La Pugna Continuación de "El Visitante"

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
kaiser-1
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Mensaje por kaiser-1 »

´Solo veo un problema Urquhart con tu idea de disolver Yugoeslavia: es miembro fundador del Pacto. Si has leído el Visitante recuerda que se frustró un golpe de estado probritánico y que, unido a la invasión de la Línea motivó que los países del Pacto (casi todos los europeos menos Suiza (Liechtenstein supongo que también) y supongo que Noruega, Holanda (que claramente no lo está) y Grecia (esta última por los intereses italianos) se unieran contra Inglaterra declarándole formalmente la guerra.

La disolución o desaparición de países como Bélgica u Holanda no supone un gran cambio, pero Yugoeslavia puede hacer estallar ese nido de avispas que fueron, son y serán los Balcanes.


- “El sueño de la razón produce monstruos”. Francisco de Goya.
Domper
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Mensaje por Domper »

Efectivamente. Recordad, además, que el rey Pablo de Yugoslavia (mirad la parte anterior) se apoya en círculos croatas. Tal como están las cosas, Yugoslavia parece que es de mirar y no tocar ¿para qué querrán desplazar tropas los alemanes allí?

Saludos



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APVid
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Mensaje por APVid »

kaiser-1 escribió:(casi todos los europeos menos Suiza (Liechtenstein supongo que también) y supongo que Noruega, Holanda (que claramente no lo está) y Grecia (esta última por los intereses italianos)
Grecia fue invadida como en la LTR; y Liechtenstein, Andorra, San Marino y Mónaco (y Suecia) mantendría la neutralidad. Aunque no se que papel tendría Andorra cuando sus dos países protectores están en la guerra, a lo mejor la fuerzan a intervenir.


Resumiendo la situación en Europa oriental y del sur:
-Albania sigue en manos italianas.
-Yugoslavia gobierna el rey Pablo aliado a Alemania.
-Bohemia: protectorado alemán aunque sin el control de las SS. ¿Una política más habsburgica en la zona como antaño?
-Gobierno General de Polonia: control alemán aunque también sin las SS.
-Eslovaquia la preside Jozef Tiso, con Vojtech Tuka como primer ministro. Aunque su visión antisemita no casa bien con el nuevo gobierno alemán. Por otro la Hlinka Guard tenía lazos con las SS.
-Hungría la dirige el regente Miklós Horthy conservador. Aparte estaría Ferenc Szálasi y su Cruz Flechada pronazi. Hungría tiene bastantes apetencias territoriales y no se hasta que punto le han dado la Transilvania a costa de Rumanía.
-Rumania: rey Carol II y el mariscal Antonescu. A parte de nuevo los nazis de la Guardía de Hierro. A perdido parte de Transilvania y de Dobruja en favor de sus vecinos, y tiene el asunto de Besarabia ante la URSS.
-Bulgaria: Boris III y primer ministro Kyoseivanov, el estado más "democratico" de la zona. Ha obtenido parte de Dobruja y territorios en Grecia.

-Grecia dividida entre Italia, Alemania, Bulgaria; Creta en manos inglesas.
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/ ... Greece.png

¿alguna concesión en Grecia a Yugoslavia?

Creó que la Administración griega hay que repensarla (la italiana fue la más suave de las 3), y evitar la Gran Hambruna (pico en el invierno de 1941-1942), y la bulgarización forzosa; de lo contrario la resistencia griega será tenaz.


Domper
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Mensaje por Domper »


Relato de Martin Schweizer

Tras muchos meses de preparación la flota estaba preparada para combatir contra la Royal Navy. La ventisca que recorría el fiordo hacía difícil ver nada, pero cuando aclaraba, el pecho se tonificaba viendo la mayor flota que Alemania había reunido desde 1918: dos grandes acorazados, los mejores del mundo: el Bismarck y el Tirpitz —en el que yo estaba embarcado—. Acompañados por los cruceros pesados Admiral Scheer y Prinz Eugen —este último, el barco más bonito de la flota—, seis potentes destructores y cuatro torpederos. Una flotilla de patrulleros vigilaba continuamente el fiordo y las redes que impedían el acceso a intrusos, batiendo con su sónar las aguas cercanas. En una semana habían tenido dos encuentros con submarinos ingleses, que acudían a Trondheim como moscas atraídas a la miel, demostrando que los británicos sabían que estábamos en el fiordo.

