Los Panzer alemanes: detrás del mito

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
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1944: SEGUNDO FRENTE: ESPERANDO AL ENEMIGO

¿Opciones militares?


En 1944 ni los generales más optimistas podían ya confiar en la victoria alemana. Cualquier posibilidad de resolver la contienda por medios militares había desaparecido en los combates de 1943. Alemania había perdido la iniciativa en todos los frentes: el ruso, el italiano, el atlántico e incluso en el propio espacio aéreo sobre tierra alemana. La única opción para los alemanes, aparte de la rendición, era confiar en que la alianza enemiga se deshiciera y fuera posible entablar negociaciones separadas con los angloamericanos mientras se mantenía a raya a los soviéticos. Sin embargo eso sólo podría hacerse si los aliados occidentales sufrían una derrota lo bastante dura como para que se planteasen que continuar la guerra hasta el final iba a ser demasiado costoso.

En realidad este planteamiento era bastante ingenuo, ya que las posibilidades de una paz por separado eran inexistentes, más aún cuando la mayoría de los alemanes (incluido Hitler) estaban convencidos de que los aliados les permitirían mantener su régimen político y la mayor parte de sus conquistas e incluso se aliarían militarmente con Alemania para combatir a la URSS. Tanto los que detentaban el poder político en Alemania como los jefes militares habían perdido el contacto con la realidad. Incluso aquellos que se planteaban la dimisión e incluso la eliminación física de Hitler y el final del régimen nazi seguían pensando que Alemania podría mantenerse como la principal potencia continental, con toda Europa Central bajo su control.

Fuera cual fuera el caso, a ojos de los alemanes todo dependía de la defensa de Francia: si era posible rechazar la invasión (de cuya inminencia ya nadie podía dudar) se abrirían nuevas posibilidades. Si los aliados lograban establecerse con firmeza en el continente sería el final.

¿Cómo se veía la amenaza aliada desde el continente? En general de forma muy errónea: la labor de contrainteligencia de los aliados (operación Fortitude) había sido muy eficaz y la ausencia de cualquier fuente fiable de información sobre el terreno (los pocos informantes alemanes eran, como el mítico Garbo, agentes dobles al servicio de los aliados) unida a la incapacidad de la Luftwaffe para organizar un reconocimiento aéreo sobre el sur de Gran Bretaña hacía que la inteligencia germana dependiera de fuentes secundarias, medios de prensa y, sobre todo, rumorología. Además había una enorme desconfianza hacia el servicio de información de la wehrmacht, el ABWEHR del almirante Canaris, con lo que cualquier información conseguida por este servicio era desechada o, como mínimo, mirada con suspicacia (fue precisamente el ABWEHR el que informó de que la invasión sería anunciada a la resistencia con una canción dividida en dos partes, "Los violines de otoño")

Uno de los factores que más contribuían a dificultar para los alemanes la correcta apreciación de la situación era la ignorancia general acerca de las características de las operaciones anfibias. Aparte de los mínimos preparativos que se habían llevado parcialmente a cabo en el verano de 1940 de cara a la posible invasión de Inglaterra no había ninguna experiencia al respecto. No ya el Heer o la Luftwaffe, sino incluso la Kriegsmarine era incapaz de apreciar las enormes dificultades tácticas y logísticas que traía aparejada una operación semejante. Por lo que a los alemanes respecta, los aliados podían ser capaces de cualquier cosa, como desembarcar en Noruega a a vez que en Francia, o llevar a cabo varios desembarcos ficticios para luego desembarcar en un lugar inesperado. La facilidad con la que se había ejecutado el desembarco de Anzio-Nettuno hacía pensar a Hitler y el OKW que el potencial naval aliado era muy superior al real. En realidad los aliados sabían que se lo jugaban todo a una carta, porque la capacidad de transporte y avituallamiento limitaba la operación de forma drástica: sólo era posible transportar y abastecer para el asalto a unas cinco divisiones, más las fuerzas aerotransportadas (otras dos divisiones) y cualquier reducción de esa fuerza para operaciones de distracción podía comprometer el éxito del desembarco

También el potencial militar del enemigo era un misterio para los defensores: de acuerdo a sus estimaciones había unas 75 divisiones estacionadas en Gran Bretaña, de las que iban a participar en la campaña no menos de 60. En realidad la cifra real era de unas cincuenta y cinco, y sólo unas 40 estaban preparadas para tomar parte en la invasión. Esta disparidad de cifras facilitó mucho la tarea a la inteligencia aliada, ya que pudieron montar un ejército fantasma a las órdenes de Patton con esas divisiones sobrantes de cuya existencia los alemanes no dudaron ni por un momento. Precisamente la figura de Patton iba a jugar un papel decisivo en el engaño, ya que los alemanes le consideraban el mejor táctico del ejército aliado y no se les pasaba por la cabeza que se le estuviera usando como cebo.

Al menos los alemanes estaban seguros de que la invasión no era un bluff: tenían constancia de que las mejores divisiones aliadas en Italia habian sido reembarcadas y mandadas a Gran Bretaña, y la presión de los bombarderos sobre la propia Alemania iba relajándose durante los primeros meses del año a la vez que se incrementaban los ataques sobre Francia.

