El Visitante. Historia Alternativa de la Segunda Guerra Mund

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
Domper
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Decisión

Dora + 2, 8:45


El bombardero ligero Martin Maryland era el avión más moderno y rápido de la Royal Air Force en Egipto, y cuando volaba sin bombas podía escapar de cazas del Pacto, por lo que se solía usar como avión de reconocimiento. Solo se usaba como bombardero en emergencias.

El cruce del Canal por los italoalemanes era una emergencia, tan grave como el cruce del Mosa en Sedán el año anterior. Oleada tras oleada de bombarderos de la RAF atacaron los puentes recién tendidos. Los cañones antiaéreos del Pacto disparaban hasta que la pintura se quemaba en los cañones al rojo, y los cazas se cebaban en los aviones que valerosamente seguían a pesar de las pérdidas.

Los restos llameantes de los Blenheim y Welligton que alfombraban la llanura cercana al Canal anunciaron a los pilotos de los Maryland del 24º Escuadrón sudafricano lo duro de la tarea que les esperaba. Cuando se acercaban a los puentes los aviones descendieron para mejorar su puntería, aunque exponiéndose a los cañones automáticos ligeros alemanes. Los bombarderos cayeron uno tras otro, pero los valerosos pilotos consiguieron dañar una pasarela y dos de los puentes que los alemanes habían tendido.

Simultáneamente la artillería pesada británica bombardeaba la cabeza de puente. Aunque careciendo de puestos de observación la precisión de sus disparos era pequeña, el acúmulo de soldados y material era tal que los grandes proyectiles acababan causando bajas e incendiando vehículos.

Por la noche el paso de las unidades restantes de la 15ª Panzer se había retrasado, en parte por la oscuridad y en parte por el efecto de la artillería. Pero el bombardeo había empeorado por la mañana, y finalmente la destrucción de la mitad de los puentes hizo imposible el paso de la 7ª Panzer.

Simultáneamente los aviones alemanes atacaban la zona Norte del Canal. Tras hundir los trasbordadores de Port Said y Port Fuad el tráfico había cesado en la zona. La mayor parte de los australianos habían conseguido pasar el Canal en botes ligeros, pero estaban desperdigados en la margen oriental, y los repetidos ataques a los que les sometía la aviación italiana les había impedido reagruparse. Los Stuka y los Bf 110 también bombardeaban las columnas británicas que se movían por la llanura costera. Igual que los bombarderos sudafricanos habían conseguido retrasar el desplazamiento de tropas del Pacto a la orilla Este, la aviación germanoitaliana había paralizado los movimientos ingleses, impidiendo el cierre de la brecha abierta entre la 5ª División India y la 6ª Británica.

El general Rommel había observado el desesperado ataque de los Maryland desde la margen occidental del Canal, a la que se había acercado para inspeccionar el paso de este por las formaciones acorazadas. Tras visitar a los ingenieros que intentaban reconstruir los puentes entre ataque y ataque, se reunió con los generales Von Funk, al mando de la 7ª Panzer, y Von Ravenstein, de la 5ª Ligera, para estudiar la situación. Finalmente decidió que la batalla estaba pasando una fase crítica y requería tomar medidas enérgicas. Se dirigió a la cercana Ismailia, donde se reunió con el Mariscal Von Manstein.

—Erich ¿Me autorizas para correr riesgos? Se trata de un riesgo muy grande.

—Explícate, Erwin —le contestó Von Manstein.

Rommel se acercó a la mesa de mapas y señaló—: Según nuestros aviones de observación los ataques italianos han conseguido distraer a la división india. Los hindúes se están cebando con nuestros aliados, pero eso les impedirá enviar tropas para cerrar la brecha a su espalda. Nuestra aviación parece que ha conseguido bloquear los movimientos de tropas ingleses en el sector Norte. En resumen, que la brecha que tienen en su frente sigue abierta. Pero nosotros estamos por el estilo. Solo tengo en la cabeza de puente a parte de la 15ª Panzer y a dos divisiones de infantería. Es demasiado poco. Si ataco ahora es probable que consigan detenernos sin lograr nuestros objetivos.

—¿Necesitas más tiempo? —preguntó el Mariscal.

—Si quiero lanzar la ofensiva que habías planeado, sí. Pero me temo que si espero esta noche los ingleses desplazarán sus reservas y cerrarán el hueco que tienen en sus líneas. Quiero atacar a mediodía.

—Pero te faltará fuerza suficiente.

—Lo sé. Por eso había pensado suspender el traslado de la 7ª Panzer y usar la 15ª con la misión original que tenía la 7ª, es decir, el avance hacia el Norte. La misión que debía cumplir originalmente la 15ª, el avance hacia el paso de Giddi y posteriormente hacia el golfo de Aqaba, pensaba encomendárselos a los Kampfgruppen de la 5ª Ligera. Si me autorizas daré orden a la 15ª para que ataque inmediatamente, daré prioridad a lso Kampfgruppen de la 5ª ligera para que crucen el Canal, y retendré a la 7ª en esta orilla por ahora. Sé que los Kampfgruppen estarán en gran inferioridad numérica, pero espero que la compensen con su movilidad.