Densas redes antitorpedos protegían a nuestros barcos de los aviones torpederos enemigos: no se repetiría el desastre de Tarento. Pero ahora estaban siendo retiradas porque la flota iba a salir al mar. Era una tarea engorrosa y difícil de ocultar, y temíamos que si los ingleses la observaban saldrían en nuestra caza, pero el pésimo tiempo impidió los sobrevuelos de los aviones de reconocimiento ingleses. Uno a uno, los barcos levaron anclas. Un patrullero nos sirvió de guía para recorrer el estrecho fiordo. Lo siguió el Scheer, el barco más viejo de los presentes, que serviría como víctima propiciatoria para minas y torpedos. Detrás navegaba el Bismarck, en el que el comodoro Ciliax enarbolaba su gallardete. Le seguíamos con el Tirpitz y, cerrando la marcha, el Prinz Eugen. La flota recorrió el larguísimo y profundo fiordo en la media luz ártica, y ya era casi de noche cuando salimos al Mar de Noruega. Un patrullero nos despidió con su sirena, y nos adentramos en la negrura. Los destructores se situaron a nuestros flancos para protegernos de aviones o submarinos enemigos, pero en una noche oscura como la boca de un lobo poco había que temer.

Yo estaba a cargo del director de tiro antiaéreo de babor de la batería de 10,5 cm del Tirpitz. Después del desastre de Narvik, donde habíamos tenido que hundir a mi pobre barco anterior, el destructor Von Arnim, había sido destinado al titán de los mares, que estaba siendo finalizado en Wilhelmshaven. Mientras el barco era acabado nos familiarizamos con nuestro nuevo buque, en cuya construcción se habían incorporado las lecciones aprendidas durante las pruebas de su gemelo. Además el torpedeo del Scharnhorst en aguas de Galicia había mostrado las deficiencias de la artillería antiaérea de nuestros barcos. Los cañones de 3,7 cm de recarga manual habían sido sustituidos por una versión automática, y se habían desembarcados los montajes anticuados del 10,5 (los tipo 31), sustituyéndolos por los del tipo 37, con mayor velocidad de giro y con un nuevo sistema de regulación de espoletas. Sobre todo, al ser la batería homogénea se mejoraba la eficacia del tiro antiaéreo que, para qué nos vamos a engañar, tampoco era excesiva. Decían que en un futuro se iba a reemplazar toda la batería antiaérea por una de origen japonés ¿no decían que los limones solo sabían fabricar baratijas? De todas formas ahora tendríamos que dar el callo con lo que teníamos. Además de los cañones, el Tirpitz había recibido unos nuevos puestos de control de tiro estabilizados en tres ejes, y en uno de ellos estaba mi puesto. Eran mucho más eficientes que los de su gemelo Bismarck, pero tenían el inconveniente de estar solo cerrados parcialmente, y los que los manejábamos estábamos expuestos a la metralla enemiga y, sobre todo, a las inclemencias del tiempo. Al menos podíamos refugiarnos en el interior del barco, esperando que los serviolas o el radiotelémetro, ese vigilante que nunca se cansa, nos alertasen de la presencia de aviones enemigos.

En diciembre y en el Mar de Noruega el tiempo es malo, muy malo, o pésimo. Nubes bajas y repetidos chubascos de nieve nos ocultaban de cualquier avión tan atrevido como para volar con tan malas condiciones meteorológicas. Para esquivar la vigilancia inglesa una vez nos alejamos de la costa pusimos rumbo norte. El radiotelémetro nos avisó de un pequeño contacto a proa, probablemente uno de los submarinos ingleses que acechaban la salida de la flota; como las ondas de radio “veían” al enemigo mucho antes que este estuviese a la vista, un golpe de timón nos permitió eludirlo. A partir de entonces las aguas estuvieron vacías. A la altura de Bodo los destructores y el Scheer nos dejaron para no lastrar con su limitada velocidad al resto de la flota, y los demás buques mantuvimos el rumbo norte durante varias horas más. Luego nos adentramos en el Mar de Noruega, pasando entre la isla de Jan Mayen (cuya estación meteorológica era frecuente objetivo de nuestros aviones) e Islandia.