La estrategia defensiva llevada a cabo en los últimos dos años en la costa Atlántica había sido muy limitada, en gran parte por la errónea interpretación que habían hecho los alemanes del desembarco de Dieppe: convencidos de que el principal objetivo de una inasión sería la toma de uno o más puertos grandes para llevar a cabo el desembarco y el posterior abastecimiento, los principales puertos habían sido protegidos y se habían palnificado medidas de demolición que los dejarían inservibles durante meses si los aliados los amenazaban. Sin embargo los desembarcos en Sicilia e Italia habían mostrado con crudeza que los aliados no tratarían de tomar una ciudad en los desembarcos, sino que se lanzarían sobre las playas para establecer sus bases antes de lanzarse hacia los puertos o el interior. Eso obligaba a replantear todo el esquema defensivo, y tras dos años de casi total inactividad el tiempo se había vuelto un bien demasiado escaso: si el desembarco tenía lugar en 1944 los meses de mayo y junio serían los más favorables.

Los mandos sobre el terreno estaban, pues, ciegos respecto a las intenciones reales del enemigo e iba a tener que actuar guiados por su experiencia y su intuición con un tiempo de preparación absurdamente breve. En ese punto al menos los alemanes contaban con una buena baza, ya que al frente de las defensas occidentales estaba el mariscal Rommel, el mando alemán que durante más tiempo había combatido con los aliados occidentales y que, como ya comentamos, había sido nombrado por Hitler "Inspector General de las Defensas Atlánticas".
Última edición por japa el 14 Oct 2007, 14:38, editado 1 vez en total.


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FUERZAS DISPONIBLES

La defensa del "muro del Atlántico" implicaba la protección de las costas comprendidas entre Holanda y España. En ese teatro operativo estaban desplegadas tropas equivalentes a unas cuarenta y cinco divisiones de infantería entre unidades regulares del Heer y divisiones de campaña de la Luftwaffe.

El despliegue occidental estaba bajo el mando del Comandante en Jefe del teatro occidental, mariscal Von Rundstedt, a cuyas órdenes estaban el Grupo de Ejércitos B dirigido por Rommel, más el Grupo de Ejércitos G al mando del general Blaskowitz, encargado de la defensa del Sur de Francia. Había además fuerzas de guarnición establecidas en toda Francia tras la ocupación de la zona "libre" de Vichy.
La defensa frente a la invasión, pues, estaba en manos del Grupo B. Éste a su vez se dividía en las siguientes partes:

• Mando de Holanda, dirigido por el general Krischan de la Luftwaffe, con dos divisiones de infantería y una LufDiv
• XV Ejército, al mando del general Von Salmuth, con seis InfDiv y dos divisiones de la Luftwaffe, más otras 8 InfDiv y una LufDiv en reserva. Esta fuerza, desplegada entre Rouen y Amiens, llevaría el peso de los combates en Normandía.
• VII Ejército, bajo las órdenes del general Dollmann, con 7 InfDiv y otras dos en reserva junto a una división aerotransportada.

La calidad de estas unidades variaba mucho entre las divisiones veteranas que estaban en proceso de reposo y reconstitución y las unidades de guarnición, con apenas alguna experiencia bélica y algunas con tropas de limitada utilidad táctica, como la 70ª InfDiv, formada por enfermos del estómago; las divisiones de campaña de la Luftwaffe tenían en general un bajo valor combativo.

El peor problema al que se enfrentaba Rommel era la inmovilidad de estas unidades, en su mayoría hipomóviles, que implicaba que una vez los aliados estuvieran en tierra sería imposible mover las tropas de los sectores no amenazados como refuerzo. Era necesario contar con fuerzas móviles y para ello hacían falta unidades acorazadas.
Las unidades panzer disponibles en el oeste estaban agrupadas bajo el mando del Comandante General de las fuerzas acorazadas en el Oeste, general Von Schweppenburg, cuyo cuartel estaba situado en París. Bajo sus órdenes estaban el I SS PzKorp, con cinco divisiones (2ª, 21ª y 116ª PzDiv y 1ª y 12ª SS PzDiv), dentro del área operativa del Grupo B, y el LXIII PzKorp con dos divisiones (9ª y 11ª PzDiv) estacionadas al sur del río Loira. Por otra parte estaban la 2ª y 17ª SSPzDiv, en periodo de reconstitución en Francia). Como jefe de las fuerzas acorazadas Schweppenburg no dependía de Rundstedt o Rommel sino que daba cuentas directamente a Hitler. Como refuerzo estaban estacionados en los Países Bajos tres batallones pesados, los SS SpzAbt 101 y 102 y el 505 SpzAbt, y en la propia Alemania estaba en reserva la PzDiv 130 PanzerLehr . Además de las fuerzas propiamente Panzer estaban disponibles dos batallones de cazacarros, 352 y 709, y dos de cazacarros pesados, 654 y 668.

Además de estos mandos estaba el Comandante Naval del Oeste, almirante Krancke, a las órdenes de Doenitz, y un Comandante General del Aire, mariscal Sperrle, que dependía directamente de Goering. La autoridad de Rommel como Inspector del frente occidental no incluía a estos dos mandos, ni tampoco a los mandos de las SS ajenos a las Waffen, que sólo respondían ante Himmler y actuaban con total independencia de los mandos militares, por supuesto sin informarles de nada (y vigilándoles en todo momento), ni tampoco a las autoridades civiles alemanas que actuaban de convidados de piedra en todo lo referente a la defensa de Francia.

Tanto las fuerzas de la Luftwaffe y de la Kriegsmarine como las de las SS y SD estaban hipertrofiadas y representaban un serio problema logístico. La fuerza combativa de la Luftwaffe en el mando occidental ascendía a unos 500 aviones de combate de los que apenas unos 150 estaban en condiciones plenamente operativas. Para atender a esta reducida fuerza se desplegaba un monstruoso ejército de personal de tierra que ascendía a casi 300000 hombres entre unidades logísticas, defensa, mantenimiento, comunicaciones, transporte y burocracia en general; de esa muchedumbre tan sólo tenían verdadero valor combativo las unidades antiaéreas, muy en particular el III Cuerpo antiaéreo, dotado, entre otras armas, con unos 150 cañones de 88 mm.