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La lista

Dora + 2, 10:30


Un automóvil se detuvo en el centro de Ma’abarot. Dos oficiales británicos y un civil descendieron y se dirigieron hacia la sala de reuniones de la comunidad. Desde las puertas de sus casitas les miraban personas de facciones eslavas cuyas caras denotaban preocupación. El kibutz de Ma’abarot era uno de los más antiguos de Palestina. Fundado por judíos rumanos en los años veinte, en los años treinta había acogido inmigrantes de origen balcánico que escapaban de la tormenta que se cernía sobre Centroeuropa. Ahora la tempestad había llegado a su tierra prometida.

Una alarmada multitud se aglomeró ante la sala. Uno de los oficiales empezó a hablar. El civil tomó una bocina y tradujo sus palabras al hebreo, ya que la mayor parte de los aldeanos apenas conocían unas palabras de inglés.

—Señoras y señores, acudimos enviados por el comité Exodus —al oír la sagrada palabra los presentes se temieron lo peor—. Los alemanes han lanzado una gran ofensiva en el Sinaí. Aunque han sido detenidos tenemos que prepararnos para cualquier eventualidad.

—¿Otra vez os han derrotado? ¿Vais a salir corriendo como en Francia, Egipto y Grecia? —preguntó una mujer en inglés con extraño acento.

El inglés hizo caso omiso del improperio y volvió a hablar. El civil tradujo—. Hermanos, el peligro es real. Muchos hebreos están luchando hombro con hombro con los ingleses, y lo harán hasta el fin, pero los alemanes son demasiado fuertes. Tenemos que prepararnos para lo peor. El Gobernador Wavell está preparando un plan de evacuación. Todos los que lo deseéis seréis traslados al puerto de Eilat —el civil evitó nombrar Aqaba—, donde podréis subir en los barcos que están trayendo fuerzas de todo el Imperio. Esos barcos os llevarán hasta Kenya y luego a Uganda, donde podréis o esperar a la victoria británica, o estableceros.

La misma mujer gritó— ¡Queréis que dejemos la Tierra Prometida! ¿Vamos a abandonar nuestras casas? —los asistentes empezaron a murmurar—¿Vamos a abandonar a nuestros muertos? —se oyeron algunos noes—. Los gentiles quieren sacarnos de aquí y llevarnos a África. Decidme ¿dónde se nombra a Uganda en la Biblia? —el tono de los murmullos fue en crescendo.

El traductor, que era delegado del Congreso Judío, contestó—: Mujer, si los ingleses se van vendrán los árabes, te violarán y te matarán ¿Cómo te defenderás cuando vengan? Porque esta vez no traerán solo pistolas, sino cañones alemanes. Si quieres vivir apúntate en la lista.

La mujer le arrancó la bocina de las manos y gritó con ella—: ¡Mientes! Los alemanes ya no persiguen a los judíos. El Statthalter nos ha prometido que respetará nuestras vidas y nos defenderá. Yo me quedaré aquí ¿Y vosotros? —algunos empezaron a gritar “yo me quedo también”.

Uno de los ingleses le dijo al otro—: Esa mujer pertenece al Grupo Stern. Voy a detenerla.

El otro le contestó—: Si le tocas un pelo no saldremos vivos de aquí —el oficial se adelantó y gritó en inglés—: ¡Haced lo que queráis! ¿Vais a creer la promesa de Goering? ¿Tan tontos sois? Mañana pasarán los camiones y recogerán a los que quieran venir. El resto, que descubra lo que vale la palabra alemana.



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Prisas

Dora + 2, 12:30


—¡Adelante, adelante! ¡No te detengas! —El Feldwebel Boehm ordenaba a los vehículos que acelerasen. Casi parachoques con parachoques los camiones, los semiorugas y los coches de reconocimiento se adentraban en el puente. Los reglamentos establecían una distancia mínima entre vehículos, pero el coronel había dado órdenes terminantes: tenían que pasar a toda prisa y si alguno se averiaba, sería apartado de la pista. Si la avería se producía en el puente, se lanzaría a las aguas del Canal. A lo largo de las rutas que llevaban al Canal los policías militares solo daban paso a las unidades de la 5ª División Ligera.

En las cercanías las excavadoras habían creado rampas por las que los tanques podían embarcar y desembarcar en los transbordadores con facilidad. La escasa anchura del Canal permitía que cruzase un tanque cada cinco minutos si se olvidaban las precauciones. Las dotaciones permanecían subidas al casco y la torre, pero el conductor tenía que permanecer en su puesto, rezando para que su pesado vehículo no cayese al agua, donde se hundiría como una piedra.

Intermitentemente los proyectiles pesados británicos caían en las cercanías, pero se enterraban profundamente antes de estallar, lo que disminuía su eficacia. Aun con todo algún camión era alcanzado y se incendiaba. Entonces una topadora apartaba al vehículo dañado, hubiese podido saltar su conductor, o no.

Boehm vio que entre la fila de coches que esperaban había uno de mando. Al acercarse reconoció la delgada figura del general Rommel, y se apresuró a abrirle paso. La comitiva del general pasó por el puente sin detenerse, aunque un proyectil que cayó cerca les dio un baño no deseado. Luego se dirigió hacia el Norte, hasta encontrar el puesto del mando del general von Prittwitz.

—General ¿Están dispuestas ya sus tropas? —preguntó Rommel.

Von Prittwitz había pasado parte de la noche y toda la mañana intentando organizar su división, que había perdido dos docenas de tanques y muchos soldados en los encarnizados combates del día anterior. Su división tardaría días en estar a pleno rendimiento, pero Prittwitz conocía a su jefe.

