuales iban a ser nuestros objetivos.

De tanto mamporro que nos habíamos repartido por Extremadura el lugar se había convertido en lo que llamaban un “frente endurecido”, y eso quiere decir que había más trincheras y búnkeres que hormigas, cosa nada apetecible si lo que quieres es atacar. La idea normalmente era moverse un poco hacia un lado, como en nuestra Cruzada, que empezábamos pegando tiros en Teruel y acabábamos corriendo por los riscos junto a Zaragoza. Eso había funcionado medianamente en Badajoz, cuando mi antiguo cuerpo de Navarra había desbordado a los míster y les había dado un tiento en Campo Maior, aunque no había sido suficiente para tumbarles.

El mando había pensado que si nos íbamos más lejos y atacábamos por donde no nos esperasen podríamos pillar al inglés a contrapié. Lo más lógico parecía ser el valle del Tajo, que era llano y con pocos obstáculos naturales, y que nos pondría en Lisboa en cuatro pasos. Pero hasta los britones sabían leer mapas, y los vuelos de reconocimiento habían detectado por allí importantes movimientos de tropas. De nuevo, atacar por donde te esperan se merece un soplamocos, que los míster estarían encantados de propinarnos. Quedaba el norte. Desde Galicia, nada: yendo desde Tuy por la costa, el terreno era accidentado y tan lleno de montañas que no se podía lanzar una ofensiva en condiciones. Eso solo nos dejaba el Duero. No pegaditos al río, que por allí se encañona y hubiésemos necesitado cabras en lugar de tanques, sino un poco más al sur, por Ciudad Rodrigo, por el mismo sitio que se metió Napoleón. Bueno, no fue Napoleón sino Massena, uno de sus esbirros, ya que dicen que el corso se quedó en París disfrutando de su mujercita. Por allí pasaba una de las mejores carreteras de Portugal, que no es mucho decir, pero al menos llevaba hacia Lisboa siguiendo el valle del río Mondego. No pensábamos seguirla, porque seguro que nos esperarían por allí, sino que pensábamos tomar el desvío hacia Guarda, y luego seguir por Viseu hacia Aveiro en la costa. Si todo iba bien meteríamos a nuestros queridísimos enemigos en un buen aprieto, porque si se quedaban en Oporto los dividiríamos en dos, y si escapaban del norte quedarían acorralados en Lisboa.

Hasta ahí, perfecto. No era tan perfecto el paisaje, que ya hasta en lso mapas se veía que había más arrugas de la cuenta. Cuando fui a dar una vuelta por cerca de la frontera, para familiarizarme con el paisaje, casi me espanté. Por España el terreno era ondulado pero lleno de pequeños bosquecillos y afloramientos de rocas, que si me ponen a mi a defenderlos aguanto contra medio ejército inglés. Más allá de la frontera empeoraba, especialmente tras rebasar el río Coa, porque las colinas iban a más y había más piedras. Un poco después de la ciudad de Guarda, que sería nuestro primer objetivo, las estribaciones de la sierra de la Estrella se interponían en nuestro camino hacia Viseu. Por eso el mando suponía que los ingleses no se preocuparían mucho por defender tanta piedra, sino que se preocuparían más por el valle del Mondego. La intención del mando era que nuestro Ejército de Portugal, que así nos habían llamado, usase su infantería para romper las líneas enemigas de un buen empellón. Luego un cuerpo acorazado formado por nuestra división y por los viriatos portugueses tenía que plantarse en Viseu sin dar al inglés tiempo de decir zanqiu. Una vez en Viseu ya era todo un poco más llano. Solo un poco, oiga.