La Kriegsmarine, tras la retirada de las grandes unidades a Noruega, mantenía apenas una presencia testimonial en Francia: algunas docenas de destructores, torpederos, patrulleros, minadores… y unos 40 submarinos. Los otrora temibles U-boote estaban en 1944 prácticamente indefensos frente a las armadas aliadas, y tan sólo podían operar con una mínima seguridad los equipados con Snorkel. Su presencia en los combates que se avecinaban iba a ser nula: Doenitz había tratado de obligar a los italianos a lanzar todo lo que les quedaba de la Regia Marina en una misión suicida contra las flotas aliadas que apoyaban los desembarcos en Sicilia. Ahora, con la excusa de la defensa de Noruega, los cruceros y acorazados alemanes permanecerían resguardados en puerto y apenas un puñado de submarinos trataría de acercarse a la flota de invasión de forma totalmente infructuosa. Las fuerzas de tierra de la Kriegsmarine tampoco intervendrían en la lucha y en ningún momento serían puestas a disposición de los mandos de tierra. Eso sí, un año más tarde Doenitz no tendría inconveniente en mandar a sus marinos a morir heroicamente hacia Berlín en defensa del Führer.

La batalla por Francia era, a ojos de la estrategia germana, el combate decisivo en el que se decidiría el destino de Alemania; y a la hora de la verdad, las tropas en tierra, iban a luchar en solitario, como si jamás hubieran existido una aviación o una armada alemanas.[/img]
Última edición por japa el 18 Oct 2007, 13:31, editado 3 veces en total.


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(Para jmfer: estoy probando con el altavista en modo ruso-inglés y hay que decir que es bastante legible)


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Yo suelo usar estos (que para ser traductores automáticos no están nada mal)

http://translation2.paralink.com/

http://www.online-translator.com/text.asp#tr_form


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¿ESTRATEGIA A SEGUIR?

Hay mucha mitología sobre los planes alemanes de cara a Normandía, en su mayor parte creada por autores británicos como Desmond Young en los años 50 y 60. Por supuesto la mayor parte está centrada en torno al mariscal Rommel, ya que con mucho era la figura más mediática a ambos lados del Canal en 1944.

La parte del león de esos relatos se centra en explicar la común intuición de Rommel y Hitler acerca del lugar del desembarco, y en la táctica de Rommel de luchar en las playas para abortar el desembarco en sus primeros momentos. El punto más candente del debate surge en torno al mito del plan de Rommel de situar las PzDiv en las playas en contraste con las ideas más conservadoras de Von Rundstedt. Vayamos por partes.

En efecto Rommel estaba convencido ya en abril de que el lugar del desembarco sería la costa de Normandía. Sin embargo esa seguridad no obedecía a ninguna intuición genial, sino a la fría lógica de un militar bien preparado. Rommel sabía que la mayor concentración de fuerzas enemigas estaba en el sur de Inglaterra, no en los puertos sudorientales, que hubieran sido la elección lógica de cara a un desembarco en el área de Calais. Por supuesto era factible que las fuerzas aliadas embarcaran en los diversos puertos del Sur de la isla, se agruparan en el Canal y se dirigieran a Calais, pero eso implicaba un trayecto extra por aguas vulnerables con una escuadra de unas dimensiones enormes, además de que el abastecimiento debería hacerse de la misma forma, ya que los puertos cercanos a Calais no tenían suficiente capacidad de carga como para realizar el trabajo logístico desde ahí.

Por otra parte la única ventaja real de un desembarco en Calais era la menor distancia entre ambas costas, pero a nivel táctico una fuerza desembarcada en esa zona tendría muchos más problemas para desplegarse al salir de la cabeza de playa ya que el terreno era inadecuado (costas bajas, marismas…) y estaría gravemente expuesta por su flanco sur casi desde el principio de la operación. En cambio una fuerza desembarcada en Normandía tendría fácil acceso a las llanuras centrales de Francia y dada la geografía peninsular de Normandía no estaría amenazada desde los flancos. FInalmente Rommel sabía que la zona de Calais era la que contaba con mejores defensas de toda la costa francesa, mientras que la de Normandía estaba bastante desprotegida debido al marasmo de la administración germana en años anteriores, y dadas las dificultades que implicaba una operación anfibia era lógico que ésta se llevara a cabo en la zona peor defendida.

Por supuesto y dados los graves fallos de apreciación de la inteligencia alemana respecto a la fuerza aliada Rommel no descartaba que pudiera tener lugar un desembarco aliado en Calais una vez se consolidara el de Normandía, pero tenía muy claro que el ataque principal no sería allí, no gracias a ninguna inspiración, sino analizando con sensatez los datos que tenía a su disposición.

