LA FRACTURA

[Domper]

Los reconocimientos aéreos, efectuados regularmente por los CRJ-200 modificados, no dejaban lugar a dudas. En la línea temporal anterior a la Fractura Alemania había trasladado durante el invierno el grueso de sus fuerzas a Centro Europa para preparar el ataque a la Unión Soviética. Pero ahora esas fuerzas habían permanecido en Francia. La Luftwaffe seguía en el Canal de la Mancha, aunque ya no operaba tan intensamente contra los británicos: aunque el cambio de tácticas había causado pérdidas graves a la RAF, el pésimo tiempo invernal y la evidencia de que la invasión sería imposible por carecerse de fuerza naval habían hecho que los alemanes redujesen el ritmo de las operaciones. Peor aun, buena parte del ejército alemán, incluyendo dos terceras partes de sus divisiones panzer, estaban estacionadas entre el Sena y el Loira. Los puentes sobre los ríos del Sur de Francia habían sido reforzados, y se habían preparado puntos de cruce alternativos, previendo que muchos pasos serían destruidos por las bombas guiadas españolas.

Con semejante despliegue, bastarían unos días que la Wehrmacht lanzase una operación masiva contra la frontera española. Había que tener en cuenta, además, que lo estrecho del posible escenario bélico —los flancos de las cordilleras— implicaba que no sería conveniente lanzar un excesivo número de formaciones.

El Estado Mayor de la Defensa, tras considerar la situación militar, llegó a la conclusión que el ataque germano, si se producía, sería en un momento muy malo para España. Los alemanes ya habían perdido la oportunidad de atacar en las semanas siguientes a la Fractura, cuando el Ejército de Tierra era poco numeroso y faltaban municiones. Ahora, al menos, ya había existencias para varias semanas de combate, se habían completado las plantillas del Ejército, e incluso estaban empezando a desplegarse algunas unidades de reserva, equipadas con las armas que, por fin, empezaban a salir de las fábricas. Esas formaciones, carentes de material pesado, habían sido situadas en el sector central de los Pirineos, donde la amenaza era menor, permitiendo que los entrenados profesionales de las divisiones de montaña reforzasen a sus compañeros de las formaciones mecanizadas. Aun así se sabía que el Ejército de Tierra tenía potencia suficiente para resistir en los Pirineos, pero su capacidad para contratacar y expulsar a los alemanes de Francia era más reducida.

Por el contrario, quien estaba en peor situación era el Ejército del Aire. La Fractura le había dejado sin sus fuentes de suministros. Aunque las factorías españolas habían conseguido fabricar algunos de los componentes más necesarios, y se había disminuido la actividad de sus unidades de combate para conservar el material existente —lo que estaba afectando al entrenamiento—, la fuerza aérea no tenía capacidad para efectuar operaciones de combate durante un periodo prolongado. Podría destruir a la Luftwaffe y causar muchas bajas al ejército alemán, pero tras un par de semanas apenas podría defender los cielos españoles, y no podría soñar con apoyar al Ejército de Tierra.

Afortunadamente los primeros aviones estaban saliendo de las factorías. Se disponía ya de algunas decenas de cazabombarderos Tornado —inspirados en el Bearcat— y Halcón. Sobre todo, seis aviones C-19A y cuatro C-19B Flecha —las versiones autóctonas del F-5— habían sido entregadas. También se había iniciado ya la producción del C.A.S.A. C-101E, un desarrollo del antiguo entrenador con capacidad de ataque y un ala modificada que le daba prestaciones bastante mejores a las del original. En cuestión de seis meses se esperaba disponer de un centenar de aviones de combate nuevos —dos terceras partes, de motor de émbolos— que complementasen o sustituyesen a los Typhoon y F-18. Pero todo apuntaba a que Hitler no iba a concederles esos meses.
La intercepción de las comunicaciones alemanas estaba descubriendo signos muy alarmantes. Era llamativo que los germanos seguían haciendo un uso intensivo de su máquina de cifrado Enigma. Llamativo porque era seguro que los desertores españoles —se sabía que un tal Jaume había escapado con mucha documentación— habían alertado sobre la inseguridad de las máquinas Enigma. Que los alemanes seguían usando.

Los mensajes de Enigma hablaban de una intensificación de las operaciones contra Inglaterra, que serían seguidas de un asalto aerotransportado en la costa del Canal a principios de Mayo, que sería el preludio de la invasión. Las unidades acorazadas iban a ser trasladadas a Bretaña y Normandía, prestas para embarcar cuando se hubiesen asegurados puertos en el Canal. Aunque se contemplaría la posibilidad de un ataque contra España, que se lanzaría por el sector occidental del Pirineo, solo se llevaría a cabo si los españoles interferían con la invasión de Inglaterra. Las imágenes aéreas de los últimos días concordaban con lo dicho: se habían fotografiado bran número de vehículos y de blindados en Normandía y en el estuario del Sena.

Un cuento muy bonito, pensaban los analistas. Su difusión pro medios que los españoles podían leer ya lo hacían sospechoso. Pero además los germanos no sabían lo que podían hacer los sistemas de reconocimiento españoles. Aunque los vehículos que se habían fotografiado en el norte de Francia emitían calor como si fuesen reales —se notaba que ese Jaume había leído lo de los señuelos iraquíes y serbios contra los norteamericanos, pero no sabía lo que realmente había ocurrido— las imágenes infrarrojas no se parecían en nada a las de tanques reales, y apuntaban a armadijos de madera y lonas —que en ciertas longitudes de onda no se parecían en nada a un vehículo metálico— calentados con braseros. Las fotografías también mostraban en los alrededores del Loira que los tanques no se habían movido, sino que habían sido ocultados con vegetación —de nuevo, los alemanes no sabían que se podía diferenciar entre plantas vivas y cortadas—. La intercepción de las comunicaciones telegráficas mostraba un escenario muy diferente: el ejército alemán se estaba preparando para entrar en la Francia ocupada y atacar la frontera catalana. Tan solo esperaba la orden ¿Hitler la había dado ya?