—General Rommel, mi división está muy disminuida, pero si me da tres horas más podré iniciar el ataque.

—¿Podrían ser dos horas?

Von Prittwitz dudó y finalmente asintió.

—Pues dentro de dos horas atacará —ordenó Rommel.

Posteriormente el general Rommel se desplazó hacia el Sur, hasta encontrar al general Friedrich-Wilhelm von Loeper, al mando de la 10ª Motorizada. Tras cruzar el Canal el primer día, la división había atacado hacia el Sur, amenazando con cercar a los últimos australianos que defendían la parte Sur del Canal, que habían tenido que retirarse apresuradamente.

Rommel quería estudiar la posibilidad de socorrer a los paracaidistas. El día anterior el ataque de la 15ª Panzer había sido rechazado. Luego había sido la 10ª la que había atacado, y había conseguido avanzar lo suficiente como para permitir a su artillería apoyar a los paracaidistas, pero no había podido enlazar con los asediados. Pero a última hora de la tarde anterior había recibido un bienvenido refuerzo: los 24 StuG-III B del Sturmgeschütz-Abteilung 600.

Los Sturmgeschütz III, abreviadamente StuG-III, eran fruto de la fértil imaginación del entonces coronel Von Manstein, que consideraba que si la infantería quería superar los sistemas defensivos que tan eficaces se habían mostrado en la anterior guerra necesitaría mayor potencia de fuego, que las armas de apoyo de infantería —cañones cortos de 75 y de 150 milímetros— no podrían proporcionar. Guderian pensó que lo que la infantería necesitaba era un vehículo de apoyo armado con un cañón potente. Otras potencias habían dedicado tanques a esa misión, pero la Panzerwaffe, la fuerza acorazada alemana, absorbía toda la producción de carros de combate. Por ello pidió que se diseñase un arma de apoyo, que resultó ser el StuG III: un vehículo basado en el chasis del Panzer III, que llevaba un potente cañón de 75 milímetros montado en una casamata. Los StuG III habían sido usados en Grecia con bastante éxito, pero el Heer quería probarlos en un escenario más apto para los tanques. Por ello se había constituido apresuradamente el Sturmgeschütz-Abteilung 600, un batallón armado con cañones de asalto, y había sido enviado a Egipto, llegando justo a tiempo para la ofensiva de Suez. El general Von Loeper quería usar ese batallón para que apoyase a la 10ª División en el avance hacia el Paso de Mitla.

La división se enfrentaba a una difícil tarea. La Península del Sinaí tenía un relieve escalonado. El tercio meridional, la punta triangular que quedaba entre los golfos de Suez y de Aqaba, estaba dominada por un abrupto macizo montañoso, en el que destacaban el monte Catalina o Gebel Katherine, de 2.642 metros de altura, y el Monte Sinaí o Gebel Musa, donde según la Biblia Moisés recibió las Tablas de la Ley.

El tercio más norteño del Sinaí estaba formado por una llanura baja y arenosa de casi cien kilómetros de anchura. Pero entre la llanura norte y el macizo montañoso del Sur se alzaba la meseta del Sinaí, una llanura tallada por profundos wadis —barrancos secos— de unos seiscientos metros de altura. Esa meseta caía suavemente hacia el Norte, y hacia el Este se continuaba con el desierto del Negev, ya en Palestina. Pero hacia el Oeste la meseta estaba cortada por un acantilado de casi trescientos metros de altura, al pie del cual otra llanura que descendía poco a poco hasta el Canal de Suez. El acantilado dominaba la mitad Sur del Canal, por donde los alemanes habían atacado.

El acantilado no era continuo, y especialmente al Norte estaba cortado por amplios wadis, testimonios de una época más húmeda. Al Norte estaba el paso de Jatma, un amplio espacio entre colinas que permitía acceso directo hacia Gaza evitando las marismas costeras. Algo más al Sur estaba en Paso de Giddi, un estrecho entre cerros de casi cuatro kilómetros de longitud. Más al Sur una cadena de colinas erosionadas, en las que se estaba fortificando la 6ª División Británica, acababa en el imponente paso de Mitla, donde un wadi formaba un paso de veinticinco kilómetros de longitud y dos de anchura. Pero el fondo del wadi no era llano, sino que estaba cortado por una sucesión de cerros pelados entre los que serpenteaba la carretera. Mientras que la ladera norte del paso era relativamente suave, al Sur un acantilado en dirección Este Oeste se unía con el acantilado occidental de la Meseta del Sinaí, formando una proa, es decir, una esquina triangular, parecida a la esquina de una mesa. Allí se habían atrincherado los paracaidistas. Estaban cercados al Este por los sudafricanos que bloqueaban la salida oriental del Paso de Mitla, y al Norte y al Oeste por la brigada neozelandesa, que apostada en unas colinas inmediatamente al Sur de la carretera cerraba la entrada occidental del Paso.

Desde el observatorio Von Loeper podía apreciar la magnitud de la tarea que tenía encomendada. Al Norte veía la apertura del Paso de Mitla, por donde la primera noche Barkmann había enlazado con los paracaidistas de Bräuer. Pero la columna había podido aprovechar la sorpresa. Los dos siguientes ataques se habían encontrado con los neozelandeses sólidamente atrincherados en los barrancos entre las colinas y habían fracasado.

