De nuevo, Jonathan Walker, en su libro "Operación Impensable", comenta que el Plan norteamericano “Pincher” que data de principios de 1946, plantea que dada la superioridad convencional terrestre soviética y de sus aliados, deberían retirarse a España e Italia, e incluso perder estos países y refugiarse en Reino Unido. Esto es así debido a la retirada de los grandes ejércitos anglo-americanos de Europa tras el fin de la SGM. Pero lo que me llama la atención es que dice que desde bases en Inglaterra, Egipto y la India, comenzarían casi de inmediato una campaña aérea contra las industrias que sostendrían el esfuerzo bélico soviético y las ciudades, tanto con bombardeo convencional, pero también con armas atómicas. La fase final sería recuperar Europa e invadir la URSS…
Dada la retirada de tropas aliadas en 1946 no es extrapolable a 1945, pero lo que me llama la atención es que, aunque esto último lo hagan como previsión (invadir la URSS), parece que pensaban que pese a un bombardeo atómico desde el principio, los planificadores americanos supusieran que los soviéticos pudieran conquistar toda la Europa continental, lo que llevaría su tiempo. En fin, que suponían un elevado grado de capacidad de sufrimiento y de encajar perdidas en sus ciudades y población.
Aquí dejo un enlace a un pdf con cosas interesantes, con comentarios sobre los primeros planes atómicos de los EEUU entre 1946-1950. Me ha llamado uno de esos comentarios la atención especialmente:
The plan recognized that many of these sites were in built-up areas. Like Broiler, Crankshaft considered directly targeting morale by killing civilians in cities. At one point it even acknowledged that “it may become advisable to abandon the concept of destruction of the enemy’s physical means to wage war in favor of a concept involving destruction of his will through massive attack [on the Soviet] people.” But the planners withdrew, calling for a better understanding of the link between attacking people and breaking their will. The Joint Chiefs released the Harmon Report in 1949, which analyzed the probable effects of atomic bombs on seventy Soviet cities. It concluded that the United States could launch such an offensive; but while it would destroy 30 to 40 percent of Soviet industry, it would not appreciably affect public will. In fact it could “validate Soviet propaganda against the United States, unify the people, and increase their will to fight.” The study concluded that the most tangible benefit of the offensive was speed: it “would constitute the only means of rapidly inflicting shock and serious damage to vital elements of the Soviet war-making capacity.”5 Striking first and hard could be a credible warfighting concept.
Saludos.
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