Los Panzer alemanes: detrás del mito

Los Ejércitos del mundo, sus unidades, campañas y batallas. Los aviones, tanques y buques. Churchill, Roosevelt, Hitler, Stalin y sus generales.
alejandro_
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Mensaje por alejandro_ »

En el año 43 Alemania produjo unos 30 millones de toneladas de acero y la URSS apenas 8.


Bueno, la producción de los U-boote supongo que repercutiría algo.

La mecánica de los semiorugas SdKfz 250/1 era incompatible con la de los semiorugas de transporte o remolque,


Este es un punto interesante, y no sólo implica la compatibilidad. Muchos vehículos alemanes incorporaban sistemas demasiado complicados, que apenás repercutían en las prestaciones. Comparad las suspensiones del Sdfkz-251 y el M2 halftrack americano:

Sdfkz-251
http://en.wikipedia.org/wiki/Image:SdKfz251-7.jpg

M2 halftrack
http://afvdb.50megs.com/usa/pics/halftracktrack.jpg

Como se puede ver, la del modelo alemán es mucho más compleja, y aporta pocas ventajas, encima es más dificil de fabricar y mantener. En inglés a ésto se le conoce como "over-engineering". A día de hoy nadie utiliza suspensiones con ruedas solapadas.

Saludos.


japa
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Mensaje por japa »

alejandro_ escribió:
En el año 43 Alemania produjo unos 30 millones de toneladas de acero y la URSS apenas 8.


Bueno, la producción de los U-boote supongo que repercutiría algo.


Sí, y eso muestra una vez más la descoordinación de los mandos alemanes porque en mayo del 43 el almirante Doenitz dio por perdida la batalla del Atlántico y ordenó la retirada de los u-boote hacia aguas seguras porque los medios antisubmarinos aliados habían superado la capacidad de combate de los submarinos en servicio en ese momento, pero aún así continuó la producción y entrega de submarinos de los modelos IX y XI, cuando ya eran del todo inútiles y Doenitz reclamaba que se empezaran a producir los nuevos submarinos en base al sistema Walter, cosa que no se haría hasta mediados del 44 (de nuevo demasiado tarde: un nuevo desperdicio de resursos)


Gammenon
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Mensaje por Gammenon »

Sería interesante conocer la opinión (la evaluación) de los aliados sobre los diferentes modelos de Panzers. Por ejemplo los rusos evaluaron el Tiger II, concluyendo que no tenía mejoras respecto al Tiger I excepto en potencia de fuego.


japa
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Mensaje por japa »

Cuando lleguemos al final de la campaña de Túnez veremos la evaluación que se hizo de los tigres capturados, y en Blau hablaremos algo de los panzer de la 1ª generación vistos por los soviéticos. De momento esta noche arrancaré con 1942 y la campaña africana.


japa
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Mensaje por japa »

CADENAS EN EL DESIERTO: 1942

Durante el otoño-invierno del 42 las fuerzas alemanas en África se mantuvieron a la defensiva contra las fuerzas inglesas en su flanco oriental mientras trataban de eliminar la posición enemiga de Tobruk. Los ingleses llevaron a cabo varias operaciones para rechazar al enemigo, liberar Tobruk y, en última instancia, eliminar a las tropas del Eje en la Cirenaica y Libia.

Rommel no dispuso de refuerzos adecuados en ningún momento. La plantilla alemana en África aumentó a tres divisiones por el expeditivo método de agrupar una serie de unidades menores independientes en una nueva división. Veamos cual era la fuerza disponible para el ya célebre Zorro del Desierto.

El Áfrika Koprs, propiamente dicho, estaba formado por dos divisiones acorazadas: la 15ª y 21ª PzDiv. Ésta ultima era la ya conocida 5ª LcDiv, que había sido reforzada hasta llevarla al nivel de PzDiv.

Cada una de estas PzDiv estaba integrada por un PzReg de dos batallones, , un regimiento de infantería motorizada, un regimiento de artillería de campaña, un batallón contracarro y uno de reconocimiento motorizado.

La nueva división (que no era parte del AK), la 90ª LcDiv, se formó, como ya se ha dicho, agrupando unidades menores. Carecía de unidades acorazadas así que propiamente no era una LcDiv, pero tampoco era una división de infantería estándar, ya que con sólo cuatro batallones de infantería tenía a cambio una dotación artillera notable, con tres batallones de artillería de campaña, uno contracarro y uno de doble uso contracarro-antiaéreo con cañones de 88 mm, lo que le daba una potencia de fuego realmente extraordinaria en las condiciones del desierto.

En el verano del 42 el OKH barajó la posibilidad de mandar a África a la 7ª y 10ª PzDiv, pero finalmente fueron destinadas al frente oriental.

