LA FRACTURA

La Historia Militar española desde la antiguedad hasta hoy. Los Tercios, la Conquista, la Armada Invencible, las guerras coloniales y de Africa.
Domper
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Un viaje por España (III)

La llegada

A pesar de ser un periodista viajero, había volado pocas veces. Por eso me quedé extasiado viendo el paisaje desde la reducida ventanilla del avión. Porque, todo hay que decirlo, no eran ventanas sino pequeños agujeros en los que todos nos agolpábamos para mirar. Como tuve la suerte de estar sentado junto a una fui de los primeros que pude vislumbrar la nueva España.

Al haber volado poco me resultaba difícil comparar el paisaje con el de otros países. Dicen que la costa Atlántica, que sobrevolamos, es muy verde, pero estaba cubierta de nubes y no pude verla. Dicen que es lo normal, que en España no son todo desiertos, y la costa Atlántica es muy húmeda y suele estar nublada. Cuando se abrieron los cielos ya estábamos sobre parajes más áridos y el paisaje era una mezcla de ocre, gris y verde oscuro, con pequeños pueblos rodeados por campos. Aunque noté algo extraño: en mi anterior visita había hecho un corto viaje en una avioneta de la FARE, la fuerza aérea de la República, y recordaba como los pequeños pueblos y aldeas estaban rodeados por “eras”, es decir, pequeños campos baldíos para aventar la mies. Los campos de cultivo, en mi anterior viaje, eran pequeños e irregulares. Ahora eran mucho más grandes, con las formas rectangulares propias del Medio Oeste, y por su verdor se adivinaba que muchos se regaban artificialmente. Los pueblos eran más extensos y las eras habían desaparecido, sustituidas por edificios de forma rectangular alargada, a veces formando barrios grandes. Nos dijeron eran “casas adosadas” muy parecidas a las que hay en Inglaterra. También pudimos ver grupos de chalets con terreno y hasta piscina, que eran “urbanizaciones”. Según parece, los españoles viven cada vez menos en sus ciudades y se han trasladado a localidades cercanas. En casi todos esos pueblos se veían edificios con instalaciones deportivas. Nos dijeron que eran colegios, y que la escolarización era gratuita, universal y obligatoria para ambos sexos hasta los dieciséis años. También había instalaciones deportivas con campos de fútbol y piscinas. Cerca de las localidades mayores vimos grandes extensiones con calles de forma regular que eran complejos industriales.

Me llamaron la atención las carreteras. En mi anterior viaje, sin ser malas, eran estrechas y tortuosas. Ahora se veían anchas, rectas y pavimentadas. Casi siempre rodeaban los pueblos, y los cruces no eran tales, sino que había una especie de plazas circulares que llamaban “rotondas” y de las que me iba a hartar: los españoles las ponen en todas partes, en parte como medida de seguridad, pero también para evitar que sus coches corren mucho. Porque, otro día hablaré de ello, tienen automóviles que alcanzan las ciento veinte millas por hora, pero está prohibido superar las cincuenta. Como nuestros compatriotas, los españoles también tienen contradicciones.

Desde lo alto no solo vi esas carreteras, sino también estupendas autopistas de cuatro y seis carriles, con cruces en forma de lazadas, y por las que circulaban bastantes coches. Al parecer la vida cotidiana en España se había afectado poco por la guerra. Luego nos dijeron que el racionamiento de combustible había podido ser relajado al poco del salto temporal, una vez se establecieron los convoyes transatlánticos. No nos pareció lógico transportar fuel por un océano en guerra para malgastarlo en excursiones, pero Celorrio nos explicó que gran parte de la población vivía en barrios dispersos y que el racionamiento estaba afectando gravemente no solo a la calidad de vida sino a la producción industrial. Lo que se había hecho era aumentar el cupo disponible, pero con precios que se elevaban progresivamente. Incluso el combustible más barato costaba cerca de veinte dólares el galón, un precio para millonarios, aunque se subvencionaba en algunos casos. También se habían implantado limitaciones a los vehículos que llevasen solo uno o dos pasajeros, que solo podían circular ciertos días dependiendo del número de sus matrículas.

Al acercarnos a la capital los barrios de adosados y las autopistas se hicieron más frecuentes, y sobrevolamos terrenos enormes cubiertos de grandes naves industriales. Me resultaba difícil identificar los lugares sobre los que pasábamos, pero me suena que en 1936, durante las batallas de Madrid, esas zonas eran campos abiertos cubiertos de olivares y cereal. Aparentemente España ya no vivía de la agricultura.

Aterrizamos en el aeropuerto Adolfo Suárez – Barajas. Celorrio nos explicó que ese tal Suárez había sido un político que había acabado con el régimen de Franco. El aeropuerto era muy grande: pudimos atisbarlo al aterrizar (fue una toma tan suave como había sido el vuelo), y me pareció ver cuatro larguísimas pistas, de varios kilómetros, con una extensión pavimentada tremenda, como si hubiesen cubierto Central Park de cemento. Observamos en los días siguientes muchos más ejemplos de la afición española a cubrir de cemento su país. El aparato llegó junto a un edificio, del que salió una especie de pasillo plegable: salimos directamente a la terminal de pasajeros, sin llegar a pisar el suelo.

La terminal era ¿Cómo describirla? ¿Cómo la que hubiese edificado Frank Lloyd Wright si le dejasen? Un edificio mucho más grande que la Estación de Park Avenue, de líneas modernísimas y muy luminoso gracias a sus enormes ventanales. La pena era que estaba triste, frío, vacío e incluso un poco sucio. De nuevo Celorrio acudió con la explicación: esa terminal, que era una de las cuatro que tenía el aeropuerto, estaba pensada para acoger a millones de pasajeros, pues esa España futura había sido un destino turístico muy visitado y recibía decenas de millones de visitantes cada año. Pero tras el salto temporal esos turistas no habían nacido, y sus abuelos estaban peleando en la guerra. La mayoría de los aviones destinados a transportarlos habían sido convertidos en los bombarderos que estaban poniendo a Alemania contra las cuerdas. Por tanto apenas había tráfico aéreo civil y la terminal estaba cerrada, esperando tiempos mejores. Barajas se empleaba como base militar auxiliar, sobre todo por sus grandes instalaciones de mantenimiento de aviones.

Nos recibieron diplomáticos pero también policías. Más mujeres que hombres, y era una de ellas la que mandaba: no mentían al decir que el papel de la mujer había cambiado. Nos condujeron a una sala donde se repitió la inspección minuciosa que ya habíamos sufrido en Nueva York. Después nos identificaron, nos fotografiaron y nos tomaron las huellas dactilares. Ahí pudimos ver, por primera vez, uno de los famosos “ordenadores”, que vienen a ser una mezcla de máquina de escribir, caja registradora y aparato de televisión. Dicen que están conectados por teléfono y que lo que se escribe en Madrid aparece instantáneamente en Barcelona o en las Canarias. Luego nos entregaron una tarjetita de identidad de un material parecido al celuloide pero más duro, impreso a todo color y con una filigrana a prueba de falsificador, y que además tenía nuestra foto. No grapada ni pegada sino estampada en la misma tarjeta. Tenía también una pieza metálica pequeñita que nos dijeron que nos serviría para identificarnos. Tenía razón: nos la pidieron una y otra vez durante nuestra estancia, y bastaba con acercarla a unas máquinas para que una pantalla presentase nuestros datos personales. Por tanto, no era una filigrana de metal sino otro las famosas galletitas electrónicas: amigos falsificadores, buscad otra profesión. La tarjeta también servía como medio de pago: nos habían dado un crédito de mil euros (equivalente a unos dos mil quinientos dólares) para nuestros gastos. Nos recomendaron que fuésemos prudentes porque los precios nos iban a sorprender. Razón tenían: había una máquina expendedora de bebidas bastante diferente a las de nuestra tierra, pero que también tenía Cokes. Pedían por cada una ¡un euro y medio, el equivalente de tres dólares y pico! En mi calle las venden por dos dimes, y aun nos parecen caras.