Por desgracia nuestra salida no pasó inadvertida. Estando ya en el Ártico mejoró el tiempo durante unas horas, y el capitán Topp informó por la megafonía —ya que le gustaba que la tripulación supiese lo que ocurría— que los aviones de reconocimiento ingleses habían podido sobrevolar Trondheim, y con seguridad habrían visto que los fondeaderos estaban vacíos. También era posible que hubiese observado nuestra salida algún submarino enemigo. Teníamos que estar alerta, pues era de esperar que en cuanto el Almirantazgo supiese que estábamos en el mar enviaría a la Home Fleet en nuestra búsqueda.

Igual que los aviones ingleses nos buscaban, nuestros aparatos de reconocimiento intentaban localizar a los barcos ingleses, y a mediodía tuvimos confirmación de que la flota inglesa estaba en el mar: un Condor descubrió un acorazado y un portaaviones al este de las islas Feroe. La Royal Navy estaba alerta, y nuestra misión iba a ser mucho más difícil.



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Mensaje por Apónez »

APVid escribió:-Hungría la dirige el regente Miklós Horthy conservador. Aparte estaría Ferenc Szálasi y su Cruz Flechada pronazi. Hungría tiene bastantes apetencias territoriales y no se hasta que punto le han dado la Transilvania a costa de Rumanía.
Si no ha tenido lugar la invasión de Yugoslavia Horthy está respaldado por el conde Pal Teleki que no se habrá suicidado y Szálasi pintará entre poco y nada ya que el partido había sido prohibido por Teleki :green:


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Mensaje por APVid »

Se prepara una gran batalla naval que luego será estudiada y reestudiada por los forofos :militar21:
Apónez escribió:
APVid escribió:-Hungría la dirige el regente Miklós Horthy conservador. Aparte estaría Ferenc Szálasi y su Cruz Flechada pronazi. Hungría tiene bastantes apetencias territoriales y no se hasta que punto le han dado la Transilvania a costa de Rumanía.
Si no ha tenido lugar la invasión de Yugoslavia Horthy está respaldado por el conde Pal Teleki que no se habrá suicidado y Szálasi pintará entre poco y nada ya que el partido había sido prohibido por Teleki :green:
Cierto. Aun así en la sombra la Cruz Flechada tiene importancia. Igual en Eslovaquia la Guardia de Hlinka.

En el caso de Rumanía habría que ver si Carol II fue forzado a abdicar o no; pero me da la impresión que con un apoyo aún menor de Alemania la Guardía de Hierro va a ser aniquilada totalmente por Antonescu (Sima y demás que se refugiaron en Alemania tras el fracaso de su golpe posiblemente acaben siendo puestos en conserva por el nuevo gobierno alemán).

Posiblemente en esos países halla una evolución conservadora y filofascista pero se elimine el extremismo nazi y antisemita; a fin de cuentas Alemania marca la política.


Sería incluso interesante que Alemania tienda la mano a los antiguos SPD, Zentrum y DNVP, para vincularlos a un gobierno de concentración nacional (aunque dominado formalmente por el NSDAP).


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Mensaje por Domper »

No creo que Alemania pretenda resucitar un sistema de partidos políticos. NI que tampoco los apoye en los países satélite. Eso sí, antes o después será preciso crear algún tipo de ordenamiento jurídico que estabilice el Estado. No se puede andar por el mundo a base de asesinatos y golpes de estado. Puede haber demasiados interesados en apuntarse al carro.

Saludos



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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos,

curiosamente es Alemania quien más difícil tiene el establecimiento de cierta estabilidad política. Este Triunvirato se asemeja a la Junta Técnica del Estado, así que antes o después, como en la España sublevada, tendrá que dar paso a un Gobierno, sustentado por un partido; único desde luego.