Al incrementarse la fuerza a tres divisiones el AK quedó incluido dentro del denominado PzGr Afrika, bajo el mando conjunto de Rommel, quedando el general Cruewell como jefe directo del AK. No obstante es muy común agrupar a todos los combatientes alemanes en África como miembros del AK, pese a que eso no es correcto.

Junto a estas unidades estaban desplegados el XX cuerpo motorizado italiano, formado por las divisiones acorazadas Ariete y Trieste, y el XXI cuerpo de infantería, con las divisiones de infantería Pavía, Bolonia, Brescia y Savona. A los efectos de la guerra de movimiento en el desierto sólo las dos divisiones acorazadas italianas eran relevantes ya que las otras estaban tan póbremente equipadas de medios de transporte que sólo eran útiles en lucha posicional.

Hay que añadir que pese a la tan aireada cobardía de las tropas italianas, lo cierto es que los soldados del Duce apenas contaban con equipamiento digno de tal nombre (el propio Rommel comenta que el material con el que Mussolini había mandado a sus soldados a la guerra era como para tirarse de los cabellos de la incredulidad) y pese a ello lucharon bien siempre que contaron con suficiente apoyo alemán para suplir sus carencias de equipamiento pesado. La Ariete y la Trieste (sobre todo la primera) se batieron bien salvo casos puntuales de pánico en situaciones de caos. Además las divisiones de infantería se movían, como su nombre indica, a pie, y en general a la baja moral de los soldados favorecida por su nulo equipamiento y penosas condiciones de mando se unía un agotamiento físico atroz.

Tras las operaciones que se llevaron a cabo durante la contraofensiva de Wawell (Battleaxe), y la llegada de algunos suministros, la fuerza combativa era de 260 carros alemanes: 15 Pz I, 40 Pz II, 150 Pz III (algo menos de la mitad aún equipados con cañones de 37 mm y el resto con 50 mm corto) y 55 Pz IV. A esto había que añadir 150 carros italianos de los modelos 19-33 y 19-34 de muy bajo valor en combate.

La artillería CC empezó a recibir a comienzos del 42 numerosos cañones soviéticos ZIS3 remolcados y mediado el año también empezaron a llegar cazacarros Marder. La eficacia de éstos fue lo bastante alta como para que los carristas ingleses pensaran que los alemanes habían diseñado una versión autopropulsada del 88 mm.

El 88 era el principal medio contracarro de los alemanes. Pese a no disponer de demasiadas unidades (en toda la campaña africana no llegaron a 100 las unidades enviadas, y la dotación usual fue de entre 40 y 50 piezas) Rommel decidió emplearlos en forma concentrada, estableciendo pantallas de defensa contracarro para proteger los avances de sus panzer y a la vez para emboscar los asaltos británicos.

En noviembre del 41 un ataque de la 4ª brigada acorazada británica fue literalmente frenado en seco por una batería con cuatro piezas de 88 mm que eliminó a cerca de un tercio de los carros en avance mucho antes de que éstos estuvieran a una distancia de tiro eficaz de sus cañones de dos libras. Los propios ingleses tenían un arma realmente temible para la lucha contracarro, el magnífico cañón de campaña de 25 libras, pero nunca lo usaron de la misma manera y sólo se empleó de forma concentrada en la batalla de El Alamein.

También a lo largo del 42 fueron llegando carros Pz III AusfJ con cañón largo de 50 mm, y algunos Stug III Ausf D.

FInalmente, hacia mayo empezaron a llegar los primeros Pz IV Ausf F con cañón largo, pero por los usuales fallos del abastecimiento no se envió munición adecuada y no participaron en los combates de ese año hasta el final de la campaña.

Por supuesto las fuerzas del AK hicieron acopio de todo el equipamiento británico que pudieron poner en uso, incluyendo carros Matilda II, pero su uso estuvo muy limitado por la falta de movilidad.
Última edición por japa el 04 Jun 2007, 02:18, editado 2 veces en total.


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Mensaje por japa »

CADENAS EN EL DESIERTO: la campaña de invierno

Crusader (en octubre) fue la ofensiva capital de los ingleses en 1941. SI bien logró cumplir con el objetivo de expulsar a los alemanes e italianos de las posiciones d Cirenaica y levantar el asedio de Tobruk, no llegó a alcanzar su objetivo principal, que era la aniquilación del ejército alemán en África, pese a contar con una ventaja numérica mayor de 2 a 1 y un apoyo aéreo muy superior al visto hasta ese momento.

Los ingleses emplearon de forma inadecuada su fuerza acorazada, dispersándola en brigadas que actuarían independientemente, lo que llevó a unas pérdidas demasiado altas como para mantener el ritmo de la ofensiva.