También nos entregaron una “cámara fotográfica digital”. Era una de esas maravillas que para los españoles son banales pero que nos dejaron con la boca abierta. Era muy pequeña, menor que un paquete de cigarrillos. Por un lado tenía el objetivo, que era “zoom”, es decir, que lo mismo podía sacar una vista general que ampliar un pequeño detalle. Por detrás no tenía visor sino otra de esas pantallitas que se empleaban para todo. Era completamente automática: bastaba con apuntar y disparar, y las fotos salían bien, perfectas de color (porque eran a todo color) y de exposición. Si no nos gustaban, se podían borrar y repetir. Las imágenes se guardaban no en película, sino en una cosa minúscula, del tamaño de un sello de correos, una “tarjeta de memoria” en la que grababan miles de fotos. Las tarjetas se metían luego en unas máquinas con ranuras, y las fotos se imprimían automáticamente. Las teníamos que enseñar a la censura; no les importaba que las tomas fuesen dramáticas o que mostrasen aspectos desagradables de la realidad española; solo estaba prohibido el espionaje militar o tecnológico.

También nos dieron un “teléfono móvil”. Nos dijeron que era de un modelo muy limitado, de “concha”. Celorrio fue franco: antes de la “Fractura”, el salto temporal, los aparatos “electrónicos” de todo el mundo se fabricaban en unas pocas fábricas. Algunas en Estados Unidos, pero casi todas en países del sur de Asia: Japón, China, Malasia, Indonesia, Singapur ¿Alguien se imagina a los coolies construyendo maravillas tecnológicas? Pues por lo visto, lo hacían. En España se diseñaban y se encargaba la fabricación, pero tras la Fractura habían tenido que ponerse a fabricarlos, tarea que estaba en fase inicial. La mayor parte de la producción se empleaba para equipos militares, y el resto para aparatos médicos; la electrónica civil estaba de capa caída, y por eso nos cedieron unos teléfonos de modelos anticuados que estaban a punto de ser descartados. Pero funcionaban la mar de bien, y las conferencias se escuchaban mucho mejor que con los teléfonos de nuestra patria, estuviésemos donde estuviésemos: daba lo mismo que fuese en dentro de un edificio que paseando por una playa.

No creo que todos mis lectores sean neoyorquinos ricos, y no muchos tendrán teléfonos en casa. Por ello estarán habituados a acudir a la tienda de la esquina, pagar unos céntimos, llamar a la operadora y solicitar línea. Aquí no solo hay teléfonos en todas las casas, sino que casi todo el mundo, hasta los niños, lleva uno de esos aparatitos en el bolsillo. Mejor dicho, en la mano, porque están escribiendo continuamente en ellos con una especie de pequeño teclado: la gente emplea los telefonillos más que para llamarse y hablar, para mandarse pequeños mensajes escritos. Por lo visto están continuamente escribiéndose tonterías o enviando chistes o fotos de la familia. Pues, se me olvidaba, hasta los telefonillos tienen una pequeña cámara de fotos ¿se imaginan un aparato más pequeño que una cartera, que sirva al mismo tiempo de teléfono, máquina de escribir y cámara de fotos? Además esos telefonillos no necesitan enchufarse sino que funcionan por radio. Basta con conectarlos cada dos o tres días a la red eléctrica durante un rato para que su batería vuelva a tener potencia.

Las llamadas son automáticas. No hay operadoras sino que se marca un número muy largo y la conferencia se establece instantáneamente. Por desgracia el sistema no funciona para llamadas internacionales, para las que se requiere el sistema antiguo. Salvo con Lisboa, donde podíamos conectar libremente. Pensarán que gracias al teléfono podríamos dictar nuestras crónicas directamente a la capital lusa y así saltar la censura: pues tienen razón. Este artículo, por extraño que les parezca, no está censurado. Eso sí, ya sabíamos que si algún corresponsal revelaba secretos militares, sería expulsado. Algo razonable en un país en guerra.

También nos entregaron un equipo menos agradable: una “pulsera telemática”, un sistema de localización. Nos daban libertad, pero menos. También parece algo sensato. Una cuestión es dar libertad de movimientos, otra tener una panda de corresponsales hurgando en un país que está sufriendo una grave crisis. Nos recordaron que el espionaje en tiempos de guerra era un delito muy grave, y de nuevo nos recomendaron prudencia.



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Domper
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Dolor en el corazón era la palabra con la que los marinos veían a la F-101 Álvaro de Bazán llegar al amarradero de La Carraca. Pues el buque iba a entrar allí para no salir, al menos en años.

Aunque se había intentado mantener en servicio alguna unidad retirando las otras, y a pesar de los repuestos procedentes de la Juan de Borbón, dañada en Cartagena, el informe técnico había sido determinante: si se intentaba seguir manteniendo la fragata en servicio sus componentes electrónicos podrían sufrir daños irreparables. En esa situación, y ya que España no estaba sufriendo ya una amenaza cercana, hubo que tomar la dolorosa decisión de retirar la clase entera. Las dos más modernas (la Méndez Núñez y la Cristóbal Colón) serían reactivadas ocasionalmente pero solo para mantener el entrenamiento de las dotaciones y para poder sacarlas al mar en caso de crisis; pero a efectos prácticos la Armada había perdido sus dos mejores buques.

No eran los únicos. El submarino Siroco, también dañado en Cartagena, había sido desguazado, y el Galerna, de la misma clase, había pasado a la reserva. El portaaviones Príncipe de Asturias, sin Harrier, también esperaba su destino. Habían sido retiradas las veteranas fragatas Asturias y Extremadura, y las no tan viejas pero aun así con muchas millas encima Santa María y Victoria.

Eso hubiese dejado a la flota convertida en poco más que un grupo de guardacostas de no ser por las nuevas incorporaciones: además de la reconstrucción de cinco corbetas y de cuatro BAM, estaban las catorce “fragatas” de la clase Gálvez, en realidad destructores norteamericanos modernizados, y el S-92 Orca, un submarino de la clase Tambor modernizado. Más importante era la incorporación de los dos portaaviones de escolta Pelayo y Dédalo. La lista de buques de próxima entrega no era corta: otros dos portaaviones, los Glorioso y Jaime I, con mayor capacidad anfibia, ocho destructores clase Fletcher equipados como escoltas antiaéreos, los dos gemelos del Orca, que estaban finalizando las reparaciones tras los daños en Cartagena, y seis submarinos clase Balao, mayores que los Tambor y por eso se esperaban mejores prestaciones.

Con todo, se trataba de buques limitados que hasta ahora habían dependido de los sensores de sus hermanos mayores pre Fractura, pero ya solo quedaban tres fragatas F-80. Barcos útiles pero que ni por asomo eran comparables a las F-100. Además el armamento de los nuevos escoltas, que era más que respetable contra los aviones de hélice de la época, resultaría mucho menos eficaz para los reactores. Teniendo en cuenta que el Essex, el novísimo portaaviones que la US Navy esperaba terminar en pocos meses, dispondría de los Nova Spatha.

Al menos el futuro no era negro. En Cartagena había empezado sus pruebas de mar la joya de la corona: el S-82 Narciso Monturiol. Tras la Fractura se había tomado la salomónica decisión de prescindir del sistema AIP e incorporar baterías de mayor capacidad: así el Monturiol había podido ser finalizado sin problemas, y el peral le seguiría en poco tiempo. En Cádiz también estaban siendo finalizados los dos primeros Lángara: el F-111 Lángara (la Armada volvería a tener su “Rey de los Unos”) y el F-112 Bonifaz. Aunque estaban limitados al misil Sea Sparrow, al menos tendrían equipos de mayor capacidad que los de las Santa María y podría sustituir a las F-100 en su papel de cabeza de flotilla.

Aun así era una pena ver fondear a la Álvaro de Bazán. Era el final de una época.



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Noblejas, Toledo
Centro Emisor de REE


La actividad era frenética desde la madrugada, los técnicos habían tenido que detener las emisiones en el Centro Emisor de Radio Exterior de España en Noblejas, el más potente de la península, y dejar las emisiones habituales a las menos potentes estaciones de Arganda del Rey y Tenerife.

Había llegado en plena noche un equipo técnico para adecuar la instalación a unos equipos de emisión automatizada en frecuencias entre los 10.425 y los 16.084 Mhz y con unas potencias al límite de la capacidad de la instalación, se pretendía radiar nada menos que con 700 Kilovatios de potencia.