Al igual que la España Nacional, los triunviros se verán en la necesidad de aglutinar a miembros conservadores, intereses industriales, de los pequeños propietarios, y como no, para evitar que el proletariado se desmadre, recoger lo más útil del NSDAP, y convertirlo poco a poco en una especie de primigenio DAP.

Hasta una dictadura militar como la de Primo se sustentó en un partido, la Unión Patriótica, o Pilsudski con el Movimiento Sanacja, o Petain con todo el entramado del Etat Français, Constitución incluida.


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Mensaje por APVid »

Ya sugerí que evolucionase hacia un sistema de Partido Hegemónico, con un partido dominante totalmente, pero cierto margen a otros partidos menores, como China, Japón, México, Sudáfrica,...

No se trataría de volver al régimen de Weimar en ese momento pero si el espíritu de unión nacional de 1914.


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Mensaje por Domper »

Todo eso ya se andará; ha habido incluso un contertulio que ha adivinado lo que ocurrirá. Pero no antes del capítulo 49. Antes vienen las bofetadas.

Para muestra, un botón:



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Mensaje por Domper »


Había tres opciones para que la flota se internase en el Atlántico: el paso entre Escocia y las Feroe —que podíamos descartar pues estaba demasiado vigilado—, el que hay entre las Feroe e Islandia, y el Estrecho de Dinamarca. El segundo tenía la desventaja de estar más cercano a las bases inglesas, pero era muy ancho y permitía eludir al enemigo con relativa facilidad; pero con un portaaviones vigilándolo —por lo menos—, las posibilidades de pasar inadvertidos eran escasas. La otra opción, la escogida por el contralmirante Ciliax, era el Estrecho de Dinamarca, que al estar tan alejado de la gran base inglesa de Scapa Flow resultaba mucho más difícil controlarlo. Pero tenía el inconveniente de ser un paso mucho más estrecho de lo que parecía, ya que los hielos y los bajos fondos —que los ingleses habían sembrado de minas— dejaban solo una veintena de millas libres. Demasiado poco, pues sabíamos que los barcos ingleses iban provistos de radiotelémetros, a los que los ingleses llamaban radar, que nos delatarían aunque intentásemos pasar de noche. Pero por lo que sabíamos no todos los barcos británicos estaban equipados con radiotelémetro, un equipo demasiado pesado para los barcos ligeros, aunque se decía que nuestros técnicos habían conseguido miniaturizarlo, y los enemigos seguramente no irían a la zaga. Tampoco era probable que los buques británicos de vigilancia fuesen capaces de enfrentarse a nuestra escuadra. La intención de Ciliax era cruzar el estrecho sin ser advertido; pero si no era posible, intentaría forzar el paso.

Creíamos que había posibilidades de atravesar el estrecho sin ser vistos aprovechando el mal tiempo y la noche. Pero el radiotelémetro del Bismarck detectó un pequeño contacto a babor, que podría ser algún pesquero —improbable en aguas tan profundas—, pero más probablemente un submarino o algún patrullero. La flota viró a estribor, dirigiéndose a la ya no muy lejana costa de Groenlandia. Sin embargo, el radiotelémetro devolvió el eco de otro pequeño contacto.

Quedaban aun tres horas de luz, y si queríamos atravesar la parte más peligrosa del estrecho durante la noche no podíamos perder tiempo, por lo que el almirante ordenó volver al rumbo oeste, intentando pasar entre los dos contactos que, ahora estábamos seguros, eran patrulleros. Vano intento: el cielo se despejó —tras tres días seguidos de temporal, el cielo se limpió en el peor momento— y la visibilidad aumentó a miles de metros. Incluso desde mi montaje pode ver un minúsculo barquito que, al vernos, echó una bocanada de humo e intentó escapar. El almirante envió al Prinz Eugen a la caza del intruso, y sus cañones de veinte centímetros acabaron con él en unos minutos; pero la sala de radio había detectado las desesperadas llamadas de auxilio del patrullero. El otro patrullero también debió vernos, y el éter empezó a llenarse de mensajes radiales, hasta que la batería del quince del Bismarck lo mandó al fondo. Justo entonces el radiotelémetro descubrió dos grandes buques que se dirigían hacia nosotros.