Al Sur del paso la planicie costera se elevaba poco a poco hasta llegar a los acantilados, infranqueables incluso para los ágiles StuG III. Pero una mirada más atenta permitía ver estrechos wadis que cortaban el imponente cantil. El general no podía apreciar si esos barrancos eran practicables, si había senderos de pastores, o si eran callejones sin salida. El mapa tampoco lo mostraba. Von Loeper decidió que necesitaba verlo de cerca, y pidió permiso al general Rommel para inspeccionar el talud desde una avioneta. Rommel, aceptó, aun a sabiendas del riesgo que correría su subordinado.

Justo entonces el cañoneo recrudeció al Norte. La 15ª Panzer pasaba al ataque.
Última edición por Domper el 08 Nov 2014, 10:56, editado 2 veces en total.



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Mensaje por Gaspacher »

Creo recordar que los Sturmgeschütz III fueron precisamente obra de von Manstein y no de Guderian... :?: :?: más centrado en los panzer que en las armas de apoyo a divisiones de infantería

saludos


A todo hombre tarde o temprano le llega la muerte ¿Y cómo puede morir mejor un hombre que afrontando temibles opciones, defendiendo las cenizas de sus padres y los templos de sus dioses?" T. M.
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Mensaje por Domper »

Fue algo mixto. El StuG (por entonces aun no llevaba el III) fue una demanda de Von Manstein, que consideraba que se necesitaba un arma móvil de apoyo, pero Guderian impidió que esa labor fuese efectuada por carros de combate, que hubiese sido en principio lo lógico, al exigir para la Panzerwaffe todo lo que salía de fábrica con origas y torre. Como subproducto se habilitó una línea aparte para un "engendro" que acabó siendo el exceletne StuG. De todas formas, he modificado el texto. Gracias por el aviso.

Saludos



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Mensaje por Domper »

Ruptura

Dora + 2, 14:30


Cuando al soldado Gustav Freech lo destinaron a una batería de artillería pesada su padre, también artillero y veterano de la Gran Guerra, lo felicitó. La artillería pesada era una tarea fatigosa, porque cargar los pesados proyectiles era algo propio de mulos de carga y no de personas, y desplazar los pesados cañones era aun peor. Pero a cambio los cañones pesados se emplazaban en retaguardia, para que pudiesen batir amplios sectores del frente, y los artilleros podían vivir lejos del barro y del peligro de las trincheras.

Freech ahora le hubiese dicho un par de cosas a su padre. Fatiga, desde luego que se sufría, porque los obuses de quince centímetros pesaban casi cincuenta kilos cada uno y, aunque tenía cunas —una especie de camillas— para cargarlos, había que atacarlos, es decir, meterlos en la recámara, a mano. La batalla que rugía desde dos días antes le había agotado y solo podía mover sus doloridos brazos a base de Aspirinas.

Mover los pesados cañones, de cinco toneladas y pico, tampoco era una bicoca. Tenían tractores de artillería para los desplazamientos largos, pero había que meter los cañones en posición a mano, empujando y con palancas. Por suerte nadie esperaba que los cañones de quince centímetros cambiasen de posición muy a menudo.

Nadie, menos el maldito Rommel, que quería tener sus cañones lo más cerca posible del frente para que pudiesen apoyar su dichosa guerra de movimientos. La batería de Freech se había desplazado hasta la orilla del Canal, junto a Ismailía, lo que permitía que sus cañones pudiesen machacar gran parte del frente enemigo, pero exponiéndoles a su vez a la artillería inglesa. Desde la mañana la batería había sufrido varios bombardeos, y Freech había tenido que saltar a esas trincheras que, según su padre, nunca iba a tener que usar.

Ahora la batería de Freech disparaba al mayor ritmo que permitían los cansados brazos de sus sirvientes, bombardeando las posiciones de la 5ª División India que, de repente, se vio amenazada por su retaguardia.

Más al Este la 15ª Panzer había lanzado su ofensiva. Su batallón de reconocimiento, equipado con autoametralladoras y semiorugas, avanzó hacia el Norte, buscando al enemigo. En la parte más occidental de la brecha descubrieron las posiciones recientemente cavadas por la 29ª Brigada India, que formaba la reserva de la 5ª División y que había sido enviada por Wavell para intentar tapar el espacio vacío. Pero al Este las unidades de reconocimiento hallaron un espacio abierto de casi diez kilómetros de ancho. A través de ese hueco avanzó hacia el Norte la maza de la división, el 8º Regimiento Panzer. Entonces se cometió el error que puso en peligro toda la operación.

Los planes originales encomendaban a la 7ª División Panzer el avance hacia el Norte, mientras que la 15ª, debilitada por dos días de combates, hubiese tenido que explotar el éxito ampliando la ruptura hacia el Este a través de los pasos de Jatma y de Giddi, y luego hacia el Sur. Pero la 7ª Panzer no había podido cruzar el Canal y había sido necesario cambiar apresuradamente los planes. Ahora tenía que ser la 15ª la que rompiese hacia el Norte, y los Kampfgruppen de la 5ª los encargados de la explotación. Pero el general von Prittwitz había tenido que confeccionar apresuradamente las órdenes y el coronel Cramer, al mando del regimiento acorazado, no las había comprendido por completo. El regimiento avanzó treinta kilómetros en tres horas sin encontrar oposición, pero Cramer veía como quedaban a su izquierda masas de infantería británica. Considerando que su flanco derecho quedaría cubierto por la 5ª Ligera, lanzó su regimiento contra los hindúes. Pero la 5ª Ligera no iba a operar como tal, sino en pequeños grupos de campaña que todavía seguían en la cabeza de puente, y que estaban empezando a internarse en territorio enemigo por la misma brecha usada por los tanques de Cramer.