El personal que había llegado con los equipos nuevos se encargaría de su operación, en el Centro Emisor, quien más quien menos, se imaginaba de qué se trataba, las emisoras de números no eran desconocidas para cualquier aficionado o profesional de las ondas, estaba claro que se pretendía emitir una señal de alcance mundial, y a una potencia abrumadora, obviamente, concluía parte del personal del Centro, se estaba preparando la instalación para interferir alguna otra emisora de Onda Corta.

Cobraban ahora cierto sentido para muchos de los empleados de REE los chismes sobre la misteriosa emisora de números que había surgido de la nada unos meses atrás, emitiendo en lo que parecían horarios preestablecidos en frecuencias cambiantes, y que dejó de emitir tan súbitamente como había aparecido.

A primera hora de la mañana el Centro tenía que estar emitiendo lo que fuera que vomitasen los sistemas automáticos que se estaban instalando.


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La Vinícola
Calle San Eugenio
Madrid.


El local estaba abarrotado, pequeño y ruidoso, un pequeño bar de vinos y cañas que vibraba con el ambiente de la soleada tarde primaveral, un hombre arrimado a la barra y con un buen traje, no parecía disfrutar del ambiente.

- Hola...
- Pídete una caña.
- Espero que esto sea serio, mis jefes están preocupados por vosotros. - Dijo mientras levantaba su dedo índice para llamar la atención del camarero hacia el grifo de cerveza -
- "Tántalo" se ha callado.
- ¿Qué?... ¡no podeis hablar en serio!...
- Se ha terminado.
- ¡Hay unos acuerdos!, ¡Hay una serie de compromisos firmados! y una sociedad participada, ¡no podeis abandonar así por las buenas!.
- Claro que sí.
- Los jefes no van a aceptar algo así, lo sabes.
- Lo que sé es que no hay vuelta atrás, "Tántalo" ha abandonado la mesa.
- Como querais, tendrá consecuencias... espera ¿ha abandonado o le han echado?
- Una última cosa, tómalo como un "regalo", Tántalo ha dicho que vuestros equipos de seguridad están quemados.
- No es posible, son muy estrictos y tienen..
- Cartagena.
- ¿Qué?
- ¿Cuanto hace que no contactais con los hombres que teneis en Cartagena?
- No lo sé.
- Pues empezad por ahí, y por cierto, no se ha ido, le han echado.
-¡¿Quién?!
- Atenea... Pago yo, no quiero volver a saber nada de tí, ¿está claro?.
- Sabes que no depende de mi.
- Me da igual.


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El Lince del ahora capitán Murieta encabezaba la marcha. El joven oficial había leído sobre el teniente coronel Abrams, el líder de tanques norteamericano de la Segunda Guerra Mundial (que en esta nueva línea temporal había sido invitado a un corso de perfeccionamiento en Zaragoza), y había decidido imitarle: su tanque marchaba en cabeza y el capitán iba erguido en la torre, lo que le daba mayor campo de visión. Cuando uno de sus sargentos protestó, le contestó lo mismo que Abrams en su día: los infantes solo van protegidos por sus uniformes y no se quejan.

Contrariamente a lo que todos creían el avance una vez superado el Rin no había sido fácil. El ejército alemán como tal había desaparecido, pero ahora el ejército español se enfrentaba a una amenaza peor: pequeños grupos de soldados, muchos de ellos miembros de las SS o reclutados en las juventudes hitlerianas, con poco armamento pesado pero muchísimos Panzerfaust, casi la única arma que se seguía fabricando en Alemania. Los Panzerfaust raramente conseguían destruir un Lince aunque causaban averías y bajas; además que con cada vez más frecuencia los tanques se encontraban con las temidas IEDs, es decir, con cargas explosivas improvisadas, que empleaban proyectiles de artillería o bombas de aviación y podían acabar incluso con un tanque pesado. Además las armas que apenas arañaban un Lince podían hacer un desaguisado en los blindados de infantería o de reconocimiento.

Además faltaban helicópteros, y los pocos que quedaban tenían que ser muy cuidadosos al operar. Los alemanes habían descubierto que tanto los AS355 como los EC135, los modelos más empleados para reconocimiento y ataque, eran vulnerables incluso a la fusilería. Estaban organizando emboscadas antiaéreas en las que grupos de soldados, armados con sus fusiles, con ametralladoras, e incluso a veces con cañones antiaéreos ligeros, disparaban al unísono contra los helicópteros. Tras la pérdida de una decena de aparatos se había tenido que renunciar a emplearlos en las avanzadas. Ahora eran los Texán, apoyados por cazabombarderos Halcón, los que abrían camino, pero era demasiado fácil esconderse de ellos.

La nueva táctica alemana obligaba a realizar reconocimientos minuciosos para encontrar las emboscadas alemanas y aplastarlas con artillería o aviones, y eso cuando era factible, pues demasiadas veces estaban en pueblos o ciudades y empleaban a los propios civiles germanos como escudo. Además la penetración cada vez más profunda requería tropas para guardar los flancos, quitando fuerza al avance principal. Como resultado el avance se había ralentizado. En el Weser se habían encontrado todos los puentes destruidos, y había llevado algún tiempo crear pasos. Se había renunciado a entrar en Hannover, que parecía defendido por una fuerza importante, pero otra división (esta vez la polaca) había tenido que quedarse a mantener el cerco. Peor aun, los reconocimientos aéreos mostraban que lo que quedaba del ejército alemán se estaba reagrupando más allá del Elba, para defender Berlín.

La noticia de la muerte de Hitler había tenido efectos variados. Algunas unidades se habían rendido, siendo Osnabrück el enclave de mayor importancia que había capitulado. Cada vez era más frecuente encontrar soldados que deponían las armas o que, simplemente, se volvían hacia sus casas, conservando las armas para poder defenderse de las cuadrillas de las SS que iban a la caza de desertores (y que más de una vez acabaron colgadas de farolas). Pero otros grupos luchaban aun más desesperadamente.

Murieta tenía la orden de realizar un reconocimiento en profundidad más allá de Wolfsburg. Aunque en Brunswick una división SS seguía resistiendo, bloqueando la autopista de Berlín, al norte otra división, esta vez de infantería, había abandonado el frente abriendo una brecha. Se tenía poca información de lo que había más allá e iba a ser el capitán quien echase un vistazo… o pusiese la cara para recibir un par de bofetadas.

La compañía contaba con dos secciones de tanques Lince, otra de infantería en blindados Prim (que eran M113 con una torre abierta con ametralladora pesada, y protección de rejilla adicional), y un pelotón con VAMTAC S3 de reconocimiento y otro con morteros. Iba a realizar la exploración de noche: le privaría del apoyo aéreo y de helicópteros, salvo que se metiese en un lío muy gordo, pero los dispositivos de visión nocturna de sus vehículos le podrían advertir de sorpresitas. Además, si había suerte, la espantada de la división alemana habría pillado a los SS a contrapié y aun no habrían montado emboscadas.

Caía la noche cuando la columna pasó por el puente que se acababa de tender sobre el canal Mittelland. Allí el capitán volvió a recibir instrucciones del comandante Fajarnés, el que mandaba el batallón.

—Murieta, vas a seguir por la carretera hasta Gardelegen. Encontrarás unos cuantos pueblecitos pero los rodeas; no quiero que te metas en follones en esas aldeas. Pero no te vayas muy lejos o no te podrá apoyar la artillería.

—A tus órdenes —dijo el capitán, pensando para sus adentros que lo de la artillería era un chiste. Pues con la niebla que estaba empezando a descender iba a ser muy difícil localizarse, y los GPS que llevaban los vehículos estaban de adorno: la señal terrestre se recibía muy mal lo que daba errores de bastantes kilómetros. Bastante sería con saber si estaban o no en Alemania.

La columna se adentró en la niebla pero pocos minutos después el S3 de cabeza se encontró bajo fuego de fusilería: algunos alemanes que imaginando que ese coche no estaba blindado habían disparado desde lejos. Murieta pensó que los germanos que tenía delante debían ser bisoños, algo normal ya que buena parte del ejército enemigo estaba ya en campos de prisioneros. Peor para ellos: bastó con mandar los tanques disparando con todas sus armas para que se los enemigos se desbandasen. Algunos tiraron las armas y levantaron los brazos; como el capitán no quería disminuir sus fuerzas se limitó a aplastar las armas con un blindado y a ordenar a los soldados que caminasen hacia las líneas españolas.