[Domper]

El coronel Tsuji estaba sentado en una sala mientras meditaba sobre los acontecimientos pasados y futuros.

La magia no existía o eso decían los estudiosos. Pero por algún suceso mágico un pequeño e insignificante país de la lejana Europa había viajado desde el futuro, y su llegada había causado repercusiones que incluso habían llegado al país de los dioses.

Esos falsos amigos de Nipón, Alemania, había enviado un paquete de documentos procedente, según decían, de un renegado español. Era posible porque los demonios blancos no tenían honor. Pero lo que se decía en esos papeles era inaudito. Según lo escrito, Japón, tras iniciar la guerra con la que Tsuji soñaba, iba a conseguir unas victorias relampagueantes, para luego sufrir la peor de las catástrofes. Que Nipón fuese reducido a cenizas, o que sobre sus sagradas tierras se probase un arma nueva como un sol en miniatura, era desagradable, pero los japoneses eran duros y resistentes, capaces de luchar con la adversidad. La catástrofe era que Japón se hubiese rendido, que el Emperador hubiese llegado a pedir a su pueblo que soportase lo insoportable. Jamás un dios podía perder su honor de esa manera. Que luego Japón se recuperase y se convirtiese en una gran potencia de mercachifles solo empeoraba el insulto. El coronel también meditó en el enigma que suponía que una nación europea que ni siquiera había combatido en la guerra fuese la beneficiada por el regalo divino.

Entonces el coronel lo comprendió todo. Lo ocurrido, esa historia que había sido pero que ya no sería, era una advertencia, un aviso divino. Si un Japón deshonrado era capaz de levantarse sobre las cenizas, incluso con el alma manchada ¿Qué no haría un Nipón victorioso, que evitaría cometería los errores que le habían llevado a la derrota?

Tsuji elevó una plegaria mental de gracia a los dioses que le habían mostrado el camino. El viaje de ese vergonzoso rincón de Europa era un aviso a Japón, que no había viajado en el tiempo por ese horrible pecado de deshonor. Ese pecado no se repetiría, y el coronel sabría con quién hablar para llevar al país del Sol Naciente hacia su destino.

[kaiser-1]

Mar de Irlanda, 25 MN al sur de la Isla de Man

El buque de cabotaje Brier Rose realizaba una nueva travesía entre Liverpool y Dublín. El capitán Seamus O'Criere era pragmático. Aunque de origen irlandés, sabía que el mercado inglés era más importante que el de su Irlanda natal, por lo que se había comprado un pequeño buque que empleaba para el comercio a pequeña escala. Lo cierto es que las cosas le iban bien, tenía un floreciente negocio de contrabando transportando mercancías como licores, medicinas y personas que por una razón u otra deseaban pasar desapercibidas a las autoridades. Lo cierto es que la paga era muy buena, un buen pellizco para comprar mercancías en el mercado negro de Dublín que interesaban a una serie de personajes ingleses de alta alcurnia que valoraban los símbolos de su status más que otras cosas.

Era el tercer viaje en el que transportaba al grupo. Quince hombres, en un estado de forma envidiable y con más armas escondidas que pintas de Guinness era capaz de beberse su segundo en tres noches. La última vez casi los había tenido que dejar atrás cuando una patrullera irlandesa se acercó demasiado a la cala donde el grupo se escondía tras regresar de algún sitio que no le interesaba.

El pequeño buque iba a cinco nudos, casi todo lo que daba de sí la asmática planta motriz, desde el puente, tras el timonel, el capitán veía al nuevo jefe del grupo, un tal John Smith, que estaba hablando con su segundo Gordon, mientras miraban un plano o un mapa.

Fue lo último que contempló en vida.

De improviso una gigantesca columna de agua se elevó envolviendo al buque mientras el sonido de una explosión resonaba en un mar vacío.

A seis mil metros el submarino Tramontana cambió de rumbo, dirigiéndose hacia la base de El Ferrol. El nuevo grupo de agentes ingleses que se dirigían hacia España jamás llegarían a su destino.

[urquhart]

ORILLA OCCIDENTAL DEL RIO MULUYA, PROTECTORADO ESPAÑOL DE MARRUECOS.

El Teniente Garcés comandaba la sección. Garcés, como todos sus hombres excepto un sargento, eran miembros del Ejército de Tierra de 1940 destinados en Marruecos al acontecer la Fractura.

Como muchos soldados y suboficiales peninsulares, Garcés no tenía familia, desaparecida; así que ingresar en el Ejército de 2016 parecía la única salida para labrarse un nuevo porvenir. De los primeros en sumarse al llamado entre algunos oficiales y jefes ejército borbónico, fue instruido en el manejo de armas y equipos modernos en las zonas acondicionadas para tal fin en el Cabo Tres Forcas.

Su sección disponía de equipos personales que superaban la imaginación de cualquier militar de 1940, por no hablar del armamento personal y colectivo. Pero lo que más le asombraba eran los equipos de visión nocturna, de los que tenía entendido no eran precisamente los más modernos, pero utilísimos en aquellas circustancias.