La 5ª División India estaba resistiendo con facilidad los ataques italianos en el Canal, cuando vio aparecer los tanques alemanes en su retaguardia. Las unidades empezaron a retirarse apresuradamente, y en pocos minutos el pánico se extendió. Los soldados hindúes corrían hacia el Norte o levantaban sus manos y se rendían. Casi al atardecer los tanques de Cramer enlazaban con los italianos de la división Cirene, atrapando a las brigadas indias 10ª y 29ª Brigada India, que no tuvieron otra opción que rendirse. Solo parte de la 9ª Brigada pudo escapar tras abandonar todo su equipo.

Mientras Cramer se felicitaba por el éxito conseguido, el general von Prittwitz quedaba aterrado al descubrir el error de su subordinado: había alejado los tanques de la división hacia el Noroeste, dejando un espacio abierto de decenas de kilómetros. Solo unos pocos Kampfgruppen se interponían entre el enemigo y la cabeza de puente. Si los británicos conseguían explotar ese espacio vacío toda la ofensiva correría peligro.



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Éxodo

Dora + 2, 22:30


Las largas tardes del final de la Primavera estaban dando algún respiro a los londinenses, que tenían más tiempo para acabar sus quehaceres y llegar a sus refugios antes que la Luftwaffe volviese sobre Londres. Porque llevaban cuatro noches consecutivas de terror, en los que los bombarderos alemanes habían atacado repetidamente la ciudad. Tres días antes había sido la City la atacada, pero la mayor parte del centro histórico de Londres ya había sido arrasado en el bombardeo del 29 de Diciembre, y las bombas incendiarias simplemente no encontraron nada que pudiese arder. Dos noches antes había sido el turno de Oxford Street, gran parte de cuyos almacenes ardieron, y la noche anterior los bombarderos habían vuelto sobre el distrito de Westminster, destrozando lo poco que quedaba de la Cámara de los Comunes.

Los tres días de bombardeos repetidos, junto con la tensión que causaban las noticias que llegaban de Palestina y, sobre todo, los caprichosos horarios del Primer Ministro, estaban pasando factura. Su personal llevaba cuatro días sin apenas dormir, afectando a su juicio y a su capacidad de tomar decisiones acertadas. Por desgracia el general Alan Brooke, jefe del Estado Mayor Imperial, era uno de los más fatigados. Estaba deseando retirarse para descansar unas horas en el refugio del War Office, cuando recibió una llamada urgente de Churchill.

—¿Qué habría podido pasar? —se preguntó el general. Había estado despachando toda la tarde, y el Primer Ministro parecía que había aceptado que Wavell retrasase su contraataque otras veinticuatro horas. Alan Brooke pasó al despacho, para encontrarse al Churchill más enfadado que recordaba.

—¡General, mire esto a ver qué le parece! —Churchill le lanzó un papel a la cara.
—Le indiqué expresamente que no quería más escapadas y ¡mire con que me vienen ahora! —dijo el Premier—. El Consejo Mundial Judío ha enviado una nota a la prensa protestando por la evacuación de Palestina. Por suerte un censor con más sentido común que su Wavell la ha retenido.

Alan Brooke intentó recordar de qué se trataba, y balbuceó—. Excelencia, el general Wavell ha hecho planes para evacuar a los judíos de Palestina si se hace necesario, pero yo no le he autorizado a ninguna retirada.

—Entonces ¿Cómo narices ha podido llegar esta nota al Congreso Judío? Alan, estoy harto de Wavell, de sus pretextos y de sus escapadas. Sustitúyalo en seguida.

—Primer Ministro, Wavell está a punto de contraatacar. No sería conveniente que…

—A ver si me entiende.—bramó Churchill—. Le ordeno que releve a Wavell INMEDIATAMENTE? ¿Me entiende? ¿Entiende usted el inglés?

Alan Brooke, agotado tras noches sin dormir, no tuvo fuerzas para seguir oponiéndose. Acató la orden, proponiendo a Auchinleck, jefe del ejército de la India, como sustituto. En el ínterin encomendaría a Beresford-Peirse, jefe del XXX cuerpo, la dirección de las operaciones.



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Mensaje por KL Albrecht Achilles »

Domper escribió:...Acató la orden, proponiendo a Auchinleck, jefe del ejército de la India, como sustituto...


Ahora si se hundieron los perfidos. :pena:

Saludos :cool2:


It matters not how strait the gate. How charged with punishments the scroll.
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Capítulo 23. Cuarto día

Viento

20 de Mayo de 1941, Dora + 3


El aire caliente y el frío no se mezclan, sino que se separan como el agua y el aceite. La capa que les separa es la termoclina. Diez días antes, en el Atlántico central, un pequeño pliegue en la termoclina fue aumentado por el efecto Coriolis hasta formar un remolino gigantesco en cuyo centro disminuyó la presión atmosférica. Los vientos empezaron a soplar hacia el vórtice, y la recién nacida borrasca se desplazó hacia el Este. La perturbación atravesó las Penínsulas Ibérica e Italiana, dejando lluvias a su paso. Cuando llegó al Mediterráneo Oriental las aguas calentadas por el sol aceleraron la rotación del aire e hicieron disminuir aun más la presión atmosférica, aspirando grandes masas de aire desde el desierto arábigo. El aire se calentó sobre el tórrido suelo y el viento aumentó su fuerza, arrastrando megatoneladas de polvo hacia el Mediterráneo. En su camino estaba el Sinaí.