—Mi comandante —dijo Murieta por la radio—, estoy encontrando actividad enemiga en las afueras de Mieste. Solicito autorización para rodear por el norte.

—Ya la tienes. Mira de no caer en alguna emboscada.

La columna se internó en los campos. Era una extensión prácticamente llana pero cruzada por acequias que, sin ser tan anchas como para suponer problemas, podían actuar como una trampa para los blindados si metían alguna rueda. Decidió mandar por delante a la sección de blindados, seguida por los tanques: su peso derrumbaba las márgenes de las acequias creando un camino por el que los VAMTAC podían pasar. Por fin llegaron al bosque: para llegar a Gardelegen había que pasar antes por una aldea, Solpke, entre dos bosques que formaban un pasillo de poco más de un kilómetro de anchura. Era el sitio ideal para tender una emboscada y por tanto el último lugar por donde pasar. Pero las fotos mostraban que la masa de árboles estaba cruzada por muchos caminos madereros que seguramente no estarían vigilados.

Nada más internarse por uno de los caminos, que era poco más que un cortafuegos, el blindado que abría la marcha llamó.

—Mi capitán, he perdido la señal GPS.

Murieta miró el suyo y vio lo mismo: los árboles ocultaban la débil señal.

—Pues tira de brújula. Sigue hacia el noroeste cuatro kilómetros y luego toma algún cortafuegos hacia el suroeste.

Los blindados traquetearon por el mal camino mientras los VAMTAC, que seguían a la cola, intentaban mantener el ritmo. Cruzar el bosque vacío se estaba haciendo interminable. Al final el Prim que abría la marcha giró a la derecha. Aun llevó un buen rato salir a una llanura cultivada, de nuevo cruzada por pequeños canales. Un Prim metió una oruga en una zanja y casi quedó clavado: la columna entera tuvo que detenerse hasta que otro blindado lo sacó. El capitán pensó que campo a través no iba a llegar nunca al dichoso pueblo. Pero entonces llegaron a un camino que seguía en dirección oeste. Pensó que por allí se moverían mejor, y ordenó a la sección de VAMTAC que se pusiese en cabeza.

El camino serpenteaba entre campos. Más de una vez tuvieron que detenerse y tomar un ramal. Cruzaron dos aldeas, poco más que granjas, sin ver ni un alma, antes de encontrar otra carretera que iba hacia el sur. Entonces la radio ladró.

—Murieta ¿dónde leches te has metido?

—La verdad que no lo sé, mi comandante, pero esto está despejado. El GPS sigue como loco. Acabo de pasar un pueblo medianejo, creo que es Algenstedt.

—¿Aun vas por allí? Acelera o se hará de día antes que llegues a Gardelegen.

La columna siguió por la carretera que seguía en dirección sureste. Murieta revisaba los planos pero sabía que estaba más perdido que un pulpo en un garaje. No pasaba nada, era cuestión de seguir hacia el sur hasta encontrar las vías del tren. Dicho y hecho: aun lo estaba pensando cuando el VAMTAC de cabeza dijo haberlas encontrado.

¿Estaban al este o al oeste del dichoso Gardelegen? El capitán pensó que ante la duda, la más… Es decir, que yendo hacia el este no se equivocaba. La compañía siguió por el camino de servicio que había junto a la vía. Al poco llegaron a otra aldea, con un bosque a cada lado.

—Vaya por Dios. Esto debe ser Solpke. Semejante vuelta para nada.

Ya quedaba poco para el amanecer así que se dejó de florituras y se mantuvo junto a la vía. Aun así les costó un rato acercarse a una ciudad.

—Mi comandante, estoy llegando a Gardelegen —llamó el capitán.

—Te has hecho de rogar ¿eh? —le reprendió el jefe—. A ver si puedes rodearlo.

Pero ya empezaba a clarear.

—Mi comandante, si doy otra vuelta no llegaré nunca y me parece que esto está más vacío que la hucha de mi hermano. Solicito autorización para seguir por las vías.

—Bueno, pero si hay resistencia te paras ¿vale? Nada de batallitas.

Los vehículos siguieron a toda marcha y cruzaron una estación ferroviaria. En los andenes había algunos alemanes que al ver pasar los tanques se quedaron de piedra. Pero nadie reaccionó y en seguida estuvieron al otro lado. El capitán siguió un poco más adelante buscando una buena posición de defensa, cuando escuchó el pitido de un tren.

—¡Compañía, a la derecha, fuera de la vía!

Pero el tren no llegó. Lo oyeron acercarse y pero luego el sonido se perdió en al niebla ¿cruces ferroviarios allí? El capitán miró el mapa y cabeceó. Entonces la radio sonó otra vez.

—Murieta, ¿estás o no estás?

—Creo que sí, mi comandante.

—¿Qué es eso de creo que sí? ¿Lo sabes o no lo sabes?

—Pues no con seguridad. Mire, el mapa debe tener varios errores, y el GPS nos está dando unos errores de la pera.

—Pues si no sabes dónde estás no te podré apoyar con la artillería.

—Mi comandante, voy a hacer un reconocimiento y si pillo a algún paisano le haré cantar el lalalá.

—Tú mismo, pero en una hora me llamas y me lo confirmas.

Murieta tomó un pelotón de carros y otro de blindados. Le extrañaba mucho lo del cruce ferroviario pues según sus mapas no había ninguno en Gardelegen. Claro que en Alemania empleaban los trenes hasta para ir a mear y había ramales ferroviarios por todas partes. Pero, ahora que pensaba, según el mapa la estación de Gardelegen era mucho más pequeña que la que habían dejado. Entonces llegaron a la conexión: primero una bifurcación, luego dos pasos a nivel… otro tren se acercó y los comandantes vieron la expresión espantada que ponían los soldados que iban en los vagones al ver a los tanques casi a su lado. Murieta pensó en volverse porque el tren ese pararía y su compañía se podría ver en un buen fregado, pero primero tenía que saber dónde se había metido.

Notó un leve soplo de aire y la nieva se despejó un poco. El capitán se quedó helado: a menos de quinientos metros había un imponente puente de ferrocarril, de vía doble nada menos. Ni se lo pensó. Llamó al resto de la compañía para que se le uniesen y, sin pensárselo, lanzó sus dos pelotones. De un cañonazo destruyó una caseta que había en esta entrada, y otro Lince disparó contra la otra margen un proyectil de metralla. Luego los blindados quedaron en el arranque, mientras que el pelotón acorazado lo cruzaba con el tanque del capitán a la cabeza. Había muchos alemanes pero al ver a los monstruos que llegaban se echaron a correr, o tiraron las armas e incluso hubo quien saltó al río. En la otra orilla había una caseta acribillada por el disparo anterior que el carro de Murieta aplastó. En ella luego encontraría los controles que hubiesen hecho detonar los explosivos del puente, y los restos de quienes debían hacerlo. Nada más cruzar situó sus carros formando un arco. Al mismo tiempo llegó el resto de la compañía. Los infantes revisaron la estructura y retiraron las cargas explosivas mientras los tanques expandían el perímetro.

Llegó otro tren pero al ver un tanque en la vía intentó detenerse. El carro ayudó con el disparo que reventó la caldera e hizo descarrilar el convoy; de los restos de los vagones salieron decenas de soldados aturdidos con las manos en alto. El capitán les ordenó reunirse en un campo cercano y esperar; no iba a disminuir sus menguadas fuerzas para custodiar prisioneros. Entonces recordó que tenía que llamar por radio.

—Comandante, ya sé dónde estoy y no es en Gardelegen.


—Cabeza de chorlito. Te perderías en el pasillo de tu casa. Ya puedes volver zumbando hacia el dichoso pueblo.

—Negativo, mi comandante, Será mejor que me quede aquí.

—¿Qué has hecho ahora?

—Nada importante, mi coronel. Tan solo he capturado un puente sobre el Elba.

La radio calló unos segundos. Luego sonó con tono incrédulo— ¿El Elba? ¿Ya sabes el pedazo de río que es? ¿No te habrás confundido con algún arroyo? Que aquí los ríos son de verdad y no como en tu tierra.

—Estoy seguro, mi comandante, que este río es de lo verdad, hasta con barcos y todo. Además hay un letrero que pone F-L-U-S-S E-L-B-E.