Como cada día, y cada noche, la sección de Garcés debía vigilar a los vivhystas de la otra orilla; con los que de vez en cuando conversaba en un más que aceptable francés.

Aquella noche, Garcés fue alertado por uno de sus subordinados, en una pequeña embarcación, un grupo de hombres pretendía cruzar el cauce; perfectamente visibles en la oscuridad gracias a los equipos de vigilancia.

Según el informe, tras desembarcar, los incursores ocultaron de forma tosca la embracación, pretendiendo adentrarse en la zona española. Vestidos con ropajes tipicamente marroquíes, no había duda que portaban armas y lo que parecía un equipo de transmisión. Dada su vestimenta, finalmente una patrulla había sido autorizada a darles el alto, tanto en árabe como en bereber. Sin obtener respuesta, la patrulla dio el alto a los intrusos en francés, sin obtener otra respuesta que una serie de disparos. Un cabo de la patrulla fue herido, pero dos de los hombres lograron repeler la agresión, al tiempo que otros hombres acudían en refuerzo. Después de un intercambio de disparos, los extraños supervivientes, dos de cinco, decidieron entregarse

Non sparate , non sparate , ci arrendiamo

Al amanecer, los dos prisioneros fueron conducidos a Melilla. Según supo Garcés, aquél era el tercer intento de agentes del llamado Eje de penetrar en el protectorado vía Argelia.

[Xenophonte]

Disculpas. Borrado por Hilo equivocado.

[Gaspacher]

El ciclista se detuvo brevemente bajo un árbol en las afueras de Leipzig, y aprovecho para beber un poco de agua mientras echaba un vistazo a su alrededor y se secaba el sudor. Por lo que pudo comprobar nadie parecía seguirlo, así que tras descansar brevemente y haciendo caso omiso de su sexto sentido que le indicaba que estaba siendo vigilado, se adentró por un camino cercano que llevaba a una granja abandonada. No tardo en ver un mojón al lado del camino cuya disposición indicaba que nadie le seguía y podía dirigirse a su punto de encuentro, cercano a la granja.

No mucho después y ya en medio de un bosquecillo se dio de bruces con un soldado desconocido vestido con un extraño uniforme de manchas, que le indico que se detuviera y desmontase. Inmediatamente otro soldado salió de la espesura y cogió su bicicleta que llevo a un lado para ocultarla.

—Señor Helmuth. —Dijo el que parecía el jefe de aquellos hombres en un magnifico alemán, casi sin acento, mientras lo invitaba a sentarse y le ofrecía un café. — Espero que haya pensado en la conversación que tuvimos la ultima vez. —Sí, si una milésima parte de lo que aquellos hombres decían era verdad, tenían mucho de lo que hablar, pensó Helmuth

[Domper]

La familia Finkelstein no daba crédito a su suerte. Los judíos eran considerados menos que perros tras la invasión alemana, pero la Polonia de entreguerras tampoco era amable con los de su religión, considerados ciudadanos de segunda a los que se marginaba y, de vez en cuando, se les apaleaba.

Pero tras su llegada a España todo había cambiado. Los recibieron policías que sonreían en lugar de usar sus porras. Fueron atendidos, casi mimados, por personal civil que luego supo se trataba de voluntarios ¡voluntarios goyim atendiendo a judíos! Varios de ellos les relataron lo que había ocurrido con su nación en la otra línea temporal, y cuando Michal supo que de no ser por la intervención española, todos —incluyéndole— iban a ser asesinados, como seguramente lo había sido su hermano, se enfureció aun más contra los nazis. Pero al saber que los supervivientes se instalarían en Palestina, convirtiendo a Israel en una gran potencia militar, el orgullo llenó su alma. Los judíos podían luchar, y España le había ofrecido tomar las armas contra los asesinos de su pueblo.

El reclutador español había insistido en que no se le obligaba a incorporarse al ejército, sino que su decisión debía ser completamente voluntaria. Si no quería tomar las armas la familia recibiría, además de alojamiento, una ayuda modesta, pero más que suficiente para vivir —para vivir con lujo comparado con lo que había conocido en Polonia— hasta que encontrase trabajo. Pero si se enrolaba, no solo recibiría un sueldo más que digno y un seguro que aseguraría a su familia si le ocurría alguna desgracia, sino que cuando acabase su servicio podría optar a la nacionalidad española.

A Michal le sorprendió que la misma oferta se le hiciese también a su hermana Esther: en esa extraña España la milicia no era exclusivamente masculina. Ambos se apresuraron a aceptar. Dejaron al resto de la familia alojada en un precioso apartamento de la costa, que según los españoles iba a ser un alojamiento provisional mientras se restauraban las viviendas de Gibraltar, para adaptarlas a los requerimientos españoles; en casi todo el mundo el pisito hubiese sido considerado una residencia de lujo.

Michal y Esther fueron trasladados a un centro de instrucción situado en un pueblo cercano llamado Camposoto. A los varones se les dirigió una severísima advertencia: en España había igualdad entre mujeres y varones, y cualquier comportamiento inadecuado significaría la expulsión inmediata del ejército. Las mujeres que se encontrasen tal vez llevasen ropas provocativas, pero eso no significaba que fuesen prostitutas. Desde luego, que ni se les pasase por la mente acosar a una mujer, porque serían encarcelados; finalmente el instructor les dejó que se imaginasen lo que le pasaría a los violadores. También fueron advertidos que había medios para conocer la identidad de los delincuentes con un simple análisis: utilizar embozos o actuar por la noche no les protegería. A las mujeres se les ordenó que denunciasen cualquiera de esos comportamientos, y sobre todo que acudiesen inmediatamente si sufrían ataques sexuales. También se les indicó que las relaciones sexuales consentidas estaban permitidas, y que se disponía de métodos anticonceptivos de gran eficacia, aunque se les recomendaba utilizar preservativos por el riesgo de transmisión de enfermedades. Ahí el instructor les avisó que había una enfermedad muy grave, incurable, que se llamaba SIDA, por lo que tenían que ser cuidadosos.