Un problema adicional de los ingleses bajo el mando del general Ritche fue la falta de iniciativa de los comandantes sobre el terreno, incapaces de salirse de un plan rígidamente establecido para adaptarse a las circunstancias cambiantes de la batalla. Por el contrario los mandos alemanes actuaron con su usual iniciativa operacional. El general Cruewell, sin esperar órdenes concretas (teniendo sólo una idea general de los planes de ROmmel) y se lanzó a la batalla con la 15ª PzDiv y la Ariete. Sólo una masiva barrera artillera permitió a las tropas inglesas frenar el contraataque del eje, pero sus pérdidas fueron tan altas (casi 300 carros entre Matildas y Crusaders) que las unidades en la zona de Gabr Saleh se retiraron alterando todo el dispositivo inglés.

Aprovechando el momentáneo desequilibrio de los ingleses, Rommel decidió pasar al contragolpe con sus dos divisiones acorazadas más la Ariete. No obstante carecía de la suficiente fuerza y la actuación de las unidades italianas y alemanas no estuvo bien coordinada una vez se inició la batalla (sobre todo por la deficiente movilidad de los italianos y las continuas interferencias del mando italiano en Roma)

Finalmente las fuerzas del eje, tras haber rechazado lo peor del asalto enemigo, se retiraron en buen orden hacia el Oeste cediendo la Cirenaica a los ingleses. Las tropas de Ritchie fueron incapaces de cortar la retirada de Rommel y perdió demasiado tiempo reduciendo las posiciones de Bardia y Halfaya. En diciembre las posiciones se habían estabilizado.

La fuerza del golpe inglés fue debilitada y finalmente frenada por la habilidad operativa de las PzDiv. La inferioridad numérica de los alemanes era abrumadora y a excepción de armas puntuales como los escasos cañones de 88 mm, la realidad es que había una paridad tecnológica bastante alta en ese momento.

Los Pz I y II eran completamente inútiles frente a los Matildas y Crusaders, y los carros italianos estaban igual de indefensos que los carros ligeros alemanes. Sólo los Pz III y IV estaban en condiciones de batir a los ingleses aprovechando su mayor movilidad respecto a los Matildas y su buena protección frente a los Crusader.

De nuevo los 88 habían sido cruciales en el combate. Los informes recibidos tanto desde África como desde la URSS hicieron ver a los técnicos del Heer que era necesaria una versión puramente CC de ese arma que no dependiera de la Luftwaffe (la mayoría de los FLAK 88 mm estaban encuadrados en regimientos AA independientes de la Luftwaffe, era muy raro que una división de infantería – como la 90 LcDiv – tuviera un batallón de 88 a su servicio) porque esa situación traía muchas dificultades por rivalidades interejército. Empezó a trabajarse en un Pak 88 y se planteó la necesidad de disponer de un 88 mm autopropulsado para funciones de cazacarros.

Rommel se enfrentaba a dos graves obstáculos que limitaban seriamente sus posibilidades operativas: la falta de tropas acorazadas, ya que siendo optimistas el potencial de las dos divisiones italianas juntas equivaldrían a una alemana (y en la práctica su capacidad de combate apenas era similar a la de un batallón panzer por pura falta de potencia de fuego y protección) y los problemas logísticos que empezaban a agravarse tras el respiro otorgado por la llegada de la X Luftflotte a Italia y Grecia. Se perdían demasiados envíos y sobre todo faltaba combustible, imprescindible en las condiciones de movilidad que demandaba el desierto.

Un problema añadido empezaba a ser la superioridad aérea de los ingleses. Puntualmente la Luftwaffe todavía podía ganar la superioridad local, pero en conjunto el cielo era territorio de la RAF.

Esos tres problemas serían decisivos un año despues, frente a las posiciones de El Alamein, y determinarían el destino final de las fuerzas de Rommel.
Última edición por japa el 03 May 2007, 12:08, editado 1 vez en total.


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CADENAS EN EL DESIERTO: campaña de verano

El 26 de mayo del 42 las fuerzas de Rommel pasaron de nuevo a la ofensiva. os ingleses fueron cogidos completamente desequilibrados mientras se preparaban para reanudar su propio avance para rematar al enemigo que creían derrotado y desmoralizado. En el intervalo primaveral las fuerzas del eje habían podido reequiparse y reorganizarse, y ahora volvían a galopar hacia Egipto.