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APVid
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Mensaje por APVid »

BERLIN

El SS-Standartenführer supervisaba la carga de los dos camiones, las órdenes en el momento caótico en que se encontraban se obedecían sin rechistar. Pensaba que los alemanes eran demasiado obedientes con unos cuantos uniformes y órdenes bien gritadas. Era incluso absurdo si pensaran que varios de los oficiales y soldados eran judíos alemanes con buen acento berlinés y de otras partes.

Los camiones salieron con prontitud, no hacia el este sino hacia el oeste, rumbo al Elba, con una orden especial para que la aviación los recogiera en un punto determinado. Aunque habían tenido que dejar en el centro de investigación sin las toneladas de oxido de uranio, dentro había 250 Kg de uranio metálico bien protegidos, además de ciertos expertos, algunos de los cuales convencidos al saber que su otro destino había sido morir en el frente ruso o acabar trabajando en Siberia.


COSTA NORTE DE ALEMANIA

Göering estaba nervioso, sabía que podía ser el siguiente, y no había recibido respuesta aún de sus emisarios a los españoles. Había que tomar una decisión, que Heydrich se pudriera en Bohemia. El era el sucesor de Hitler y el representante de Alemania, no ese gobierno de Bonn.

Esperaba que en unos minutos se emitiría la petición de alto el fuego por las emisoras alemanas que aún existían.


cornes
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Arganda del Rey
Centro de Control de Hispasat


A medida que los empleados del turno de mañana iban entrando al recinto y traspasaban el control de seguridad para incorporarse a sus puestos de trabajo, los agentes iban realizando discretamente su labor. De la misma sutíl forma en la que habían retenido a los empleados del turno de noche, detenían ahora a cuatro de los empleados del turno de la mañana.

Ya se sabía que ninguno de ellos estaba conscientemente implicado, puesto que en realidad había sido su supervisor, a instancia precisamente de esos empleados, quien había informado de la instalación de los equipos de monitorización remota y de la línea de datos que les habían ordenado operar, a la que ellos mismos habían colocado el splitter que había permitido monitorizarla en las últimas dos semanas, pero por si acaso iba a ser necesario apartarlos de sus puestos y de cualquier dispositivo de comunicación durante un buen rato.


Centros de Datos Gestionados de Alcalá
Centro de Procesamiento de Datos
Alcalá de Henares


Mientras tanto, en el CDG de Alcalá de Henares, un equipo mixto de la Policía Nacional y del CIFAS se preparaba para entrar en una de las salas de la enorme instalación, habían entrado en el recinto a lo largo de la madrugada en coches y furgones aislados, para reunirse en torno a una de las salas de terminales donde se encontraban dos operadores.

Esperaban el cambio de turno, en el que dos nuevos operadores llegarían para sustituir a los que finalizaban su jornada, la entrada tenía su complejidad, puesto que la puerta de acceso a la sala era doble, y no se podía sustituir a los operadores, puesto que el control de acceso era biométrico, así que no había muchas opciones razonables que permitieran la entrada con la rapidez suficiente para evitar que los operadores hiciesen uso de algún mecanismo de seguridad que pudiera inutilizar los equipos o la información que pudiera ser útil.

Se sabía que a aquel Centro de Proceso de Datos llegaban las transmisiones derivadas desde el Centro de Control de Arganda del Rey, donde se utilizaban varias granjas de servidores para analizarlas, "La Compañía" llevaba casi dos meses preparando la entrada en esa sala, introduciendo varios agentes entre el personal de seguridad del complejo del Centro de Datos que habían sido utilizados para el acceso de esa noche, pues no podía esperarse más, se creía que se preparaba el desmantelamiento del sistema.

En las dos semanas previas, se había preparado la pared opuesta a la puerta doble de seguridad, con el pretexto de unas obras de sustitución de racks, se habían cortado los refuerzos de seguridad internos de una sección de la pared de la sala, que se encontraba despejada en su parte interior, y se había alojado un cordón explosivo en la misma, para abrir un boquete cuando fuera necesario, en unos minutos lo sería. Tan solo había que esperar a que los operadores se dirigiesen a la puerta a esperar a su relevo, momento en el que, por unos segundos, estarían separados de sus terminales...

Cuando el nuevo turno se acercó al control de entrada de la sala, los operadores del interior se levantaron de sus sillas y se dirigieron a la puerta, listos para abandonar la sala tras cumplir su turno. Esperaban impacientes ante la puerta interior la apertura de esta, cuando de repente una explosión retumbó a sus espaldas y les hizo encojerse instintivamente... antes de que tuviesen tiempo de volver a incorporarse y girarse en dirección a la procedencia de la pequeña explosión, unos hombres les estaban sujetando.


Madrid
Algún lugar del centro de la ciudad.


Pedro atiende una llamada en una sala con varios colaboradores...

- Bien, ¿lo tenemos todo?, vale. - Cuelga -

- ¿Como ha ido?

- Lo tenemos, los sistemas están intactos y los operadores van a cooperar. Junto con la documentación que nos ha proporcionado bastará, con los equipos funcionando, los datos y la documentación que acredita su compra y las órdenes internas de instalación y puesta en operación parece que por fin tendremos algo sólido con lo que empezar.

- Bueno, pueden dar "Tántalo" por desmantelado.

- En cuanto a las condiciones del "acuerdo", tengo que recordarle que su mantenimiento dependerá de lo que saquemos en limpio de hoy en adelante, no queremos tapar la fuga, sino limpiar la tubería, ¿recuerda?.

- Nadie es más consciente de ello que yo, señor Director. ¿Puedo hacerle una pregunta?.

- Adelante.

- ¿Qué hay de cierto en lo de que han descubierto a los hombres que tienen por ahí?, Lo de Cartagena, por ejemplo...

- Eso no es asunto suyo, concentrese en no dejarse atrás nada que pueda sernos útil o revisaré nuestro acuerdo.


Trenton
Nueva Jersey
"South Improvement Invest"


- ¡Daniel!... - Dijo Frank sobresaltado llegando a la puerta del despacho del CEO -

- Dime, Frank.

- Acaban de llamar de Nevada, de la emisora, ¡dicen que está emitiendo!...

- No te comprendo, ¿no falta al menos una semana para que terminen la antena y otra más para que lleguen los ordenadores que vienen de España?.

- No está emitiendo nuestra emisora, Daniel, lo está haciendo otra, que no es nuestra...

- ¿En nuestras frecuencias?

- En nuestras frecuencias, y con nuestros códigos...

- ¡No puede ser!...

- Lo peor no es que emitan, sino lo que emiten, dicen que ya han captado la secuencia de una de las libretas que tienen allí.

- ¿Y qué transmiten?.

- "Evacuación - Deimos"

- ¿Y qué narices significa?.

- "Evacuación Inmediata - Diríjanse a la embajada o puesto diplomático estadounidense más cercano. Identifíquense con la palabra "Deimos"."

- ¡Santo Dios!...


cornes
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Buenos Aires
Villa Crespo
Avda Corrientes


Poco había durado la tranquilidad para el Teniente Samuel Díaz, no había pasado ni dos semanas de "tranquila" misión de colaboración con la Gendarmería Nacional cuando tuvo que reunir a su equipo y preparar un grupo de apoyo con los argentinos...

Un grupo de hombres habían abandonado Uruguay atravesando el Río de la Plata, se les había perdído la pista en Corrientes, pero uno de ellos había sido localizado en Buenos Aires una semana atrás, pues un español de la fractura siempre acaba llamando la atención en cualquier entorno urbano de 1942, y con un discreto seguimiento se había localizado a tres de sus acompañantes en un piso franco de Villa Crespo, en realidad una estrecha casa de dos alturas.

Las órdenes estaban claras, controlar, identificar y capturar, llevaban una semana preparandose, los cuatro hombres abandonaban pocas veces el edificio de dos plantas, eran discretos y precavidos, resultaba dificil seguirles en sus desplazamientos por Buenos Aires y más de una vez los agentes del grupo que había iniciado su seguimiento tuvieron que ser retirados al quemarse, eran hábiles.

Sin embargo ahora estaba todo listo para entrar en el edificio, las indagaciones habían concluído que la vivienda estaba alquilada mucho antes de la llegada de esos hombres, por lo que Díaz había decidido utilizar a todo su equipo, 12 hombres y el grupo de apoyo argentino, no se sabía qué clase de resistencia estarían en condiciones de oponer, pero la formación de al menos uno de esos hombres era militar, pues uno de los objetivos se había resistido a un intento de robo días atrás en los alrededores del puerto viejo, dejando muy malparados a sus oponentes con gran rapidez.