Posteriormente los reclutas fueron separados por sexos —los españoles tampoco querían arriesgarse a que hubiese problemas— para empezar su instrucción. Inicialmente se centró en el idioma: tenían dos meses para aprender a entenderse en español, y los que no lo consiguiesen serían expulsados. No fue una amenaza banal, y de los veinte candidatos que empezaron con Michal cuatro fueron dados de baja. A medida que iban entendiendo algunas palabras empezaron a aprender algunas habilidades que, según los instructores, conocían todos los niños españoles: no solo leer y escribir —tres que no sabían pasaron a un grupo de alfabetización— sino a manejar aparatos eléctricos y electrónicos de todo tipo. También empezaron a familiarizarse con la vida militar: a reconocer grados, atender las órdenes, e incluso algo de instrucción cuartelera, aunque sin armas.

Solo los trece que superaron el cursillo inicial pasaron a la siguiente fase, ya más centrada en la milicia. Se les entregó la que sería su arma: un fusil de forma rara, que se parecía a las metralletas de las películas de gánsteres, que se llamaba CETME C pero que todo el mundo llamaba “chopo”. Michal había escuchado los relatos de su desaparecido hermano Elijah de su paso por el ejército polaco, y el fusil que había usado no se parecía en nada al español. El chopo podía usarse tiro a tiro o como una ametralladora, y Michal supuso que una escuadra con esos fusiles podría disparar tanto como una sección con los antiguos. Los instructores que les enseñaban a tirar insistieron en que no disparasen ráfagas salvo a corta distancia, porque con el retroceso que tenían esos fusiles la mayor parte de las balas se perdían, y era conveniente reservar el empleo de la munición. Una vez que dominaron el chopo aprendieron el empleo de otras armas: pistolas, bombas de mano, minas, la ametralladora MG3 y los lanzacohetes portátiles. También a utilizar sistemas de comunicaciones e incluso unos equipos que permitían ver de noche casi como de día. Una vez dominaron las armas, tuvieron que aprender a utilizarlas en grupo, cooperando unos reclutas con otros. Tenían que saber cómo moverse bajo el fuego, apoyar los avances, etcétera. Paralelamente recibieron formación sanitaria: qué tenían que hacer para no enfermar —a un recluta que atraparon haciendo sus necesidades en un rincón le cayó una de agárrate y no te menees— y como tratar a los heridos hasta que llegase el personal sanitario. Al mismo tiempo seguían un agotador programa de entrenamiento físico

Cuatro reclutas más fueron bajas: uno por una caída y tres porque no pudieron soportar el entrenamiento. Pero los otros nueve estaban preparados —o eso creían— para comerse a Adolf Hitler con patatas.

[Domper]

Esther, que también había superado el curso, fue destinada a una unidad motorizada —por lo visto tenía buena mano para las máquinas, quién lo hubiese pensado de una mujer— pero Michal no demostró ninguna habilidad especial, ni tampoco conocía ningún oficio que fuese interesante para el ejército español, así que fue destinado a la infantería. Además cayó en lo que Michal pensaba que sería una zona tranquila: el Pirineo central. Con las nuevas necesidades la antigua Jefatura de Tropas de Montaña “Aragón” se había desdoblado en las Brigadas de Montaña “Urgell” que defendía el sector oriental, “San Marcial” el occidental, y “Aragón” en el central. Varias unidades desaparecidas en las sucesivas reorganizaciones anteriores a la Fractura renacieron, entre ellas el Regimiento de Cazadores de Montaña nº 43 “Barbastro”, apodado “Los Pardos de Aragón”. El regimiento por ahora solo contaba con dos batallones, que se habían formado tomando como esqueleto dos compañías del Regimiento Galicia nº 64. Uno de los batallones, el Gravelinas —que se esperaba creciese hasta formar un regimiento— estaba basado en Sabiñánigo, una pequeña localidad industrial y turística cercana al paso del Portalé, uno de los más importantes de la frontera.

Michal apenas llegó a conocer el lugar, porque su compañía fue trasladada a un pueblo cercano llamado Pueyo de Jaca, donde lo que los españoles llamaban albergue —un hotel de lujo le pareció a Michal— había sido habilitado como cuartel. Viendo las altas montañas Michal pensó que sería imposible andar por ellas, pero el alférez al mando de la sección le quitó esa sensación a la mañana siguiente. Al amanecer un toque de corneta —grabado— despertó a los reclutas, entre los que estaban refugiados como Michal, voluntarios españoles y otros de origen sudamericano, mandados por soldados profesionales recientemente ascendidos a cabos o incluso sargentos. Formaron ante el albergue, y el alférez, se presentó —se llamaba Sánchez— y pidió a sus hombres que dijesen sus nombres. Luego les preguntó si les gustaba la montaña, porque había unos bosques muy bonitos que podrían ir a ver. Algún recluta que aun no sabía dónde se había metido cometió la impertinencia de preguntar si estaban muy lejos. El alférez —sargento hasta pocas semanas antes— sonrió y les dijo que no mucho, apenas tres kilómetros de nada. Una carrerita y luego a desayunar. Empezó a correr y los reclutas le siguieron. Al ver que tomaba una pista que ascendía por la empinada falda del monte, se temieron lo que iba a pasar. Se quedaron cortos.