He citado a los viriatos, magníficos compañeros con los que tuve el honor de luchar. Como usted sabrá se trataba de una división formada por exiliado lusoss, muchos de ellos veteranos de nuestra Guerra Civil con los que nos unía más que la camaradería, la amistad. La división, que los alemanes los habían equipado con material francés, estaba organizada más o menos como la nuestra, con un regimiento acorazado con tanques Somua y Renault, y dos de infantería motorizada pero un poco disminuidos. Entre las dos divisiones juntábamos algo más de doscientos tanques y eso ya son palabras mayores. Además el cuerpo de Portugal también tenía un par de batallones con tanques T-26 rusos, tanquetas italianas y algún Negrillo. De haber tenido semejante fuerza en nuestra Cruzada hubiésemos terminado la guerra en un santiamén, pero me daba que el inglés nos iba a dar más trabajo. No por valientes, que los rojos serían muy rojos pero también españoles y se notaba. Pero los míster estaban mejor organizados y también tenían un buen puñado de tanques y unos cuantos avioncitos, además de esa artillería a la que había llegado a odiar.

Según los reconocimientos, los informantes y nuestras patrullas, el inglés que teníamos delante nos lo podríamos comer con patatas. Para defender el territorio portugués al norte del Sistema Central tenían solo tres divisiones de territoriales, es decir, de reservistas, la 43, la 45 y la 46, que distribuidas por tanto kilómetro daban tanta seguridad como esos visillos que las señoras ponen en las ventanas. Pero los muy cucos, en lugar de desplegarse en la frontera, donde podríamos hacerlos picadillo con nuestros cañones, estaban apostados algo más atrás. En la raya solo habían dejado patrullas de vigilancia. Lo que en Madrid no habían tenido en cuenta era que el inglés no era tan tondo como parecía, y que tenía ojos e incluso orejas. Como se estaba preparando la ofensiva de Guarda con el mismo disimulo que en nuestra Cruzada, hasta los conejos sabían lo que nos llevábamos entre manos. En cuanto vieron por donde soplaba el aire los ingleses nos prepararon una buena trampa, y se frotaron las manos anticipando los sopapos que nos iban a propinar.



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Mensaje por APVid »

Domper escribió:por Extremadura el lugar se había convertido en lo que llamaban un “frente endurecido”, y eso quiere decir que había más trincheras y búnkeres que hormigas
Teniendo en cuenta que el objetivo era obtener la victoria decisiva con rapidez, ¿los británicos se han prestado a eso? Es una guerra de desgaste que está quemando a la reserva operativa británica que han enviado a esta operación frente a un aliado menor de Alemania.

La operación ya pinta mal políticamente, los británicos no pueden aceptar una batalla de desgaste en España porque los que se desgastan son ellos.
Domper escribió:Eso solo nos dejaba el Duero. No pegaditos al río, que por allí se encañona y hubiésemos necesitado cabras en lugar de tanques,
Eso es lo ideal, el ejército español no es que estuviese muy motorizado pero si tenía mucha experiencia en lucha en esos terrenos (campaña del norte, el Maestrazgo, Teruel, Sierra de Madrid,...). Sabe moverse y no tiene mucha cola logística.
Son los mister los que no han combatido en montañas en toda la guerra, salvo algunos en Etiopia, y sus carros no valen para operar allí.

Es más el flanco español está bien cubierto hacia el norte porque controlan Chaves y Bragança, lo que les da tres rutas de aproximación hacia Vila Real (desde Orense, Zamora y Salamanca) que posiblemente sea la línea del frente británico (que no tiene tampoco fuerzas para haber ocupado la frontera).

La situación así sería muy peligrosa para los británicos ante un frente convergente sobre Oporto (que además ha sido destruido como base de naval por los bombardeos) lo que obligaría a redesplegar sus fuerzas y debilitar la unión entre los frentes extremeño y norte justamente en Guarda.
Domper escribió:Pero los muy cucos, en lugar de desplegarse en la frontera, donde podríamos hacerlos picadillo con nuestros cañones, estaban apostados algo más atrás. En la raya solo habían dejado patrullas de vigilancia. Lo que en Madrid no habían tenido en cuenta era que el inglés no era tan tondo como parecía, y que tenía ojos e incluso orejas. Como se estaba preparando la ofensiva de Guarda con el mismo disimulo que en nuestra Cruzada, hasta los conejos sabían lo que nos llevábamos entre manos. En cuanto vieron por donde soplaba el aire los ingleses nos prepararon una buena trampa, y se frotaron las manos anticipando los sopapos que nos iban a propinar.
Los británicos no son tontos, y asaltar la Serra da Estrela es absurdo para los españoles.
El problema vuelve a ser un poco el mismo de la guerra civil, Franco aceptaría el envite pero los británicos puede que no admitan tal desgaste en una batalla así.