Se había decidido que el modo más seguro de capturarlos sería asaltar su vivienda de noche, ya que se estimó que durante el día podría ser peligroso, para los asaltantes y para los viandantes y vecinos, eran demasiado disciplinados como para poder sorprenderles a todos y había resultado imposible infiltrarse en el edificio durante el día, pues se mantenía siempre un miembro del grupo en su interior, se llegó a plantear la idea de simular un intento de robo para intentar introducir a la policía en el edificio y comprobarlo, pero se quería evitar la huída de alguno de los objetivos, que sería lo más problable si se intentaba cualquier subterfugio sospechoso.

Era la hora, un equipo había tomado posiciones en los patios contigüos a la casa accediendo por entre las casas de la calle Camargo, en unos minutos la policía de Buenos Aires apagaría el tenue alumbrado público de la zona y la noche se volvería totalmente negra en la calle, sería la señal para cruzar la calle y derribar la puerta.

Con la ventaja de la visión nocturna y el previsible aturdimiento nocturno de los objetivos por tantas horas de alerta, se terminaría rápidamente.


APVid
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Mensaje por APVid »

LISBOA

20 de abril de 1942

La calma reinaba en la ciudad mientras se celebraban las elecciones democráticas acordadas, y que darían lugar a la formación de una Tercera República Portuguesa.

Curiosamente la población seguiría el escrutinio en los canales en portugués que se emitían desde España, porque la cercanía había favorecido la extensión de las emisiones de radio y televisión españolas, y provisionalmente habían surgido canales en portugués en España aunque ya extendían a Lisboa sus sedes. La programación era amplia pues se contaba con numerosas series, películas,... en portugués o bien se habían subtitulado o traducido, siempre respetando las limitaciones sobre emisiones de programas donde se viera tecnología del S. XXI.

El Estado Novo desaparecía con calma y sin estridencias, tras haber amnistiado en diciembre a todos los presos políticos.

Y se esperaba del nuevo gobierno una serie de medidas económicas, políticas y de reorganización colonial.
Última edición por APVid el 23 Nov 2016, 13:53, editado 1 vez en total.


cornes
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Mensaje por cornes »

Buenos Aires
Villa Crespo
Avda Corrientes


Las luces estaban a punto de apagarse, todo el mundo estaba preparado, en el equipo que tenía que cruzar la calle, los argentinos llevarían el ariete revientapuertas y se encargarían de lanzar los botes de gas lacrimógeno por las ventanas, mientras el primer equipo de tres hombres entraría por la puerta principal, encargandose otros dos equipos de tres de la casa desde los patios traseros.

A Díaz le habría gustado disponer de un visor termográfico, como mínimo le serviría para comprobar la temperatura de las habitaciones a través de los cristales de las ventanas, pero no había podido ser, las necesidades militares en Europa lo absorbían todo, habría que entrar casi a ciegas, pues tampoco se había podido averiguar nada con el microfono láser tampoco se había sacado mucho porque habia al menos una radio permanentemente encendida en la casa, tan solo que parecían utilizar de forma casi exclusiva la planta baja de la vivienda.

Las luces se apagaron, era el momento, el primer equipo cruzó la calle, en la más absoluta oscuridad, los ruidos de la ciudad ahogaban el sonido de sus botas, mientras los dos hombres del ariete subían los escalones para derribar la puerta, en los patios traseros, los seis hombres se preparaban para saltar la tapia, saltando el primero de ellos al patio interior cuando ya el ariete estaba "cayendo" hacia la puerta, en el momento en el que aquel hombre llegó al patio, se produjo la primera explosión, había pisado sobre un tablón de asiento que recorría la pared de la tapia que resultó no estar firmemente sujeto y un explosivo estalló en el patio trasero.

Mientras tanto, el ariete golpeaba la puerta, que se abrió violentamente activando el detonador eléctrico de una mina colocada medio del pasillo de entrada que explotó lanzando inmediatamente a más de 1.000 metros por segundo cientos de proyectiles que se abrieron en abanico desde el pasillo atravesando todo lo que encontraron a su paso hasta acribillar las fachadas y destrozar las ventanas de los dos edificios del otro lado de la calle.

El asalto se había detenido en seco, el Teniente Díaz, que se encontraba en una de las casas que no habían recibido la lluvia de metralla, salió inmediatamente a la calle, pensó rápido, e inmediatamente ordenó lanzar los botes de gas no hacia las ventanas de la planta superior, sino por los ventanucos del semisotano del edificio... se la habrían liado, pero ahora no iban a entrar, saldrían ellos.

- ¿Y por qué al sotano, Teniente?.

- Ha estallado en el pasillo, nadie en su sano juicio pondría una bomba al lado de su dormitorio o junto a la escalera que necesita para bajar de la primera planta... ¡sacad de ahí a los heridos!, ¡y que no salga nadie del edificio!.

A continuación se dirigió a los Gendarmes que le acompañaban.

- ¿No hay un gran canal fluvial en ese cruce, bajo la Avenida Juan Bautista Justo?

- Sí señor, la avenida es la losa del techo del canal.

- ¿Se puede llegar a él desde un semisótano como ese?

- Lo dudo, Teniente, este barrio antes se inundaba con el arroyo, y ahora el canal debe ir bastante lleno.

- ¿No creen que sea posible?.

- No, Teniente, ya ve que en esta calle no hay sótanos, solo semisotanos casi a nivel de la calle, no se puede profundizar aquí, intentar llegar al canal por una alcantarilla o aliviadero sería un suicidio.

- ¿Se puede comprobar?.

- Ordenaré que se comprueben las bocas de aquí a la Avenida por si hay alguna por la que pueda pasar una persona, pero en el canal no se puede entrar, no en esta época, llevará mucha agua.

Mientras tanto, en la casa, fuera, los hombres de la entrada principal estaban siendo atendidos mientras se vigilaban atentamente los ventanucos del semisótamo y el interior visible desde la entrada de la casa, ahora convertida en un boquete abierto en el edificio, los dos argentinos que habían manejado el ariete habían muerto en el acto, atravesados por la metralla junto con los dos hombres que se situaron tras ellos, los dos españoles. El resto, heridos o contusionados de diversa consideración habían salvado la vida por encontrarse fuera de los escalones y un poco por debajo y a los lados del frente de metralla proyectado por la explosión, y los fragmentos de madera, priedra y ladrillo que les alcanzaron pudieron ser detenidos por sus protecciones en mayor medida que la metralla que traspasó a sus compañeros.

En el patio trasero, un guardia yacía destrozado por la explosión, mientras los dos compañeros de su equipo estaban levemente contusionados, al haberse desplomado la tapia de ladrillo casi sobre ellos, pero seguían en sus puestos, ahora para impedir que nadie abandonase el edificio por la parte de atrás.

Tras unos minutos, un hombre intentó hablar desde el fondo de lo que quedaba del pasillo de entrada de la casa, apenas podía hablar o respirar, no podía ver, querían entregarse, no había más explosivos en la casa.

Cuatro detenidos, cinco muertos y seis heridos graves, no había túnel ni ruta de escape, los explosivos eran tan solo un último recurso para detener un eventual asalto el tiempo suficiente para permitir la destrucción del material comprometido...

Tal vez una indeseada consecuencia de sus "éxitos" anteriores, tal vez, pensaba Díaz, o tal vez había que volver a ser mucho más precavido, no volvería a ordenar un asalto urbano sin disponer de un visor termográfico decente.


Domper
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El capitán Pedro Santamaría nunca se había considerado un hombre especialmente afortunado, pero ahora toda la escuadrilla se acercaba para tocarle la chepa antes de una salida Se había librado de un buen puro tras la muerte del chileno Contreras, y se había salvado de otro aun más gordo cuando el tren que destruyó resultó no ir cargado de civiles sino que llevaba a Himmler. Encima, le había vuelto a tocar la lotería.