El alférez había omitido decir que los dichosos bosques estaban en lo alto de la montaña, seiscientos metros por encima de sus cabezas, y que los tres kilómetros eran a vuelo de pájaro. Los reclutas, que pensaban que tenían una excelente forma física, empezaron a desfallecer a medida que el camino ascendía por la ladera. Pero los cabos les dijeron que el desayuno estaba arriba, y que se enfriaría si tardaban.

Mal que bien los hombres subieron por las lazadas, que más arriba estaban cubiertas de nieve ¿eso era España? Un par de horas después llegaron al lago, cubierto de hielos. Una vez arriba el alférez contó a los hombres: faltaban a mitad. En lugar de felicitarles, les abroncó por no haber cuidado de sus compañeros, y les dijo que iban a seguir subiendo al lago todas las mañanas hasta que ninguno quedase atrás. Luego bajaron, recogiendo a los rezagados, y ya en el cuartel, tras otra sesión de gritos, les permitieron almorzar. Michal estaba agotado pero con hambre de lobo; se alegró al ver que había alimentos kosher.

Como el alférez les había prometido, siguieron subiendo todas las mañanas. Cuando no quedó nadie atrás, lo hicieron con el armamento, y no se quedaron allí, sino que llegaron a unos lagos aun más altos. Más adelante visitaron muchas de las escarpadas cimas que se veían. Pero eso solo era parte de la formación: el resto del día siguieron entrenándose con sus armas, a moverse por escuadras y a cooperar.

[brenan]

[urquhart]

ISLA ALEGRANZA, CANARIAS, PRIMAVERA DE 1941

Aquél era un destino provisional, les habían dicho. Tras desembarcar en Mahón, Juan y su familia habían volado en un extraño avión sin hélices hasta Almería, una ciudad que no tenía nada que ver con la que él conocía. Trasladados en vehículos con las lunas ennegrecidas, titadas les habían dicho sus guardias, embarcaron en un buque denominado Infanta Cristina.. no conocía más Infanta Cristina que su hermana, casada con Enrico Eugenio Antonio Marone Cinzano . Cristina, al igual que Beatriz, había permanecido en Italia....

El primer destino fue desolador, la Isla de Alborán, donde estuvieron escasas semanas hasta que de nuevo embarcaron con destino a Almería. Según les informaron, la Villa, por llamarla de algún modo, estaba destinada a un nuevo huesped.

El Gobierno y la Casa Real estaban interesados en que la estancia de los Borbón y Borbón fuera lo más cómoda posible, algo impensable en aquella prisión deshabitada en medio del Mediterráneo Occidental.

El nuevo destino se antojaba más adecuado, pensó María de las Mercedes, al recorrer la distancia entre el aeropuerto de Lanzarote y la estación balneraio de Punta Mujeres... aquellas casas de veraneo, no tenían nada que envidiar a alguno de los Palacios que conocía. Al descender del vehículo, la decepción fue mayúscula, no residirían allí, de nuevo embarcaba en un buque de la Armada, en este caso una especie de pesquero, el Furor.

Tras una travesía de apenas 90 minutos, la familila de Juan y Mercedes desembarcaban en la Isla de Alegranza. Allí una residencia de aspecto sencillo y acogedor les esperaba. Un Teniente de la Guardia Real, les acompañaría, estaba al mando de la Sección que les protegería, hasta que se les acomodara de forma definitiva.

Los niños recibirían instrucción, de acuerdo con los planes escolares existentes. En otra Villa que estaba siendo acondicionada, se esperaba otra familia, con niños.

[urquhart]

HELSINSKI, PRIMAVERA DE 1941

Juan García y Quiñones, recordaba otro Helsinski... ingeniero había trabajado para la otrora poderosísima Nokia, hasta que la apuesta de la teleco por despreciar el sistema Android y caer en manos de Microsoft en 2013... de vuelta a España, donde se establecería como consultor de telecomunicaciones de varias empresas.

La Fractura le proporcionó una importante carga de trabajo, ya que muchas empresas habían adquirido hasta entonces sus sistemas de seguridad telemática en el exterior, sobre todo aquellas con accionarado no español, y otras tan siquiera se lo habían llegado nunca a plantear. Con las oportunidades que ofrecía la Fractura, y la súbita independencia de muchas empresas de los designios de los fondos de inversión de Wall Street y la City, hacían necesario el refuerzo de las medidas de segurida, ahora que se abría un inmenso mercado, y donde el espionaje industrial, y gubernamental estarían muy presentes.

Pero la inmensa carga de trabajo, implicó la necesidad de contratar personal, a precios fuera de mercado pre Fractura, y a la adquisición de hardware a precios desorbitados... por cada aparato en funcionamiento, se adquiría otro, para mantener un stock de componentes de recambio... tenía que competir con las grandes corporaciones industriales controladas por el Gobierno, y con la mismísima Administración.

Pronto se hizo evidente la necesidad de financiación externa, primero a través de fondos de capital riesgo; vía que pronto se secó cuando la mayoría de estos empezaron a derivar sus inversiones hacia la industria armamentística y sus auxiliares, y hacia la farmaceútica... España exportaba medicamentos cada día por valor de millones de Euros.