El mando inglés volvió a ser presa de su incapacidad para reaccionar rápidamente a situaciones inesperadas y tras una dura batalla de desgaste el 8º ejército retrocedió en desorden, atravesado por los avances acorazados italogermanos. Las fuerzas del eje no tenían superioridad numérica, con 320 carros alemanes y 240 italianos contra más de 900 carros ingleses. Tampoco tenían ya una clara superioridad técnica ya que los carros italianos seguían siendo los obsoletos M1934 y los carros Pz III y IV ahora se enfrentaban a nuevos enemigos: los carros Grant habían llegado al desierto y su cañón de 75 mm batía sin problemas a los carros alemanes. El mismo Rommel analiza las deficiencias técnicas y concluye que la única ventaja que le quedaba a la fuerza acorazada bajo su mando era la movilidad. Y la aprovechó muy bien.

De nuevo la rápida concentración para obtener la superioridad local fue decisiva y estando cerca de las bases propias, la LW y la RAI pudieron equilibrar las cosas en el aire frente a la RAF. Esta vez la velocidad fue decisiva y sólo la feroz resistencia de las tropas de la Francia libre en Bir Hacheim logró ralentizar algo el avance de las fuerzas atacantes, dando así un respiro a las tropas inglesas que se retiraban a toda prisa. EL 21 de junio, con las fuerzas enemigas ya en franca huida, las tropas de Rommel tomaron Tobruk.

Ahora había llegado el momento de tomar una rápida decisión: permanecer en las líneas del año anterior asegurando la Cirenaica o, aprovechando el caos y la desmoralización enemigas, tratar de dar un golpe definitivo y lanzarse hacia Alejandría y El Cairo. Rommel consideró que si daba un respiro a las fuerzas aliadas en unos meses se volvería a la situación de finales del 41, y consideró que el tiempo era el factor clave, así que se lanzó hacia el oeste.

Un punto que suele repetirse es que en ese momento Rommel desechó la posibilidad de tomar Malta y asegurar las líneas de comunicación a fin de aprovechar los recursos que se iban a usar en la operación aerotransportada contra la isla. Es falso: sin que Rommel estuviera informado, el OKW había desechado más de dos meses antes la operación Hércules. La desconfianza hacia la Regia Marina y el miedo a unas bajas similares a las producidas en Creta habían llevado a que la LW presionara para abandonar el proyecto y Hitler, temeroso ante una operación aerotransportada de tal envergadura, había aceptado sus objeciones. De todos los recursos disponibles para Hércules sólo se le envió a Rommel una unidad, la 164 división de infantería que se había formado en Grecia para la ocupación de Malta. Sin un adecuado componente motorizado, esa unidad sólo sería útil canibalizando los ya mermados recursos de transporte del PzGr africano, y no aportó ni un carro de combate al esfuerzo en el desierto.

El avance hacia Egipto fue finalmente frenado a primeros de agosto frente a las posiciones del 8º ejército en El Alamein. Con los refuerzos recibidos las fuerzas alemanas en África disponían de cuatro divisiones, tres de las cuales estaban en un estado de agotamiento casi total, y la cuarta no tenía, como hemos dicho, componente acorazado ni vehículos. Apoyaban a estas fuerzas las dos divisiones acorazadas italianas, tan al límite de sus fuerzas como sus homólogas alemanas y mucho peor equipadas, y cuatro divisiones de infantería italianas igualmente subequipadas, reforzadas por la folgore, división paracaidista, igualmente a pie como sus compañeros infantes.


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CADENAS EN EL DESIERTO: El Alamein

Ante las posiciones inglesas las condiciones de la lucha cambiaron radicalmente. Por primera vez era imposible flanquear al enemigo, con el mar a su derecha y la depresión de Quattara a su izquierda. Ahora la RAF podía hacer sentir toda el peso de su fuerza sobre el campo de batalla y las tropas del Imperio luchaban con la fría convicción de que ya no había retirada posible. El asalto inicial de las fuerzas de Rommel fue rechazado y el tiempo empezó a correr contra el PzGr africano.

La pesadilla del suministro había alcanzado su máxima expresión. El avance se había hecho aprovechando las ingentes cantidades de suministros capturados en la retirada inglesa y la toma de Tobruk, pero la marina italiana seguía haciendo sus envíos a través de Trípoli, lo que suponía que por cada barril de combustible que recibía Rommel había que consumir otro durante el camino. Además los recambios y nuevos carros y armas venían desde Alemania vía Italia, se embarcaban hacia Trípoli y alcanzaban por tierra a la fuerza alemana: casi 3000 km de viaje. La exigencia de Rommel de que se acondicionara y usara el puerto de Tobruk cayó en oídos sordos. La negligencia, corrupción y puro obstruccionismo de las autoridades italianas estaban alcanzando cotas inimaginables y Mussolini, convencido de la inminencia de la victoria definitiva en Egipto, no movía un dedo en favor de Rommel, tratando ahora de presentar la victoria de los alemanes como un logro italiano.