Poco después del asunto de Himmler había tenido lugar una emotiva ceremonia por la que la escuadrilla entregaba sus Chirris a la nueva “escuadrilla Teniente Contreras” con pilotos chilenos, que habían llegado a Francia para sumarse a la ofensiva contra el nazismo. Santamaría pensó que lo trasladarían ya por fin a los Flecha; pero el destino tenía otra intención. El comandante aprovechó la ocasión para quitarse los pilotos que no le hacían gracia, y tanto Santamaría como el también capitán Miguel Entrena (un excelente piloto pero al que según el comandante le gustaba ir por libre) fueron llamados para un cursillo pero no en Talavera, donde se preparaban los pilotos del Flecha, sino en Zaragoza.

Montaron en un C-47, vaya vejestorio con alas, que les llevó hasta la base aragonesa. Allí recibieron el notición: con el previsible final de la guerra a la vuelta de la esquina, al Ejército del Aire le había entrado la prisa por probar sus nuevos juguetitos, y quería desplegar los nuevos Nova Alfanje en Francia. Santamaría había oído hablar del avión y por lo visto era un cacharrillo bastante parecido a los Sabre de la otra línea temporal, pero aun más pequeños. Con un pájaro pequeño tendría una autonomía limitada pero, a cambio, sería tan ágil o más que el Sabre, que ya era decir.

Resultó que la transición al Alfanje fue muy sencilla. Los ingenieros de Nova, desde un primer momento, se fijaron como objetivo obtener un avión noble y fácil de volar, ya que se pretendía que operase desde portaaviones y en esas cubiertas tan cortas no se admitían las payasadas. Además el ligero aparato, con sus dos motores J5-2 (derivados del viejo J85 que llevaba el F-5) estaba sobrado de potencia. Si no era supersónico en vuelo horizontal se debía a la aerodinámica, ya que el aparato había sido concebido como reactor de ataque naval y no como interceptor de alta cota, por lo que se había primado la agilidad y las prestaciones a cotas bajas. Aun así el aparato seguía siendo noble en régimen transónico y aunque se agitaba un poco, como diciendo “mira que te estás pasando”, seguía siendo muy noble y controlable. Eso sí, al llevar dos J5 en lugar del turbofán planeado inicialmente la autonomía se resentía, y si se encendían los posquemadores apenas llegaba para dar una vuelta al campo y aterrizar. Pero la potencia de los dos motores era bienvenida en situaciones apuradas. Además el aparato llevaba una sonda de reabastecimiento, por lo que en caso necesario se podía mantener algún tiempo sobre el objetivo.

También resultó de gran ayuda que la instrumentación del Alfanje fuese prácticamente igual que la del C-101 EE y la del nuevo Halcón 2, la versión del cazabombardero destinada a la enseñanza. El Halcón 2 tenía, por fin, tren triciclo delantero, cabina biplaza, y sustituía el motor León por un turbohélice TP1-3; este último era menos potente que el León, pero también más ligero, y además para enseñanza no se requería tanta potencia.

Se iba a probar una versión del Alfanje de apoyo táctico: la versión naval aun tendría que esperar, y a fin de cuentas todavía no había portaaviones que la pudiesen llevar. No estaba claro si al final el Alfanje sería adquirido por el Ejército del Aire. En los planes del EdA estaban las versiones avanzadas del Flecha, el C-121 Miura que C.A.S.A. estaba desarrollando, y para el apoyo táctico el Nova Estral era más prometedor. Tal vez la versión biplaza podría tener algún futuro como entrenador de combate. Pero, aunque no se vendiesen Alfanjes en España, el mercado internacional era muy prometedor. Tendría poca competencia: el Grumman F7F Swordcat (que era el Nova Spatha), el Lockheed P-80, y el North American P-86; estos dos últimos aparatos iban a ser posibles porque España había cedido varios ejemplares del T-33 y del F-86F procedentes del Museo del Aire para su estudio. Pero el Alfanje se podía comer a todos con patatas: era enormemente superior al Swordcat y al Shooting Star, y parecía estar diseñado expresamente para ser un “Sabre Killer”: sus características de vuelo eran muy parecidas, pero el Alfanje era más ágil, tenía mayor capacidad ascensional y, sobre todo, disponía de misiles. Por eso Nova esperaba que el Alfanje consiguiese bastantes pedidos en el extranjero una vez el Ministerio autorizase su venta.

La transición al Alfanje fue rápida; no solo por las bondades del avión sino por las prisas. Además, tres de los pilotos (Santamaría, su compañero Ramírez, y un tal Sainz procedente de otra escuadrilla) eran veteranos de reactores de línea, y el cuarto, el capitán Miguel Entrena Klett, aunque era de los pocos españoles “antiguos” a los que no había afectado el salto temporal, era un “manitas” que si se terciaba podía volar una bicicleta con cohetes.

Finalmente los aviones, ahora denominados C.27, llegaron a Nancy. Justo el día anterior se había acabado con Hitler y la fuerza aérea repartía octavillas con la noticia por lo que quedaba de Alemania. Se temía que no hubiese ocasión de volar los Alfanje en combate, pero no hubo ningún problema: había grupos de alemanes que resistían fanáticamente la fuerza aérea tuvo que acabar con ellos. En las dos semanas siguientes los Alfanje volaron dos o tres misiones diarias, normalmente con cohetes o bombas frenadas, pero también empleando el misil Tordo, la versión española del Maverick. Para las operaciones de apoyo se había desarrollado una versión especial, el Tordo 2: era de guiado láser y tenía un dispositivo que autodestruía el misil si se perdía la señal, para que las tropas propias no corriesen peligro. No era ningún invento: también en su día hubo una versión del Maverick similar. Pero era un avance respecto a las bombas “tontas” y al napalm de los Chirris. El desempeño de los aviones fue bueno: buenas plataformas de tiro, algo más precisos que los Flecha y mucho más que los C-101 EE, aunque un pelín menos precisos que los Nova Gladio o los Halcones. Lo mejor era que al ser aparatos veloces y de reducidas dimensiones, a los alemanes les resultaba muy difícil detectarlos antes que atacasen. Por eso, cuando a las dos semanas fueron destinados a la misión por la que se les recordaría, los cuatro aviones estaban como el primer día.



Tu regere imperio fluctus Hispane memento
cornes
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Paraguay
Asunción
Embajada de Estados Unidos


Un hombre joven y fornido se dirigió con paso firme hacia la puerta de la embajada, una vez franqueada, se dirigió a la mesa de recepción.

- Buenos días.

- Buenos días, Señor, ¿qué puedo hacer por usted?.
- Debo hablar con alguien de esta embajada.
- ¿Con quien?.
- "Deimos".

El funcionario, tras cerrar el libro de registro, se incorporó.

- En ese caso, sígame.

Le condujo a la segunda planta y se dirigieron al despacho del encargado de negocios, o eso indicaba en el rótulo de la puerta, donde el funcionario le indicó que esperase.
No hubo de esperar mucho, pues a los pocos minutos, el propio embajador y el encargado de negocios entraron en el despacho:

-Buenos días.
- Buenos días.
- Usted le ha dicho una palabra al funcionario de la recepción.
- Así es, "Deimos".
- En ese caso, ¿espera una palabra como respuesta?.
- Así es.

El embajador y el "encargado" se miraron entre ellos, el embajador pronunció;

- "Mayflower"
- Es la palabra, ¡gracias!.
- Bien, según esto, señor, puede usted refugiarse en esta embajada y ser evacuado a los Estados Unidos.
- Gracias, hay otros cinco compañeros esperando, ¿puedo ir a buscarles?.
- Por supuesto. - dijo el embajador -

Durante todo el mes, en otras embajadas se estaban produciendo situaciones parecidas, Perú, Ecuador, México, las instrucciones del Departamento de Estado había remitido eran simples, dar refugio de inmediato a quienes lo solicitasen mediante un protocolo que se iniciaría con la clave "Deimos" y esperar instrucciones para su traslado a los Estados Unidos.


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Buenos Aires.