Sobre el Delta del Nilo empezó a soplas el viento caliente, seco y cargado de arena, y los habitantes de la región empezaron a decir “chamsín, chamsí, es decir, “cincuenta, cincuenta”. Porque la traducción de cincuenta al árabe es chamsín. Todos los egipcios saben contar hasta chamsín, ya que son los días de la primavera en los que las tormentas de polvo, de horas o días de duración, recorren el Oriente Medio.

El vendaval se levantó al anochecer, y los habitantes de la región se refugiaron en sus domicilios esperando a que pasase la tormenta. Pero para las decenas de miles de soldados que luchaban en el Sinaí el viento añadió el calor y el polvo a las penalidades de la guerra.



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Contrataque

Dora + 3, 4:40


La noticia de su nombramiento provisional como general en jefe de los ejércitos británicos en Oriente Medio llegó al general Beresford-Peirse durante la madrugada.

El general había pasado los dos días anteriores intentando rescatar a los australianos del Delta. Felizmente no solo había conseguido evacuar a la mayor parte de la infantería, sino también buena parte de sus amados cañones. No en vano Beresford-Peirse había hecho carrera en la Artillería Real antes de pasar a mandar un cuerpo de Ejército. Como buen artillero, el general era amante de operaciones bien medidas y calculadas al milímetro, y pensaba que la mejor forma de dirigir un ejército era con un control estricto desde el puesto de mando. También pensaba que la iniciativa individual llevaba a movimientos intempestivos, como el fallido contraataque sudafricano del primer día de la batalla.

Sin embargo en la carrera del general no solo era relevante su trayectoria en la Artillería Real. Beresford-Peirse había servido mano a mano con los hindúes en Mesopotamia durante la Primera Guerra Mundial, y a principios de la guerra actual había llegado a mandar el Ejército Indio. Por eso le había llegado al alma la destrucción de la 5ª División India cuando fue atacada por su retaguardia por los Panzer alemanes. Pero ahora tenía la oportunidad de vengarla: un vuelo de reconocimiento efectuado durante la tarde le había informado que el ataque alemán contra los indios había dejado un amplio espacio abierto, invitando a un contraataque que, como mínimo, permitiría destruir a la condenada formación de tanques que tanto había castigado a los hindúes. Si la contraofensiva iba bien incluso podría derrotar a los alemanes que habían cruzado el Canal.

Beresford-Peirse estaba intentando ponerse en contacto con Wavell para solicitar su autorización para atacar sin esperar a los australianos, que todavía se estaban reorganizando, cuando supo que lo iba a sustituir temporalmente. Inmediatamente ordenó a la 22ª Brigada de Guardias y a la 1ª Brigada de Tanques que iniciasen su ataque con las primeras luces.



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wilhelm
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Y la RAF ¿Qué está haciendo para defender Londres?


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A mí no me preguntes, que estoy en el Canal de Suez...

En serio: en la primavera de 1941 la Luftwaffe hubiese tenido muchos problemas para bombardear Londres... a plena luz del día, aunque siempre se hubiesen podido usar aviones rápidos para hacer incursiones (como los Bf 110). Pero de noche era otra cosa. Aunque ya estaban en servicio algunos Beaufighter con radar AI Mk IV (el primer radar aerotransportado de intercepción del mundo) su utilidad era limitada: en mayo la Luftwaffe perdió solo el 2,4% de los aviones que participaron en ataques nocturnos sobre Inglaterra, y eso a pesar de las pobres técnicas empleadas por la Luftwaffe: los aviones volaban de uno en uno, durante horas, facilitando la intercepción: hay que recordar que los sistemas de la época solo podían atacar un avión cada pocos minutos y eran muy vulnerables a la saturación.

Saludos



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Domper
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Arena

Dora + 3, 7:50


Nubes de polvo y arena recorrían el frente pero, con viento o sin viento, la masa de carros ingleses se puso en marcha tal como se había planeado: 74 carros de combate, la mayoría tanques de infantería Matilda, pero también unos pocos de nuevos modelos: Valentine y Crusader ingleses, y Stuart norteamericanos. Los tanques eran seguidos por los camiones que transportaban a la infantería, y precedidos por tanques ligeros y autoametralladoras que buscaban al enemigo.

Los tanques habían salido desde la terminal ferroviaria situada al Norte, y durante la primera hora no encontraron signos de actividad enemiga, salvo los restos de vehículos ingleses destruidos por la Luftwaffe durante los días anteriores. Pero este día el chamsín retenía a la aviación de ambos bandos en tierra. Solo ocasionalmente se encontraban con destacamentos de soldados australianos e hindúes que saludaban a los tanques cuando pasaban.