Pronto convirtió su empresa en Sociedad Anónima, al capitalizarla con los ahorros de algunos amigos y conocidos... pero ten amigos... las fantásticas cuentas de facturación, llevaron a varios de los tenedores de acciones a agruparlas, con vistas a la venta de Infosecurity a una entidad financiera, con plusvalías de más del 1000%

Infosecurity pasó a manos del Banco de Cantabria, y Juan García Quiñones fue apartado de las decisiones empresariales, y poco después de las productivas, con una buenísima indemnización y la compra de su paquete accionarial con valor similar al pagado a sus antiguos socios y una bonificación del 100%... y una claúsula que le impedía dedicarse a la seguridad telemática hasta 1950... es decir, nunca más podría ejercer en el sector de la seguridad telemática...

Pero poas cosas del sector pasaban por alto a los agentes de la nueva Agencia de Seguridad de las Comunicaciones. En febrero de 1941, García Quiñones se dedicaba a romper los códigos de seguridad de varias empresas...

Los chicos de la Casa de al Lado, pronto repararon en García Quiñones... ¿le interesaría echar una mano en Finlandia? Una triple misión

En dos como ingeniero y especialista en seguridad de las comunicaciones...

Las comunicaciones finesas, militares incluidas, dependían casi al 100% de las líneas telefónicas. Juan llegaría a Finlandia, la última democracia de la Europa Oriental repartida entre aquellos dos monstruos, con los planos de una radio de campaña, que entregaría a la empresa Suomen Kaapelitehdas (1), antecesora de Nokia, y especialista en cableado telefónico y telegráfico

Enseñaría a los militares finlandeses algunas de las ventajas del criptoanálisis, y a evitar que alemanes y soviéticos pudieran descifrar sus mensajes. Estaba muy bien el uso del lapón o carelio, pero en la URSS también había lapones y carelios, por muy desafectos que los últimos fueran a Moscú, y por mucho que en 1937 obligaran a los carelios a escribir su idioma con carácteres cirílicos... Los soviéticos habían aprendido muchas lecciones entre 1939 y 1940.

La otra como diplomático...

Si la paz de marzo de 1940 había sido dolorosa, con la pérdida de Viipuri, los cantos de sirena de la Alemania nazi para otra aventura militar podrían ser desastrosos... España entendía la posición finesa, pero debía advertirle de las consecuencias de sumarse a Alemania... mostraría un simple mapa al Presidente Rity, o quien le recibiera.



Los fineses quedaban sorprendidos de la fluidez en finés de García Quiñones... no podían saber de su pasado... un detalle que le abriría muchas puertas.

Amigo de Finlandia, García Quiñones deseaba ser creído... de paso, debilitaba la posición alemana... aunque fortalecía a la URSS... paso a paso...




(1) https://en.wikipedia.org/wiki/Kaapelitehdas

[ventura]

Fabrica de Cohetes de Soria



Esta fabrica nació de la por una parte necesidad de buscar un emplazamiento independiente para la producción de cohetes pues las instalaciones de EXPAL estaban totalmente volcadas en la producción de municiones. Y por otra de la asociación ( forzada por Defensa) con INSTALANZA.

Se escogió la ciudad de Soria pues el gobierno estaba incentivando la creación de nuevas industrias en zonas con menos desarrollo industrial. Esta factoria fue acogida con entusiamo tanto por las autoridades como por las Pymes de la zona que se volcaron en la tarea de dar soporte y apoyo, llegando a hacerse algunas de ellas cargo de la producción de diversas partes de los cohetes en producción. Tanto es asi que la experiencia adquirida por estas permitió a algunas participar en la producción de partes para otros productos militares.

La intención inicial era producir el cohete CM-25 ( del cual se tenia aun el utillaje necesario) para los nuevos sistemas Teruel que se esperaba tener en funcionamiento en breve plazo , asi como cohetes de 70 y 127 mm. Pero un requerimiento de urgencia de defensa de cohetes para las FAMET. Y si bien ya estaban en proceso los cohetes de 70 y 127 mm se pensó como medida transitoria el producir una versión acortada del CM-25 con la cabeza de guerra del Alcotan 100 y aletas plegables. Dicho diseño estuvo listo 46 dias después de la fractura y entro en producción de inmediato. Haciendose disparos de ensayo desde variadas plataformas EC-135, C-101 , Vantac ( asociado aquí a una dirección de tiro vosel modificada y consiguendose disparos de algo mas de 1000 metros de alcance útil) etc. Asi nació el CM-06.

Sus líneas de producción durante el primer año fueron:

Los citados CM-25 y CM-06 asi como cohetes de 70 y 127 mm ( desarrollados en colaboración con el INTA). Y a finales de año se probaron los primeros prototipos del CP-40 un cohete de 240 mm y 40 km de alcance. Asi como productos de exportación similares al HVAR y otros desarrollos



Al mismo tiempo y junto con Tecnobit y Everis un kit de guiado para los cohetes basado en el Miura de Everis. Pero de guiado laser apoyándose en la tecnología de Tecnobit. Instalandose por razones de tiempo y tamaño primeramente en el CM-06 aunque después se fue adoptando a toda la gama de cohetes.

El primer disparo se haría desde un EC-135 poco después de que se probasen las primeras BGL de Tecnobit.