Se ordenó zafarrancho de combate, y el capitán Topp—que según su costumbre, siguió informándonos mediante la megafonía— nos dijo que se acercaban dos grandes buques de guerra, probablemente acorazados. Iba a ser imposible salir al Atlántico sin combatir. Aun podíamos escapar volviendo hacia el oeste: si cambiábamos nuestro rumbo, ni siquiera los barcos ingleses detectados cerca de las Feroe podrían darnos caza. Sin embargo, que todo el resultado de semejante operación fuese hundir un par de miserables barquichuelos sería, más que vergonzoso, ridículo: Ciliax decidió arriesgarse y combatir contra los dos intrusos.

La flota aumentó su andar hasta los veintinueve nudos —que nuestros barcos, soberbiamente construidos, mantenían sin dificultad— mientras los cañones se volvían en la dirección del enemigo. Poco antes de llegar al alcance visual, que en esos momentos era de unos diez mil metros, el Bismarck cayó a estribor, siendo seguido por el Tirpitz y por el Prinz Eugen, que había vuelto a nuestra estela. Al fin la neblina se abrió, descubriéndonos al enemigo… que resultó ser una pareja de grandes buques de pasaje, transatlánticos equipados con viejos cañones que eran poco más que un blanco para nuestra potente artillería.

El enemigo, valientemente, fue el primero en abrir fuego, y los piques cayeron a unos ochocientos metros del Bismarck. Inmediatamente respondieron nuestros grandes cañones con medias salvas. Fue como un ejercicio de tiro: la primera andanada cayó corta, la segunda larga, y la tercera centró el blanco. Entonces los cañones dispararon al unísono, y pesados proyectiles empezaron a caer sobre el enemigo. Los dos paquebotes enemigos empezaron a echar grandes humaredas, señal de los incendios causados por nuestros proyectiles, y en pocos minutos se detuvieron, dejaron de disparar y empezaron a hundirse. La distancia era tan corta que podíamos ver como nuestro blanco se escoraba y se hundía de proa. El otro barco, el que había sido blanco del Bismarck, ardía de proa a popa. De repente se produjo una gran explosión, y el paquebote se partió y se hundió. Cuando llegó el Prinz Eugen solo pudo recoger a dos decenas de supervivientes, que dijeron ser del crucero auxiliar Alcántara; el que había estallado era su gemelo Asturias. Cada uno desplazaba 22.000 Tn.

Fue entonces cuando nuestro radiotelémetro detectó otros tres grandes contactos al sur, a unos veinte mil metros, acercándose rápidamente. Podían ser más cruceros auxiliares, pero el almirante pensó que ya había tentado demasiado a la suerte. Ahora los ingleses tenían que saber que se enfrentaban contra acorazados, por lo que el grupo de barcos que navegaba a nuestro encuentro sería de buques de batalla. No dudaba de la superioridad de nuestras unidades, pero si alguna resultaba dañada durante el combate resultaría muy difícil volver a la base, y Alemania perdería sus dos buques más potentes. Ordenó virar en redondo, y pusimos rumbo a la isla de Jan Mayen.



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Mensaje por APVid »

Una cosa deberías aclarar que el capitán es Karl Topp, porque yo al principio pensé en el mucho más conocido Erich Topp. :confuso:


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Mensaje por Domper »

APVid escribió:Una cosa deberías aclarar que el capitán es Karl Topp, porque yo al principio pensé en el mucho más conocido Erich Topp. :confuso:
Ya se citó en la anterior historia, pero bueno, voy a modificarlo.

Saludos



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Mensaje por Domper »


La noche cayó, y poco a poco el enemigo fue quedando a nuestra popa. Ya estábamos seguros de que se trataba de barcos de guerra: no solo por su velocidad (pasaban de los veinte nudos) sino por la potencia de sus emisiones radiales, y porque nuestro radiotelémetro había sufrido interferencias por lo que tenía que ser un equipo similar del enemigo. Sin embargo, Ciliax era un jefe combativo al que le repugnaba enseñar la popa a un enemigo que seguramente era menos potente. El radiotelémetro mostraba, además, que la agrupación enemiga se estaba separando: dos de los contactos nos seguían a más de veinte nudos, pero otro, más lento, se estaba quedando atrás.