¿Y Hitler? El Führer, a priori, estuvo de acuerdo con las conclusiones de Rommel, al menos en abril, pero luego la campaña de desinformación aliada le llevó al convencimiento de que después de todo el asalto principal sería en Calais y que a lo sumo habría un desembarco ficticio en Normandía con el único objetivo de distraer fuerzas alemanas hacia allí. Es más, no descartaba que después de todo los aliados hubieran montado una enorme farsa respecto a Francia y en realidad se plantearan desembarcar en Noruega para luego atacar Alemania desde el estrecho de Dinamarca. En una conversación mantenida el año anterior al recibir el informe relativo a la enorme flota que los aliados habían desplegado para el desembarco en África elucubraba con opciones tan asombrosas como que las verdaderas intenciones de los aliados eran desembarcar en el sur de Francia, en Sicilia, o incluso en Grecia, para unirse a los soviéticos: su ignorancia respecto a los temas navales era muy grande y no comprendía la imposibilidad logística de esas alternativas. En 1944 la situación no había cambiado y esa ignorancia de Hitler iba a jugar un papel decisivo en la campaña ya que él y sólo él tendría la última palabra respecto al despleigue de las fuerzas alemanas.

En cuanto a la decisión de combatir en las playas, supuestamente tomada por Rommel para asegurar la derrota del desembarco en el primer momento, no tuvo nada que ver con el mariscal ni con ningún otro mando militar, sino que fue una orden expresa del Führer:

"La acción decisiva se luchará en el mismo Muro del Atlántico. La defensa se ceñirá a la costa como principal línea de batalla, y esa línea deberá sostenerse a cualquier precio. Los intentos de desembarco del enemigo serán abortados antes y durante la llegada a las playas, y cualquier fuerza enemiga que logre establecerse localmente será destruida por inmediatos contraataques"

Esta directiva del Führer no obedecía a ningún planteamiento militar: era la repetición de la consabida obsesión de Hitler por no ceder ni una pulgada de terreno, a la que se adhería de forma casi absoluta desde el invierno del 41. Tanto Rommel como Rundstedt querían planificar una defensa activa, en la que las fuerzas costeras ganaran tiempo mientras una adecuada reserva móvil preparaba el contragolpe: su discrepancia era dónde cómo desplegar esa reserva móvil. Sin embargo la orden de Hitler borraba de golpe esa posibilidad y cortaba de raíz cualquier libertad operativa.

Así pues Rommel iba a diseñar su estrategia defensiva prácticamente atado de pies y manos a nivel táctico.


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Mensaje por japa »

TRABAJANDO CONTRARRELOJ (Y CONTRA OTROS)

Pese a las órdenes que llegaban desde el OKW Rommel era muy consciente de que la línea costera no resistiría frente a la invasión. Se había hecho demasiado poco y demasiado tarde: en 1944 era absurdo plantearse fortificar la costa normanda hasta hacerla impenetrable. Sin embargo había que hacer todo lo posible para dificultar la tarea a los aliados: se incrementó de forma frenética el establecimiento de campos de minas, se buscaron las mejores posiciones de tiro en las que parecían las playas más idóneas para el desembarco, se construyeron búnkeres a fin de poder batir a las tropas desembarcadas pese al apoyo artillero enemigo… Rommel en persona diseñó diversos tipos de obstáculos de hormigón y acero para desfondar las embarcaciones, campos de postes en los lugares más propicios para el desembarco de planeadores a fin de destripar los aparatos, minas en los postes para aumentar su eficacia…

El propio Rommel mantenía una actividad pública frenética a fin de aumentar la incertidumbre de los aliados con ayuda de su gran reputación. Se le fotografiaba en todas partes, incluso en lugares donde no se habían iniciado trabajos, a fin de aparentar una actividad general en toda la costa. Cualquier titubeo aliado seria tiempo que trabajaría a favor de Alemania. También se echó sobre los hombros la responsabilidad del adiestramiento de las unidades de primera línea, algunas de las cuales no habían hecho prácticamente nada en tres años. Se llevaban a cabo ejercicios de cobertura, prácticas de artillería, desplazamientos nocturnos…

Sin embargo nada de esto bastaba para asegurar la derrota aliada. Rommel sabía demasiado bien que el Muro era sólo fachada y que en el mejor de los casos las tropas y los obstáculos servirían para retrasar al enemigo, debilitarlo y canalizarlo. Pero para batirlo se necesitaba mucho más: se necesitaban fuerzas acorazadas, se necesitaba aviación y se necesitaba a la marina.

A primeros de año Rommel había recibido solemnes garantías por parte de Hitler y de Goering sobre el apoyo aéreo de la LuftWaffe. Se le puso al corriente de los nuevos programas de cazas a reacción Me262, que superaban a cualquier aparato que los aliados pudieran poner en el aire en 1944, y se le habló del desarrollo de las primeras armas de represalia, las bombas volantes V1. Hitler en persona garantizó a Rommel que en junio la Luftwaffe tendría desplegados un millar de cazas a reacción que permitirían recuperar la superioridad aérea barriendo a los aliados del cielo francés, y afirmó que pronto las V1 empezarían a volar a millares hacia Gran Bretaña.

Rommel acogió con agrado las noticias, y enseguida empezó a plantear las nuevas opciones tácticas: si las bases de lanzamiento de las V1 iban a estar en Bélgica quizás los aliados desembarcaran en Calais para tratar de alcanzar cuanto antes los puestos de tiro y destruirlos. Además las armas V parecían una buena opción para bombardear las playas y a la flota aliada (el excelente resultado empleo de las armas guiadas antibuque en Italia había sido bien publicitado). Entonces se le dijo que las bombas volantes no tenían suficiente precisión como para un objetivo tan pequeño como las playas y mucho menos los barcos. Inmediatamente propuso que las nuevas armas se usaran contra los puertos del Sur de Inglaterra a fin de desarticular las concentraciones de tropas y equipos. A eso se le dijo que en realidad las V1 no servían más que contra blancos del tamaño de Londres.