Kesselring, el mando alemán de más alta graduación en el teatro mediterráneo, era un general de la LW y se negaba a apoyar las demandas de un mando subordinado del Heer, considerando que eran exageradas e inconsistentes.

Pese a todo a finales de agosto las tropas del eje volvieron a intentar el asalto en torno a Alam Halfa, tratando de atraer a las brigdas acorazadas del enemigo hacia el escudo de cañones de 88, pero los carros ingleses no acudieron al combate como esperaba Rommel, y la tenaz defensa de la infantería, con un apoyo artillero de una contundencia inimaginable bastó para rechazar el asalto de Rommel.

Los refuerzos acorazados recibidos haste ese momento eran mínimos. Pese a todas las promesas apenas se habían repuesto las unidades perdidas; tan sólo había unos 40 carros del nuevo Pz IV F con cañón largo y una docena de cazacarros Marder III. La mayor parte del nuevo material recibido era italiano y dada su nula calidad su tranporte había sido un costoso esfuerzo inútil (en teoría la logística se hacía en paridad para italianos y alemanes, pero en la práctica los mandos italianos daban preferencia a sus fuerzas con consecuencias desastrosas para el PzGr).

Forzado a la inmovilidad, Rommel trató al menos de dar un reposo a las fuerzas acorazadas a medida que llegaban las divisiones de infantería para reemplazarlas en el frente, pero los ingleses dedicaron sus esfuerzos a ir destruyendo poco a poco a las fuerzas italianas de modo que las tropas del PzGr tuvieran que acudir una y otra vez a sostener las posiciones, de modo que cuando llegó el momento su estado físico y anímico era lamentable.

Alexander y Montgomery llegaron para hacerse cargo de las operaciones. COn ellos llegaron importantes refuerzos y nuvo equipamiento, incluyendo varios centenares de los nuevos carros M-4 sherman americanos, que habían sido enviados nada más conocerse la caíade de Tobruk.

La estrategia de la batalla de El Alamein, fue de desgaste. Tras más de seis semanas de continuos ataques menores y bombardeos de cara a minar la moral y capacidad de combate de las fuerzas del eje, el 23 de octubre se inició la batalla decisiva en el desierto con una barrera artillera como no se había visto desde la Gran Guerra. Durante una semana y media las fuerzas acorazadas del eje agotaron sus últimos y preciosos recursos acudiendo allí donde fueran necesarios, bajo una continua lluvia de bombas, mermando poco a poco sus efectivos y, sobre todo, su combustible. Los prometidos refuerzos (Hitler en persona había prometido a Hitler un batallón de tigres, centenares de lanzacohetes, cazacarros, más apoyo aéreo) y la gasolina (Kesselring había afirmado que no habría problema en transportar hasta 500 tn de combustible por vía aérea en caso de necesidad) jamás llegaron y finalmente la capacidad combativa del PzGr africano despareció junto con la de sus camaradas italianos. La pérdida de la Ariete fue especialmente grave ya que a través de sus destrozadas posiciones los ingleses abrieron una enorme brecha en el frente del eje.

El 3 de noviembre, justo cuando Rommel iniciaba los movimientos para cubrir la retirada de la infantería italiana y retroceder en buen orden, llegó la célebre orden del fuhrer de "victoria o muerte" y fue imposible organizar la operación. Al día siguiente la situación se volvió desesperada y finalmente las tropas alemanas se retiraron hacia el oeste, pero en desorden y sin poder apoyar a sus aliados italianos, que no pudieron replegarse sin protección. Era el final del ejército africano. Sólo la ineptitud del mando inglés a la hora de organizar la persecución de un enemigo derrotado, sin combustible y sin protección aérea permitieron a Rommel poner a salvo a los restos destrozados del otrora orgulloso PzGr africano.


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Mensaje por japa »

EL ALAMEIN: ANÁLISIS

Los combates en torno a El Alamein no tuvieron a nivel táctico una gran trascendencia. Hizo falta todo el empuje del ejército británico para derrotar a cuatro divisiones alemanas mientras fuerzas muchísimo más poderosas luchaban a muerte en el frente oriental. Sin embargo la trascendencia política y estratégica fue enorme, desmesurada.