Ciliax intentó una añagaza. La escuadra cambió el rumbo hacia el este, como si intentase rodear Islandia por el norte. El almirante ordenó al Prinz Eugen que se fuese retrasando, mientras los dos acorazados aumentaban el andar poco a poco, hasta que nuestros perseguidores desaparecieron de las pantallas de nuestros radiotelémetros, aunque no de las del Prinz Eugen. Entonces los dos acorazados cambiamos el rumbo al norte, luego al oeste y finalmente al sureste. Mientras el Prinz Eugen seguía dejándose seguir por los barcos enemigos mientras informaba de su posición.

Aun no había amanecido cuando entramos de nuevo en el Estrecho de Dinamarca. Entonces nuestro radiotelémetro descubrió al enemigo que se había retrasado, que se movía a quince nudos a lo sumo. Debió tardar en detectarnos, porque estábamos solo a once millas cuando aumentó su andar, cambió de rumbo y se dirigió hacia nosotros. Ciliax ordenó disparar proyectiles iluminantes que mostraron la baja silueta de un acorazado británico: parecía un barco sin modernizar, seguramente un anticuado acorazado de la clase ‘R’. Incluso esas antiguallas estaban pesadamente armadas —con ocho cañones similares a los nuestros—, por lo que el duelo, aunque desigual, no carecía de riesgos para nuestros buques.

Afortunadamente los proyectiles iluminantes del enemigo quedaron cortos, mientras los dieciséis cañones de 38 centímetros de nuestros blindados empezaron a disparar contra el acorazado enemigo. Varios fogonazos mostraron que alguno de nuestros proyectiles había alcanzado su blanco. Por entonces la distancia había caído a doce mil metros, y las baterías secundarias del quince se unieron a la acción: fueron los cañones del diez los encargados de seguir disparando iluminantes. El enemigo cayó a estribor para enseñarnos su banda y dispararnos con toda su batería, y los piques nos rodearon. Todo el barco se sacudió cuando un proyectil alcanzó nuestro barco, atravesando el hangar y prendiendo un peligroso incendio de gasolina. Un minuto después otro proyectil atravesó nuestro castillo de proa. Pero mientras tanto el barco enemigo recibía un impacto tras otro. Una llamarada, visible incluso desde mi posición, señaló el incendio de una de sus torres. Entonces el acorazado enemigo empezó a girar en círculos: probablemente había sido dañado el timón. Los dos acorazados siguieron martilleando al derrelicto enemigo (el Tirpitz disparó ciento sesenta proyectiles en la acción, y el Bismarck algunos más) en el que los incendios se extendían. Finalmente, pudimos ver que se escoraba, y que la dotación empezaba a abandonar el barco. El almirante ordenó cesar el fuego y pusimos rumbo norte: el Eugen nos había informado que los otros dos acorazados enemigos habían invertido su curso y se dirigían hacia nosotros.

Ciliax ordenó al Prinz Eugen que siguiese al enemigo, vigilándolo, mientras el Bismarck y el Tirpitz, a toda máquina, escapaban hacia el norte, acercándose a los hielos flotantes de la costa groenlandesa. Un hidroavión enemigo empezó a seguirnos, informando de nuestra posición con la misma exactitud que el Eugen lo hacía con la del enemigo. A mediodía la distancia al enemigo era de solo cincuenta millas, pero estábamos tomándoles la delantera: nuestros magníficos barcos eran capaces de dar treinta nudos incluso en ese mar, mientras que el enemigo no llegaba a veinte. A la vista de los hielos doblamos el cabo Tobin, saliendo a aguas libres: habíamos escapado.



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Mensaje por APVid »

Dos Acorazados clase R eliminados de forma muy seguida. :asombro3:

La Royal supongo que tratará de acelerar los trabajos del Anson y del Howe.

Eso la deja por ahora con 4 Queen Elisabeth, 2 R, 2 Nelson y 3 King George V. Aparte los cruceros de batalla 2 Renown y 4 Admiral.


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