Para ese momento Rommel ya había comprendido que las prometidas armas milagrosas no iban a servir de gran cosa, y seguramente también comprendió que los mil reactores sólo existían sobre el papel. Por mucho que le aseguraran lo contrario, su amarga experiencia en El Alamein le había mostrado el valor de las promesas de la Luftwaffe. En cuanto a la bomba atómica, de la que ya se hablaba en los pasillos del OKW como de algo seguro, parece ser que el propio Speer se encargó de desengañar al mariscal. No iba a haber milagros.

Sin embargo era necesario conseguir algún tipo de cobertura frente a la devastadora superioridad aérea enemiga, y Rommel solicitó que el III FlakCorp fuera desplegado bajo sus órdenes en el área normanda de forma que diera protección a las tropas durante los contraataques. Además las baterías de 88 serían un complemento más que bienvenido dada su devastadora eficacia contra objetivos terrestres. Goering se negó en redondo y el III FlakCorp permaneció bajo mando de la Luftwaffe, desplegado en torno a París, donde estaban sus mandos sobre el terreno, que responderían sólo ante Goering, que a su vez estaría por esas fechas en sus posesiones en Prusia. Quedaba claro que los 88 no estarían en su sitio cuando empezara la batalla.

Había otra medida de gran urgencia que no se podía acometer desde tierra, que era el minado del Canal. Si se podían establecer nuevos barrajes a partir de las bocas del Sena sería factible forzar a la flota de invasión a dividirse e incluso a desviarla de sus puntos de desembarco, canalizándola hacia las áreas mejor defendidas. Ante esa petición la Kriegsmarine respondió con otra negativa y los minadores alemanes iniciaron el establecimiento de campos de minas en las bocas del Gironde ¡más de 200 km al sur de Normandía! con la excusa de proteger los accesos a los puertos usados en el sur por los submarinos alemanes, submarinos que hacía cerca de un año que ya no eran eficaces. Por supuesto no había planes para establecer barrajes de urgencia cuando los aliados estuvieran en el mar

No acabaron ahí los problemas de Rommel con la marina alemana, porque las baterías costeras estaban bajo control de la Kriegsmarine, pero ésta sólo consideraba que el uso de las baterías fuera responsabilidad suya mientras el enemigo estuviera en el mar, y en cuanto estuviera en tierra tendrían que ocuparse de manejarlas los artilleros del ejército. La marina alemana no sólo iba a ser inútil frente al desembarco, sino que se iba a convertir en una rémora más para los defensores.

Rommel ya contaba con el obstruccionismo de la Luftwaffe. Si esperaba también semejante comportamiento de los hombres de Doenitz, eso nunca lo sabremos. En cualquier caso Hitler apoyó la independencia de ambos ejércitos frente a las protestas continuas de su flamante (e impotente) Inspector General.


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LOS PANZER EN NORMANDÍA: PLANTEAMIENTOS

Por fin llegamos al quid de la cuestión: el despliegue de la PanzerWaffe en Normandía. Rommel nunca pretendió, como la imaginación popular ha creído siempre, que las PzDiv se desplegaran en las playas, expuestas al bombardeo del enemigo, sino que quería tenerlas inmediatamente en segunda línea, situadas de modo que en un plazo de unas horas estuvieran en los lugares donde el enemigo estuviera desembarcando. Para ello necesitaba un mínimo de tres divisiones. En cambio Rundstedt abogaba por establecer la reserva acorazada más atrás, a fin de poder concentrar toda la fuerza para un contundente contragolpe bien contra la cabeza de playa, bien contra las fuerzas que iniciaran la penetración en Francia.

El planteamiento de Rundstedt era en principio correcto: disponiendo de la reserva acorazada en el área al este de París tendría espacio para una adecuada maniobrabilidad y podría enfrentarse sin problemas a cualquier penetración enemiga tanto en Caláis como en Normandía como en el Sur de Francia gracias a las facilidades de comunicación de Francia, con buenas carreteras y ferrocarriles. Sin embargo este punto de vista, digamos clásico, se basaba en la premisa de que realmente las tropas acorazadas podrían desplazarse sin problemas.

Rommel, al contrario que Rundstedt, había podido ver lo que sucedía cuando la Luftwaffe desaparecía de los cielos, y contando además de su experiencia con los informes de la campaña italiana tenía muy claro que cualquier planteamiento que requiriera largos desplazamientos era ilusorio. Cuando la fuerza aérea aliada se empleara a fondo sobre Francia carreteras, puentes, ferrocarriles, estaciones, túneles… todo desaparecería bajo una lluvia de bombas, y las columnas acorazadas serían el siguiente blanco de la aviación. Así pues no se podía contar con que unidades estacionadas en París pudieran acudir a tiempo a los puntos donde se produjeran los desembarcos antes de que las defensas costeras fueran abrumadas por el enemigo y se establecieran las cabezas de puente. Además suponiendo que lograran llegar lo harían de forma fragmentada y escalonada, y bajo la superioridad aérea enemiga complementada por la capacidad de la artillería naval sería imposible maniobrar para concentrar la fuerza acorazada de cara a un contraataque.