Las victorias tienen cien padres, y tanto el gobierno italiano como el alemán habían hecho bueno ese dicho. A medida que el frente del este se había centrado en el cementerio insaciable de Stalingrado la propaganda de Goebbels había forzado la máquina para aprovechar hasta el límite las victorias de Rommel, presentando al pueblo alemán la victoria en Egipto como un hecho consumado y la prueba para el mundo de la invencibilidad alemana. Rommel había sido ascendido a Mariscal tras la captura de Tobruk y su figura había sido enaltecida hasta extremos ridículos. Ya se hablaba de cómo las fuerzas del eje atravesarían Oriente Medio para enlazar en el Cáucaso con las tropas en Rusia. SIn embargo no se había hecho nada para asegurar la victoria y el absurdo optimismo de Hitler, apoyado por Kesselring desde Italia, había hecho imposible la tarea que se le exigía ahora al reducidísimo ejército alemán. La orden del fuhrer de resistir hasta el final se basaba en la absurda suposición de que la fuerza inglesa era ficticia y pronto se agotaría, y al no ser así ahora todos cargaban sus baterías para acusar a Rommel de derrotista y responsabilizarle de una derrota imposible de evitar.

Mussolini ya había encargado un caballo para presidir el desfile de la victoria en El Cairo, y ahora se enfrentaba al completo hundimiento de la moral en Italia. Las tremendas pérdidas del ejército italiano en África implicaban que prácticamente no habría familia en Italia en la que no hubiera un pariente herido, muerto o prisionero de los ingleses. Pronto la situación se volvería infernal cuando el cuerpo expedicionario italiano en Rusia fuera aniquilado en el espantoso invierno del 42. Los mismos mandos italianos que habían boicoteado al general alemán, ahora le acusaban de todas sus desdichas. Iba a perderse la Cirenaica y pronto le seguiría la tripolitania. El imperio italiano caminaba hacia su desaparición.

Con las fuerzas alemanas en África destruidas o en retirada, ahora les llegaba el turno de intervenir a los americanos. Mientras Rommel trataba de sacar de la trampa a sus agotadas fuerzas, los aliados desembarcaban en Marruecos el 8 de noviembre. A Hitler iba a surgirle un nuevo frente por la espalda.

Pero aparte de estas consecuencias, y centrándonos en el tema de las fuerzas acorazadas, hay una serie de puntos que suelen pasar desapercibidos de los combates en torno a El Alamein, y que, en pequeña escala, iban a ser un anticipo de todos los problemas que afrontarían desde entonces las PzDiv alemanas.

Rommel iba a ser el primer general alemán que descubriría el precio de descuidar la logística. La dura lección aprendida en el otoño del 42 nunca se le olvidaría. Sin gasolina, sin repuestos, sin reemplazos, sus PzDiv se habían visto reducidas a la más absoluta impotencia en apenas un mes de lucha. De nada habían servido los enormes stocks de gasolina almacenados en Italia ya que jamás habían llegado al frente. Y sin combustible, las PzDiv estaban inermes.

El poder aéreo aliado había demostrado ser decisivo frente a las fuerzas acorazadas alemanas. Rommel había visto como la RAF había sido capaz de negar a sus carros la movilidad táctica imprescindible en el combate. El casi absoluto dominio aéreo del enemigo, día y noche, había además hundido la capacidad de resistencia de sus tropas, condenadas a la estaticidad bajo una lluvia de bombas. Eso marcaría las ideas tácticas de Rommel en los próximos dos años ya que hasta el verano de 1944 sería el único general panzer que sabría lo que significaba la pérdida del espacio aéreo. Sus advertencias serían, empero, inútiles, ya que Hitler había pasado de considerarle un ejemplo para el Heer a verle como un derrotista sin voluntad.

El momento de la LW había pasado. La cacareada fuerza del X FK de Kesselring había sido inútil frente a la RAF y los aviones alemanes habían desaparecido del campo de batalla; sin cobertura aérea los panzer habían luchado sólos en el peor de los escenarios posibles. Esa sería pronto la tónica general para todas las PzDiv alemanas.

Además las promesas de abastecimiento aéreo de Kesselring habían demostrado ser un cúmulo de mentiras. Un mes antes del cerco de Stalingrado la Luftwaffe se había mostrado incapaz de aprovisionar a cuatro divisiones debilitadas, y sin embargo Hitler se obstinaría en creer las mismas mentiras cuando Goering le garantizase que mantendría bien abastecido a un ejército diez veces más numeroso.

La derrota se había producido por la falta de previsión estratégica del OKW, que no había sido capaz de aportar las reducidas fuerzas que habrían podido convertir una derrota en una victoria increíblemente barata. Sólo un mes más tarde la obsesión de Hitler por no ver mermado su prestigio le llevaría a convertir Túnez en un sumidero de tropas y recursos, perdiendo en esa campaña diez veces más fuerzas de las que hubieran sido necesarias para volcar la situación en El Alamein.