- Habrá una investigación, Díaz.
- Me lo imagino. Los heridos ya han salido de peligro, por lo que me han dicho.
- Sí, uno de sus hombres ha perdido la visión de un ojo.
- Eso me han dicho.
- Pues habrá una investigación, por lo de pronto está apartado del servicio, los argentinos están solicitando que no se le traslade a España.
- ¿Y eso por qué?.
- Parece que alegan que la operación estaba bajo su jurisdicción y les corresponde a ellos depurar las responsabilidades.
- Bueno, ¿se sabe si se ha sacado algo de la casa?.
- Sí, los hombres de Fortes han encontrado algunas cosillas, por lo visto el gas no les permitió alcanzar y destruir sus cosas. Fué una decisión acertada lanzar el gas al sótano, Díaz, en ese espacio confinado, cuando intentaron reaccionar ya no podían.
- Que al menos sirva para algo.
- Yo en su lugar no me flagelaría, Teniente, eran profesionales y por lo que se les está sacando habián recibido adiestramiento en tácticas modernas de combate urbano.
- Usted no está en mi lugar, mi Capitán.

Trenton

- El protocolo "Deimos" había sido ideado para su utilización en caso de que se necesitase evacuar a los empleados, previa solicitud al Departamento de Estado para repatriar a ciudadanos o empleados de empresas nacionales en problemas.
- ¿Y no podemos hacer nada?.
- No, nada.
- ¿Pero cómo puede ser?, comprad o alquilad alguna emisora en funcionamiento y emitid desde ella...
- ¿Emitir qué?, ¿ruido?, sin los equipos de cifra no puede hacerse nada, son imprescindibles esos computadores.
- Pues ruido, ¿no se puede interferir la señal?... ¿como cuando se mezclan dos emisoras?..
- No serviría de nada, no podemos igualar la potencia de emisión.
- Y emitir en abierto, sin cifrar, para advertir...
- Eso sería un suicidio, y una estupidez. Una emisión cifrada puede ser negada, pero en abierto, es una confesión firmada.

Springfield

- Según los registros, esas series están en el almacén, no han sido distribuidas.
- ¿Y lo están?.
- Se están abriendo las cajas para comprobar las numeraciones, se va a tardar bastante.
- Mantenganme informado, más nos vale aclarar este asunto, porque si ya va a ser difícil explicar a los españoles donde hemos conseguido la información para fabricarlas, más lo será justificar que las hayamos perdido.


cornes
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Mensaje por cornes »

Madrid

- No creo que podamos exponernos a un escándalo con detenciones y un juicio público, no en este momento.

- No solo por eso, presidente, ni siquiera estaría muy claro jurídicamente el tipo penal que podría aplicarse, puesto no parece posible aplicar los delitos de traición tal y como están en nuestro código penal, pues ni se ha actuado ni en perjuicio ni directamente contra las fuerzas españolas ni se ha actuado para favorecer directamente a enemigos en guerra con España.

- Bueno, solo con la interceptación de las comunicaciones militares y diplomáticas bastaría, ¿no es cierto?

- En realidad no es tan sencillo, es cierto que tenemos multitud de evidencias y pruebas incontestables, pero en principio solo servirían para condenar a las personas pillados prácticamente con las manos en la masa, sería realmente complicado conseguir demostrar que los cabecillas han dado las órdenes.

- En resumen, que sabemos quienes han ideado y ordenado llevar a cabo la operación pero no podemos juzgarles.

- Es más complejo que eso, presidente, en cuanto a los posibles delitos de traición, no parecen aplicables de ninguna manera, en cuanto los demás, solo los subalternos que han sido detenidos en relación a la estructura pueden ser procesados inicialmente, los ideologos y quienes han dado las órdenes para poner en marcha la infraestructura y el entramado no aparecen directamente implicados en la operativa.

- ¿Cómo puede ser que no tengamos pruebas directas contra ellos?.

- No es que no las haya, todo apunta a ellos, pero son indirectas, pueden negar conocimiento y en realidad nuestro ordenamiento jurídico les da derecho a mentir para defenderse, puesto que las órdenes y los materiales eran siempre canalizados a través de las sociedades participadas, es posible derivar las responsabilidades incluso a las personas jurídicas, pero más complicado demostrar la participación directa de los altos cargos, puesto que la estructura de las sociedades ponía las responsabilidades en manos de los partícipes extranjeros, y estos eran también sociedades... como puede ver, la complicación del proceso sería inmensa...

- Ya veo.

- A mi me resulta descorazonador.

- Algo en lo que había pensado días atrás, pero no le di más vueltas ¿no tenemos tratados de extradición con Uruguay?.

- Pues sí, presidente, creo recordar que con Uruguay el tratado original era incluso anterior a nuestro Código Civil, un momento... déjeme buscar...

- ¿Lo tenemos en vigor?.

- A ver como lo explico, tendríamos que revisarlo con más calma, pero en principio veo dos cosas, por una parte, en 1942 estaría vigente el tratado de extradición de 1885, que tenía un "númerus clausus" de delitos y limita muchísimo la posibilidad de extraditar nacionales, por lo que, si nos acogieramos a este, deberíamos hacer un estudio detenido del tratado y su encaje.

- ¿Hay otro posterior?.

- Sí, desde nuestro punto de vista, el tratado posterior a partir de 1996 elimina el númerus clausus, permite la extradición de ciudadanos españoles para ser juzgados y los somete a la legislación del país que solicita la extradición en materia de prescripciónes y penas.

- Pues tal vez deberíamos revisar nuestros convenios con la República Oriental del Uruguay.

- Si fuera revisado por los uruguayos, desde nuestro punto de vista no habría inconvenientes jurídicos, el Reino de España ya los ha ratificado y en lo que a nosotros concierne es la legalidad vigente... La República Oriental de Uruguay tan solo tendría que solicitar al gobierno la unificación y actualización de los convenios bilaterales.

- Es decir, que podemos hacerlo..

- No solo eso, presidente, en realidad el gobierno estaba obligado a proponer la unificación de los convenios bilaterales desde el momento de la normalización diplomática.


cornes
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Washington

- Y ese es el resumen.

- La pregunta que me hago es; ¿Por qué no hemos sabido nada hasta que los españoles nos han plantado esto en las narices?, Cordell, esto es muy embarazoso.

- Parece que todas las operaciones estaban muy bien orquestadas a través de empresas extranjeras participadas por compañías nacionales, ya sabe, las leyes de algunos estados permiten participar empresas en otros estados o en el extranjero, parecen haber sido muy discretos.

- ¿Discretos?, ¡Por el amor de Dios, Cordell!, han desviado la producción de material de guerra... incluso han fabricado armas desconocidas.. ¿como se llamaban? - El presidente hojeó los papeles nuevamente - Ah, sí, "Cañones Gustav"... ¡Cañones, Cordell!, ¡si nosotros exigimos hasta la presencia de representantes del ejército en las fábricas de artillería!..

- Pero no podíamos saberlo, al no haber registro de exportación, por lo que a nosotros nos constaba, todo quedaba en manos de empresas nacionales, claro, que esas empresas trasladaban como material propio y por sus medios a instalaciones en el extranjero y allí lo transferían a sus filiales o participadas, escapando a nuestro control.

- No me gusta que me tomen por tonto, Cordell, si los españoles han podido rastrear los movimientos hasta de las materias primas hasta ahora sin nuestra colaboración no me puedo creer que nosotros no pudiesemos haber visto nada... ¿Y las identidades falsas?, ¿me dirás que también fueron discretos?.

- En todo caso, ahora los españoles nos piden colaboración y nos ceden parte de la investigación, necesitan nuestra ayuda.

- ¿Ayuda?, nos piden colaboración cuando ya tienen la investigación prácticamente concluída, nos queda representar el papel de memos para engañar y detener pacíficamente a los agentes de estas empresas en el extranjero y de conserjes para abrirles nuestros archivos a sus investigadores.

- Al menos han tenido la consideración de esperar a tener una gran colección de pruebas y evidencias antes de acudir a nosotros, han tenido bastante paciencia.

- Eso no podemos negarselo, no han venido con rumores o indicios, sino que han esperado a tener pruebas incontestables.

- Sí.

- ¿Y como va "la cosecha" en las embajadas?

- Ya se han presentado una veintena de personas en varias embajadas y consulados, los españoles dicen que deberían continuar llegando, puesto que deben emitir cada código varias veces en los horarios preestablecidos, y eso limita el número de agentes a los que se puede comunicar cada semana a unos pocos, y eso suponiendo que todas las libretas estén entregadas a algún agente, porque los españoles estíman que menos de un 10% de las libretas posibles habrán sido distribuídas.

- ¿Está preparado el centro de detención?.

- Lo estará, no empezaremos a "trasladarlos" hasta la semana próxima.


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