Asumiendo (correctamente y con argumentos sólidos, como hemos visto) que los aliados desembarcarían en Normandía, Rommel opinaba que las divisiones debían estar disponibles ya sobre el terreno con tiempo suficiente para reconocer adecuadamente las mejores rutas y ejercitarse en todas las tácticas que iban a ser necesarias, al igual que lo estaban haciendo las guarniciones de la costa. Sólo así se podría reaccionar a tiempo y sin excesivas pérdidas antes del combate, ya que la propia proximidad al enemigo impediría una acción eficaz de la artillería naval y la aviación en los momentos de caos que seguirían al desembarco. Cuanto más cerca estuvieran las pzDiv del campo de batalla más fácilmente podrían desplazarse. Otra ventaja de estacionar las PzDiv en el área normanda sería el establecimiento de las bases logísticas a menor distancia: si la munición, los carburantes y los repuestos debían llegar desde París la capacidad táctica de las unidades se deterioraría rápidamente. Se podría objetar que los aliados tendrían que mandar sus pertrechos desde los puertos del Canal, pero la experiencia de Anzio había mostrado con crudeza que la capacidad logística de los aliados le permitiría trasladar su material con una rapidez impensable y en cantidades más que adecuadas, ya que su dominio del mar era absoluto.

Tras plantear sus argumentos a Runsdstedt en abril éste se mostró de acuerdo con los planteamientos de Rommel: las fuerzas acorazadas debían estar lo más a mano posible ante el desembarco. Guderian, como Inspector de la PanzerWaffe fue igualmente informado y también se mostró de acuerdo, considerando que la experiencia de Rommel, con quien ya había mantenido contactos el año anterior, le daba un punto de vista adecuado para la situación que se avecinaba.

Sin embargo tanto los dos mariscales como Guderian estaban fuera del centro de decisión de la PanzerWaffe porque como ya hemos visto la reserva acorazada dependía del general Schweppenburg, que no estaba subordinado a ellos. Era él quien en primera instancia podía recomendar a Hitler un despliegue adecuado de las fuerzas acorazadas.


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LOS PANZER EN NORMANDÍA: REALIDADES

El núcleo acorazado con el que contaba Rommel era el I SS PzKorp, con cinco divisiones, (más la 2ª SS PzDiv, adscrita de forma temporal mientras completaba su equipamiento), bajo el mando del PzGr oeste de Schweppenburg. Hitler había prometido en marzo a Rommel otras tres PzDiv antes de junio, e igualmente le había garantizado que el PzGr Oeste sería puesto bajo el mando del Grupo de Ejércitos B. Como ya era habitual, las promesas del Führer quedaron en agua de borrajas.

Schweppenburg había sido puesto al cargo del PzGr con funciones de adiestramiento en enero de ese año, nominalmente subordinado a Guderian en todo lo referente a organización y a Rundstedt en temas operacionales. Sin embargo había acabado por ser el comandante de facto del PzGr con mando independiente gracias a sus buenas relaciones con el OKW.

Inicialmente había suscrito las opiniones de Rundstedt sobre el despliegue de las PzDiv en torno al área de París y posteriormente se negó a cambiar de planteamiento. En apoyo de su posición llegó a afirmar que la presencia del PzGr allí permitiría abortar cualquier intento de los aliados de llevar a cabo una invasión aerotransportada con visos a establecer bases en el corazón de Francia. Dado lo absurdo de semejante teoría parece claro que Schweppenburg simplemente no estaba dispuesto a renunciar a su independencia para quedar subordinado a Rommel, con quien parece haber mantenido unas relaciones como mínimo tensas. Por supuesto Schweppenburg carecía de cualquier tipo de experiencia real de combate con los aliados, menos aún en cuanto a la gestión de semejante volumen de tropas, pero eso no pareció importar al OKW.

Ante la diversidad de criterios Hitler optó por una solución salomónica. Una parte de la fuerza acorazada estaría cerca del frente y otra en París. En abril la 21ª PzDiv ocupó posiciones cercanas a Caen, y en la conferencia del 21 de mayo Hitler prometió a Rommel que igualmente la 130ª PanzerLehr sería estacionada en Avranches y la 12ª SS HitlerJugend en la península de Cotentin, pero no se hizo nada para cumplir este despliegue.

Igualmente se rechazó el despliegue de una brigada de lanzacohetes en Carentán y como ya vimos la Luftwaffe se negó a desplegar el III FlakCorp en el área del Orne.

El día 5 de junio la única fuerza móvil de cierta entidad disponible en el frente de Normandía era la 21ª PzDiv. Nada más. Todas las otras recomendaciones y peticiones de Rommel, apoyadas por Rundstedt y Guderian, fueron rechazadas u obviadas. Nadie estaba dispuesto a creer que el movimiento de las fuerzas acorazadas tras el desembarco sería prácticamente imposible; además Hitler había prometido el despliegue de 1000 cazas para acabar con la superioridad aérea aliada, así que no había nada que temer. Y así la primavera de 1944 pasó sin que nadie hubiera hecho nada para asegurar que la batalla decisiva que se avecinaba pudiera lucharse con posibilidades de éxito.


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Mensaje por Capitan rojillo »

Japa:

en un escrito mencionan que parte de las divisones panzer que estuvieron en Normandia fueron:

s.Pz.Abt. 503 transferida con 33 tiger I y 12 Tiger II viendo accion a principios de Julio de 1944.

s.SS-Pz.Abt. 101

s.SS-Pz.Abt. 102 transferido a Normandia con 45 tiger I, teniendo acción en Julio, esta unidad fue enviada en un principio con 6 Tiger I y posteriormente recive 39 en mayo de 1944.


"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
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Mensaje por alejandro_ »

Capitán Rojillo

Supongo que esa lista será de batallones pesados y no de Panzers. En la PzKp. 316(Fkl), perteneciente a la Panzerlehr, había otros 5 Tigre-II.