[Domper]

La estancia en Pueyo no se prolongó demasiado; luego volvieron a la más amable Sabiñánigo, no porque no hubiera montañas por las que subir —ascendieron varias veces por una senda muy curiosa que pasaba por un buen número de ermitas excavadas en la roca— sino porque, por lo menos, solía llover en lugar de nevar. Ahí se adiestraron en la orientación con mapas tanto de día como de noche, en la infiltración, etcétera. También aprendieron a utilizar equipos que nunca hubiese soñado que podía llevar un soldado: sistemas de comunicaciones de dimensiones muy reducidas que además, según les dijeron, no podían ser interceptados; cada soldado recibió un pequeño transmisor del tamaño de una cartera de bolsillo. Los equipos de visión nocturna les darían una enorme ventaja por la noche. También recibieron un casco y un chaleco de un material que llamaban “kevlar” y que era más resistente que el acero.

Solo cuando el mando consideró que la compañía ya estaba preparada volvió a las cimas para efectuar su primera misión real.

El batallón tenía que proteger el Valle de Tena; a Michal, que procedía de una zona llana como una mesa, le impresionaban las altas cimas. Parecía imposible que unos cientos de hombres fuesen capaces de sellar tal extensión: de su entrenamiento había aprendido que incluso los riscos que parecían más infranqueables escondían pasos aptos para montañeros decididos. Solo en su sector había al menos dos docenas de “collados” visitados regularmente por los contrabandistas. Tras la Fractura los españoles ya no se dedicaban al antiguo negocio, y los contrabandistas franceses quedaron muy desanimados tras ser sorprendidos por esas aeronaves que llamaban “helicópteros”. Pero ya se había producido alguna infiltración de unidades de montaña alemanas, y se temía que hubiese más.

El valle también albergaba una de las pocas carreteras que cruzaban el sector central de la cordillera. Además, por un capricho de la geología, en esa zona la frontera era relativamente suave, con lomas herbosas que podían ser recorridas por la infantería casi en cualquier dirección. Ese sector se consideraba indefendible en caso de un ataque en fuerza, pues la guarnición del paso carretero podía ser embolsada con facilidad. De hecho la mejor zona de defensa estaba bastantes kilómetros más al sur, en el estrecho de Santa Elena, una garganta entre dos sierras de casi tres mil metros de altura; en caso de un ataque importante, la zona al norte de la barrera montañosa sería abandonada, combatiéndose solo en acciones de contención.

Eso significaba que había que preparar la evacuación de la comarca. No había muchos habitantes —ni un millar— pero al haber dos estaciones de esquí, estaba llena de apartamentos turísticos, magnífico botín para un enemigo ávido de tecnología. Incluso sin una ofensiva, se temía que patrullas alemanas saqueasen esas viviendas que habitualmente estaban vacías.

Por tanto, al poco de la Fractura se había comenzado la “limpieza” de las urbanizaciones. Se retiraba todo el equipo electrónico —incluyendo antenas de televisión y videoporteros— y el material impreso. Solo fueron respetadas las viviendas ocupadas, pero tras catalogarlas, para poder vaciarlas en caso de emergencia.

También fue preciso revisar la multitud de pequeñas obras que había por toda la montaña: refugios de montañeros, instalaciones hidroeléctricas, repetidores, etcétera. Algunas estaban muy alejadas, en lugares de acceso muy difícil durante el invierno, por lo que los equipos encargados tuvieron que desplazarse en helicóptero. Frecuentemente a la sección de Michal se le encomendó proteger a esas patrullas, formando un perímetro que impidiese sorpresas desagradables. Allí Michal descubrió el valor del endurecimiento, porque podía correr hasta posiciones elevadas sin apenas fatigarse y sin perder la concentración. Pero viendo los grandes espacios fronterizos comprendió lo difícil que iba a ser evitar intrusiones.

[Domper]

La base de la compañía de Michal estaba en una pequeña localidad llamada Escarrilla, situada en el fondo del valle; ahí había otra de esas estrechas gargantas que podrían defenderse durante algún tiempo. Más al norte estaba Sallent de Gállego, el último pueblo antes de la frontera, pero se había considerado que estaba demasiado expuesto, y además ya había sido visitado por intrusos procedentes de Francia: mantener un campamento ahí era excesivamente peligroso.

A los soldados se les exigía pero no se les atosigaba, y cuando no estaban cumpliendo misiones o entrenándose se les autorizaba para que se entretuviesen. No es que hubiese mucho que hacer en Escarrilla: bares había bastantes, pero la mayoría habían cerrado. No había burdeles: por lo visto la moral de la España post Fractura era diferente a la de la época de Michal. Sabía que había prostitutas, pero la mayoría eran extranjeras que habían desaparecido con el viaje en el tiempo, y las españolas no encontraban atractiva la “profesión”. Las severas advertencias recibidas —que no eran en vano, pues un recluta fue expulsado deshonrosamente y encarcelado tras haber intentado manosear a una chica que vestía ropas muy provocativas— también había quitado las ganas de buscar aventuras. Todo lo que podía hacerse era pasear arriba y abajo, ocupación aburrida pero al menos alejada de la mirada de los sargentos.

Michal estaba viendo pasar un convoy de vehículos militares: varios “todoterrenos” pintados de color entre verde y pardo. Algunos llevaban “cañones sin retroceso”: unos tubos de grandes dimensiones, potentes como cualquier cañón, pero que pesaban muy poco. Les habían dicho que esos cañones era una medida provisional, pues pronto serían sustituidos por “misiles”, es decir, unos cohetes que podían ser guiados hasta su objetivo. Michal supuso que bastaría un lanzador de esos “misiles” para impedir el tránsito por la carretera. Entonces vio que en el convoy había varias mujeres con el mismo uniforme manchado. Oyó una voz conocida que le llamaba.