Cuando peor estaban las cosas, Hitler le había negado a Rommel la libertad operacional, reemplazando la flexibilidad táctica por su necia convicción de que bastaba la voluntad para ganar las batallas e inmovilizando al PzGr en las 24 horas cruciales que habrían permitido salvar a la mayor parte del ejército. Una situación que se repetiría desde entonces una y otra vez, empezando por Stalingrado y acabando en Kurlandia. Sin independencia de criterio y con la iniciativa cortada de raíz, la mejor arma del Heer había sido anulada por "el mayor estratega de todos los tiempos"

Las tácticas de las PzDiv para el asalto a posiciones enemigas, exitosas en Francia, habían sido inútiles primero frente a Tobruk en 1941 y de nuevo frente a El Alamein un año después. Las PzDiv no podían atravesar sólo con sus medios y fuerza unas posiciones adecuadamente equipadas con artillería y minas, con la suficiente profundidad y guarnecidas por una infantería decidida a combatir hasta el final. Al bloquear al PzGr frente a El Alamein los ingleses le habían negado su mejor arma, la movilidad táctica. Medio año después los soviéticos harían lo mismo en Kursk y anularían a la mayor fuerza acorazada jamás reunida por los alemanes en un sólo combate.

La ya escasa ventaja técnica de los Pz III y IV frente a sus enemigos anglosajones se había desvanecido con la llegada de los sherman americanos. Ahora el núcleo de las PzDiv estaba en inferioridad de condiciones en todos los teatros. De los carros principales de la Panzerwaffe, sólo el Pz IV AusfF daba la talla frente a los nuevos enemigos pero el nivel de averías de su planta motriz, demasiado sobrecargada, era alarmante. Los cazacarros se habían mostrado muy eficaces (los ingleses llegaron a pensar que el Marder III era un 88 autopropulsado) pero estaban poco protegidos y requerían algunas mejoras imprescindibles. Sobre todo hacía falta más coraza y más potencia de fuego. La llegada de la nueva generación panzer permitiría marcar de nuevo las distancias en combate, pero no sería suficiente.

Sobre todo la falta de infantería había sido un talón de Aquiles insuperable para los panzer. Ante la abismal diferencia de equipamiento y adiestramiento con las tropas italianas, las PzDiv de Rommel habían tenido que combatir casi en solitario frente a posiciones demasiado bien protegidas y armadas, lo que había ocasionado un desgaste inimaginable para las premisas tácticas del Heer. Esa situación iría agravándose para Alemania en 1943 no sólo por las tremendas bajas sufridas en ese invierno sino por una serie de decisiones de Hitler rayanas en la más completa idiotez (pero no adelantemos acontecimientos: lo veremos en su momento)

La falta de mecanización de la infantería había sido letal. La movilidad de las fuerzas de Rommel se había logrado a base de aprovechar todos los recursos capturados al enemigo (con la consiguiente pesadilla para los mecánicos del PzGr) pero eso era un parche: la industria alemana sería incapaz de dotar a sus tropas de una motorización adecuada. Desde 1942 hasta el final el motor sería el arma de los aliados mientras los alemanes harían la guerra a pie. Las PzDiv se habían concebido como un medio que debía actuar en coordinación con las demás armas, pero sin la infantería estaban cojas.
La imagen publicitada por Goebbels del Heer era la de un ejército moderno y motorizado, pero era pura fachada. Para empeorar las cosas sus enemigos sí estaban motorizñandose a niveles imposibles para los alemanes. El nuevo enemigo, el US Army, era el primer ejército enteramente motorizado del mundo.

Todas estas lecciones anticipaban lo que les esperaba a partir de entonces a las supuestamente invencibles PzDiv, pero no fueron aprovechadas y los mismos errores se repetirían una y otra vez hasta el final.

La guerra del desierto había llegado a su fin. Pese a toda la atención mediática que recibió, no había sido sino una lucha secundaria ¿Qué pasaba entretanto en el escenario principal?


alejandro_
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Mensaje por alejandro_ »

La derrota se había producido por la falta de previsión estratégica del OKW, que no había sido capaz de aportar las reducidas fuerzas que habrían podido convertir una derrota en una victoria increíblemente barata.


Kesselring nunca tuvo una buena relación con Rommel En las memorias del bonachón mariscal las críticas se centran en éste. El hecho de que Rommel se saltase su autoridad, y aprovechase su excelente relación para salirse con la suya desquiciaba a "Smiling Albert".

sólo el Pz IV AusfF daba la talla frente a los nuevos enemigos pero el nivel de averías de su planta motriz, demasiado sobrecargada, era alarmante.