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Mensaje por Gaspacher »

Lo extraño es la decisión española. En esa situación está claro que los ingleses no pueden guarnecer un frente de entre 3 y 400km con las fuerzas expedicionarias, así que atacar por uno de los escasos lugares que sin duda estarán defendidos se antoja extraño. En la situación española lo mejor sin duda sería lanzar una gran cantidad de ofensivas locales, una tras otra en puntos distantes entre sí, obligando a las reservas británicas a correr de un lado a otro con el desgaste operativo que eso ocasionaría.

Al fin y al cabo España juega en casa y tiene una gran ventaja numérica y aunque parezca mentira en artillería.


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Mensaje por Domper »

Aunque el ejército español tuviese experiencia de guerra de montaña, espero que hubiesen aprendido que esas operaciones raramente eran decisorias. El mejor ejemplo, el fiasco de la ofensiva hacia Valencia. Porque el terreno montañoso no solo facilita la defensa, sino que dificulta la logística de los atacantes que, al menos, necesitarán municiones y un poco de comida. Aunque las operaciones vayan bien, pocas veces serán decisivas: la zona norte se recuperó de la caída de Vizcaya y de Santander. Al contrario, se vio que las ofensivas más resolutivas eran las que se lanzaban en terrenos llanos, como la de Aragón o las primeras fases de la campaña de Cataluña.

Por otra parte, algo que también se aprendió en la guerra es que las operaciones menores, como las típicas rectificaciones a vanguardia, son muy costosas y desgastan el ejército. En eso el bando franquista fue bastante más sensato que el republicano, que se desangró en gran cantidad de ofensivas menores realizadas con pocos medios. Otra cuestión puede ser que mientras se lanza una operación principal, el resto del frente no se esté quieto. Pero me parece que a Churchill le va a importar muy poco perder un par de sierras en Tras os Montes.

Además, como ya se ha señalado acertadamente, es dudoso que la movilización en este escenario llegase al límite de la GCE, porque en esos casos afecta gravemente a la economía. Además el ejército español tiene que proteger toda la costa atlántica, muy expuesta a incursiones enemigas. Es decir, tiene muchas tropas, pero no la tremenda superioridad que significaría sumar el ejército franquista y el republicano de la GCE. Por otra parte también existe un ejército portugués que es de esperar que vaya adquiriendo cada vez mayor relevancia. De la artillería, no lo sé con seguridad pero me temo que estaba bastante desgastada para la fecha.

Para acabar con esto, lo lógico sería que los ingleses no intentasen defender líneas estáticas, sino que usasen su superior movilidad, dejando para vigilancia (que no defensa) de las líneas avanzadas a fuerzas ligeras, o a portugueses, a medida que puedan irse fiando de ellos. Recordemos que Portugal movilizó en al LTR más de 100.00 hombres: no es algo abrumador (aunque se pueden llamar más reemplazos), pero combinado con un ejército moderno, con mucho vehículo y bastantes tanques, se puede tener algo decente.

De construcción naval, no sé hasta qué punto el problema era solo de minerales esenciales, porque precisamente España es de los pocos sitios de Europa conde se encuentra de casi todo (aunque de algunos metales, en cantidades pequeñas, siendo antieconómica su explotación en la actualidad). Respecto al comercio con Alemania, en la LTR fue sobre todo de minerales esenciales. Pero la producción de acero requiere cantidades tremendas de carbón, con el agravante que el carbón español llegaba a Vizcaya mediante cabotaje que es probable que ataquen los ingleses.

Saludos



Tu regere imperio fluctus Hispane memento

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