Divisiones panzer en Normandia, Junio:

1 SS panzer: 124 Panzer operacionales.
2 SS Panzer: 125 Panzer operacionales.
9 SS panzer: 158 Panzer operacionales.
10 SS Panzer: 77 Panzer operacionales.
12 SS Panzer: 180 Panzer operacionales.
Panzer Lehr: 237 Panzer operacionales.
116 Panzer division: 181 Panzer operacionales.

Otras panzer en Normandía:

2 Panzer: 167 Panzer operacionales.
21 Panzer: 98 panzer operacionales.

No tengo la fuente exacta de los datos, se pusieron en este foro hace tiempo, pero el número de carros de la 21 me parece algo bajo, quizás sólo incluya los modelos alemanes.

Batallones pesados:

SS SpzAbt 101: 45 Tigres (37 operacionales el 1 de Junio de 1944).
SS SpzAbt 102: 45 Tigres (recibidos en Abril-Mayo, no tengo el % operacional).
SpzAbt 503: 33 Tigre-I y 12 Tigre-II (unidad reconstruida en Mayo).

Una página excelente:

http://www.alanhamby.com/unithist.html#503

La 21 Panzer es sin duda de las más interesantes, no sólo operaba un buen número de carros franceses Somua, Hotchkiss y B1bis, sino que tenía algún Panzer-IV con el cañón corto de 75mm. La división fue destruida en el norte de Africa y reconstituida durante 1943, pero no tengo referencias del estado de preparación cuando llega el dia D.

El resto de divisiones constituían una fuerza notable, pero varias estaban en proceso de recuperación (1SS, 2SS) o instrucción (12 SS). Como ya ha dicho japa, las divisiones panzer operacionales antes de Normandia eran la 2, 116 y Panzerlehr, pertenecientes al LXXXVI Panzer Korps, al mando de Von Schweppenburg.


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Capitan rojillo
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Mensaje por Capitan rojillo »

alejandro_ escribió:Capitán Rojillo

Supongo que esa lista será de batallones pesados y no de Panzers. En la PzKp. 316(Fkl), perteneciente a la Panzerlehr, había otros 5 Tigre-II.

Divisiones panzer en Normandia, Junio:

1 SS panzer: 124 Panzer operacionales.
2 SS Panzer: 125 Panzer operacionales.
9 SS panzer: 158 Panzer operacionales.
10 SS Panzer: 77 Panzer operacionales.
12 SS Panzer: 180 Panzer operacionales.
Panzer Lehr: 237 Panzer operacionales.
116 Panzer division: 181 Panzer operacionales.

Otras panzer en Normandía:

2 Panzer: 167 Panzer operacionales.
21 Panzer: 98 panzer operacionales.

No tengo la fuente exacta de los datos, se pusieron en este foro hace tiempo, pero el número de carros de la 21 me parece algo bajo, quizás sólo incluya los modelos alemanes.

Batallones pesados:

SS SpzAbt 101: 45 Tigres (37 operacionales el 1 de Junio de 1944).
SS SpzAbt 102: 45 Tigres (recibidos en Abril-Mayo, no tengo el % operacional).
SpzAbt 503: 33 Tigre-I y 12 Tigre-II (unidad reconstruida en Mayo).

Una página excelente:

http://www.alanhamby.com/unithist.html#503

La 21 Panzer es sin duda de las más interesantes, no sólo operaba un buen número de carros franceses Somua, Hotchkiss y B1bis, sino que tenía algún Panzer-IV con el cañón corto de 75mm. La división fue destruida en el norte de Africa y reconstituida durante 1943, pero no tengo referencias del estado de preparación cuando llega el dia D.

El resto de divisiones constituían una fuerza notable, pero varias estaban en proceso de recuperación (1SS, 2SS) o instrucción (12 SS). Como ya ha dicho japa, las divisiones panzer operacionales antes de Normandia eran la 2, 116 y Panzerlehr, pertenecientes al LXXXVI Panzer Korps, al mando de Von Schweppenburg.


Asi es son divisiones pesadas que estuvieron en Normandia, pero son panzers o ya me estoy haciendo bolas :conf:


"La guerra es una matanza entre personas que no se conocen, para provecho de personas que sí se conocen, pero que no se matan”. decía Paul Valery.
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samurayito
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Mensaje por samurayito »

Capitan rojillo escribió:
Asi es son divisiones pesadas que estuvieron en Normandia, pero son panzers o ya me estoy haciendo bolas :conf:


Son batallones Panzer INDEPENDIENTES, no divisiones Panzer.

Un saludo.


japa
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Mensaje por japa »

UN BREVE INCISO: LA 21ª PZDIV.

Dado que la 21ª PzDiv fue la única fuerza acorazada presente desde el mismo inicio de la campaña de Normandía hasta la retirada de la bolsa de Falaise merece la pena echarle un vistazo, ya que se trataba de una unidad algo peculiar.

Anteriormente nos hemos encontrado ya con esta unidad, que combatió con Rommel en África y, que de hecho, se organizó específicamente como PzDiv en África, siendo la única creada en ese teatro de operaciones. Posteriormente fue transferida al V Ejército en Túnez y allí fue finalmente aniquilada.

A mediados del 43 se inició la reorganización de una nueva 21ª en Francia, a partir de algunos veteranos de la vieja que habían logrado salir de la trampa de Túnez, algunos veteranos de otras unidades y tropas de guarnición.