Vaya, esto me sorprende ¿Tienes más detalles o alguna fuente? el Pz-IV fue uno de los carros más fiables que operó Alemania. En sus últimas versiones estaba sobrecargado y seguía teniendo orugas estrechas, pero nunca fue un problema enorme.

Los cazacarros se habían mostrado muy eficaces (los ingleses llegaron a pensar que el Marder III era un 88 autopropulsado) pero estaban poco protegidos y requerían algunas mejoras imprescindibles


Las piezas soviéticas eran muy apreciadas en Africa.

El nuevo enemigo, el US Army, era el primer ejército enteramente motorizado del mundo


Curiosamente la propaganda hizo su efecto y los americanos quedaron muy sorprendidos de la cantidad de caballos y carromatos que vieron en Normandia.

La guerra del desierto había llegado a su fin. Pese a toda la atención mediática que recibió, no había sido sino una lucha secundaria ¿Qué pasaba entretanto en el escenario principal?


Rommel intentó retirar las diezmadas tropas de Africa, ya que opinaba que los aliados eran demasiado fuertes, y sería mejor trasladarlas a Italia, donde hubiesen podido ser reequipadas, pero Hitler prefirió mandar más tropas con los resultados ya conocidos.

Saludos.


japa
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Mensaje por japa »

Me refiero a que en las duras condiciones de la larga retirada hacia la tripolitania los pocos Pz IV ausfF supervivientes sufrieron muchas averías en comparación con los modelos anteriores. El Ausf F y las versiones posteriores seguirían siendo mucho más fiables que los Pz V y VI, pero no tanto como los AusfD y E o los Pz III, o los carros principales de sus enemigos, los M-4 y T-34.
No olvidemos que las fuerzas de Rommel apenas recibían repuestos y que estuvieron luchando en retirada desde Egipto hasta casi Túnez. En esas circunstancias las averías eran un problema casi insoluble y un carro averiado era un carro perdido.


josan
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Mensaje por josan »

Mi opinion es que entre unos y otros dejaron tirado a Rommel en El Alamein.
Si Hitler y los italianos le hubieran hecho un poco de caso,hubieran mandado tropas y combustible en cantidades serias.Luego en Tunez,bien que mandaron de todo,pues Hitler estaba picado en su orgullo,eso sin contar con las presiones de Mussolini.
Ya se que parece ser que era mas facil por cueston de distancias mandar refuerzos a Tunez,pero con que se lo hubiesen tomado en serio,los britanicos se habrian visto con el agua al cuello.
En fin,otro gran exito del superestratega Grofaz-Hitler.Un saludo.


imrahil
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Mensaje por imrahil »

josan escribió:Mi opinion es que entre unos y otros dejaron tirado a Rommel en El Alamein...


Rommel también fue responsable de su situación. Estiró demasiado sus líneas sin preocuparse por asegurar sus líneas de comunicación.

Saludos cordiales.


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urquhart
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Mensaje por urquhart »

Hola a todos:

creo que a Rommel lo olvidaron después de verano de 1942, ya que junio, tras romper la línea de Gazala, hasta Benito se desplazó a Derna, para una vez conquistado El Cairo, entrar tras el AK,adelantandose politicamente a cualquier movimiento alemán.

Imagen

Benito, a su llegada a Derna, junio de 1942,luciendo un vistoso gorro blanco de aviador.

Solo que se hubiera adecentado el puerto de Tobruk, o a alguien se le hubiera pasado por la cabeza un oleoducto Trípoli-Frente del Desierto, cosa que por otra parte habían realizado los británicos desde la estación ferroviaria de El Alemein hacia la frontera libio egipcia; o hubieran prestado mayor atención a la batalla aérea, o las Pz Dv. hubieran contado con sus plantillas, o los italianos de la Ariete o la Trento o la Littorio hubieran contado con P-III en lugar de M-13, quien sabe.

Error del Mariscal Rommel por alargar sus líneas, desde luego, pero si en gazala los gaullistas y la 150 Brigada no hubieran concentrado los esfuerzos italo alemanes, el VIII Ejercito hubiera sido derrotado, y la siguiente líea defensiva hubiera sido el Nilo.

Pero error del Commando Supremo y el OKH de no haber convertido las arenas líbicas en el sumidero del esfuerzo de la Commonwealth, cosa que sí fué para los italo alemanes Túnez. Anda que no hubiera dado otro juego el I Ejercito de Messe en Sicilia... y los experten del Pz Gr. Afrika...en fin...gracias a quien queraís Rommel tenía los superiores que tenía. Todo ello son apreciaciones de "estratega de salón".

Saludos.
Última edición por urquhart el 24 Abr 2007, 13:28, editado 1 vez en total.


Tempus Fugit
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Mensaje por urquhart »

Duplicado.


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