A las dos horas los blindados de exploración dejaron de ver soldados propios. Aunque todavía estaban lejos de la cabeza de puente enemiga, corrían el riesgo de encontrarse con unidades de reconocimiento enemigas, por lo que extremaron las precauciones. El viento se mantenía y la visibilidad seguía siendo escasa, pero seguían sin encontrar rastro de movimientos enemigos. Los blindados siguieron avanzando hacia el Sur, y pronto encontraron los primeros signos de la batalla librada el día anterior: camiones destruidos, equipo abandonado, algunos cadáveres. Pero seguían sin encontrar al enemigo. No porque no estuviese allí, sino porque los exploradores británicos eran bisoños, ya que los veteranos del 11º de Húsares habían sido capturados en Mersa Matruh con O’Connor. Por eso los alemanes se adelantaron.

La familia del mayor Wilhelm Ritter und Edler von Peter había servido al Estado durante generaciones, tanto a la monarquía como a la República o al recién nacido Reich, y Wilhelm había escogido la carrera de las armas siguiendo la tradición familiar. Tras destacar en la Academia había sido seleccionado para la crema del ejército, las unidades acorazadas. Al frente de una compañía de tanques se había distinguido en Bélgica capturando un puente clave sobre el río Semoy. Siendo considerado un oficial prometedor, fue ascendido a Mayor y enviado a Libia, al 5º Regimiento Panzer, que formaba el núcleo de la 5ª Leichtedivisionen. En la Batalla de las Pirámides el batallón al que pertenecía había sido el primero en socorrer a los paracaidistas asediados en Fayum. Eso lo convirtió en candidato para liderar uno de los nuevos Kampfgruppen.

El Kampfgruppe Peter estaba formado por una compañía con nueve tanques pesados Panzer IV, otra de tanques ligeros Panzer II, dos compañías de infantería en semiorugas, una sección de coches de exploración y otra de cazacarros Panzerjager I. El mayor había protestado por la inclusión de los cazacarros, porque dudaba de su fiabilidad mecánica y creía que les retrasarían. Pero se alegró de haberlos llevado cuando uno de sus coches de reconocimiento avistó a los ingleses.

El mayor no creyó los primeros informes que recibió: la 15ª Panzer había derrotado el día anterior a los ingleses, y no les podían quedar muchos tanques. Con todo la experiencia le aconsejó no intentar un ataque frontal, y ordenó a su grupo que retrocediese y se desplazase hacia su derecha, al Este, para intentar sorprender a los enemigos por el flanco. Desplegó a su infantería y a sus cazacarros en la retaguardia, y se lanzó con sus nueve Panzer IV contra el enemigo.

El viento arreciaba y las nubes de polvo limitaban la visión a unas decenas de metros. Los nueve tanques avanzaron con precaución, en una formación escalonada que les permitía disparar instantáneamente contra cualquier enemigo avistado. El conde vio como el tanque a su izquierda paraba, giraba su torre y disparaba dos veces seguidas: había visto algo. Ordenó a la compañía que basculase a la derecha, con cuatro tanques protegiendo el flanco y el resto avanzando en línea. Llegó a una pequeña duna, que rodeó, y al traspasarlo descubrió decenas de tanques enemigos frente a él, marchando imperturbablemente hacia el Sur.

Los cinco tanques dispararon casi simultáneamente, y a tan corta distancia incluso los proyectiles de baja velocidad de los cañones de 75 mm eran letales. Varias llamaradas mostraron que los disparos habían dado en el blanco. Los tanques dispararon dos veces más y el capitán ordenó retirarse: aunque varios tanques enemigos ardían, otros habían cambiado su curso y se dirigían hacia él.

La compañía se retiró hasta la siguiente ondulación del terreno, tras la que se apostó. El mayor se acercó a la cresta con su vehículo, esperando ver a los ingleses. No fue defraudado, porque en seguida vio un grupo de tanques crucero acercándose a gran velocidad. El tanque del mayor reculó hasta reunirse con los otros panzer. Justo entonces los tanques de crucero ingleses empezaron a superar la cresta. Fue mientras los carros de combate ingleses exponían sus panzas sin blindar cuando los alemanes volvieron a disparar. Cuatro carros británicos estallaron, pero entonces el capitán vio como la tripulación del tanque a su derecha saltaba, e inmediatamente un enorme chorro de llamas, cual aliento de dragón, salió por las escotillas. A su izquierda otro de los Pz IV empezó a echar humo.

Von Peter ordenó a uno de los tanques que recogiese a las dotaciones de los tanques destruidos y que se retirase, mientras el resto de los Panzer seguía disparando. Sin embargo la baja visibilidad le exponía a ser flanqueado, por lo que destacó un carro a cada lado, lo que le dejaba con solo cinco tanques para defender la posición.

Al frente ya solo se veían restos ardientes de los tanques ingleses, cuando Von Peter oyó cañonazos a su izquierda y le pareció ver un resplandor. Aunque no había recibido ningún mensaje, se temió lo peor, y ordenó a todos sus tanques retirarse a la siguiente loma, para incorporarse a la infantería y los cazacarros. Al llegar se encontró con que varios tanques de un tipo que no había visto nunca estaban atacando a su infantería. Los nuevos tanques eran pequeños, altos y desgarbados, pero muy rápidos. Pero los tripulantes debían ser novatos, porque no estaban vigilando su retaguardia. Los Pz IV atacaron por detrás a los tanques enemigos, que ardieron uno tras otro. Solo después pudo reunirse con los infantes, que habían perdido dos de sus cuatro Panzerjager I, y dos tanques ligeros Pz II.

