La pérdida de la Habana es una buena muestra de la incompetencia imperante en los altos mandos de las armas borbónicas desde hacia varios años y que desgraciadamente fue empeorando con los años. Carlos III cometió una estupidez al entrar en una guerra en la cual las esperanzas de victoria para Francia menguaban día a día; naturalmente sin haber tomado antes las dispociones adecuadas.
En el plano que nos ocupa, las defensas de la Habana no comenzaron a mejorarse hasta la llegada del gobernador Juan de Prado Mayera Portocarrero y Luna el 7 de Febrero de 1761, apenas un año antes del ataque británico. Hasta entonces las defensas se componían de un Castillo formidable pero limitado en sus posibilidades por su localización, como era el del Morro, y de nueve baluartes sin terraplén ni parapetos y con reducidos tramos de foso.
Tampoco hubo demasiado interés en reforzar la guarnición: apenas se enviaron 13 compañías de infantería y 200 dragones, con lo cual ni tan siquiera se suplieron las 1.800 bajas provocadas por la fiebre amarilla antes de que apareciera la escuadra británica. Pese a ello, cabe decir que las fuerzas navales españolas en la zona sumaban 21 navíos de línea y 10 fragatas, a los que podían sumarse varios franceses.
Pues bien, esta fuerza se desaprovechó ante la ceguera de los mandos españoles. Podían haber atacado en superioridad numérica el convoy de transportes británico escoltado por al almirante Pocock, pero se negaron a creer los múltiples informer que recibían. Cuando los británicos aparecieron a la vista de la Habana, incluso dijeron que tal convoy era el mercante que venía de Jamaica... Y entre tanto se había perdido ya tres fragatas y un paquebot a menos de esos mercantes.
La tropa disponible para la defensa se componía de 2.800 regulares, infantes de marina y marineros y de 5.000 milicianos. Los británicos desembarcaron con 8.000 regulares y rechazaron las milicias de La Habana en la primera escaramuza. En la segunda, en las alturas cercanas a Cabañas, las milicias se confundieron y acribillaron entre sí en medio de la oscuridad y huyeron. A nadie se la había ocurrido despejar el panorama de árboles ni cavar trincheras para defenderse de un modo eficiente y evitar confusiones... Los británicos capturaron una buena cantidad de cañones de 12 libras sin tener que disparar un solo tiro ni perder un solo hombre.
Queda claro que ningún oficial de la Junta que dirigia las operaciones tenía demasiada idea de como era la geografía de la ciudad. Fernández Duro dice:
bien sabrían los cursados en el arte militar, á favor del que la Cabaña, cubierto el flanco izquierdo por el Morro, apoyado el derecho en la artillería de la escuadra, en comunicación con el puerto y con la plaza por la espalda, ofrecía á la habilidad situación de recurso, y al valor lugar señalado en que jugar la suerte de las armas
Una nueva muestra de incompetencia fue el hundimiento de 3 navíos de línea en la boca del puerto. ¿No había quedado claro por donde atacaban los británicos, todavía? Fue un derroche de material, no ya por los 3 que se hundieron, sino porque todos los demás quedaban automáticamente encerrados, sin posibilidad de escapar en caso de que la ciudad cayera.
Sigo después...
"Las naciones que promueven a soldados rasos pero íntegros en agradecimiento a su valentía son por lo general las que resultan victoriosas" (Hans von Grimmelshausen).