—¡Michal, Michal!

Era su hermana Esther. Tenía un aspecto magnífico: enforma como cualquier chico, bronceada por el sol, lucía con orgullo las insignias de cabo. Había sido destinada a una compañía de armas de apoyo del mismo batallón. A Esther se le había destinado a un equipo de cañones sin retroceso: había demostrado tener una notable puntería. La chica contó a su hermano lo increíbles que eran sus armas, mucho más potentes que nada que tuviesen los alemanes. Pero su misión iba a ser peligrosa: los cañones iban en vehículos que solo podrían moverse por carreteras y caminos. Afortunadamente la industria turística había llenado el valle de pistas que además no estaban recogidas en los mapas antiguos, y que los alemanes no conocían.

Con los cañones llegaron también algunas excavadoras, que cavaron fosos superficiales donde ocultar a los cañones. De nuevo a la sección de Michal le correspondió proteger las obras, recorriendo las praderas, ya casi sin nieve, sembradas de unos postes con cables destinados al deporte del esquí. Entre ellos había algunos caminos por los que los coches podían subir con alguna dificultad; así llegaban a posiciones que dominaban el valle. En caso de invasión —le dijo Esther— las órdenes serían disparar unas pocas veces causando el mayor daño posible, para luego cambiar de posición y repetir el proceso.

[urquhart]

AGUAS DE FORMENTERA, PRIMAVERA DE 1941

Desde la Fractura, los acontecimientos históricos conocidos por los españoles no se producían en el momento que indicaban los manuales de Historia, o simplemente no sucedían.

El CSIC había creado un departamento específico destinado a comprobar las alteraciones cronológicas producidas; a partir de las cuales, un equipo de Historiadores, politólogos, físicos, ingenieros y otros profesionales debían proponer varias líneas paralelas que de forma pausible sustituyeran a la llamada Linea Temporal Real, o LTR, abarcando desde hitos políticos, a sucesos relazionados con las ciencias y tecnología.

El departamento fue creciendo, hasta el punto que el Gobierno decidió establecer un Instituto independiente, dotado de personalidad jurídica, y dependiente del Ministerio de Presidencia. Cada día llegaban a la mesa de Vicepresidencia, un resumen de las alteraciones producidas, y un dossier llamado de los 3 Escenarios, líneas ucrónicas que planteaban 3 situaciones para España, un escenario favorable, otro neutro, y por fin uno desfavorable.

Los miembros del Instituto eran conocidos como los Octavios, dado que se encargaban de hacer predicciones, algunas tan inverosímiles que las hubiera firmado el mismísimo Octavio Areces.

Dentro del Instituto se formó un grupo de trabajo con astrólogos, quiromantes, tarotistas y otros individuos que aseguraban disponer de capacidades paranormales... su base era la querencia de algunos lideres europeos por la Astrología. A las pocas semanas, la mitad de los miembros había sido expulsado, pero bajo la dirección de uno de los más escépticos combatientes de la Astrología, Javier de Armentia (1), continuaron trabajando el grupo considerado menos pseudocientífico. Bueno, no había que ir muy lejos en España un 41% de la población aseguraba creer en el Horoscopo, y cada noche la televisión se inundaba de decenas de todo tipo de videntes. Había serie de televisión incluso que trataban el tema, como Medium o Entre Fantasmas... Para Armentía, lo peor de todo era el coordinador... Iker Friker Jiménez. El Estado estaba dispuesto a explorar todas las posibilidades, y Armentia había entendido el verdadero significado de todas...

Para mantener el secreto, el Instituto recibió la denominación de Instituto de Estudios de Historia Las Cruces... todo un guiño a la astrología medieval española, ya que hacía referencia al Libro de las Cruces, una traducción al castellano antiguo realizada por Yehudá b. Moshé ha- Kohen de un texto andalusí. (2)

Formentera

Frente a Es Caló

Siguiendo las ordenes dadas por Madrid, con datos proporcionados por según las indicaciones de algo denominado IEHC, el patrullero Tintorera, un novísiomo cazasubmarinos basado en los atuneros, esperaba a un intruso que debía amerizar en aquellas aguas...



Parecía imposible, allí estaba, el Vickers Wellington W5652

Es Caló, tierra firme

Pues sí, allí llegaba aquel bimotor que debían impedir que la tripulación destruyera si lograba realizar un aterrizaje de emergencia. El Sargento Hinojosa, de la Guardia Civil tenía ordenes muy concretas de preservar el aparato, y todo documento que pudiera portar el aparato.

Por si el aparato llegaba a amerizar, una patrullera de la Armada estaba preparada...

En el aire

Con una tripulación tan novata, al S/Ldr. C. Forbes Rodney no se extrañaba de lo sucedido... se habían perdido en su vuelo a Malta... debían salvarse aterrizando en aquella isla, y destruir el aparato y toda la documentación... la escasez de personal obligaba al 57 Sqn, del 3 Training Group, a realizar misiones de Ferry... (3)

En Madrid

Se recibió el mensaje:

De acuerdo a instrucciones recibidas, se comunica que el visitante esperado llegó en hora, siendo recibido por los anfitriones



(1) http://www.abc.es/ciencia/abci-javier-a ... ticia.html
(2) http://www.vallenajerilla.com/berceo/sa ... dmedia.htm
(3) basado en http://incidentessgm.blogspot.com.es/20 ... ngton.html Según la página oficial de la RAF, el 57 Sqn en esa época realziaba misiones de bombardeo nocturno desde el Sur de Inglaterra.



Es Caló, Formentera, 1941