El ataque inglés había fallado, pero el mayor comprendía que le habían localizado, y el ataque se repetiría con fuerzas aun mayores. Intentar defender una duna perdida en el desierto era contrario al espíritu de los Kampfgruppen, por lo que el mayor ordenó a sus hombres que montasen en los transportes y le siguiesen. El grupo de Von Peter se dirigió hacia el Norte y luego hacia el Oeste, intentando interceptar la cola de la fuerza inglesa. Mientras tanto intentaba avisar por radio, pero la electricidad estática causada por trillones de partículas de arena chocando entre sí causaba tanto ruido electrónico que la tenue voz de sus equipos radiofónicos no podía oírse.
Última edición por Domper el 15 Nov 2014, 18:02, editado 2 veces en total.



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A toda costa

Dora + 3, 10:20


El calor era sofocante y los soldados se protegían de la arena que arrastraba el viento como podían. Con la arena también habían llegado nubes de pequeñas moscas que se metían en los ojos, la nariz y la boca. Los soldados podían resguardarse de las moscas y de la arena cubriéndose con gafas y pañuelos, pero no había forma de escapar del calor. Los alemanes ya habían experimentado otras tormentas de arena como esta en Egipto. Pero cuando soplaba este viento los lugareños se metían en sus viviendas a esperar a que terminase. Eso era precisamente lo que no podían hacer los soldados alemanes en el Canal de Suez.

Al descubrir el general Von Prittwitz la brecha que el error de Cramer había creado en su dispositivo había avisado urgentemente al general Rommel, temiendo un contraataque inglés que desbaratase la operación. Pensaba que la noche le iba a permitir preparar la defensa, pero la tormenta de arena había hecho la noche aun más oscura, tanto que ni se veían las balizas con las que se intentaban marcar los caminos. La arena corría sobre las pistas, confundiendo a los conductores, que intentaban divisar algo a través de parabrisas cubiertos de polvo. Como resultado el tráfico se había vuelto a bloquear, y la 7ª División Panzer seguía en la orilla occidental del Canal, temiendo ser pasiva espectadora del drama.

Aunque el ruido de la tormenta que ensordecía las radios había impedido que Von Prittwitz recibiese la alerta de Von Peter, había decidido prepararse para lo peor. Si los ingleses venían con tanques poco tenía para detenerlos. El batallón antitanque de la 15ª División Panzer solo disponía de los viejos cañones de 37 mm Pak 36, tan ineficaces que habían sido llamados “el aldabón del ejército”, porque golpeaba las sólidas corazas enemigas sin abrirlas. La 20ª División del general Hans Zorn no tenía nada mejor, y además sus fuerzas se enfrentaban a los ingleses de la 6ª División Británica. Pero Von Prittwitz también tenía un as en la manga: una batería antiaérea de cañones Flak 36.

El Flak 36, el famoso ochenta y ocho, cuyo nombre pronto iban a temer los tanquistas ingleses, era un cañón antiaéreo desarrollado en el periodo de entreguerras y que había hecho sus primeros disparos en la Guerra Civil Española. Como la aviación republicana apenas había supuesto amenaza, los Flak 36 enviados a España habían sido usados también para el apoyo táctico, destacando por su gran precisión. En las batallas precedentes los Flak 36 habían sido usados ocasionalmente contra objetivos terrestres e incluso contra tanques, pero iba a ser ahora, en el Canal de Suez, donde iban a ser puestos a prueba.

Von Prittwitz ordenó al mayor Bach que desplegase sus cañones. Este escogió para ello el cruce entre la pista que subía al paso de Giddi y una pequeña carretera que circulaba a varios kilómetros del Canal. Emplazó sus cañones dejando doscientos metros entre cada uno, y ordenó que se amontonasen terraplenes de arena para protegerlos: en los combates de Egipto se había visto que los tanques ingleses no disponían de munición explosiva para sus cañones, y solo podían enfrentarse a los antitanques enemigos con ametralladoras. Bach confiaba que el escudo de los cañones y el terraplén de arena bastasen para proteger a sus hombres. En los flancos dispuso los cañones de 37 mm, que dispararían contra cualquier intento de rodearles, y la infantería se atrincheró entre los cañones. En la retaguardia la artillería de la 15ª Panzer y de la 10ª Motorizada también esperaba a los atacantes. Pero Bach sabía que su posición solo cubría tres de los casi quince kilómetros de anchura del espacio libre que habían dejado los tanques de Cramer. Si los ingleses rodeaban sus cañones apenas habría nada que los separase de los puentes del Canal.

Más al Norte el coronel Cramer, tras aguantar la peor bronca de su vida, intentaba alistar sus blindados. Los combates de la víspera y las averías provocadas por la nube de arena le habían dejado sin la mitad de su fuerza, ya bastante disminuida tras los combates del primer día. Finalmente partió hacia el Este con una veintena de Panzer ligeros y medios.



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Gazapos

Mensaje por KL Albrecht Achilles »

Domper escribió:La familia del mayor Wilhelm Ritter und Edler von Peter había servido al Estado durante generaciones, tanto a la monarquía como a la República o al recién nacido Reich, y Wilhelm había escogido la carrera de las armas siguiendo la tradición familiar. Tras destacar en la Academia había sido seleccionado para la crema del ejército, las unidades acorazadas. Al frente de una compañía de tanques se había distinguido capturando en Bélgica capturando un puente clave sobre el río Semoy.


Estimado Domper, permiteme llamar tu atencion en un par de detalles que podrian ser corregidos.

Saludos cordiales :cool2:


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