Al frente de la nueva división se puso a un curioso personaje, el general Edgar von Feuchtinger. Este militar, oficial de artillería en la reserva, no tenía experiencia de combate, y desde luego carecía de cualquier experiencia en lo relacionado con las fuerzas acorazadas. Sin embargo estaba muy bien relacionado en el partido ya que había formado parte de la organización encargada de las "demostraciones populares" y las grandes concentraciones ceremoniales de Nuremberg, siendo responsable de los asuntos referidos al ejército (desfiles, exhibiciones…). Gracias a ello había logrado ser ascendido a una posición de mando prestigiosa como era la de una PzDiv tan afamada como la 21, que además garantizaba un cómodo estilo de vida al estar esta unidad acuartelada en Francia, algo que a Feuchtinger, un gran aficionado a la buena vida, le parecía sumamente ventajoso,

Feuchtinger solía pasar la mayor parte de su tiempo de servicio en "importantes asuntos confidenciales", que en general solían implicar vino, locales de espectáculo y faldas, y su presencia en los cuarteles de la división solía ser anecdótica. Sin embargo, y pese a su relajado espíritu castrense, no era ningún idiota, y había aprovechado toda su influencia para rodearse de buenos mandos, en la confianza de que contando con buenos subordinados podría desentenderse de las tediosas tareas divisionarias. Así fueron destinados a esta unidad excelentes veteranos como el coronel Oppeln-Bronikowski, veterano oficial de caballería que a su buen hacer como carrista unía su fama como medallista olímpico (oro en Doma clásica en 1936), o el teniente coronel Von Luck, un experimentado comandante veterano de la campaña francesa de la 7ª PzDiv, de la campaña rusa en 1941 y de la propia 21ª PzDiv en África que inicialmente iba a ser destinado a la división de élite PanzerLehr (fue precisamente Luck quien en sus memorias, PanzerKommander, nos dejó un buen retrato del carácter de su general)

Como hemos visto esta división fue finalmente desplazada desde París hasta las cercanías de Caen, con gran pesar de su general, que se veía obligado a realizar largos desplazamientos para continuar con sus ocios parisinos.

La 21ª, por motivos no muy claros, fue la única PzDiv que no quedó adscrita a la nueva estructura divisionaria tipo 43. Estaba autorizada a contar con tres batallones acorazados en su PzReg y aunque no llegó a desplegarlos al completo (sólo contaba con dos batallones realmente operativos en el momento del desembarco) recibió además varias unidades adicionales como el 305 batallón Flak, equipado con cañones autopropulsados de 88 mm y la 315 compañía acorazada, que si bien carecía de Panzer estaba equipada con cañones de asalto StuG IV y carros radiodirigidos BorgWard.

Por otra parte los mandos divisionarios, hombres con bastante iniciativa, habían aprovechado el tiempo para mejorar el equipamiento de su unidad con medios locales y además de completar su equipamiento con carros franceses a la espera de reemplazarlos con material alemán, habían estado trabajando con los talleres Hotchkiss modificando chasis de carros H-39 para reconvertirlos en cañones de asalto pesados de 105 mm. El resultado era bastante feo, pero era funcional. Entre estos medios improvisados, los carros capturados, los StuG y algo más de un centenar de Pz IV de diversos tipos la 21ª PzDiv contaba con una razonable fuerza combativa de cara a la defensa de la zona.

La división fue desplegada formando tres Kampfgruppe contando con una reserva formada por el regimiento de artilleria divisionaria y el regimiento antiaéreo. En las semanas anteriores a la invasión las tropas de la 21ª no estuvieron ociosas, estudiando el terreno, preparando la logística y colaborando en la construcción de defensas improvisadas.

Dado que esta unidad estaba desplegada, podríamos decir, a pie de obra de la invasión, hubiera sido lógico que jugara un papel decisivo en los combates del desembarco, pero las circunstancias iban a confabularse para que la única división acorazada presente en Normandía estuviera prácticamente inactiva durante las primeras 48 horas de la invasión, justo cuando más importante hubiera sido su participación.

Uno de los improvisados FH 18/40 Geschützwagen 38 H, diseñados por el Mayor Becker, de la 21ª PzDiv
Imagen


alejandro_
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Mensaje por alejandro_ »

La 21ª, por motivos no muy claros, fue la única PzDiv que no quedó adscrita a la nueva estructura divisionaria tipo 43.


La 21 división había sido considerada como una división rápida (Schnelle), pero tenía mucho más apoyo artillero que otras divisiones panzer.


Entre estos medios improvisados, los carros capturados, los StuG y algo más de un centenar de Pz IV de diversos tipos la 21ª PzDiv contaba con una razonable fuerza combativa de cara a la defensa de la zona.


A principios de Junio se iba a recibir otro lote de 14 Pz-IV, enviados el 24 de Mayo. Tras el día D se enviaron otros 17 el ocho de Julio y 10 el diez de Agosto, junto a 3 Beflspz IV enviados el 29 de Julio.

habían estado trabajando con los talleres Hotchkiss modificando chasis de carros H-39 para reconvertirlos en cañones de asalto pesados de 105 mm.


Gran parte del merito es de Alfred Becker, que desarrolló muchas de estas conversiones. En total se modificaron unos 450 vehículos.

Saludos.


cesar
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Mensaje por cesar »

Ante todo felicitar a Japa por este magnífico trabajo y también a los restantes foreros que han hecho sus aportaciones aquí.

Y ahora paso a formular unas preguntas sobre la 21 División Panzer:

¿Los carros franceses que empleaba esta unidad habían sido modificados de alguna manera, quiero decir aparte de las conversiones en cañones de asalto?

¿Si no habían sido modificados, no resultaban un tanto ineficaces por la torreta con un solo tripulante amén de otras cosas?


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